Comunicación: un concepto que se define en la
práctica. – Monografias.com
Comunicación: un concepto que se define en la
práctica.
"El hombre dialógico que es crítico
sabe que el poder de hacer, de crear, de transformar, es un poder
de los hombres, y sabe también que ellos pueden,
enajenados en una situación concreta, tener ese poder
disminuido. Esta posibilidad, sin embargo, en vez de matar en el
hombre dialógico su fe en los hombres, se presenta ante
él, por el contrario, como un desafío al que debe
responder. Está convencido de que este poder de hacer y
transformar, si bien negado en ciertas situaciones concretas,
puede renacer…".
Paulo Freire.Pedagogía del
Oprimido.
Hubo momentos donde la comunicación en su sentido
más amplio de la palabra era un tema ausente, poco o muy
mal tratado en los debates en organizacionales, sociales,
comunitarios, o espacios políticos y académicos;
sin embargo, asistimos hoy a circunstancias alentadoras,
reflexiones profundas y experiencias concretas que ponen a la
comunicación en un espacio preferencial.
No es objetivo de este material profundizar en el
ámbito público o mediático de la
comunicación, tampoco en el organizacional, donde existe
amplia y valiosa literatura. Queremos, modestamente, sintetizar
algunos enfoques respecto a uno de los ámbitos más
emergentes y necesarios: la comunicación
comunitaria.
Debemos partir de que la Comunicación es
mucho más que el desempeño de los medios de prensa
como a veces se confunde y reduce, despojando al concepto, a la
reflexión, y a la práctica comunicativa de una
fortaleza y complejidad que le es inherente.
Asistimos a la emergencia de conceptos, teorías,
metodologías y experiencias referidas a la
comunicación comunitaria, enriquecidas constantemente con
los aportes de cada escenario y con las vivencias de quienes la
hacen posible, que ya está marcando un "discurso" propio,
matizado por sus orígenes liberadores y
contrahegemónicos, muchos de ellos fruto del pensamiento y
la acción de la Izquierda y los Movimientos Sociales
latinoamericanos.
Repensar un concepto, un paradigma.
Comunicación: acto de comunicar o comunicarse. En
esencia es el concepto básico encontrado en cualquier
diccionario. Desde esta, tal vez la más simplificada de
las definiciones, se pone de manifiesto las dos acepciones del
término reconocidas tradicionalmente, y que Mario
Kaplún (2002:54) explicita en el texto "Una
pedagogía de la comunicación": Acto de
informar, de transmitir, de emitir (comunicar); y por otro lado,
acto de diálogo, intercambio, relación de
compartir, de hallarse en correspondencia, en reciprocidad
(comunicar-se).
¿En qué momento y bajo qué
circunstancias, se apostó por un modelo comunicativo
unidireccional y dominador, focalizado en la transmisión
de información (predominante en cualquiera de los
ámbitos), en vez de fomentar el diálogo, la
participación y el intercambio de
información?
No obstante las polémicas epistemológicas
y teóricas respecto a la comunicación, y la
multiplicidad de paradigmas que recoge la literatura, existen dos
que son perfectamente reconocibles tanto en lo conceptual como en
la práctica y que responden directamente a estas dos
acepciones del término comunicación:
Un paradigma unidireccional, verticalista,
transmisivo, y dominador, que se concentra en el producto
final, en el instrumento que es el producto de
comunicación para ser emitido a los públicos
identificados y lograr en ellos un efecto deseado,
generalmente por las élites de poder (lamentablemente
el más extendido junto con la proliferación y
poder de los medios de prensa);Otro paradigma bidireccional, horizontal,
dialógico, participativo, liberador, que pondera el
proceso de la comunicación centrado en las mediaciones
sociales y culturales, el intercambio y la
construcción colectiva; en el cual se obtienen, como
es lógico, productos comunicativos, pero lo importante
no es influenciar a un receptor con objetivos dominadores,
sino la interlocución y el crecimiento cultural a
favor de la sociedad (de momento un modelo alternativo pero
necesario, y que va cobrando cada vez más
fuerza).
Estos dos paradigmas marcan la comunicación que
hacemos, el comportamiento social, las conductas que reproducimos
cotidianamente: dominadoras y efectistas; o dialógicas,
participativas y liberadoras. Repensemos el concepto, repensemos
nuestra práctica.
Estudiar la comunicación: ¿Qué
comunicación? ¿Para qué?
No es tan sencillo comunicarnos, y mejor aún,
comunicarnos bien o para bien, es decir, intercambiar, dialogar.
Tampoco es sencillo comunicar, informar, incluso manipular. Para
ambas maneras de entender lo que es comunicación, se
precisa de mucha investigación y de trabajo concreto.
Debemos tener claridad y seguridad desde qué paradigma nos
posicionamos para encausar nuestra práctica comunicativa y
tratar de ser al menos coherente con ello para no pretender hacer
una cosa y en realidad hacer la otra.
Enfoques epistemológicos contemporáneos de
la comunicación demandan que los estudios en este campo no
se reduzcan a los vínculos tradicionales con los Medios de
Comunicación Masiva, sino que se replantea la necesidad de
un entendimiento de las relaciones comunicación-sociedad,
no sólo como coherencia teórica o pertinencia
metodológica, sino de validez histórica (Barbero,
2006).
Y es que los estudios y la práctica comunicativa
superan esos enfoques tradicionales. Se abre un rico, pero a la
vez, complejo panorama en dónde no deja de estar (y con
mucha fuerza) el papel de los medios de comunicación en la
sociedad, sino que se suma la comunicación organizacional
y la comunitaria, matizado, además, por la incidencia de
la globalización, las tecnologías y la sociedad de
la información y el conocimiento.
Aunque son tres los ámbitos perfectamente
delimitados de la comunicación (social, organizacional y
comunitaria), no pueden analizarse desde posturas excluyentes
pues no existe organización, ni medio de
comunicación sin comunidad, por tanto, se precisa un
acercamiento integral, diverso y objetivo para entender,
construir y llevar una práctica coherente. Algunas
visiones fragmentadas de esta realidad, conllevan a errores que
hacen no poca mella en la sociedad.
El propio Barbero (2006), indica que una Teoría
Restringida de la Comunicación, aquella que apunta
sólo a la Comunicación Masiva, "…no puede
llamarse seriamente teoría, puesto que lo único que
ha producido hasta ahora son modelos de diagramas para relacionar
entre sí los mundos del emisor, el mensaje y el
receptor…"; y defiende la pertinencia de una Teoría
General de la Comunicación, con plena autonomía
dentro de las Ciencias Sociales, aunque sin segregar el
vínculo y la importancia del resto de las ciencias, e
identifica "… las relaciones humanas con su componente
comunicativo, esto es leer las relaciones sociales en puros
términos de comunicación…".
No son saludables entonces los planteamientos de Mc
Luhan (Disolución Positivista del Problema
Teórico), quien reduce la comunicación a un
mero instrumento de las relaciones sociales en el que "los
saberes no tienen otro objetivo que los haceres" (Alonso y
Saladrigas 2006:47), desestimando la importancia real de la
comunicación en la mediación social y cultural y
como forma inequívoca de interacción de los seres
humanos en cualquier contexto (Barbero, 1990).
Tampoco son saludables quienes defienden la
Negación Sociologista de la Especificidad
Comunicativa, que igual reducen la comunicación a
meros instrumentos de difusión y reproducción,
aunque la consideran como "una dimensión de lo social,
explicable desde las disciplinas de lo social en sí
mismas…" (Alonso y Saladrigas 2006:47), negando la
posibilidad de construir un campo propio de estudios.
Esta postura se centra básicamente en las
relaciones que tradicionalmente han desempeñado los medios
de comunicación controlados por las clases dominantes en
los sistemas políticos para perfilar y mantener sus
relaciones de poder sobre las clases dominadas, y que,
generalmente, se manifiestan mediante la manipulación y el
ejercicio de procesos de información, buscando efectos
predeterminados, lo que está siendo bien cuestionado
respecto a si verdaderamente se le puede o no llamar a esto
comunicación.
Los defensores de la visión que niega la
existencia de una teoría general de comunicación,
incluso, de una teoría restringida de la
comunicación masiva, no contemplan las riquezas de las
mediaciones sociales en términos de comunicación
con la diversidad de medios que se manifiestan, más o
menos tradicionales, en donde la participación, el
diálogo, las relaciones culturales son elementos
indispensables en la práctica y por ende en la
investigación.
Como aseguran Alonso y Saladrigas (2006:49)
"…estas escuelas reflejan la histórica
disquisición entre una ciencia social general o ciencias
sociales particulares que se relacionan entre sí por su
objeto de estudio…".
Por otro lado, y en contraposición, existe una
tercera postura epistemológica que defiende la
pertinencia de una teoría general de la
comunicación sin evadirse de la teoría social
general que resulta indispensable tener como referente y
contexto, pero que a su vez, puede y debe tener no sólo
una teoría restringida para la comunicación
masiva, sino que debería tener especificidades
teóricas en sus tres ámbitos de acuerdo a las
relaciones de comunicación y procesos en la sociedad,
entiéndase un contexto en el que la comunicación
organizacional cobra fuerza y emerge como campo propio, la
comunicación comunitaria con fuertes aportes en estudios y
prácticas sobre todo en el continente latinoamericano, y
el fenómeno tecnológico, político,
económico, social, cultural, y de hecho,
comunicológico, que implica Internet como medio, espacio o
realidad que condiciona hoy la sociedad global, sociedad de la
información como se está denominando.
Esta tercera postura "… hace énfasis en la
mediación social. Sus principales representantes son
Manuel Martín Serrano y el grupo de profesores de la
Universidad Complutense de Madrid, Jurgen Habermas
(teoría de la acción comunicativa) y una
corriente de reflexión latinoamericana representada en lo
esencial por Jesús Martín Barbero, Guillermo
Orozco, Néstor García Canclini, Valerio Fuenzalida,
Raúl Fuentes Navarro, Jesús Galindo, y María
Immaculata Vassallo de Lopes" (Alonso y Saladrigas
2006:50).
Estos autores contemplan que la ausencia de una
teoría social de la comunicación deja un margen que
favorece la visión instrumentalista imperante, a la par
que sostiene que los sistemas sociales tienen a su vez sistemas
de comunicación y ambos coexisten y se
complementan.
Es por ello que tampoco sería saludable una
perspectiva egocéntrica de la comunicación,
pensando y actuando desde supuestos que la coloquen en el centro
de los sistemas sociales, y excluyendo o relegando el aporte de
las otras ciencias. Si bien resultan apropiados los enfoques
inter o multidisciplar, consideramos que la manera más
apropiada es estudiar y practicar la comunicación desde lo
transdisciplinar, fundiendo los preceptos de las distintas
ciencias implicadas en el contexto particular que se
estudie.
Necesidad del diálogo.
Las relaciones de comunicación van más
allá del instrumento mediático para obtener un fin
político, ideológico, económico o social,
sino que dan significado a su papel mediador en el desarrollo
social. Habermas (1987:26).
Igual debe irse más allá de la simple
realización de soportes o productos comunicativos, como
contenedores de información que vamos a transmitir a
públicos determinados, incluso sin determinar, pues los
"lanzamos" a públicos generales cual anzuelo en medio de
una pesca maratónica para buscar resultados o
efectos.
En esta línea, Barbero (1986) apoya la tesis de
que los medios no son los únicos componentes de los
procesos de comunicación y centra la atención en
las mediaciones de estos procesos y la incorporación de lo
cultural como ingrediente fundamental para entender y explicar la
comunicación. Entiéndase ver a las relaciones de
comunicación como puros procesos culturales.
En su Teoría de la Acción Comunicativa
escrita en 1981, Habermas habla de la relevancia del
diálogo en la práctica comunicativa cotidiana donde
hay "una reserva, un residuo de significación social, de
apropiación del sentido de la vida que guía de
alguna manera el comportamiento de la gente y que entra en
conflicto con la racionalidad puramente instrumental que domina
la organización de la sociedad…" (Citado por Alonso
y Saladrigas 2006: 51).
Pero "el diálogo no es el mero intercambio de
palabras, sino la relación de estas con las experiencias
vitales de quienes intervienen en él". Solo el
diálogo comunica, aseveró Freire; y es
comunicación verdadera, ya sea en lo comunitario, en lo
mediático o en lo organizacional, que "…parte del
convencimiento de que nadie lo sabe todo y de que nadie lo ignora
todo. Que el conocimiento es una construcción social fruto
del diálogo de saberes diferentes y complementarios
(…). Una comunicación que tiene como horizonte
contribuir a la emancipación humana por la vía de
reconocer y respetar el derecho de cada persona a pensar, a
decir, a tomar parte en la determinación de su vida y de
su época." Vidal (2012).
Comunidad: Otra mirada desde la
comunicación.
En sentido general, cuando se habla de "comunidad" se
piensa en un grupo de personas e instituciones ubicadas en un
espacio geográfico determinado, con una estructura que le
permite un funcionamiento; sin embargo, esta es sólo una
visión para definir qué es una
comunidad.
Según Héctor Arias Herrero, (en Portal
Moreno y Recio Silva/sf), "las definiciones de comunidad, en
sentido general, se pueden diferenciar por el énfasis que
se hace –en elementos estructurales unas, en elementos
funcionales otras y, finalmente, en aquellas que reflejan ambos
tipos de elementos". Esta integración de ambas visiones es
la que consideramos más pertinente en este caso, pues
centrar la conceptualización sólo en lo estructural
o funcional, no permite abarcar la complejidad de interacciones,
problemáticas y potenciales soluciones que se dan hacia el
interior y exterior de una comunidad determinada.
En tal sentido, se evidencia una multiplicidad
conceptual que genera por derivación, esa misma cantidad
de enfoques desde los que se trabaja en ellas, con ellas, para
ellas, incluso, contra ellas.
Sintetizando algunas definiciones "comunidad"
es:
"…unidades sociales con ciertas
características que le dan una organización dentro
de un área determinada". (Pozas,
1964)[1].
"…grupo local lo bastante amplio como para contener
todas las principales instituciones, todos los status e intereses
que componen una sociedad". (Kingsley,
1965)[2].
Pero también es según Arias Herrero, (en
Portal Moreno y Recio Silva/sf):
Un sistema de relaciones sociopolíticas y
económicas, físicamente determinadas y con
identidad definida.Modo de asentamiento humano (urbano o rural) donde
sus residentes tienen características
sociosicológicas similares en su sistema de
relaciones.Conjunto de personas que habitan en una determinada
zona, regida por una dirección política,
económica y social; propia o centralizada, que hacen
vida común a través de sus
relaciones.
Percatémonos de que ya no se habla sólo de
unidades sociales o grupos en un entorno local con un nivel de
organización y de institucionalización, sino que se
introducen términos como "relaciones", "identidad",
"sistema".
En esta visión estructural de una comunidad se
resalta la demarcación o sus límites, así
puede ser a su vez, un grupo, un barrio, una ciudad, una
nación, o un grupo de naciones, por ejemplo. Pero si la
definimos desde lo funcional "…no tienen que existir
límites rígidos. Una comunidad tiene un
tamaño adecuado siempre y cuando exista una estructura
potencial capaz de ejercer la función de
cooperación y coordinación entre sus
miembros…", partiendo de objetivos comunes. (Arias
Herrero, en Portal Moreno y Recio Silva/sf).
"…una serie de sistemas interrelacionados, es decir,
personas, roles, organizaciones y eventos". (Kelly,
1971)[3].
"Grupo social que comparte características e
intereses comunes y que es percibido y se percibe a sí
mismo como distinto en algún sentido a la sociedad en la
cual existe". (Rappaport, 1980)[4].
Reiteramos que reducir una comunidad a sus aspectos
estructurales o funcionales no es pertinente, pues no son
suficientes por separado; es preciso integrar ambos o
sería muy difícil identificar y diferenciar una
comunidad de otra.
Luego de analizar los anteriores supuestos y tomar en
cuenta una serie de derivaciones y especificidades de otros
autores, Arias Herrero, (en Portal Moreno y Recio Silva/sf),
sintetiza un concepto que nos parece más pertinente para
intentar comprender la complejidad de una comunidad:
"…es un organismo social que ocupa determinado
espacio geográfico. Está influenciada por la
sociedad, de la cual forma parte, y a su vez funciona como un
sistema, más o menos organizado, integrado por otros
sistemas de orden inferior las familias, los individuos, los
grupos, las organizaciones e instituciones– que
interactúan, y con sus características e
interacciones definen el carácter subjetivo,
sicológico, de la comunidad, y a su vez influyen, de una
manera u otra, en el carácter objetivo, material, en
dependencia de su organización y su posición activa
o pasiva– respecto a las condiciones materiales donde
transcurre su vida y actividad".
Más que evolución, involución
respecto a lo comunitario y la tendencia a un retorno
necesario.
"La relación hombre-comunidad ha tenido sus
etapas (…) desde la comunidad primitiva, donde todo
ocurría, se trataba y se resolvía a nivel de
comunidad; luego pasó por una fase de desinterés
por las comunidades, que se produjo fundamentalmente con el
desarrollo del estado y de las naciones; esto tendió a
disolver las comunidades en el todo, contribuyendo a la
eliminación de costumbres, religiones, mitos, tradiciones,
lenguas y dialectos, con la imposición de un idioma
oficial, una educación estatal, etc., lo cual tuvo su fase
más aguda en la conquista de América, donde fueron
destruidas la inmensa mayoría de las comunidades de
nuestros países y de África; ello implicó
una serie de pérdidas irreparables.
"El lugar de la comunidad en la vida del hombre
está muy ligado al desarrollo de las fuerzas productivas y
las relaciones de producción, y se manifiesta
especialmente en las formas de propiedad. La propiedad
comunitaria o territorial, predominante en los primeros estadios
del desarrollo humano, fue desapareciendo a medida que se
consolidaba la propiedad privada." (Héctor Arias Herrero,
en Portal Moreno y Recio Silva/sf)
Esa tendencia al predominio de la propiedad privada, fue
entronizando en la sociedad la hegemonía del capitalismo
que permeó no sólo las relaciones productivas, la
propiedad, y el colocar al dinero como el "Dios todopoderoso",
sino que contaminó las relaciones sociales en sentido
general, pues para reproducirse y legitimarse como sistema de
dominación, que debe controlar todo lo relacionado con el
sistema en sí para que no escape nada que pueda
subvertirlo.
En la actualidad se evidencia una especie de retorno a
lo comunitario desde diversas perspectivas, tal vez, como muestra
de la decadencia e insostenibilidad del sistema capitalista y la
necesidad de buscar alternativas para favorecer sociedades
más humanistas y sustentables.
Una mirada desde la comunicación.
El retorno a lo comunitario, a la integralidad y
complejidad de interacciones dentro del sistema y subsistemas que
la componen, es imposible hacerlo desde miradas requeridas de
superación epistemológica, teórica y
metodológica.
No podemos abordar lo comunitario desde las posturas
hegemónicas, de basamentos capitalistas y dominadores que
subsisten y que muchas veces se trasmutan con intensiones
liberadoras y la resultante es un híbrido que afianza
antivalores que debemos superar.
En este sentido, emerge la comunicación no como
el resultado de productos comunicativos para transmitir
información, sino como proceso o subsistema transversal y
dinamizador en sí, del resto del sistema en ese entorno
comunitario; la comunicación para la construcción y
el intercambio de significados, para las mediaciones e
interacciones sociales.
Las relaciones sociales en la actualidad, vistas desde
la perspectiva comunicológica, están marcadas por
una verticalidad enraizada en la manera de actuar y hasta de
pensar de las personas. La organización social y
política, las relaciones de poder, las jerarquías,
las estructuras formales e informales, se manifiestan mediante el
más elemental y lineal diagrama de comunicación que
contempla a Emisores-Mensajes-Receptores.
Cambiar la manera de comunicarse en la sociedad y en la
comunidad en particular, incluye indefectiblemente un cambio en
las prácticas comunicativas desde la esencia misma de los
actores que viven y siguen el proceso, para ello es preciso
entonces que se estimulen procesos, contenidos y soportes
construidos y compartidos desde los individuos.
No obstante, cambiar la práctica tradicional
lleva implícito un cambio de la mentalidad persistente de
consumidores de contenidos informativos a una de productores de
contenidos factibles de socializar en su entorno y fuera de
él.
El propio concepto de Comunicación está
rescatando su verdadero postulado. Comunicar no es informar, sino
comunicarse, diálogo y participación, y es
una necesidad universal este cambio que impulsa un paradigma en
ascenso, participativo e integrador, democrático y
liberador.
Las relaciones que subsisten en la actualidad, a decir
de Kaplún (2002:55), es la del jefe con sus subordinados,
el oficial con sus soldados, la del padre de la familia con sus
hijos, el gobernante con los gobernados, el gran periódico
a sus lectores y la radio y la televisión a sus
usuarios.
En todos estos casos, y muchos otros similares, no
existe verdadera comunicación, sino transmisión de
información. Es preciso dejar de mirar a los
Receptores sólo como eso, consumidores de
contenidos y posibilitar, espacios para Interlocutores en un
proceso bidireccional, horizontal.
"Definir qué entendemos por comunicación,
equivale a decir en qué clase de sociedad queremos vivir"
(Kaplún, 2002:57). Esta sociedad debe ser inclusiva y
participativa, con equidad y justicia, es por eso que Antonio
Pascuali (1979) citado por Kaplún (2002:58) dice que
comunicación es "…la relación comunitaria
humana que consiste en la emisión/recepción de
mensajes entre interlocutores en estado de total reciprocidad". Y
Luís Ramiro Beltrán (1981), citado por
Kaplún (2002:58) acota que es "…el proceso de
interacción social democrática, basada en el
intercambio de signos, por el cual los seres humanos comparten
voluntariamente experiencias bajo condiciones libres e
igualitarias de acceso, diálogo y participación".
Esta es la comunicación que se quiere, y por ende, la
sociedad que se demanda.
Estas pretensiones no se logran sólo con voluntad
o postulados teóricos, sino en el empeño
sistemático, favoreciendo nuevas maneras de
comunicación y diversos espacios democráticos y
liberadores. Para ello es preciso que existan sujetos
críticos en sí mismos y de su entorno, sujetos
comprometidos y responsables para con la sociedad y su
tiempo.
En este sentido, la Educación
Popular[5]nos acerca a un aprendizaje mutuo,
sistémico, sin dogmas y adecuándose a las
condiciones concretas, estimulando la participación para
avanzar en la conjunción de saberes y la
construcción colectiva de conocimientos. La
Educación Popular no sólo como metodología
pedagógica, sino como filosofía de vida, como
compromiso político para refundar una práctica
responsable, crítica y contrahegemónica.
Consustancialmente, encontramos entonces otra manera de
pensar, ver y hacer la comunicación, en donde quien
comunica no es la figura omnipresente y omnipotente con todo el
poderío de la información y los medios, sino que se
convierte en facilitador o facilitadora de un proceso que pondera
las riquezas expresivas y los contenidos de la comunidad, y en
donde sus habitantes deciden y construyen los medios y mensajes
de acuerdo a sus expectativas, demandas y realidades.
Hablamos no sólo de soportes comunicativos en
función de la comunidad, sino de un tipo de
comunicación dialógica, participativa, liberadora,
que debe existir en los espacios de reunión y asambleas,
en las estrategias y flujos comunicativos en el interior y
exterior de las organizaciones o instituciones, en las relaciones
familiares y sociales. Hablamos de comunicación en el
sentido amplio de la palabra, para romper con la visión
instrumental y propiciar un clima armónico, dialogador, en
una sociedad más justa e inclusiva. Pudiera alguien pensar
en que es un sueño irrealizable, se equivocaría, es
preciso soñar lo grande y lo justo, y trabajar por ello
cada segundo de nuestras vidas.
Apellidos a la comunicación que
necesitamos.
Asistimos hoy a un diapasón amplio de
términos más o menos aceptados para definir a esta
otra comunicación necesaria. "Hoy día hay incluso,
un amplio debate sobre los "apellidos" de esta
comunicación. Además de popular, se emplean los de
educativa, comunitaria, para el desarrollo, para el cambio
social. No son intercambiables estas denominaciones porque
remiten a referentes teóricos, experiencias y
prácticas diversas, pero sin lugar a duda, las
interrelacionan nexos esenciales" (Vidal, 2012:9).
"Desde los años 1960, se han sucedido en
América Latina diversos "apellidos" para la
comunicación, con muchos elementos en común pero
también matices y diferencias." (Gabriel Kaplún, en
Vidal, 2012:25).
Comunicación alternativa: es la
alternativa a los medios hegemónicos. Algunos con
énfasis en el contenido, en las agendas en favor de las
minorías excluidas, otros en la manera de producir la
comunicación estimulando la participación de no
profesionales, sino de actores sociales. "Pero lo alternativo es
a veces es visto como pequeño y marginal (…) y
otras veces se aspira, por el contrario, a públicos
amplios y masivos, lo que suele obligar también a
profesionalizar la tarea y vuelve más compleja la
cuestión de la participación". Gabriel
Kaplún (op. cit.).
Comunicación popular: favorece los
intereses populares y estrecha el vínculo con las
organizaciones que le representan, es a decir de Vidal y
Kaplún (op. cit.), como la dimensión comunicativa
dentro de la Educación Popular.
Comunicación participativa:
"…buscar romper con el modelo de pocos emisores y muchos
receptores, apuntando a una comunicación
dialógica…" Kaplún (op. cit.). Pondera una
comunicación horizontal, rompe el verticalismo
tradicional, parte de una prealimentación de los
públicos.
Comunicación educativa:
"…aquí la perspectiva dialógica encuentra su
paralelo en el plano educativo: el diálogo de saberes y la
pura transmisión, propuesta central del pensamiento de
Freire (1969) Kaplún (op. cit.).
Comunicación para el desarrollo: "la
idea de relacionar la comunicación a desarrollo
económico y social (…) [Freire] criticaba el
carácter extensionista de muchas de estas prácticas
(…) el intento de imponer verdades y procederes externos
en vez de un diálogo de saberes (…) más
tarde la idea misma de desarrollo comenzó a ser
cuestionada…" Kaplún (op. cit.). Sobre este
particular, Alfonso Gumucio (en Vidal, 2012:15) lo denomina como
difusión de innovaciones, donde la comunicación se
ve como "un traslado unidireccional de información hacia
aquellos países que, supuestamente, carecían de
ella. En el entendido de que los "pobres de información"
eran pobres precisamente por ese déficit de
conocimiento…"
Comunicación comunitaria: según
Gabriel Kaplún (en Vidal, 2012:26-27), en algún
momento "…compartió con la comunicación para
el desarrollo, la referencia a procesos y medios de
comunicación para la promoción social de las
pequeñas comunidades. Ello tuvo una derivación
posterior en la idea del "desarrollo local" (…) y por
recuperar el origen mismo del término comunicación,
no por casualidad compartido con el de comunidad: poner en
común".
Comunicación para el cambio social: es
el más reciente de los "apellidos" que podamos encontrar.
Comenzó a gestarse a partir de 1997 a partir de reuniones
y acciones de la Fundación Rockefeller, para
"…discutir el papel de la comunicación en el cambio
social en el siglo XXI (…) es un proceso de diálogo
y debate basado en la tolerancia, el respeto, la equidad, la
justicia social y la participación activa de
todos…" (Gumucio, en Vidal, 2012:20).
Este autor propone cinco condiciones indispensables para
este tipo de comunicación: participación social y
apropiación, lengua y pertinencia cultural,
generación de contenidos locales, uso de tecnología
apropiada, convergencias y redes.[6]
La Comunicación Alternativa "…se
desarrolló como una gran variedad de experiencias
dispersas a lo largo y ancho del planeta, y sólo
posteriormente se ha tratado de elaborar pensamiento y
reflexión alrededor de ella (…) [pero] no se trata
simplemente de poseer los instrumentos: una radio, un
periódico o un canal de televisión; se trata, sobre
todo, de apropiarse de la gestión, de la creación y
del proceso comunicacional que involucra la participación
comunitaria." (Gumucio, en Vidal, 2012:20).
Resulta necesario proseguir el debate sobre la
comunicación, no con el ánimo de adicionar
tendencias o apellidos, intentando reafirmar visiones o
posicionamientos teóricos, políticos y
prácticos; debatir sobre el concepto y la práctica
comunicativa se hace urgencia pero para construirlo en nuestra
colectividad, en nuestro escenario concreto, para apropiarnos de
qué comunicación defendemos y hacemos o cual
debemos defender y hacer. Si existe claridad en el concepto,
podrá incidirse en una práctica liberadora y de
transformación social, que tome como base a los seres
humanos, su identidad y su cultura.
"Nunca la teoría nos aporta las soluciones que
necesitamos, ni nos dice el mejor modo de actuar, pero nos ayuda
a pensar nuestra realidad y a pensarnos en ella para, entonces
sí, guiar nuestra acción" (Vidal,
2012:10).
Consideramos que la comunicación no se define en
un concepto, en una teoría o en una metodología, la
comunicación debe ser definida en la propia
práctica comunicativa, más allá del
discurso, en la coherencia de lo cotidiano, en el quehacer diario
de las instituciones, los medios de prensa o las
comunidades.
No obstante todos estos, y otros apellidos, lo que
sí queda claro es que se promueve otro tipo de
comunicación necesaria, o el término también
empelado, el cual suscribo, de "alternativa de
comunicación", sin ánimo de adicionar un nombre
más, sólo por unificar las distintas visiones que
con sus peculiaridades fundacionales, conceptuales y
prácticas, son contrahegemónicas, liberadoras,
horizontales, dialógicas y participativas, que estimulan
el cambio social, el empoderamiento de los actores sociales, que
potencia el proceso de comunicación sobre los productos en
sí, que no tiene que ser marginal, ni menos profesional,
sino solamente distinta, para poder ser realmente
contrahegemónica.
Referencias
bibliográficas
Alonso, María Margarita y
Saladrigas, Hilda: Teoría de la Comunicación, una
introducción a su estudio. Editorial Pablo de la
Torriente. La Habana, 2006. Pp170.
Barbero, J M: Euforia Tecnológica y
Malestar en la Teoría; en Comunicología Temas
actuales. Colectivo de autores. Editorial Félix Varela. La
Habana, 2006.
—————- Los procesos comunicativos
y la necesidad de una teoría propia de la
comunicación. Conferencia San Juan, Puerto Rico.
1990.
Habermas, J: Teoría de la
acción comunicativa. T.I, Editorial Taurus, Madrid,
1987.
Kaplún, Mario: Una pedagogía
de la comunicación. El Comunicador Popular. Editorial
Camino. La Habana. 2002.
Portal Moreno, Rayza y Recio Silva, Milena:
Lecturas sobre comunicación en la comunidad.
s/f.
Saladrigas Medina, Hilda:
Introducción a la Teoría y la Investigación
en Comunicación. Selección de lecturas. Editorial
Capitán San Luís, 2001.
Vidal, José Ramón:
Comunicación y cambio. IPS. En Boletín Caminos.
CMMLK. 2011.
———————–: El desafío
del diálogo. Cuadernos de Comunicación Popular.
Centro Memorial Martin Luther King. Editorial Caminos. La Habana.
2012.
Autor:
Alcides García
Carrazana.
Educador y comunicador popular. Presidente de la ACCS en
Granma. Profesor de la Universidad de Granma.
[1] R. Pozas, El desarrollo de la comunidad.
Técnicas de investigación social, p. 21.
[2] Citado por E. Sánchez y E.
Wiensenfeld en Sicología social aplicada y
participación: metodología general, pp. 237-241
[3] Ídem.
[4] Tomado del Diccionario Randam House de la
Lengua Inglesa, citado por Rappaport en E. Sánchez y E.
Wiensenfeld, ídem.
[5] “Durante mucho tiempo hemos afirmado
que uno de los aportes de la Educación Popular es la
metodología que ha implementado para lograr que grupos
sociales relegados social, cultural, política y
económicamente, puedan comenzar a participar y a decir su
voz; esa metodología permite iniciar una
elaboración y producción a partir de la
práctica de los sujetos, dando paso a procesos de
teorización que los conducen nuevamente a su
práctica, esta vez, transformada por esa teoría que
pasa a convertirse en guía para la acción. Este
proceso es reconocido por muchos como:
Acción-Reflexión-Acción,
Práctica-Teoría-Práctica”. Notas de
Marco Raúl Mejía J. Educación Popular Hoy:
entre su refundamentación o su disolución.
CINEP.
[6] Ampliar en Alfonso Gumucio Dagron:
Comunicación y cambio social. Claves para el desarrollo
participativo. En Vidal, 2012:13-23. Ob.Cit.