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Ideario político y social de Simón Bolivar



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    Introducción

    Esta ponencia fue presentada en la Cátedra
    Simón Bolívar, "La Integración regional en
    el pensamiento de Simón Bolívar" se abordan algunos
    aspectos de la vida y el pensamiento de Simón
    Bolívar, el actor individual más importante del
    proceso emancipatorio en Nuestra América. Para ello nos
    apoyamos en documentos publicados por el Dr. Atilio Boron, la
    Dra. Carmen Bohórquez, y la Biografía de
    Simón Bolívar de Juan Bosch, ediciones de la
    Presidencia de la Republica Bolivariana de Venezuela publicado en
    2007. Comenzaremos estudiando brevemente su vida y su carrera
    político-militar. Luego, una vez desarrollado sumariamente
    el contexto vital e histórico, analizaremos sus postulados
    anticoloniales, integracionistas, sus proyectos constitucionales,
    sus ideas sociales y económicas.

    Simón Bolívar: 229
    aniversario de una vida de compromiso
    revolucionario

    Simón Bolívar[1]–
    Simón José Antonio de la Santísima trinidad
    Bolívar y Palacios Ponte y Blanco- nació en Caracas
    el 24 de julio de 1783, en el seno de una de las familias
    más ricas de la Capitanía General de Venezuela.
    Riqueza que se basaba en la propiedad de minas, haciendas y
    plantaciones de cacao donde trabajaban sus padres y familiares
    con cientos de esclavos. Bolívar tuvo tres hermanos, todos
    mayores que él: Juan Vicente y María Antonia y
    Juana.

    La madre de Bolívar, María
    Concepción de Palacios y Sojo de Bolívar, al nacer
    este, ella enfermo y no pudo amamantarle, razón por la que
    le alimentó una negra esclava llamada Hipólita.
    Bolívar siempre recordaba a Hipólita con
    cariño de hijo. A muy corta edad cuando tenía tres
    años perdió a su padre (Coronel) Juan Vicente de
    Bolívar y Ponte, quien era amigo de Francisco de Miranda,
    personaje que tendría una gran influencia en
    Bolívar, cuando tenía nueve años
    Bolívar perdió a su madre.

    A temprana edad quedó bajo la tutela de sus
    tíos, hermanos de su madre, que le encomendaron su
    educación a Simón
    Rodríguez[2](1769-1854). Un intelectual
    crítico, ávido lector de las obras de Rousseau, que
    tendría una enorme influencia en la formación del
    ideario libertario de Bolívar.

    En su adolescencia (a los 15 años de edad), en
    1798 realizó su primer viaje a España para
    continuar sus estudios. Allí se enamoró y se
    casó en 1802, con María Teresa Rodríguez del
    Toro y Alaiza[3](1781-1803) quien sería su
    primera y única esposa.

    En 1802, los esposos regresaron a Venezuela, con
    la intención de formar una familia y ocuparse de las
    haciendas heredadas. Sin embargo, a los pocos meses María
    Teresa falleció y Bolívar se sumergió en una
    fuerte depresión que lo llevó, en 1803, a
    emprender su segundo viaje a Europa. Allí visitó
    Francia, se reunió con Simón Rodríguez quien
    estaba en Viena, ambos fueron testigos de la conmoción en
    Francia ante la coronación imperial de Napoleón
    Bonaparte.

    Bajo la influencia de su maestro Simón
    Rodríguez, Bolívar conoció importantes
    intelectuales como Alexandre Von Humboldt[4]y
    continuó con su educación, dedicándose, con
    gran interés, a la lectura de los pensadores ilustrados
    quienes sostenían que la "razón humana
    podía combatir la ignorancia, la superstición y la
    tiranía, y construir un mundo mejor
    ". El pensamiento
    Ilustrado tuvo una gran influencia en aspectos económicos,
    políticos y sociales de la época. Esta
    formación y sus experiencias personales, lo llevaron a
    tomar una posición crítica frente al colonialismo
    español en América y a convencerse de la imperiosa
    necesidad de emprender un proceso independentista, original que
    impulsara condiciones dignas para el desarrollo de la
    vida.

    En 1805, Simón Rodríguez y
    Bolívar de Francia viajaron a Italia y ascendieron el
    Monte Sacro. Allí, en la cima de la histórica
    montaña, Bolívar realizó, frente a su
    maestro, su histórico juramento en el que asumía el
    compromiso personal de entregarse por entero a la
    liberación de su patria. En sus palabras:

    "¡Juro delante de usted; juro por el Dios de
    mis padres; juro por ellos; juro por mi honor, y juro por mi
    Patria, que no daré descanso a mi brazo, ni reposo a mi
    alma, hasta que haya roto las cadenas que nos oprimen por
    voluntad del poder
    español!"
    [5]

    Convencido de su misión histórica,
    Bolívar regreso a Venezuela para dedicarse a la
    administración de la economía familiar, y sobre
    todo para luchar en contra del orden colonial. Anhelos
    conspirativos, que verían sus frutos en pocos
    años.

    En 1808 las tropas napoleónicas invadieron
    España y descabezaron la monarquía de Carlos
    IV[6]y su sucesor Fernando VII[7]La
    caída de las autoridades regias, trajo como consecuencia
    la rebelión del pueblo español, y el surgimiento de
    un movimiento juntista que reclamaba para sí la
    asunción de la soberanía nacional. Este turbulento
    proceso tuvo efectos inmediatos en las colonias. En Caracas la
    Junta que gobernaba España nombro un nuevo gobernador
    Vicente Emparan[8]quien teniendo
    información de las ideas de Bolívar lo confino a la
    Hacienda San Mateo en desde julio de 1809 a abril de
    1910.

    Ante la ruptura del orden político en la
    metrópoli, las élites criollas decidieron
    conformar, en nombre de Fernando VII, sus propias Juntas que les
    permitiesen tomar el control local y aumentar su autonomía
    política y económica en función de sus
    propios intereses de clase. La élite venezolana fue la
    primera en dar ese paso al erigir una Junta en Caracas, el 19
    de abril 1810
    . En la que desplazaron al Gobernador Vicente
    Emparan.

    Desde el inicio, Simón Bolívar
    participó activamente en el proceso revolucionario y a
    fines de 1810 fue enviado por la Junta gobernante a Inglaterra
    como representante internacional del nuevo gobierno, para
    negociar el apoyo de dicha potencia a la causa americana. Esta
    misión estuvo conformada por Andrés Bello, Juan
    Vicente de Bolívar hermano mayor del Libertador y
    Simón Bolívar, A partir de esta misión
    Bolívar fue nombrado con rango de Coronel.
    A pesar de
    que la misión no logró sus objetivos inmediatos,
    Bolívar se reunió con Francisco de
    Miranda[9]el precursor de la independencia
    colombiana y procuró su regreso a la
    patria.[10]

    En 1811, el proceso de cambios entró en un
    proceso de rápida aceleración. Miranda y
    Bolívar, junto con el ala más radical de los
    criollos, constituyeron la Sociedad Patriótica
    desde donde impulsaron propuestas democratizadoras e
    independentistas. Asimismo, se formó el primer Congreso
    de Venezuela
    en el cual participaba Miranda como diputado.
    Finalmente, gracias a la presión de la Sociedad
    Patriótica, el Congreso declaró la Independencia
    de Venezuela el 5 de julio de 1811 y estableció un
    Gobierno Republicano y Federal
    para el naciente estado. Las
    provincias de Coro, Maracaibo y Guayana, que desde el principio
    se habían mantenido leales a la corona, se rebelaron
    abiertamente en contra de la nueva autoridad nacional. En este
    difícil contexto el Congreso nombró a Miranda
    como Generalísimo
    y lo encargó de la
    represión de los realistas. Luego de algunas victorias
    parciales, el panorama se tornó aún más
    complejo a comienzos del 1812 con la insurrección de los
    esclavos, la contraofensiva iniciada por la expedición del
    Capitán Domingo de Monteverde[11]y el
    furioso terremoto de marzo de 1812, que asoló a la ciudad
    de Caracas, el cual dejó miles de muertos.

    Miranda, nombro a Bolívar el oficial a cargo de
    la fortaleza de Puerto Cabello. Sin embargo, lamentablemente la
    fuerza y el poder de fuego de los realistas fue mayor;
    Bolívar, perdió el control del fuerte que
    cayó en manos de los realistas. Ante aquel golpe mortal a
    su estrategia militar, Miranda entendió que todo estaba
    perdido y firmó la capitulación ante Monteverde.
    Bolívar y otros patriotas vieron el accionar de Miranda
    como una traición y en represalia decidieron apresarlo,
    entregarlo a los realistas y exiliarse en Nueva Granada. Miranda
    fue deportado a Cádiz, donde morirá en 1816. De
    esta manera trágica terminaba la primera república
    venezolana.

    Bolívar, en el exilio, lejos de rendirse, se
    integró a las fuerzas patriotas de Nueva Granada.
    Asimismo, escribió un célebre Manifiesto (conocido
    como el Manifiesto de Cartagena) en el que explicó
    las causas de la derrota de la primera república
    venezolana y en el que convocó a sus compatriotas a
    continuar participando en la gesta contra los realistas. A
    principios de 1813, contradiciendo las órdenes fijadas por
    sus superiores, emprendió, con su pequeña tropa,
    una contraofensiva que tenía por objetivo reconquistar la
    independencia de Venezuela. En ese contexto, promulgó el
    famoso Decreto de Guerra a Muerte, que
    establecía:

    "Españoles y canarios contad con la muerte
    aunque seáis indiferentes. Venezolanos contad con la vida
    aunque seáis culpables."

    Así, mediante este instrumento político
    militar, Bolívar intentó transformar el conflicto
    civil en una guerra internacional, demarcando de forma tajante
    los dos campos enemigos: el americano y el español. La
    contraofensiva fue un éxito rotundo. En pocos meses, en lo
    que se conoce como "la campaña admirable",
    Bolívar logró derrotar a los realistas y en agosto
    de 1813, retomó el control de Caracas. En gratitud por sus
    servicios las autoridades de la ciudad le otorgaron el poder
    supremo y lo condecoraron con el título de
    Libertador. Título que lo acompañaría
    por el resto de sus días. Nacía de esta manera, la
    segunda república venezolana. Sin embargo, ésta
    tuvo una corta existencia, ya que Bolívar y los
    líderes criollos continuaron con su política de no
    introducir modificaciones sustanciales al orden social y los
    sectores populares, pardos, esclavos y llaneros se plegaron al
    bando realista acaudillado por el asturiano José
    Tomás Boves[12]En poco tiempo, las huestes
    populares de Boves lograron derrotar a las tropas republicanas de
    Bolívar y Santiago Mariño[13]y
    ocupar Caracas, hiriendo de muerte a la segunda
    república.

    Ante la debacle generalizada, Bolívar se vio
    obligado a exiliarse nuevamente en Nueva Granada. Allí
    participó como oficial del ejército de las
    Provincias de Nueva Granada contra el estado de Cundinarmaca,
    pero luego de ciertas diferencias con las autoridades de
    Cartagena decidió, a mediados de 1815, exiliarse en
    Jamaica. En la pequeña isla del Caribe, busco sin
    éxito el apoyo británico para su gesta y
    publicó la famosa Carta de Jamaica, en la cual
    postuló, con claridad meridiana, el ambicioso proyecto de
    independencia y unidad de la América Española.
    Finalmente, ante la indiferencia de Inglaterra y el éxito
    de la expedición realista del General
    Morillo[14]en Nueva Granada y Venezuela,
    Bolívar decidió exiliarse en
    Haití.

    Allí, a principios de 1816, se encontró
    con casi dos mil exiliados neogranadinos y venezolanos que
    recibían la calurosa bienvenida del gobierno republicano
    del General Alexandre Petión[15]uno de los
    artífices de la primera independencia de América
    Latina.

    Bolívar se reunió con Petión y
    firmaron un pacto por el cual el gobierno de Haití se
    comprometía a auxiliar con dinero, armas y tropas a la
    gesta independentista hispanoamericana, a cambio de que el
    Libertador incluyese la abolición de la esclavitud entre
    sus banderas políticas. En poco tiempo, con esta
    invalorable ayuda haitiana, Bolívar y los líderes
    criollos (Arismendi, Piar, Mariño), organizaron una
    expedición con la cual invadieron la costa venezolana en
    junio de 1816. A pesar de que Bolívar decretó la
    abolición de la esclavitud (con una limitación
    importante, ya que estableció que los esclavos varones
    para alcanzar su libertad debían enrolarse en el
    ejército patriota) la misión fracasó siendo
    derrotada por las fuerzas realistas.

    En esta difícil situación, Bolívar
    se vio forzado a buscar una vez más la generosa ayuda de
    Petión.[16] Este magnánimo
    auxilió a los patriotas, quienes en 1817 volvieron a
    desembarcar en Venezuela. Esta vez la expedición
    resultó un éxito y los patriotas lograron asentar
    una base de operaciones en la provincia de Guayana, la cual
    previamente había sido liberada por las tropas del general
    mulato Manuel Piar[17]

    El 24 de julio de 1817, los oficiales más
    importantes del ejército republicano refrendaron el poder
    de Simón Bolívar, nombrándolo, una vez
    más, Jefe Supremo de Venezuela. Sin embargo,
    rápidamente surgieron algunas diferencias entre
    Bolívar y Piar. Supuestamente, este último
    intentó radicalizar la revolución buscando
    insurreccionar a los pardos y esclavos en contra de los criollos
    blancos, que conformaban la élite republicana. La
    respuesta de Bolívar fue implacable, acusó a Piar
    de fomentar la "guerra de razas", ordenó que lo apresaran
    y, luego de un juicio sumario, avaló su ejecución.
    Una vez aplacada la rebelión de Piar, Bolívar se
    reunió con el líder de los llaneros, José
    Antonio Paez[18]quien le declaró su apoyo
    incondicional. De esta manera, para comienzos de 1818,
    Bolívar había conseguido cimentar una importante
    base de operaciones en Guayana y un amplio consenso entre los
    oficiales criollos y los sectores populares. Sin embargo, la
    victoria final todavía se mostraba como un sueño
    esquivo y lejano.

    A comienzos de 1819, los patriotas constituyeron el
    Congreso de Angostura, con la intención de darle un
    marco jurídico político al proceso revolucionario.
    En ese contexto, Bolívar trazó una nueva estrategia
    militar, la de invadir Nueva Granada para derrotar a los
    realistas, allí donde eran más débiles. El
    plan se puso en marcha inmediatamente, luego del arribo de
    numerosos oficiales y soldados europeos, que conformaron la nueva
    legión extranjera. Con esta inestimable
    colaboración externa, Bolívar cruzó los
    Andes con su ejército de llaneros y se unió a las
    tropas comandadas por Francisco de Paula
    Santander.[19]

    Fortalecidos, los patriotas acaudillados por
    Bolívar vencieron a los realistas en las decisivas
    batallas de Pantano de Vargas y Boyaca y finalmente lograron
    liberar a Bogotá. Luego de este enorme triunfo
    político-militar, que significó la
    concreción casi total de la emancipación de Nueva
    Granada, Bolívar regresó a la ciudad de Angostura
    donde fue acogido apoteóticamente. Allí, siguiendo
    las enseñanzas teóricas de la utopía
    mirandiana, propuso la creación de
    Colombia[20]una nueva nación que incluyera
    al Virreinato de Nueva Granada, Quito, Guayaquil y la Capitana
    General de Venezuela. El Congreso aprobó la moción
    y decretó, a través del dictado de una ley
    fundamental, el nacimiento de Colombia. Asimismo, el Congreso
    nombró a Bolívar como presidente y a Santander como
    Vicepresidente del novel estado. El plan estaba trazado, sin
    embargo, todavía era necesaria la liberación
    efectiva de las regiones que estaban dominadas por los
    realistas.

    En 1820 las cosas marchan bien para los patriotas, sin
    embargo, la rebelión del General Rafael del
    Riego[21]en contra de la monarquía
    absolutista de Fernando VII, inclinó aún más
    la balanza a su favor. En el contexto del avance de los liberales
    en España, Bolívar y el General Morillo se
    reunieron y firmaron un tratado de armisticio y de
    regularización de la guerra. El pacto de no
    agresión debilitó a los realistas, ya que perdieron
    el ímpetu militar, mientras que benefició
    enormemente a los revolucionarios, dándoles tiempo para
    organizar sus fuerzas bélicas y económicas. En
    1821, una vez terminado el plazo del tratado, Bolívar
    inició con sus huestes de llaneros, una ofensiva sobre
    Venezuela que resultó victoriosa. En la batalla de
    Carabobo derrotó al ejército comandado por el
    General de La Torre[22]y a los pocos días
    liberó Caracas. Garantizada, ahora sí, la
    independencia de Venezuela, se realizó el Congreso de
    Cúcuta,
    en el que se dictó una
    constitución para la republicana y centralista Colombia y
    se refrendó la autoridad presidencial de
    Bolívar.

    En 1822, el Libertador, inspirado por sus enormes
    éxitos militares, dejó las riendas del gobierno a
    cargo de Santander y se dirigió hacia el Sur para
    continuar con su gesta emancipadora. En mayo, el Mariscal Antonio
    José de Sucre[23]su oficial más
    leal, derrotó a los españoles en la batalla de
    Pichincha y los patriotas lograron la independencia de Quito y
    Guayaquil, regiones que se incorporaron efectivamente a Colombia.
    Luego de estas importantes victorias, el 26 y el 27 de julio de
    1811, Bolívar se reunió con el General San
    Martín[24]el Libertador de Argentina, Chile
    y Perú. Aunque se desconocen los pormenores de esta
    histórica conferencia, la mayoría de los
    historiadores tienden a coincidir en que existió un trato
    sumamente respetuoso y afectuoso entre ambos líderes. Sin
    embargo, surgieron algunas diferencias políticas y
    militares de peso. Supuestamente, éstas giraron en torno a
    tres puntos básicos: el régimen de gobierno que
    debían adoptar los nuevos estados hispanoamericanos, el
    status de Guayaquil y el rol de San Martín en el
    ejército patriota.

    En primer lugar, mientras que el venezolano deseaba
    establecer regímenes republicanos, el argentino era un
    defensor del sistema monárquico.

    En segundo lugar, mientras que Bolívar
    quería incorporar a Guayaquil y a Colombia, San
    Martín abogaba por su incorporación a
    Perú.

    Por último, San Martín estaba dispuesto a
    luchar bajo las órdenes del Libertador venezolano,
    mientras que éste consideraba inconcebible que alguien de
    su magnitud fuera su subalterno.

    Al parecer, lamentablemente no había lugar para
    dos figuras de semejante talla dentro del proceso independentista
    y San Martín, en un acto de enorme renunciamiento,
    decidió dar un paso al costado y retirarse hacia el
    autoexilio en Europa.

    Ciertamente, Bolívar estaba en mejores
    condiciones militares y políticas de proseguir la guerra
    con éxito, ya que San Martín estaba muy debilitado
    en el Perú y fueron estas las causas profundas del
    desencuentro entre ambos líderes.

    Luego de largos preparativos en Guayaquil,
    Bolívar hizo su entrada al Perú en 1824.
    Allí, después de un mes de estar enfermo, fue
    nombrado Dictador y encargado de dirigir la guerra contra los
    realistas que se atrincheraban en las sierras. En el mes de
    agosto, las fuerzas patriotas comandas por el Mariscal Sucre
    derrotaron a los realistas en la batalla de Junín y luego,
    en diciembre, las terminaron de aniquilar en la decisiva batalla
    de Ayacucho. A pesar de que continuaron existiendo algunos
    conatos menores de resistencia, Ayacucho significó el fin
    de la dominación española en la
    Hispanoamérica continental y la concreción efectiva
    del sueño de Miranda, Bolívar y de todos los
    patriotas. La noticia corrió por el continente como un
    reguero de pólvora generando esperanzas y una enorme
    algarabía popular.

    En 1825, luego de algunas diferencias entre Sucre, la
    élite del Alto Perú y las autoridades de Buenos
    Aires, se creó un nuevo estado, Bolivia, el cual
    recibió su nombre en homenaje al libertador.
    Bolívar fue invitado a escribir una constitución
    para la naciente nación y éste propuso, tiempo
    después (siguiendo el modelo haitiano) una Carta Magna con
    importantes reformas sociales y con un régimen republicano
    fuerte que establecía la figura del Presidente Vitalicio.
    La constitución generó rechazos entre la
    élite boliviana, pero finalmente fue aceptada, nombrando a
    Sucre como presidente.[25]

    En 1826, el sueño bolivariano parecía
    concretarse efectivamente, sin embargo, desde ese momento en
    adelante, el edificio tan pacientemente construido comenzó
    a derrumbarse.

    Ese año se realizó el Congreso
    Anfictiónico en
    Panamá
    [26]impulsado profecticiamente
    por Bolívar en su Carta de Jamaica. Sin embargo, el
    cónclave mismo resultó en un fracaso porque de los
    países hispanoamericanos participaron únicamente
    delegados de Colombia, México, Centroamérica y
    Perú y no lograron establecer una verdadera
    confederación de estados. Asimismo, por designio del
    Vicepresidente Santander y de Pedro
    Gual[27]Canciller de Colombia, se invitó al
    encuentro a los Estados Unidos, lo cual desnaturalizó la
    propuesta originalmente hispano americanista de
    Bolívar.

    A su vez, durante el transcurso de los años 1826
    y 1827 se recrudecieron los conflictos de naturaleza localista
    entre Venezuela y Nueva Granada y entre los bolivarianos y los
    liberales acaudillados por Santander.

    En 1827 Páez, alentado por la oligarquía
    caraqueña, se rebeló contra el gobierno de
    Santander y Bolívar se vio obligado a volver a su patria
    chica para calmar los ánimos. Intentando sostener el
    edificio colombiano en pie, Bolívar amnistió a
    Páez a cambio de su promesa de respetar el orden nacional.
    Luego, el Libertador se dirigió a Bogotá donde
    tomó el control efectivo del gobierno. Desde allí,
    convencido de que era necesario reformar la Carta Magna para
    imponer una constitución similar a la de Bolivia,
    llamó a una convención constituyente que
    debía reunirse en Ocaña. A comienzos de 1828 se
    llevó adelante la referida asamblea constituyente y los
    diputados se dividieron entre los liberales/federalistas y los
    bolivarianos defensores de una república fuerte y
    centralista. Las disputas internas hicieron que la
    convención finalmente fracasara y que, en respuesta,
    Bolívar decidiera asumir el título de Dictador de
    Colombia. La reacción de los liberales fue implacable: el
    25 de septiembre, en un atentado traicionero, penetraron en el
    palacio de gobierno e intentaron asesinar a Bolívar, el
    cual se salvó gracias al auxilio de su compañera
    Manuela Sáenz[28]El Libertador
    castigó a los conspiradores septembrinos
    apresándolos y ejecutándolos. Santander, por su
    parte, fue juzgado y desterrado.

    En 1829 los problemas se agravaron, en la medida en que
    las oligarquías localistas avivaron las luchas intestinas.
    Perú inició una guerra contra Colombia, intentando
    recuperar el territorio perdido. El ataque fue aplastado por las
    tropas de Bolívar, sin embargo, el conflicto fratricida
    dejó una fisura entre las naciones hispanoamericanas. A
    comienzos de 1830, dicha fisura se convirtió en una
    inmensa fractura cuando Páez decretó la
    independencia de Venezuela, dejando herido de muerte al proyecto
    colombiano. Desahuciado, enfermo e incapaz de controlar el
    terremoto político localista que derrumbaba lo que tanto
    había luchado por construir, decidió renunciar a la
    Presidencia y se encaminó hacia el exilio. En el trayecto,
    recibió el cariño y la aclamación popular,
    que lo alentaba a retomar el gobierno. Sin embargo,
    Bolívar ya no era más que un hombre exhausto y
    enfermo que buscaba una salida para el laberinto tormentoso en el
    que se había convertido Colombia. En julio recibió
    con gran pesar la noticia del asesinato del Mariscal Sucre, lo
    cual lo convenció aún más de que todo el
    esfuerzo había sido en vano y que "había arado en
    el mar". Finalmente, el 17 de diciembre de 1830, luego de una
    larga agonía, Bolívar falleció. Se iba el
    líder más importante de la revolución de
    independencia y aunque murió absolutamente desesperanzado,
    su ejemplo regó la tierra hispanoamericana de semillas que
    muy pronto volverían a florecer.

    El Pensamiento político
    constitucional de Simón Bolívar.

    Siguiendo las líneas directrices del pensamiento
    de Miranda, Bolívar consideraba que el orden colonial
    español era esencialmente injusto no sólo porque
    carecía de títulos legitimantes sino, sobre todo,
    porque mantenía a Hispanoamérica en el atraso
    económico, social, político y cultural y porque
    excluía a los sectores americanos de la
    participación efectiva de la cosa pública. En su
    famosa Carta de Jamaica[29]planteaba
    claramente el problema del atraso en los siguientes
    términos:

    "Los americanos, en el sistema español que
    está en vigor, y quizá con mayor fuerza que nunca,
    no ocupan otro lugar en la sociedad que el de siervos propios
    para el trabajo, y cuando más el de simples consumidores;
    y aún esta parte coartada con restricciones chocantes:
    tales son las prohibiciones del cultivo de frutos de Europa, el
    estanco de las producciones que el Rey monopoliza, el impedimento
    de las fábricas que la misma Península no posee,
    los privilegios exclusivos del comercio hasta de los objetos de
    primera necesidad, las trabas entre provincias y provincias
    americanas, para que no se traten, entiendan, ni negocien; en
    fin, ¿quiere Vd. Saber cuál es nuestro destino?,
    los campos para cultivar el añil, la grana, el
    café, la caña, el cacao y el algodón, las
    llanuras solitarias para criar ganados, los desiertos para cazar
    las bestias feroces, las entrañas de la tierra para
    excavar el oro que no puede saciar a esa nación
    avarienta."
    [30]

    Asimismo, en cuanto a la exclusión
    política y socio-económica de los americanos,
    afirmaba:

    "Estábamos, como acabo de exponer,
    abstraídos y, digámoslo así, ausentes del
    universo en cuanto es relativo a la ciencia del gobierno y
    administración del estado. Jamás éramos
    virreyes ni gobernadores, sino por causas muy extraordinarias;
    arzobispos y obispos pocas veces; diplomáticos nunca;
    militares, sólo en calidad de subalternos; nobles, sin
    privilegios reales; no éramos, en fin, ni magistrados, ni
    financistas y casi ni aun comerciantes; todo es
    contravención directa de nuestras
    instituciones."
    [31]

    Partiendo de estas premisas iniciales, Bolívar
    propuso desde su juramento en el Monte Sacro (1806) la necesidad
    imperiosa de romper el lazo colonial con España. El camino
    para hacerlo, sin embargo, en su opinión, no era el
    moderado y "pacífico" que Miranda había postulado,
    sino el de una revolución violenta y a muerte entre
    americanos y españoles. Consciente de que
    únicamente una auténtica guerra de
    liberación traería el fin de la dominación
    española, postuló entonces, en su decreto de guerra
    a muerte (1813), el camino que los patriotas debían
    seguir. Camino que finalmente se mostró, no sólo
    inevitable, sino también tremendamente efectivo.
    Además de la necesidad de destruir el orden colonial, una
    de las obsesiones que recorrió el pensamiento
    político de Bolívar fue la urgencia de construir un
    nuevo régimen viable para las naciones emergentes. En esta
    cuestión tomó como punto de partida sus lecturas
    ilustradas (Locke, Rousseau, Montesquieu, etc.) y el ejemplo de
    Estados Unidos y Gran Bretaña, pero no los aplicó
    acríticamente a la tumultuosa realidad americana, sino que
    se propuso crear una nueva ingeniería política. En
    este sentido, siguió las ideas de Simón
    Rodríguez, quien le había enseñado
    que:

    "La América Española es original.
    Originales han de ser sus instituciones y su gobierno y
    originales las formas de fundar uno y otro. Inventamos o
    Erramos
    ".

    Asimismo, asumió la teoría
    socio-política de Montesquieu, según la cual a las
    diversas sociedades del globo, les correspondían por sus
    particulares condiciones geográficas, culturales y
    políticas, diferentes formas de gobierno. De esta manera,
    desde la experiencia fallida de la Primera República,
    Bolívar se opuso de forma militante al federalismo como
    forma de organizar los nuevos estados. En su opinión, el
    federalismo podía ser un principio muy bello en
    términos puramente intelectuales, pero en la
    práctica era muy difícil de realizar y en
    particular en América Latina, llevaba irremediablemente al
    libertinaje y a la anarquía. Bolívar expresó
    por primera vez, con claridad meridiana, esta idea en el
    Manifiesto de Cartagena (1812):

    "Pero lo que debilitó más el Gobierno
    de Venezuela, fue la forma federal que adoptó, siguiendo
    las máximas exageradas de los derechos del hombre, que
    autorizándolo para que se rija por sí mismo rompe
    los pactos sociales, y constituye a las naciones en
    anarquía. Tal era el verdadero estado de la
    Confederación. Cada provincia se gobernaba
    independientemente; y, a ejemplo de éstas, cada ciudad
    pretendía iguales facultades alegando la práctica
    de aquellas y la teoría de que todos los hombres, y todos
    los pueblos, gozan de la prerrogativa de instituir a su antojo,
    el gobierno que les acomode. El sistema federal bien que sea el
    más perfecto y más capaz de proporcionar la
    felicidad humana en sociedad es, no obstante, el más
    opuesto a los intereses de nuestros nacientes
    Estados
    ."[32]

    Similar postulado encontramos en la Carta
    de Jamaica, donde afirmaba:

    "En Nueva Granada las excesivas facultades de los
    gobiernos provinciales y la falta de centralización en el
    general, han conducido aquel precioso país al estado a que
    se ve reducido en el día. Por esta razón, sus
    débiles enemigos se han conservado contra todas las
    probabilidades
    ."[33]

    Bolívar entendía que el federalismo era un
    sistema particularmente complejo de concretar en cualquier
    región del mundo. Sin embargo, es menester destacar que en
    su opinión era todavía más difícil de
    realizar en América ya que el pueblo, por motivos de
    inmadurez política (causada por años de
    sumisión a la corona), era incapaz de asumir de forma
    efectiva el bello ideal federal. Así decía:
    "Generalmente hablando, todavía nuestros conciudadanos
    no se hallan en aptitud de ejercer por sí mismos y
    ampliamente sus derechos; porque carecen de las virtudes
    políticas que caracterizan al verdadero republicano:
    virtudes que no se adquieren en los gobiernos absolutos, en donde
    se desconocen los derechos y los deberes del
    ciudadano
    "[34].

    Esta perspectiva paternalista sobre el
    pueblo[35]sin embargo, no lo llevó a
    postular la necesidad de establecer monarquías en la
    región, ya que en su opinión este régimen
    era contrario a los anhelos de los hispanoamericanos:

    "Muy contraria es la política de un rey cuya
    inclinación constante se dirige al aumento de sus
    posesiones, riquezas y facultades: con razón, porque su
    autoridad crece con estas adquisiciones, tanto con respecto a sus
    vecinos como a sus propios vasallos, que temen en él un
    poder tan formidable cuanto es su Imperio, que se conserva por
    medio de la guerra y de las conquistas. Por estas razones pienso
    que los americanos ansiosos de paz, ciencias, artes, comercio y
    agricultura, preferirían las repúblicas a los
    reinos
    (…)".[36]

    Sin embargo, la obsesión por encauzar la
    revolución hacia un sistema ordenado y estable, lo
    impulsó a proponer un régimen republicano,
    centralista, que tuviera un poder ejecutivo fuerte y que fuera
    acompañado por instituciones parlamentarias de
    carácter vitalicio. Estas ideas las podemos encontrar
    esbozadas por primera vez en la Carta de Jamaica, pero
    aparecerán de forma mucho más desarrollada en sus
    diversas propuestas constitucionales. En el célebre
    Discurso ante el Congreso de
    Angostura
    [37]Bolívar propuso la
    constitución de una república democrática
    que tuviera como elemento central un poder ejecutivo fuerte. En
    sus palabras:

    "En las repúblicas el Ejecutivo debe ser el
    más fuerte, porque todo conspira contra él; en
    tanto que en las monarquías el más fuerte debe ser
    el Legislativo, porque todo conspira en favor del monarca. La
    veneración que profesan los pueblos a la Magistratura Real
    es un prestigio, que influye poderosamente a aumentar el respeto
    supersticioso que se tributa a esta autoridad. El esplendor del
    Trono, de la Corona, de la Púrpura; el apoyo formidable
    que le presta la nobleza; las inmensas riquezas que generaciones
    enteras acumulan en una misma dinastía; la
    protección fraternal que recíprocamente reciben
    todos los reyes, son ventajas muy considerables que militan en
    favor de la Autoridad Real y la hacen casi ilimitada. Estas
    mismas ventajas son, por consiguiente, las que deben confirmar la
    necesidad de atribuir a un Magistrado Republicano, una suma mayor
    de autoridad que la que posee un Príncipe
    Constitucional
    ." [38]

    Asimismo, siguiendo el ejemplo de Roma, de la
    monarquía constitucional de Inglaterra y las
    enseñanzas de Miranda, postulaba un poder legislativo que
    estuviese dividido en dos cámaras, una de diputados
    (electos popularmente) y otra de senadores hereditarios. Estos
    últimos, junto con la figura del presidente fuerte,
    serían los pilares de la estabilidad del orden
    político. En sus palabras:

    "Si el Senado en lugar de ser electivo
    fuese hereditario, sería en mi concepto la base, el lazo,
    el alma de nuestra
    República
    ."[39]

    Por su parte, el poder judicial debía ser
    independiente y estar compuesto por jueces inamovibles y por un
    sistema de juicios por jurados. Finalmente, planteaba la
    conformación de un cuarto poder, el poder moral, que
    tendría el rol de regenerador de las costumbres y de la
    educación de la sociedad para romper con el oscurantismo
    impuesto por el sistema colonial. Justificaba su propuesta con
    las siguientes palabras:

    "Meditando sobre el modo efectivo de regenerar el
    carácter y las costumbres que la tiranía y la
    guerra nos han dado, he sentido la audacia de inventar un Poder
    Moral, sacado del fondo de la oscura antigüedad, y de
    aquellas olvidadas leyes que mantuvieron, algún tiempo, la
    virtud entre los griegos y romanos. Bien puede ser tenido por un
    cándido delirio, mas no es imposible, y yo me lisonjeo que
    no desdeñaréis enteramente un pensamiento que
    mejorado por la experiencia y las luces, puede llegar a ser muy
    eficaz
    ."[40]

    Los diputados del Congreso de Angostura y los del
    Congreso de Cúcuta no tomaron demasiado en cuenta las
    propuestas de Bolívar y aunque establecieron un
    régimen centralista, conformaron un orden
    típicamente republicano y liberal. Tampoco oyeron sus
    proyectos sociales y su prédica anti-esclavista, pero eso
    lo analizaremos posteriormente.

    En 1825, luego del triunfo definitivo de los patriotas,
    Bolívar presentó un nuevo modelo constitucional
    para Bolivia (que en su opinión debía aplicarse a
    Colombia), el cual implicaba una continuación y una
    reformulación de sus proyectos republicanos y centralistas
    previos. Su preocupación seguía siendo la
    anarquía y las luchas fratricidas que amenazaban con
    destruir la reciente independencia. Por ello, tomando como
    ejemplo la constitución Haití de 1819, propuso un
    presidente que durase de por vida en el cargo y que tuviese la
    potestad de nombrar su sucesor. En su opinión, este
    presidente vitalicio debía ser la base del orden
    republicano, garantizando la continuidad y la estabilidad del
    sistema frente a los posibles conflictos internos de la etapa
    postcolonial. A pesar de su carácter vitalicio, el mismo
    no tendría grandes atribuciones, sino que dejaría
    el gobierno cotidiano en manos del Vicepresidente (por él
    elegido y quien luego sería su sucesor) y de los
    ministros. Citemos en extenso para dejar en claro las ideas de
    Bolívar sobre este espinoso punto:

    "El presidente de la República viene a ser en
    nuestra Constitución, como el sol que, firme en su centro,
    da vida al Universo. Esta suprema Autoridad debe ser perpetua;
    porque en los sistemas sin jerarquías se necesita
    más que en otros, un punto fijo alrededor del cual giren
    los Magistrados y los ciudadanos (…). Para Bolivia, este
    punto es el Presidente vitalicio. En él estriba todo
    nuestro orden, sin tener por esto acción. Se le ha cortado
    la cabeza para que nadie tema sus intenciones, y se le han ligado
    las manos para que a nadie dañe. El Presidente de Bolivia
    participa de las facultades del Ejecutivo Americano, pero con
    restricciones favorables al pueblo.- su duración es la de
    los Presidentes de Haití. Yo he tomado para Bolivia el
    Ejecutivo de la República más democrática
    del mundo. La isla de Haití, (…) se hallaba en
    insurrección permanente: después de haber
    experimentado el imperio, el reino, la república,
    (…) se vio forzada a ocurrir al Ilustre Petión para
    que la salvase. Confiaron en él, y los destinos de
    Haití no vacilaron más. Nombrado Petión
    Presidente vitalicio con facultades para elegir el sucesor, ni la
    muerte de este grande hombre, ni la sucesión del nuevo
    Presidente, han causado el menor peligro en el Estado: todo ha
    marchado bajo el digno Boyer, en la calma de un reino
    legítimo. Prueba triunfante de que un Presidente
    vitalicio, con derecho para elegir el sucesor, es la
    inspiración más sublime en el orden republicano. El
    Presidente de Bolivia será menos peligroso que el de
    Haití, siendo el modo de sucesión más seguro
    para el bien del Estado. Además, el Presidente de Bolivia
    está privado de todas las influencias: no nombra los
    Magistrados, los Jueces, ni las Dignidades eclesiásticas,
    por pequeñas que sean. Esta disminución de poder no
    la ha sufrido todavía ningún gobierno bien
    constituido: ella añade trabas sobre trabas a la autoridad
    de un Jefe (…) Los límites constitucionales del
    Presidente de Bolivia, son los más estrechos que se
    conocen: apenas nombrar los empleados de hacienda, paz y guerra:
    manda el ejército. He aquí sus funciones.
    (…) La administración pertenece toda al Ministerio
    (…) El Presidente de la República nombra al
    Vice-Presidente, para que administre el estado, y le suceda en el
    mando
    ."[41]

    Por su parte, el Poder Legislativo estaría
    dividido, no en dos, sino en tres cámaras. La primera
    sería la cámara de tribunos la cual: "goza de la
    atribución de iniciar las leyes relativas a Hacienda, Paz
    y Guerra. Ella tiene la inspección inmediata de los ramos
    que el Ejecutivo administra con menos intervención del
    Legislativo
    ."[42] La segunda
    sería la cámara de senadores, la que: "forman
    los Códigos y Reglamentos eclesiásticos, y vela
    sobre los Tribunales y el Culto. Toca al Senado escoger los
    Prefectos, los Jueces del distrito, Gobernadores, Corregidores, y
    todos los Subalternos del Departamento de Justicia. Propone a la
    Cámara de Censores los miembros del Tribunal Supremo, los
    Arzobispos, Obispos, Dignidades y Canónigos. Es del
    resorte del Senado, cuanto pertenece a la Religión y a las
    leyes
    ".[43] Y por último,
    la cámara de censores, que tendría facultades
    similares al poder moral propuesto en el Congreso de Angostura,
    ya que estos, en su opinión: "ejercen una potestad
    política y moral que tiene alguna semejanza con la del
    Areópago de Atenas y de los Censores de Roma. Serán
    ellos los fiscales contra el Gobierno para celar si la
    Constitución y los Tratados públicos se observan
    con religión. He puesto bajo su égida el Juicio
    Nacional, que debe decidir de la buena o mala
    administración del
    Ejecutivo
    ."[44]

    Asimismo, el poder judicial estaría compuesto por
    jueces independientes e inamovibles, constituyendo la
    garantía última de la libertad y de las
    garantías constitucionales.

    Por último, Bolívar propuso un cuarto
    poder, llamado poder electoral, el cual sería una suerte
    de asambleas comiciales que tendría a su cargo la facultad
    de seleccionar a los representantes populares. Vale la pena
    destacar que para poder participar como ciudadano
    políticamente activo, Bolívar rechazaba los
    parámetros dinerarios y establecía como
    únicos requisitos: saber leer y escribir y tener una
    profesión. El Poder Electoral funcionaría de la
    siguiente manera:

    "Cada diez Ciudadanos nombran un Elector; y
    así se encuentra la nación representada por el
    décimo de sus Ciudadanos. No se exigen sino capacidades,
    ni se necesita de poseer bienes, para representar la augusta
    función del Soberano; mas debe saber escribir sus
    votaciones, firmar su nombre, y leer las leyes. Ha de profesar
    una ciencia, o un arte que le asegure un alimento honesto. No se
    le ponen otras exclusiones que las del crimen, de la ociosidad y
    de la ignorancia absoluta. Saber y honradez, no dinero, es lo que
    requiere el ejercicio del Poder
    Público
    ."[45]

    Ciertamente, estos requisitos fijaban límites que
    excluían a amplios sectores de la población, pero
    eran menos tajantes y estructuralmente menos excluyentes que los
    principios dinerarios postulados por los representantes de las
    oligarquías.

    Bolívar soñó con aplicar este
    proyecto Constitucional en Hispanoamérica, sin embargo,
    únicamente lo logró de manera temporaria en
    Bolivia. El carácter vitalicio del Presidente y sus
    postulados sociales (que luego veremos), recibieron el rechazo de
    la élite liberal, que acusaba a Bolívar de querer
    perpetuarse en el poder y convertirse en una suerte de remedo de
    Napoleón sudamericano.

    Anti-colonialismo e Integración
    de Hispanoamérica

    Partes: 1, 2

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