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Socrates y sofistas




Enviado por Elizabeth



  1. La
    diferencia entre Sócrates y los
    sofistas
  2. Método
    socrático
  3. Protágoras de Abdera
  4. Platón

El estudio de la educación no puede
realizarse sin el conocimiento de las ideas que se han
desarrollados a lo largo de la historia, son innumerables la
cantidad de autores que se han ocupado de la Filosofía y
Educación.

En cuanto a la selección de textos,
hemos tenido en cuenta su importancia y histórica y su
interés para la educación, la pedagogía y
también un carácter histórico
didáctico.

Se ha puesto especial interés y
cuidado en los textos elegidos apuntando a una unidad y un
sentido que respondieran a las ideas de esta materia.

La diferencia
entre
Sócrates y los sofistas

La palabra sophistes significaba
maestro en sabiduría. Como tales se presentaban estos
señores que andaban de lugar en lugar, participaban en la
política y cobraban por sus lecciones. Sabían o
simulaban saber de todo: astronomía, geometría,
aritmética, fonética, música, pintura. Pero
su ciencia no buscaba la verdad sino la apariencia de saber
porque ésta reviste de autoridad.

No eran, pues, propiamente filósofos
pero tenían en común una actitud que sí
puede llamarse filosófica: el escepticismo y relativismo.
No creían que el ser humano fuese capaz de conocer una
verdad válida para todos. Cada quien tiene "su"
verdad.

Para Sócrates su vida fue filosofar
y enseñar. Pero no le interesaron las preguntas sobre la
physis que habían interesado primordialmente a
Anaxágoras y a los filósofos anteriores porque su
preocupación era la conducta degradada de sus
conciudadanos; en consecuencia, enfocó su curiosidad
intelectual en el ser humano y en su capacidad de conocer la
verdad.

Contemporáneo de los sofistas,
muchos creyeron que era un sofista más, pero era
exactamente lo contrario. Como ya sabemos nunca intervino en la
política. No pronunciaba discursos, ni escribió
nada. Según él, nunca fue maestro de nadie.
Simplemente se dedicaba a conversar con quien quería
conversar con él; creía que la sabiduría se
adquiere en el intercambio vivo de la conversación,
haciéndose preguntas y buscando juntos respuestas.
Así y sólo así enseñó a
pensar, a buscar la verdad y a saber que es posible alcanzarla. A
diferencia de los sofistas, no cobraba por sus
enseñanzas.

  • Las diferencias entre la artete de
    Sócrates y el de los sofistas

Los Sofistas enseñaban la
areté requerida para estar a la altura de las
nuevas circunstancias sociales y políticas (recordemos que
la palabra areté, traducida generalmente por
virtud.

La primera exigencia de esa
areté era el dominio de las palabras para ser
capaz de persuadir a otros. "Poder convertir en sólidos y
fuertes los argumentos más débiles", dice
Protágoras. Gorgias dice que con las palabras se puede
envenenar y embelesar. Se trata, pues, de adquirir el dominio de
razonamientos engañosos. El arte de la persuasión
no está al servicio de la verdad sino de los intereses del
que habla. Llamaban a ese arte "conducción de almas".
Platón dirá más tarde que era "captura" de
almas.

Como los sofistas, hablaba y
enseñaba sobre la areté, pero mientras los
sofistas decían que no podemos conocer nada
Sócrates enseñaba que la areté era
conocimiento. Si el zapatero quería ser buen zapatero
(tener la areté del zapatero) debía
conocer primero qué es un zapato, para qué se usa,
cuál es su fin, el propósito que tiene el hombre
cuando lo usa; conocido esto, hay que pensar qué forma
debe tener el zapato y de qué materiales debe estar hecho;
conocido esto, hay que pensar cuál es el mejor
método de fabricarlo, qué habilidades hay que
desarrollar para hacerlo bien. Cuando se tienen todos estos
conocimientos y se han conseguido las habilidades requeridas, se
tiene la areté del zapatero. Hoy decimos que tal
persona "entiende de zapatería" o "entiende de
electricidad" y lo que está en nuestras mentes es lo que
estaba en la de Sócrates cuando enseñaba que la
areté era conocimiento.

Con el ejemplo de los oficios útiles
y cotidianos (en el diálogo Gorgias de Platón se
dice que Sócrates "siempre está hablando de
zapateros, bataneros, cocineros y médicos")
enseñaba que la areté de cualquier
actividad o posición comienza por conocer su fin, su
propósito.

Ahora bien, si se trata de la
areté de todo hombre -de la que pretendían
ser maestros los sofistas- Sócrates insistía que
había que comenzar por el conocimiento del fin o
propósito del hombre -no como general o político o
panadero- sino simplemente como hombre, e invitaba a los que
conversaban con él a pensar juntos cuál es el
objeto del ser humano.

Sócrates no contestó
él mismo a esa pregunta, pero su gran mérito
estriba en haber hecho que los hombres se la hicieran y en
motivarlos a tratar de responderla en la creencia de que era
posible darle respuesta. Platón no sólo
escribió las enseñanzas de su maestro sino las hizo
avanzar por cuenta propia.

Tan convencido estaba Sócrates de
que la areté era conocimiento que le
parecía evidente que si los hombres llegaban a entender
qué era el bien o lo justo escogerían el bien y lo
justo. Nadie escogería conscientemente el mal. Los que
escogen el mal lo hacen por ignorancia. Si un panadero hace mal
pan es porque no sabe hacer pan y no porque quiere hacer mal
pan.

Método
socrático

Sócrates no predicaba la virtud
directamente, sino más bien, invitaba a reflexionar sobre
ella. No ofrecía las recetas acabadas sino convidaba a la
búsqueda. Por eso, son de suma importancia los dos
métodos, o para ser más correcto, los dos momentos
del mismo método, que Sócrates empleaba en la
mencionada búsqueda de la verdad y de la virtud, las
mismas las llamaba: ironía y
mayéutica,
respectivamente.

Ironía

Sócrates pertenece a una especie de
hombres que no tienen amor propio en las discusiones, y que
aceptan encantados la refutación si así se descubre
la verdad. Confiesa que su única cualidad es la
ironía, consistente en interrogar a los sabios y procurar
sacar la verdad que hay en el fondo de sus
respuestas[1]En Sócrates la Ironía
se mezcla con la cortesía cuando éste extrema su
modestia hasta decir de que él es lento y gárrulo,
y que no llega a poner en claro las cosas. El alcance de la
Ironía o modestia socrática se hace patente una vez
que en el descubrimiento de la verdad nos encontramos ante la
siguiente alternativa: o llegamos a alcanzarla o, por el
contrario, nos debemos convencer de que no sabemos lo que
ignoramos, y esto no sería, en verdad, un premio
despreciable de nuestro trabajo.

Tal es el fundamento del famoso
sólo sé que no sé nada
, la
afirmación socrática más concluyente e
indubitable, resultado de una fundamental desconfianza. Y es que
si Sócrates discute siempre para descubrir si
efectivamente sabe o no, es porque no quiere hacerse ilusiones de
que sabe algo cuando nada sabe. Por todo ello, con una modestia
que es la más firme base de todo método de
conquista de la verdad, grita Sócrates: Atenienses que
me escucháis; no sé nada, y ante vosotros me
presento desnudo y sin los adornos de una mentirosa
certeza.

Además, la ironía o modestia
socrática es grande en cuanto que por ella se traza
límites. Así no incurre en la insensatez de
discutir de omni re scíbili, como por principio
hacían los sofistas. Y es que el vino de los saberes
recién descubiertos no se le subió a
Sócrates a la cabeza. Conservó un afán tan
grande de saber que la apariencia de sabiduría en los
maestros-sábelo-todo le parecía mera elocuencia. En
este sentido, la ironía socrática representa
también un afán de sinceridad que le aleja de todo
culto a las meras apariencias.

Mayéutica

Del griego maieutiké (arte de las
comadronas, arte de ayudar a procrear). La mayéutica es el
método filosófico de investigación y
enseñanza propuesto por Sócrates. Consiste
esencialmente en emplear el diálogo para llegar al
conocimiento. Aunque Sócrates nunca sistematizó la
mayéutica, seguramente es correcto destacar las siguientes
fases en este método:

  • en un primer momento se plantea una
    cuestión que, en el caso del uso que Sócrates
    hizo de este método, podía expresarse con
    preguntas del siguiente tipo ¿qué es la
    virtud?, ¿qué es la ciencia?, ¿en
    qué consiste la belleza?;

  • en un segundo momento el interlocutor
    da una respuesta, respuesta inmediatamente discutida o
    rebatida por el maestro;

  • a continuación se sigue una
    discusión sobre el tema que sume al interlocutor en
    confusión; este momento de confusión e
    incomodidad por no ver claro algo que antes del
    diálogo se creía saber perfectamente es
    condición necesaria para el aprendizaje, y
    Sócrates lo identifica con los dolores que siente la
    parturienta antes de dar a luz;

  • tras este momento de confusión,
    la intención del método mayéutico es
    elevarse progresivamente a definiciones cada vez más
    generales y precisas de la cuestión que se investiga
    (la belleza, la ciencia, la virtud);

  • la discusión concluiría
    cuando el alumno, gracias a la ayuda del maestro, consigue
    alcanzar el conocimiento preciso, universal y estricto de la
    realidad que se investiga (aunque en muchos diálogos
    de Platón no se alcanza este ideal y la
    discusión queda abierta e inconclusa).

La idea básica del método
socrático de enseñanza consiste en que el maestro
no inculca al alumno el conocimiento, pues rechaza que su mente
sea un receptáculo o cajón vacío en el que
se puedan introducir las distintas verdades; para Sócrates
es el discípulo quien extrae de sí mismo el
conocimiento. Este método es muy distinto al de los
sofistas: los sofistas daban discursos y a partir de ellos
esperaban que los discípulos aprendiesen; Sócrates,
mediante el diálogo y un trato más individualizado
con el discípulo, le ayudaba a alcanzar por sí
mismo el saber.

El arte de la mayéutica implica la
teoría platónica de la reminiscencia pues al
considerar al discípulo competente para encontrar dentro
de sí la verdad debe suponer que el alma de aquél
la ha debido conocer en algún momento antes de hacerse
ignorante.

2. 1 Sócrates define su
actividad

"¿Sabéis que me dedico al
mismo arte que mi madre? No se lo digáis a nadie, porque
nadie sabe que yo tengo estas mismas habilidades de, estando
estéril yo mismo, servir de PARTERA a quien está
embarazado… Yo soy nada más que un luchador por la
sabiduría, y ya me suele la gente echar en cara que no
hago sino preguntar, sin descubrir nada sabio, porque me dicen
que no sé nada. Los que conmigo hablan, al pronto parece
que no saben nada: pero en la conversación dan a luz cosas
sorprendentes, gracias a un arte mayéutica en la que yo y
algún dios tenemos
parte"[2]

2. 2 La Apología de
Sócrates

La "Apología de
Sócrates"
esta escrita por uno de sus
discípulos, llamado Platón, la obra esta situada en
el año 400 a.C. La obra narra los tres discursos de la
defensa de Sócrates en tres sesiones diferentes para
defenderse ante el tribunal y sus acusadores. La acusación
que havia sobre Sócrates era falsa y la principal
acusación hacia él, es que cuestionaba a los dioses
del estado y corrompía a la juventud.

La obra parece tener tres partes,
están diferenciadas ya que son sus tres discursos y
están relacionados por que son parte del juicio que se
hace en contra de Sócrates.

1ª Parte

En la primera parte de la obra,
Sócrates realiza un discurso en defensa contra los que le
acusaban. Se defiende de: Meleto, Licón y Ánito.
Estos inculparon a Sócrates de:

– Cometer delito al investigar los
fenómenos celestiales y subterráneos, ya que
según ellos convierte el argumento más débil
en el más fuerte.

– Otra acusación es que es un
sofista, o sea, que cobra dinero a cambio de en
señar.

– Una acusación más es que
por la facilidad de palabra que tenia decían que se
dedicaba a engañar a la gente.

– El ultimo delito por el cuál es
acusado pero no el menos importante, es por pervertir a los
jóvenes y por creer en unas divinidades nuevas y no en las
que creía la ciudad.

Sócrates hace un discurso de su
inocencia, insistiendo en que él claramente dice la
verdad. Según él, su mala fama se debía a la
sabiduría que poseía, esta mala fama se
originó porque él se ponía a examinar a
gente que se creía sabia, sin realmente ser personas con
una gran sabiduría, y además les hacia conocer su
imagen de ignorancia. Sócrates explicaba a los jueces que
no poseía ninguna sabiduría, pero, en cambio, se
consideraba más sabio que aquellos que presumían de
tener una gran sabiduría.

Sócrates en el mismo discurso niega
que se dedicase a enseñar y cobrase dinero por ello, lo
que realmente era Sócrates era un antisofista
(enseñaba, pero con un fin educativo, sin pedir
dinero).

Sócrates también niega que
tenga un lenguaje tan bueno como para conseguir engañar a
las persona que él ensañaba, sino que era todo lo
contrario, afirmaba que tenia problemas para expresarse
lingüísticamente.

Asegura que cree en los dioses y que la
acusación de ser una persona atea es falsa, porque
según lo que afirma Meleto es que cree en otras
divinidades distintas a los dioses en que cree la
ciudad.

Sócrates también niega que
este corrompiendo a los jóvenes, porque sino que explique
Meleto porque los jóvenes y los que no son tan
jóvenes disfrutaban observando cómo interrogaba a
los que se creen sabios sin serlo.

Sócrates manifiesta que no teme a la
muerte cuando se trata de la justicia, sino todo lo contrario. Si
temiera a la muerte, entonces no creería en los dioses.
Dice que no teme a la muerte porque él no ha sido como
muchos otros acusados que llevaban a toda la familia al juicio
para que le ayudasen a que los jueces le absolviesen de las
criticas falsas. Sócrates acaba su defensa dejando la
justicia en manos de los atenienses, es decir, los jueces y
dejando claro que no es una persona atea

2ª Parte

Sócrates es condenado después
de que todo el jurado haya votado, y comienza un nuevo discurso
que empieza diciendo lo siguiente que si no le hubiesen
acompañado Licón y Ànito, Meleto no hubiese
osado acusarle ya que no habría conseguido una quinta
parte de los votos y tendría que pagar una multa de mil
dracmas.

Sócrates aseguro que por falta de
tiempo no fue capaz de convencerles y deshacer las acusaciones
que se habían producido sobre él, considera que
deberían ponerle como condena una multa que estuviese
dentro de sus posibilidades, pero los jueces decidieron
condenarlo a la pena de muerte que fue la condena propuesta por
Meleto.

3ª Parte

Aquí Sócrates lo que hace es
despedirse de los jueces que le habían condenado y de los
jueces que creían que era inocente. Sócrates les
dice que si esperaban un poco más este hecho se
daría natural dado la avanzada edad que tenia.
Sócrates dice que cuando sé esta apunto de morir se
hacen buenas predicciones y les predice que después de
castigarle a él recibirán un fuerte castigo mucho
más duro que el suyo de parte del dios Zeus.

Sócrates mientras hablaba con los
jueces que votaron a su favor, les explicaba que no tenían
por qué temer a la muerte, sino que si eran hombres de
bien nunca les pasaría nada malo en esta vida ni
después de la muerte, ya que los dioses nunca se olvidan
de sus problemas.

Sócrates, antes de morir, realiza
una súplica a los jueces: que cuando sus hijos sean
mayores les convenzan y les fustiguen como él hizo con
ellos también…

2. 3 Sócrates en sus
últimos momentos de vida.

A mí me llama ya ahora el
destino, diría un héroe de tragedia, y casi es la
hora de encaminarme al baño, pues me parece mejor beber el
veneno una vez lavado y no causar a las mujeres la molestia de
lavar un cadáver
[3]

Al acabar de decir esto, le preguntó
Critón:

-Está bien, Sócrates. Pero
¿qué nos encargas hacer a éstos o a
mí, bien con respecto a tus hijos o con respecto a
cualquier otra cosa, que pudiera ser más de tu agrado si
lo hiciéramos?

Lo que siempre estoy diciendo,
Critón -respondió-, nada nuevo. Si os
cuidáis de vosotros mismos, cualquier cosa que
hagáis no sólo será de mi agrado, sino
también del agrado de los míos y del propio
vuestro, aunque ahora no lo reconozcáis. En cambio, si os
descuidáis de vosotros mismos y no queréis vivir
siguiendo, por decirlo así, las huellas de lo que ahora y
en el pasado se ha dicho, por más que ahora hagáis
muchas vehementes promesas, no conseguiréis
nada.

-Descuida -replicó-, que pondremos
nuestro empeño en hacerlo así. Pero ¿de
qué manera debemos sepultarte?

Como queráis
-respondió-, si es que me cogéis y no me escapo
de vosotros
.

Y, a la vez que sonreía serenamente,
nos dijo, dirigiendo su mirada hacia nosotros:

No logro, amigos, convencer a
Critón de que yo soy ese Sócrates que conversa
ahora con vosotros y que ordena cada cosa que se dice, sino que
cree que soy aquel que verá cadáver dentro de un
rato, y me pregunta por eso cómo debe hacer mi sepelio. Y
el que yo desde hace rato esté dando muchas razones para
probar que, en cuanto beba el veneno, ya no permaneceré
con vosotros, sino que me iré hacia una felicidad propia
de bienaventurados, parécele vano empeño y que lo
hago para consolaros a vosotros al tiempo que a mí mismo.
Así que
-agregó-, salidme fiadores ante
Critón, pero de la fianza contraria a la que éste
presentó ante los jueces. Pues éste
garantizó que yo permanecería. Vosotros garantizad
que no permaneceré una vez que muera, sino que me
marcharé para que así Critón lo soporte
mejor y, al ver quemar o enterrar mi cuerpo, no se irrite como si
yo estuviera padeciendo cosas terribles, ni diga durante el
funeral que expone, lleva a enterrar o está enterrando a
Sócrates. Pues ten bien sabido, oh excelente
Critón
-añadió-, que el no hablar
con propiedad no sólo es una falta en eso mismo, sino
también produce mal en las almas. Ea, pues, es preciso que
estés animoso, y que digas que es mi cuerpo lo que
sepultas, y que lo sepultas como a ti te guste y pienses que
está más de acuerdo con las
costumbres.

Al terminar de decir esto, se
levantó y se fue a una habitación para lavarse.
Critón le siguió, pero a nosotros nos mandó
que le esperáramos allí. Esperamos, pues, charlando
entre nosotros sobre lo dicho y volviéndolo a considerar,
a ratos, también comentando cuán grande era la
desgracia que nos había acontecido, pues pensábamos
que íbamos a pasar el resto de la vida huérfanos,
como si hubiéramos sido privados de nuestro padre. Y una
vez que se hubo lavado y trajeron a su lado a sus hijos -pues
tenía dos pequeños y uno ya crecido- y llegaron
también las mujeres de su familia, conversó con
ellos en presencia de Critón y, después de hacerles
las recomendaciones que quiso, ordenó retirarse a las
mujeres y a los niños, y vino a reunirse con nosotros. El
sol estaba ya cerca de su ocaso, pues había pasado mucho
tiempo dentro. Llegó recién lavado, se
sentó, y después de esto no se habló mucho.
Vino el servidor de los Once y, deteniéndose a su lado, le
dijo:

-Oh Sócrates, no te censuraré
a ti lo que censuro a los demás, el que se irritan contra
mí y me maldicen cuando les transmito la orden de beber el
veneno que me dan los magistrados. Pero tú, lo he
reconocido en otras ocasiones durante todo este tiempo, eres el
hombre más noble, de mayor mansedumbre y mejor de los que
han llegado aquí, y ahora también sé que no
estás enojado conmigo, sino con los que sabes que son los
culpables. Así que ahora, puesto que conoces el mensaje
que te traigo, salud, e intenta soportar con la mayor
resignación lo necesario. Y rompiendo a llorar, diose la
vuelta y se retiró.

Sócrates, entonces, levantando su
mirada hacia él, le dijo:

-También tú recibe mi
saludo, que nosotros así lo haremos.

Y, dirigiéndose después a
nosotros, agregó:

-¡Qué hombre tan amable!
Durante todo el tiempo que he pasado aquí vino a verme,
charló de vez en cuando conmigo y fue el mejor de los
hombres. Y ahora ¡qué noblemente me llora!
Así que, hagámosle caso, Critón, y que
traiga alguno el veneno, si es que está triturado. Y si
no, que lo triture nuestro hombre.

-Pero, Sócrates -le dijo
Critón-, el sol, según creo, está
todavía sobre las montañas y aún no se ha
puesto. Y me consta, además, que ha habido otros que lo
han tomado mucho después de haberles sido comunicada la
orden y tras haber comido y bebido a placer, y algunos, incluso,
tras haber tenido contacto con aquellos que deseaban. Ea, pues,
no te apresures, que todavía hay tiempo.

Es natural que obren así,
Critón
-repuso Sócrates-, ésos que
tú dices, pues creen sacar provecho al hacer eso. Pero
también es natural que yo no lo haga, porque no creo que
saque otro provecho, al beberlo un poco después, que el de
incurrir en ridículo conmigo mismo, mostrándome
ansioso y avaro de la vida cuando ya no me queda ni una brizna.
Anda, obedéceme
-terminó- y haz como te
digo
.

Al oírle, Critón hizo una
señal con la cabeza a un esclavo que estaba a su lado.
Salió éste y, después de un largo rato,
regresó con el que debía darle el veneno, que
traía triturado en una copa. Al verle, Sócrates le
preguntó:

-Y bien, buen hombre, tú que
entiendes de estas cosas, ¿qué debo
hacer?

-Nada más que beberlo y pasearte -le
respondió- hasta que se te pongan las piernas pesadas, y
luego tumbarte. Así hará su efecto.

Y, a la vez que dijo esto, tendió la
copa a Sócrates.

Tomola éste con gran tranquilidad,
sin el más leve temblor y sin alterarse en lo más
mínimo ni en su color ni en su semblante, miró al
individuo de frente, según tenía por costumbre, y
le dijo:

-¿Qué dices de esta
bebida con respecto a hacer una libación a alguna
divinidad? ¿Se puede o no?

-Tan sólo trituramos,
Sócrates -le respondió-, la cantidad que juzgamos
precisa para beber.

-Me doy cuenta -contestó-.
Pero al menos es posible, y también se debe, suplicar
a los dioses que resulte feliz mi emigración de
aquí a allá. Esto es lo que suplico: ¡que
así sea!

Y después de decir estas palabras,
lo bebió, conteniendo la respiración, sin
repugnancia y sin dificultad.

Hasta este momento la mayor parte de
nosotros fue bastante capaz de contener el llanto; pero cuando le
vimos beber y cómo lo había bebido, ya no pudimos
contenernos. A mí también, y contra mi voluntad,
caíanme las lágrimas a raudales, de tal manera que,
cubriéndome el rostro, lloré por mí mismo,
pues ciertamente no era por aquél por quien lloraba, sino
por mi propia desventura, al haber sido privado de tal amigo.
Critón, como aun antes que yo no había sido capaz
de contener las lágrimas, se había levantado. Y
Apolodoro, que ya con anterioridad no había cesado un
momento de llorar, rompió a gemir entonces, entre
lágrimas y demostraciones de indignación, de tal
forma que no hubo nadie de los presentes, con excepción
del propio Sócrates, a quien no conmoviera.

Pero entonces nos dijo:

-¿Qué hacéis,
hombres extraños? Si mandé afuera a las mujeres fue
por esto en especial, para que no importunasen de ese modo, pues
tengo oído que se debe morir entre palabras de buen
augurio. Ea, pues, estad tranquilos y mostraos
fuertes.

Y, al oírle nosotros, sentimos
vergüenza y contuvimos el llanto. Él, por su parte,
después de haberse paseado, cuando dijo que se le
ponían pesadas las piernas, se acostó boca arriba,
pues así se lo había aconsejado el hombre. Al mismo
tiempo, el que le había dado el veneno le cogió los
pies y las piernas y se los observaba a intervalos. Luego, le
apretó fuertemente el pie y le preguntó si lo
sentía. Sócrates dijo que no. A continuación
hizo lo mismo con las piernas y, yendo subiendo de este modo, nos
mostró que se iba enfriando y quedándose
rígido. Y siguiole tocando y nos dijo que cuando le
llegara al corazón se moriría.

Tenía ya casi fría la
región del vientre cuando, descubriendo su rostro -pues se
lo había cubierto-, dijo éstas, que fueron sus
últimas palabras:

-Oh, Critón, debemos un gallo a
Asclepio. Pagad la deuda y no la paséis por
alto.

-Descuida, que así se hará
-le respondió Critón-. Mira si tienes que decir
algo más.

A esta pregunta de Critón ya no
contestó, sino que, al cabo de un rato, tuvo un
estremecimiento y el hombre le descubrió: tenía la
mirada inmóvil. Al verlo, Critón le cerró la
boca y los ojos.

Así fue el fin de nuestro amigo, de
un varón que, como podríamos afirmar, fue el mejor,
a más de ser el más sensato y justo de los hombres
de su tiempo que tratamos.

(Platón, Fedón,
114e-118a)

Protágoras
de Abdera

En griego ???ta???a? – (Abdera 485 a.
C.-411 a. C. aproximadamente), sofista griego. Admirado experto
en retórica que recorría el mundo griego cobrando
elevadas tarifas por sus conocimientos acerca del correcto uso de
las palabras u ortoepeia. Platón le acredita como el
inventor del papel del sofista profesional o profesor de "virtud"
(entendida no como "bondad" sino como conocimiento y habilidad
para tener éxito mundano).

Protágoras fue un pensador viajero,
celebrado y necesitado allí donde fuera. Vivió
durante largas temporadas en Atenas, donde fue conocido de
Sócrates y amigo de Pericles, quien le encargó la
constitución para la nueva colonia de Turios, que
redactó hacia 444 o 443 a. C. y en donde por primera vez
en la historia, se estableció la educación
pública y obligatoria. También viajó a
Sicilia y a otras ciudades de Asia Menor en funciones de maestro
de retórica y conducta, recibiendo a
cambio cantidades notables de dinero, como el resto de sofistas.
El magisterio que llegó a ejercer en el área de
influencia griega se extendió en el tiempo durante
cuarenta años, según nos cuenta
Platón.

Platón le dedicó uno de sus
diálogos, el Protágoras, que aún
hoy puede leerse como un cuadro vivo, animado y colorido, aunque
con escaso rigor histórico, sobre los distintos tipos de
sofistas que habitaban en la mansión de Calias –rico
ateniense, una especie de mecenas, rodeado de intereses
comerciales, políticos, artísticos y militares-.
Junto a Gorgias, fueron los únicos sofistas en ser
considerados en calidad de filósofos por Platón y
Aristóteles. Sócrates guardaba gran estima de ellos
por sus cualidades retóricas y la profundidad de sus
predicados, a pesar del uso que podían hacer de
ellos

También se lo tenía por
iniciador de la práctica de recibir honorarios a cambio de
enseñanzas, siendo estos particularmente elevados.12
Según Platón, Protágoras habría
ganado en su comercio educativo más dinero que todo el
reunido por "Fidias y otros diez escultores
más."

Refiere, también Platón, el
criterio usado por el sofista para recibir el pago de honorarios;
hace decir a Protágoras: "Cuando [un discípulo]
ha aprendido conmigo, si quiere me entrega el dinero que yo
estipulo, y si no, se presenta en un templo, y, después de
jurar que cree que las enseñanzas valen tanto, allí
lo deposita."

"El hombre es la medida de todas las
cosas".
Este principio de carácter
filosófico pertenece al sofista griego Protágoras,
el hombre como medida, es decir como criterio de las
cosas.

Esta frase posee diferentes
interpretaciones, una de éstas sería la diferencia
de la forma de percibir que posee un individuo respecto de otro,
es decir, cada ser en su particularidad percibe un mundo distinto
al de otro ser, por lo tanto, existirían tantos criterios
distintos sobre las cosas como seres humanos habitan en el mundo.
Este sentido individual que se le da a la frase de
Protágoras es el que Platón utiliza en su
diálogo el Teeteto.

Una segunda interpretación de este
principio filosófico, guarda relación con un
sentido colectivo, el ser como ente social, perteneciente a una
cultura que de alguna forma lo va determinando en su actuar, en
su pensar, en su visión de mundo. Este ser observado
dentro de una polis, ya no es particularidad, sus percepciones ya
no son individuales, sino que son culturales, son cosmovisiones
compartidas por todos los habitantes de la sociedad, actuando
cada cultura como medida de todas las cosas.Otra
interpretación toma al ser humano como especie. El
criterio utilizado por elhumano cuando percibe el mundo
está dado por su naturaleza. Si esto es cierto,entonces
todo individuo tendría una única y común
forma de medirse ante las cosas,determinado solamente por el
hecho de ser humano.La primera de estas interpretaciones, en la
que se toma al hombre de forma particular,es la que Platón
pone en los labios de Sócrates para poder dar mayor
sustento alargumento que va construyendo a partir de la
definición de

saber que da el
jovenTeeteto;

Ciencia es
percepción

contesta Teeteto, Sócrates de manera
inmediata relaciona esta definición con el homo mensura de
Protágoras.

Teeteto: …Yo de hecho, creo que
el que sabe algo percibe esto que sabe. En este momento no me
parece que el saber sea otra cosa que percepción.
Sócrates: … ¿dices que el saber es
percepción? Teeteto: sí Sócrates: Parece,
ciertamente, que no has formulado una definición vulgar
del saber, sino la que dio Protágoras. Pero él ha
dicho lo mismo de otra manera, pues viene a decir que "el hombre
es medida de todas las cosas, tanto del ser de las cosas que son,
como del no ser de las que no son".

"las cosas son para mi tal como a mi me
parece que son y que son para ti tal y como a ti te parecen que
son"

Se observa claramente que está
haciendo mención a la primera interpretación del
homo mensura; interpretación analizada anteriormente, en
la cual el hombre medida sería el hombre particular que
percibe un mundo diferente al de otro. Si tomamos como
válida la definición de ciencia es
percepción, y la relacionamos directamente con el hombre
medida, entonces la consecuencia que se desprende de ello es que
cada ser que percibe, atrapa un cierto saber o una cierta verdad
con aquella percepción, ya que saber es percibir, y todo
saber es infalible, por lo tanto toda percepción es
infalible

Platón

PRIMERA PARTE

El fundador de la teoría educativa
nació en Atenas en 427 a C, de una familia pertenecientes
a las más antiguas e influyente de Grecia.

En Atenas fundó su famosa Academia,
en un terreno que compró cerca de un santuario y gimnasio
dedicado al héroe Akademos, su actividad pedagógica
se realizó allí, era una especie de comunidad de
maestros y alumnos, dedicados a los problemas filosóficos,
políticos y pedagógicos de la época. En ella
enseñó platón durante cuarenta años y
en ella participaron las más destacadas figuras, entre
ella Aristóteles, que estudió allí en
íntima relación con su maestro Platón.
Fallece en 347 a C. a los 80 años de edad.

Sus ideas: la concepción
pedagógica de Platón se basa en su teoría de
las Ideas, que constituye el verdadero ser de las cosas, la
autentica realidad, sobre la puramente sensible. Entre ellas
predomina la idea del bien o de la Justicia, que represente la
esencia del Estado, el fundamente del cual se halla en la
educación.

El fin de la educación es la
formación integral del hombre y del ciudadano, y
está compuesto de dos partes: la Gimnástica y la
Música.

La primera consiste en formación y
ejercicios físicos, e higiénicos es decir, el
cuidado de la salud, también incluye la formación
del carácter. La última incluía canto y
música, poesía, las ciencias y también la
formación del espíritu. La teoría de la
educación tal como lo expone en la República, se
inspira en una dura formación espartana, hay ideas que se
condicen con nuestros tiempos, tales como por ejemplo, que la
educación de los niños debe comenzar desde su
nacimiento, que las niñas y las mujeres deben recibir
educación igual al de los niños y hombres.
También señala que lo más importante del
Estado no son las Leyes sino la Educación.

Sus dos obras esenciales de Platón
que se refiere a la educación, son: La República y
las Leyes.

En necesario señalar que la
bibliografía sobre Platón es extensa. Sus obras,
afortunadamente nos han llegado completas, constan de un
veinticinco volúmenes (además de otras sospechosas
o apócrifas), entre sus diálogos deben citarse a
Laques, Banquete, Felón, República, Sofista,
Parménides, Leyes, etc. [4]

Los dos mundos, como lo permanente e
inmutable no se encuentra en el mundo de los sensible,
Platón postula el mundo de las ideas o mundo
inteligible.

Para Platón el concepto de idea (que
proviene del griego eidos – que es un verbo que
significa ver)

4. 1 EL ESTADO Y LA
EDUCACIÓN[5]

-En verdad –dije- parecerá
Adimanto, que estas precripciones son muchas y de peso, pero
todas son realmente de poca importancia con tal de que guarden
aquélla única gran cosa del
proverbio…

– ¿Cuál es ella?
–preguntó.

– La educación y la crianza
–contesté-, porque, si con una buena
educación llegan a ser hombre discretos, percibirán
fácilmente todas estas cosas y aun muchas más que
ahora pasamos por alto, como lo que la posesión de las
mujeres, los matrimonios y la procreación de los hijos
debe, conforme al proverbio, ser todas comunes entre amigos en el
mayor grado posible…

4.1 La Educación de las
mujeres[6]

-Por lo tanto, si empleamos a las mujeres
en las mismas tareas que a los hombre, menester será
darles también las mismas enseñanzas.

-Sí

-Ahora bien, a aquellos les fueron
asignadas la música y gimnástica.

-Sí

-Por consiguiente, también a las
mujeres habrá que introducirlas en ambas artes, e
igualmente en lo relativo a la guerra; y será preciso
tratarla de la misma manera…

 

 

Autor:

Elizabeth

[1] [ Ver Hipias Menor., 372 a-c ]

[2] Platón: Teeteto, 150 b – 151
c.

[3] Platón, Fedón,
114e—118ª

[4] Adolfo P Carpio,1990

[5] LA República en forma de
diálogo, en la que interviene Sócrates y algunos
de sus discípulos.

[6] Ídem

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