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¿Es Jesús el rey de tu vida y de tu hogar?



Partes: 1, 2

  1. La
    devoción al Corazón de
    Jesús
  2. Horas
    santas
  3. Preguntas
  4. Conclusión
  5. Bibliografía

Monografias.com

El Corazón de Jesús es el símbolo e
imagen sensible del amor infinito de Jesús por eso, se le
aparecía a santa Margarita de Alacoque con su
Corazón ardiendo en llamas. Cuando hablamos del
Corazón de Jesús, estamos hablando de su
Corazón como símbolo de su amor a los hombres y,
por eso cada vez que decimos Corazón de Jesús,
podemos decir igualmente Jesús. El divino Corazón o
simplemente Jesús, es nuestro Dios y Señor. Por lo
cual, debemos adorarlo y amarlo con todo nuestro ser,
especialmente, donde está realmente vivo y palpitante de
amor por nosotros: en la Eucaristía. Las imágenes
son representaciones, pero Eucaristía es la
realidad viva de la presencia real de Jesús y de su
Corazón vivo y resucitado, que sigue palpitando de amor
por nosotros.
Esta devoción al Corazón de
Jesús tiene sus raíces en el evangelio, donde vemos
a Jesús, manifestándose a los hombres desde el
primer momento con todo su amor.

Él mismo nos invita a acercarnos a su
Corazón. Nos dice: "Venid a Mí todos los que
estáis cansados y agobiados… y aprended de Mí,
que soy manso y humilde de corazón, y hallaréis
descanso para vuestras almas porque mi yugo es suave y mi carga
ligera" (Mateo 11:28-30).

Juan el discípulo predilecto tuvo la dicha de
poder descansar sobre su Corazón. Dice: "Uno de
ellos, el amado de Jesús, estaba recostado sobre su pecho"
Juan 13: 23-25.
Este fue testigo de la lanzada, (aunque
esta penetró por el costado derecho) que le
traspasó el Corazón. Uno de los soldados le
atravesó con su lanza el costado y, al instante,
salió sangre y agua. Así se cumplió la
Escritura que dice: "Mirarán al que traspasaron"
Zac 12:10.

EL Corazón de Jesús es la fuente de todas
las bendiciones, pues "…en Él están
escondidos todos los tesoros de la sabiduría y de la
ciencia" Col. 2:3. "En Él reside toda la plenitud de la
divinidad corporalmente y vosotros alcanzáis la plenitud
en Él" Col 2:9.

Por eso, san Pablo nos exhorta a tener los mismos
sentimientos del Corazón de Cristo, al decir:
"Revestíos, como elegidos de Dios, santos y amados,
de entrañas de misericordia, de bondad, de humildad,
mansedumbre, paciencia, soportándoos unos a otros y
perdonándoos mutuamente y, por encima de todo esto,
revestíos de amor, que es el vínculo de la
perfección" Col 3:12-14.

Apóstoles del Corazón de
Jesús:

Entre algunos de los apóstoles de
destacan:

Guillermo de S. Thierry (+1148), que
enseñaba la importancia de "entrar de lleno en el
Corazón de Jesús, en el Santo de los
Santos".

San Bernardo de Claraval (+1153) dice
que el dejarse traspasar su Corazón nos habla de su bondad
y la caridad de su Corazón para con nosotros.

San Víctor (+1173) decía
que no se puede encontrar dulzura que ese pueda comprar con la
del Corazón de Jesús.

Santa Clara de Asís (+1253)
saluda muchas veces al día al Sagrado Corazón de
Jesús en el Santísimo Sacramento.

San Buenaventura (+1274) habla del
Corazón de Jesús como de una fuente de agua
viva.

Santa Gertrudis (1256-1303),
contribuyó mucho a la difusión de la
devoción del Corazón de Jesús en los siglos
XIV y XV. Se le ha llamado la teóloga del Sagrado
Corazón. Ella disfrutó de inenarrables delicias, al
estar recostada como san Juan Evangelista en el pecho de
Jesús.

San Juan Eudes (1601-1680) fue un
apóstol del Corazón de Jesús y del
Corazón de María.

San Francisco de Sales (+1622)
atribuía la fundación de las religiosas de la
Visitación a la obra de los Corazones de Jesús y de
María.

Santa Juana de Chantal (+1641) dijo: El
Señor nos dé la gracia de vivir y morir en el
Sagrado Corazón de Jesús. Ambos amantes del
Corazón de Jesús cofundaron la congregación
de la Visitación, de la cual saldría santa
Margarita María de Alacoque, la principal promotora de
esta devoción.

Bernardo Hoyos (1711-1735), jesuita, es
considerado el primer apóstol de la devoción del
Corazón de Jesús en España. Nos dice:
"Adorando al Señor en la hostia, me dijo clara y
distintamente el 3 de mayo de 1733, que quería por mi
medio extender el culto de su Corazón sacrosanto, para
comunicar sus dones".

En junio de 1734, vio a Jesucristo en la noche de la
Última Cena, antes de instituir el Santísimo
Sacramento de la Eucaristía. En su Corazón luchaban
el amor a los hombres y la tristeza al contemplar tantos ultrajes
y desprecios que recibiría en este sacramento. Y nos dice:
"En aquel punto, determinó Jesús reparar las
injurias del Santísimo Sacramento, abriendo su
Corazón y manifestando a la iglesia este tesoro
soberano…"
Ésta fue una de las mayores gracias
que ha hecho el Señor a su iglesia después de la
del Sacramento. Y aquí entendí de nuevo que
la fiesta del Corazón de Jesús, sería,
después de la del Corpus Christi, la más venerable
en la Iglesia.

La Madre María del divino
Corazón,
religiosa alemana nos dice: "A los 21
años (1884) oraba yo un día en la capilla la
mañana de la fiesta del Corazón de Jesús
delante de esta imagen, a la cual desde mi infancia tenía
tanta devoción. Acababa de comulgar y toda unida a nuestro
Señor estaba embriagada de las delicias de su
Corazón, cuando Él, con una voz que no se deja
oír con los oídos del cuerpo sino con esa voz
interior que yo no conocía todavía y que hoy me es
tan familiar, me dijo: "Tú serás la esposa
de mi Corazón". No puedo decir lo que sentí. Me
quedé consternada, anonadada, confundida y, al propio
tiempo, inundada de las olas de su amor. ¡Qué
dichosos instantes! ¡La esposa de su
Corazón!
Pero ¿cómo?,
¿cuándo? El velo que cubría mi porvenir se
levantó a estas palabras, aunque no lo comprendí
del todo…, sin embargo a partir de ese momento, no pensaba
más que en el Corazón de Jesús como mi
esposo. Puse su imagen sobre mi reclinatorio y sobre mi pupitre.
¡Qué consuelo cada vez que miraba a mi esposo,
qué intimidad entre nosotros! Vivía con Él,
le decía todo, y Él estaba siempre lleno de
misericordia y de bondad para mí.

En mayo de 1894, llegó ella a Oporto (Portugal)
como Superiora de la Casa que su Congregación del Buen
Pastor tenía en esa ciudad. Recibió del
Corazón de Jesús el mandato de escribir al Papa
León XIII para que hiciese la congregación del
mundo al Sagrado Corazón. La carta al Papa
decía:

Santísimo Padre:

Por orden expresa de Jesucristo y con el consentimiento
de mi confesor, vengo con el más profundo respeto y
sumisión más perfecta a participar a V.S. otras
nuevas comunicaciones que se ha dignado hacerme el Señor
acerca del punto de mi primera carta. Cuando el año pasado
V.S. padecía una indisposición que, atendida a
vuestra edad avanzada, llenó de solícito cuidado el
corazón de vuestros hijos, me dio el Señor el
dulcísimo consuelo de asegurarme que prolongaría
los días de V.S. con el fin de que consagrase al mundo
entero al Corazón de Jesús. Más tarde, en
diciembre, me dijo el Señor que había dilatado su
vida para otorgarnos esta gracia de la consagración,
y me dio la impresión de que después de
haber hecho la consagración, Vuestra Santidad
acabaría pronto su peregrinación sobre la
tierra.

La víspera de la Inmaculada Concepción,
Nuestro Señor me dio a conocer que en virtud de este nuevo
impulso que recibiría el culto de su divino
Corazón, hará resplandecer una nueva luz sobre el
mundo entero… Reconocí los abrasados deseos que
Él tiene de que su Corazón adorable sea más
y más conocido y glorificado, y de derramar la abundancia
de sus dones y bendiciones por toda la faz de la tierra. En
verdad, me siento indigna de comunicar todo eso a V.S., pero el
Señor, después de hacerme renovar el sacrificio de
mí misma como víctima y esposa de su
Corazón, aceptando toda clase de padecimientos,
humillaciones y menosprecios, me dio el riguroso mandato de
escribir de nuevo a Vuestra Santidad sobre este
asunto.

Pudiera parecer extraño que pida el Señor
esta consagración del mundo entero y no sólo de la
Iglesia Católica. Pero su deseo de reinar, de ser amado y
glorificado, y de abrasar todos los corazones en su amor y en su
misericordia, es tan ardiente que Él quiere que V.S. le
ofrezca todos los corazones de aquellos que le pertenecen por el
bautismo a fin de facilitarles le vuelta de la verdadera Iglesia,
y los corazones de todos los que no han recibido todavía
la vida espiritual por el bautismo, pero por los que Él ha
dado su vida y su sangre y que son llamados también a ser
un día hijos de la santa Iglesia a fin de acelerar por
este medio su nacimiento espiritual.

Nuestro Señor no me ha hablado directamente
más que de la congregación, pero me ha mostrado, en
diversas ocasiones, con insistencia el ardiente deseo que tiene
de que su Corazón sea más y más glorificado
y amado para bien de las naciones. Me parece que le será
agradable que la devoción de los primeros viernes
de mes
aumente, mediante una exhortación de V.S.
al clero y a los fieles, también por la concesión
de nuevas indulgencias. Nuestro Señor no me lo ha dicho
expresamente, como cuando me habló de la
consagración, pero yo creo adivinar este ardiente deseo de
su Corazón sin que pueda, sin embargo,
afirmarlo…

Dignaos, Santo Padre, bendecir, juntamente con sus
hermanas y protegidas, a la que, besando respetuosamente el pie
de V.S., tiene el honor de llamarse la más humilde y
obediente hija de V.S. Sor María del divino Corazón
Droste zu Vischering. Superiora del Monasterio del Buen Pastor de
Oporto. (Portugal), 6 de enero de 1899.

El 15 de enero llegó esta carta a manos del Papa
León XIII, quien quedó muy impresionado.
Inmediatamente, al cardenal Jacobini, nuncio de su Santidad en
Lisboa, que obtuviese los informe sobre esta religiosa, de la que
se dice que es una santa y que tiene comunicaciones
celestiales.

El 25 de marzo, a raíz de una difícil
operación de la que salió muy bien, decidió
publicar la encíclica Annum sacrum,
declarando que los días 9, 10 y 11 de junio se dispusieron
los fieles que se hiciera la consagración en todas las
iglesias. La consagración del mundo entero la hizo
el Papa León XIII en la basílica vaticana el 11 de
junio de 1899. Según sus propias palabras, "fue el acto
más importante de mi pontificado". Veamos el texto de la
consagración:

Consagración del género humano al
Sagrado Corazón de Jesús:

Dulcísimo Jesús, Redentor del
género humano; miradnos humildemente postrados ante
vuestro altar. Vuestros somos y vuestros queremos ser; y para que
podamos hoy unirnos más íntimamente con Vos, cada
uno de nosotros se consagra espontáneamente a vuestro
Sagrado Corazón.

Es verdad que muchos jamás os conocieron, que
muchos os abandonaron después de haber despreciado
vuestros mandamientos; tened misericordia de los unos y de los
otros, benignísimo Jesús, y atraedlos a todos a
vuestro Santísimo Corazón.

Reinad, Señor, no solamente sobre los fieles que
jamás se apartaron de vos, sino también sobre los
hijos pródigos que os abandonaron, y haced que
éstos prontamente regresen a la casa paterna, para que no
perezcan de hambre y de miseria.

Reinad sobre aquellos a quienes traen engañados
las falsas doctrinas o se hallan divididos por la discordia, y
volvedlos al puerto o se hallan y la unidad de la fe, para que en
breve no haya sino solo redil y un solo Pastor.

Conceded, oh Señor, a vuestra Iglesia, segura y
completa libertad; otorgad la paz a las naciones y haced que del
uno al otro confín de la tierra resuene esta sola voz:
Alabado sea el divino Corazón, por quien nos vino la
salud: a Él sea la gloria y honor por todos los siglos de
los siglos. Amén.

Benigna Consolata Ferrero (1885-1916),
religiosa italiana de la Visitación, murió a los 31
años con fama de santidad. Jesús le decía:
Es necesario reavivar la devoción a este
Corazón para que el mundo se conmueva de nuevo. Mi
Corazón ha de ser la salvación de todo el mundo, la
salvación de cuantos lo busquen y lo
conozcan.

Yo no puedo resistir, viendo tantas almas
engañadas. Con ella usaré de misericordia,
llamándolas dulcemente a mi divino Corazón. Yo les
revelaré los secretos inefables de mi divino
Corazón y les enseñaré a vivir de mi amor,
de aquel amor que vuelve suave el dolor más grande y que
hace gustar al alma una paz celestial, aún en medio de las
rudas pruebas.

Mi Corazón es tan poco conocido que si los
hombres tuviesen que elegir entre Mí y un pedazo de pan,
preferirían el pan. Esto me causa mucha pena. Ver a los
hombres que gimen, sufren privaciones, languidecen; conocer que
tengo todo lo que necesitan, ver que lo rehúsan, que lo
desprecian, es una pena que me pesa en el Corazón. Para no
sentirla, sería menester no haber muerto por ellos como Yo
he muerto… ¡Cuánto me preocupa el amor de los
hombres! ¡Cuánto ansío su amor! Por esto,
cuando encuentro un corazón que me abre las puertas, me
precipito dentro con todas mis gracias.

Dame el consuelo de darme tus miserias. Yo quiero
hacer contigo de trapero, esto es, del que se lleva los trapos
viejos y encima paga al que se los da. Si tú me das tus
miserias, Yo te pago; tú te quitas de encima un problema,
y a Mí me das un placer; pero es necesario
vendérmelas con un acto de humildad profunda, no
despechada, sino de verdad. Y luego, Benigna mía,
llámame como quieras: el trapero del amor o de la
misericordia, las dos cosas me agradan. Amor y misericordia son
como la respiración de mi dulcísimo Corazón.
Yo atraigo a mí todas las miserias de mis pobres y
débiles criaturas para consumirlas en el fuego de la
caridad divina.

Tú no puedes creer, Benigna, el placer que
experimento en hacer de Salvador, es todo mi contento y fabrico
las más bellas obras maestras, precisamente de aquellas
almas que he tomado de más abajo, más de entre el
fango, porque tengo más materia, tengo más cosas
sobre que trabajar.

Santa Margarita María de Alacoque
(1647-1690)

Esta religiosa francesa de la Orden de la
Visitación es la más importante de los
apóstoles del Corazón de Jesús. Benedicto
XV, en la homilía de su canonización, dijo: Es
claro cuál es el encargo asignado por Dios a santa
Margarita: Predicar a todos los hombres las riquezas del
Corazón de Jesús.

Ella recibió cuatro grandes revelaciones del
Corazón de Jesús y en sus diversas comunicaciones
con Él, recibió las famosas promesas del
Corazón de Jesús. Ella difundió la
práctica de la consagración al Corazón de
Jesús y la práctica de los nueve primeros viernes
de mes.

Todo lo cual tiene como finalidad llevarnos a una vida
de confianza en Jesús sin miedos o temores paralizantes
que nos alejen de Él. De ahí ha surgido la famosa
jaculatoria: Sagrado Corazón de Jesús en Vos
confío.
Esta misma confianza en Jesús
será posteriormente resaltada por santa Faustina
Kowalska, la mensajera del Señor de la
Misericordia
, pues Jesús se le presenta como el
Amor, el Perdón y la Misericordia. Jesús no
quiere que le tengan miedo, especialmente los grandes pecadores,
sino que siempre, a pesar de todos sus pecados, confíen en
Él y se acerquen a Él a pedirle humildemente
perdón, sabiendo que serán escuchados y perdonados.
Por eso, en la imagen del Señor de la misericordia se
coloca la frase: Jesús, en Ti
confío.

Hablando concretamente de santa Margarita
María, veamos ahora las promesas y Revelaciones que le
hace el Sagrado Corazón de Jesús.
Y
notemos que se presenta especialmente, cuando está
expuesto en el santísimo sacramento, para dar a entender
la íntima relación entre el Corazón de
Jesús y la Eucaristía, pues son la misma y
única realidad: Jesús que está vivo, con su
Corazón palpitante en el sacramento de la
Eucaristía.

Revelaciones:

Primera Revelación principal (27 diciembre
1673):

Un día, estando delante del Santísimo
Sacramento, me encontré toda penetrada por esta divina
presencia, pero tan fuertemente que me olvidé de mi misma
y del lugar donde estaba, y me abandoné a este
Espíritu, entregando mi corazón a la fuerza de su
amor. Me hizo reposar por muy largo tiempo sobre su pecho divino,
en el cual me descubrió las maravillas inexplicables de su
Corazón sagrado. Y me dijo: "Mi divino
Corazón está tan apasionado de amor por los hombres
y por ti en particular que, no pudiendo ya contener en sí
mismo las llamas de su ardiente caridad, le es preciso
comunicarlas por tu medio y manifestarse a todos para
enriquecerlos con los preciosos tesoros que te estoy
descubriendo".

Segunda Revelación principal
(1674):

Se me presentó el Corazón divino como en
un trono de llamas, más ardiente que el sol y transparente
como un cristal con su adorable llaga. Estaba rodeado de una
corona de espinas, que simbolizaba las punzadas que nuestros
pecados le inferían; y una cruz encima significaba que,
desde los primeros instantes de la Encarnación, es decir,
desde que fue formado este Sagrado Corazón, fue implantada
en él la cruz. Desde aquellos primeros momentos, se vio
lleno de todas las amarguras que debían causarle las
humillaciones, pobreza, dolor y desprecio que la sagrada
humanidad debía sufrir durante todo el curso de su vida y
de su sagrada pasión.

Me hizo ver que el ardiente deseo que tenía de
ser amado de los hombres y de apartarlo del camino de la
perdición, le había hecho formar el designio de
manifestar su Corazón a los hombres con todos los tesoros
de su amor, de misericordia, de gracia, de santificación y
de salvación que contiene. Pero es preciso honrarle bajo
la figura de ese Corazón de carne, cuya imagen
quería que se expusiera y que llevara yo sobre mi
corazón. Y dondequiera que esta imagen fuere
expuesta para ser honrada derramaría sus gracias y
bendiciones…

Una vez, este Soberano de mi alma me mandó velar
todas las noches del jueves al viernes durante una hora, postrada
en la tierra con Él, diciéndome que me
enseñaría lo que deseaba de mí. Esto
tenía también por objeto reparar lo que
sufrió en aquella hora en que, estando en el Huerto de los
Olivos, se quejó diciendo que sus apóstoles no
habían podido velar con Él una hora… Me
mandó comulgar todos los primeros viernes de cada mes para
reparar los ultrajes que durante el mes ha recibido en el
Santísimo Sacramento y me decía: "Tengo sed,
pero una sed tan ardiente de ser amado por los hombres en el
Santísimo Sacramento que esta sed me consume y no hallo a
nadie que se esfuerce según mi deseo en apagármela,
correspondiendo de alguna manera a mi amor".

Jesús me dijo: "Hija mía, tu deseo
de recibirme ha penetrado tan dentro de mi Corazón que, si
no hubiese instituido este sacramento de amor, lo
instituiría ahora para hacerme tu alimento. Me agrada
tanto el que deseen recibirme que, todas las veces que el
corazón forma este deseo, otras tantas le miro
amorosamente para atraerle a Mí".

Tercera Revelación principal
(1674):

Una vez, estando expuesto el Santísimo
Sacramento, después de sentirme completamente retirada al
interior de mí misma por un recogimiento extraordinario de
todos mis sentidos y potencias, se me presentó Jesucristo,
mi divino Maestro, todo radiante de gloria con sus cinco llagas
que brillaban como cinco soles; y por todas partes salían
llamas de su sagrada humanidad, especialmente de su adorable
pecho, el cual parecía un horno. Abrióse este y me
descubrió su amantísimo y amabilísimo
Corazón, que era el vivo foco de donde procedían
semejantes llamas.

Entonces, fue cuando me descubrió las maravillas
inexplicables de su amor puro y el exceso a que le había
conducido el amor al os hombres, de los cuales no recibía
sino ingratitudes y desprecios.

Cuarta y última Revelación
principal (16 de junio de 1675):

Estando una vez en presencia del Santísimo
Sacramento, recibí de Dios gracias excesivas de su amor y
sintiéndome movida del deseo de corresponderle en algo y
rendirle amor por amor, me dijo: "No puedes darme mayor
prueba que la de hacer lo que yo tantas veces te he
pedido".
Entonces, descubriendo su divino Corazón
me dijo: "He aquí este Corazón que tanto ha
amado a los hombres, que nada ha perdonado hasta agotarse y
consumirse para demostrarles su amor, y en reconocimiento no
recibo dé la mayor parte más que ingratitud, ya por
sus irreverencias y sacrilegios, ya por frialdad y desprecio con
que tratan en este sacramento del amor".

Te pido que sea dedicado el primer viernes,
después de la octava del Santísimo Sacramento, a
una fiesta particular para honrar mi Corazón, comulgando
ese día y reparando su honor por medio de un respetuoso
ofrecimiento, a fin de expiar las injurias que he recibido
durante el tiempo que he estado expuesto en los
altares.

Promesas

Jesús prometió que todos los que se
consagren a este Sagrado Corazón no perecerán
jamás y que, como es manantial de todas las bendiciones,
las derramaría en abundancia en todos los lugares donde
estuviera expuesta la imagen de este amable Corazón para
ser allí amado y honrado. Que, por este medio,
uniría a las familias desunidas y asistiría y
protegería a las que se vieran en alguna necesidad. El
Corazón de Jesús no permitirá que se pierda
cosa alguna que le esté verdaderamente consagrada y
dedicada.

Un viernes, en la sagrada comunión, me dijo estas
palabras: "Te prometo en la excesiva misericordia de mi
Corazón que mi amor omnipotente concederá a todos
los que comulguen nueve primeros viernes de mes seguidos, la
gracia de la penitencia final; no morirán en mi desgracia
y sin haber recibido los sacramentos; mi divino Corazón
será su asilo seguro en el último
momento".

Como tiene tan vivos deseos de ser conocido, amado y
honrado por los hombres, en el corazón de los cuales tanto
ha anhelado establecer por este medio el imperio de su puro amor,
ha prometido grandes recompensas a todos los que se emplearen en
hacerle reinar. ¡Qué felicidad es contarse en este
número!.

Ha prometido a todos cuantos se consagren y se
ofrezcan a Él para darle este contento que jamás
les dejará perecer. Que será un asilo seguro contra
las asechanzas de sus enemigos, sobre todo, en la hora de la
muerte y que los recibirá amorosamente en su divino
Corazón, poniendo en seguridad su salvación y que,
como Él es la fuente de todas las bendiciones, las
derramará abundantemente en todos los lugares donde sea
honrada la imagen de ese Sagrado
Corazón.

Además, prometió que daría
la paz a las familias en que reinara la misericordia y
protegería a las estuvieran en necesidad… Y
también creo que se cumplirán y protegería a
las que estuvieran en necesidad… Y también creo que
se cumplirán aquellas palabras que me hacía
oír de continuo entre las grandes dificultades y
oposiciones que había al principio de esta
devoción: YO REINARÉ A PESAR DE MIS ENEMIGOS Y DE
CUANTOS SE OPONGAN A ELLO. No temas yo reinaré a pesar de
mis enemigos y de todos los que quisieran
oponerse.

Me hizo ver esta devoción como uno de los
últimos esfuerzos de su amor para con los hombres a fin de
que, poniéndolo a plena luz en un cuadro particular su
divino Corazón, traspasado de amor por su
salvación, pueda asegurar su salud, eterna y no dejar
perecer a ninguno de aquellos que le estén consagrados…
El les servirá de asilo seguro en la hora de la muerte
para recibirlos y defenderlos de sus
enemigos.

Nada más dulce ni más grato y, al
mismo tiempo, más fuerte y eficaz para convertir a los
pecadores más endurecidos que la suave unción de la
caridad ardiente de este Corazón amable. Él
penetrará los corazones más insensibles por medio
de la palabra de sus predicadores y fieles amigos, haciendo que
sea como una espada ardiente que derrita en su amor los corazones
más helados.

Infinitos son los tesoros de bendiciones y de gracias
que encierra este Sagrado Corazón. No sé ya que
haya en la vida espiritual ningún ejercicio de
dirección más propio para elevar el alma en poco
tiempo a la más alta perfección y hacerle gustar
las verdaderas dulzuras que se encuentran en el servicio de
Jesucristo. Sí, lo digo con seguridad: Si supiera
cuán agradable le es a Jesucristo esta devoción, no
habría un solo cristiano por poco amor que tuviera a este
amable Salvador que no la practicase enseguida… En
cuanto a las personas seglares, encontrarán en su estado,
por medio de esta amable devoción, cuantos socorros
necesiten, es decir paz en sus familias, alivio en sus trabajos,
bendiciones del cielo en todas sus empresas y consuelo en sus
tristezas. En ese mismo Sagrado Corazón es en donde
hallarán propiamente un lugar de refugio durante su vida y
principalmente en la hora la muerte… Mi divino Maestro me ha
dado a conocer que los que trabajen en la salvación de las
almas, tendrán un arte especial para conmover los
corazones más endurecidos, si profesan tierna
devoción a su Corazón Sagrado, y si trabajan para
inspirarla a los demás y establecerla en todas
partes.

Resumen de las promesas del Sagrado
Corazón de Jesús para los que le tengan
devoción y sean apóstoles de su divino
Corazón.

  • 1. Les daré las gracias
    necesarias a su estado.

  • 2. Pondré paz en sus
    familias.

  • 3. Los consolaré en todas sus
    aflicciones.

  • 4. Seré su refugio durante la
    vida y, sobre todo, a la hora de la
    muerte.

  • 5. Bendeciré abundantemente sus
    empresas.

  • 6. Los pecadores hallarán
    misericordia.

  • 7. Los tibios se harán
    fervorosos.

  • 8. Los fervorosos se elevarán
    rápidamente a gran
    perfección.

  • 9. Bendeciré los lugares donde la
    imagen de mi Corazón sea expuesta y
    honrada.

  • 10. Les daré la gracias de mover
    los corazones más endurecidos.

  • 11. Las personas que propaguen esta
    devoción tendrán su nombre escrito en mi
    Corazón y jamás será borrado de
    él.

  • 12. Concederá a todos los que
    comulguen nueve primeros viernes de mes seguidos la gracia de
    la penitencia final, no morirán en mi desgracia y sin
    haber recibido los sacramentos. Mi divino Corazón
    será su refugio seguro en los últimos
    momentos.

  • 13. No perecerá ninguno que se me
    consagre.

Consagración al Corazón de
Jesús y de María:

Consagrarse significa entregarse totalmente, como una
madre que se consagra al cuidado de su esposo y de sus hijos. De
la misma manera, Jesús quiere que nos entreguemos
totalmente a Él, con una disponibilidad total y sin
condiciones, poniendo todo lo que somos y tenemos a su servicio
para que Él disponga libremente de nosotros según
su santa voluntad. Consagración es, pues, una
donación de todo nuestro ser, es abandonarse totalmente en
sus manos divinos para amarlo sin medida y seguirlo sin
condiciones.

Jesús no se deja ganar en generosidad y la
constituye heredera de todos los tesoros de su Corazón.
Por eso, el consagrarnos nosotros a este divino Corazón
será un medio extraordinario de
santificación.

Dice santa Margarita María: Cuando nos
hemos consagrado y dedicado por completo a este Corazón
adorable, para honrarle y amarle con todos nuestros medios,
abandonándolos del todo, Él se cuida de nosotros y
nos hace arribar al puerto de la salvación a pesar de las
borrascas.

Y ella escribió su primera
consagración así: (Nosotros podemos consagrarlo de
forma similar)

Yo……………………………………………………
consagro al Sagrado Corazón de Nuestro Señor
Jesucristo, mi persona y mi vida, mis acciones, penas y
sufrimientos, para no servirme de ninguna parte de mi ser sino
para honrarle, amarle y glorificarle. Esta es mi voluntad
irrevocable: ser toda suya y hacerlo todo por su amor,
renunciando de todo corazón a cuanto
desagradarle.

Te elijo, oh sagrado Corazón, por el
único objeto de mi amor, el protector de mi vida, la
garantía de mi salvación, el remedio de mi
fragilidad, el reparador de todas mis faltas y el asilo seguro en
la hora de mi muerte.

Oh Corazón de amor, pongo toda mi
confianza en Ti. Consume en mí todo lo que te desagrade.
Que tu puro amor se imprima en lo íntimo de mi
corazón de tal modo que jamás te olvide ni me
separe de Ti. Te suplico, por todas tus bondades, que mi nombre
esté escrito en tu Corazón y jamás sea
borrado de Él, porque quiero vivir y morir como hija
(esclava) tuya para siempre. Amén.

El Señor de la
Misericordi:

No podemos dejar de hablar aquí del Señor
de la Misericordia, ya que está íntimamente unido a
la devoción al Corazón de Jesús, pues es el
mismo Jesús que le decía a santa Faustina
Kowaslska:

Yo soy el Amor, el perdón y la
misericordia. Es el mismo Corazón de Jesús, que ese
nos presenta bajo la acción de su amor misericordioso o de
su misericordia amorosa especialmente para con los
pecadores.

Jesús le dijo: Pinta una imagen
mía, según la visión que ves, con la
inscripción "Jesús, yo confío en Ti". Yo
deseo que esta imagen sea venerada primero en tu capilla y
después en el mundo entero. Yo prometo que el alma que
honre esta imagen, no perecerá. También le prometo
victoria sobre sus enemigos en la tierra, pero especialmente a la
hora de su muerte.

Los dos rayos de la imagen significan el agua y
la sangre (el rayo pálido representa el agua que justifica
a las almas; el rayo rojo simboliza la sangre que es la vida de
las almas). Ambos rayos brotaron de las entrañas
más profundas de mi misericordia, cuando mi Corazón
agonizante fue abierto por la lanza en la cruz. Bienaventurado
aquel que se refugie en ellos, porque la justa mano de Dios no lo
seguirá hasta allí… Yo deseo que se establezca
una fiesta de la misericordia y que esta imagen sea venerada por
todo el mundo. Esta fiesta será el primer domingo
después de Pascua.

Faustina Kowaslska escribió
en su Diario algunas invocaciones:

Misericordia divina, que brotas
del seno del Padre, en Ti confío.

Misericordia divina, supremo
atributo de Dios, en Ti confío.

Misericordia divina, misterio
incomprensible, en Ti confío.

Misericordia divina, fuente que
brota de la S. Trinidad, confío en Ti.

Misericordia divina, de donde
brota la vida y la felicidad, en Ti
confío.

Misericordia divina, más
sublime que los cielos.

Misericordia divina, manantial de
milagros y maravillas.

Misericordia divina, que bajas a
la tierra en la persona de Jesús.

Misericordia divina, que fundaste
la Iglesia.

Misericordia divina, presente en
el bautismo.

Misericordia divina, que nos
acompaña a lo largo de la vida.

Misericordia divina, que deja
atónitos a los ángeles.

Misericordia divina, manantial de
felicidad y alegría.

Misericordia divina, que presides
todas las obras de Dios.

Misericordia divina, dulce
consuelo de los corazones angustiados.

Misericordia divina, única
esperanza de los desesperados.

Misericordia divina, esperanza
para quienes han perdido la esperanza.

Misericordia divina, que nos ayuda
en esta vida y en la muerte.

Misericordia divina, que
conviertiste los pecadores más
endurecidos.

Misericordia divina, que manaste
de la herida del Corazón de
Jesús.

Oh Dios eterno, en quien la misericordia es
infinita y el tesoro de compasión inagotable, vuelve a
nosotros tu bondadosa mirada y aumenta tu misericordia en
nosotros para que, en los momentos difíciles, no nos
desalentemos ni nos desesperemos, sino que, con la máxima
confianza, nos sometamos a tu santa voluntad, que es Amor y
Misericordia.

Amén

El Papa Juan Pablo II, consagró el mundo a
la divina misericordia el 17 de agosto de 2002 en el santuario de
la divina misericordia de Cracovia. Veamos algunas de sus
palabras:

Hoy, en este santuario, quiero consagrar solemnemente el
mundo a la Misericordia divina. Lo hago con el deseo ardiente de
que el mensaje del amor misericordioso de Dios, proclamado
aquí a través de santa Faustina, llegué a
todos los habitantes de la tierra y llene su corazón de
esperanza. Que este mensaje se difunda desde este lugar a toda
nuestra amada patria y al mundo. Ojalá se cumpla la firme
promesa del Señor Jesús: De aquí debe salir
"la chispa que preparará al mundo para su última
venida". Es preciso encender esta chispa de la gracia de Dios. Es
preciso transmitir al mundo este fuego de la misericordia. En la
misericordia de Dios el mundo encontrará la paz, y el
hombre, la felicidad. Os encomiendo esta tarea a vosotros
amadísimos hermanos y hermanas, a la Iglesia que
está en Cracovia y en Polonia, y a todos los devotos de la
Misericordia divina que vengan de Polonia y del mundo entero.
¡Sed testigos de la misericordia!

Dios, Padre misericordioso, que has revelado tu amor en
tu Hijo Jesucristo y lo has derramado sobre nosotros en el
Espíritu Santo. Consolador, te encomendamos hoy el destino
del mundo y de todo hombre.

Inclínate hacia nosotros, pecadores; sana nuestra
debilidad; derrota todo mal; haz que todos los habitantes de la
tierra experimenten tu misericordia, para que en Ti; Dios uno y
trino, encuentren siempre la fuente de la esperanza.

Padre eterno, por la dolorosa pasión y
resurrección de tu Hijo, tu misericordia de nosotros y del
mundo entero y del mundo entero. Amén.

El Apóstol mundial del Corazón de
Jesús:

El padre Mateo Crawley (1875-1960) nació el 18 de
noviembre de 1875 en Arequipa (Perú). Fue bautizado con el
nombre de Eduardo Máximo; pero, al hacer sus votos
religiosos, cambió su nombre por el de Mateo y así
se le conoce en el mundo entero. A los nueve años, fue a
vivir con sus padres a Valparaíso (Chile), donde
estudió, y entró en el noviciado de la
congregación de los Sagrados Corazones. Siendo
seminarista, descubrió olvidada en un armario del colegio
una imagen del Sagrado Corazón de Jesús que
cambiaría en cierto modo su vida.

Esta imagen había pertenecido al presidente de
Ecuador Gabriel García Moreno. Este gran católico y
presidente por tres veces del Ecuador, bajo la guía del
padre Manuel Proaño, director nacional del Apostolado de
la Oración, organizó la consagración de
Ecuador al Corazón de Jesús. Para ello,
pidió al Superior general de los Redentoristas cincuenta
misioneros fervorosos, para hacer una intensa
evangelización a nivel nacional. Y, obtenido el
beneplácito de los obispos y de las Cámaras,
emitió un decreto que decía: Se consagra la
República del Ecuador al Santísimo Corazón
de Jesús, declarándolo su patrón y
protector. Esta consagración se realizó el 25 de
marzo de 1874 en la catedral de Quito. En 1984, el Papa Juan
Pablo II, en su visita a Ecuador, renovó esta
consagración del país ante un millón de
fieles.

Pero García Moreno tenía muchos enemigos,
que eran contrarios a la religión católica. El 6 de
agosto de 1875, después de asistir a misa y comulgar,
cuando iba a subir las escaleras exteriores del palacio, lo
asaltaron los conjurados que lo estaban esperando. Le dieron
catorce puñaladas y seis balazos. Antes de matarlo, uno de
ellos le dijo: Muere, verdugo de la libertad. Y él tuvo
fuerzas para decir: Dios no muere.

Inmediatamente después de su muerte, sus
familiares y amigos, temiendo que los revolucionarios se
apoderaran del gobierno y destruyeran todos los objetos
religiosos, recogieron la imagen del Corazón de
Jesús que tenía en su despacho presidencial y que
había presidido la consagración del Ecuador, y lo
escondieron. Esta imagen fue entregada por la familia al padre
Serrano, sacerdote ecuatoriano de los Sagrados Corazones, quien
en 1890 la llevó a Valparaíso, donde estuvo cuatro
años escondida en un armario.

Dice el padre Mateo: Confundida con otros objetos de
interés, se hallaba la preciosa tela en el fondo de un
baúl a la espera de la hora de Dios para comenzar a
difundir luz espléndida como el sol de amor y gloria
divina. Yo tuve la felicidad, mejor dicho, la gracia enorme como
inmerecida de sacarla de la sombra y de llevarla en mis hombros
como una bandera de victoria de un polo a otro polo, y no creo
pecar de atrevimiento, si juzgo que García Moreno,
mártir incomparable del Corazón de Jesús, no
fue ajeno a esta predestinación de la que fui objeto sin
ningún mérito propio.

El padre Mateo descubrió esta imagen del
Corazón de Jesús en 1894 y en 1897 se la
pidió al padre provincial como un estandarte de lucha y
prenda de victoria para su obra de la entronización del
corazón en los hogares, que comenzó a poner por
obra a partir de 1905. Mientras tanto, desde su ordenación
Sacerdotal en 1898, colocó este cuadro en el Salón
de honor del colegio que tenía su congregación en
Valparaíso.

En 1907, como tenía muy mala salud, los
Superiores lo enviaron a Europa para restablecerse. El padre
Mateo aprovechó su viaje para conversar con diversas
autoridades eclesiásticas y exponerles sus ideas. En junio
de ese año, fue recibido por el Papa Pío X, quien
le dijo: No sólo te permito tu trabajo (en esta tarea de
la entronización), sino que te lo mando. Esta es una obra
de salvación social. Conságrale tu vida. Él
había ideado esta palabra entronización para
establecer el Reinado social de Cristo a través del
método de que reinara familia por familia, haciendo que
Jesús fuera el Rey y Señor de cada
hogar.

Ese mismo año, el 24 de agosto, va al santuario
de Paray-le-onial, donde santa Margarita María de Alacoque
había recibido las revelaciones sobre el Corazón de
Jesús. Allí tuvo una experiencia mística,
que le confirmó en su misión, siendo curado
milagrosamente de sus males, especialmente de los bronquios.
Desde ese momento, se dedica en cuerpo, alma y espíritu, a
la predicación para conquistar el mundo para
Dios.

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