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Los Huacos del Vikingo (página 3)



Partes: 1, 2, 3

_En ese momento no, porque lo quería
a Auqui. Ahora ya no lo quiero. Pero tampoco lo cambiaría
por dos razones:Porque soy fiel, aunque reconozco que soy
coqueta, y porque contigo me arriezgo mucho. Más claro. No
comparto la idea del amor libre.

_Y sin Auqui y sin el amor libre.
¿Qué sientes por mí?

Entonces ella, mirando su pecho de Centauro
y su barba de Júpiter, replicó:

_Correría como una gacela para
subirme a la cueva de tus labios y besarte como una fiera
salvaje.

Las aguas del océano habían
inmaculado las almas de la comunidad de amor.
Simultáneamente sus sentimientos estaban separados y sus
corazones intercambiados. Pero la fidelidad nunca se
resquebrajó.

La soledad del Pacífico se escuchaba
con el oleaje del mar.

La brisa marina suavizaba los temperamentos
cuando estos se inquietaban con la sofocante radiación
ecuatorial.

El cielo se veía tan infinito como
el mar. El mar parecía el cielo estrellado al ser
iluminado por los luceros celestiales.

Las antorchas de las balsas le daban una
imagen macabra a la noche.

En la oscuridad nocturna la
tripulación no sabía si remaba con destino a la
vida o con destino a la muerte.

La salida del arco iris significaba
diferentes mensajes para cada cultura.

El Vikingo decía:_Ya estamos
llegando al paraíso.

Auqui, en cambio, idealizaba de otra
forma:_Vamos a conquistar nuevas tierras.

Valkiria por la emoción de los siete
colores se tiraba al mar a nadar y cantar de
alegría.

Se le veía como una sirena de la
Odisea.

Ilary lo reverenciaba con el abrir de sus
brazos. Le entregaba su corazón en ofrenda, junto con la
lluvia y la luna.

La religiosidad de Tupac Yupanqui se
encarnaba en cada uno de los cuatro navegantes.

Hubo tiempos de tribulaciones para el Tupac
Yupanqui. Una vez se rompió el timón del Huayna
Capac. En otra oportunidad, el Vikingo salvó a un
tripulante cuando se ahogaba por un funesto calambre
marino.

Pero la aventura más peligrosa fue
la de una fortísima tormenta marina, que con sus subibajas
casi destroza las balsas incaicas. El Vikingo fue el único
que se divertió con el funesto
espectáculo.

Al caer un espeluznante rayo, sacó
su espada en señal de victoria y alzando el escudo
vociferó:_¡Aquí estoy venerable Thor, que
quieres que haga de mi vida!_sus exclamaciones se elevaron
más con los estruendos del trueno.

_¡Ruge más thor. Ruge
más como un dragón!

Valkiria no quizo cantar. Al no ceder a sus
peticiones, le pidió el pututu a Auqui. Soplaba
melodías diferentes de su cuerno olvidado. El sonido del
caracol marino daba una auditiva musical de plañidera. El
pututo transfiguraba su rostro en muerte.

El Vikingo intercalaba el soplido del
pututu, carcajeando y repitiendo las frases de:

_¡Vengan valkirias! ¡Vengan
valkirias! ¡Quiero morir como un guerrero en sus brazos y
volar en sus caballos hacia el Asgard!

Luego agarrando su 38 disparó varias
veces al aire cantando_"Si los cielos y los mares quieren guerra,
guerra tendrán; pero si quieren paz, paz les
daré-ja-ja-ja-ja-ja-ja".

Sorpresivamente la tormenta paró,
después del último disparo. Todos quedaron mudos.
El Vikingo se arrodilló y agradeció elevando los
brazos_Gracias Freya, porque has convencido a mi padre
Odín, para que reciba mi ofrenda verbal, símbolo de
la fe permanente que le tengo a los cielos.

En la mitología germana y normanda,
Odín era el dios de los dioses y Freya, su esposa,
protectora del matrimonio y de la fertilidad.

Donar o Thor era el dios del trueno, de la
fuerza y de la guerra. Portaba un mazo y un escudo,
símbolo de su poder bélico.

Las Valkirias(Walkirias) eran unas hermosas
mujeres, que en sus caballos llevaban hacia los cielos a los
guerreros muertos en las batallas.

El Asgard era el paraíso o el cielo
de los vikingos, cuyo camino era el arco iris.

Los dragones eran gigantescos reptiles
alados, que botaban fuego por las narices, simbolizando la
fiereza de los vikingos.

Mimir era un enano que representaba a la
divinidad de la cultura.

Auqui e Ilary eran devotos de la Mamacocha,
diosa de las aguas de los incas. Necesitaron de su
protección para la gran travesía marina. Ilary era
superticiosa. Al romperse el el timón del Huayna Capac,
vio el hecho como una conjura de los antiguos ecuatorianos, ya
que Huayna Capac trasladó la capital incaica a
Tumibamba,QuitoEcuador.

Años más tarde, Atahualpa
desde Quito le declaraba la guerra a Wascar que estaba en la
antigua ciudad imperial del Cusco.

Valkiria, pese a ser vikinga, no invocaba a
los dioses normandos, en cuanto protección divina,como
Olaf, sino al dios de los católicos. Otras veces, en forma
de comedia, a Poseidón, dios griego del mar. Llamado
Neptuno por los romanos. Le tenía simpatía a Mimir
pero nunca creyo en el derrame celestial de su
sabiduría.

Los hilos de oro del Inti emblemado
brillaron con más alegría que el auténtico
sol, la mañana en que el Tupac Yupanqui divisaba las islas
Marquesas.

Más de un mes esperó el
periodismo mundial para hacer publicidad, en todo el globo
terráqueo, de la gesta cumplida por el Vikingo.
Después de cerca de cuatrocientos años se
había reconstruído la epopeya de Tupac
Yupanqui:Llegar a la lejana Oceanía.

Las cinco balsas al pasar por los estrechos
marinos, enrojecidos por los corales, fueron aclamadas desde las
orillas de las Marquesas por los aborígenes, colonos y
turistas que poblaban las islas de Hatutu, Eiao, Nuku Wa, Ua
Nika, Ua Pou, Hiva Ona, Matane y Fatu Hiva. Fueron bautizadas con
el nombre de Perú 1, por la tripulación
mayor.

En la isla principal de Tahu Ata, fueron
felicitados y condecorados por los presidentes de Francia,
Perú y Ecuador, el presidente regional del Cusco, el rey
de Noruega, el gobernador francés de las Marquesas y el
jefe de la tribu más importante del
archipiélago.

Se realizó una ceremonia similar a
la del Callao y Galápagos. Fue trasmitida en vía
satélite directo en casi todos los países del
mundo.

El negocio fue magnífico. Se
vendieron millares de huacos a colonos y turistas. El Vikingo
reportó la fabulosa ganancia a los narcobuques de
España y Estados Unidos. Una nueva descarga los
llenaría más de dinero por otros continentes. La
misma operación hicieron en Toamatu.Nadie podía
pensar mal de la madre cultura de España, ni de la
potencia democrática de los Estados Unidos de
Norteamérica.

El más entrevistado, por todos los
corresponsales del planeta, fue el Vikingo. Lo fotografiaron y lo
condecoraron a cada momento. Recibió más premios de
dinero que cualquiera de sus hermanos de la comunidad del
amor.

Las autoridades políticas valoraron
más ,culturalmente, las réplicas de los huacos
oceanográficos, que los normandos y los eróticos.
En toda la tierra se difundió la supuesta imagen donde
unos navegantes precolombinos cruzaban el
océano.

Contrastantemente el jefe de la tribu
aquilató más las réplicas de los huacos
eróticos. En los pasquines limeños salió
fotografiado el jefe aborigen, riéndose y con un huaco
erótico en la mano. El titular decía:"Salvaje
mañoso se morbosea con huaco".

Terminadas todas las recepciones
protocolares en las instituciones pertinentes y en los hoteles de
Tahu Ata, los cuatro intrépidos viajeros fueron invitados
por el jefe aborigen a visitar la tribu principal que el
gobernaba.

En la isla se veía un volcán
que emergía de la espesa vegetación. Cruzaron la
región selvícola y encontraron ,en una llanura, un
grupo de chozas. Ahí fueron recibidos por los
autóctonos pobladores. Eran de etnia mulata. Estaban
semidesnudos. Al verlos ingresar gritaron y golpearon el suelo
con unos palos, levantando una polvoreda como el humo del
infierno. Esa era su símbolo de bienvenida.

En la parte central de la comunidad rural
había un altar que se levantaba a dos metros de la
superficie. En la cima del tabernáculo se encontraban
diversas réplicas de los huacos eróticos. Por orden
del jefe todos se arrodillaron y veneraron las
cerámicas.

El intérprete les explicó que
los huacos eróticos eran adorados ,en esa tribu, como
símbolos del matrimonio, de la fertilidad y del hogar. El
falo y la vagina eran considerados dioses de la creación,
del amor y la procreación humana, de la vida social, de la
vida conyugal, de esa felicidad que se siente en el
éxtasis del orgasmo.

Décadas posteriores a la
hazaña de Tupac Yupanqui, las Islas Marquesas fueron
descubiertas por el español Alvaro Mendaña en
1,595. Tres siglos después son colonizadas por los
franceses, a lo igual que las Islas Toamatu. Llevaron esclavos de
raza negra ante la escasa población indígena del
archipiélago.

A los pocos días, la
expedición del Tupac Yupanqui paseaba por el
archipiélago de Toamatu(Perú 2). Una vez más
son aclamados desde las playas insulares de Dissapointment,
Takapoto, Napoka, King George, Palliser, Raroia, Anna, Tatakota y
Akioki. Se les rindió un homenaje pero solamente
asistieron el gobernador francés de Toamatu y el jefe de
la tribu aborigen. La prensa peruana criticó la ausencia
del presidente de la república. El mandatario en ese
momento recibía al presidente norteamericano.

En la siguiente semana el jefe aborigen de
la isla principal de Toamatu, que era más anciano que el
de las Marquesas, los llevó a su comunidad
silvícola. La etnia y su desnudez presentaba una similitud
con la anterior isla. La diferencia estaba en su
religiosidad.

En el altar no se encontraban los huacos
eróticos, sino los normandos.

El intérprete les dijo que los
huacos normandos se les adoraba en esa tribu,como símbolos
de la autoridad patriarcal. La cerámica representaba,
supuestamente, Imágenes de longevos. Por eso el anciano
jefe se había puesto al lado de las cerámicas, en
condiciones igualitarias de veneración. Para ellos los
más ancianos de la tribu, tenían el poder divino,
la sabiduría y la plenitud de las experiencias. Sus
creencias eran similares a la de los patriarcas bíblicos y
a los gerusos espartanos. En Toamotu el Alzaimer de un anciano se
tomaba como una posesión benéfica del
espíritu de sus dioses.

Regresaron al hotel. El Vikingo
recibió una llamada desde Colombia. Era el Rey
Midas.

"El Ponto" se llevó al Vikingo de
las Toamotu hacia Malasia. Sus amigos no quisieron
acompañarlo, porque pensaban que si el viaje
histórico fue hasta la Polinesia, ir más a
llá sería desfigurar la odisea del Inka.
Además querían descansar del largo viaje,
maravillándose con los encantos veraniegos del
archipiélago, antes de emprender el duro retorno. Por otro
aspecto, las dudas del narcotráfico del Vikingo estaban
despejadas. Volvieron a creerse el cuento del simple negocio y la
difusión cultural.

El narcobuque colombiano emprendería
una de sus misiones más peligrosas de su historia mafiosa:
Comercializar los narcohuacos en Malasia. País
asiático donde existía la pena de muerte para los
consumidores y narcotraficantes. Por eso riezgo la paga iba ser
más millonaria que las anteriores fascinerosas
aventuras.

"El Ponto" cruzó las islas
oceánicas de la Polinesia y Melanesia, para luego bordear
los mares asiáticos de los archipiélagos filipinos.
Pasaron el Mar sur de China y anclaron en las orillas de Chukai.
Ciudad malásica a 200 kilómetros de la capital de
Kuala Lumpur.

Ahí se daría el gran
narconegocio del siglo.

El yate patrulla de la policía
marina se dirigió hacia la nave colombiana, flameando sus
banderines de la luna y el sol, transfondados con las rayas
blanquirojas, como diciendo:

"Aquí está presente Malasia.
De noche y de día. En guerra o en paz".

"El Ponto" abrió sus fauces
dragonescas por los sanadores representantes de la
justicia.

Diez policías marinos,armados con
metralletas y pistolas,ingresaron a carguero para re visar la
mercancía, que fue inspeccionada con detectores de droga.
Mientras duraba la requisa, el yate patrulla trasladaba al
capitán y a Olaf Varanger para ser
interpelados.

Acompañados por un policía
caminaron unos cuantos metros por el muelle. Bajaron a la arena
de la playa de Chukai. A una corta distancia avistaron un
tabernáculo de madera con un guardia en la puerta. Era la
estación policial de la radiopatrulla.

_Oh que gusto tenerlo aquí en mi
tierra, al Vikingo viajero que me trae los huacos.

El Vikingo y el capitán se
ríeron como si vieran a un payaso uniformado. Entonces el
policía acompañante, muy seriamente, les dijo en
voz baja:

_El es el comandante con quien tienen que
entrevistarse.Disculpen su mal inglés.

El comandante abrazó efusivamente al
Vikingo y apenas hizo caso al saludo del colombiano. Pasaron a la
caseta de madera, donde estaba la oficina de la
comandancia.

En torno al escritorio se sentaron los
visitantes y el comandante. El guardia quedó de pie, al
lado del superior.

El comandante, no perdiendo la sonrisa de
su cara, inició la conversación muy entusiasmado
_Uy……uy….tenemos mucho que hablar. Les digo,
pues, que yo llevé cursos de historia y
oceanografía en la escuela de policía. Sé
algo, o no sé si mucho de la historia del Perú, y
también de la historia de los vikingos.

No paraba de hablar el comandante, pero
parece que advirtió algo en las miradas del Vikingo y del
capitán. Cesó taxitamente, diciendo:_Basta ya de
escucharme. Disculpen ustedes. Todos tenemos que participar. Que
mal anfitrión soy.Sé que el propósito de la
visita es difundir la cultura precolombina del Perú, por
medio de las réplicas de huacos que usted quiere
comercializar en mi país, y que dentro de unas horas
vendrá la compañía importadora para realizar
la adquisición. Pero dejando las informalidades del caso,
quiero ver los huacos que usted quería
mostrarme.

_Mostrarle y obsequiarle_agregó el
Vikingo.

_Caramba, muy amable de su parte
_condescendió el comandante.

El Vikingo sacó tres réplicas
del maletín que llevaba en la mano.

_Acá tiene usted comandante las
maravillas del antiguo Perú_el Vikingo puso las
réplicas sobre el escritorio.

_Vealas usted con confianza. Son todos
suyos_intervino el capitán.

Con los ojos desorbitados admiraba
meticulosamente cada huaco, pronunciando, en

bajo volumen, frases
entrecortadas_Pero……mi…..no…..de
cuan…..que suce…….

es gran….._luego mirando sonriente al
Vikingo, repetía las frases de:"Tenemos mucho que hablar".
Después le hizo una seña de espera con la mano.
Abrió su gabeta superior, con una llave pequeña, y
sacó una lupa del tamaño de una tazita de
té. Escudriñó los razgos físicos del
personaje nórdico de la réplica. Su nerviosismo
emocional no lo pudo controlar. Sus dedos subibajaban como el
teclado de un piano, provocando la caída del huaco de sus
manos. Gritó:_¡No!_el personaje ya no tenía
cara.

_¿Se rompió?_preguntó
el Vikingo sorprendido.

_¡Sí! Mil disculpas a
ustedes_se disculpó el comandante, mirando estuperfacto al
desfigurado normando de la cerámica.

_No se preocupe comandante. Ahorita mismo
ordeno que le traigan del Ponto las réplicas que usted
quiera_ intentó reanimarlo el capitán.

_Claro. No por la ruptura del huaco, se va
a echar a perder la conversación. Mucho menos la
amistad_lo estimuló el Vikingo.

Pero el comandante cabisbajo y absorto, no
había desprendido la mirada del suelo, donde se
encontraba, parcialmente pulverizada, la cara del personaje. Esta
no podía ser vista vista por los visitantes, ya que el
escritorio se los impedía. El Vikingo creía que
estaba avergonzado. Lo compadeció:"Pobrecito".

_¿Pero que tenemos
aquí?_preguntó sorprendidamente el
comandante.

_¿Algún hallazgo
arqueológico?_cuestionó burlonamente el Vikingo,
provocando la risa del capitán, quien todavía no
comprendía nada de la delicada
situación.

_Arqueológico no. Pero sí,
otro tipo de hallazgo_respondió seriamente el comandante,
mirándolos repetidamente con misteriosa
desconfianza.

_¿Qué más importante
que lo arqueológico ha podido usted
descubrir?_volvió a preguntar, nerviosamente, el Vikingo.
Mentalmente pronunció un:"Uy. Creo que me
equivoqué. Me parece que estamos perdidos". El Vikingo
intentó abrir el cierre de su mochila para sacar su arma,
pero el guardia le bajó bruscamente el brazo.

_Eso lo vamos a saber dentro de unos
segundos_y abriendo el cajón intermedio del escritorio,
buscó rápidamente el detector de drogas, pero no lo
sacó de la gabeta. Con los dedos comprimidos agarró
un puñado de polvillo, lo olió y lo colocó
sobre el aparato.

En menos de un minuto
ordenó:_¡Guardias! ¡Detengan a estos hombres!
¡Arréstenlos!

Los dos guardias se aproximaron con sus
armas. Los mafiosos se miraban en silencio.

Inmediatamente uno se encargó de
revisarlos, mientras el otro no dejaba de encañonarlos. Lo
primero que le quitaron al Vikingo fue su engreída: La
coquita. Luego lo despojaron de su mochila, donde estaban su
pistola, los dólares y sus documentos. En el
maletín solamente encontraron unos papeles y las fotos de
sus amigos. Lo mismo hicieron con el capitán. En el acto
se les registró en la ficha policial. Siguentemente los
esposaron y los llevaron a la carceleta, que se encontraba
atrás de la estación policial, a menos de un metro
de distancia. El espacio de la caseta era muy caluroso, porque no
tenía ventanas, sólo un pequeño tragaluz en
el techo.

"No sé que ha pasado","Ha habido una
equivocación", "Por qué no se nos explica nada",
fueron las palabras que repetían los dos arrestados,
teniendo que callarse ante el terminante vozarrón de
amenaza del comandante.

_Cállense mal nacidos, sino quieren
que los mate ahora mismo.

El comandante llamó, con su celular,
al oficial inspector del Ponto, y después de una breve
explicación del asunto, ordenó la detención
de toda la tripulación y el decomiso de los narcahuaco.
Muchos fueron pulverizados para evidenciar el delito.

El yate patrulla trasladó a los
marineros y oficiales detenidos, del Ponto a la estación
policial. Después del ficheo se les confinó a unas
carpas que estaban en una selva pequeña, a pocos metros de
las casetas de madera. Al capitán también lo
trasladaron a estas tiendas de campaña, al lado de sus
subalternos. El carpado era controlado por unos centinelas. Este
campamento de reclusión sería la cárcel
temporal de los marineros, antes de ser enviados a Kuala
Lumpur.

Entre las casetas y las carpas se
encontraban esparcidos los millares de narcohuacos.

Fue triste ver la representación del
tesoro precolombino controlado también por los agentes de
la ley. A las lanchas policiales se les reservó la
información.

"El Ponto"quedó solitario en el mar
del sur de China, como una ballena muerta abandonada por sus
crías. El Rey Midas llamaba y llamaba al Ponto, pero el
radio operador estaba desactivado. Ya no latía el
corazón del blanco cetáceo.

_Aló general. Le habla su comandante
favorito. El audaz de Chukai.

_Sí general. Le tengo una fabulosa
nueva noticia. Es fabulosa porque dará la vuelta al mundo
y nuestra amada Malasia quedará renombrada en la
historia.

_Esa es una sorpresa mi general. Usted
siempre me dijo que le gustaban las sorpresas.

_Después de mí, solamente
usted dará el boom de la noticia.

_Usted tendrá el privilegio de
decírselo a su majestad.

_Claro que sí mi general. Yo
seré coronel y usted tal vez ministro.

_Lógico. Las sumas también
seran jugosas.

_No se desespere mi general. Dentro de unas
horas le llevo a Kuala Lumpur los cuerpos del delito.

_Vivos y dormidos mi general.
Ja-ja-ja-ja-ja-ja.

_Como usted diga mi general. A ver adivine:
El demonio rojo se pone blanco cuando se le cortan los
cuernos.

En la playa de la otra orilla de Chukai, se
vivía un ambiente de verano, de playa, de familia y de
turismo europeo o norteamericano.

Niños, adultos y ancianos nadaban en
las aguas playeras.

Yates y lanchas paseaban a los turistas por
la oriental hidrografía.

Tablistas y veleristas demostraban su
equilibrio deportivo.

Sombrillas multicolores penumbraban cuerpos
esculturales y embellecían las partículas de
arena.

Suntuosos hoteles albergaban a
millonarios.

Cualquier veraneante hubiera deseado pasar
una temporada en el balneario de Chukai.

Sentado en el camastro de la caseta y
agarrándose las muñecas, por el dolor que le
habían causado las esposas, miraba al comandante que se
encontraba en la silla de al frente, como a dos metros de
distancia.

_¿Quién es el jefe que lo
mandó a usted?_cuestionó tajantemente el
comandante.

_No se lo voy a decir_ respondió con
valentía el Vikingo.

_Sabe usted que lo puedo torturar o mandar
a matar_amenazó el comandante.

_Ninguna de las dos opciones me
asusta.

_Tampoco le asusta que el capitán
haya dicho que usted es el culpable mayor, porque le daba ordenes
a él.

_No recurra usted a esas viejas tretas de
la policía telenovelesca. Todos ustedes son iguales
_sarcásticamente desenmascaró el Vikingo al
comandante.

_Te la sabes todas
gringo.Je-je-je-je-je-je. Ya le vas explicar todo a mi
general.

_También le voy a explicar que me
han dolido las esposas que me pusieron _volvió a agarrarse
las muñecas.

_Más me dolieron sus mentiras_lo
miró el comandante con decepción.

_Cree usted que yo no lo siento. Que no
estoy avergonzado. Estoy arrepentido.

_Avergonzado difícil. Los
narcotraficantes ni se arrepienten, ni se averguenzan.

_Se equivoca. Yo sí. Soy una persona
diferente a cualquier mafioso.

_Claro que es diferente. Nunca se ha visto
en la historia del narcotráfico, que se hagan huacos de
clorhidrato de cocaína.Un extranjero que ha ensuciado
país ajeno.

_No se lo digo por eso. Lo digo por otras
razones.

_Ya tendrá tiempo de explicar sus
razones ante los tribunales de Kuala Lumpur.

_¿Me van a matar verdad?

_¿Cómo sabe usted que en
Malasia existe pena de muerte?

_Es importante saber sobre las leyes de los
diferentes países.

_Y de que le valió esa
sabiduría. Fue tan imbécil usted, de introducir
droga en un país que se pena con la muerte al distribuidor
y al consumidor. Usted ahorita está drogado.

Tendrá una doble condena. ¿No
tiene usted el menor cuidado por su vida?

_Siempre me gustó el peligro, el
riezgo y la aventura.

_¡Poniendo en juego la cultura y la
reputación de un país!_exclamó
enardecidamente el militar. Empezaba aflorar su dictadura
castrense.

_No diga eso. No fue mi intención.
Estoy arrepentido. Además todavía no se ha dado la
última palabra.

_Todavía tiene esperanza. Ustedes
los gringos, por dinero, no les importa nada. Mire lo mal que ha
dejado al Perú y a Noruega. A Malasia y a cuantos
países que confiaron en usted. A su cultura y a su pasado
histórico. Usted se ha burlado de todo el
mundo.

_¡Basta! ¡No siga! ¡Ya no
le he dicho que estoy arrepentido!_gritó el Vikingo con
furia y lágrimas en los ojos.

_¡Cállese la boca! ¡El
que manda y grita acá, soy yo! ¡Entendido! ¡No
me levante la voz! Así de prepotente como usted deben de
ser sus tres cómplices que lo acompañaron en sus
fechorías.Peruanos y gringos en la misma mafia.

_No. Ellos son inocentes. Ellos no saben
nada_defendió a sus compañeros llorando
declaradamente. Estaba muy acongojado.

_Que raro que usted no los haya acusado.
Entre los mafiosos se traicionan. Cállese o le adelanto la
muerte ahora mismo.

_Hágalo de una vez por favor. No
resisto este tormento_el tormento del gringo también era
porque no tenía su coquita a su lado.

_No resiste ¿No? Guarde silencio. No
llore como una mujercita. Cobarde. Los hombres no lloran. Afronte
sus propios delitos.

Y acercándosele hasta su camastro,
le apuntó en la sien con su revólver y le dijo con
su cara típica de asiático:_Cuando usted se muera,
antes de ir al infierno, va ser torturado y despedazado por las
almas de Tupac Yupanqui, de los Mochicas y de todos los Vikingos
que usted ha ensuciado su memoria con su mafiosa aventura. Y
todavía, declaró a la prensa, que pensaba escribir
un libro de todas las aventuras que había tenido por los
océanos y continentes. Pues empiece a escribirlo de una
vez, porque en la otra vida las

páginas de ese libro se van a quemar
con el fuego del infierno. Va a pagar sus pecados por traer la
muerte a Malasia.Esa droga para nosotros es un veneno de
muerte.

El Vikingo cesó de llorar y
poniéndose serio le suplicó en voz baja _por favor
no declare nada, ni a sus superiores, ni a la prensa.
Quédese con todos los dólares
decomisados.

También con los huacos y los
containers de mercancía. Venda el Ponto si quiere.
Ahí tiene toda una gran fortuna. Nos deja libre y nosotros
nos arreglamos para regresar a América. Haga un nuevo
parte y declare que somos ilegales. Mire que está en juego
la expedición del Tupac Yupanqui, el Perú, Noruega,
Francia y Ecuador. Todos caeran bajo la sospecha del
narcotráfico. ¡Todos caerán! ¡Por
favor!_y volvió a gritar con furor.

_¡Cállese o esta vez si lo
mato!_le cortó la súplica el comandante,
dejándolo de mirarlo con burla, para mirarlo con
desprecio.

_Me da usted asco. Piensa como todos los
narcotraficantes, que con si dinero de la droga se puede comprar
todo. Sepa usted que en este país que se llama Malasia, si
existe la moral en la sociedad. De lo contrario, no se respeta al
emperador que es el padre de la patria. En Malasia si se quema de
verdad la droga que se decomisa, y los dólares incautados
se emplean en obras de bienestar social. Nosotros no somos
corruptos como otros países. Si cree que le estoy
mintiendo……….en la otra vida Dios y el diablo
le van a decir que es verdad.

_¿En Malasia también
engañan con los cuentos de las series policiales que hay
en el Perú?-se defiendió entre serio y
burlón el Vikingo.

_¿Qué? ¿Cómo
dice? ¿No entiendo? ¿A qué se refiere?_se
hizo el desentendido el comandante. En ese momento sonó su
celular. Era el general de Kuala Lumpur. Terminó de hablar
con el superior, y antes de abandonar la sofocante caseta, le
aclaró al Vikingo.

_Al mediodía los estamos llevando a
Kuala Lumpur, junto con los funcionarios de la
compañía importadora, que ya no tardan en llegar.
Previamente les damos un cariñito.

Todavía no le he dicho nada al
general. Lo suyo será una sorpresa. Alégrese. No
todo es triste en esta vida. Pasará usted su primera
Navidad con Herodes. Ese desgraciado mandó a matar a los
recién nacidos.

El infierno que supuestamente esperaba el
Vikingo, ya se dejaba sentir con el calor infernal que lo
agobiaba en el interior de la caseta. Sin enbargo, un averno
más doloroso que su suerte, se presentó en las
playas de Chukai.

El Vikingo estaba soñando que el
diablo le intercambiaba sus cuernos por los de su casco. Un
temblor en la caseta lo despertó de la
pesadilla.

El pensó, imaginativamente, que la
muerte ya venía a llevárselo. No se estaba
equivocando del todo. Un huracán marino azotaba el sur de
Asia. Un fuerte viento, con un soplido macabro, entró por
el tragaluz de la habitación, tirándole
desperdicios al claustro de madera. Después sintió
que la caseta se elevaba como un avión. La
sensación era la misma de un despegue aéreo. Pero
luego aquel sensacionalismo se transfiguró en
acuático. Ahora se sentía navegando en una balsa
similar al Tupac Yupanqui. Escuchaba gritos fantasmales. El
quería saber que estaba sucediendo afuera. Intentó
varias veces alcanzar el tragaluz, parándose en la silla
que había puesto sobre el camastro, pero los movimientos
bruscos de la caseta lo hicieron caer. Persistió con la
manija de la puerta y con los marcos del contraplacado.
Imposible. Volvía a caer. Insistió con la puerta.
Ni se movía. Tenía un triple seguro. Golpeaba las
paredes para abrir un hueco. No se podía. El maderamen
estaba muy fortalecido. No quizo pedir auxilio.

De pronto vio el tragaluz a su costado. Ya
no estaba arriba. Atléticamente sacó un brazo y una
pierna. Otra vez el tragaluz volvió a su lugar.
Quedó colgado, pero pudo sacar la cabeza y después
todo el cuerpo. Desde el techo de la caseta, vio que naufragaba
en la cima de unas gigantescas olas, que lo elevaban sobre las
palmeras, con la misma furia de Poseidón. Lo
emocionó tanto el espectáculo hidrográfico,
que comenzó a vociferar:

_¡Dios me ha salvado! ¡Dios no
quería que yo muriera! ¡Dios me perdonó mis
pecados!

¡Odín!
¡Odín!¡Ja-ja-ja-ja-ja-ja!_sus risotadas fueron
tajantemente interrumpidas cuando la caseta, al bajar el nivel de
las aguas, se incrustó entre los brazos de dos frondosos
árboles. El Tsunami había fenecido.

Ni el cataclismo, ni los alaridos de los
sobrevivientes ,silenciaron el canto del Vikingo.

_En el Arca de Noé. Todos cantan,
todos cantan.

En el Arca de Noé. Todos cantan y yo
también.

Quieren oir………como canta
el toro.

Quieren oir………el toro
canta así:

Mu-u-u-u-u-u-u-u-u.

Mugía como un toro en medio del
sufrimiento de los malásicos. No era que fuese indiferente
al dolor de los demás, sino que el hecho de su
sobrevivencia lo había llenado pletóricamente de
alegría. Simultáneamente el Tsunami lo
impresionó artísticamente.

La caseta comenzó a desprenderse de
los copos del árbol. El Vikingo se abrazó
fuertemente a unos de los tallos ramificados, en el momento que
el maderámen caía fragmentariamente para hacerse
pedazos entre las aguas enlodadas y los escombros flotantes. El
Vikingo como si fuese un mono curioso, veía desde arriba,
una masa enfangada que facilmente podía ser confundida con
la arena movediza.

_Y ahora qué hago_pensó_. De
lo que encuentre en la caseta policial, depende mi futuro y el de
la tripulación_y con este objetivo fue bajando del
árbol, resbalándose lentamente por el tronco. El
lodo le llegaba hasta las rodillas. Fue avanzando con esfuerzo. A
lo igual que la caseta, encontró botes deportivos
incrustados entre los árboles. Unos
vacíos.

Otros con veraneantes ensangrentados.
Salió de la vegetación para pisar arena blanca. Se
encontraba en una playa que parecía un cementerio
veraniego.Muertos tirados en la orilla y otros flotando en el
mar. Se veían tablas hawaianas esparcidas, veleros
quebrados como mariposas muertas, copas de licores rotas y
asientos de playas volteadas, componían el desastroso
paisaje marino.

Algunos playeros sobrevivientes lloraban
ante los cadáveres de sus familiares, mientras que unos
buscaban a los suyos, llamándolos despavoridamente. El
evadió la algarabía, poniéndose un sombrero
oriental que le cubría hasta los oídos. Lo
apretó más hacia las orejas para no oir nada. El
tormento era muy fuerte para él.

Recién se ubicó en el lugar
en que estaba cuando vio, como a tres cuadras de distancia, al
"Ponto"flameando la bandera colombiana. Corrió por toda la
orilla del balneario, con dos obsesiones en la cabeza:"La
inspección de la policía marina de Kuala Lumpur" y
"La búsqueda de los narcohuacos por los mafiosos
importadores".

Conforme fue acercándose a las
playas de los guardacostas, iba encontrando los botes de goma de
la policía marina, de cabeza y sin pilotos.
Visualizó algunos policías flotando como
claraboyas. La mitad del Ponto estaba introducida en la arena. Al
lado de su popa se encontraba volteado sobre las aguas el yate
patrulla, como si fuese un hijo muerto al lado de su
padre.

Solamente algunos parantes del muelle
permanecían verticalizados. La plataforma y la escalera de
descenso ,fragmentariamente, se humedecían. El Vikingo no
vio la caseta policial. Se internó, unos metros, en el
bosque. La encontró despedazada, en medio de troncos de
árboles, embadurnados con lodo, lanchas quebradas,
fracciones de carpas y adminículos de radios operadores.
Pudo comprobar que todos los policías y todos los
marineros estaban muertos. Dudaba que existiera algún
sobreviviente como él. Todos eran
cadáveres. Incluyendo el capitán y el
comandante.

Al ver el cuerpo del comandante se
compadeció_Comandante, comandante…..me adelantaste.
Dile a Dios que me dé una mano para no ir al infierno. El
si va a comprender que estoy arrepentido. Dile que hasta hoy
día cometeré mi último pecado_y moviendo
muertos, celulares, metralletas, plantas, troncos y desperdicios;
encontró su mochila con los dólares completos y la
38. Y como le quedaban pocas balas, cogió una metralleta y
voló la chapa de la gabeta principal del escritorio
destartalado. Sacó los partes policiales que lo acusaban a
él y a toda la tripulación. Los roturó y los
quemó con su encendedor.

Para estar más seguro del asunto,
ametralló la computadora, los CD y, por si acaso, el radio
operador del comandante y su detector de drogas.

Tuvo la paciencia de ir destrozando, con la
culata de la ametralladora, huaco por huaco, fragmento por
fragmento, los cuales después del martilleo los iba
hundiendo en el fango agreste. Cuando se cansó del
devaste, empezó a ametrallar los narcohuacos intactos,
pero sintió el ruido de un motor lejano. Se acercaba un
yate patrulla. Posiblemente el de Kuala Lumpur.

Corrió por la jungla malásica
hasta llegar a una carretera. Volvió a ponerse el sombrero
oriental que encontró en la playa. Le cubría toda
la cara. Apenas sobresalían sus barbas pelirrojas.
Sintió el ruido de otro motor _Me estan buscando_
pensó aterradamente. Se salió del camino para
subirse a unos montículos. Un camión se detuvo. De
su interior salieron unas palabras en inglés _¡Hey
gringo! No temas. No huyas. Vamos a la ciudad de Chukai.Sube.
Ahí te van a curar tu brazo herido _recelosamente el
Vikingo en el balde del camión, encontrándose con
más de veinte malásicos, entre sanos y heridos. En
menos de una hora llegaron a Chukai. La ciudad estaba ilesa. No
había sido afectada como la aldea playera.

El camión se cuadró en la
puerta del hospital, pero el no quizo ingresar. Además su
herida era superficial. Tenía hambre. Se fue a un
restaurant. En el noticiero del lugar salía constantemente
los informativos sobre el desastre de la playa de la aldea
turística. También se enfocaba al Ponto y se
pasaban videos del viaje del Tupac Yupanqui. Aparecían
Auqui, Ilary y Valkiria llorando por su desaparición y
pidiendo a las autoridades la búsqueda de su
cadáver. Su foto estaba acompañada por las fatales
declaraciones periodísticas de que:_Posiblemente el famoso
navegante Olaf Varanger, de nacionalidad noruega, conocido con el
apelativo de:"El Vikingo", haya sido una de las víctimas
del Tsunami de Chukai, ya que no se le ha encontrado dentro del
grupo de los cadáveres de los marineros del buque carguero
colombiano "El Ponto". Así mismo es una lamentable pena la
pérdida de las réplicas de los huacos, que iban a
contribuir con la cultura y la educación de
nuestro país. El imperio de Malasia y todas las naciones
del mundo haran un duelo nacional, especialmente las bases
navales de cada nación.

El Vikingo se alegró con la noticia.
Pensó que era su única oportunidad para librarse
del Rey Midas, del narcotráfico, de la corrupción,
del pecado y del infierno que le pronosticó el
desaparecido comandante.

Salió del restaurant. Estaba
estenuado.Había planeado pasar la noche en un hotel y al
día siguiente viajar de incognito a cualquier parte del
mundo, con tal de librarse del mafioso colombiano.

En el hotel se tuvo que contener la risa al
tener que hacer un minuto de silencio por su propia muerte.
Durmió con el rostro cubierto con el sombrero oriental.
Temía que lo pudieran reconocer hasta en la cama. Al
amanecer, vio, debajo de la puerta, el diario, tal como se lo
había encargado a la señorita de la
recepción. Ella recibió una buena suma de
dólares por aceptarlo sin documentos. Volvió a
reír de alegría al ver su foto con un:

"Dios lo tenga en su gloria". Un titular
más pequeño decía:"Tal vez no
murió".Se puso algo serio. Su seriedad desencadenó
en melancolía con las expresiones llorosas de sus amigos.
La tristeza también cundió hacia las muertes del
comandante, el capitán, los marineros y los
policías marinos. Si bien las noticias hicieron
alusión del destrozo de los huacos, pero al menos para
nada mencionaron el clorhidrato de cocaína.

La Embajada Noruega, que se encontraba en
Kuala Lumpur, albergó secretamente al Vikingo, antes de su
viaje de retorno al Perú. El cual también
sería secreto. El Vikingo convenció al embajador
compatriota de ser víctima de intentos de secuestros, por
infames mafiosos, que pedían sumas millonarias por su
rescate a su misma nación escandinava. Este cuento fue lo
suficientemente contundente para que el diplomático
lo cobijara herméticamente por cerca de un
mes y medio.

Con la cabeza rapada y lampiño, el
Vikingo partió rumbo al Perú, en un buque pesquero.
El embajador ya había hablado con el capitán sobre
la reserva de su identidad. Por suerte o por supuesta prudencia
nadie lo reconoció en la embarcación.

Su confesión religiosa, ante un
sacerdote noruego que visitó la embajada, y sus
aspiraciones de brisa marina, lo despojaron de su drogadicta
adicción que lo atormentaba.

El incógnito pescador
desembarcó en el Callao, y perdiéndose en el
anonimato, se fue en búsqueda de esa comunidad de amor que
extrañaba entrañablemente.

El viaje de retorno recorrió los
mismos puntos geográficos de la ida. Al divisar el Tupac
Yupanqui el puerto del Callao, los viajeros soltaron su
patriotismo_¡Perú! ¡Perú!
¡Perú!

¡Viva el Perú!_se izó
la bandera del Perú en la balsa. Cantaron el himno
nacional. Luego Auqui e Ilary lo cantaron en quechua.
Después Valkiria cantó su himno en su idioma. El
Inti de la vela sonreía mostrando su dentadura de oro.
Seguramente el inka Tupac Yupanqui estaría complacido
desde los cielos.

Después de todos los protocolos,
minutos de silencio y las conferencias de prensa, los tres
jerarcas de la expedición y los treinta marineros,
recibieron donaciones de los estados peruano, ecuatoriano,
noruego, francés y de diversas instituciones culturales y
oceanográficas, nacionales y de procedencia extranjera. La
comunidad de amor, con su gran beneficio pecuniario, apoyaron a
las instituciones de obras de caridad, museos, centros
culturales, universidades y colegios del estado.

Auqui e Ilary se casaron por civil y por
iglesia. Sus padrinos fueron el ministro de cultura y Valkiria.
Antes de irse de luna de miel a Noruega, se hospedaron con
Valkiria en el hotel Marriot. Ahí también
continuaron dando conferencias culturales.

Con excepción de la lamentable
pérdida de Olaf, todo les había salido como una
figura de cuento de hadas. Pero sucedió que una pieza no
la encontraron.

Llegó secretamente el Vikingo al
Marriot. Calmó sus emociones de espanto y
alegría.

Rogó por su anonimato con el mismo
argumento que convenció a embajador. Sonó el
teléfono. Era el Rey Midas.

 

Dedico esta obra a mi padre Jorge.
Augusto como su nombre.

 

 

Autor:

Nelson Nataniel Cornejo
Jones.

 

Partes: 1, 2, 3
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