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Cultura e identidad: un desafío ante la globalización



  1. Resumen
  2. Desarrollo
  3. Conclusiones
  4. Bibliografía

Resumen

En los comienzos del siglo XXI, la sociedad humana se
encuentra ante un complejo panorama, caracterizado por la
presencia simultánea de riesgos y oportunidades para la
cultura y la identidad nacional. Los procesos de
globalización en la economía, las
tecnologías de la informática y la cultura, junto a
la recurrente crisis económica y financiera, las guerras,
los cambios climáticos y demás procesos
contemporáneos son problemas recurrentes de interés
para los estudios de cambios culturales y sociales. Hasta que
punto hay beneficios y perjuicios para la cultura y la identidad
de nuestros pueblos.

Las contradicciones entre la dinámica y la
conservación de los rasgos socioculturales de los pueblos
y comunidades en cualquier hemisferio del planeta, cada
día se complejisa aun más, los avances
tecnológicos permiten un acelerado proceso de
transculturación, posibilitando que la cultura de los
pueblos más atrasados sean absorbidos por otros de mayor
desarrollo económico– social. El dilema ¿Qué
hacer para conservar las tradiciones originarias? ¿Hasta
que punto se puede contrarrestar los efectos de estos procesos
contemporáneos? El objetivo de este trabajo es antes que
todo polemizar, exponer criterios de cientistas sociales que
abordan de disímiles aristas el problema de la cultura y
la identidad ante el proceso de globalización
cultural.

Palabras claves. Cultura, identidad cultural,
comunidad, globalización y valores.

Desarrollo

Los factores culturales tienen relación con
componente estructurales que califican la identidad de los
grupos, comunidades, comarcas o pueblos, posibilitando distinguir
a estos en las dimensiones espacio temporales, por otra parte
constituyen el esqueleto funcional que fortalece el aspecto de la
subjetividad de la que forman parte los valores, los cuales, a
partir de la conciencia pueden ser estimulados y favorecer a su
desarrollo.

Para el caso tomemos la identidad, todos la buscan y
creen hallarla, piensa haberla perdido y poder recuperarla. Pero,
sobre todo, se cree en la existencia de la identidad, una
identidad propia frente a las otras ajenas. En ella se cifra el
sostén de derechos, la pretendida legitimidad de
aspiraciones y privilegios. Normalmente se ciñe a una
variedad de calificativos, tales como, la identidad cultural, la
identidad étnica, la identidad popular, la identidad
nacional, etcétera.

Pero la cultura y la identidad están expuestas a
elementos nuevos que se suman al entramado que se ha ido
cimentado a lo largo del tiempo para mezclarse y dar lugar a
nuevas cualidades, sin perder lo originario, lo que constituye la
dinámica y conservación que caracteriza el proceso
de formación y desarrollo de la identidad cultural. He
ahí el carácter dinámico de la identidad
cultural.

La identidad va a depender fuertemente del contexto
donde el individuo se este relacionando pues el lente contextual
le ayudará a definir en cada momento o situación
frente a quiénes se enfrenta, con qué otras
culturas se interrelaciona y sobre la base de qué rasgos
significativos se definen los recortes de la realidad
sociocultural que sustentan su identidad. Se es diferente, pero
también son iguales y así,
sucesivamente.

Los estudios del cambio cultural o social se enfocan en
preocupaciones básicas, sobre las innovaciones en culturas
particulares, especialmente cuando se relacionan en variaciones
culturales; o de aculturación que ocurren con varias
formas de contacto cultural, que facilitan o inhiben cambios al
interior de la cultura, contrastados con cambios inducidos por el
contacto desde fuera.

El individuo puede resistirse a los cambios en la esfera
cultural, pero no puede evitar la influencia constante de
elementos culturales nuevos, para ir cambiando elementos como la
moda, lenguaje, comportamientos, estilos, arte, costumbres y
disímiles formas de la cultura.

En la medida en que las comunidades estén dotadas
de mayor grado de conocimientos de sus raíces, así
crecerá el desarrollo autóctono y formativo
cultural; el resultado podría ser, una paulatina
disminución de la capacidad de manipulación por los
centros culturales del mundo desarrollado y una
reafirmación de la propia identidad nacional.

Esto tiene su base en el argumento de que "la cultura
del desarrollo parte del desarrollo de la cultura y para que
perdure el modelo de desarrollo, tiene que afirmarse en la
identidad y en los valores autóctonos" (Rodríguez:
1995. 23)

La globalización cultural y el desarrollo
sostenible deberán convertirse en la práctica real,
en una unidad dialéctica, teniendo como centro al hombre y
su entorno. La relación entre la globalización
cultural y el desarrollo sostenible debe convertirse en un
elemento estratégico. A través de ella, se pueden
abordar respuestas a importantes problemas de las presentes y
futuras generaciones al tomar en consideración a la
cultura como el instrumento de la calidad del
desarrollo.

Los fenómenos culturales requieren un enfoque
integral debido a que la propia cultura es un sistema complejo
que funciona con integralidad y dinamismo y necesita de una
adecuada y específica comunicación, en la
creación, difusión e intercambio de valores
espirituales.

Asumimos con Pogolotti (1991: 35) que una cultura vive
en la historia y encarna irrenunciablemente en un pueblo,
haciéndose reconocible por ir marcando cierto perfil
ético, estético, vital, social, religioso y
aún epistemológico y filosófico.

Así la cultura constituye motivo y momento de
participación comunitaria, donde afloran valores,
tradiciones, memoria histórica, costumbres, que pasan de
generación en generación para convertirse en
verdadero patrimonio, el que no es fácil de deshacer, pero
factores externos o internos de los procesos del desarrollo
pueden lesionarlos hasta llegar a perderse, si no se tiene en
cuenta su preservación para beneficio de sus
creadores.

Generalmente las comunidades son identificadas por una
cultura determinada. Emile Durkheim aseveró que las
costumbres y creencias como elementos sociales y culturales
"mantienen juntas a las sociedades primitivas y parecen ayudarlas
a sobrevivir". (En Kroeber; 1998: 104)

Si se estima que en la definición ofrecida por
Moré, el proceso identitario no es algo estático,
sino que los elementos socioculturales aludidos como la lengua,
la religión, las costumbres, las instituciones y todas las
estructuras sociales están expuestas a los distintos
procesos históricos, entonces el patrimonio aporta la
memoria histórica y la identidad cultural de la comunidad.
Conceptualmente, la identidad cultural es la condición del
ser humano que caracteriza la manera común de vivir en el
tiempo y el espacio, el quehacer concreto del hombre en el
proceso de producción y reproducción de la cultura
en la sociedad misma.

La cultura o civilización, en sentido
etnográfico amplio es todo aquel complejo que incluye el
conocimiento, las creencias, el arte, la moral, el derecho, las
costumbres y cualesquiera otros hábitos y capacidades
adquiridos por el hombre en cuanto miembro de la sociedad.
(Tylor; 2003: 61-63).

En este concepto se expresan elementos sustanciales al
valorar la cultura como un todo que engloba una serie de aspectos
del fenómeno cultural, sin dejar a un lado la sociedad,
como rasgo colectivo y social, así como el resultado del
proceso histórico. Este concepto, abarcador, concluye
precisamente con la palabra sociedad para dejar de forma
explícita, la relación que existe con el hombre
como portador de cultura.

Es interesante al incluir en su contenido a la comunidad
y las reacciones del individuo como parte de ella, al ser
afectadas por las costumbres de ese grupo donde vive, es entonces
un aporte significativo al concepto del autor: la cultura incluye
todas las manifestaciones de los hábitos sociales de una
comunidad, las reacciones por las costumbres del grupo en que
vive, y los productos de las actividades humanas en la medida en
que se ven determinadas por dichas costumbres de los individuos.(
Boas; 2003 : 85 – 88)

El cuadro cultural del mundo ha cambiado intensamente.
Sus cambios son tan reveladores que obligan a valorar la
influencia de los factores culturales en el perfeccionamiento de
los pueblos, como aspecto importante para comprender en su
profundidad el contenido. El enfoque activo de la cultura,
permite comprender que ella se ha transformado como consecuencia
de las "mutaciones históricas y, por tanto, como actividad
sobre la cual la humanidad casi no podía ejercer
ningún control, hoy día se la considera cada vez
más como causa fundamental de esas mutaciones, y
también como una actividad sobre la cual la humanidad
ejerce un control considerable". Según Paúl
Schafer.

La cultura y la identidad están expuestas a
constantes bombardeos. La globalización cultural, los
medios de comunicación, el desarrollo de las
tecnologías de la informática, la Internet, y otros
medios, posibilitan aun más rápido el intercambio
cultural. ¿Qué beneficios y perjuicios tiene esta
situación?

Pues la propia dinámica nos demuestra que nada se
puede hacer; el desarrollo se impone, los perjuicios están
cuando se impone los intereses culturales foráneos, cuando
no se tiene en cuenta el desarrollo autóctono, cuando hay
manipulación, cuando no se tiene en cuenta la historia,
las costumbres, los valores en fin su identidad, pero cuando hay
elementos que enriquecen, comparten y existe intercambio sobre la
base del respeto, pues la globalización cultural
bienvenida sea.

Como planteara nuestro apóstol José
Martí: Las puertas de cada nación deben estar
abiertas a la actividad fecundante y legítima de todos los
pueblos. Las manos de cada nación deben estar libres para
desenvolver sin trabas el país, con arreglo a su
naturaleza distintiva y a sus elementos propios. Los pueblos
todos deben reunirse en amistad y con la mayor frecuencia dable,
para ir reemplazando, con el sistema del acercamiento universal,
por sobre la lengua de los istmos y la barrera de los mares, el
sistema, muerto para siempre, de dinastías y de grupos.
(José Martí; 1963: 153).

Estos argumentos martianos, hacen pensar en la
situación que confrontarán América Latina, y
particularmente Cuba en el siglo XXI, en el contexto de las
profundas transformaciones que se están operando en la
cultura global. ¿Cambiará nuestras costumbres y
tradiciones?, ¿Serán sumidas las culturas locales
por el avance de lo global?

Nuestro país se encuentra inmerso en el
fortalecimiento y preservación de la cultura nacional como
escudo ideológico, que proporciona la conservación,
revitalización, enriquecimiento y difusión del
patrimonio cultural, lo que favorece el protagonismo de las
comunidades en su desarrollo.

Porque la identidad cultural es un proceso abierto por
ello coincido con los autores Arias; Castro y Sánchez
(2010: 37), la identidad: …es un proceso de
formación y transformación, un proceso abierto,
inacabado (…) y ese espacio convertido en una pradera
dispuesta a recibir todas las lluvias, los vientos y las brisas,
las semillas venidas de todas partes, sobre el fundamento de una
capacidad de selección que asimila las influencias
provechosas y se cierra a lo que pudiera
dañarnos.

Para otros autores como este considera que: "La culturas
también pueden tener un tamaño menor al nacional.
Aunque las personas de una misma sociedad o nación
comparten una tradición cultural, todas las culturas
contienen también diversidad. Los individuos, las
familias, los pueblos, las regiones, las clases y otros subgrupos
dentro de una cultura tienen diferentes experiencias de
aprendizaje al mismo tiempo que comparten otras." (Conrad P.
Kotak, 1994, 40)

He aquí la diversidad cultural, hasta dentro de
un mismo país existen diferencias culturales, se comparte
y se retroalimenta para si mismo y a la misma vez recibe
influencia foránea.

Es asimismo innegable que el mundo moderno impone cada
vez más la necesidad de una cultura planetaria. Y el
avance de ésta, en alguna medida, conlleva la
reestructuración de aquéllas. Lo que no está
decidido es el modelo a seguir, que no tiene por qué ser
el de la homogeneización tecnoindustrial y
cultural.

« ¿No podemos extraer de cada una y
generalizar lo más rico que aporta? ¿Cómo
integrar entonces los valores y tesoros culturales de las
culturas que se desintegran? Debemos afrontar las dos
conminaciones contradictorias: Salvar la extraordinaria
diversidad cultural que creó la diáspora de la
humanidad y, al mismo tiempo, nutrir una cultura planetaria
común a todos» (Morin 1993: 97).

La humanidad se debate entre la tendencia a instaurar la
unificación y la tendencia a mantener la
diversificación, en una evolución contradictoria
que, sin embargo, puede y debe ser complementaria. Ahora bien, en
último término, como señalaba eruditamente
Lévi-Strauss: «Lo que debe ser salvado es el hecho
de la diversidad, no el contenido histórico que cada
época le dio, y que ninguna conseguiría prolongar
más allá de sí misma» (1973: 339).
Porque un estado óptimo de variedad es inevitable como
mecanismo de avance, para que la humanidad no se osifique; y
porque un grado óptimo de unidad resulta imprescindible
para conseguir el equilibrio del que depende cada día
más la supervivencia cultural de todos.

Como subraya un autor suramericano: «La
globalización no va a desaparecer a las culturas locales;
todo lo que haya en ellas de valioso y digno de sobrevivir
encontrará en el marco de la apertura mundial un terreno
propicio para germinar (…) Un renacimiento de las
pequeñas culturas locales devolverá a la humanidad
esa rica multiplicidad de comportamientos y expresiones, que
(…) el Estado-nación aniquiló» (Vargas
Llosa 2000: 14).

«Asistimos a un proceso en el cual la
globalización se convierte en alimento de la diversidad.
La circulación extensiva de información por todo el
mundo es consumida ahora por identidades dispares que incorporan
al discurso global su propia disparidad (…) El nuevo estadio de
globalización supone una oportunidad extraordinaria»
(Biondi 2000: 28).

La trama de la cultura conforma un todo complejo, a modo
de estructura multinivel de (sub)sistemas culturales, que, desde
el más cercano al individuo hasta la globalización
planetaria, anidan o encajan unos dentro de otros: como redes en
el interior de otra red más amplia, cada una de las cuales
opera con un cierto grado de autonomía, a la vez que es
interdependiente de las demás y del sistema global.
(Gómez García; 2009)

En un planeta donde el entramado cultural se está
efectuando no sólo entre comunidades a corto y a largo
plazo, sino incluso directamente entre individuos por los medio
del mercado, los viajes, Internet, poniendo de manifiesto la
comunidad cultural de toda la humanidad, la cuestión no es
ya discutir si tiene sentido la unificación planetaria,
sino cómo compensar las fluctuaciones que amenazan con
hacerla detonar.

Hay hechos dolorosos, porque toda evolución
admite desastres. No todo podrá ser conservado en los
procesos de modernización, y no sólo porque se
desencadenen genocidios y etnocidios, o se provoque esclavitud,
pobreza y enfermedad. El destino de las sociedades de bandas y
tribus preestatales es trágico, por más que se
reconozca el derecho de las culturas a no cambiar su modo de vida
si no quieren (Harris 1979: 404-406). Las culturas
indígenas, que ya apenas abarcan a trescientos millones de
personas, agonizan; y sólo alargará su
agonía el confinarlas en reservas selladas a todo contacto
exterior. Respecto a éstas y a otras muchas culturas
tradicionales, tampoco parece mejor solución promoverlas a
estados soberanos, lo que supondría fundar más de
seis mil estados «étnicos», cuyas fronteras
resultaría imposible trazar en la mayor parte de los
casos, para regenerar a escala mundial un feudalismo
sombrío, que únicamente sería viable a
condición de suprimir las libertades individuales y toda
disensión, en nombre de los dioses de la tribu, es decir,
de una «identidad cultural» colectiva, excluyente.(
Vargas Llosa, 2000 )

Porque el intercambio global de elementos culturales
permite una recombinación cultural generalizada.
Aún, cuando opera un mecanismo evolutivo de
creación de nuevas formas socioculturales mediante
asociación permanente entre tradiciones diferentes, los
sistemas socioculturales son capaces de integrar rasgos
provenientes de otros. Cada vez más los mecanismos
adaptativos producidos estarán a disposición de
todos. El conjunto de las variantes culturales conforman
así un dominio único. Aunque, como es evidente, su
distribución no sea justa, tiende a serlo por la
globalización de las redes de
comunicación.

EL desarrollo local ante la globalización
también es un tema recurrente de cientistas, economistas,
políticos y actores sociales en general porque hay una
realidad evidente frente a la cual se está y que
trasciende. ¿Cómo hacer para dialogar de desarrollo
local en una época en la que la globalización
parece ser la tónica básica de nuestra sociedad
contemporánea?

Se está delante de un tema de debate que
atraviesa toda la sociedad contemporánea, plantea
(José Arocena; 2008) se busca explicitar ese debate de
esta forma: ¿estamos viviendo en una sociedad en la que
los determinismos globales condicionan completamente la
acción del ser humano?, ¿nos determina en nuestro
comportamiento, de tal manera que entonces conociendo las
mecánicas de la globalización vamos a conocer
absolutamente todo lo que el ser humano es?, si es así,
tal vez sea suficiente que estudiemos las macronacionalidades de
la sociedad contemporánea, los macromovimientos, las
principales influencias que se mueven en el mundo
contemporáneo en términos de globalización,
y después, simplemente, lo que constataremos a nivel local
y regional será la simple reproducción de esas
macronacionalidades. Vamos a encontrar en cada ciudad, en cada
localidad, reproducido lo que hemos definido como proceso de
globalización. Esto sería la globalización
como factor determinante fundamental de toda actividad
humana.

Porque la globalización reproduce las
lógicas de dominación y de poder en el mundo.
Solamente acentuando las autonomías locales se va ha poder
generar estructuras comunitarias capaces de defenderse de esas
lógicas que vienen de los procesos de
globalización. Esta es la posición contraria, es la
que esta llamada la identidad y las culturas nacionales en
defensa propia.

La capacidad que tienen los pueblos originarios de
defender la diferencia dentro de un modelo global, es el
desafío fundamental de la sociedad contemporánea.
Si el problema central es la articulación entre lo global
y lo local, se puede hablar de identidades locales, de
identidades regionales que sean generadas por las comunidades
para su propio desarrollo. Así los procesos de desarrollo
que se han producido y se producen en lo local hay que
analizarlos desde la perspectiva cultural.

El intercambio cultural que se produce en estos momentos
a nivel planetario se le puede definir también como
aculturación que debe ser distinguida como cambio
cultural, del cual solo es un aspecto y de asimilación. La
interacción en la que desarrollan sus actividades los
pueblos, propicia los préstamos culturales o la
transculturación. En otros casos se produce otros
fenómenos como: la aculturación proceso que indica
también necesariamente la pérdida o desarraigo de
una cultura precedente, lo que pudiera decirse, una parcial
deculturación, y además, significa la
creación de nuevos fenómenos culturales que
pudieran denominarse neoculturación. Es no solo un
fenómeno que con frecuencia tiene lugar sino que
representa un aspecto importante del cambio cultural
distinguiéndose de la palabra difusión.

Para otros autores como (Bervejillo; 2011) este proceso
globalizador abre oportunidades para las localidades, así
como también plantea nuevas amenazas,
continua…desde el punto de vista de las amenazas este
autor identifica cuatro manifestaciones: en primer lugar, se
encuentra la amenaza de marginación o exclusión
para aquellas localidades o áreas que no llegan a ser
–o dejan de serlo- atractivas y relevantes; al disminuir
las protecciones estatales muchas localidades enfrentan la
posibilidad real de caer en el estancamiento, retroceso o
abandono. En segundo lugar, existe la posibilidad de que algunas
regiones se vean enfrentadas a una integración subordinada
al depender de actores globales externos, que además de no
contar con arraigo territorial carecen de responsabilidad frente
a la sociedad local con la cual mantienen lazos sumamente
frágiles, lo que les permite el retiro de sus inversiones
atraídos por condiciones más ventajosas en otros
territorios. En tercer lugar, se destaca la posibilidad de
fragmentación, desmembramiento y desintegración de
ciertas unidades territoriales, regiones o ciudades, dependiendo
de la diferente inscripción en el sistema global; en
algunas ciudades esta fragmentación puede traducirse en
una dualización entre capas de población
"globalizadas" y las restantes. Final mente, existe una amenaza
de carácter ambiental producto de la imposición de
un modelo de desarrollo no sustentable.

Ante el imperativo de dar una respuesta eficiente a las
necesidades socioculturales de la población con la
urgencia de preservar las identidades nacionales se ha
condicionado principalmente en los últimos años de
globalización, una acelerada configuración de la
denominada y controversial gestión de la cultura con base
en el trabajo comunitario, de la cual pueden forman parte los
proyectos sociales y culturales, como una alternativa para paliar
los efectos antes expuestos por el mencionado autor..

La modalidad de proyectos socioculturales se caracteriza
por ofrecer una cobertura global, al ser la sociedad y la
cultura, formaciones de cobertura total, cuyas áreas de
apoyo oscilan entre dos esferas básicas: la
administración y el quehacer culturales, las que en su
conjunto conforman parte de la actividad humana. (Moreno; 2006:
34)

Puede ser los proyectos socioculturales una alternativa
para preservar las identidades nacionales, tan amenazadas por la
globalización cultural a la que están expuestos
nuestros países llamados en vía de desarrollo, pero
serán efectivos en la medida que las administraciones
sepan conjugar los intereses nacionales y la influencia
foránea a la se estamos expuestos en estos momentos de
globalización.

Las acciones a tener en cuenta en defensa de las
culturas e identidades nacionales, no puede faltar la
preservación de tradiciones, flolklor, costumbres, arte,
estilos, valores, historia, y demás componentes
socioculturales, para evitar la amenaza de marginación,
exclusión, estancamiento, retroceso o abandono que
posibilita la fragmentación, desmembramiento y
desintegración de nuestras comunidades, la prioridad
está en el desarrollo sustentable de las localidades en
vía de desarrollo.

Conclusiones

  • Los procesos de globalización en la
    economía, las tecnologías de la
    informática y la cultura, y demás procesos
    contemporáneos son problemas recurrentes de
    interés para los estudios de cambios culturales y
    sociales.

  • Cada vez más se acentúan las
    contradicciones entre la dinámica y la
    conservación de los rasgos socioculturales de los
    pueblos y comunidades en cualquier hemisferio del planeta a
    raíz de la globalización.

  • La cultura y la identidad están expuestas a
    elementos nuevos que se suman al entramado que se ha ido
    cimentado a lo largo del tiempo para mezclarse y dar lugar a
    nuevas cualidades culturales.

  • La cultura constituye motivo y momento de
    participación comunitaria, verdadero patrimonio, el
    que no es fácil de deshacer, pero pueden lesionarse
    hasta llegar a perderse, si no se tiene en cuenta su
    preservación para beneficio de sus
    creadores.

  • La identidad cultural es un proceso abierto proceso
    de formación y transformación, abierto,
    inacabado.

  • La capacidad que tienen los pueblos originarios de
    defender la diferencia dentro de un modelo global, es el
    desafío fundamental de la sociedad
    contemporánea.

  • El intercambio global de elementos culturales
    permite una recombinación cultural generalizada,
    mecanismo evolutivo de creación de nuevas formas
    socioculturales, aunque es evidente, su distribución
    no sea justa, tiende a serlo por la globalización de
    las redes de comunicación.

  • El intercambio cultural que se produce en estos
    momentos a nivel planetario se le puede definir
    también como aculturación, cambio cultural,
    asimilación, préstamos culturales,
    transculturación, deculturación y
    neoculturación.

  • En los últimos años de
    globalización, una acelerada configuración de
    la denominada y controversial gestión de la cultura
    con base en el trabajo comunitario, la puede forman parte los
    proyectos sociales y culturales, para preservar las
    identidades nacionales.

  • Ante la marginación, estancamiento, y
    retroceso que posibilita el desmembramiento y
    desintegración de nuestras comunidades, la formula
    está en el desarrollo sustentable de las localidades
    en vía de desarrollo.

  • El proceso globalizador abre nuevas oportunidades
    para nuestros pueblos, pero también nuevas amenazas en
    el campo de la cultura y las identidades
    nacionales.

Bibliografía

  • Arias, M, Ana Castro y José
    Sánchez: En torno al concepto de Identidad Cultural.
    En Perspectivas No. 9, Colombia, 2011.

  • Biondi Shaw, Juan J. «Globalidad
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  • Conrad P. Kotak, 1994,
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  • Geertz, Clifford: "Descripción
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    En: En Bohannan, 2003.

  • Graziela Poggolotti: en Revista TEMAS,
    "Controversia: Cultura Popular, identidad y comunidad",
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  • Kroeber, Alfred Louis: "El concepto de
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    Antropología estructural. Mito, sociedad, humanidades.
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  • Morin, Edgar. «La unidualidad del
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  • Ritzer George: "Teoría social
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  • Rodríguez Chávez,
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  • Vargas Llosa, Mario. «Las
    culturas y la globalización», El País
    (Madrid), 16 abril: 13-14. 2000

 

 

Autor:

MS.c. Abelardo Álvarez
Ávila.[1]

 

[1] Abelardo Álvarez Ávila.
Licenciado en Historia y Ciencias Sociales. MS.c. en Desarrollo
Cultural Comunitario. Profesor Auxiliar Universidad Oscar
Lucero Moya. Holguín. Cuba.

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