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Los profetas menores como un canal del mensaje de Dios




Enviado por yulman hurtado



Partes: 1, 2

  1. Resumen
  2. Introducción
  3. Libro
    de Oseas, (El triunfo del amor); El libro de Joel, (Dios
    Castiga el pecado);El libro de Amós (La lucha entre la
    justicia y el ritual)
  4. El
    libro de Abdías (Odio entre hermanos); El libro de
    Jonás (Salvación de las naciones); El libro de
    Miqueas (El defensor de los pobres)
  5. El
    Libro de Nahúm (Maldición sobre la crueldad);
    Libro de Habacuc (El combate en la duda); El libro de
    Sofonías (Dios y lo humano)
  6. El
    libro de Hageo (Un hombre de acción inspirada); El
    libro de Zacarías (El triunfo de la santidad); El
    libro de Malaquías (El Profeta de la
    construcción del templo)
  7. Apéndice: Cronología de los
    profetas, Gráfico de Daniel a Malaquías y
    Gráfico de Malaquías a
    Cristo
  8. Conclusión
  9. Bibliografía

Resumen

Las situaciones de Israel durante el tiempo de
ministerio de los profetas menores son: Tribulación
nacional, trastorno político, prosperidad material e
irreligiosidad individual. Los pecados son: rebeldía,
idolatría, engaño, robo y soborno. Con Oseas
comienza la serie de los doce Profetas Menores. Llámense
Menores no porque fuesen profetas de una categoría menor,
sino por la escasa extensión de sus profecías, con
relación a los Profetas Mayores. Los Profetas Menores
durante una gran cantidad de años han representado el
canal comunicacional de Dios donde su Espíritu
llevó a cabo el mandato divino que evidenciaba el
propósito del Señor, lo que ha dado como resultado
una serie de manifestaciones que se fueron construyendo a
través del tiempo para fundamentar diferentes
acontecimientos que debían confirmar señales
mediante el cumplimiento de sus predicciones, y por conformidad
expresando su voluntad al hombre de una manera significativa con
mensajes moderno de urgente necesidad en la hora de crisis y
confusión, lo cual da a conocer una serie de profetas que
llevan a cabo su mensaje en menor proporción que los otros
que si tenían un mayor alcance dentro de sus actividades
como instrumentos de Dios. Importancia, sino porque sus escritos
son menos extensos que los de los profetas "mayores."
Amós, Oseas y Miqueas ocupan una posición paralela
a la de Isaías su famoso contemporáneo por el
énfasis en las sublimes verdades del judaísmo, a
saber: que Jehová es el único Dios verdadero, suya
solamente es toda adoración; que Dios siempre castiga el
pecado; que la religión verdadera consiste en la justicia
antes que de ritualismo, de manera que Dios desea justicia y
misericordia más bien que sacrificios y ofrendas; que la
salvación se encuentra por la fe en la Palabra del
Señor a través de sus profetas, y por la obediencia
a ella y para ella.

Descriptores: Profetas, canal, mensaje, Dios,
comunicacional, predicciones.

Introducción

Los Profetas Menores no llevan este calificativo porque
su mensaje sea de menor importancia, sino porque sus escritos son
menos extensos que los de los Profetas Mayores. El mensaje
común de sus escritos, contiene las mismas verdades del
judaísmo, que los escritos de los llamados profetas
mayores:

1. Jehová es el único Dios verdadero,
digno de adoración

2. Dios siempre castiga el pecado.

3. La religión verdadera consiste en misericordia
y justicia más que ritualismo (sacrificios y
ofrendas).

4. La salvación se encuentra por la fe y la
obediencia a la Palabra del Señor dada a través de
sus profetas.

De los profetas, Jonás ministró en
Nínive, y por lo tanto, fuera de Palestina al igual que
Ezequiel y Daniel en Babilonia. Amós y Oseas profetizaron
en Israel, reino del norte, y Miqueas y el resto, en Judá,
el reino del sur. Ezequiel y Daniel, profetizaron durante el
tiempo del cautiverio en Babilonia y Hageo, Zacarías y
Malaquías, después del exilio.

De esta manera, el siglo octavo antes de Cristo
señala la cúspide de la profecía hebrea.
Entre los años 800 y 700 antes de Cristo, profetizaron 6
de los 12 profetas menores: Abdías (870), Joel (800),
Jonás (780), Amós (760), Oseas (750) y Miqueas,
contemporáneo de Isaías (740), los que posiblemente
ministraron en ese orden. Además, durante el siglo
séptimo aparecieron otros tres profetas menores,
Nahúm (660), Habacuc (650) y Sofonías (630),
contemporáneos de Jeremías (600 a 586), y de Daniel
(604 a 535) y Ezequiel (586 a 570) éstos dos, ya durante
el exilio en Babilonia.

Es así como, el siglo sexto a.C. escuchó
las voces de Hageo (537) y Zacarías (520 a 500) desafiando
a los cautivos que habían regresado a Jerusalén a
reconstruir el templo, y finalmente, el siglo quinto a.C. nos
brindó al último profeta del Antiguo Testamento:
Malaquías (432), quien señaló con
índice inconfundible hacia la venida del Mesías (el
Sol de Justicia) y de su predecesor, Juan el Bautista,
cuatrocientos años antes de que nacieran.

Capítulo I

Libro de Oseas, (El
triunfo del
amor); El libro de Joel, (Dios Castiga el
pecado);

El libro de Amós (La lucha entre la justicia y
el ritual)

El libro de Oseas: El triunfo del
amor.

El profeta Oseas llevó a cabo el mensaje de Dios
durante los reinados de: Uzías, Jotam, Acaz y
Ezequías, reyes de Judá; y Jeroboam II, Rey de
Israel. Contemporáneo con Isaías 1:1, Amós
1:1, y Miqueas 1:1.

En este sentido, se presenta Oseas como un profeta del
reino del norte, conocido como Israel, y sus mensajes fueron
dirigidos principalmente para las diez tribus, la cual fundamenta
el fondo histórico con estos reinados infieles que
hicieron ver al pueblo de Dios como una prostituta frente al amor
de su amado.

Dios presenta una comparación interesante entre
la pasión de Oseas y su esposa infiel, al igual que su
pueblo escogido y la idolatría presentada por este con un
comportamiento totalmente apartado de la ternura de
Dios.

Primera parte (1:1; 3:5): Vida
Conyugal del Profeta

En este primer pasaje, Dios precisa el mensaje al
profeta mediante acontecimiento de Israel y Judá, (lo cual
se puede apreciar también en el libro de Isaías 1:1
nota b) evidenciando el mensaje para su pueblo originalmente
unido.

Es importante destacar, que la experiencia matrimonial
vivida por Oseas se describen dos relatos diferentes: El primero
(1:2-9), es un relato biográfico que habla del profeta en
tercera persona. En dicho relato se destacan dos elementos
esenciales que definen este pasaje: Su matrimonio con una
prostituta y los nombres proféticos dados a sus hijos de
dicho matrimonio.

Adicionalmente, en el segundo pasaje (Cap.3) posee un
carácter autobiográfico, ya que el profeta mismo
habla en primera persona. En el drama planteado por su vivencia
con una mujer infiel y el tormento de su relación
matrimonial, Oseas ve reflejadas las relaciones de Dios con su
pueblo, introduciendo una nueva manera de entender este
acontecimiento como simbolismo de este pacto o
alianza.

En este sentido, se plantean dos puntos de vistas
tomando en cuenta dos palabras: Idolatría comparada con
prostitución (4:11-19) como un recurso literario que
evidencia la adoración de dioses falsos con la
infidelidad, lo cual fundamenta un hecho espiritualmente similar
al culto a baal. Por lo tanto la tierra se prostituye
apartándose de Jehová, considerando ciertas
prácticas religiosas de los israelitas, en la cual se
mezclaban los ritos con el culto a Jehová, las que se
combinaban con el dios de la fertilidad, incluyendo adivinadores,
sacerdotisas, entre otras idolatrías.

Dios también usó a los hijos de la esposa
infiel de Oseas para tipificar los castigos que él
enviaría a quienes rompieran sus votos a
él.

Segunda parte (4:1-14:9) Infidelidad y
castigo de Israel

Se hace importante destacar que el conocimiento de Dios
en Oseas, no es un saber puramente intelectual, sino que implica
una relación personal, afectiva, puesta de manifiesto en
una vida conforme a los preceptos del Señor: entrar en su
pacto, observar sus mandamientos, y reconocerlo como el Dios
todopoderoso y no baal, el que provee los frutos de la
tierra.

Por lo tanto, Oseas denuncia (4:1-19) el tropiezo de
Israel refiriéndose expresamente a los pecados del
decálogo (Ex. 20:1-17; Dt. 5:1-21), perjurio (Ex. 20:7),
mentira (Ex. 20:16), asesinato (Ex. 20: 16), robo (Ex. 20:15),
adulterio (Ex. 20:15). Por lo cual se nota que no existe lo bueno
en este país y se hace necesario un cambio que
vendrá en un futuro como más adelante lo muestra el
Señor, sin embargo prevalece la maldad y ello conduce a
una serie de censuras de parte del profeta porque se han desviado
de los caminos de Dios. En cuanto a la idolatría de Israel
se remonta a la división del pueblo de Dios, los que
tomaron camino hacia el norte (Israel): con Jeroboam hijo de
Nabat como su rey y el sur (Judá): Roboam hijo de
Salomón. Este hecho generó una desconfianza hacia
el reino de Judá por parte de Jeroboam, pensando en una
invasión o ataque de Judá, este introdujo todas las
creencias egipcias, creando un culto similar al de Jehová;
tomando como excusa no poder ir hasta el templo del Señor
por lo apartado del sitio (1 Reyes 14:15,16; 15:30, 34; 16:19; 2
Reyes 10:29-31; 14:23,24; 15:8, 9, 17, 18, 23, 24, 27, 28; 17:6,
7, 21-23).

Evidentemente, el cautiverio en Asiria les daría
la conciencia necesaria para darse cuenta de su
equivocación. Lo que hizo que rechazaran el conocimiento
de Dios en cuanto a los ídolos se refiere, tomando el
camino del pecado y la perversión, dejando atrás la
senda de la rectitud, santidad y justicia. (Romanos 10:1-3; 2
Pedro 3:1-7).

Por lo tanto, a Judá se le advirtió no
seguir en los caminos de su hermana Israel, sin embargo,
Judá no escucho la voz del Señor y también
siguió los caminos de los dioses paganos e impíos
(Jeremías 3:6-10).

Además, Oseas exhorta a los sacerdotes, al pueblo
de Israel, y a la casa del rey sobre el pecado, sin embargo estos
hicieron caso omiso, guiados por el camino de la
idolatría. Los reyes y sacerdotes de Israel fueron
extremadamente injustos al tomar la rebelión en sus manos
contra Dios, tratando de borrar la fe, cuando se negaron a
escuchar los reproches del profeta, él era el encargado de
decirles sobre esta iniquidad. (5:1-5).

Evidentemente, la religión engañosa de
Jeroboam logró desviar a los israelitas del
propósito de Dios haciéndoles creer que los
sacrificios los restaurarían de los pecados cometidos,
pero el Señor no podía aceptar libaciones de
ídolos, conllevando a los de Efraín a la
desolación total.

El libro de Joel, (Dios Castiga el
pecado)

Existe poca indicación en las escrituras sobre el
tiempo de la profecía de Joel. Algunos dicen que
profetizó durante el reinado de Joás en
Judá, y que fue contemporáneo con Eliseo. Hubo
hambre durante el ministerio de Eliseo, pero no se hizo
mención a los insectos (2 Reyes 8:11-3). Si Joel
profetizó durante el reinado de Joás, el fondo
histórico de su profecía sería 2 Reyes 11 y
12; y 2 Crónicas 23 y 24. Ninguna información
personal se da de él, excepto que era el hijo de Petuel,
de quien no se sabe nada. El llamado del profeta Joel para llevar
a cabo el canal comunicacional de Dios fue una terrible
invasión de insectos destructivos, langostas, que
devastó la tierra, destruyendo las cosechas y trayendo un
hambre general. El profeta ve en esta calamidad una
visitación del Señor y se refiere a ella como un
tipo de juicio final del mundo en el día del Señor.
Como muchos de los otros profetas, Joel predice el futuro a la
luz del tiempo, considerando un acontecimiento presente e
inminente como un tipo de acontecimiento futuro. De esta manera
él ve en la invasión de las langostas un ejemplo de
ocupación venidera del ejército asirio (Cap. 2:
1-27).

Mirando aún más lejos en la expectante, ve
la irrupción de las langostas y asirios, como
típico de la intromisión final de palestina por los
ejércitos confederados del anticristo. Tomando el
día del Señor como el pensamiento central y
recordando que la misma expresión se usa al referirse a la
invasión antes mencionada, resumiendo a Joel de la
siguiente manera: El día del señor, visto como de
inmediato (La invasión de las langostas), como inminente
(Venidera invasión asiria), y como futuro (en la
invasión final).

Adicionalmente, La profecía de Joel no indica
cuándo o de qué nación vendría este
fuerte ejército contra Judá. Sin embargo, un
estudio de la historia de Judá durante el reinado de
Ezequías (2 Reyes 18:13-17; 19:1-37) revela el
ejército invasor del rey asirio Senaquerib, como su
opositor más fuerte. Esto quizás los llevó a
su hora más oscura antes del cautiverio de Babilonia, pues
los asirios eran conocidos como un pueblo cruel y dominante. Solo
había pasado unos pocos años desde que el rey
asirio Salmanasar había capturado a Samaria y llevó
el pueblo de Israel a Asiría (2 Reyes 17:1-7).
Asiría parecía inclinada a traer todas las naciones
bajo su control. Senaquerib se había apoderado de todas
las ciudades fortificadas de Judá. Ezequías
había tratado de librarse de él, comprándole
con plata y oro (2 Reyes 18:13-16), pero él estaba
determinado a tomar a Jerusalén.

El libro de Amós (La lucha
entre la justicia y el ritual)

Al igual que Isaías, Oseas y Miqueas, Amós
profetizó durante los días de Uzías en
Judá y en días de Jeroboam II, rey de Israel
(versículo l). El fondo histórico de su
profecía se encuentra en 2 Reyes 14:23-29; 15:1-7; II
Crónicas 26:1-23. Amós fue uno de los pastores de
Tecoa, en Judá, a seis millas al sur de Belén.
Parece que toda esa área estaba dedicada al pastoreo de
ovejas y ganado. Pero al igual que David, Amós no
escapó de los ojos escrutadores del Señor, quien
vio en él a un hombre de fe y valor y que sería
obediente a su llamado.

Amós fue convocado a profetizar en Israel (las
diez tribus), pero él también tenía un
mensaje para Judá. El tiempo de su llamado fue fechado dos
años antes del terremoto, que ocurrió durante el
reinado de Uzías (Zacarías 14:5).

El sitio principal de su ministerio fue Bet-el, la
ciudad que albergó el altar del becerro de oro. Este
mensaje del profeta como canal directo de Dios es el del juicio
que vendrá y la restauración que seguirá.
Podrá notarse que hay cierta igualdad en los temas de
muchos de los profetas. Esto se explica por el hecho de que
había una causa predominante que producía un
mensaje; es decir el pecado nacional, por lo tanto el mensaje era
en la mayoría de los casos uno de condena. Pero al mismo
tiempo que tenía un mensaje de reprensión para la
nación en general, tenía también un mensaje
de consuelo y restauración para un remanente fiel.
Amós ve el pecado de Israel con relación a los
grandes privilegios que le otorgaron, y demuestra que por causa
de los grandes privilegios que eran suyos y no por andar de una
manera digna de los favores que Jehová había
derramado sobre ellos, su castigo sería mayor que el de
los paganos que no habían tenido las misma ventajas que
estos habían tenido (3:2). El tema de Amós puede
declararse de la manera siguiente: La exposición de los
pecados de un pueblo privilegiado, cuyas prerrogativas le
trajeron grandes responsabilidades y sus fracasos le trajo
juicios de acuerdo con la luz que había
recibido.

Aunque Jeroboam II era un rey que se consideraba malo,
reinó por un tiempo largo. Territorios que en el siglo IX
se habían perdido por Siria, fueron reconquistados otra
vez (2 R. 14,25). Mientras Jeroboam gobernaba llegó a ser
líder de todos los reyes de la costa oriental del Mar
Mediterráneo. Tan grande era su conquista que llegó
a tener aproximadamente los mismos límites que
había tenido Israel en los días del imperio de
David y Salomón.

Capítulo II

El libro de
Abdías (Odio entre hermanos); El libro de Jonás
(Salvación de las naciones); El libro de Miqueas (El
defensor de los pobres)

El libro de Abdías (Odio entre
hermanos)

No existe prueba en las escrituras de cuándo
profetizó Abdías. Sin embargo, su profecía
fue muy similar a la de Jeremías en cuanto a Edom
(Jeremías 49:7 22). Es posible e igualmente probable, que
profetizara durante el período de Jeremías. Pudo
haber sido justo antes o después de la caída de
Jerusalén. Los edomitas, a quienes estuvo dirigida la
profecía de Abdías, eran descendientes de
Esaú. Ellos habitaban el territorio rocoso y
montañoso al sur del Mar Muerto. Sela (Petra), su capital,
estaba situada muy dentro de los desfiladeros de las
montañas y escarbada en un risco (peña)
perpendicular. Ellos consideraban esto como una plaza fuerte e
inexpugnable, en la que se podían refugiar después
de sus incursiones y correrías. Era un pueblo orgulloso,
amargo y resentido. Su odio hacia los israelitas se derivó
del tiempo de los problemas entre Esaú y Jacob.

En este sentido, se podría tomar en cuenta el
libro de (Génesis 25:22). Ocurre una declaración
sencilla y sin embargo sugestiva: "Y los hijos luchaban dentro de
ella". Desde esa alusión al conocimiento de que Rebeca
continuó la historia del antagonismo entre ellos, se
originó en el círculo de la familia y
continuó cuando los descendientes de cada uno se
habían convertido en nación. Los Idumeos eran un
pueblo orgulloso, que con amargura y resentimiento, siempre
buscaban perjudicar a los descendientes de Jacob. Israel y Edom
estaban perpetuamente en guerra. Cuando Nabucodonosor tomó
a Jerusalén, Edom se regocijó por la caída
de Israel y cruelmente participó en el saqueo y destrozo
(Salmo 137:7).

En tiempos pasados Dios había ordenado a su
pueblo que tratase bien a Edom (Dt. 23:7); pero ahora su conducta
atroz había hecho rebozar su copa de iniquidad y se le
sentenció a condena y aniquilación. Después
de la restauración de Israel, Ciro, rey de Persia, los
venció, dando muerte a millares de ellos. Recibieron otra
derrota terrible por los judíos bajo los Macabeos en el
109 AC. Este antagonismo llegó al extremo en la
época de Cristo, el cual era judío descendiente de
Jacob; Herodes era idumeo, descendiente de Esaú; Cristo
nunca le habló a Herodes (Mateo 14:6-9); (Lucas 23:9).
Después del sitio de Jerusalén, 70 DC, los idumeos
se pierden de vista. Los versículos 10 y 14 explican que
se escribió el libro después de la
destrucción de Jerusalén. El contenido del libro se
define de la siguiente manera: El pecado de Edom (Orgullo); Su
mayor pecado (Violencia en contra de Judá en el día
de su calamidad); su castigo (Destrucción
nacional).

El libro de Jonás
(Salvación de las naciones)

Jonás era un galileo del pueblo de Gat-hefer,
cerca de Nazaret. Se cree que profetizó poco antes y
durante la primera parte del reinado de Jeroboam II en Israel,
puesto que parte de su profecía se cumplió en ese
tiempo. Véase 2 Reyes 14:23-25. Jesús
confirmó el hecho del carácter histórico de
Jonás y su historia de haber sido tragado por un gran pez
(Mateo 12:40, 41). Existen muchos monstruos marinos
suficientemente grandes para tragarse a un hombre, pero no
tenemos necesidad de racionalizar en relación a la
historia de Jonás, pues fue puramente un milagro de Dios.
El milagro de la experiencia de Jonás se convirtió
en señal para los ninivitas (Lucas 11:30). El fondo
histórico de la profecía de Jonás
está registrado en 2 Reyes 14. Tenía un mensaje
para Israel, pero la profecía y la historia inscritas en
el libro de Jonás se refieren solamente a
Nínive.

Por lo tanto, El libro de Jonás es peculiar entre
los profetas en el sentido que no contiene un mensaje
específico a Israel, Debido a que el mensaje del profeta
se dirige a los ninivitas. Aun cuando no se declara directamente,
hay una gran lección en este libro para la nación
judía; es decir, que Dios es Dios no solo de los
judíos, sino también de los gentiles, y que es el
deber de su pueblo escogido llevar la luz de la revelación
divina; de manera que el libro de Jonás es una
reprensión por el exclusivismo de los judíos, que
se mantenían a cierta distancia de los gentiles y se
consideraban superiores a ellos. Por su descripción de un
profeta que predica a los gentiles, se le ha llamado al libro de
Jonás "El libro visionario del Antiguo Testamento", el
tema del libro puede resumirse de la siguiente manera: Dios
muestra su amor a los gentiles al enviarle un profeta para que
los llame al arrepentimiento. El bosquejo se resume así:
La primera desobediencia de Jonás, su desobediencia y su
resultado (Cap.1y2). La Segunda comisión de Jonás
su obediencia y su resultado (Cap.3). La queja de Jonás y
la respuesta de Dios (Cap.4).

El libro de Miqueas (El defensor de
los pobres)

Miqueas fue contemporáneo con Isaías pero
empezó su ministerio poco después de éste.
Miqueas profetizó en los días de Jotam, Acaz y
Ezequías, reyes de Judá, y en los días de
Pekaía, Peka y Oseas, reyes de Israel. El fondo
histórico de su profecía está escrito en 2
Crónicas, capítulos 26 hasta 33, y 2 Reyes,
capítulos 15,16 y 17. Era oriundo de Judá, y
profetizó tanto a Judá como a Israel. Sin embargo,
sus profecías se referían principalmente a Israel.
Hubo una marcada semejanza entre sus profecías y las de
Isaías. Compare Miqueas 4:1-5 con Isaías 2:1-4.
Dios, quien habló a través de sus profetas por su
Espíritu, a veces daba el mensaje a más de un
profeta. El respeto de Ezequías para las profecías
de Miqueas se convirtió luego en un medio indirecto para
salvar la vida de Jeremías (Jeremías
26:14-19).

Según algunos, la profecía de Miqueas
puede dividirse en dos secciones principales: Denunciatoria (Cap.
1, 2,3) y consolatoria (Cap.4-7). En la primera división
el profeta presenta un cuadro de una nación pecaminosa
condenada al cautiverio; en la segunda, de un pueblo redimido
disfrutando de las bendiciones milenarias. En la primera
división muestra a Israel como mal dirigido y destruido
por los gobernantes falsos; en la segunda, presenta un pueblo
restaurado por el Mesías, el verdadero gobernante. El tema
puede resumirse de la manera siguiente: Israel destruido por los
líderes falsos y salvado por el verdadero, el Cristo. El
bosquejo se presenta de la siguiente manera: Acusación
(Cap. 1-3) y Consuelo (Cap. 4-7).

Capítulo III

El Libro de
Nahúm (Maldición sobre la crueldad); Libro de
Habacuc (El combate en la duda); El libro de Sofonías
(Dios y lo humano)

El Libro de Nahúm
(Maldición sobre la crueldad)

Se cree que Nahúm profetizó en los
días de Ezequías, rey de Judá, probablemente
un poco después del cautiverio de Israel por Asiria.
Profetizó ciertamente entre el tiempo de la ida de
Jonás a Nínive y la caída de Nínive
bajo Nabucodonosor. Todo lo que sabemos de sus primeros
días es que era nativo de Elcos, un pueblo que se cree
estaba en la provincia de Galilea. El fondo histórico de
sus profecías se encuentra probablemente en 2 Reyes,
capítulos 18 al 20 y 2 Crónicas, capítulos
29 al 32.

El tema de toda su profecía fue la
destrucción de Nínive. Su profecía fue una
continuación de la de Jonás. Debido a que
Nínive había regresado a su antigua perversidad y
crueldad, el castigo que Dios retuvo durante la
predicación de Jonás pronto sería ejecutado.
El propósito de la profecía de Nahúm no era
advertir a Nínive, sino garantizar a los judíos que
Dios los protegería de la amenaza de un ataque asirio.
Asiria había puesto en cautiverio a Israel, y Judá
estaba preocupada de su actitud guerrera hacia Jerusalén.
Sin embargo, Dios les aseguró, a través de
Nahúm, que Asiria con su capital, Nínive, pronto
sería destruida.

El libro de Nahúm establece el mensaje del
profeta Jonás como un elemento comunicativo con el pueblo
de Nínive para desarrollar el ministerio del profeta y
conducirlos al arrepentimiento y salvación del castigo
inminente. Es evidente que ellos abandonaron su arrepentimiento
hecho, y se entregaron otra vez a la idolatría, crueldad y
opresión de manera tal, que ciento veinte años
más tarde, Nahúm pronunció juicio contra
ellos en una forma completa de destrucción. El objetivo
del profeta era el de inspirar a sus compatriotas los
judíos, con la seguridad de que, por alarmante que
pareciera su posición, expuesto a los ataques de los
poderosos asirios, que ya se habían llevado a las diez
tribus, no solo fracasarían los asirios en su ataque a
Jerusalén (Isaías 36,37), sino que también
Nínive su capital, sería tomada y su imperio
derribado, y no por el ejército arbitrario del poder de
Dios sino por las iniquidades de su ciudad y su pueblo. El
Bosquejo es: Jehová es juez justo (Cap. 1). El Juicio
recto de Jehová (Cap. 2-3).

Libro de Habacuc (El combate en la
duda)

La escritura no dice nada en relación a Habacuc,
excepto que fue un profeta. Sin embargo, podemos conocer mucho de
su fe y carácter personal, así como de los
problemas de su tiempo, por sus escritos. Por los problemas a los
que se enfrentó, juzgamos que probablemente era
contemporáneo con Jeremías, y parece que
profetizó poco antes de la caída de
Jerusalén por Nabucodonosor, probablemente durante los
reinados de Joaquín y Sedequías. Se refirió
al alzamiento de Dios de los caldeos para castigar a su pueblo
por sus pecados. Así que, 2 Reyes 23, 24 y 25, y 2
Crónicas 36 pueden ser el fondo histórico de su
profecía.

El profeta está rodeado por todas partes de la
iniquidad triunfante que no recibe castigo. Al parecer al
principio Dios no escucha su clamor por el juicio cuando al fin
su oración es contestada y se pronuncia el juicio, quedan
aún más perplejos, porque los agentes de los
juicios de Dios, Los caldeos, son más impíos y
más dignos de castigos que las víctimas. Habacuc
está lleno de dudas y de preguntas. Pero afortunadamente
lleva sus perplejidades al Señor, que pronto los disipa, y
que se presenta una solución a sus problemas resumida en
una declaración que es el corazón del libro: "El
justo por su fe vivirá". Es decir, no importa cuán
oscuro se vea el porvenir y cuan triunfante parezca el mal, el
hombre justo no debe juzgar por las apariencias, sino más
bien por la palabra de Dios; aunque los impíos vivan y
prosperen en sus impiedades y los justos sufran, estos
últimos deben vivir una vida de fidelidad y confianza. El
profeta aprendió bien esta lección, pues aunque su
profecía empieza con misterio, preguntas y dudas, termina
con certidumbre, afirmación y fe. Resumiendo el tema queda
de la siguiente manera: El conflicto de la fe (Cap. 1y2) y el
triunfo final de la fe (Capítulo 3).

El libro de Sofonías (Dios y lo
humano)

Sofonías puede haber sido un descendiente de
Ezequías (versículo 1). Fue contemporáneo de
Jeremías. Profetizó en los días de
Josías, rey de Judá, y poco antes de Habacuc. Sus
profecías se relacionaron principalmente con el castigo de
Dios a varias naciones que habían maltratado al pueblo de
Israel, y particularmente con su castigo a Judá por sus
pecados, y la caída de Jerusalén. Retrató
esos hechos en los términos más fríos. El
fondo histórico de su profecía se encuentra en 2
Reyes 22 y 23, y 2 Crónicas 34 y 35.

La frecuente repetición de la frase "El
día del Señor" sugiere de inmediato que
Sofonías tiene un mensaje de juicio. Pero al igual que
todos los demás profetas también tienen un mensaje
de restauración. Se ha dicho que esta profecía de
Sofonías es peculiarmente árida. No hay vida, ni
flor, ni fruto; ninguna de las hermosuras de la naturaleza. No
hay otra cosa que un mundo barrido por un torbellino. Una ciudad
que no obedeció su voz, no recibió
corrección, no confió en el Señor, no se
acercó a Dios. Los hombres y la ciudad materializada,
interesada en sí mismos, y muchos lujos; los gobernantes,
príncipes, jueces y sacerdotes, igualmente corrompidos. La
condición puede expresarse en una palabra: Caos.
¿Cuál es entonces la historia del día del
señor? Una de caos consumado, desorden y
desorganización hasta el punto que la ciudad aparece ante
los ojos del profeta asombrado, como un panorama barrido por un
ciclón. El último cuadro es el de Jehová
entronizado, el cuadro de un nuevo orden; cánticos en vez
de tristezas, servicios en vez de egoísmo, solidaridad en
lugar de esparcimiento, el contraste de este demuestra la unidad
del autor. Se resume el tema de la siguiente manera: La noche del
juicio sobre Israel y las naciones, seguido por la mañana
por la restauración del primero y la conversión de
los últimos. Bosquejo: Una advertencia del juicio (Cap.
1), Un llamamiento al arrepentimiento (Cap. 2 – 3:7) y una
promesa de restauración (Cap. 3-8:20).

Capítulo IV

El libro de Hageo (Un
hombre de
acción inspirada); El libro de Zacarías
(El triunfo de la santidad); El libro de Malaquías (El
Profeta de la construcción del templo)

El libro de Hageo (Un hombre de
acción inspirada)

Hageo, Zacarías y Malaquías son llamados
profetas post-exilios porque profetizaron después que un
remanente de los judíos regresó a Jerusalén
del cautiverio babilonio. La historia de la profecía de
Hageo se encuentra en Esdras 5 y 6. Se le comisionó que
animara a los judíos a construir un templo. Zorobabel, el
gobernador de Judá, y Josué, sumo sacerdote, junto
con el pueblo habían echado los cimientos del templo en el
segundo año después de su regreso a
Jerusalén desde Babilonia (Esdras 3:8-13), aproximadamente
536 A.C. Pero poco después de echar los cimientos, los
samaritanos tuvieron éxito al influenciar a Artajerjes
(sucesor de Ciro) para ordenarles que abandonaran la
construcción (Esdras 4:1-24). Y durante dieciséis
años hasta el reino de Darío en Persia, el templo
había permanecido sin terminar.

Bajo el favorable decreto de Ciro, el remanente
judío volvió a su tierra bajo la dirección
de Zorobabel, su gobernador y Josué, su sumo sacerdote.
Después de establecerse en la tierra el pueblo
levantó un altar de holocaustos en el sitio del templo.
Dos años más tarde, en medio de gran regocijo, se
echaron los cimientos del templo. Pronto su regocijo se
volvió tristeza porque, a causa de los hostiles esfuerzos
de los samaritanos, se ordenó mediante un decreto imperial
que se suspendiera la obra. Por espacio de dieciséis
años el templo permaneció sin terminarse, hasta el
reinado de Darío, cuando ese rey publicó una orden
permitiendo u terminación. Pero entretanto el pueblo se
había vuelto indiferente y egoísta y en vez de
construir el templo estaban ocupados embelleciendo sus propias
casas. Como resultado de esta negligencia fueron castigados con
sequías y esterilidad. La pregunta de ellos respecto a
esas calamidades, le dio Hageo la ocasión para su mensaje,
en el cual declaró que la indiferencia y el egoísmo
del pueblo con respecto a las necesidades del templo era la causa
de sus infortunios. Resumiendo el tema se tiene: El resultado del
descuido en la terminación del templo-desagrado, divino y
castigo; el resultado de la terminación del
templo-bendición divina y promesas de gloria futura. El
bosquejo se define de la siguiente manera: El primer mensaje: el
descuido en la terminación del segundo templo. El segundo
mensaje: La gloria del segundo templo. Tercer mensaje: Los
sacrificios sin obediencia no santificarán y el cuarto
mensaje: La seguridad y la perpetuidad de la casa de
Israel.

El libro de Zacarías (El
triunfo de la santidad)

La misión de Zacarías, así como la
historia de su profecía, fue similar a la de Hageo (Esdras
5 y 6). Sin embargo, las profecías de Zacarías se
referían más a la llegada del Mesías para la
construcción de un templo espiritual, que a la
construcción del templo de Zorobabel, que era solamente un
tipo del templo espiritual. El Apóstol Pedro nos dio una
panorama espléndida de la inspiración y el
ministerio de los profetas del Antiguo Testamento: "Los profetas
que profetizaron de la gracia destinada a vosotros, inquirieron y
diligentemente indagaron acerca de esta salvación,
escudriñando qué persona y qué tiempo
indicaba el Espíritu de Cristo que estaba en ellos, el
cual anunciaba de antemano los sufrimientos de Cristo, y las
glorias que vendrían tras ellos. A éstos se les
reveló que no para sí mismos, sino para nosotros,
administraban las cosas que ahora os son anunciadas por los que
os han predicado el evangelio por el Espíritu Santo
enviado del cielo; cosas en las cuales anhelan mirar los
ángeles" (1 Pedro 1:10-12). Qué maravilloso
privilegio es para nosotros ser una parte del cumplimiento de la,
profecía del Antiguo Testamento.

El pueblo tenía buenos motivos para estar
desalentado, en una época había sido una
nación libre teniendo rey y constitución, pero
ahora había regresado a su país bajo un gobierno
extranjero, sin rey y despojado de poder. Su condición
actual presentaba un cuadro gris, pero Zacarías hizo que
esto sirviera como fondo oscuro de una escena gloriosa, mientras
él, mediante una serie de visiones y profecías,
describe una Jerusalén restaurada, protegida y habitada
por el Mesías, y que es la capital de una nación
elevada sobre todas las demás, además de la promesa
de la gloria futura, el profeta dio ofrecimiento de éxitos
y empresas actuales, porque aseguraba al remanente que su templo
sería reconstruido a pesar de la oposición. Pero
Zacarías no podía ofrecer un aliento permanente a
no ser la promesa de la venida del Cristo. La experiencia actual
de Israel no es más que una figura de su experiencia
futura. De la misma manera que le fue mediante el castigo del
cautiverio babilónico donde la nación fue
purificada de la idolatría, así será
mediante el fuego de la gran tribulación, que Israel
será purificada de su gran pecado: El rechazo de su
Mesías y el rey. Se resume el tema de la siguiente manera:
Un estímulo a la nación para servir fielmente a
Dios a través de la aflicción actual, con la mira
de las glorias futuras con la venida del Mesías. El
bosquejo es de la siguiente manera: Simbólica: Visiones de
esperanza; Práctica: Exhortación a la obediencia y
a la piedad; Profética: promesas de gloria mediante la
tribulación.

El libro de Malaquías (El
Profeta de la construcción del templo)

Nehemías es el Último libro de la historia
del Antiguo Testamento, y Malaquías es el último
libro de la profecía del Antiguo Testamento.
Nehemías es, evidentemente, el fondo histórico de
la profecía de Malaquías. El pueblo de Israel, a
pesar de su arrepentimiento en los días de su cautiverio,
continuó reincidiendo en la desobediencia a la palabra de
Dios. Los libros de Esdras y Nehemías revelan sus
períodos de reincidencia. Hageo, Zacarías y
Malaquías reprobaron sus muchos pecados. Malaquías
los retrató como exteriormente religiosos e interiormente
indiferentes e insinceros. Su religión se había
convertido en una formalidad vacía, realizada por un
sacerdocio corrupto. Malaquías profetizó
aproximadamente entre cincuenta y cinco y sesenta años
después de Zacarías, y el pueblo se había
descarriado y alejado del avivamiento que les hubo traído
el ministerio de Hageo y Zacarías. Ellos ahora se
habían endurecido y enfriado en cuanto a la ley de Dios.
Malaquías, así como todos los profetas,
había reprochado sus pecados y prometido la venida de
Cristo como el único remedio para su
reincidencia.

En este sentido, se evidencia que bajo el ministerio de
Hageo y Zacarías el pueblo estaba en posición de
reconocer sus faltas y enmendarlas, pero ahora se habían
endurecido tanto que antes las acusaciones de Jehová
ofrecen insolentes negativas, muchos profesan un escepticismo en
cuanto a la existencia de un Dios de juicio y otros preguntan si
valdrá la pena de seguir al Señor. Como un rayo de
luz que brilla sobre esa oscura escena está la promesa del
advenimiento del Mesías, quien vendrá a rescatar al
remanente fiel para juzgar a la nación. El libro termina
con una profecía de la venida de Elías el precursor
del Mesías y luego cae la cortina sobre la
revelación del Antiguo Testamento, para no levantarse
hasta cuatrocientos años más tarde, cuando el
ángel de Jehová anunció la venida del que
iría delante del que había de venir, con el
Espíritu y poder de Elías (Lucas 1-17). Se resume
el tema de la siguiente manera: La última profecía
del Antiguo Testamento, una revelación de un pueblo
rebelde e insincero; de un remanente fiel; y de un Mesías
venidero que juzgará y purificará a la
nación. El bosquejo queda de la siguiente manera:
Advertencia y reprensión: Mensaje a los rebeldes;
predicaciones y promesas: mensaje a los fieles.

Apéndice:
Cronología de los profetas, Gráfico de Daniel a
Malaquías y Gráfico de Malaquías a
Cristo

Clasificación Cronológica:
Profetas Menores

  • 12 Profetas se relacionaban con la
    destrucción de la nación hebrea; 3, con su
    restauración.

  • La destrucción de la
    nación se efectuó en dos etapas.

  • El reino del norte cayó en
    734-721 A.C. Antes y durante este periodo fueron: Joel,
    Jonás, Amós. Oseas, Isaías y
    Miqueas.

  • El reino del sur cayó en 606-586
    A.C. De este periodo
    fueron: Jeremías, Ezequiel,
    Daniel, Abdías, Nahúm, Habacuc y-
    Sofonías. 

  • La restauración de la
    nación fue en 536-444 A.C. Se relacionan con este
    periodo:
    Hageo, Zacarías y Malaquías.

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El Mensaje de Cada Profeta, en una sola
frase:

Partes: 1, 2

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