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Comercio Internacional y Relaciones Comerciales Internacionales



Partes: 1, 2

  1. Conceptos
    básicos
  2. Evolución de
    la División Internacional del Trabajo (DIT) y su
    incidencia en las relaciones comerciales
    internacionales
  3. Comercio exterior:
    forma principal de inserción de las economías
    nacionales en el mercado mundial
  4. Mercado
    mundial
  5. Mercado mundial
    representativo
  6. Tendencias del
    comercio internacional
  7. Bibliografía

Conceptos
básicos

Si entendemos el comercio internacional como el
intercambio de bienes y servicios entre agentes de espacios
económicos diferentes, o dicho de otra manera, como la
sistematización de la actividad de comercio exterior
,
veremos que el fenómeno objeto de estudio es anterior a la
formación de los propios Estados nacionales modernos,
hecho que se atestigua con el incremento alcanzado por el
comercio exterior genovés, veneciano,
etc.[1] De hecho los intercambios entre los
diferentes espacios económicos preceden al comercio
doméstico, por ejemplo en Europa, cuando este
último aún no existía socialmente (fuera de
eventuales transacciones individuales y aisladas), el comercio
entre feudos y/o ciudades-estados tenía ya un importante
nivel de desarrollo. Así, el comercio nace primero en su
dimensión internacional, con el intercambio de los
excedentes (cada vez mayores, gracias al aumento de las fuerzas
productivas) que generaban aquellas organizaciones.

También consideramos al comercio colonial, que
jurídicamente hablando se realizaba al interior de un
mismo Estado, constituye también una forma de comercio
internacional desde el punto de vista de la economía: por
ejemplo, el comercio entre España y sus virreinatos y
capitanías generales en el continente americano. Es por
estas razones que ciertos autores prefieren utilizar
terminologías como comercio mundial, para evitar las
implicaciones del concepto "nacional", que distorsiona, en cierta
medida, el contenido de esa rama de la
economía.

En el comercio internacional intervienen tanto agentes
públicos como privados. Esto significa que no se refiere
solo a los intercambios entre dos países como tales sino
entre agentes de un país con agentes extranjeros; al
tratarse, en la mayoría de los casos de empresas privadas
o públicas que actúan en tanto empresas privadas,
es decir, sujetas a las legislaciones nacionales y a las leyes
del intercambio mercantil, tal como ellas se manifiestan en cada
momento.

Como ocurre con las demás ramas de la
economía, en el comercio internacional el fenómeno
es anterior a la teoría. Esto significa que la materia que
nos ocupa (la teoría del comercio internacional), no tiene
por objeto el «producir» comercio exterior o lograr
mejorar la comercialización de los productos nacionales
(no se trata de técnicas comerciales), sino estudiar las
leyes económicas que lo rigen, determinar sus
consecuencias sobre el desarrollo económico y, de
ahí, establecer las políticas para esta esfera de
la actividad económica.

Evolución de
la División Internacional del
Trabajo (DIT) y su
incidencia en las relaciones comerciales
internacionales

Desde la antigüedad más remota han existido
el intercambio y circulación de bienes entre distintos
grupos humanos cuando se ha producido un excedente
económico, fundamentalmente como consecuencia de la
división del trabajo entre los mismos.

En las condiciones de la producción mercantil,
cada una de las ramas de la producción industrial y
agrícola se convierte en mercado la una para la otra. La
diferenciación de la producción en ramas
especializadas representa en sí un proceso de
profundización y ampliación de la división
social del trabajo. Cuanto más se desarrolla la
producción mercantil, tanto más profunda se hace la
división del trabajo y se aumenta cada vez más la
esfera de intercambio de las mercancías, es decir, el
mercado.

Cuando el proceso de diferenciación de la
producción social sale de los marcos de ciertos
países, entonces la división social del trabajo
adquiere carácter de división internacional del
trabajo, y sobre esta base surge el mercado mundial. En ello
juega también un rol importante el comercio exterior de
las naciones.

Para Marx, la división internacional del trabajo
es: «…un elemento de las fuerzas productivas que, como
todas las fuerzas productivas, se presenta en formas sociales
determinadas, es decir, relaciones de producción, por las
que serán decisivamente
influenciadas».[2] Es decir, para Marx, a
diferencia de los economistas clásicos que lo antecedieron
y que subordinaban la división internacional del trabajo a
las condiciones naturales, este fenómeno dependía,
además, del nivel de desarrollo de las fuerzas productivas
y el carácter de las relaciones de producción. De
ahí la concepción de que mientras mayor sea el
desarrollo de las fuerzas productivas, menor será la
dependencia de un país respecto a las condiciones
naturales para la determinación de su
especialización y, por consiguiente, de su
inserción a la economía mundial.

La división internacional del trabajo
determinó la especialización de los países
en la producción y exportación de diversos tipos de
productos. Esta especialización, junto con la
separación de los distintos países en tanto cada
uno de estos constituía una determinada entidad
político-económica del mundo, condicionó el
surgimiento y posterior desarrollo del comercio
internacional.

El desarrollo alcanzado por las fuerzas productivas con
el surgimiento y ulterior evolución del modo de
producción capitalista, contribuyó a que se
profundizara la división internacional del trabajo y la
especialización internacional de la producción
entre los países, lo que trajo como consecuencia un
desarrollo del comercio internacional que quedaba expresado no
sólo en el aumento de los volúmenes de
mercancías intercambiadas y (o) en el valor de estas, sino
también en el carácter cada vez más complejo
de las relaciones comerciales externas.

Sin embargo, conviene destacar que esta relación
entre comercio internacional y división internacional del
trabajo no es en un solo sentido en tanto el primero ha incidido
sustancialmente sobre la segunda. Los países no se
comportan como agentes pasivos de la economía mundial,
sino que tratan, a partir de modificaciones en su estructura
productiva y en su comercio exterior, de mejorar su
posición en la división internacional del trabajo,
o lo que es lo mismo, mediante su participación más
activa y favorable en el comercio internacional, buscan
perfeccionar su inserción en la economía
mundial.

En sus inicios, la división social del trabajo
obtuvo notable desarrollo en el periodo manufacturero del
capitalismo, y constituyó la base para el crecimiento del
mercado interior, el cual en su devenir se transformó en
mercado nacional único. Sin embargo, la producción
manufacturera basada en el trabajo manual, con sus posibilidades
limitadas para el desarrollo de la producción de
mercancías, no estaba en condiciones de garantizar la
ampliación de las relaciones económicas, tanto
entre las regiones de un país, como entre los distintos
países.

La influencia decisiva en la creación del mercado
nacional único y posteriormente del mercado mundial, la
ejerció la gran industria capitalista, que se diferenciaba
de las formas anteriores de industria en que garantizó,
tanto «la producción para un enorme mercado nacional
e internacional, como el desarrollo de íntimas relaciones
comerciales entre las diversas zonas de un país y entre
distintos países».

Luego la gran industria mecánica (fruto de la
Revolución Industrial en Inglaterra en el último
tercio del siglo XVIII) desempeñó un rol decisivo
en el desarrollo del mercado capitalista mundial y de la
división internacional del trabajo.

El desarrollo de la gran producción sobre la base
de la técnica mecánica, condicionó la
especialización multilateral de la producción
social en cada uno de los países por separado, y surgen
infinidad de ramas industriales independientes que producen
nuevos tipos de materias primas, instrumentos de trabajo,
así como artículos de consumo personal. Tal
especialización, amplió la división del
trabajo entre las zonas de un mismo país y entre distintos
países, lo que se reflejó en el desarrollo del
comercio interior y exterior, respectivamente.

En efecto, la gran industria mecánica, al
producir una enorme cantidad de mercancías para la venta,
incluso superior a las capacidades del mercado nacional, se vio
en la necesidad de buscar nuevos mercados fuera de las fronteras
de los Estados. Es así que la exportación de la
producción industrial al mercado mundial aumentó
cada vez más y se tradujo en un incremento de las
relaciones económicas entre los distintos países y
en la incorporación de estos al comercio
mundial.

El desarrollo de la producción masiva de
mercancías sobre la base de la gran industria
provocó, además, la demanda cada vez mayor de
materias primas, lo que se tradujo en que la agricultura y la
minería se transformaran entonces en fuentes importantes
de suministros para la industria. De esta manera, desde su
aparición, la gran industria mecanizada arrastra a la
circulación mundial de mercancías a distintos
países, no sólo como compradores de sus
mercancías, sino también como suministradores de
materias primas.

Aquí se puede constatar nuevamente la
interrelación entre los fenómenos analizados, por
cuanto si bien la división social del trabajo en su forma
interestatal (división internacional del trabajo) al
profundizarse, coadyuvó al desarrollo del comercio
internacional, este último en su constante
evolución, tiende a delinear el rol de un grupo de
países como grandes productores de manufacturas y
demandantes de materias primas, mientras a otros les asigna el
rol de importadores de productos industriales y oferentes de
recursos naturales para la industria.

No obstante, el propio desarrollo de las relaciones
económicas internacionales ha puesto de manifiesto que la
división internacional del trabajo ha estado sujeta a
significativas modificaciones a través del
tiempo.

A partir de 1917, el mundo quedó dividido en dos
sistemas socioeconómicos, y después de la Segunda
Guerra Mundial, con la incorporación al socialismo de un
nutrido grupo de naciones, apareció el sistema mundial del
socialismo. Las relaciones de producción socialistas con
su nuevo carácter, le imprimieron características
diferentes a la división internacional del trabajo,
resultante de los vínculos establecidos entre los
países que adoptaron este régimen social. En
particular, esta nueva división del trabajo se
proponía lograr el desarrollo multifacético de los
países participantes en la misma, contribuir a la
igualación de los niveles de desarrollo económico
de las naciones y estructurar una especialización
internacional de la producción beneficiosa para todos los
países.

Por su parte, la división internacional
capitalista del trabajo de la que hemos venido hablando,
surgió a partir del desarrollo alcanzado por las fuerzas
productivas y las relaciones sociales de producción
capitalistas.

En las condiciones de un bajo desarrollo de las fuerzas
productivas un país, este se verá incorporado al
sistema de la división internacional capitalista del
trabajo en forma desventajosa y con un marcado grado de
dependencia; si en cambio, el país en cuestión
posee un elevado nivel de desarrollo de sus fuerzas productivas
tendrá mayores oportunidades de insertarse ventajosamente
en dicho sistema. Luego, la división internacional del
trabajo supone la inserción desigual de los países
en la economía mundial.

La división internacional capitalista del
trabajo, en su permanente vinculación con el desarrollo
del comercio internacional, reflejó el predominio de
Inglaterra a mediados del siglo XIX como resultado de su
hegemonía en la producción industrial
mecanizada.

Sin embargo, la posición de Inglaterra
comenzó a quebrantarse en la década del 70 del
siglo XIX, mientras escalaban posiciones importantes los Estados
Unidos, Alemania, Francia, y se hizo más notable la
participación de Rusia en la producción industrial
mundial. Se plantea que en 1870, sobre estos cinco países
recaía el 82% de la producción industrial
mundial.[3]

A finales del siglo XIX la producción se
desarrolló en toda una serie de países nuevos, lo
que condujo a que el peso específico de los Estados
mencionados en ese indicador, se redujera al 78% en
1900.[4]

Después de la Primera Guerra Mundial, y sobre
todo posterior a la Segunda Guerra Mundial, algunos países
subdesarrollados comenzaron a mejorar su inserción
internacional a partir del avance que experimentaron en
determinadas producciones industriales.

Conviene mencionar que el patrón
tecnológico y el sistema de comercio a él asociado,
que tuvo vigencia desde finales de la Segunda Guerra Mundial
hasta los años 70, estuvo centrado de modo predominante en
las industrias metalmecánica. Dicho sistema
presentó serios cuestionamientos a la validez de las
teorías de comercio tradicionales basadas en los conceptos
de especialización por ventajas comparativas a partir de
la dotación de factores. Si bien durante ese periodo se
profundizó el comercio intraindustrial con consecuencias
distintas a las previstas por las teorías de comercio
tradicionales, elementos tales como la dotación de
factores y el acceso a determinadas materias primas siguieron
teniendo alguna relevancia en el establecimiento de la
competitividad de una nación. Sin embargo, el debate
actual sobre la evolución del comercio internacional se
centra principalmente en los elementos que definen la calidad de
la especialización a nivel mundial.

Hoy día el mayor desafío consiste en
mejorar la calidad de la especialización internacional a
partir de una inserción comercial activa, dirigida a los
renglones más dinámicos del comercio.

El logro de la competitividad en estos tiempos presupone
la adopción selectiva y oportuna del patrón
tecnológico emergente, en función de las tendencias
de la demanda internacional. El nuevo paradigma
técnico-productivo viene a consolidar la tendencia
iniciada en el anterior, respecto a la progresiva
disminución del peso de la dotación de
recursos.

El éxito de los países cuya
participación en el comercio mundial ha mejorado de manera
ostensible se debe, en buena medida, a la capacidad
tecnológica que les ha permitido: penetrar en los sectores
en que la demanda es alta, sobre todo en los productos totalmente
nuevos, que suelen tener un alto contenido de
investigación y desarrollo; y(o) aplicar procesos
tecnológicos avanzados para mejorar su posición
competitiva (al aumentar las exportaciones de los sectores
más tradicionales y que crecen con menos rapidez a
expensas de sus competidores, o al reducir su dependencia
respecto a las importaciones).

Es por ello que, pese a las limitaciones financieras
provocadas por la recesión de principio de los 80, los
países industrializados han incrementado sus esfuerzos en
investigación y desarrollo tecnológico.

En la actualidad, el intercambio de productos con alto
contenido tecnológico representa más de la cuarta
parte del comercio mundial y continúa creciendo en
desmedro de las materias primas y otras manufacturas de corte
tradicional. Luego, se considera que un país es tanto
más competitivo cuanto más elevada sea su
posición en el mercado de estos productos, es decir, su
especialización en ciertos bienes de alta
tecnología es considerada como una prueba de dinamismo
comercial.

En las últimas décadas se habla, incluso,
de la conformación de una nueva división
internacional del trabajo, en la cual los países
industrializados más poderosos, se sitúan a la
vanguardia del sistema productivo mundial al dedicarse, en lo
fundamental, a las nuevas actividades generadas por progreso
científico-técnico, es decir, se concentran en los
llamados sectores de punta (electrónica,
biotecnología, ingeniería genética,
robótica informática, tecnología espacial,
ciencias nucleares, telemática, etc.).

En este contexto los países subdesarrollados
continúan en desventaja por cuanto su participación
en la comercialización (en especial en la
exportación) de artículos de alta tecnología
es poco significativa en sentido general, e incluso, los que
registran ciertos avances en estos intercambios no logran
imprimirle la misma intensidad en investigación y
desarrollo a sus productos, y ello a la larga les resta
competitividad. Debe tomarse en cuenta, además, que si en
los países industrializados el objetivo de la
transformación productiva actual es el logro de la
competitividad internacional, en la mayoría de las
naciones subdesarrolladas esta va dirigida a la generación
de superávit comerciales que les permita un flujo de
divisas para servir la deuda, lo que no implica necesariamente la
obtención de competitividad. De manera paralela se ha
registrado un desplazamiento de algunas producciones industriales
importantes a los países subdesarrollados, transferencia
que se realiza, por lo general, bajo la modalidad de inversiones
acompañadas de aporte tecnológico. Esto permite
apreciar un desarrollo (a veces hasta notable) en esas naciones,
de producciones de piezas y componentes indispensables en el
proceso de manufactura final. Tales países, como los
llamados de industrialización reciente (NIC's, siglas en
inglés), poseen elevada mano de obra calificada para esas
actividades de fabricación y, además, costos
relativamente inferiores a los de países
industrializados.

Estos últimos suelen transferir también
hacia el mundo subdesarrollado, aquellas producciones con
elevados índices de contaminación, que pueden tener
un desfavorable impacto ambiental en sus territorios.

En consecuencia, son las naciones subdesarrolladas las
que menos posibilidades poseen de aumentar su competitividad
tecnológica, salvo algunos casos aislados en que unos
pocos de estos países han logrado insertarse (bajo
diversas variantes) de forma relativamente ventajosa en la
órbita industrializada de los países más
avanzados tecnológicamente.

En general, la concentración de la mayor parte de
la producción industrial y del comercio mundial en un
grupo reducido de países, representa en sí un
fenómeno característico del modo de
producción capitalista, que ha conservado su fuerza hasta
nuestros días, y puede identificarse como un rasgo de la
división internacional del trabajo.

Finalmente, una característica que suele
atribuírsele a la división internacional del
trabajo es que las economías nacionales de los
países que participan en ella se desarrollan de forma
desigual. Este hecho, si bien pudo ser constatado en
épocas pasadas -cuando se observó un rápido
desarrollo industrial en contraposición a un considerable
retraso de la agricultura en esos países-, en nuestros
días pierde su estricta significación con el
notable auge de importantes rubros de la agricultura en las
economías altamente industrializadas.

En verdad, en muchos casos el desarrollo de la
agricultura en esas naciones está sustentado en la
aplicación de subvenciones y otras medidas
proteccionistas, que incluso llegan a proporcionarles una
posición competitiva en el mercado mundial de esos
productos. Tal es el caso de la CEE con su Política
Agrícola Común, que le ha permitido a un grupo de
países autoabastecerse en determinados renglones y
revertir los excedentes fuera de sus fronteras.

Comercio exterior:
forma principal de inserción de las economías
nacionales en el mercado mundial

El desarrollo de la división social del trabajo
posibilitó el intercambio de bienes entre distintos grupos
humanos. Ahora bien, cuando este intercambio se realiza entre
territorios y sujetos sometidos a distintas soberanías
estatales, estamos en presencia propiamente de un fenómeno
de comercio exterior.

Luego, podemos definir al «comercio
exterior» como: la parte de la esfera de la
circulación del proceso de reproducción de un
país en que las mercancías cruzan sus fronteras.
También se le denomina comercio exterior al intercambio de
servicios productivos (transporte internacional de
mercancías, etc.) e improductivos (tránsito de
turistas extranjeros), o sea, la llamada exportación e
importación de invisibles.

El comercio exterior es el sector especial de la
economía nacional de cada país, que incluye el
comercio de bienes y servicios -productivos e improductivos- con
el exterior, compuesto por importaciones y exportaciones. Incluye
el comercio de un país con otro, compuesto por las X y las
M. Parte de la esfera de la circulación del proceso de
reproducción de un país en que las
mercancías cruzan sus fronteras y que también
incluye el intercambio de servicios.

En esta definición hay algunos aspectos
importantes a destacar:

  • es una actividad que forma parte de la
    economía nacional de un país y desempeña
    un determinado rol en el proceso de
    reproducción;

  • es, además, parte de la esfera de la
    circulación, en particular de la circulación
    internacional de bienes y servicios; y

  • es un sector sui géneris de la
    economía nacional de cada país, en el sentido
    de que el mismo, aunque no es productor directo ni de bienes
    ni de servicios, constituye un canal que posibilita a todos
    los países la obtención de los bienes y
    servicios que no existen ni se fabrican en su territorio
    nacional.

La importancia del comercio exterior está dada
por las funciones
más generales que cumple a nivel de
la economía nacional de cada país en:

  • la realización de las mercancías y los
    servicios productivos;

  • el cambio en la composición material del
    producto disponible;

  • la mejor distribución de la Renta Nacional
    entre acumulación y consumo.

Conviene diferenciar al comercio exterior del
término comercio internacional mientras que el primero se
refiere a un determinado sector de la actividad económica
de cada país, el segundo señala al comercio
(circulación) de los bienes y servicios que se desarrolla
entre los países a nivel de la economía mundial, o
sea, el comercio entre naciones.

Es decir, la expresión «comercio
internacional» designa y comprende el conjunto de
movimientos comerciales y financieros que genera el mercado
mundial, se trata entonces de un fenómeno universal en que
participan las diversas economías internas o nacionales.
Luego, el comercio internacional se compone de toda la red de
intercambios a escala mundial formada por el conjunto del
comercio exterior de todos los países.

El comercio internacional es uno de los tipos de REI,
que consiste en la sistematización de la actividad de
comercio exterior. Se refiere a la red de intercambios que genera
el conjunto del comercio exterior de todos los países,
entre agentes de espacios económicos diferentes, a la
circulación internacional de bienes y servicios, a las
relaciones que establecen los países entre sí, a
nivel de la economía mundial. Es el intercambio de
mercancías y servicios entre economías
nacionales.

Asimismo, existe una estrecha interrelación entre
todos estos fenómenos (comercio exterior, comercio
internacional y mercado mundial) y el desarrollo del modo
capitalista de producción.

Sin abstraerse del comercio exterior en el
análisis de los diagramas de la reproducción y
acumulación, Marx y Lenin pusieron en claro que la
existencia del capitalismo es imposible sin el comercio exterior.
De igual forma, el grado de desarrollo del mismo depende del
nivel de desarrollo del capitalismo y de las condiciones
históricas concretas del progreso de uno u otro
país capitalista.

Con la ayuda del comercio exterior la industria
capitalista recibe, a cambio de las mercancías realizadas
en el mercado exterior, otras mercancías necesarias para
el proceso ulterior de la reproducción. Al respecto Marx
planteaba: «La producción capitalista en general no
existe sin el comercio
exterior».[5]

Lenin por su parte, estableció tres factores que
determinaban la necesidad del comercio exterior para el
capitalismo. Para Lenin, en las condiciones de una mayor escala
en la producción mercantil y de una circulación de
mercancías ampliamente desarrollada, que salió ya
de los límites de algunos Estados, el capitalista aspira a
realizar su producción no solamente en el mercado
interior, sino también en los mercados exteriores, donde
con frecuencia se reciben las ganancias más
altas.

Asimismo, el desarrollo desigual de algunas ramas de la
producción industrial y la aspiración de los
países más desarrollados a realizar sus
mercancías en los mercados exteriores encuentran su
manifestación en el crecimiento del peso específico
de la producción que se exporta y en la producción
global de una u otra mercancía.

En uno u otro grado, casi todas las esferas de la
producción están relacionadas directamente con el
mercado mundial. Mientras algunos países exportan
artículos industriales e importan materias primas, otros
importan las mercancías manufacturadas y exportan las
materias primas minerales y vegetales.

Por último, para Lenin, al modo capitalista de
producción le son inherentes transformaciones constantes
en los modos de producción y el ensanchamiento ilimitado
de sus dimensiones, forzado por la creciente competencia en el
mercado.

El capitalismo, al chocar con la restringida capacidad
adquisitiva en el mercado interior, tiende a realizar sus
mercancías en los mercados exteriores, donde es posible la
obtención de ganancias superiores y se facilita la
reproducción ampliada del sistema.

Mercado
mundial

Los diversos estudios teóricos acerca del
capitalismo como sistema mundial, revelan «que el
capitalismo funciona como economía mundial y que a este
nivel global operan -así como en las economías
nacionales- las categorías, las leyes y las formas del
movimiento del capitalismo, aunque lo hacen de forma
diferenciada».[6]

La tendencia histórica del capital a su
internacionalización condujo a que el sistema capitalista
deviniera una estructura económica internacional, la cual
globaliza los diferentes procesos de producción,
distribución, cambio y consumo que ocurren a nivel de las
economías nacionales, y crean de este modo estrechos y
crecientes vínculos económicos entre ellos que
toman expresión en el mercado mundial.

El sistema capitalista mundial está integrado por
economías nacionales, pero el mercado mundial no se
conformó históricamente por medio de la suma de los
mercados internos de los diferentes países. La
aparición, desarrollo y fortalecimiento del mercado
mundial están de modo indisoluble ligados a la
proyección universal del capital.

El mercado mundial es una categoría que
expresa el espacio, en determinado momento histórico,
donde se manifiestan las tendencias, leyes y contradicciones que
rigen el movimiento de la economía mundial
capitalista
.[7] Es el lugar donde se
efectúan las relaciones comerciales externas que se
desarrollan entre los países que componen el sistema
económico mundial.

El mercado mundial es la esfera de
circulación de mercancías y servicios entre los
países del mundo. Comprende el conjunto de mercados
nacionales, unidos entre sí por vínculos
comerciales, financieros, de cooperación, etc.

El mercado mundial es la forma superior y
más compleja que pueden tomar los mercados –locales,
nacionales, regionales-. Concentra la oferta y la demanda
mundiales para todos los tipos de mercancías y servicios.
En él se efectúan las relaciones comerciales
externas que se desarrollan entre los países integrados en
el sistema económico mundial. Constituye la esfera
monetario-mercantil del sistema económico mundial, y
comprende: (a) relaciones de dominación y sometimiento;
(b) anarquía de la producción; (c) desarrollo
desigual de los participantes; (d) problemática de los
precios.

Existen diversos rasgos que caracterizan al mercado
mundial
y los principales pueden ser resumidos de la
siguiente manera:

  • 1. las relaciones que se establecen en el
    mercado mundial entre los diferentes países
    participantes son relaciones de dominación y
    sometimiento de unos por otros;

  • 2. en el mercado mundial se expresan las
    contradicciones y características que posee la
    actividad productiva en el sistema;

  • 3. a este mercado le es inherente la desigual
    participación de los países, dados los
    diferentes grados de desarrollo de las fuerzas productivas,
    lo cual implica un complejo sistema de relaciones
    comerciales, de efectos adversos para los menos
    desarrollados.

El estudio del funcionamiento del mercado mundial no
puede ser atemporal; se requiere de su ubicación
histórica para comprender sus leyes y contradicciones. De
ahí que deba ubicarse en un marco sociopolítico
concreto.

En efecto, existen un conjunto de rasgos que diferencian
al mercado mundial en condiciones del capitalismo de libre
competencia del mercado mundial en la fase monopolista del
capitalismo, en particular en el periodo de posguerra cuando
florecen las empresas transnacionales.

En el capitalismo premonopolista, el mercado actuaba
como el principal mecanismo de determinación de los
precios, atendiendo a la correlación oferta-demanda en
virtud de la acción de diversos factores
concurrentes.

Los rasgos característicos del mercado mundial
cambiaron con el desarrollo del capitalismo, al pasar este a su
fase monopolista. El desarrollo de los monopolios, que en la
posguerra asume la forma de empresas transnacionales, le imprime
un rasgo distintivo a dicho mercado mundial.

Este tipo de empresas han ido evolucionando hacia formas
operativas más complejas y hoy en día controlan la
información, la tecnología, el financiamiento y la
propaganda, lo que les permite imponer precios -precios
monopolistas- que son el resultado de sus estrategias, así
como de pugnas y acuerdos intermonopólicos.

Estas entidades constituyen el agente económico
más dinámico que dominan la producción y el
comercio a nivel de las economías nacionales y "de la
economía mundial, en el sistema capitalista mundial. La
vocación internacional del capital «se transforma en
una elevada transnacionalización que tiende a integrar a
la economía mundial en un circuito de interconexiones que
tienen su centro en las empresas
transnacionales".[8]

Por tanto, el comercio internacional en la actualidad se
efectúa en un mercado controlado por las empresas
transnacionales que posibilitan una posición dominante a
los países capitalistas desarrollados en los sistemas
internacionales de comercialización y distribución
de los productos básicos, de las manufacturas y de los
servicios.

Los países subdesarrollados tienen un
insuficiente grado de participación en la
comercialización y distribución de los diferentes
bienes en el intercambio mundial. Además, su proceso de
desarrollo económico depende, en gran medida, de su
capacidad de exportación de los productos vulnerables, los
productos básicos, factores que condicionan el progresivo
desplazamiento comercial de este conjunto de
países.

Otro fenómeno que ha repercutido en el periodo de
posguerra y que ha causado importantes cambios en la estructura
del mercado mundial, es el desarrollo
científico-técnico, el cual ha generado un proceso
de cambios tecnológicos sin precedentes, al cambiar
profundamente la estructura mercantil del comercio internacional,
en el sentido de una pérdida del peso de los productos
básicos en el total de las transacciones internacionales,
y provocado una reorganización en la inserción de
los diferentes países en el sistema.

Mercado mundial
representativo

Mercado mundial base o representativo es aquel en el que
se realizan regularmente las transacciones de una
mercancía y que, tanto por su volumen como por su
importancia, influyen en el precio y en la
comercialización del producto.

Requisitos:

  • Regularidad de las operaciones

  • Libre juego de oferta y demanda

  • Volumen considerable de las operaciones

Formación de precios
internacionales

Precio del mercado mundial: Expresión
monetaria del valor internacional de las mercancías,
formados a partir de la influencia de la competencia en el
mercado mundial.

Precio: La forma monetaria del valor de una
mercancía es la forma precio.

En una economía capitalista cerrada, del tipo de
la que supone Marx en El Capital, los precios de mercado se
ajustan tendencialmente a los precios de producción
formados, a su vez, a partir del tiempo de trabajo socialmente
necesario para la producción de la mercancía, es
decir, a partir de su valor. Se complementa con el mecanismo de
mercado y la confrontación entre la oferta y la
demanda.

A esta tendencia se contraponen una serie de
contratendencias, derivadas de lo que los neoclásicos
llaman «imperfecciones de la competencia», que de
manera fundamental están determinadas por el grado de
monopolización, la no transparencia de los mercados, el
constante cambio tecnológico, las catástrofes
naturales, los conflictos bélicos, los desequilibrios
monetarios, y otros. De este modo -y esto no contradice en modo
alguno la tendencia-, el precio de mercado no coincide, sino de
forma ocasional, con el precio de producción. Sin embargo,
a largo plazo no puede haber una discrepancia constante, hacia
arriba o hacia abajo, sin que el precio de mercado se ajuste al
precio de producción o viceversa, mediante cambios en las
condiciones de producción o por medio de movimientos de
factores desde (o hacia) la rama en cuestión.

Ahora bien, el mercado mundial presenta una serie de
características que hacen que la ley del valor se
manifieste de manera parcial o con peculiaridades propias.
Concretamente, la competencia en el mercado mundial, cuando ella
existe, es aún mucho más imperfecta que en los
diferentes mercados internos; lo que aumenta la fuerza con que se
manifiestan las tendencias que alejan los precios de mercado de
lo que podría ser el precio de producción. Y
decimos «podría ser» porque, en sentido
estricto, no se puede hablar de precio de producción a
nivel internacional.

En efecto, si la competencia de productos a escala
mundial es imperfecta, la concurrencia de los factores es
aún más problemática. Por un lado, los
capitales se mueven con mayor dificultad a nivel planetario que
dentro de los límites nacionales. Pero si la competencia
entre los capitales se ve amortiguada, la fuerza de trabajo es
suficientemente no competitiva a nivel internacional como para
que los salarios, a trabajos iguales, presenten diferencias de
varias decenas de veces de un país a otro. Este
fenómeno tiene, como veremos, distintas implicaciones
según el tipo de producto.

  • Productos no homogéneos:
    Específicos que impiden la competencia extranjera como
    los habanos, tecnologías de punta, etc. La competencia
    no se limita al elemento precio sino a características
    propias del bien o servicio. Los precios se forman
    nacionalmente y se enfrentan a la demanda mundial
    sumándole los costos de transferencia.

  • Productos industriales: Precio mundial se
    forma a partir de los precios internos de aquellos
    productores que resultan más eficientes a nivel
    internacional. Al ajustarse el precio mundial de acuerdo a la
    demanda y oferta mundiales los precios internos se ajustan
    tomando este como referente. No obstante, los productos
    industriales empiezan a comportarse como los productos no
    homogéneos al ganar en importancia factores tales como
    la diferenciación de productos, la imagen de marca, la
    imagen de nacionalidad, etc.

  • Productos primarios: Mayor homogeneidad que
    los productos industriales. Los precios mundiales se
    establecen como precios spot (precios mundiales para
    los productos básicos) para una calidad definida, a
    partir del cual se establecen los precios para el resto.

En lo que se refiere a los productos no
homogéneos (o sea, aquellos que son lo bastante
específicos como para que no exista competencia de otros
productores extranjeros, como es el caso de los vinos franceses,
los puros cubanos, los tapices persas, productos nuevos
-tecnologías de punta- y bienes en que la competencia no
se limita al elemento precio sino a las características
propias de la mercancía), y durante el tiempo en que otros
productores en otros países no desarrollen esa
producción; entonces los precios se forman nacionalmente y
se enfrentan a la demanda mundial al agregársele los
costos de transferencia. Si ese precio es demasiado alto para
vaciar completamente la oferta, entonces la producción
disminuirá hasta que ello conduzca al equilibrio del
mercado. Si, en cambio, la demanda es excesiva, los precios
subirán y los productores obtendrán una renta por
encima de la tasa general de ganancia, lo que hará que
otros productores afluyan a esa rama; aumentará la oferta,
bajará el precio mundial y este se ajustará al
precio de producción nacional
formado.[9]

Para las manufacturas más homogéneas que
se producen en diversos lugares y por diferentes empresas, la
situación es más cercana a lo que ocurre en el
mercado interno. Cada productor está obligado a tener en
cuenta los precios a los cuales sus competidores entran en el
mercado. Aquellos cuyos costos estén por encima del precio
mundial deberán abandonar la producción o
conformarse con el mercado nacional o con un eventual mercado
regional protegidos de la competencia internacional -sin contar
con la posibilidad de subsidios que amorticen las diferencias
entre sus costos y el precio mundial establecido por los
competidores más baratos.

Por otra parte, la competencia entre capitales,
establecida por medio de la competencia entre productos, lleva a
los capitales a moverse de un país a otro con el objetivo
de disminuir sus costos buscando mano de obra barata, menores
costos de transporte, cercanía de los insumos o mejor
acceso a los mercados de venta. De este modo, se desarrolla la
internacionalización de la competencia y se establece un
precio mundial que, aunque partió del precio nacional,
termina determinando los precios internos. Esta es la
dinámica de la mayoría de las manufacturas que,
cuando no se comportan de este modo a nivel del artículo
terminado, por lo menos sí siguen este esquema en cuanto a
parte importante de sus componentes o insumos semiterminados.
Como ejemplo baste ver la etiqueta de origen de la mayoría
de los artículos de consumo corriente y se verá que
no es raro encontrar que una radio japonesa tiene una
proporción no despreciable de partes hechas en Corea, o
que un zapato de marca italiana ha sido fabricado en
Taiwán.

Sin embargo, el mecanismo descrito de formación
de precios internacionales ha comenzado a ceder terreno a
beneficio de un cambio en la competencia que tiende a acercar los
productos industriales a la situación descrita para
él caso de las mercancías tratadas más
arriba. Nos referimos a cuestiones tales como la
diferenciación de productos (televisores de pantalla
plana), imagen de marca (Coca Cola), imagen de nacionalidad
(relojes suizos), etc. De este modo el elemento precio deja de
ser el determinante en la competencia y se transforma en un dato
más en el momento de llegar al mercado.

Finalmente, tenemos el caso de los productos primarios,
que presentan una homogeneidad mucho mayor que los productos
industriales. Aun cuando esa homogeneidad no existe, como es el
caso de diferentes calidades de petróleo crudo, de
café o de otros productos, los precios mundiales se
establecen como precios spot para una calidad definida, a partir
de la cual los precios de las mercancías
específicas son premiados o castigados según su
mayor o menor calidad (o mayor o menor demanda) en
relación con el producto de referencia. Veremos, pues,
cuáles son las condiciones en que se fijan dichos precios
spot, considerados como precios mundiales de los productos
básicos.

La especificidad fundamental de la formación de
dichos precios son las condiciones en las que la competencia se
desarrolla. Concretamente, se trata de mercados bursátiles
que actúan como representativos, y orientan los precios de
las transacciones, incluso si ellas son pactadas fuera de las
respectivas bolsas.

Partes: 1, 2

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