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Vida y obra de Sor Juana Inés de la Cruz como expresión del barroco hispanoamericano



Partes: 1, 2

  1. Introducción
  2. Desarrollo
  3. Conclusiones
  4. Bibliografía

Introducción

Nuestro trabajo transita hacia una verdad irreversible y
profunda. Sor Juana Inés de la Cruz, digna exponente de la
literatura barroca hispanoamericana del siglo XVII. Estilo
artístico que se desarrolla durante los siglos XVI y XVII,
aplicado a la cultura de esta época y al propio periodo
literario comprendido entre el 1600 al 1650 pudiendo ampliarse
hasta el 1681 (muerte de Calderón); y hasta 1695 muerte de
Sor Juana Inés de la Cruz para
Hispanoamérica.

Considerada una mujer única en su siglo esta
grande del barroco da muestras en toda la generalidad de su
variada obra, de características muy peculiares con las
cuales se identifico plenamente aportándole a este
movimiento creatividad y grandeza. Conózcase que amaba el
saber y su mas hondo anhelo era ser independiente y no tener otra
obligación que la de los libros, por entre cuyas
líneas aspiraba siempre a sorprender la verdad, ignorando
que el drama de su vida seria entre su afán de
sabiduría y los antagonismos externos e internos que no
vaciló nunca en confesar y que por demás tuvo que
encarar en la sociedad en que vivió. Se piensa que
probablemente, la poetisa haya leído mucho a
Góngora, a Gracián, a Calderón y posible a
Quevedo de los que aprovechó todo lo relacionado al
sistema de metáforas, traslaciones imaginativas así
como las grandes sutilezas y afiladuras de ingenio de los mismos
para su manifiesta originalidad con el estilo que
desarrolló en su obra de la cual hemos seleccionado
algunos fragmentos de sus poemas mas representativos en los que
se definen rasgos esenciales y matices que dan claro
convencimiento de la altura que cobro su poesía para que
fuera catalogada como la Fénix de
América.

Objetivos.

Argumentar con ejemplos concretos que Sor Juana
Inés de la Cruz tuvo una vida tan próspera como
contradictoria.

Demostrar a través de ejemplos concretos de su
obra que Sor Juana Inés de la Cruz es la máxima
exponente de la literatura barroca Hispanoamericana.

Desarrollo

Sor Juana Inés de la Cruz
nació en un pueblito del Estado de México,
Nepantla, el 12 de noviembre de 1648. Sus padres fueron Pedro
Manuel de Asbaje e Isabel Ramírez. En la carta "Respuesta
a Sor Filotea de la Cruz", Sor Juana narra cómo
aprendió a leer a los tres años: A escondidas de su
madre, acompañaba a su hermana mayor a sus clases, y
surgió en ella un deseo tan grande de aprender a leer que
le mintió a la maestra diciéndole que su madre
ordenaba que también a ella le diese la lección. La
pequeña Juana aprendió rápidamente y a
partir de entonces desarrolló un enorme gusto por el
estudio. Juana Inés vivió un tiempo en Panoaya, con
su abuelo Pedro Ramírez y, además de correr por el
campo y jugar con los animales, se pasaba horas enteras
disfrutando la lectura de los libros del abuelo, a pesar de los
constantes castigos que por esto recibió. En este lugar
también aprendió a hablar náhuatl, de tanto
que le agradaba platicar con los indígenas.Juana
llegó a la ciudad de México en el año de
1660, se estableció con unos parientes de su madre quienes
la mandaron a estudiar latín. En sólo 20 lecciones
aprendió esta lengua, lo que le permitió leer los
libros de filosofía y ciencia, que en esa época se
escribían en latín. Cuenta Sor Juana que se fijaba
un límite de tiempo para aprender algo, y si no lo lograba
se iba recortando el pelo, pues no le parecía "…que
estuviese vestida de cabellos, cabeza que estaba tan desnuda de
noticias…" Su gran esfuerzo fue recompensado, pues
empezó a sobresalir por sus grandes conocimientos y su
memoria. Cuando tenía apenas trece años, Juana
Inés fue llamada a la corte virreinal para servir como
dama de la virreina doña Leonor Carreto, Marquesa de
Mancera, quien era una dama muy culta y sentía un gran
amor por las letras. El ambiente de la corte influyó
definitivamente en la formación de Juana Inés, pues
los virreyes protegieron a Sor Juana de manera decidida. Un buen
día, el virrey don Sebastián de Toledo, admirado
ante la variedad de conocimientos que la joven demostraba,
dispuso que fuera examinada en público ante cuarenta
sabios. Juana Inés salió airosa y la
admiración que despertaba aumentó,
prodigándose los honores a su persona.

Poco antes de cumplir los 16 años, Juana
Inés toma una importante decisión: en lugar del
matrimonio decide ingresar al convento de San José de las
Carmelitas Descalzas, ya que este camino era la única
opción que tenía una mujer para poder dedicarse al
estudio. Apenas tres meses después de su ingreso, se vio
forzada a abandonar el convento, pues la severa disciplina de la
orden hizo grandes estragos en su salud.

Un año y medio permaneció en Palacio y
después regresó a la vida de religiosa, esta vez en
el convento de San Jerónimo. El 24 de febrero de 1669
tomó los votos definitivos y se convirtió en Sor
Juana Inés de la Cruz.

Dentro del convento Juana fue una monja devota y
rigurosa con sus obligaciones, sin embargo, el estudio de la
ciencia y las letras fueron siempre para Sor Juana "su mayor
delicia". Esto le trajo constantes regaños por parte de su
confesor, el padre Antonio Núñez de Miranda, quien
pensaba que esto no era correcto para una monja. En el convento,
Sor Juana desempeñó los cargos de bibliotecaria y
encargada de la contaduría. En 1674, el virrey
marqués de Mancera y su esposa regresaron a España.
El 8 de mayo de 1680 se designa el nuevo virrey, el
marqués de la Laguna. El y su esposa, María Luisa
Manrique de Lara y Gonzaga llegaron a admirar también la
obra de Sor Juana. La marquesa procuró la amistad de la
monja y la protegió siempre. Fue precisamente durante este
periodo que Sor Juana produjo la mayor parte de su obra. De 1669
hasta 1693 Sor Juana vivió en el convento. Gracias a la
protección de los virreyes, sus poemas fueron bien
recibidos para los festejos y ceremonia oficiales, lo que le
trajo beneficios económicos, influencia y prestigio. Su
fama se extendió por toda España y América
del Sur. El convento se convirtió, gracias a ella, en un
salón donde se hablaba toda clase de asuntos: literarios,
teológicos y filosóficos. Sor Juana poseía
una gran cantidad de libros, se dice que tenía 4,000
volúmenes; además, poseía instrumentos
científicos y musicales. Su celda era una especie de
apartamento con varias piezas espaciosas, de altos techos, en
donde cómodamente podía dedicarse a la lectura y el
estudio.

Sor Juana escribe su obra hacia finales del
siglo XVII, y es estilo que regía el arte en ese tiempo
era el barroco. Las características más importantes
de este estilo son el uso constante de los adjetivos, el gusto
por las imágenes opuestas y las metáforas
exageradas. Sor Juana Inés de la Cruz y don Carlos de
Sigüenza y Góngora son los representantes más
sobresalientes del barroco mexicano. Dentro de la obra de Sor
Juana existen tres géneros distintos: la poesía, el
teatro y la prosa. La poesía lírica de Sor Juana
comprende más de doscientas piezas que pueden ser
clasificadas según la rima y la métrica en sonetos,
romances, décimas, redondillas, villancicos, liras y
otras. Gran parte de sus versos están dedicados al tema
amoroso. Se piensa que pudo enamorarse antes de entrar al
convento, aunque también se habla del amor y la
devoción a Dios. También otra parte de sus obras
fue escrita por encargo para ocasiones especiales y un gran
número de ellos fueron escritos para los marqueses de la
Laguna. Uno de sus poemas más importante es la obra
"Primero Sueño", que ha sido objeto de numerosos estudios.
El cual compuso con una clara imitación a Góngora
artífice de
los recursos literarios utilizados por la autora. 
                                                        Ej:                                            

Piramidad funesta de la tierra                                           

 nacida sombra al cielo encaminado                                            

de vanos obeliscos punta activa                                            

escalando pretendiendo las estrellas                                            

si bien sus luces bellas                                            

–exentas siempre relevantes–                                          

 la tenebrosa
guerra

Detente sombra es una muestra activa de su estilo.
Soneto considerado una de las piezas más célebres
de la lírica de Sor Juana Inés de la Cruz, donde se
aborda un tema de la poesía amorosa de su época.
Temer al fantasma, la voz poética que apela a la imagen de
su amor que vive en ella en ausencia de ser querido real y
mortal. Soneto que además contiene una fantasía
contenta, con amor decente donde se percibe la utilización
de adjetivos en demasía, traslaciones imaginativas
así como el uso de metáforas lo que hace al poema
ampuloso, adornado y
recargado pero donde se respira buena poesía.

 

         DETENTE
SOMBRA
Detente, sombra de mi bien esquivo,imagen del hechizo
que más quiero,bella ilusión por quien alegre
muero,dulce ficción por quien penosa vivo.Si al
imán de tus gracias, atractivo,sirve mi pecho de obediente
acero,¿para qué me enamoras lisonjerosi has de
burlarme luego fugitivo?Mas blasonar no puedes, satisfecho,de que
triunfa de mí tu tiranía:que aunque dejas burlado
el lazo estrechoque tu forma fantástica
ceñía,poco importa burlar brazos y pechosi te labra
prisión mi fantasía.

Retomamos también una estrofa del
poema Sátira filosófica.

                                     "Opinión
ninguna
gana                                           

 pues la que más se
recata                                            

si no os admite, es
ingrata                                            

y si os admite, es liviana…

"Estos versos tomados de su poema
Sátira filosófica dan una visión de la
influencia barroquiana en su obra, manifestando la forma ampulosa
y retorcida de expresar ideas las que calan al ser humano en
una arista donde se ven reflejadas
en la dimensión mas exacta de su sensibilidad,
donde lo satírico adquiere relieve y valor literario sobre
todo en el manejo de lo que expresa, lo que imprime a la
composición un indiscutible fondo ideológico donde
utiliza un rejuego de conceptos elevándolo entre la
literatura típicamente barroca. Escribió cinco
obras de teatro: dos comedias y tres autos sacramentales. La
más famosa de sus obras es: Los empeños de una
casa, representada por primera vez el 4 de octubre de 1683. Los
autos sacramentales son piezas teatrales realizadas en un acto y
se representaban en la fiesta de Corpus Cristi. En estas
creaciones se combinaban elementos precolombinos con la
tradición religiosa cristiana, con un gran contenido
simbólico y complejo, muy característico de la
época barroca. Los autos sacramentales que escribió
Sor Juana fueron: El divino Narciso, El mártir del
Sacramento y El cetro de José.

De las obras en prosa de Sor Juana sólo algunas
han llegado a nuestros días. Las más conocidas son
la Carta Atenagórica y la Respuesta a Sor Filotea de la
Cruz. En la Carta Atenagórica Sor Juana analiza un
sermón del jesuita Antonio Vieira, y de una manera muy
sutil señala los errores teológicos de dicho
sermón. El obispo de Puebla, Fernández de Santa
Cruz publica la carta incluyendo una reprimenda para la monja
firmada con el pseudónimo de Sor Filotea de la Cruz. El
problema fue que al llegar a manos del arzobispo de México
fue tan grande su enojo que le exigió a Sor Juana
sumisión y renuncia a sus intereses intelectuales. En la
Respuesta a Sor Filotea de la Cruz, Sor Juana defiende su gusto
por el conocimiento y también su posición de mujer,
ella no se arrepiente de lo que es ni de lo que ha
sido.

En 1694, cuando la monja celebró sus 25
años de vida religiosa, sus superiores presionan a Sor
Juana, quien "en pago al tiempo que había dedicado a las
actividades mundanas" se desprende de sus cosas, de lo que
más quería en la vida: sus libros.

Regaló sus instrumentos musicales y todas sus
pertenencias; donó algunos de sus libros y otros se
vendieron. La monja, incluso abandonó sus habitaciones,
pues no soportaba mirar sus altas paredes sin sus amados
objetos.

Un año más tarde, en 1695, apareció
una epidemia de peste en la ciudad de México, y en pocos
días penetró al convento de las jerónimas.
En ese tiempo no había curación posible para esa
enfermedad. Sor Juana se dedicó a cuidar a las monjas
enfermas y desafortunadamente se contagió. Murió el
17 de abril de 1695, a las tres de la mañana. A pesar de
las críticas y de las envidias que tuvo que padecer, sus
contemporáneos reconocieron en Sor Juana su digna
rebeldía y su incomparable talento. Le dieron el nombre de
"Décima musa" y "Fénix de
América".

Conclusiones

Argumentar con ejemplos concretos que Sor Juana
Inés de la Cruz tuvo una vida tan próspera como
contradictoria,

Demostrar a través de ejemplos concretos de su
obra que Sor Juana Inés de la Cruz es la máxima
exponente de la literatura barroca Hispanoamericana.

 Podríamos ilustrar
nuestro trabajo con otro de sus poemas que siguen definiendo su
línea, pero creemos que con el análisis hecho a los
textos poéticos expuestos anteriormente se refleja de
manera objetiva y precisa donde reina el talento de una mujer
sensible, que vivió y sufrió los prejuicios de una
época que la hizo expirar sin remedio.Por lo que se
deslinda con infinita claridad que la característica
esencial de esta poetisa fue la precocidad considerada entonces
la voz más preclara de la literatura barroca
hispanoamericana. Su obra alcanza una gran significación
tanto por los temas que aborda como por la calidad formal que
manifiesta, simbolizando así la rebeldía contra los
rígidos y absurdos convencionalismos sociales de la
época.

Bibliografía

CUBA, MINISTERIO DE EDUCACIÓN:
LITERATURA UNIVERSAL, FOC II LA HABANA, PUBLICACIONES DEL
MINISTERIO DE EDUCACIÓN 1988.CRUZ SOR JUANA INES DE:
PAGINAS ESCOGIDAS, LA HABANA, EDIT. CASA
DE LAS AMERICAS.ENCICLOPEDIA AUTODIDÁCTICA
INTERACTIVA, BARCELONA ESPAÑA EDITORIAL S.A. MILANESA.
2003.

BORGES LUIS JORGE: GRIJALBO. GRAN
DICIONERIO ENCICLOPEDICO ILUSTRADO, 1-ED-BARCELONA.
2003.

 UNIVERSITAS, ENCICLOPEDIA DE
INICIACIÓN CULTURAL: 1-ED- BARCELONA, SALVAT EDITORS, S.A.
1959.

  Sor Juana Juana Inés
de la Cruz – Wikipedia, la enciclopedia libre.htm

 Sor Juana poemas de Sor Juana Ines
de la Cruz.htm

Sor Juana poesías de Sor
Juana.htm

 Sor Juana primero
Sueño.htm

 Sor Juana primero
Sueño.htm

Poemario.

 DETENTE SOMBRA

Detente, sombra de mi bien esquivo,imagen
del hechizo que más quiero,

bella ilusión por quien alegre
muero,

dulce ficción por quien penosa
vivo.

Si al imán de tus gracias,
atractivo,

sirve mi pecho de obediente
acero,

¿para qué me enamoras
lisonjero

si has de burlarme luego
fugitivo?

Mas blasonar no puedes,
satisfecho,

de que triunfa de mí tu
tiranía:

que aunque dejas burlado el lazo
estrecho

que tu forma fantástica
ceñía,

poco importa burlar brazos y
pecho

si te labra prisión mi
fantasía.

 

REDONDILLAS

Hombres necios que
acusáis

a la mujer, sin razón,

sin ver que sois la
ocasión

de lo mismo que
culpáis;

si con ansia sin igual

solicitáis su
desdén,

por qué queréis que obren
bien

si las incitáis al mal?

Combatís su resistencia

y luego, con gravedad,

decís que fue liviandad

lo que hizo la diligencia.

Parecer quiere el denuedo

de vuestro parecer loco,

al niño que pone el
coco

y luego le tiene miedo.

Queréis, con presunción
necia,

hallar a la que buscáispara
prentendida,

Thais,y en la posesión,
Lucrecia.

¿Qué humor puede ser
más raro

que el que, falto de consejo,

él mismo empaña el
espejo

y siente que no esté
claro?

Con el favor y el
desdén

tenéis condición
igual,

quejándoos, si os tratan
mal,

burlándoos, si os quieren
bien.

Opinión, ninguna gana,

pues la que más se
recata,

si no os admite, es ingrata,

y si os admite, es liviana.

Siempre tan necios
andáisq

ue, con desigual nivel,

a una culpáis por cruel

y a otra por fácil
culpáis.

¿Pues como ha de estar
templada

la que vuestro amor pretende?,

¿si la que es ingrata
ofende,

y la que es fácil
enfada?

Mas, entre el enfado y la pena

que vuestro gusto refiere,

bien haya la que no os quiere

y quejaos en hora buena.

Dan vuestras amantes penas

a sus libertades alas,

y después de hacerlas
malas

las queréis hallar muy
buenas.

¿Cuál mayor culpa ha
tenido

en una pasión errada:

la que cae de rogada,

o el que ruega de
caído?

¿O cuál es de más
culpar,

aunque cualquiera mal haga;

la que peca por la paga

o el que paga por pecar?

¿Pues, para qué os
espantáis

de la culpa que tenéis?

Queredlas cual las
hacéis

o hacedlas cual las
buscáis.

Dejad de solicitar,

y después, con más
razón,

acusaréis la
afición

de la que os fuere a rogar.

Bien con muchas armas fundo

que lidia vuestra arrogancia,

pues en promesa e instancia

juntáis diablo, carne y
mundo.

 

FINJAMOS QUE SOY FELIZ

Finjamos que soy feliz,

triste pensamiento, un rato;

quizá prodréis
persuadirme,

aunque yo sé lo
contrario,

que pues sólo en la
aprehensión

dicen que estriban los
daños,

si os imagináis dichoso

no seréis tan
desdichado.

Sírvame el
entendimiento

alguna vez de descanso,

y no siempre esté el
ingenio

con el provecho encontrado.

Todo el mundo es opiniones

de pareceres tan varios,

que lo que el uno que es negro

el otro prueba que es blanco.

A unos sirve de atractivo

lo que otro concibe enfado;

y lo que éste por
alivio,

aquél tiene por
trabajo.

El que está triste,
censura

al alegre de liviano;

y el que esta alegre se burla

de ver al triste penando.

Los dos filósofos
griegos

bien esta verdad probaron:

pues lo que en el uno risa,

causaba en el otro llanto.

Célebre su
oposición

ha sido por siglos tantos,

sin que cuál
acertó,

esté hasta agora
averiguado.

Antes, en sus dos banderas

el mundo todo alistado,

conforme el humor le dicta,

sigue cada cual el bando.

Uno dice que de risa

sólo es digno el mundo
vario;

y otro, que sus infortunios

son sólo para llorados.

Para todo se halla prueba

y razón en qué
fundarlo;

y no hay razón para
nada,

de haber razón para
tanto.

Todos son iguales jueces;

y siendo iguales y varios,

no hay quien pueda decidir

cuál es lo más
acertado.

Pues, si no hay quien lo
sentencie,

¿por qué pensáis,
vos, errado,

que os cometió Dios a
vos

la decisión de los
casos?

O ¿por qué, contra vos
mismo,

severamente inhumano,

entre lo amargo y lo dulce,

queréis elegir lo
amargo?

Si es mío mi
entendimiento,

¿por qué siempre he de
encontrarlo

tan torpe para el alivio,

tan agudo para el daño?

El discurso es un acero

que sirve para ambos cabos:

de dar muerte, por la punta,

por el pomo, de resguardo.

Si vos, sabiendo el peligro

queréis por la punta
usarlo,

¿qué culpa tiene el
acero

del mal uso de la mano?

No es saber, saber hacer

discursos sutiles, vanos;

que el saber consiste

sóloen elegir lo más
sano.

Especular las desdichas

y examinar los presagios,

sólo sirve de que el
mal

crezca con anticiparlo.

En los trabajos futuros,

la atención,
sutilizando,

más formidable que el
riesgo

suele fingir el amago.

Qué feliz es la
ignorancia

del que, indoctamente sabio,

halla de lo que padece,

en lo que ignora, sagrado!

No siempre suben seguros

vuelos del ingenio osados,

que buscan trono en el fuego

y hallan sepulcro en el
llanto.

También es vicio el
saber,

que si no se va atajando,

cuando menos se conoce

es más nocivo el
estrago;

y si el vuelo no le abaten,

en sutilezas cebado,

por cuidar de lo curioso

olvida lo necesario.

Si culta mano no impide

crecer al árbol copado,

quita la sustancia al fruto

la locura de los ramos.

Si andar a nave ligera

no estorba lastre pesado,

sirve el vuelo de que sea

el precipicio más alto.

En amenidad inútil,

¿qué importa al florido
campo,

si no halla fruto el
otoño,

que ostente flores el mayo?

¿De qué sirve al
ingenio

el producir muchos partos,

si a la multitud se sigue

el malogro de abortarlos?

Y a esta desdicha por fuerza

ha de seguirse el fracaso

de quedar el que produce,

si no muerto, lastimado.

El ingenio es como el fuego,

que, con la materia ingrato,

tanto la consume más

cuando él se ostenta más
claro.

Es de su propio Señor

tan rebelado vasallo,

que convierte en sus ofensas

las armas de su resguardo.

Este pésimo ejercicio,

este duro afán pesado,

a los ojos de los hombres

dio Dios para ejercitarlos.

¿Qué loca ambición
nos lleva

de nosotros olvidados?

Si es para vivir tan poco,

¿de qué sirve saber
tanto?

¡Oh, si como hay de
saber,

hubiera algún seminario

o escuela donde a ignorar

se enseñaran los
trabajos!

¡Qué felizmente
viviera

el que, flojamente cauto,

burlara las amenazas

del influjo de los astros!

Aprendamos a ignorar,

pensamiento, pues hallamos

que cuanto añado al
discurso,

tanto le usurpo a los
años.

 

PUES ESTOY CONDENADA

Pues estoy condenada,Fabio,

a la muerte, por decreto tuyo,

y la sentencia airadani la
apelo,

resisto ni la huyo,

óyeme, que no hay reo tan
culpado

a quien el confesar le sea
negado.

Porque te han informado,dices,

de que mi pecho te ha
ofendido,

me has, fiero, condenado.

¿Y pueden, en tu pecho
endurecido

más la noticia
incierta,

que no es ciencia,que de tantas verdades
la experiencia?

Si a otros crédito has
dado,Fabio,

¿por qué a tus ojos se lo
niegas,

y el sentido trocadode la ley,

al cordel mi cuello entregas,

pues liberal me amplías los
rigores

y avaro me restringes los
favores?

Si a otros ojos he visto,mátenme,
Fabio,

tus airados ojos;si a otro cariño
asisto,

asístanme implacables tus
enojos;

y si otro amor del tuyo me
divierte,

tú, que has sido mi vida, me des
muerte.

Si a otro, alegre, he mirado,

nunca alegre me mires ni te
vea;

si le hablé con agrado,

eterno desagrado en ti posea;

y si otro amor inquieta mi
sentido,

sáqueseme el alma tú, que
mi alma has sido.

Mas, supuesto que muero,

sin resistir a mi infeliz
suerte,

que me des sólo
quierolicencia

de que escoja yo mi muerte;

deja la muerte a mi elección
medida,

pues en la tuya pongo yo la
vida.

 

ESTA TARDE MI BIEN

Esta tarde, mi bien, cuando te
hablaba,

como en tu rostro y tus acciones
vía

que con palabras no te
persuadía,

que el corazón me vieses
deseaba;

y Amor, que mis intentos
ayudaba,

venció lo que imposible
parecía:

pues entre el llanto, que el dolor
vertía,

el corazón deshecho
destilaba.

Baste ya de rigores, mi bien,
baste:

no te atormenten más celos
tiranos,

ni el vil recelo tu inquietud
contraste

con sombras necias, con indicios
vanos,

pues ya en líquido humor viste y
tocaste

mi corazón deshecho entre tus
manos.

 

ESTOS VERSOS LECTOR
MÍO

Estos versos, lector
mío,

que a tu deleite consagro,

y sólo tienen de buenos

conocer yo que son malos,

ni disputártelos
quiero,

ni quiero recomendarlos,

porque eso fuera querer

hacer de ellos mucho caso.

No agradecido te busco:

pues no debes, bien mirado,

estimar lo que yo nunca

juzgué que fuera a tus
manos.

En tu libertad te pongo,

si quisieres censurarlos;

pues de que, al cabo,

te estásen ella, estoy muy al
cabo.

No hay cosa más libre

que el entendimiento humano;

pues lo que Dios no violenta,

por qué yo he de
violentarlo?

Di cuanto quisieres de ellos,

que, cuanto más
inhumano

me los mordieres, entonces

me quedas más obligado,

pues le debes a mi musa

el más sazonado plato

(que es el murmurar),
según

un adagio cortesano.

Y siempre te sirvo, pues,

o te agrado, o no te agrado:s

i te agrado, te diviertes;

murmuras, si no te cuadro.

Bien pudiera yo decirte

por disculpa, que no ha dado

lugar para corregirlos

la priesa de los traslados;

que van de diversas letras,

y que algunos, de muchachos,

matan de suerte el sentido

que es cadáver el
vocablo;

y que, cuando los he hecho,

ha sido en el corto espacio

que ferian al ocio

lasprecisiones de mi estado;

que tengo poca saludy continuos
embarazos,

tales, que aun diciendo esto,

llevo la pluma trotando.

Pero todo eso no sirve,

pues pensarás que me
jacto

de que quizá fueran
buenos

a haberlos hecho despacio;

y no quiero que tal creas,

sino sólo que es el darlosa la
luz,

tan sólo porobedecer un
mandato.

Esto es, si gustas creerlo,

que sobre eso no me mato,

pues al cabo harás

lo quese te pusiere en los
cascos.

Y adiós, que esto no es
más

dedarte la muestra del
paño:

si no te agrada la pieza,

no desenvuelvas el fardo.

 

YA QUE PARA DESPEDIRME

Ya que para despedirme,

dulce idolatrado dueño,

ni me da licencia el llanto

ni me da lugar el tiempo,

háblente los tristes
rasgos,

entre lastimosos ecos,

de mi triste pluma, nunca

con más justa causa
negros.

Y aun ésta te hablará
torpe

con las lágrimas que
vierto,

porque va borrando el agua

lo que va dictando el fuego.

Hablar me impiden mis ojos;

y es que se anticipan ellos,

viendo lo que he de decirte,

a decírtelo primero.

Oye la elocuencia muda

que hay en mi dolor, sirviendo

los suspiros, de palabras,

las lágrimas, de
conceptos.

Mira la fiera borrasca

que pasa en el mar del pecho,

donde zozobran, turbados,

mis confusos pensamientos.

Mira cómo ya el vivir

me sirve de afán
grosero;

que se avergüenza la vida

de durarme tanto tiempo.

Mira la muerte, que esquiva

huye porque la deseo;

que aun la muerte, si es
buscada,

se quiere subir de precio.

Mira cómo el cuerpo
amante,

rendido a tanto tormento,

siendo en lo demás
cadáver,

sólo en el sentir es
cuerpo.

Mira cómo el alma misma

aun teme, en su ser exento,

que quiera el dolor violar

la inmunidad de lo eterno.

En lágrimas y
suspirosalma

y corazón a un tiempo,

aquél se convierte en
agua,

y ésta se resuelve en
viento.

Ya no me sirve de vida

esta vida que poseo,

sino de condición sola

necesaria al sentimiento.

Mas, por qué gasto
razones

en contar mi pena y dejo

de decir lo que es preciso,

por decir lo que estás
viendo?

En fin, te vas, ay de mi!

Dudosamente lo pienso:

pues si es verdad, no estoy
viva,

y si viva, no lo creo.

Posible es que ha de haber

díatan infausto,
funesto,

en que sin ver yo las tuyas

esparza sus luces Febo?

Posible es que ha de llegar

el rigor a tan severo,

que no ha de darle tu vista

a mis pesares aliento?

Ay, mi bien, ay prenda
mía,

dulce fin de mis deseos!

Por qué me llevas el
alma,

dejándome el
sentimiento?

Mira que es
contradicción

que no cabe en un sujeto,

tanta muerte en una vida,

tanto dolor en un muerto.

Mas ya que es preciso, ay
triste!,

en mi infeliz suceso,

ni vivir con la esperanza,

ni morir con el tormento,

dame algún consuelo

en el dolor que padezco;

y quien en el suyo muere,

viva siquiera en tu pecho.

No te olvides que te adoro,

y sírvante de recuerdo

las finezas que me debes,

si no las prendas que tengo.

Acuérdate que mi amor,

haciendo gala de riesgo,

sólo por atropellarlo

se alegraba de tenerlo.

Y si mi amor no es bastante,

el tuyo mismo te acuerdo,

que no es poco empeño
haber

empezado ya en empeño.

Acuérdate, señor
mío,

de tus nobles juramentos;

y lo que juró la boca

no lo desmientan tus hechos.

Y perdona si en temer

mi agravio, mi bien, te
ofendo,

que no es dolor, el dolor

que se contiene atento.

Y adiós; que con el
ahogo

que me embarga los alientos,

ni sé ya lo que te digo

ni lo que te escribo leo.

 

DIME VENCEDOR RAPAZ

Dime vencedor Rapaz,

vencido de mi constancia,

¿Qué ha sacado tu
arrogancia

de alterar mi firme paz?

Que aunque de vencer capaz

es la punta de tu
arpón,

¿qué importa el tiro
violento,

si a pesar del vencimiento

queda viva la razón?

Tienes grande
señorío;

pero tu jurisdicción

domina la
inclinación,

mas no pasa el
albedrío.

Y así librarme
confío

de tu loco atrevimiento,

pues aunque rendida siento

y presa la libertad,

se rinde la voluntad

pero no el consentimiento.

Partes: 1, 2

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