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Historias del jugador de ajedrez



  1. 1957
    Año geodésico internacional
  2. El
    comienzo…
  3. Mi
    regalo de navidad
  4. La
    partida inolvidable

1957 Año
geodésico internacional

Este año, marcó mi vida para siempre,
aprendí a leer y a escribir, vi por primera vez la
televisión, y se despertó la curiosidad por todo lo
que me rodeaba; en otras palabras, supe que tenia
consciencia.

También este año, aprendí a jugar
ajedrez y este "juego", pasó a formar parte importante en
mi vida, es más, durante los próximos 17
años, mi vida giró alrededor de este "juego";
durante este tiempo y a tiempo completo, fuí un jugador de
ajedrez (chessplayer); viaje mucho, conocí lugares, muchos
jugadores, aprendí idiomas, y como siempre viaje
sólo, creó que madure como persona prematuramente;
mi mayor ventaja como jugador se fundamentaba en mi corta edad y
una prodigiosa memoria fotográfica que recordaba todo lo
aprendido en el momento preciso.

Uno de los momentos más duros que recuerdo, fue,
cuando tome la decisión de renunciar a seguir siendo un
"chessplayer", ya que estaba renunciando a mi gran sueño
de niño prodigio ser "gran Maestro Internacional de
Ajedrez".

En mi vida, nunca e dejado de leer todo lo relacionado
con el ajedrez, a nivel nacional e internacional, practicando
esporádicamente cuando tengo oportunidad, y creo que he
logrado mantener un nivel aceptable de juego. De vez en cuando,
me acerco a los torneos para saludar a viejos amigos y las veces,
que he conocido jugadores fuera de serie, he tratado de ayudarlos
con todos los medios a mi alcance; y solamente, en contadas
ocasiones me he dedicado a enseñarles las técnicas
aprendidas en el largo camino como "chessplayer".

En el camino he visto jugadores que desperdiciaron su
vida, jugando ajedrez, tratando de demostrar durante toda su vida
lo buenos que son como jugadores de ajedrez, dejando de lado su
desarrollo como persona, en el campo familiar, escolar y
profesional. Pero como no todo es tristeza, decidí
escribir estas anécdotas, que espero sirvan para
reflexionar, a todos los amantes del juego ciencia.

El
comienzo…

Casi todos los días, veía a un vecino,
sentado frente a una mesa, casi no se movía, pasaba
así el día entero, en absoluto silencio, un
día, un hijo de él, 4 años mayor que yo, al
ver mi interés; trajo un tablero con cuadros negros y
blancos. Y un poco de piezas también negras y blancas; me
explicó de que se trataba todo. El juego se llamaba
ajedrez, me enseñó las reglas del juego; y me
contó historias sobre su padre, que me parecieron
fantásticas y me hice la idea, que yo podía
superarlo.

Aprendí rápido, y al poco tiempo ya estaba
practicando en torneos; era la sensación, tenia 3
años, era muy pequeño y muy precoz. Desde ese
momento, toda mi vida a girado sobre este tablero, ya que gracias
a el:

-aprendí a aprender

-aprendí paciencia

-aprendí a observar

-aprendí a poner atención

-aprendí a no desesperarme nunca

-aprendí e ver y estudiar las múltiples
oportunidades de una situación

-aprendí a sacar provecho de todas las
situaciones (de la vida)

-aprendí a esperar el momento preciso para cada
situación.

-aprendí a enfrentar las situaciones

-aprendí a estudiar los problemas y sus
múltiples caras.

-aprendí a resolver los problemas y sus
múltiples caras con decisiones acertados y cuando no
fueron las mas acertadas también
aprendí.

Y lo más importante

-aprendí a hacer amigos

-y aprendí que el ajedrez no es un juego, "el
ajedrez" es la vida misma.

Ah, olvidaba mencionar el nombre del personaje que
veía estudiar partidas de ajedrez, frente a una mesa,
estático, era Atilio Mujica, varias veces campeón
Centroamericano y del Caribe de ajedrez. Gloria del Ajedrez
Salvadoreño.

Mi regalo de
navidad

1957, mi primer recuerdo de un regalo de navidad es de
este año; había aprendido a jugar ajedrez, y lo
hacia muy bien, y emocionado le pedí al niño
Jesús: un juego de ajedrez profesional (un bello juego
Staunton, en marfil y ébano). Por la poca difusión
de este juego en esa época, el regalo que recibí
fue un bello juego de Backgamon & dog house, el cual por mi
curiosidad natural fué un acontecimiento, ya que no lo
conocía, traía las reglas escritas (en Ingles, por
supuesto); con el tiempo me hice un experto.

1958, repito mi petición del año anterior,
un juego de ajedrez profesional, ya que seguía practicando
este juego con gran habilidad. Este año mi sorpresa fue
mayor, ya que me trajo un estuche con varios juegos (ludo, damas,
damas chinas, dominós, dados etc.).

En corto tiempo me hice un experto en todos los
juegos.

1959 esperaba que esta navidad me fuera cumplido mi
sueño, un juego de ajedrez profesional. Mi sorpresa fue,
aun mayor; ya que mi regalo fue: un estuche de casino profesional
(ruletas, dados, cartas de póker, fichas, etc.), y, ni
modo, al poco tiempo me hice un experto jugando póker,
blackjack, dados, ruletas, etc.

1960, Como soy un poco testarudo, volví a pedir
un juego de ajedrez profesional. Mi familia, conociendo lo que
ansiaba este regalo, me jugaron una broma: Me colocaron un
estuche de vaquero, que era una novedad en esa época, eran
unas pistolas de vaqueros (pecos Bill) de fulminantes, sombreros,
chalecos, cinturón, estrellas de sheriff y varias cajas de
fulminantes, y en el fondo bien disimulado, un estuche con el
esperado juego de ajedrez profesional staunton 6, de marfil y
ébano.

Esta de sobra, contarles mi infinita alegría, el
juego de ajedrez me acompañó por 15 años,
todos los días, pero los regalos erróneos,
recibidos en años anteriores, me servirían en
distintas épocas de mi vida, en las que me tocó,
sacar provecho, de los conocimientos de los juegos, aprendidos
durante mi niñez.

La partida
inolvidable

1970 ya siendo un experimentado jugador de ajedrez,
participaba en un torneo juvenil muy importante, jugaba la ultima
la ultima partida, por el titulo del torneo con otro joven, mayor
que yo, le saqué temprana ventaja; y me sentía muy
confiado de mi triunfo, comencé a pararme de la mesa,
solamente esperaba que el adversario se rindiera; el no pensaba
lo mismo, esperaba que mi exceso de confianza me perdiera; y eso
fue lo que al final sucedió, caí en una celada por
un descuido, y no me quedo más remedio que declinar el
rey, lloré esta partida como dos meses. Y prometí,
nunca más cometer el mismo error.

Como me sirvió en la vida, el haber perdido esta
partida, cuando iba a realizar algún negocio o empresa que
parecía ofrecer solamente ganancias, siempre la recordaba;
y analizaba mejor los riesgos de optimismos.

Yo viajaba hacia Venezuela, con escala de Bogotá,
Colombia; el vuelo hacia escala en los Archipiélagos de
providencia, isla de San Andrés, frentes a las costas
Nicaragüenses, el lugar me pareció tan bello que
decidí quedarme unos días, había muchos
casinos y muchos turistas suecos; sobre todo bellas mujeres;
visité los casinos y logré ganarme unos buenos
dólares jugando póker y blackjack. Luego de siete
de siete días, seguí mi camino. En el avión
que me llevaba a Bogotá, iba un personaje estudiando
ajedrez, inmediatamente por la posición supe que era una
partida de Bobby Fisher, me presenté y me dijo que era
maestro Internacional e Ingeniero de telecom; me invitó a
su casa; y a que participara en un torneo de maestros, que se
realizaría en Bogotá. Acepté, recorrí
la ciudad, una de las más bellas de este mundo; se jugaba
ajedrez en todos lados, parques, cafetines, clubes, restaurante,
etc., conocí una gran cantidad de maestros
internacionales, participe en el torneo y logré un honroso
séptimo lugar, fue mi ultimo torneo oficial, sin
saberlo.

1975 vivía en Valencia, Carabobo, Venezuela, ya
retirado del ajedrez de competencia, solamente lo practicaba para
hacer y ganar amigos, a menudo iba a Caracas al café
mundial y al club Capablanca, para reencontrarme con viejos
amigos: Caro, Mauro Quintero, Luis Matos, Tapazto, el GMI Julio
Bolbochan, el GMI Herman Pilnik, etc. En esta época
teníamos la idea de hacer maestro Internacional a Julio
Ostos, lo que lograría en 1976 en Cuenca Ecuador,
juntamente con Antonio Palacios y Antonio Fernández, los
primeros maestros Internacionales de Venezuela. Con el tiempo
Ostos llegaría a ser el mejor jugador de Venezuela, en
toda la historia del ajedrez, y solamente su carácter
retraído y apático lo apartaría de ser el
primer Gran Maestro Internacional, Venezolano. Pero hizo escuela,
y muchos de sus alumnos, alcanzaron ser Maestros Internacionales
bajo su tutela; Palacios y Fernández optaron por sus
carreras profesionales, y familiares. Sólo
esporádicamente, mostraban su talento en los
tableros.

Un día cualquiera, a finales de los setenta, o
principios de los ochenta, asistí al Polideportivo de
Valencia, a ver unas partidas de ajedrez, se jugaba el campeonato
estadal de 1era categoría.

En la última partida, por el titulo, jugaban dos
buenos amigos míos: Juan Emman, campeón juvenil y
Carlos Urdaneta, experto nacional y campeón de la
categoría; observé a un niño de
aproximadamente nueve años, muy atento a la partida, nunca
antes lo había visto.

Cuando la partida termino en tablas, en un final
interesante, con posibilidades para ambos jugadores; Urdaneta
coronó un peón y le pidió tablas al juvenil
Emman, ya que según las reglas del torneo, mantenía
el titulo. En el momento que declararon tablas le partida; se
acerca el niño y les dice: en esa partida hay mate
obligado, gana Emman, en diecinueve (19) jugadas, se armó
el alboroto, me acerqué y lo ví, explicar a todos
los presentes, su intromisión era exacta.

Desde ese momento me convertí en su protector y
amigo. Se transformó en el mejor jugador de ajedrez de
Venezuela, de su generación, su talento estaba fuera de
serie; fue a Cuba a jugar en torneos; y por dos veces ganó
premios a las partidas más bellas.

Era tan genial en el tablero, que normalmente finalizaba
sus partidas con ataques fulminantes; daba ventaja a los mejores
jugadores de su época y los apabullaba, era
terrible.

Estudio electricidad en una escuela técnica, daba
clases de computación en CORPOVEN, era un triunfador,
lograba lo que quería, y sólo tenia 17
años.

Nunca fué el preferido de los dirigentes, ya que
siempre reclamaba sus derechos, siempre creyó que lo
marginaban por su origen humilde, su familia era muy
pobre.

Pasaron los años, como 20, y en un torneo
coincidí con Juan Emman y le pregunté por el joven
maestro, me refirió que un problema personal, lo
había desequilibrado emocionalmente. Le aclaro, que es el
karma de todos los genios, lo era, siempre lo sería para
mi, el más grande.

Mi muchacho, Elías Paredes.

Cuando decidí retirarme del ajedrez y gracias a
mi nuevo círculo de acción profesional, tuve que
aprender a jugar dominó, ya que era muy útil para
las relaciones profesionales y comerciales. Lo tomé como
una empresa más, con pasión estudié sus
orígenes, su matemática. Y me pareció, que
su exactitud no podía haber sido diseñada al azar;
leí de grandes jugadores, el Cumanés, el Tigre de
Carayaca, el Dr. Caldera, etc. Había decidido aprender a
jugarlo como los mejores. En familia nos reuníamos hasta
16 personas a jugar domino, todos los fines de semana. Para
ponerle interés jugábamos dinero, demás esta
decir que casi siempre salía ganando. Para probar lo
aprendido, me inscribí en un torneo regional, fui presa
fácil, aunque di la pelea; mis compañeros jugaban
inocentemente y nos tocó unos contrarios que se la
sabían todas; nos trancaban y sabían la cantidad de
puntos que teníamos; lo que aprendí allí, se
los comenté. Y les dije que nos veríamos el
próximo año, en ese mismo torneo.

Pase ese año jugando, y estudiando como ganarles
a esos expertos.

Terminé diseñando varios sistemas para
jugar y ganar al domino; y decidí probarlos en el torneo
regional, éramos equipos de 6 jugadores; y para no darles
tiempo de estudiar mis sistemas, jugaría cada vez con un
compañero distinto. Como los veía jugar con un
mismo compañero, estudié todas las señas y
triquiñuelas que usaban para jugar, técnicamente
jugaban desnudos, a carta abierta, ganamos, ganamos y ganamos,
hasta llegar a la final, las apuestas estaban a mi favor,
gané un realero perdiendo, hice muchos amigos.

Desde entonces, como era muy locuaz, me invitaban a
participar como invitado especial, en toda clase de torneos en
los colegios de abogados, ingeniero, médicos, clubes
privados, galleras, etc.

Ganaba mucho dinero, jugando los fines de semana;
había descubierto que me creían vulnerable, porque
de cada tres juegos perdía uno: y tenían la
certeza, que les ganaba por suerte, y que la próxima vez
les iría mejor. Aparecían frecuentemente jugadores
dominicanos, colombianos, cubanos, puertorriqueños,
panameños, españoles, profesionales,
buscándome para jugar y apostar; todos llegaban con la
idea de ganar nombre y renombre al ganarme; siempre terminaban
perdiendo y todo se debía a varias causas:

Cuando niño había estudiado bastante el
Tzun Tzu (El arte de la guerra), y había aprendido que
para todo enfrentamiento:

  • a) Hay que estudiar al contrario, para saber
    que sabe, y que hace; y como aplica esos
    conocimientos.

  • b) Que tu debilidad aparente, sea tu
    fortaleza.

  • c) Que un poco de amedrentamiento
    ayuda.

  • d) Un paso atrás y dos
    adelante.

  • e) Hazle creer que tiene chance de ganar y su
    confianza lo hará perder.

  • f) Etc, etc…

Por otra parte había aprendido que no se debe
jugar contra la perfección matemática, sino contra
la imperfección de los que la usan; me había dado
excelentes resultados en los juegos profesionales de damas,
ajedrez, póker, damas chinas, etc. Y había
estudiado con detenimiento la condición humana y su
circunstancia.

Todos llegaban haciendo alardes de ser los mejores
jugadores del mundo y que venían a ganar; yo antes de
comenzar a jugar les decía, que era un honor para mi su
presencia, pero que lastimosamente habían caminado mucho,
para perder con el hombre más sortario del planeta. Desde
el comienzo estaban perdidos, ellos jugaban con la presión
de que perderían su dinero, yo no tenía esa
presión, ya que siempre jugaba con financistas que
apostaban su dinero y nos repartíamos las
ganancias.

Siempre tenía como norma perder la primera
partida, esto servía para estudiar sus fortalezas y
debilidades, esto les daba confianza y aumentaban las apuestas,
se les pagaba con billetes altos, al darnos el cambio,
sabíamos cuanto tiempo podíamos jugar con ellos, al
gato y al ratón.

Cuando terminábamos de jugar, los
invitábamos a comer y todos se iban contentos, al menos
eso aparentaban; preguntándose como pudieron haber
perdido, que tal vez tuvieron mala suerte y que la próxima
vez que nos encontráramos para jugar seria distinto el
resultado.

Por mi parte, había aprendido a dominar los
sistemas de domino ortodoxo y el famoso dominó caribe
(cacería) y había diseñado varios sistemas
de juego:

  • Dominó moderno.

  • Dominó hipermoderno.

  • Dominó plosplòtico.

  • Dominó antiplosplòtico

  • Dominó matemático.

  • Dominó exacto.

Espero tener suficiente tiempo para describir y detallar
cada uno de estos sistemas para las generaciones
futuras.

Durante muchos años recorrí el
país, jugando dominó profesionalmente y mis
técnicas me proporcionaron muchos admiradores y
amigos.

Con el tiempo, recordé el libro "El jugador" de
Fedor Dostoiesky; y decidí retirarme, solamente lo
practicaba en reuniones de amigos.

1994, en Puerto la Cruz, estado Anzoátegui, zona
turística del oriente de Venezuela, me encontraba jugando
una partida de ajedrez, con un amigo de origen judío, que
se dedicaba al negocio de las apuestas de caballos, era un
jugador profesional; detrás de mi, observaba la partida,
uno de los maestros de tahúres mas famosos del
país, "el caimán cebado", el no me conocía,
sino como maestro de ajedrez, yo si tenia conocimiento exacto de
quien era él, una leyenda del dominó y todos los
juegos de salón profesionales. En un descanso fuimos a
tomar un café, le comente al judío, quien era el
caimán cebado. Le propuse que quería probar suerte
contra él, el reto le emociono, ya que conocía mis
aventuras de juego.

Nos sentamos a jugar ajedrez, y yo comencé a
hablar de dominó y el desarrollo de mis sistemas, el tipo
se sintió aludido, vio la presa y se presentó; nos
invitó a jugar unas partidas de dominó en un Hotel
cercano, que le servía de base de operaciones, dijo la
cantidad por partida, el judío que era muy rico, dijo que
no había problema, yo le dije que estaba bien, ya que no
pensaba perder esa noche.

Llegamos al casino del Hotel, saludamos a los
parroquianos, que nos veían como otras victimas del
caimán cebado; pero alguien en el sitio me
reconoció; y le refirió que me había visto
jugar, y que él no tendría oportunidad alguna de
ganar. Dió varias vueltas, y regresó a decirnos que
no había conseguido compañero para jugar contra
nosotros; pero que había conseguido un par de jugadores
profesionales, y que haría pareja conmigo para jugar
contra ellos; el judío se emocionó más, ya
que sería un duelo de leones, y ganaría mas
apostando a mí por fuera. Pasamos la noche jugando, les
ganamos una suma considerable, no le explique ninguno de mis
sistemas; jugamos en base a su experiencia, fué
fácil. Y, me dijo que buscaría jugadores para los
próximos días. Yo le comenté que ya no
jugaba profesionalmente, que ese día había hecho
una excepción, porque, quería jugar contra
él, que era una leyenda; y quería averiguar si yo
era tan bueno como creía.

1996, vivía desde hace algún tiempo en
Carúpano, bella ciudad costera del oriente del
país; un viejo amigo político, me vio jugando
dominó en un bar, me comento que tenía unos amigos
ricos, que les gustaba jugar dominó, y que se
reunían todos los jueves a jugar dominó por dinero
y que me invitaría a jugar contra ellos en un torneo; le
digo que estoy retirado, y que si lo hago, lo haré por una
sola y ultima vez.

Le enseñé mis sistemas y nos fuimos al
torneo; ganamos, ganamos y ganamos; y en la gran final. Me
tocó la mano decisiva jugar con cinco dobles, los
más altos y me tocaba salir; aumentaron las apuestas,
todos me daban por perdido; tenia doble seis acompañado
por seis tres, el uno blanco, doble cinco, doble cuatro, doble
tres y doble dos.

Mi experiencia me había enseñado que es
fácil ganar con estas piezas, si se juega con astucia;
Salí con el uno blanco, el compañero
entendió, en la segunda jugada me tocaba jugar un seis y
saque el seis tres, en la tercera, el doble tres, en la cuarta el
doble cuatro, en la quinta el doble dos y en la sexta el doble
cinco, llegué y terminé la partida con el doble
seis; la emoción y los aplausos por doquier, ganamos el
torneo y les explique emocionado que era la mejor manera de
terminar mi carrera profesional en el dominó, había
pasado a ser una leyenda.

1992, recién llegado a Puerto la Cruz,
visité los sitios donde se frecuentaba jugar ajedrez, me
conseguí con amigos de otras épocas, muchos de
ellos los conocí cuando eran jugadores juveniles y
compartimos muchas veladas.

Se iba a realizar un torneo y me invitaron a participar,
como tenia mucho tiempo sin jugar en torneos, al principio me
negué, pero insistieron tanto que al final acepté,
comenzamos el torneo y la primera partida me tocó jugar
con un viejo amigo que había sido campeón nacional
juvenil y la partida se desarrolló así:

  • 1. e4- e5, 2. Cgf3- Cc6, 3. Ab5 – a6,
    4.a4.

Abandona después de esta jugada, se quedó
pensando, hasta que casi se le agotaba el tiempo y
abandonó, le pregunté las razones y me dijo con
furia mal disimulada "Tu no te vas a lucir conmigo"; Le
pregunté la causa, y me dijo que jamás había
visto ese sacrificio de pieza, se lo explique, y nos hicimos
mejores amigos.

Jugando en otro torneo, me correspondió el primer
juego con un jugador parlanchín que creía que
jugaba mucho; y le comento a todo el mundo, que el había
tenido suerte de jugar la primera partida con un viejo
desconocido y que ganaría fácil; comenzó el
juego y solamente duró 17 jugadas, le hice una
combinación fulminante, cuando vio el mate inminente, dio
un manotazo al reloj y abandonó apenado, la sala de
juego.

No era la primera vez que me ocurría esta
situación, jugando partidas amistosas, suelo dar muchas
ventajas a mis oponentes, para conocer sus habilidades y muchos
se confunden al verme jugar; y creen que es fácil ganarme
una partida, hasta que les corresponde enfrentarme, ya que suplo
mis carencias, con mucha experiencia. Y con amplios conocimientos
de medio juego y finales de ajedrez, por supuesto pagan caras sus
falsas apreciaciones.

1994, Paseo Colon de Puerto la Cruz, teníamos 20
mesas para jugar ajedrez, como siempre he jugado para hacer
amigos, jugaba con todo el mundo; un día apareció
un capitán de barco, filipino, joven, me invita a jugar,
yo lo dejaba jugar y ganar, nos hicimos buenos amigos; cada vez
que tocaba puerto me invitaba a jugar, llevaba a todos sus
oficiales con comida y bebida de la mejor, para que lo vieran
ganar al campeón del patio.

Un día, decidí castigarlo y no dejarlo
ganar ni una partida. En todas las partidas, yo le daba ventaja y
el creía que tenia oportunidad de ganar y se regodeaba con
sus oficiales, le retomaba las partidas con combinaciones letales
que los oficiales celebraron con emoción, al ver la cara
de sorpresa del capitán.

Ese día, le comenté que yo entendía
muy bien el idioma Tagalo. Que yo sabía ,todo lo que les
decía a sus oficiales, cuando se sentía con
ventaja.

Nos hicimos mejores amigos.

2008, Copa Gobernador, Edo. Monagas, asisto esa tarde a
ver unas partidas de ajedrez y saludar amigos de todo el
país, que participaban en el torneo todos los años,
ya que era uno de los torneos de mayor prestigio realizados en el
país y los mejores jugadores venían por los premios
en metálico.

Este año, por primera vez participaba la
selección nacional de ajedrez con deficiencia visual
(ciegos). Al verlos, vino a mi mente la pintura del renacimiento
"La Parábola de los ciegos", por la variedad de tipos de
ceguera que padecían; eran seis los integrantes y eran
seis tipos de ceguera.

Decidí estudiarlos y veía todas sus
partidas, el penúltimo día en la mesa principal
jugaba uno de los ciegos contra un maestro internacional cubano;
la partida llego a finales con oportunidad para ambos
contendientes, el maestro cubano presionaba y el maestro ciego se
sonreía y respondía a cada jugada con otra
más brillante, lo ví, realizar doce jugadas de alta
sutileza, preocupando sobremanera al maestro cubano, se hacia
tarde y debía retirarme sin ver el final, pero para mi, lo
visto fue suficiente, había visto algo increíble,
lloré de la alegría, y me dije "Dios
existe".

2009, Maturín, como es costumbre, asistía
frecuentemente a jugar ajedrez; pero lo hacia con la única
intención de conocer gente y hacer amigos; jugaba con todo
el mundo y los dejaba jugar y ganar; como siempre ocurre aparecen
jugadores que juegan mejor que otros y se creen los reyes del
patio; había un profesor jubilado, muy atorrante, con un
juego muy seguro, había participado en torneos nacionales
y le había ido muy bien; uno de esos días,
decidí darle una lección que no olvidaría
fácilmente. Comenzamos a jugar y le dije: hoy no te voy a
dejar ganar ninguna partida, se burló y comenzó a
llamar espectadores. Cuando le había ganado las primeras
seis partidas, me dijo vamos a jugar la revancha, le gané
todas las partidas; me pidió jugar el desquite y cuando le
había ganado otras cinco (iban 17). Le dije; quieres ganar
una, te la voy a dar, el escore final fue 17 a 1. Paso bastante
tiempo sin invitarme a jugar, por que todo el mundo se
burló de él.

02/07/09, en una temporada de vacaciones en Caracas,
asistí durante dos semanas a Sabana Grande, sitio donde se
acostumbra jugar al ajedrez, desde hace mucho tiempo; y donde
regularmente acuden jugadores del interior del país, a
compartir y jugar unas partidas, me reencontré con un sin
número de viejos conocidos, que ahora viven en caracas y
juegan a diario ahí.

Yo andaba de viaje con un amigo, Luís Sifontes,
que le justaba jugar mucho al ajedrez, aunque su fuerza de juego
no era mucha, él lo disfrutaba bastante y yo me dedicaba a
verlo jugar y a hacer amigos.

Los jugadores profesionales se la pasan de
cacería, buscando jugadores que no los conozcan y se
atrevan a apostar dinero en unas partidas; muchos me invitaban a
jugar y yo los rehuía, ya que estoy retirado del juego
profesional desde hace más de cuarenta años, pero
nunca he dejado de leer y estudiar a los grandes jugadores de la
actualidad; en otras palabras, estoy al día en las
corrientes modernas del juego; y hasta creo haber mejorado mi
fuerza de juego, con respecto a mi juventud. Y el día de
regresar a casa, decidí darles una pequeña muestra
de mi juego.

En complicidad con el propietario de las mesas de juego,
que tenia idea de quien era yo como jugador; porque había
preguntado a viejos maestros que me habían saludado con
afecto, ya que éramos amigos desde jóvenes; le
pedí que me presentara al mejor de los jugadores que
asistían al local.

Se presentó como a las tres de la tarde, el
casero lo llevo a mi mesa y le dijo que jugara unas partidas
conmigo, me vió con lastima, me dijo que él, era el
que ganaba todos los torneos realizados allí y que era el
campeón del patio.

Le pregunté si estudiaba ajedrez, me dijo que si;
era un joven estudiante universitario que jugaba ajedrez
profesionalmente y técnicamente campeón de Sabana
Grande; le comenté que lo había visto jugar y que
sería un placer para mi, practicar unos mates con
él, se sonrió, le puso precio a las partidas y le
dije que no le quitaría su dinero, pero que le
pagaría si perdía con él, comenzamos a
jugar, la primera partida la gané muy rápido, la
segunda, la tercera y la cuarta, lo dejé jugar un poco
más, pero lo derroté fácilmente, cuando
perdió la quinta partida, no podía creerlo; se
levanto fué a comprar dos cafés, me dio uno y me
dijo, ahora si vamos a jugar ajedrez; cada vez, se ponía
mas nervioso, perdió la sexta, séptima, octava y la
novena, no había podido hacer nada para evitarlo; yo le
daba ventaja material de piezas y me ofrecía tablas, yo le
decía estas en red de mate inevitable; la mesa se rodeo de
curiosos, que no podían creer lo que veían, y
gozaban burlándose de él; cuando le gané la
décima, le dije que ya era suficiente y que no subestimara
ningún jugador desconocido; me presenté; y le dije
que no se sintiera mal, no había perdido con uno
cualquiera, yo había sido el mejor de mi
generación, y que en otra ocasión me
gustaría darle la revancha.

 

 

Autor:

Francisco A. Osorio

El Contador

(The accountant chessplayer)

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