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Familia en la modernidad y la posmodernidad (página 2)




Enviado por Elizabeth



Partes: 1, 2

La sexualidad se manifiesta también
a través del deseo erótico que genera la
búsqueda de placer erótico a través de las
relaciones sexuales, es decir, comportamientos sexuales tanto
auto eróticos (masturbación), como
heteroeróticos (dirigidos hacia otras personas,
éstos a su vez pueden ser heterosexuales u homosexuales).
El deseo erótico (o libido) que es una emoción
compleja, es la fuente motivacional de los comportamientos
sexuales. El concepto de sexualidad, por tanto, no se refiere
exclusivamente a las "relaciones sexuales", sino que éstas
son tan sólo una parte de aquél objetivo.Anthony
Giddens en "La Transformación de la Intimidad.
Sexualidad, Amor y Erotismo en las Sociedades modernas",
 afirma que la modernidad, como nueva configuración
de las relaciones sociales, ha implicado drásticos cambios
para la forma en que en las sociedades occidentales hombres y
mujeres organizamos nuestra vida sexual. Los comportamientos de
hombres y mujeres respecto al sexo sufrieron grandes
transformaciones, parcialmente registradas en la Historia de
la Sexualidad de Foucault, pero que, en definitiva, se
conjugan con un nuevo elemento, no presente en la mencionada
teoría: el amor romántico (una peculiar
conexión entre la atracción sexual entre individuos
y los sentimientos idealizados y sobrecogedores
característicos del enamoramiento).

El amor romántico, surgido a finales
del siglo XVIII y vigente aún hasta hace algunas
décadas, específico de una cultura (la Occidental
centro europea) se encuentra en contraposición con el
subversivo, para el orden social, amour passion,
amor-pasión o amor apasionado (incandescente,
incontrolable). A partir del surgimiento de esta novedosa
concepción, la relación sexual, el sexo carnal,
quedó supeditado a los sentimientos afectivos y los lazos
sentimentales que fueron asociados casi que exclusivamente con la
femineidad (por supuesto, los hombres también creen en y
desean el amor romántico). Los impulsos
erótico-sexuales no han sido rechazados o excluidos de la
relación de pareja, de ninguna manera. Estos han sido
incorporados en esta nueva forma de virtuosidad de la
relación en la que los elementos sublimes de ésta,
la ensoñación de aquel o aquella pretendiente,
priman, idealmente, sobre todo los demás.

Pero la transformación de la
sexualidad es de una extensión y profundidad sin
precedentes. Son dos los hechos que dan prueba más
fehaciente de esta afirmación: el nuevo rol de la mujer
dentro de las relaciones sexuales o, puesto de otra forma, la
creciente demanda de igualdad entre los sexos tanto en
éste como en otros ámbitos de la esfera social; y
la salida a la luz de la homosexualidad en hombres y mujeres.
Estos son los dos elementos constitutivos de la llamada
"revolución sexual", cuyos efectos no dejan aún de
percibirse, y cuya labor, no está, probablemente,
aún culminada, pero que implicó ya, decididamente,
la obsolescencia de los puntos de vista más ortodoxos
sobre la sexualidad. Como otro ejemplo de estas transformaciones
en la modernidad, Giddens nos propone la adicción al sexo,
conducta que sólo tiene sentido en una sociedad que ha
abandonado la tradición, en la que no se impone modelo
social alguno, y dentro de la cual el individuo se posesiona como
el forjador exclusivo de su identidad personal. Luego la
sexualidad compulsiva, vista como búsqueda infatigable y,
prácticamente, frustrada de la identidad a través
del sexo, sólo puede entenderse allí donde se ha
producido una transformación, allí donde la
identidad sexual se ha constituido en un elemento central en la
construcción del ego.

Estos y otros cambios genéricos en
las diferentes sociedades occidentales son comprensibles en la
medida en que nos adentramos hasta la chispa originaria que lo ha
desatado todo. La vida personal es ahora un proyecto que cada
cual construye, a su manera, a su ritmo, con la consecuente
transformación de la existencia interpersonal, y la
consecuente aparición de historias sexuales de miles de
hombres y mujeres de distintas generaciones para quienes los
marcos establecidos carecen ahora de sentido. En la sexualidad
esto es claro. El estilo de vida determina un tipo determinado de
sexualidad, construido abiertamente a la par de la identidad
personal, y que se constituye en "un punto de primera
conexión entre el cuerpo, la auto-identidad y las normas
sociales". Así mismo, el amor romántico implica el
cuestionamiento de los sentimientos hacia el otro o la otra, y,
en contrapartida, de sus sentimientos hacia mí,
de la veracidad y fortaleza de estos. Es una introspección
en distintas dimensiones, es la reflexividad de la conciencia
sobre los sentimientos, sobre las normas sociales, sobre el
pasado, el presente y el futuro, implica la sujeción de la
sexualidad a un contexto más amplio.

Para comprender esas profundas
transformaciones en la forma en que los hombres y mujeres vivimos
la sexualidad, para responder a cómo, cuándo y
a causa de qué tuvieron lugar dichos cambios, para
Giddens, es necesario hacer explícita una
definición precisa o conceptualización
histórica del término. Pues desde la perspectiva
teórica de Foucault, a juicio del autor, en donde las
instituciones sociales modernas son quienes exigen del individuo,
en retribución de la expansión del bienestar social
que éstas han facilitado, la represión, la
coacción interna, el control de los impulsos del deseo, no
es posible dar cuenta de los fenómenos que se observan en
la modernidad. La producción de "cuerpos dóciles",
la creación de esa "anatomía política del
sexo" (ambos resultados del ejercicio constante del "poder
disciplinario"), según Foucault, era una
implicación necesaria dado el interés de estas
instituciones en el control meticuloso de las
poblaciones.

Pero, puesto que la sexualidad es un
constructo social, ese, llamado por Giddens, excesivo
énfasis en el discurso, en la forma en que las
instituciones concebían la sexualidad, en la normativa que
defendían, no permite contemplar el impacto decisivo de
esos otros procesos profundos más cercanos a la
conciencia, pero de una influencia de muy largo plazo, no nos
deja entender la real naturaleza de la sexualidad ni sus
relaciones con las formas en que, en la modernidad, los
individuos construyen su identidad. Allí es cuando, para
el autor, entran la difusión de los ideales del amor
romántico y lo que la expansión de las
tecnologías de contracepción, como consecuencia y
coadyuvante, implicaron en la liberalización de la
sexualidad y en la constitución de una sexualidad
plástica, ya disociada de las estructuras de parentesco o
de su reclusión a un simple mecanicismo de los imperativos
meramente reproductivos; términos estos que capturan la
capacidad de hombres y mujeres para moldear su sexualidad, a sus
gustos, según sus estilos de vida, constituyéndose
así en un elemento más en la construcción de
la identidad. Y es precisamente en este último punto donde
Giddens quiere igualmente tomar distancia de la perspectiva de
Foucault. Las conexiones entre la sexualidad y la identidad que
Freud sacó a la luz mediante el psicoanálisis,
enseñan cuán problemática esta
cuestión se transforma para el individuo en la modernidad.
La identidad no es un producto de determinada "tecnología"
en el sentido de Foucault; ésta es un proyecto en
permanente elaboración, objeto de una extendida
práctica reflexiva. Lo esencial para Giddens es pues esa
transmutación del amor como fenómeno de la
modernidad que ha impactado el surgimiento de la sexualidad, y
que está en relación con la construcción de
la identidad personal.

Alrededor de la teoría sobre la
sexualidad, la masculina no ha sido satisfactoriamente evaluada a
la luz de caracteres intrínsecos dentro de esta. La
sexualidad masculina o más bien el desarrollo, se inscribe
en una serie de traumatismos los cuales se relacionan con una
figura remanente, la madre, al ser esta el primer contacto al
cual es sometido un individuo se ven reflejados en esta figura,
diferentes aspectos como autoridad, sentimientos y demás
influencias sobre él, la separación de estos
sentimientos hacia la madre generan la autonomía de tales
aspectos y es donde se desarrolla la sexualidad masculina, a
diferencia de la feminidad la que tiene como relación la
idea de castración al no poseer como el niño un
órgano genital visible que desarrolla con mayor facilidad
su sexualidad.

La intimidad es un concepto que difieren y
se matiza, en como lo vive la masculinidad y la feminidad sino
dentro de estos mismos. La masculinidad se desarrolla con una
resistencia a la expresión eufórica, por así
decirlo, de los sentimientos; la feminidad por tener una
noción más clara de su sexualidad, (pero sin poseer
esa autonomía e individualidad característica de la
masculinidad), desarrolla una complejidad de estos, lo que
permite enmarcarla en una realidad casi
incomprensible.

LOS
NIÑOS

Estamos acostumbrados a pensar en
la infancia como un estado biológico
que tiene atributos psicológicos definidos, sin embargo
existen diferencias entre el niño de antes y el de
hoy.

Hasta aproximadamente el siglo XVII,
el arte medieval no conocía la infancia o no
trataba de representarla, cuesta creer que esta ausencia se
debería a la torpeza o incapacidad, ya que el niño
ha sido desvalorizado, marginado, reprimido y hasta ha sido
considerado un ser extraño dentro de un mundo que no le
concedía ningún papel y le negaba su existencia, se
puede pensar que en esa sociedad de
características y culturas diferentes no había
espacio para la infancia.

Tiempo después, en
el ambiente familiar se comienza a detectar un
sentimiento hacia el niño, y se lo trata como una especie
de criatura divina que hay que civilizar.

Actualmente en el siglo XXI, la
niñez se desarrolla en medio de profundas transformaciones
que afectan a todos los niveles de la cultura, se dice que
los niños de hoy no son como los de antes; ya
que los niños de antes jugaban más y con menos
objetos, vestían con ropa que sus padres elegían,
temían al reto, a la penitencia y a las malas notas;
frente a todo esto es posible sostener que la noción
tradicional de infancia como un tiempo de inocencia y
dependencia del adulto se ha debilitado por el acceso que tienen
los niños a la cultura popular, este acceso infantil al
mundo adulto los ha convertido en "Pequeños Consumidores"
que piden cada vez más y juegan menos, ya que pasan mayor
tiempo frente a la
televisióncomputadora e internet. Estos
son los chicos sobre-estimulados, que "saben todo", se creen
capaces de arreglársela solos sin ayuda de los
adultos.

Niños de
antes

  • Diferentes versiones de niñez
    según las épocas

En los años 354 – 430 hasta el siglo
IV se concibe al niño como dependiente e
indefenso ("los niños son un estorbo", "los
niños son un yugo"). Durante el siglo XV en la
concepción de infancia se observa cómo "los
niños son malos de nacimiento". Luego, en el siglo XV, el
niño se concibe como algo indefenso y es por ello que se
debe tener al cuidado de alguien y se define el niño "como
propiedad". Para el siglo XVI ya la concepción de
niño es de un ser humano pero inacabado: "el niño
como adulto pequeño". En los siglos XVI y XVII se le
reconoce con una condición innata de bondad e inocencia y
se le reconoce infante "como un ángel", el niño
como "bondad innata". Y en el siglo XVIII se le da la
categoría de infante pero con la condición de que
aún le falta para ser alguien; es el infante "como ser
primitivo". A partir del siglo XX hasta la fecha, gracias a todos
los movimientos a favor de la infancia y las investigaciones
realizadas, se reconoce una nueva categoría: "el
niño como sujeto social de derecho".

A partir de lo expuesto se pude decir
que:

Antiguamente no se conocía la
infancia, por esta razón no se trata de representarla. En
la sociedad, los infantes no existían, ni se les otorgaba
ningún papel; hasta finales del siglo XIII no aparecen
niños caracterizados por una expresión particular,
sino como hombres de tamaños reducidos, ya que
cumplían las mismas funciones que el adulto,
como por ejemplo salir a trabajar para tener su propio sustento;
en este periodo el niño ha sido desvalorizado, marginado y
reprimido.

La niñez como la etapa
de desarrollo de la personalidad es una
invención reciente, que nace como producto de
los cambios en
el modelo de producciónorganización y
división del trabajo, de los nuevos valores y
creencias.

Durante la Edad Media la
niñez abarca un periodo muy breve, desde el nacimiento y
poco tiempo después, según los casos, el
niño se incorpora al mundo del adulto. Podemos decir, que
no existe la idea de desarrollo del niño y una
concepción clara acerca de
la educación para ser incorporados a este mundo.
En este sentido, la alfabetización de los niños,
solo estaba reservada para sectores privilegiados.

Mientras que en los sectores vulnerables,
los niños eran desprotegidos y sobre ellos recaían
los castigos corporales, el abandono
institucionalizado.

En la Edad
Moderna 
aparecen los primeros escenarios de la infancia,
hospitales, orfanatos, escuelas; y dentro del ambiente familiar
se manifiesta un sentimiento hacia el niño y se los
considera como a una criatura a la que hay que civilizar y
educar. Por esta razón, los hijos de las clases populares
son enviados a instituciones donde se les enseña
la doctrina cristiana y aprenden oficios. Los niños sin
familias son albergados en casas de expósitos, hospicios,
asilos.

En la Edad Contemporánea el
niño deja de ser un adulto en miniatura y obtiene un
status propio como grupo social. Podemos destacar
también, que en este periodo se aleja la infancia del
mundo del trabajo y se expresa cierto afecto hacia los
niños y con más exigencias y ambiciones con
respecto a su futuro, donde se
acuerdan actitudes de tolerancia e
indulgencia con otras de severidad e intransigencia.

Los espacios de la niñez, comienzan
a tomar cierta distinción y especialización, donde
se plantean los principios y mecanismos de la
educación actual y socialización de
la infancia; el niño es un alumno escolar, es hijo que
convive en una familia nuclear y es un niño que juega
con su grupo, y
comparte juegos y juguetes específicos
para la edad del desarrollo. Aunque, podríamos decir que,
los niños de antes jugaban más y con menos objetos,
como por ejemplo: una latita podría ser un carro, las
muñecas no necesitaban hablar, no habían mundos
virtuales; se vestían como sus padres querían, no
sabían de marcas y temían al reto y a la
penitencia.

Niños de
hoy

Las transformaciones más generales
de las relaciones entre adultos y niños, la importancia de
la socialización que proponen los medios, no solo en
sus contenidos sino en las formas en que construyen espectadores,
usuarios o jugadores, y en
los discursos mediáticos que ven una
infancia en peligro o una infancia peligrosa, subrayando
la violencia como forma
de constitución de identidades.

 Los niños se parecen al
tiempo, esto evidencia que las características que cada
niño tiene es propia a la época en la que vive,
esto lleva a confrontarlos con determinados problemas, con
instituciones particulares, con tecnologías y modos de
entender la cultura que los moldearon y ayudaron a devenir
adultos.

 Los niños de Hoy son muy
diferentes a los de Antes en varios aspectos; tienen
otra conciencia de sí mismos, ya no se perciben
como entidades inexpertas y dependientes de los adultos, sino que
se asumen como individuos independientes y capaces en muchas
situaciones de arreglársela solos.

 "Equiparar el niño con el
adulto tiende a descartar la fragilidad infantil y a dejar de
lado la cuestión de la responsabilidad de los
mayores". Los niños asumen rápidamente este
nuevo posicionamiento y se comportan como "Grandes",
esto despierta las quejas de los padres, quienes los consideran
como desafiantes, casi incontrolables, incapaces de respetar nada
ni a nadie, en definitiva son tan distintos a los de
antes.

 El trasfondo de la niñez
moderna presenta un dibujo de " Niño Grande" que
parece autoabastecerse sin depender de otros; esto ocurre porque
los niños ya no se perciben a sí mismos como seres
pequeños que necesitan del permiso del adulto y dependen
absolutamente de ellos para actuar, si bien es cierto que no
todos los niños reaccionan del mismo modo ante la nueva
realidad y algunos pueden seguir manteniéndolas pautas de
conductas esperadas; lo cierto es que la nueva actitud, los
nuevos niños no son como los de antes y no dudan en
imponerse frente a adultos que han perdido su autoridad,
esta autoridad que les otorgaba el poder de saber cosas
que los niños desconocían.

 Hoy los adultos y los niños se
encuentran en pie de igualdad respecto de
la información que manejan e incluso hay
sectores en los que los infantes aventajan a los mayores, por
ejemplo en computación, internet y manejo de aparatos
electrónicos, etc. Con todo esto no se trata de decir que
la infancia ha desaparecido, que ya no hay niños, porque
no sería verdad, lo que se puede decir es que existe una
decadencia de la infancia moderna, que ha cambiado hasta dar
lugar a esta "Nueva Infancia".

 La infancia moderna que podía
ser caracterizada como la "espera de ser adultos", la
preparación para la llegada de la adultez ha desaparecido,
en su lugar se presentan "nuevas infancias" que son infancias
posmodernas que se distinguen por la demanda de
inmediatez acrecentada por la cultura mediática de
satisfacción consumista, la idea de espera y de
iniciación a la adultez ha terminado; la infancia hoy, es
un periodo que debe atravesarse lo más rápido
posible, son niños que con el control remoto en
la mano se convierten en "todopoderosos" capaces de recorrer los
cientos de canales de la televisión por cable
sin dudar ni un instante y crecen adueñándose de
experiencias y saberes que a los adultos les costó tiempo
procesar, son chicos curiosos que "saben todo" y con cinco
años enseñan a sus padres como usar una
computadora.

 La vida de la nueva infancia se juega
detrás de una pantalla donde no hay que esperar, donde
todo está cuando y donde se quiere, canales infantiles en
los que los dibujitos ya no se trasmiten de cinco a seis de la
tarde solamente, por lo que no es necesario esperar hasta la hora
de la merienda para verlos ya que están todo el día
al servicio del niño televidente.

 Son también los niños
de la "adulentizacion temprana", aquellos que ingresan
rápidamente en el mundo "teen" con lo cual no dudan en
vestirse, maquillarse y comportarse
como adolescentes aun cuando están iniciando la
escolaridad.

 La escuela tuvo mucho que
ver con la delimitación de la infancia, tanto por la
difusión de un discurso psicológico que
estableció de manera específica que debía
esperarse de los niños, como por la expansión de
una idea de minoridad, incompletud, inmadurez que coloca a la
infancia en un lugar subordinado.

 La pluralidad de infancias es un
elemento a destacar, en contra de la visión escolar que
tendió a encerrar las experiencias infantiles en un
armazón rígido que excluyo formas de ser
niño o niña que no encajaban en estos
parámetros; pero además hay que destacar que en el
último tiempo se suceden discursos alarmantes, implacables
sobre la infancia; la infancia en peligro por las nuevas
tecnologías; la infancia en crisis por la
irrupción de los medios electrónicos y la
transformación de las familias. Cabe resaltar que si bien
esta faceta de la infancia posmoderna es lo que parece
predominar.

 No podemos olvidar que hay "otros
niños" y "otras infancias" que son las infancias
autónomas, independientes pero porque sus protagonistas
viven en la calle porque trabajaban desde muy pequeños y
porque en ellos la figura del adulto no tiene vislumbres de
protección, a estas infancias se las considera; la
infancia abandonada, "La Infancia de La Calle".

 En la misma vertiente se encuentran
los "chicos y chicas de la noche", estos que han construido una
serie de códigos que les dan cierta autonomía
económica y cultural; son niños pero no infantes;
no son dependientes sino independientes en
la negociación diaria para lograr el sustento.
Podríamos decir que no es la infancia de la realidad
virtual, de las redes de computación y de los
canales de cable sino "La Infancia de la Realidad Real"; aquel
sobre la que pesa la exclusión
(física-institucional); son los nuevos analfabetos
digitales.

 Es la infancia "Sospechosa",
considerada altamente peligrosa por la sencilla razón de
que se sospecha de su carácter infantil y se
afirma que detrás de su máscara a la que se debe
ternura por ser niños biológicos, se encuentran los
adultos pequeños dispuestos a todo, incluso a robar o
matar.

 Todas las figuras que aparecen
investidas de una falta de futuro y una falta de presente, son
infancias difíciles de asimilar para la institución
escolar.

ROL DE LA
MUJER

En la Edad Moderna, todos los grandes
estados siguen un modelo patriarcal que restringe a la mujer a un
papel subordinado, aunque existen excepciones de mujeres con un
pequeño papel intelectual, sobre todo en el siglo XVII.
Existían algunas damas cultas que sabían leer y
escribir, y que asistían a academias literarias y a
salones nobiliarios, siempre ante la mirada satírica de
algunos autores masculinos. Diversos teólogos,
además, habían construido una imagen
diabólica de la mujer por su papel bíblico: la
pérdida del Paraíso.

Sí hubo algunos humanistas que
defendían la igualdad, seguía destacando la
división de géneros en la sociedad y en la familia.
Procederemos a analizar ahora la posición de la mujer y
sus ocupaciones según el nivel económico y
social:En todos los grupos, los padres decidían el
casamiento de las jóvenes tras largas negociaciones sobre
la dote. En la nobleza y la aristocracia, el matrimonio era
además un instrumento de la diplomacia para sellar
alianzas políticas, resolver conflictos y asegurar la
paz.En la nobleza y la alta burguesía, las mujeres nobles
aprendían la doctrina cristiana, a leer y a escribir,
costura y a veces, música. La educación se
desarrollaba bien en casa, con sus madres o con profesores
particulares, bien en conventos. Las amas de casa supervisaban la
educación de sus hijos y dirigían a sus sirvientes.
Las mujeres no podían formar parte de los ejércitos
(aunque algunas desatacaron en el campo de batalla, como la
famosa Juana de Arco), ni podían ser notarias, ni
escribanas, como tampoco podían ocupar cargos de
representación en los parlamentos locales.
Únicamente podían participar en la
supervisión de algunos hospitales.

Tanto en las clases altas como en las
bajas, la mujer destacaba por su papel de madre. La maternidad
era su profesión e identidad. Las mujeres ricas
tenían más hijos que las pobres para asegurar la
descendencia y también porque tenían capacidad para
mantenerlos. Siguiendo con las mujeres de las clases altas,
existía una negativa generalizada a amamantar a los hijos,
por lo que tenían sus propias amas de cría, que
podían ser campesinas que habían perdido a sus
hijos o ya los habían destetado y que necesitaban
algún salario extra.En las familias pobres, las mujeres
realizaban cualquier tipo de tarea: limpiar, preparar la comida,
cuidar de los niños o los animales (si los había),
curar, tejer, etc.

A lo largo de los siglos XVI y XVII, la
mujer fue excluida de ciertas profesiones por los gremios. Se
consideraba el trabajo femenino deshonesto e infamante. Las
mujeres campesinas y de clases bajas siguieron trabajando, no
obstante; y compaginaban las tareas agrícolas con las de
la casa o con la artesanía rural, la carda o el hilado de
la lana, etc. También podían dedicarse al
pequeño comercio de alimentos, o al servicio
doméstico (sirvientas, nodrizas, comadronas,
etc.)

La situación de las mujeres de
nuestra época es sorprendente. Como resultado de
movimientos y presiones de toda índole, han ido
integrándose en los diversos ámbitos que
tradicionalmente se reservaban a los hombres. Se han incorporado
a su cultura "objetiva" y a cuantas prácticas forman parte
de la misma; y lo han hecho, en muchos casos, demostrando una
mayor competencia que los hombres. Al menos en los países
desarrollados, esta incorporación no ha supuesto la
pérdida por parte de la mujer de muchos de los valores y
actitudes que esa misma tradición predicaba como propios
de su cultura "subjetiva".

Al mismo tiempo que tenía lugar este
proceso, se configuraba otro, enterrado al principio y más
explícito hoy, que venía a poner en entredicho que
esta situación resultase ventajosa o positiva para las
mujeres. Las críticas a lo que se tenía por
progreso de las mujeres subrayan la perversidad y el riesgo de
esta asimilación de lo femenino a lo masculino.
Ciertamente, esta retórica no es nueva y tiene ilustres
antecesores, casi todos ellos críticos a su vez de la
modernidad; de manera que, a medida que las mujeres van haciendo
suyos algunos de los ideales de la modernidad, se levantaban
voces que señalaban lo negativo de tales
logros.

Actualmente abundan movimientos feministas
que se mueven dentro de las mismas coordenadas. De lo que no cabe
ninguna duda es de que, a medida que las mujeres se han igualado
con los hombres, se ha propagado la creencia de que el mundo de
éstos ha entrado en una crisis imparable. Con lo que da la
impresión de que son las actuales mujeres las principales
valedoras de un mundo que ellas no han hecho y del que van a ser
prontamente arrojadas por una historia incomprensible e
imprevisible.

Esto ha llevado a que bastantes estudios e
investigaciones sobre la mujer hayan puesto especialmente de
relieve los mecanismos perversos que subyacen tras cada conquista
moderna,  como el carácter inadecuado de los modelos
utilizados en la modernidad occidental para construir las
identidades y el mundo de la mujer.

En la actualidad la vida de las mujeres es
cada día más interesante y retadora, está
cambiando. Algunas parecen llevar mejor los retos y el
estrés que esto implica; otras, no tanto. En realidad
estamos enfrentando un cambio en la definición de lo que
es ser mujer y esto implica pelearse con siglos de
tradición. Sin embargo y para nuestra ventaja, para muchas
mujeres y hombres la entrada de las mujeres en la sociedad actual
ha sido una enorme bendición. Por ejemplo, representa un
buen equilibrio en el mundo laboral.

Antes era probable que en las universidades
no se encontraran tantas mujeres, ya que eran consideradas
inferiores que los hombres; sin embargo, hoy en día ya no
es tan extraño encontrar en carreras como medicina,
abogacía, incluso carreras industriales, atribuidas
mayormente a los hombres, a un gran número de mujeres que
ganan en población a los hombres.

El rol de las mujeres hoy en día es
otro, más completo y más retador gracias a que
estamos más preparadas; hemos demostrado una y otra vez
que hacemos un buen papel dentro del mercado laboral.

El cambio inició como una
consecuencia gradual que sobrevino luego de este hecho
histórico: La Segunda Guerra Mundial. Al dejar los hombres
sus países, oficinas y puestos de trabajo, en ese momento
ese vacío fue llenado por las mujeres, aquellas mismas que
habían estado limitadas por la tradición a ejecutar
solamente tareas hogareñas.

La fuerza de la historia, el peso de la
tradición femenina que vamos heredando y transmitiendo de
una mujer a otra no ha podido remover por completo la expectativa
principal de ser mujer: casarse, tener hijos y atender su
hogar.

A ello debemos sumar carreras
universitarias, mujeres profesionales, competidoras agresivas,
comprometidas y aguerridas. Cumpliendo las expectativas
reservadas para los hombres.

Las familias han venido a pagar el costo
del nuevo rol femenino, al cual todavía no nos
acostumbramos del todo. Así como ha cambiado tanto la
"definición de puesto" para los sexos, debido a que los
hombres se encuentran invadidos en sus espacios y ya no se espera
lo mismo de ellos dentro del hogar, las familias han sufrido
terribles transformaciones, que en consecuencia han resultado en
sociedades aún intentando comprender, para poder
acomodarse.

Dentro de muchas familias, se sigue
esperando que -como se hiciera en el hogar de su infancia y como
lo hicieron sus madres- la mujer siga siendo quien realice las
tareas del hogar.

La mujer ha logrado incorporar a las tareas
de siempre (de madre, esposa y ama de casa) las nuevas que
implican ser una profesional. Mientras, intenta cumplir con las
"otras tareas" como llevar a los niños de aquí para
allá, reunirse con familia y amigas, ir al gimnasio,
seguir un régimen alimenticio, ir al salón de
belleza para mantenerse "presentable", encontrar un tiempo para
salir y comprarse una cosita, entre otras cosas.

Es realmente admirable lo que logramos
hacer. Ésas somos las mujeres de hoy. O por lo menos, es
lo que la actualidad, el mundo moderno y las nuevas tendencias
están permitiéndonos escoger, conocer, expandir
nuestro mundo y saber que existe una amplia gama de opciones y
formas de vida.

ROL
MASCULINO

En el comienzo de la modernidad el rol del
hombre fue proveer a su mujer y a su familia de un sustento,
ganado "con el sudor de su frente" según el relato
bíblico. El hombre era el "jefe" de la familia y lideraba
su rumbo; la mujer y la familia lo seguían, sin poner
objeciones. Las parejas eran, en cierto sentido, como un equipo,
en el que el hombre aportaba el ingreso y la seguridad y la mujer
hacía las tareas del hogar, cuidaba a los niños y
era el soporte de su marido. Una de las características
que contribuyó a establecer estos roles era el
físico. La mayor fuerza del hombre respecto de la mujer
era una diferencia fundamental en una sociedad donde la
supervivencia dependía del esfuerzo físico, ya sea
para cazar, hacer trabajos pesados o para luchar.

En la sociedad postmoderna, las
características que en la modernidad reflejaban las
diferencias de género con el tiempo se diluyeron, logrando
en varios casos el cambio de roles. A lo largo de la historia,
particularmente en el último siglo, la mujer logró
imponer sus derechos y alcanzó una relativa igualdad con
el hombre. Su rol protagónico creció a medida que
las características que hacían que la sociedad
fuera "hombre-céntrica" desaparecían. Hoy las
mujeres tienen y hacen todo lo característico a
ellas… y todo lo característico de los hombres
también: son madres y esposas y también jefas y
líderes. En paralelo, el rol del hombre perdió su
sustento. En la nueva situación el rumbo familiar se
define en igualdad (y muchas veces las mujeres tienen una idea
más clara del rumbo a seguir que los hombres), ambos
trabajan y en muchas oportunidades realizan las mismas tareas.
Con el avance de la tecnología y la implementación
de maquinarias en las fábricas, hacen que el hombre pierda
valor a la hora de realizar trabajos pesados, ya que de a poco el
hombre está siendo reemplazado por maquinas, quedando muy
pocos trabajos donde lo físico juegue una diferencia tan
importante como para que el trabajo sólo pueda ser
realizado por hombres. La "racionalidad lógica" y la
eficiencia están obligadas a dar paso a la creatividad,
las emociones y las relaciones sociales. Todo esto, se supone, no
es el fuerte de los hombres. Es así que, a medida que la
sociedad de la información avanza, las
características que priman son las de la mujer mientras
que el hombre y su estereotipo parecen abandonados sin un destino
o un fin claro.

En la postmodernidad, a diferencia que en
la modernidad la mujer busca al hombre con el fin de tener una
compañía y no una persona que  le permita
poder avanzar y progresar en la vida, ya que la mujer se
está volviendo autosuficiente y puede cumplir sus
objetivos sola.  Esto ocasiona una crisis en el hombre,
teniendo como problemática que la vara de exigencia para
el hombre en este contexto se mantiene, porque el estereotipo
masculino sigue vigente: el hombre tiene que, de alguna manera,
ser superior a la mujer. Por ejemplo Si la mujer gana bien, el
hombre tiene que ganar mejor; si ella tiene claro el rumbo,
él lo tiene que tener todavía más claro. El
hombre se encuentra así con una situación
difícil: no es necesario (ni para sostener a una mujer, ni
para trabajar en la nueva sociedad en formación) pero se
le exige igual que si lo fuera. Sin embargo, en la medida en que
se siente desplazado y sin un lugar en la sociedad, se dedica a
"disfrutar de la vida". No quieren compromisos: trabajaron toda
la historia de la humanidad para lograr el sustento familiar,
ahora ya no son necesarios, las máquinas y las mujeres
pueden hacer lo que ellos hacían. Es por esto que el
hombre trata de buscar distintas salidas y busca cambiar el
estereotipo de hombre planteado en la modernidad.

CONCLUSION

Las familias a través del tiempo,
han buscado siempre y bajo las circunstancias, creencias y
costumbres, permanecer unidas. Porque de esta manera los seres
humanos han encontrado el punto de partida de su desarrollo como
individuo y como sociedad. Es la familia la encargada de
establecer vínculos de comunicación y canales de
evolución en todos los aspectos del hombre. Desde que se
establecieron las normas y leyes, se pretende lograr la
integración del ser humano al núcleo familiar,
donde se valorizan los mismos valores, ya que forma y reforma a
cada uno de los individuos que pertenecen a
ella. 

           
  Era así, la misma sociedad, la encargada de
formular los prototipos aceptados por ella, y que debían
ser cumplidos más por convicción que por
obligación, tales como el matrimonio, la
procreación, la religión única, la
educación de género, etc. Pero esta
convicción, a través del tiempo, se ha roto por
numerosos y variados factores, en los que hay un denominador
común: la diversidad.

           
   La familia nuclear propia de nuestra sociedad
moderna industrial llega a su plenitud con la posguerra. Pero el
optimismo de esos años resulta engañoso. Enseguida
se producen cambios drásticos: la píldora y la
revolución sexual permiten disociar sexualidad y
reproducción (en nuestros días la ingeniería
genética ya hace posible la reproducción sin
sexualidad). La mujer se incorpora de forma creciente y masiva a
la educación y al mundo del trabajo, fuera del hogar, y la
conciliación de vida laboral y vida familiar se convierte
en un tema estrella del debate público.

           
   La inserción de la mujer en el mundo del
trabajo es uno de los factores esenciales que ha modificado la
estructura familiar. Se trata, ciertamente, de un hecho positivo
ya que permite a la mujer desarrollar todas sus cualidades,
liberándola de la obligación de elegir por fuerza o
de modo exclusivo la vida familiar. Al mismo tiempo, sin embargo,
plantea cuestiones y dificultades completamente nuevas y de
solución muy difícil ya que la mujer, sobre todo en
los primeros años del matrimonio, cuando los hijos son
pequeños, es determinante para la estabilidad y fortaleza
de la familia, pero todavía se está muy lejos de
encontrar sistemas adecuados que permitan compatibilizar
correctamente las obligaciones profesionales y las
familiares.

           
 El logro de la igualdad entre el hombre y la mujer es
asimismo una novedad muy importante y positiva que ha supuesto
una revolución en la estructura familiar pero que, por eso
mismo, no está exenta de problemas.

           
  Hoy en día se habla de que el matrimonio no debe
ser para toda la vida, que existe la posibilidad de un divorcio,
de una unión libre, de una permanencia en la
soltería, la gente deja de casarse con esa idea que es
remplazado por un "a ver cómo me va".

           
Como cierre de este trabajo podemos decir que, con el paso de los
años, notamos transformaciones positivas. Si bien existe
otro grado de complicaciones en las familias, por cuestiones
económicas, por convivencia, pero creemos que siempre los
cambios fueron para mejor, para un crecimiento a futuro,
rompiendo con las estructuras rígidas del
pasado.

 

 

Autor:

Elizabeth

Partes: 1, 2
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