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Burocracia, Weber, estructura de poder




Enviado por César Barrantes




    La estructura de poderMonografias.com

    La estructura de poder

    Partiendo de las características estructurales
    del movimiento político-cultural y las condiciones
    específicas conjugadas para la creación de la GAN,
    no podemos definirla como "sistema abierto", "caja negra" ni
    mucho menos, "sistema cerrado" autopoiètico.

    Vemos al Proyecto GAN como la constitución de una
    singular cristalización de fuerzas político –
    culturales y prácticas discursiva inscritas en la
    multiplicidad de relaciones desiguales, y por lo tanto, en
    tensión constante, de poder inmanentes al dominio de la
    "arena política"[1] de la
    Administración Pública Venezolana.

    Los estados de poder[2]inestables
    contraídos por su medio por las fuerzas impulsoras del
    Proyecto, determinaron que las elecciones intencionales que
    organizaron los sentidos con los que se elaboró su
    discurso, permitieran articular a su favor las condiciones
    objetivas y subjetivas de una concertación con los
    sectores burocráticos y estamentales, y "clavar su
    bandera" en el espacio institucional que se materializó en
    lo que denominamos el museo sin paredes sea la GAN.

    Ahora bien, no obstante haberlo ganado en la lucha
    política, lo cual da cuenta del no – monolitismo del
    aparato burocrático público, dicho espacio no es
    campo magnético que la aísla e inmuniza contra las
    "malas influencias". Al contrario, en su seno juegan
    diferencialmente la presencia y ausencia reales o
    simbólicas de una multiplicidad de determinaciones y
    condicionamientos de muy diverso signo, orden y complejidad;
    éstos introducen una pluralidad de mediaciones,
    mediatizaciones, desplazamientos y condensaciones al interior
    mismo de los radios de operaciones en y a través de los
    cuales se expresa lo específicamente interno del Proyecto
    – GAN, la policromía de sus relaciones con el cuerpo
    social e institucional y los actores sociales que expresan
    proyectos diferentes, antagónicos o no.

    Estos reconstruyen, más o menos consciente o
    más o menos inconsciente, esa realidad relacional,
    objetiva a sus aspiraciones, necesidades, valoraciones y
    posiciones, y plantean objetivos y funciones diferencial,
    generalmente opaca, que intentan articular la lógica del
    Proyecto a otros discursos que luchan por su hegemonía en
    el campo de la producción cultural.

    La lucha intraburocrática es el modo en que
    operan los aparatos estatales públicos y privados. Ante
    ella la GAN elabora respuestas concretas, la endogeniza, procesa
    y rearticula estratégicamente, en tanto y en cuanto afecta
    su propia autonomía relativa y la viabilidad de sus
    relaciones internas y externas.

    Lo anterior no autoriza a argumentar que la GAN
    está compuesta por dos estructuras la "formal"
    correspondiente a la burocracia y la "informal" a las instancias
    de mediación colectiva – que conviven y se comunican
    más o menos fluidamente. Esta no es una
    organización dual en cuyo caso se tendría como
    tarea prioritaria ensamblar exterioridades que existen
    independientes una de la otra, y, aunque tenga algún
    sentido afirmarlo, la "organización informal" no
    surgió dentro de la "formal" gracias a las condiciones
    naturales que esta le ofreció; tampoco a su costa hasta
    alcanzar cuerpo propio en virtud de los cual se le concede un
    salvoconducto institucional más no la legitimación
    ciudadana.

    Esta vía es reduccionista y mitificadota. No nos
    permite visualizar lo específicamente original en la
    constitución connotativa de los significados a que se
    refieren los términos formal e informal dentro del
    universo vocabular de la GAN. En este sentido, lo formal viene
    siendo desformalizado y lo informal formalizado de tal manera que
    estos desplazamientos convergen en la sustitución de unos
    contenidos por otros; ello no significa la exclusión
    victoriosa de los formal por lo informal, sino la
    redimensionalización de sus funciones diferenciales. Ambas
    desaparecen como estructuras y se articulan como elementos de
    poder-hacer del conjunto vital de la comunidad
    laboral.

    En otras palabras, si bien es cierto las reglas del
    juego institucional determinaron la configuración formal
    de la estructura jerárquico-administrativa que define la
    GAN como entidad pública dependiente del CONAC, ella
    responde por su autonomía relativa a través de una
    administración delegada.

    Administración delegada tiene, dentro de los
    términos de la "arena política", el carácter
    de un convenio de no-intervención en los asuntos internos
    de la GAN. Ello le ha permitido a ésta utilizar
    discretamente el andamiaje burocrático, mediatizar la
    lógica de dominación de la racionalidad
    tecnocrática y avanzar, en armonía con los
    postulados y principios endógenos del Proyecto mismo,
    hacia la conformación de una estructura organizacional
    que, lejos de generar comportamientos acomodaticios, fuera
    funcional al cumplimiento de sus objetivos, la creatividad,
    compromiso existencial, espíritu de servicio y solidaridad
    en la convivencia humana del equipo de trabajo que le da
    vida.

    La estructura de poder de la GAN está sustentada,
    no en el principio implacable del poder monolítico
    tecnocrático y autoritario que reduce y automatiza el
    proceso de trabajo, separa al productor de su producto y
    esquizofreniza la personalidad humana. Al contrario, está
    fundada firmemente en los procesos decisionales de un sujeto
    colectivo que ejercita voluntariamente la colaboración
    solitaria y practica cotidianamente su voluntad de
    poder.

    En este sentido, la estructura no es monolítica,
    sino pluridimensional en el sentido de la constitución de
    una constelación de relaciones de poder que no significan
    esferas puras de acción fácilmente delimitables y
    separables -excepto para efectos de análisis– a las que se
    les atribuyen intereses estamentales apriorísticos que
    responden a la presencia de estructuras interesadas de fuerzas
    que luchan por el control de aparato del estado.

    Ninguna de ellas existe en su propia materialidad
    física por sí y ante sí con un significado
    absoluto, sino, en cuanto que cada una está constituida
    "en teoría" como un referente nunca puro ni inmutable,
    respeto del cual las diversas prácticas de los distintos
    oponentes al interior de la GAN generan sus propias resistencias
    y adquieren identidad y carácter cotidiano.

    En otras palabras, no hay una relación de poder
    determinante en última instancia de las otras. Cada una es
    elida con una variedad de sentidos que se inscriben en la lucha
    discursiva de los diferentes actores que componen la comunidad
    laboral de la GAN, lucha a través de la cual se le
    imprimen a éstas orientaciones, estilos de trabajo,
    reestructuraciones, nuevos significados y prácticas
    organizacionales para la creación cultural.

    Evidentemente, su especificidad es lo que crea la
    posibilidad de sustituciones y desplazamientos -reales,
    imaginarios o simbólicos- del conjunto de significaciones,
    hechos, elementos y relaciones que la componen; por lo tanto, el
    juego de las diferencias[3]la pluralidad de
    opciones y mediaciones encuentran en ella un amplio espectro para
    su potencialización, procesamiento y sinterización
    en y a través de la discusión reflexiva, pero
    fundamentalmente, por la red de relaciones íntersubjetivas
    de carácter espontáneo y profundamente humano que
    recubre el cuerpo de la Institución e irriga sus
    más recónditos intersticios.

    Esta es la razón por la que, contrariamente a la
    secular tradición burocrática, la
    problemática organizacional de la GAN plantea la
    constitución de una peculiar división de trabajo
    cultural. Esta se responde con la experiencia voluntaria de
    cooperación fraterna e intercambios sensibles para la
    producción colectiva de bienes y servicios
    artístico-culturales que, por definición, son de
    propiedad societal y, en consecuencia, socialmente
    administrados.

    Si tradicionalmente la organización del proceso
    de trabajo es función exclusiva de oficinas de
    programación u organización y métodos, en la
    GAN se encuentra "socializada" en cuanto pertenece al poder real,
    sea, la comunidad laboral misma constituida en
    sujeto-colectivo.

    En este sentido, la posición de los
    cargos-funciones está detentada exclusivamente por la
    autoridad colectiva, aunque evidentemente ha habido nombramientos
    impuestos por el CONAC. No obstante, tanto las jefaturas como
    todo puesto, son delegados por consenso en personas a quienes se
    les reconoce ciertas capacidades, habilidades, representatividad,
    rasgos de personalidad, etc. De forma tal que los niveles
    jerárquico-administrativos manejen ciertas variables de
    libertad que les dan capacidad de movimiento e iniciativa en
    todos los momentos de los procesos conducentes a la toma de
    decisiones que se materializan en y a través de las
    instancias de mediación colectiva.

    Una condición para optimizar la división y
    organización del trabajo, es prescindir precisamente de la
    práctica legitimadora del poder monocrático y
    autoritario; desacralizar el mito de la superioridad
    tecnológica de la estructura jerárquica de la
    producción y especialización parcelaria, las cuales
    hacen perder a los funcionarios y trabajadores en general su
    sentido de contexto, les embota su inteligencia y atrofia la
    imaginación en aras de su supuesto ilusorio: el incremento
    de la habilidad de cada individuo aislado.

    La experiencia misma de la GAN demuestra que la
    exigencia de un sistema fundado sobre una estructura
    rígidamente jerarquizada, no prueba en modo alguno la
    superioridad técnica de la subdivisión,
    atomización y desintegración del proceso productivo
    -con lo cual se hace imprescindible el papel organizador del jefe
    o patrón- sobre la combinación de tareas realizadas
    por los propios empleados.

    Demuestra, eso sí, que la vigencia del sistema
    burocrático se mantiene -pese a que intelectualmente la
    teoría que lo sustenta se ha desprestigiado a sí
    misma- por la fuerza de la represión
    ideológico-política e incluso militar como lo
    demuestran los regímenes" burocrático-autoritarios"
    del Cono Sur. Es, por lo demás, la prueba objetiva de la
    eficiencia y eficacia alternativa de la combinación de
    tareas realizada por los trabajadores-productores
    directos.

    Demuestra, que para que ésta sea
    eficaz,

    "……..no son necesarios ni la
    parcelación y la especialización de los trabajo, ni
    la división del trabajo intelectual y manual, ni el
    monopolio de la ciencia por unas "élites", ni el
    gigantismo de la instalaciones y la centralizaciones que de se
    deriva."[4]

    Atrás señalamos el carácter
    contestatario del proyecto GAN que ubica a éste en la
    crítica al "síndrome de la alienación"
    provocado por la moderna sociedad tecnológica.

    El modelo organizacional adoptado por ésta fue
    estudiado y sistematizado por Max Weber a comienzos del presente
    siglo, se conoce con el nombre de "creciente
    burocratización".

    Dicho modelo ha sido objeto de múltiples
    modificaciones, relativizaciones y "enriquecimientos" a
    través de los cuales se reorganizan sus elementos y
    enfatizan aspectos excluidos del análisis
    weberiano.

    Tanto dentro de las teorías de
    administración como de organización, existen
    modelos que incorporan los avances de la sicología,
    sociología, cibernética, etc., pero ninguno de
    ellos abandona ni la razón de la racionalización
    técnica, ni la razón de subordinación de la
    estructura monocrática de la organización
    burocrática.

    Esta afirmación es válida para todo el
    espectro que va desde las teorías "X" (el fayol-taylorismo
    cuya aplicación en la URSS fue promovida por el mismo
    Lenin, y el fordismo del que Gramsci exaltó sus bondades),
    pasando por las teorías "Y" (la escuela de las relaciones
    humanas, el enriquecimiento de tareas, autonomía
    responsable y todas las teorías "Z" lanzadas al estrellato
    por el "milagro económico" del
    Japón[5]

    En virtud de lo anterior, aquí no entraremos al
    abordaje de ninguna de estas variantes. Creemos que la
    exposición de las características más
    sobresalientes para nuestros efectos del modelo clásico u
    ortodoxo, engarza mejor con los objetivos del presente
    trabajo.

    Además, el modelo burocrático tiene
    todavía una presencia simbólica, real e imaginaria
    cuyos efectos prácticos pueden estudiarse con holgura en
    todas las organizaciones públicas y privadas.

    Basten, pues, las líneas siguientes para
    introducir temáticas de importantes dimensiones que pueden
    empujar la reflexión de los espíritus inquietos
    preocupados por la búsqueda de caminos alternativos a los
    tradicionales.

    Los principios estructurales definitorios de una
    organización burocrática, sea, la moderna empresa
    pública o privada, son, siguiendo a Max
    Weber[6]los siguientes:

    • La existencia inevitablemente objetiva y
      absolutamente racional e impersonal de un "mecanismo" de
      poder autoritario, tecnocrático y autocrático
      cuya razón de dominio se expresa en la
      imposición indiscutiblemente unidireccional, de una
      forma específicamente burocrática de relaciones
      (p.741) de subordinación.

    • Esta concepción de organización
      burocrática es una derivación directa del
      misticismo de la racionalidad
      científico-técnica de la Revolución
      Industrial, cuya representatividad está conferida
      autónomamente a la moderna dirección
      empresarial pública y privada. Es decir, en palabras
      de Weber, el principal pilar en que se fundamenta el poder
      burocrático es "absoluta necesidad técnica
      basada en los conocimientos especializados" (p.753) que tiene
      irresistiblemente a un ineluctable y absoluto control
      restrictivo de la vida material y humano – social.

    • El "carácter cotidiano" y la "continuidad de
      su subsistencia" (p.753) hacen de la dominación
      burocrática "un instrumento de precisión"
      (p.743) – es decir, un medio que como tal sirve
      funcionalmente a un poder extraburocrático – sumamente
      ágil, e eficiente, tecnológicamente superior a
      cualquier otro tipo de organización, uniforme (p.
      731), productivo y prácticamente inquebrantable de
      forma tal que es imposible para los dominados desprenderse y
      prescindir de él (p.
      741)[7].

    • El carácter racionalista y totalitario del
      modo de organización burocrática del trabajo
      alienado encuentra su fuente de legitimidad en la validez
      abstracta de un derecho objetivo que subordina totalmente el
      ejercicio del mando (p. 738) y gobierna "según las
      reglas previsibles" (p. 732), "abstractas" (P. 738) y "sin
      aceptación de personas" (p.785).

    Esta concepción del derecho, absolutamente
    afincada en las indeterminaciones insensibles del plano universal
    abstracto, aniquila todas las especificidades o caracterizaciones
    particulares, todos los rasgos contingentes del hombre de carne y
    hueso que hace la historia en la situación concreta de
    múltiples determinaciones. Despersonaliza, deshumaniza y
    devora a los individuos en la abstracción etérea de
    los principios jurídicos universales. Congela
    arbitrariamente el saber y el querer de éstos en la
    razón inerte de los intereses perennes, inmutables y sin
    historia.

    Esto quiere decir, en la lógica del pensamiento
    weberiano, que las "atribuciones legales" distribuidas en
    abstracto para que los puestos de mando burocrático
    ejerzan el control restrictivo sobre los dominados, no autorizan
    en modo alguno a ningún funcionario en concreto, a
    decretar normas especiales para cada caso particular.
    (p.718).

    No obstante, la moderna empresa burocrática se
    legitima su perimida superioridad tecnológica sobre
    cualquier otro modo de organización, sino, precisamente, a
    través de su razón de dominio expresada formalmente
    en normas racionales de cálculo y acción previsible
    que someten coactivamente al hombre a la voluntad irracional del
    hombre.

    En virtud de ese derecho abstracto y valorativamente
    neutro que le da la legitimidad, el aparato burocrático
    tiene impuesto el "deber objetivo" de servir a una "Finalidad",
    también objetiva e impersonal (p. 719) que puede
    traducirse en el servicio a "intereses de dominio" de tipo
    económico, político, financiero o de cualquier otra
    índole (p.743) así como en la disposición de
    trabajar en la dirección de los poderes necesariamente
    burocráticos que se sirven de él (742).

    Para Weber, "el capitalismo y la burocracia se han
    encontrado y se pertenecen íntimamente"[8],
    en virtud de la superioridad científico-técnica del
    modo de organización burocrática del trabajo
    alienado. Entre las múltiples condiciones necesarias para
    la plena realización de éste, se cuenta su
    coincidencia adscriptiva con los imperativos de la
    producción mecanizada y de la competencia irresistible que
    obligan a las unidades de producción pública y
    privada a la maximaciòn compulsiva de la tasa de ganancia
    y, en consecuencia, de la eficiencia en su
    funcionamiento.

    Es esta "peculiaridad específica tan bienvenida
    para el capitalismo" (p. 732) la que es desarrollada por la
    burocracia.

    "en tanto mayor grado cuando más se deshumaniza,
    cuanto más completamente alcanza…. la eliminación
    del amor, del odio y de todos los elementos sensibles puramente
    personales, de todos los elementos irracionales que se sustraen
    al cálculo". (p.732)

    El control restrictivo contiene en sí mismo un
    aspecto funcional que implícitamente hace depende a la
    organización burocrática de la orientación
    que la "capa dominante" le imprime a la sociedad
    industrial.

    Asimismo, plantea como necesidad técnica el
    indiscutible sometimiento sumiso[9]de los
    funcionarios a la disciplina domesticadora inmanente al modo de
    organización que nos ocupa.

    En razón de lo anterior, para Weber los puestos
    de mando de la organización burocrática se
    encuentran rígidamente estratificados en correspondencia
    funcional con los niveles de jerarquía administrativa
    monocráticamente dispuestos, de forma tal que la "marcha
    incesante" de su propia racionalidad, únicamente puede ser
    movida o detenida por la "autoridad superior" que es la que le
    prescribe la ruta determina (p. 741).

    Estaturariamente, se traduce en la imposición de
    una constelación de "deberes oficiales" (p. 716) que
    obligan a los funcionarios de "arriba" y de "abajo" a rendir,
    dentro de su labor habitual, obediencia ciega a la autoridad
    jerárquicamente superior, subordinarse totalmente a las
    normas y reglamentos fijos (p. 742), maximizar la eficiencia y la
    productividad, y permanecer lealmente al servicio de las "tareas
    objetivas" para las que fueron nombrados (pp.719, 753,
    776).

    La creación de "las competencias especiales" dan
    vigencia a las "ordenes concretas" emanadas de los poderes de
    mando (p. 792), garantizan su estricto acatamiento y delimitan el
    alcance y contenido de la "fidelidad objetiva" al cargo
    (p.776).

    Finalmente, en virtud de la "razón
    administrativa" todos los poderes de mando son ocupados
    indefectiblemente por el prototipo del calculista puro, por el
    "especialista, rigurosamente, objetivo y tanto menos interesado
    en las cosas propiamente humanas cuanto más complicada sea
    la civilización en referencia" (p. 732).

    Estos, gracias a las "atribuciones oficiales fijas" que
    les son abstractamente conferidas por el estatuto para el
    ejercicio del control restrictivo, concentran en sus manos los
    medios de coacción administrativa, material,
    física, sabrada o de cualquier otra índole (pp.
    717, 736, 737).

    En este enfoque, para la organización
    burocrática existe un único procedimiento normativo
    que asegura la permanencia de los "de abajo" severamente
    subordinados "al interés común de los funcionarios"
    (p. 741), y sin opción de independencia frente a los "de
    arriba" (p. 720): es el nombramiento tecnocrático y
    formalista de personas con aptitudes y destrezas profesionales
    bien determinadas (p.717) por parte de una autoridad superior
    competente (p. 720).

    Así lo afirma Weber:

    "El funcionario no elegido, sino designado por un jefe,
    desempeña su función con más exactitud desde
    el punto de vista técnico, pues en las misma
    circunstancias, los puntos de vista puramente profesionales y las
    aptitudes técnicas determinan con mayor probabilidad su
    elección y su carrera" (p. 720).

    La objetividad de este tipo de procedimiento garantiza
    la sumisión técnica y económicamente
    necesaria a la disciplina del trabajo asalariado, y permite
    exigir "un deber específico de
    fidelidad"[10] (p.719) absoluta del puesto, a
    cambio de lo cual los empleados reciben "la garantía de
    una existencia asegurada" (p. 719), la "perpetuidad al cargo"
    (p.721) y, por supuesto, la amputación de sus capacidades
    mentales y afectivas.

    "Perpetuidad al cargo" es la garantía
    jurídica o de hecho que tiene por "finalidad principal
    ofrecer una seguridad con vistas al cumplimiento objetivo y
    exento de toda consideración personal del deber
    específico impuesto por el correspondiente cargo" (pp.
    721-722). No significa un "derecho de posesión" puesto que
    un derecho tal es irreconciliable con la relación
    salarial; por lo demás, trabaría "las posibilidades
    de carrera de los candidatos afanosos" y "la provisión de
    vacantes de acuerdo con las consideraciones de utilidad
    técnica" (p. 722).

    En una administración severamente
    burocrática nos dice Weber se optimizan las posibilidades
    de realización del principio de la división
    técnica del trabajo, "según puntos de vista
    objetivos, distribuyendo los trabajos especiales entre
    funcionarios especializados…que se van adiestrando con la
    práctica constante" (pp. 731-732)

    En realidad, dicho principio es el fundamento mismo de
    la única que postula el modo de organización
    burocrática del trabajo alienado: la monolítica
    unidad de mando del poder autocrático y
    tecnocrático sustentado en el uso de las innovaciones
    tecnológicas compatibles con su supervivencia
    estamental.

    Para su mantenimiento incólume la disciplina del
    control restrictivo exige de principio, la separación
    tajante entre vida privada y actividad oficial, entre patrimonio
    público y privado, entre atribuciones públicas y
    privadas[11](pp. 726, 784).

    En otras palabras, al interior de la empresa
    burocrática, se naturaliza la separación artificial
    entre las fuerzas del trabajo intelectual y las del trabajo
    manual, con lo cuál el trabajador queda sin
    solución de continuidad, automáticamente excluido
    del control sobre los procesos de la producción, y
    separado radicalmente tanto del producto de su trabajo como del
    uso que se le da a éste.

    Asimismo, se legitiman las supuestas bondades de una
    singular "especialización" que, asentada en el
    desmembramiento extremo de las tareas impuestas a cada dominado,
    lejos de capacitar descalifica a la fuerza de trabajo manual e
    intelectual.

    El refrán popular que dice "zapatero a tus
    zapatos" expresa con nitidez la crudeza del pensamiento
    burocrático; viendo en el hombre la plenitud de una
    tuerca, le asigna "cometidos especializados" (p. 741) que lo
    asilan en el desempeño rutinario de tareas tan
    minuciosamente detalladas que lo relevan de su práctica
    reflexiva y transfieren, por la vía de la
    expropiación, su mente y su alma a la dirección
    burocrática de la moderna empresa pública y
    privada.

    En el análisis weberiano, la racionalidad
    burocrática supone que el burócrata aspira a un
    estilo de "vida estamental" y a la posesión de un
    "estatuto de funcionarios que, con la seguridad material en la
    vejez, aumenta las garantías (jurídicas) contra la
    privación arbitraria del cargo" (p.722)

    El cumplimiento cabal del "código de honor"
    correspondiente y la adscripción a la "convenciones
    sociales"[12] (28) establecidas confieren, ante
    "los ojos de la capa dominante" (p.722) un "rango social" y una
    "estima convencional" que inducen en el dominado la creencia
    ilusoria de que cuanto más rigurosa es su
    subordinación al poder de la enérgica
    dirección de la moderna empresa burocrática
    pública o privada, tanto mejor queda garantizada la
    satisfacción de sus aspiraciones (p.722) y gratificado "su
    sentimiento de dignidad personal (p.726).

    Es esta compatibilidad entre la "sólida
    conciencia estamental" del funcionamiento con su " voluntad de
    subordinación completa a los jefes" (p.726, lo que
    determina su domesticación, es decir, su "
    incorporación en las condiciones objetivas, dada de una
    vez para siempre, del mecanismo fundado en la disciplina" (p.
    726) del control restrictivo.

    Del funcionamiento de este circuito completo depende la
    transmutación del principio de la razón inerte en
    principio de eficiencia al servicio automático de la
    supervivencia de la estructura de dominación. El control
    restrictivo aparece entonces como la inercia misma del sistema
    burocrático que lo lleva a la rutinización y, por
    tanto, a su integración total.

    Esta es la razón por la cual la estructura
    autoritaria de la organización burocrática
    encuentra su apoyo leal según Weber, en la obediencia
    ciega a normas fijas y reglamentos obligatorios por parte de los
    que quedan sometidos unidimencionalmente a su poder (pp. 753 y
    775), y por la cual "el funcionario profesional está
    encadenado a su labor con toda su existencia material e ideal."
    (p.741).

    Finalmente, diremos, parafraseando a Sartre, esta es la
    razón por la cual el hombre deja de ser el hijo del hombre
    para degradarse en producto de su propio
    producto[13]

     

     

    Autor:

    César A. Barrantes A.

    Luisa Bethencourt G.

    (1982), tercer capítulo del texto, La
    Galería de Arte Nacional. Una experiencia de
    planificación estratégica
    , Consejo Nacional de
    la Cultura, Galería de Arte Nacional, Caracas.

    [1] Sobre la burocracia como arena
    política ver Oscar Oszlak, “Políticas
    Públicas y Regímenes a partir de algunas
    experiencias latinoamericanas”, Ediciones CEDES. Vol. 3 N
    º 2, 1980. Buenos Aires.

    [2] Para una conceptualización
    apropiada para nuestros fines ver Michel Foucault. Historie de
    la sexualité. La volonté de savoir. Gallimard,
    París, 1976. Pp. 121 a 128 (hay traducción al
    español por siglo XXI). Asimismo, del mismo autor, Un
    diálogo sobre el Poder, Alianza Editorial, Madrid, 1981,
    Pp.81 a 83.

    [3] Cfr. Henri Lefebvre. Manifiesto
    Diferencialista, Editorial Siglo XXI México, 1971.

    [4] André Gorz. Crítica de la
    División del Trabajo. Editorial Laia, Barcelona, 1977.
    P. 11.

    [5] Cfr. William Ouchi. La Teoría Z,
    Fondo Educativo Interamericano Colombia, 1981. Para un intento
    de “venezolanización” en la industria
    petrolera, ver Liliana Romo Gallegos. “Maraven
    está creando círculos de calidad”, El
    Diario Económico, Caracas, 9 de septiembre de 1983, p.
    10. Para un tratamiento metódico y crítico de la
    teoría administrativa, ver Bernardo Kliksberg. El
    pensamiento organizativo de taylorismo a la teoría de la
    organización (2 tomos), Paidós, Buenos Aires,
    (varias ediciones).

    [6] Max Weber. Economía y Sociedad.
    FCE., México, 1974, tomo 2, pp. 106-810. En este
    acápite las comillas indican las palabras textuales de
    Weber y los paréntesis con una p. y tres dígitos
    indican la página correspondiente. Para una
    crítica, ver Bernardo Kliksberg y otros, Cuestionario en
    Administración; Paidós, Buenos Aires, varias
    ediciones. También, Herbert Marcuse,
    Industrialización y Capitalismo, capítulo
    “La sociedad Opresora”, Editorial Tiempo Nuevo,
    Caracas, 1970, pp. 11-36.

    [7] “ Si las leyes de las naciones
    pueden tener como las de la naturaleza, una inflexibilidad que
    jamás fuerza humana alguna pueda vencer, la dependencia
    de los hombres se volverá entones la de las
    cosas”. J. J. Rousseau, Emilio, Editorial Costa Rica, San
    José, 1979. P. 26.

    [8] Citado por Eugene Kamenka y otros, La
    Burocracia. Trayectoria de un concepto, FCE, Breviarios,
    México, 1981, p.125.

    [9] “Es una convención vana y
    contradictoria estipular por un lado una autoridad absoluta y
    por otro una obediencia sin límites”. J. J.
    Rousseau, Del contrato social, Alianza Editorial, Madrid, 1980,
    pág. 16.

    [10] “Ceder a la fuerza es un acto de
    necesidad, no de voluntad; es todo lo más un acto de
    prudencia. ¿En qué sentido podrá ser un
    deber?….Yo hago contigo un convenio enteramente en perjuicio
    tuyo y enteramente en beneficio mío, que yo
    observaré mientras me plazca, y que tú
    observarás mientras me plazca“. J. J. Rousseau.
    Op. Cit. pp. 13 y 22.

    [11] “los charlatanes del Japón
    despedazan, según dicen, a un niño a la vista de
    los espectadores, y luego, arrojando todos sus miembros uno
    tras otro al aire, hacen que vuelva a caer el niño vivo
    y totalmente entero. Así son más o menos los
    juegos de manos de nuestros políticos; después de
    haber desmembrado el cuerpo social mediante una
    prestidigitación digna de feria, vuelven a juntar las
    piezas no se sabe como”. J. J. Rousseau, Op. Cit. P.
    32.

    [12] “Puesto que ningún hombre
    tiene una autoridad natural sobre su semejante, y puesto que la
    fuerza no produce ningún derecho, quedan, pues, las
    convenciones como base de toda autoridad legítima entre
    los hombre” J. J. Rousseau, Op. Cit. Pp.14-15.

    [13] Simone de Beauvoir, La ceremonia del
    adiós, Editorial EDHASA, Barcelona, 1982, p. 24.

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