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Cultura de la legalidad




Enviado por M.C. Jorge Argoud




    Monografias.com

    1. INTRODUCCIÓN

    Derecho es un medio de socialización
    basado en el consentimiento y en la obligación a
    través de las sanciones y penas que puede imponer, pero su
    utilización exclusiva, sin otras medidas más
    profundas, es incapaz cuando falla el consentimiento y
    sólo queda el uso de la fuerza
    convencimiento, de la adhesión razonable a
    los valores principales del sistema
    legal, desde la idea de
    dignidad humana hasta las de
    libertad,
    igualdad y solidaridad
    y sus concreciones; como la tolerancia,
    el rechazo de la
    violencia y la defensa de la solución pacífica
    de los
    conflictos. En la formación recta de las conciencias,
    que es condición de la comprensión sobre el

    valor de la obediencia al derecho, la educación se
    convierte entonces en un instrumento indispensable.

    La educación,
    facilitando la formación y la información,
    prepara al
    hombre para participar de forma activa en la sociedad. Es una
    forma central de socialización, es decir, de
    inserción de la persona en los valores y en la cultura de
    una determinada sociedad, dotándola de una
    preparación adecuada para servir a la sociedad y para
    realizarse en su profesión. Es por ello que en el ideal
    educativo también se sitúa como prerrogativa el
    respeto a los principios democráticos de convivencia y a
    los derechos y libertades fundamentales. Así la
    educación tiene junto a su misión
    en la formación de cada persona, de su razón y de
    su sensibilidad, una misión complementaria, pero no menos
    importante de inserción de la persona en la sociedad y en
    las instituciones políticas.

    En consecuencia, se busca por medio de la
    formación de la cultura de la legalidad que los ciudadanos
    se apeguen voluntariamente a la legalidad y se convenzan de su
    utilidad
    para vivir junto con otras personas con necesidades y derechos
    similares, pero compuesta de igual forma de una diversidad digna
    de respetar; asimismo, que desarrollen una
    actitud crítica frente al
    desempeño de sus representantes en la vida
    pública y sepan emplear los mecanismos que la propia ley
    les otorga, para hacer cambios que contribuyan al mejoramiento
    social.

    El término cultura de la legalidad suele ser
    confundido con la denominación de cultura jurídica,
    siendo ambas categorías elementos diferentes. Cuando se
    habla de cultura jurídica se hace referencia al conjunto
    de conocimientos que se derivan de la existencia misma del
    Derecho como objeto real del conocimiento, y que se relacionan
    con el contenido técnico-profesional que ha de
    desarrollarse en una formación especializa del profesional
    de las Ciencias
    Jurídicas. Es decir, la cultura jurídica se
    identifica con el contenido particular, objeto del proceso de
    enseñanza aprendizaje
    del jurista, que requiere de estudios más rigurosos y
    profesionalizantes en relación con las exigencias
    particulares del ejercicio de la profesión.

    Mientras tanto, la cultura de la legalidad es una
    noción más general, no tan específica del
    conocimiento de las normas
    de Derecho y sus instituciones. Trasciende al objeto de estudio
    del Derecho como profesión, y se extiende a un
    ámbito más sociológico en cuanto implica el
    grado de conocimiento general que debe poseer cada ciudadano
    sobre el sistema legal y su funcionamiento, sin que
    necesariamente sea un abogado. Este conocimiento resulta
    relevante en cuanto el Derecho, como ciencia
    y profesión, es una de las disciplinas que más
    trascendencia tiene en la vida del hombre. El Derecho es parte de
    la misma esencia de la
    naturaleza humana; concierne, incumbe, afecta a todos los
    campos de la vida; pero además, el Derecho es una
    herramienta poderosísima de cambio social. Dada su
    importancia, el Derecho ha de ser parte de nuestra cultura no
    solo como parte de un conjunto de conocimientos, ideas o
    teorías que se han conjuntado y sistematizado desde
    una ciencia en particular, sino incorporado a nuestra vida
    cotidiana.

    Gerardo Laveaga*, entiende por cultura de la legalidad:
    el conocimiento que un pueblo tiene de su Derecho, así
    como los esfuerzos que hacen grupos
    y facciones, principalmente el gobierno,
    para difundir o no difundir tal conocimiento, las
    variables del proceso mediante el que un pueblo acata las
    normas que lo rigen, los efectos concretos que este ejercicio
    tiene en la sociedad
    civil y los límites
    a los que se circunscribe. De este concepto
    se comprende que la cultura de la legalidad se encamina a la
    difusión y cumplimiento del derecho por parte de la
    sociedad. Por tanto, implica la socialización
    jurídica, ya que ello representa para el
    individuo la sujeción de su conducta
    a la conformidad y obediencia al ordenamiento jurídico,
    así como su participación como elemento social para
    preservar y difundir la legalidad. De ahí que
    también cultura de la legalidad significa que la ética
    y pensamientos dominantes en una sociedad simpatizan con la
    observancia de la ley.

    *(Abogado, periodista y escritor mexicano,
    Gerardo Laveaga es director general del
    Instituto
    Nacional de Ciencias Penales y ha publicado libros sobre
    materia penal, así como sobre personajes históricos
    y políticos)

    Suárez Larrabure**, por su parte afirma que la
    cultura de la legalidad se refiere a ideas, actitudes,
    expectativas y opiniones acerca de la ley, mantenida por las
    personas en una sociedad dada. Es la red de valores y actitudes
    que determinan cuando, por qué y dónde la gente
    apela a la ley o al gobierno o se aparta de él.

    (Suárez Larrabure, María
    Dolores: Hacia La Socialización Jurídica.
    Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la UNT –
    Argentina) **

    Según el criterio de esta autora, se puede
    comprender que la cultura de la legalidad, es la fuente inmediata
    del cambio legal, sea cual sea la fuente última, ya que el
    término cubre esos pensamientos e ideas que actúan
    como motivos o incentivos del comportamiento legal, el
    comportamiento orientado hacia o en contra de las reglas
    jurídicas, las instituciones del derecho y el uso o no de
    la ley. Es decir, la cultura de la legalidad abarca no solo

    el conocimiento del sistema legal y su funcionamiento, sino
    actitudes y valoraciones, que aún en los grupos
    desprovistos de conocimientos correctos, existe una cultura legal
    en la medida en que sostienen orientaciones y actitudes
    específicas respecto de la ley.

    Para Sánchez Cordero***, la expresión
    cultura de la legalidad trasciende a cualquier concepción
    que pretenda designarla solamente como cultura jurídica o

    Estado de Derecho. Para esta autora cultura de la legalidad
    significa, sí, imperio de la ley; pero también
    significa obediencia de la ley, y la obediencia requiere,
    necesariamente: conocimiento de la ley. Reconoce de esta manera
    el papel fundamental de la formación para tal
    propósito. La autora también plantea que de la
    misma manera, la cultura de la legalidad implica necesariamente
    el conocimiento del ordenamiento jurídico; conocimiento
    que puede tenerse a distintos niveles, pero que tiene, como
    irremediable consecuencia, el fortalecimiento del orden social en
    un Estado. El papel de las instituciones en esta tarea es
    fundamental, por ello es indispensable su fortalecimiento a
    través del buen desempeño de sus funciones,
    lo que traerá como consecuencia una mejoría en la
    percepción
    que de ellas tiene el ciudadano.

    Olga Sánchez Cordero de García Villegas,
    Cultura de la legalidad. Los posibles significados de una frase
    que debiera ser parte de nuestra vida cotidiana. Diplomado
    superior de historia y derecho, organizado por la casa de la
    cultura jurídica de la suprema corte de justicia de la
    nación en el Estado de Sonora. Ciudad de Hermosillo.
    2000)***

    Todas estas definiciones permiten comprender que la
    formación de la cultura de la legalidad está
    encaminada a enseñar, desarrollar y fomentar una cultura
    en defensa de lo que se conoce como Estado de Derecho.

    Se entiende entonces por Estado de Derecho la
    aspiración de alcanzar un sistema ideal donde la ley
    proteja los derechos de todos los miembros de la sociedad.
    Según Atienza*,
    el Estado de Derecho se crea cuando toda
    acción social y estatal encuentra sustento en la
    norma; es así que el poder del Estado queda subordinado al
    orden jurídico vigente, por cumplir con el procedimiento
    para su creación y es eficaz cuando se aplica en la
    realidad con base en el poder del Estado, a través de sus
    órganos de gobierno, creando así un
    ambiente de respeto absoluto del ser humano y del orden
    público.

    (Atienza, Manuel: Introducción al
    Derecho. Barcanova. Temas Universitarios. Barcelona.
    1985)*

    Según Godson**, este sistema ideal se basa en al
    menos cuatro criterios:

    • Todo miembro de la sociedad tiene la oportunidad
    de participar en la formulación, la reforma, y la
    aplicación de las leyes;

    • Las leyes se aplican a todos por igual,
    incluyendo al gobernante y al gobierno en turno;

    • Las leyes protegen los derechos de todo individuo
    al igual que el bienestar de la sociedad; y

    • Las leyes prevén
    medios formales para su cumplimiento y para sancionar a los
    infractores con castigos previamente establecidos.

    (Godson, Roy: La enseñanza de la
    cultura de la legalidad. En
    ww.colombiaaprende.edu.co/html/mediateca/1607/article-168103.html
    .2007) **

    Se dice que el Estado de Derecho es un presupuesto
    ideal porque ninguna sociedad goza de un Estado de Derecho
    perfecto. En ningún lugar del mundo se aplica la ley de
    manera enteramente justa, así que no existe un solo
    país donde todas las personas reciben la misma
    protección. Por el contrario, podemos hablar de un
    espectro horizontal, en donde los países están
    más cerca o más lejos del estado de derecho. Por lo
    tanto, son democracias más fuertes o más
    frágiles.

    Las entidades de gobierno no pueden garantizar el Estado
    de Derecho por sí solas. También se necesita una
    cultura de la legalidad, una cultura en donde la gran
    mayoría de las personas están convencidas de que el
    Estado de Derecho brinda la mejor opción para asegurar sus
    derechos y alcanzar sus metas. En una cultura de legalidad, la
    mayoría estima que vivir en conformidad con el estado de
    derecho es la mejor forma de servir el interés
    público y sus intereses personales a largo plazo.
    Asimismo, insisten para que el gobierno también respete el
    estado de derecho.

    La cultura de legalidad aporta dos grandes
    contribuciones a la
    democracia y a los derechos
    humanos. Primero, los ciudadanos pueden ser potenciados,
    llegan a creer firmemente que tienen la capacidad de participar
    en la creación e implementación de las leyes y que
    no existe persona ni institución alguna que esté
    por encima de la ley, incluidos los funcionarios públicos.
    Asimismo, se convencen de que el estado de derecho es la mejor
    opción para garantizar los derechos humanos y alcanzar sus
    aspiraciones democráticas. Segundo, la cultura de la
    legalidad cambia fundamentalmente la
    dinámica de las instituciones gubernamentales, tales
    como la policía y el poder
    judicial, obligándolas a ser más eficientes,
    efectivas, y justas.

    De los criterios analizados anteriormente se comprende
    también que la formación de la cultura de la
    legalidad lleva implícito un proceso de
    socialización jurídica, en cuanto implica un
    proceso en el que hacemos nuestros los elementos básicos
    de nuestra cultura, donde la legitimidad del sistema de leyes
    depende del asentimiento voluntario que le prestan quienes
    están sujetos a ellas, por ello es importante como se
    desarrolla en los individuos el compromiso con el derecho durante
    sus años de formación.

    El concepto de socialización jurídica se
    define como el conjunto de mecanismos y proceso de
    formación individual, esencialmente durante el periodo que
    se extiende entre los diferentes niveles de enseñanza, de
    un sistema de conocimientos, representaciones y actitudes
    respecto del derecho.

    Los distintos estudios sobre socialización
    jurídica se enfocan hacia cuatro tendencias
    fundamentales:

    a) la acumulación de
    información,

    b) la transferencia del rol de subordinación
    dentro de la familia,

    c) el desarrollo
    cognitivo

    d) la
    construcción de la identidad
    jurídica

    Acumulación de información. Desde
    este punto de vista, la socialización jurídica es
    entendida como un proceso de adquisición de
    información sobre el modo en que funciona el sistema
    jurídico, y en realidad detrás de esto está
    la idea de que el conocimiento de la ley es generalmente
    suficiente para provocar conformidad con sus prescripciones,
    resulta visible el papel crucial que la escuela
    puede desempeñar en la formación de una conciencia
    de ciudadanos cuya adhesión a las prescripciones legales
    se ve reforzada por la percepción de las reglas como
    instrumento que protegen los derechos. Este papel no se limita a
    la transmisión de la información correcta sobre el
    tema legal, sino que se extiende hacia la formación de los
    valores democráticos, lo cual requiere prácticas
    escolares basadas en ellos.

    Transferencia del rol de subordinación dentro
    de

    la familia. Freud
    ha señalado que la relación del hombre con la ley
    se deriva de la relación que tenemos con nuestro padre. De
    nuestro modelo
    de subordinación en la familia se deriva nuestra
    subordinación a las reglas jurídicas, dependiendo
    de ello que las personas desarrollen la voluntad de conformidad
    con el derecho y el compromiso con sus prescripciones. De esta
    manera este autor entiende que la idea de universalidad propia de
    la regla jurídica, se adquiere a través de la
    identificación con el padre, en los componentes de
    orientación de valor, logrando con ello la
    institucionalización de las pautas de valor.

    Este criterio permite resaltar un rasgo importante de la
    sociabilización al que se le puede identificar como
    "Expansividad". Durante el proceso de formación
    el hombre aprende a participar en una colectividad
    determinada, pero lo que de ese modo se adquiere habilita
    generalmente para actuar en una colectividad más amplia, o
    en otras; no muy distintas de la primera. Las normas y valores
    que se adquieren en la familia ayudan a orientar el
    comportamiento en comunidades más amplias. Esta
    característica es muy importante para explicar como
    influyen los grupos primarios en la transferencia de
    valores.

    Modelo de desarrollo cognitivo. Los trabajos de

    Piaget en los que se analiza el modo en que los
    niños aprenden y los
    procesos mentales que guían el desarrollo del
    pensamiento y la comprensión de la realidad sirvieron
    a Lawrence Kohlberg para estudiar el desarrollo del razonamiento

    moral, para enjuiciar hechos o acontecimientos.

    Desde esta perspectiva se distinguen tres etapas del
    desarrollo del razonamiento moral La primera llamada
    Pre-convencional, que coincide con los años iniciales de
    la
    infancia, el niño evalúa su entorno en
    términos de placer o dolor, siendo bueno los que satisface
    sus deseos o lo hace sentir bien. Su moral es heterónoma y
    el respeto a las reglas se deriva fundamentalmente del deseo de
    evitar un castigo, y un poco más adelante, de ganar una
    recompensa. La segunda etapa es la llamada Convencional; y en
    esta etapa se define lo correcto o incorrecto según la
    norma de su
    grupo. Su
    motivación para cumplir las normas surge del deseo de
    estar a la altura de lo que se espera de ellos como hijos,
    alumnos o amigos. Más adelante logra desarrollar la idea
    de que es necesario cumplir los deberes efectivos que uno ha
    aceptado sosteniendo las leyes. Esta etapa suele coincidir con
    los años iniciales de la
    adolescencia. En la tercera etapa llamada Pos convencional
    los adolescentes son capaces de independizarse de las normas y de
    los valores culturales y pueden enjuiciar las normas desde
    valores morales abstractos. Toman conciencia de que la gente
    tiene variedad de opiniones y valores y de que muchas reglas son
    relativas al propio grupo.

    Reconocen la necesidad de un sistema de reglas y pueden
    diferenciar entre los valores de un sistema social dado y
    principios universales. Son capaces de reflexionar de manera
    general sobre valores como igualdad, libertad o
    justicia, y están en condiciones de criticar
    razonadamente las normas de su propia sociedad, de observar que
    aún si un comportamiento está sancionado por la
    costumbre o la ley puede ser inmoral. La descripción
    del desarrollo individual nos ayuda a entender la conformidad a
    las reglas jurídicas en una
    comunidad. Ya que las
    encuestas realizadas en distintas
    sociedades han mostrado que la actitud más frecuente
    entre los adultos suele ser la convencional y en ninguna la
    conformidad racional a las reglas propias de la Pos convencional
    es la actitud dominante, teniendo mayores posibilidades de hacer
    uso de ellas las personas más educadas por la
    búsqueda de fundamentos racionales. La maduración
    hacia la conformidad crítica que es un elemento crucial en
    un orden social democrático aparece estimulada merced a la
    experiencia de participación en la toma de decisiones
    jurídicas como puede ser un juicio por jurados, las
    audiencias públicas, la discusión de una ley u
    ordenanza.

    Construcción de la identidad
    jurídica.
    Esta perspectiva sobre la
    socialización jurídica pone el acento sobre el
    papel que cada cual juega en su propia socialización, en
    la formación de su propio sistema de normas y valores, y,
    muy especialmente en la construcción de su identidad como
    sujeto de derechos. En este
    análisis, la socialización aparece como un
    proceso durante el cual el actor asimila y reorganiza, dentro de
    su propio sistema de representaciones, los elementos
    constitutivos del sistema jurídico que rige una sociedad.
    Al apropiarse de los elementos, el individuo va al mismo
    tiempo definiendo su identidad, situándose frente al
    orden jurídico y reconociéndose como un sujeto de
    derechos.

    Aquí no se analizan solo los modos de conformidad
    con las reglas jurídicas, sino que también se tiene
    en cuenta el grado en que la gente reconoce el derecho como un
    instrumento que se puede usar en defensa de sus
    intereses.

    En la formación de la cultura de la legalidad se
    evidencia su relación particular con la educación
    cívica, en cuanto ésta última constituye un
    presupuesto fundamental para la formación y desarrollo de
    sentimientos, cualidades, valores y hábitos de conducta de
    los ciudadanos para el pleno disfrute de la libertad y de la
    justicia social, desde las edades más
    tempranas.

    En consecuencia, la formación cívica debe
    ser un instrumento estratégico para conciliar el ejercicio
    de derechos ciudadanos con la vida social, política y
    moral. La educación debe ser, por lo tanto, un
    ámbito institucional que, en virtud del conocimiento que
    produce, asimila, transmite y distribuye, debe crear las
    condiciones favorables para hacer efectivo el ejercicio de los
    derechos ciudadanos en el ámbito de la salud, el
    bienestar social, la cultura, el desarrollo moral, la
    participación cívica, la
    economía y las instituciones políticas y de
    Gobierno.

    CONCLUSION

    La formación de la cultura de la legalidad es una
    obligación para todos los agentes socializadores del
    hombre, sin embargo para las instituciones de enseñanza
    implica una responsabilidad especial, ello está
    determinado por la marcada intencionalidad de preparar
    adecuadamente al hombre para servir a la sociedad y realizarse en
    su profesión.

    Las principales problemáticas en relación
    a la cultura de la legalidad están asociadas a su bajo
    nivel de conocimiento y en consecuencia a la falta de observancia
    del orden legal establecido. Por ello se requieren de métodos
    y estrategias
    que, potenciando un aprendizaje, generen vivencias y aptitudes
    positivas hacia el respeto y obediencia a la ley.

    Es por ello que como cualidades propias de este proceso
    se necesita fomentar la argumentación, la reflexión
    y la propia experiencia, como bases que realmente fundamenten y
    evalúen las opciones, decisiones, y compromisos de las
    jóvenes generaciones. Es decir, incentivar desde la
    instrucción, la capacidad de deliberación, de
    enjuiciamiento de las acciones propias y sus
    consecuencias.

    Los sectores claves son la educación
    cívica y escolar para llegar a los niños y, a
    través de ellos a sus padres, hermanos y a la comunidad.
    Los centros de autoridad moral que existen en la mayoría
    de las sociedades y con frecuencia tienen extensas redes a
    través de las cuales llegan a grandes segmentos de la
    población. Estos centros son también fuente
    originaria de héroes y modelos que proporcionan ejemplos
    vivientes del sacrificio y la lucha que frecuentemente
    acompañan y ayudan a forjar el cambio social. Los medios
    masivos de comunicación pueden desempeñar un papel
    importante en el fomento y el fortalecimiento de la cultura
    necesaria, resaltando sus fuerzas y debilidades diarias.
    Finalmente, las corporaciones policíacas también
    pueden contribuir.

    La policía está empezando a integrar la
    enseñanza del Estado de derecho en sus programas
    académicos para policías. Esta iniciativa pretende
    fomentar un entendimiento del cómo y porqué
    respetar el Estado de derecho contribuye a una procuración
    de justicia más efectiva. También, enseña
    habilidades que ayudan a que la policía promueva una
    cultura de la legalidad con la confianza y participación
    de los ciudadanos.

    Juntos, estos sectores pueden establecer un marco para
    desarrollar y sostener los esfuerzos comunitarios que se
    necesitan para conformar una cultura de la legalidad. Algunas
    sociedades han demostrado que son capaces de lograrlo por
    sí mismas, aún en las circunstancias más
    difíciles. Otras podrán beneficiarse con las
    experiencias y recursos disponibles de aquellas que ya han
    enfrentado el cambio.

    Cuando una sociedad está dispuesta a cambiar la
    juicios y actitudes, se podrá avanzar en un bien
    común.

    BIBLIOGRAFÍA

    Laveaga, Gerardo: La cultura de la legalidad, Libro
    digital, en Biblioteca Jurídica Virtual UNAM.

    Sánchez Cordero de García Villegas, Olga:
    Cultura de la legalidad. Los posibles significados de una frase
    que debiera ser parte de nuestra vida cotidiana. Diplomado
    superior de historia y derecho, organizado por la casa de la
    cultura jurídica de la suprema corte de justicia de la
    nación en el Estado de Sonora. Ciudad de Hermosillo.
    2000.

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