– Monografias.com
Introducción
Esta ponencia fue presentada en la Cátedra
Simón Bolívar, "La Integración regional en
el pensamiento de Simón Bolívar" se abordan algunos
aspectos de la vida y el pensamiento de Simón
Bolívar, el actor individual más importante del
proceso emancipatorio en Nuestra América. Para ello nos
apoyamos en documentos publicados por el Dr. Atilio Boron, la
Dra. Carmen Bohórquez, y la Biografía de
Simón Bolívar de Juan Bosch, ediciones de la
Presidencia de la Republica Bolivariana de Venezuela publicado en
2007. Comenzaremos estudiando brevemente su vida y su carrera
político-militar. Luego, una vez desarrollado sumariamente
el contexto vital e histórico, analizaremos sus postulados
anticoloniales, integracionistas, sus proyectos constitucionales,
sus ideas sociales y económicas.
Simón Bolívar: 229
aniversario de una vida de compromiso
revolucionario
Simón Bolívar[1]–
Simón José Antonio de la Santísima trinidad
Bolívar y Palacios Ponte y Blanco- nació en Caracas
el 24 de julio de 1783, en el seno de una de las familias
más ricas de la Capitanía General de Venezuela.
Riqueza que se basaba en la propiedad de minas, haciendas y
plantaciones de cacao donde trabajaban sus padres y familiares
con cientos de esclavos. Bolívar tuvo tres hermanos, todos
mayores que él: Juan Vicente y María Antonia y
Juana.
La madre de Bolívar, María
Concepción de Palacios y Sojo de Bolívar, al nacer
este, ella enfermo y no pudo amamantarle, razón por la que
le alimentó una negra esclava llamada Hipólita.
Bolívar siempre recordaba a Hipólita con
cariño de hijo. A muy corta edad cuando tenía tres
años perdió a su padre (Coronel) Juan Vicente de
Bolívar y Ponte, quien era amigo de Francisco de Miranda,
personaje que tendría una gran influencia en
Bolívar, cuando tenía nueve años
Bolívar perdió a su madre.
A temprana edad quedó bajo la tutela de sus
tíos, hermanos de su madre, que le encomendaron su
educación a Simón
Rodríguez[2](1769-1854). Un intelectual
crítico, ávido lector de las obras de Rousseau, que
tendría una enorme influencia en la formación del
ideario libertario de Bolívar.
En su adolescencia (a los 15 años de edad), en
1798 realizó su primer viaje a España para
continuar sus estudios. Allí se enamoró y se
casó en 1802, con María Teresa Rodríguez del
Toro y Alaiza[3](1781-1803) quien sería su
primera y única esposa.
En 1802, los esposos regresaron a Venezuela, con
la intención de formar una familia y ocuparse de las
haciendas heredadas. Sin embargo, a los pocos meses María
Teresa falleció y Bolívar se sumergió en una
fuerte depresión que lo llevó, en 1803, a
emprender su segundo viaje a Europa. Allí visitó
Francia, se reunió con Simón Rodríguez quien
estaba en Viena, ambos fueron testigos de la conmoción en
Francia ante la coronación imperial de Napoleón
Bonaparte.
Bajo la influencia de su maestro Simón
Rodríguez, Bolívar conoció importantes
intelectuales como Alexandre Von Humboldt[4]y
continuó con su educación, dedicándose, con
gran interés, a la lectura de los pensadores ilustrados
quienes sostenían que la "razón humana
podía combatir la ignorancia, la superstición y la
tiranía, y construir un mundo mejor". El pensamiento
Ilustrado tuvo una gran influencia en aspectos económicos,
políticos y sociales de la época. Esta
formación y sus experiencias personales, lo llevaron a
tomar una posición crítica frente al colonialismo
español en América y a convencerse de la imperiosa
necesidad de emprender un proceso independentista, original que
impulsara condiciones dignas para el desarrollo de la
vida.
En 1805, Simón Rodríguez y
Bolívar de Francia viajaron a Italia y ascendieron el
Monte Sacro. Allí, en la cima de la histórica
montaña, Bolívar realizó, frente a su
maestro, su histórico juramento en el que asumía el
compromiso personal de entregarse por entero a la
liberación de su patria. En sus palabras:
"¡Juro delante de usted; juro por el Dios de
mis padres; juro por ellos; juro por mi honor, y juro por mi
Patria, que no daré descanso a mi brazo, ni reposo a mi
alma, hasta que haya roto las cadenas que nos oprimen por
voluntad del poder
español!"[5]
Convencido de su misión histórica,
Bolívar regreso a Venezuela para dedicarse a la
administración de la economía familiar, y sobre
todo para luchar en contra del orden colonial. Anhelos
conspirativos, que verían sus frutos en pocos
años.
En 1808 las tropas napoleónicas invadieron
España y descabezaron la monarquía de Carlos
IV[6]y su sucesor Fernando VII[7]La
caída de las autoridades regias, trajo como consecuencia
la rebelión del pueblo español, y el surgimiento de
un movimiento juntista que reclamaba para sí la
asunción de la soberanía nacional. Este turbulento
proceso tuvo efectos inmediatos en las colonias. En Caracas la
Junta que gobernaba España nombro un nuevo gobernador
Vicente Emparan[8]quien teniendo
información de las ideas de Bolívar lo confino a la
Hacienda San Mateo en desde julio de 1809 a abril de
1910.
Ante la ruptura del orden político en la
metrópoli, las élites criollas decidieron
conformar, en nombre de Fernando VII, sus propias Juntas que les
permitiesen tomar el control local y aumentar su autonomía
política y económica en función de sus
propios intereses de clase. La élite venezolana fue la
primera en dar ese paso al erigir una Junta en Caracas, el 19
de abril 1810. En la que desplazaron al Gobernador Vicente
Emparan.
Desde el inicio, Simón Bolívar
participó activamente en el proceso revolucionario y a
fines de 1810 fue enviado por la Junta gobernante a Inglaterra
como representante internacional del nuevo gobierno, para
negociar el apoyo de dicha potencia a la causa americana. Esta
misión estuvo conformada por Andrés Bello, Juan
Vicente de Bolívar hermano mayor del Libertador y
Simón Bolívar, A partir de esta misión
Bolívar fue nombrado con rango de Coronel. A pesar de
que la misión no logró sus objetivos inmediatos,
Bolívar se reunió con Francisco de
Miranda[9]el precursor de la independencia
colombiana y procuró su regreso a la
patria.[10]
En 1811, el proceso de cambios entró en un
proceso de rápida aceleración. Miranda y
Bolívar, junto con el ala más radical de los
criollos, constituyeron la Sociedad Patriótica
desde donde impulsaron propuestas democratizadoras e
independentistas. Asimismo, se formó el primer Congreso
de Venezuela en el cual participaba Miranda como diputado.
Finalmente, gracias a la presión de la Sociedad
Patriótica, el Congreso declaró la Independencia
de Venezuela el 5 de julio de 1811 y estableció un
Gobierno Republicano y Federal para el naciente estado. Las
provincias de Coro, Maracaibo y Guayana, que desde el principio
se habían mantenido leales a la corona, se rebelaron
abiertamente en contra de la nueva autoridad nacional. En este
difícil contexto el Congreso nombró a Miranda
como Generalísimo y lo encargó de la
represión de los realistas. Luego de algunas victorias
parciales, el panorama se tornó aún más
complejo a comienzos del 1812 con la insurrección de los
esclavos, la contraofensiva iniciada por la expedición del
Capitán Domingo de Monteverde[11]y el
furioso terremoto de marzo de 1812, que asoló a la ciudad
de Caracas, el cual dejó miles de muertos.
Miranda, nombro a Bolívar el oficial a cargo de
la fortaleza de Puerto Cabello. Sin embargo, lamentablemente la
fuerza y el poder de fuego de los realistas fue mayor;
Bolívar, perdió el control del fuerte que
cayó en manos de los realistas. Ante aquel golpe mortal a
su estrategia militar, Miranda entendió que todo estaba
perdido y firmó la capitulación ante Monteverde.
Bolívar y otros patriotas vieron el accionar de Miranda
como una traición y en represalia decidieron apresarlo,
entregarlo a los realistas y exiliarse en Nueva Granada. Miranda
fue deportado a Cádiz, donde morirá en 1816. De
esta manera trágica terminaba la primera república
venezolana.
Bolívar, en el exilio, lejos de rendirse, se
integró a las fuerzas patriotas de Nueva Granada.
Asimismo, escribió un célebre Manifiesto (conocido
como el Manifiesto de Cartagena) en el que explicó
las causas de la derrota de la primera república
venezolana y en el que convocó a sus compatriotas a
continuar participando en la gesta contra los realistas. A
principios de 1813, contradiciendo las órdenes fijadas por
sus superiores, emprendió, con su pequeña tropa,
una contraofensiva que tenía por objetivo reconquistar la
independencia de Venezuela. En ese contexto, promulgó el
famoso Decreto de Guerra a Muerte, que
establecía:
"Españoles y canarios contad con la muerte
aunque seáis indiferentes. Venezolanos contad con la vida
aunque seáis culpables."
Así, mediante este instrumento político
militar, Bolívar intentó transformar el conflicto
civil en una guerra internacional, demarcando de forma tajante
los dos campos enemigos: el americano y el español. La
contraofensiva fue un éxito rotundo. En pocos meses, en lo
que se conoce como "la campaña admirable",
Bolívar logró derrotar a los realistas y en agosto
de 1813, retomó el control de Caracas. En gratitud por sus
servicios las autoridades de la ciudad le otorgaron el poder
supremo y lo condecoraron con el título de
Libertador. Título que lo acompañaría
por el resto de sus días. Nacía de esta manera, la
segunda república venezolana. Sin embargo, ésta
tuvo una corta existencia, ya que Bolívar y los
líderes criollos continuaron con su política de no
introducir modificaciones sustanciales al orden social y los
sectores populares, pardos, esclavos y llaneros se plegaron al
bando realista acaudillado por el asturiano José
Tomás Boves[12]En poco tiempo, las huestes
populares de Boves lograron derrotar a las tropas republicanas de
Bolívar y Santiago Mariño[13]y
ocupar Caracas, hiriendo de muerte a la segunda
república.
Ante la debacle generalizada, Bolívar se vio
obligado a exiliarse nuevamente en Nueva Granada. Allí
participó como oficial del ejército de las
Provincias de Nueva Granada contra el estado de Cundinarmaca,
pero luego de ciertas diferencias con las autoridades de
Cartagena decidió, a mediados de 1815, exiliarse en
Jamaica. En la pequeña isla del Caribe, busco sin
éxito el apoyo británico para su gesta y
publicó la famosa Carta de Jamaica, en la cual
postuló, con claridad meridiana, el ambicioso proyecto de
independencia y unidad de la América Española.
Finalmente, ante la indiferencia de Inglaterra y el éxito
de la expedición realista del General
Morillo[14]en Nueva Granada y Venezuela,
Bolívar decidió exiliarse en
Haití.
Allí, a principios de 1816, se encontró
con casi dos mil exiliados neogranadinos y venezolanos que
recibían la calurosa bienvenida del gobierno republicano
del General Alexandre Petión[15]uno de los
artífices de la primera independencia de América
Latina.
Bolívar se reunió con Petión y
firmaron un pacto por el cual el gobierno de Haití se
comprometía a auxiliar con dinero, armas y tropas a la
gesta independentista hispanoamericana, a cambio de que el
Libertador incluyese la abolición de la esclavitud entre
sus banderas políticas. En poco tiempo, con esta
invalorable ayuda haitiana, Bolívar y los líderes
criollos (Arismendi, Piar, Mariño), organizaron una
expedición con la cual invadieron la costa venezolana en
junio de 1816. A pesar de que Bolívar decretó la
abolición de la esclavitud (con una limitación
importante, ya que estableció que los esclavos varones
para alcanzar su libertad debían enrolarse en el
ejército patriota) la misión fracasó siendo
derrotada por las fuerzas realistas.
En esta difícil situación, Bolívar
se vio forzado a buscar una vez más la generosa ayuda de
Petión.[16] Este magnánimo
auxilió a los patriotas, quienes en 1817 volvieron a
desembarcar en Venezuela. Esta vez la expedición
resultó un éxito y los patriotas lograron asentar
una base de operaciones en la provincia de Guayana, la cual
previamente había sido liberada por las tropas del general
mulato Manuel Piar[17]
El 24 de julio de 1817, los oficiales más
importantes del ejército republicano refrendaron el poder
de Simón Bolívar, nombrándolo, una vez
más, Jefe Supremo de Venezuela. Sin embargo,
rápidamente surgieron algunas diferencias entre
Bolívar y Piar. Supuestamente, este último
intentó radicalizar la revolución buscando
insurreccionar a los pardos y esclavos en contra de los criollos
blancos, que conformaban la élite republicana. La
respuesta de Bolívar fue implacable, acusó a Piar
de fomentar la "guerra de razas", ordenó que lo apresaran
y, luego de un juicio sumario, avaló su ejecución.
Una vez aplacada la rebelión de Piar, Bolívar se
reunió con el líder de los llaneros, José
Antonio Paez[18]quien le declaró su apoyo
incondicional. De esta manera, para comienzos de 1818,
Bolívar había conseguido cimentar una importante
base de operaciones en Guayana y un amplio consenso entre los
oficiales criollos y los sectores populares. Sin embargo, la
victoria final todavía se mostraba como un sueño
esquivo y lejano.
A comienzos de 1819, los patriotas constituyeron el
Congreso de Angostura, con la intención de darle un
marco jurídico político al proceso revolucionario.
En ese contexto, Bolívar trazó una nueva estrategia
militar, la de invadir Nueva Granada para derrotar a los
realistas, allí donde eran más débiles. El
plan se puso en marcha inmediatamente, luego del arribo de
numerosos oficiales y soldados europeos, que conformaron la nueva
legión extranjera. Con esta inestimable
colaboración externa, Bolívar cruzó los
Andes con su ejército de llaneros y se unió a las
tropas comandadas por Francisco de Paula
Santander.[19]
Fortalecidos, los patriotas acaudillados por
Bolívar vencieron a los realistas en las decisivas
batallas de Pantano de Vargas y Boyaca y finalmente lograron
liberar a Bogotá. Luego de este enorme triunfo
político-militar, que significó la
concreción casi total de la emancipación de Nueva
Granada, Bolívar regresó a la ciudad de Angostura
donde fue acogido apoteóticamente. Allí, siguiendo
las enseñanzas teóricas de la utopía
mirandiana, propuso la creación de
Colombia[20]una nueva nación que incluyera
al Virreinato de Nueva Granada, Quito, Guayaquil y la Capitana
General de Venezuela. El Congreso aprobó la moción
y decretó, a través del dictado de una ley
fundamental, el nacimiento de Colombia. Asimismo, el Congreso
nombró a Bolívar como presidente y a Santander como
Vicepresidente del novel estado. El plan estaba trazado, sin
embargo, todavía era necesaria la liberación
efectiva de las regiones que estaban dominadas por los
realistas.
En 1820 las cosas marchan bien para los patriotas, sin
embargo, la rebelión del General Rafael del
Riego[21]en contra de la monarquía
absolutista de Fernando VII, inclinó aún más
la balanza a su favor. En el contexto del avance de los liberales
en España, Bolívar y el General Morillo se
reunieron y firmaron un tratado de armisticio y de
regularización de la guerra. El pacto de no
agresión debilitó a los realistas, ya que perdieron
el ímpetu militar, mientras que benefició
enormemente a los revolucionarios, dándoles tiempo para
organizar sus fuerzas bélicas y económicas. En
1821, una vez terminado el plazo del tratado, Bolívar
inició con sus huestes de llaneros, una ofensiva sobre
Venezuela que resultó victoriosa. En la batalla de
Carabobo derrotó al ejército comandado por el
General de La Torre[22]y a los pocos días
liberó Caracas. Garantizada, ahora sí, la
independencia de Venezuela, se realizó el Congreso de
Cúcuta, en el que se dictó una
constitución para la republicana y centralista Colombia y
se refrendó la autoridad presidencial de
Bolívar.
En 1822, el Libertador, inspirado por sus enormes
éxitos militares, dejó las riendas del gobierno a
cargo de Santander y se dirigió hacia el Sur para
continuar con su gesta emancipadora. En mayo, el Mariscal Antonio
José de Sucre[23]su oficial más
leal, derrotó a los españoles en la batalla de
Pichincha y los patriotas lograron la independencia de Quito y
Guayaquil, regiones que se incorporaron efectivamente a Colombia.
Luego de estas importantes victorias, el 26 y el 27 de julio de
1811, Bolívar se reunió con el General San
Martín[24]el Libertador de Argentina, Chile
y Perú. Aunque se desconocen los pormenores de esta
histórica conferencia, la mayoría de los
historiadores tienden a coincidir en que existió un trato
sumamente respetuoso y afectuoso entre ambos líderes. Sin
embargo, surgieron algunas diferencias políticas y
militares de peso. Supuestamente, éstas giraron en torno a
tres puntos básicos: el régimen de gobierno que
debían adoptar los nuevos estados hispanoamericanos, el
status de Guayaquil y el rol de San Martín en el
ejército patriota.
En primer lugar, mientras que el venezolano deseaba
establecer regímenes republicanos, el argentino era un
defensor del sistema monárquico.
En segundo lugar, mientras que Bolívar
quería incorporar a Guayaquil y a Colombia, San
Martín abogaba por su incorporación a
Perú.
Por último, San Martín estaba dispuesto a
luchar bajo las órdenes del Libertador venezolano,
mientras que éste consideraba inconcebible que alguien de
su magnitud fuera su subalterno.
Al parecer, lamentablemente no había lugar para
dos figuras de semejante talla dentro del proceso independentista
y San Martín, en un acto de enorme renunciamiento,
decidió dar un paso al costado y retirarse hacia el
autoexilio en Europa.
Ciertamente, Bolívar estaba en mejores
condiciones militares y políticas de proseguir la guerra
con éxito, ya que San Martín estaba muy debilitado
en el Perú y fueron estas las causas profundas del
desencuentro entre ambos líderes.
Luego de largos preparativos en Guayaquil,
Bolívar hizo su entrada al Perú en 1824.
Allí, después de un mes de estar enfermo, fue
nombrado Dictador y encargado de dirigir la guerra contra los
realistas que se atrincheraban en las sierras. En el mes de
agosto, las fuerzas patriotas comandas por el Mariscal Sucre
derrotaron a los realistas en la batalla de Junín y luego,
en diciembre, las terminaron de aniquilar en la decisiva batalla
de Ayacucho. A pesar de que continuaron existiendo algunos
conatos menores de resistencia, Ayacucho significó el fin
de la dominación española en la
Hispanoamérica continental y la concreción efectiva
del sueño de Miranda, Bolívar y de todos los
patriotas. La noticia corrió por el continente como un
reguero de pólvora generando esperanzas y una enorme
algarabía popular.
En 1825, luego de algunas diferencias entre Sucre, la
élite del Alto Perú y las autoridades de Buenos
Aires, se creó un nuevo estado, Bolivia, el cual
recibió su nombre en homenaje al libertador.
Bolívar fue invitado a escribir una constitución
para la naciente nación y éste propuso, tiempo
después (siguiendo el modelo haitiano) una Carta Magna con
importantes reformas sociales y con un régimen republicano
fuerte que establecía la figura del Presidente Vitalicio.
La constitución generó rechazos entre la
élite boliviana, pero finalmente fue aceptada, nombrando a
Sucre como presidente.[25]
En 1826, el sueño bolivariano parecía
concretarse efectivamente, sin embargo, desde ese momento en
adelante, el edificio tan pacientemente construido comenzó
a derrumbarse.
Ese año se realizó el Congreso
Anfictiónico en
Panamá[26]impulsado profecticiamente
por Bolívar en su Carta de Jamaica. Sin embargo, el
cónclave mismo resultó en un fracaso porque de los
países hispanoamericanos participaron únicamente
delegados de Colombia, México, Centroamérica y
Perú y no lograron establecer una verdadera
confederación de estados. Asimismo, por designio del
Vicepresidente Santander y de Pedro
Gual[27]Canciller de Colombia, se invitó al
encuentro a los Estados Unidos, lo cual desnaturalizó la
propuesta originalmente hispano americanista de
Bolívar.
A su vez, durante el transcurso de los años 1826
y 1827 se recrudecieron los conflictos de naturaleza localista
entre Venezuela y Nueva Granada y entre los bolivarianos y los
liberales acaudillados por Santander.
En 1827 Páez, alentado por la oligarquía
caraqueña, se rebeló contra el gobierno de
Santander y Bolívar se vio obligado a volver a su patria
chica para calmar los ánimos. Intentando sostener el
edificio colombiano en pie, Bolívar amnistió a
Páez a cambio de su promesa de respetar el orden nacional.
Luego, el Libertador se dirigió a Bogotá donde
tomó el control efectivo del gobierno. Desde allí,
convencido de que era necesario reformar la Carta Magna para
imponer una constitución similar a la de Bolivia,
llamó a una convención constituyente que
debía reunirse en Ocaña. A comienzos de 1828 se
llevó adelante la referida asamblea constituyente y los
diputados se dividieron entre los liberales/federalistas y los
bolivarianos defensores de una república fuerte y
centralista. Las disputas internas hicieron que la
convención finalmente fracasara y que, en respuesta,
Bolívar decidiera asumir el título de Dictador de
Colombia. La reacción de los liberales fue implacable: el
25 de septiembre, en un atentado traicionero, penetraron en el
palacio de gobierno e intentaron asesinar a Bolívar, el
cual se salvó gracias al auxilio de su compañera
Manuela Sáenz[28]El Libertador
castigó a los conspiradores septembrinos
apresándolos y ejecutándolos. Santander, por su
parte, fue juzgado y desterrado.
En 1829 los problemas se agravaron, en la medida en que
las oligarquías localistas avivaron las luchas intestinas.
Perú inició una guerra contra Colombia, intentando
recuperar el territorio perdido. El ataque fue aplastado por las
tropas de Bolívar, sin embargo, el conflicto fratricida
dejó una fisura entre las naciones hispanoamericanas. A
comienzos de 1830, dicha fisura se convirtió en una
inmensa fractura cuando Páez decretó la
independencia de Venezuela, dejando herido de muerte al proyecto
colombiano. Desahuciado, enfermo e incapaz de controlar el
terremoto político localista que derrumbaba lo que tanto
había luchado por construir, decidió renunciar a la
Presidencia y se encaminó hacia el exilio. En el trayecto,
recibió el cariño y la aclamación popular,
que lo alentaba a retomar el gobierno. Sin embargo,
Bolívar ya no era más que un hombre exhausto y
enfermo que buscaba una salida para el laberinto tormentoso en el
que se había convertido Colombia. En julio recibió
con gran pesar la noticia del asesinato del Mariscal Sucre, lo
cual lo convenció aún más de que todo el
esfuerzo había sido en vano y que "había arado en
el mar". Finalmente, el 17 de diciembre de 1830, luego de una
larga agonía, Bolívar falleció. Se iba el
líder más importante de la revolución de
independencia y aunque murió absolutamente desesperanzado,
su ejemplo regó la tierra hispanoamericana de semillas que
muy pronto volverían a florecer.
El Pensamiento político
constitucional de Simón Bolívar.
Siguiendo las líneas directrices del pensamiento
de Miranda, Bolívar consideraba que el orden colonial
español era esencialmente injusto no sólo porque
carecía de títulos legitimantes sino, sobre todo,
porque mantenía a Hispanoamérica en el atraso
económico, social, político y cultural y porque
excluía a los sectores americanos de la
participación efectiva de la cosa pública. En su
famosa Carta de Jamaica[29]planteaba
claramente el problema del atraso en los siguientes
términos:
"Los americanos, en el sistema español que
está en vigor, y quizá con mayor fuerza que nunca,
no ocupan otro lugar en la sociedad que el de siervos propios
para el trabajo, y cuando más el de simples consumidores;
y aún esta parte coartada con restricciones chocantes:
tales son las prohibiciones del cultivo de frutos de Europa, el
estanco de las producciones que el Rey monopoliza, el impedimento
de las fábricas que la misma Península no posee,
los privilegios exclusivos del comercio hasta de los objetos de
primera necesidad, las trabas entre provincias y provincias
americanas, para que no se traten, entiendan, ni negocien; en
fin, ¿quiere Vd. Saber cuál es nuestro destino?,
los campos para cultivar el añil, la grana, el
café, la caña, el cacao y el algodón, las
llanuras solitarias para criar ganados, los desiertos para cazar
las bestias feroces, las entrañas de la tierra para
excavar el oro que no puede saciar a esa nación
avarienta."[30]
Asimismo, en cuanto a la exclusión
política y socio-económica de los americanos,
afirmaba:
"Estábamos, como acabo de exponer,
abstraídos y, digámoslo así, ausentes del
universo en cuanto es relativo a la ciencia del gobierno y
administración del estado. Jamás éramos
virreyes ni gobernadores, sino por causas muy extraordinarias;
arzobispos y obispos pocas veces; diplomáticos nunca;
militares, sólo en calidad de subalternos; nobles, sin
privilegios reales; no éramos, en fin, ni magistrados, ni
financistas y casi ni aun comerciantes; todo es
contravención directa de nuestras
instituciones."[31]
Partiendo de estas premisas iniciales, Bolívar
propuso desde su juramento en el Monte Sacro (1806) la necesidad
imperiosa de romper el lazo colonial con España. El camino
para hacerlo, sin embargo, en su opinión, no era el
moderado y "pacífico" que Miranda había postulado,
sino el de una revolución violenta y a muerte entre
americanos y españoles. Consciente de que
únicamente una auténtica guerra de
liberación traería el fin de la dominación
española, postuló entonces, en su decreto de guerra
a muerte (1813), el camino que los patriotas debían
seguir. Camino que finalmente se mostró, no sólo
inevitable, sino también tremendamente efectivo.
Además de la necesidad de destruir el orden colonial, una
de las obsesiones que recorrió el pensamiento
político de Bolívar fue la urgencia de construir un
nuevo régimen viable para las naciones emergentes. En esta
cuestión tomó como punto de partida sus lecturas
ilustradas (Locke, Rousseau, Montesquieu, etc.) y el ejemplo de
Estados Unidos y Gran Bretaña, pero no los aplicó
acríticamente a la tumultuosa realidad americana, sino que
se propuso crear una nueva ingeniería política. En
este sentido, siguió las ideas de Simón
Rodríguez, quien le había enseñado
que:
"La América Española es original.
Originales han de ser sus instituciones y su gobierno y
originales las formas de fundar uno y otro. Inventamos o
Erramos".
Asimismo, asumió la teoría
socio-política de Montesquieu, según la cual a las
diversas sociedades del globo, les correspondían por sus
particulares condiciones geográficas, culturales y
políticas, diferentes formas de gobierno. De esta manera,
desde la experiencia fallida de la Primera República,
Bolívar se opuso de forma militante al federalismo como
forma de organizar los nuevos estados. En su opinión, el
federalismo podía ser un principio muy bello en
términos puramente intelectuales, pero en la
práctica era muy difícil de realizar y en
particular en América Latina, llevaba irremediablemente al
libertinaje y a la anarquía. Bolívar expresó
por primera vez, con claridad meridiana, esta idea en el
Manifiesto de Cartagena (1812):
"Pero lo que debilitó más el Gobierno
de Venezuela, fue la forma federal que adoptó, siguiendo
las máximas exageradas de los derechos del hombre, que
autorizándolo para que se rija por sí mismo rompe
los pactos sociales, y constituye a las naciones en
anarquía. Tal era el verdadero estado de la
Confederación. Cada provincia se gobernaba
independientemente; y, a ejemplo de éstas, cada ciudad
pretendía iguales facultades alegando la práctica
de aquellas y la teoría de que todos los hombres, y todos
los pueblos, gozan de la prerrogativa de instituir a su antojo,
el gobierno que les acomode. El sistema federal bien que sea el
más perfecto y más capaz de proporcionar la
felicidad humana en sociedad es, no obstante, el más
opuesto a los intereses de nuestros nacientes
Estados."[32]
Similar postulado encontramos en la Carta
de Jamaica, donde afirmaba:
"En Nueva Granada las excesivas facultades de los
gobiernos provinciales y la falta de centralización en el
general, han conducido aquel precioso país al estado a que
se ve reducido en el día. Por esta razón, sus
débiles enemigos se han conservado contra todas las
probabilidades."[33]
Bolívar entendía que el federalismo era un
sistema particularmente complejo de concretar en cualquier
región del mundo. Sin embargo, es menester destacar que en
su opinión era todavía más difícil de
realizar en América ya que el pueblo, por motivos de
inmadurez política (causada por años de
sumisión a la corona), era incapaz de asumir de forma
efectiva el bello ideal federal. Así decía:
"Generalmente hablando, todavía nuestros conciudadanos
no se hallan en aptitud de ejercer por sí mismos y
ampliamente sus derechos; porque carecen de las virtudes
políticas que caracterizan al verdadero republicano:
virtudes que no se adquieren en los gobiernos absolutos, en donde
se desconocen los derechos y los deberes del
ciudadano"[34].
Esta perspectiva paternalista sobre el
pueblo[35]sin embargo, no lo llevó a
postular la necesidad de establecer monarquías en la
región, ya que en su opinión este régimen
era contrario a los anhelos de los hispanoamericanos:
"Muy contraria es la política de un rey cuya
inclinación constante se dirige al aumento de sus
posesiones, riquezas y facultades: con razón, porque su
autoridad crece con estas adquisiciones, tanto con respecto a sus
vecinos como a sus propios vasallos, que temen en él un
poder tan formidable cuanto es su Imperio, que se conserva por
medio de la guerra y de las conquistas. Por estas razones pienso
que los americanos ansiosos de paz, ciencias, artes, comercio y
agricultura, preferirían las repúblicas a los
reinos (…)".[36]
Sin embargo, la obsesión por encauzar la
revolución hacia un sistema ordenado y estable, lo
impulsó a proponer un régimen republicano,
centralista, que tuviera un poder ejecutivo fuerte y que fuera
acompañado por instituciones parlamentarias de
carácter vitalicio. Estas ideas las podemos encontrar
esbozadas por primera vez en la Carta de Jamaica, pero
aparecerán de forma mucho más desarrollada en sus
diversas propuestas constitucionales. En el célebre
Discurso ante el Congreso de
Angostura[37]Bolívar propuso la
constitución de una república democrática
que tuviera como elemento central un poder ejecutivo fuerte. En
sus palabras:
"En las repúblicas el Ejecutivo debe ser el
más fuerte, porque todo conspira contra él; en
tanto que en las monarquías el más fuerte debe ser
el Legislativo, porque todo conspira en favor del monarca. La
veneración que profesan los pueblos a la Magistratura Real
es un prestigio, que influye poderosamente a aumentar el respeto
supersticioso que se tributa a esta autoridad. El esplendor del
Trono, de la Corona, de la Púrpura; el apoyo formidable
que le presta la nobleza; las inmensas riquezas que generaciones
enteras acumulan en una misma dinastía; la
protección fraternal que recíprocamente reciben
todos los reyes, son ventajas muy considerables que militan en
favor de la Autoridad Real y la hacen casi ilimitada. Estas
mismas ventajas son, por consiguiente, las que deben confirmar la
necesidad de atribuir a un Magistrado Republicano, una suma mayor
de autoridad que la que posee un Príncipe
Constitucional." [38]
Asimismo, siguiendo el ejemplo de Roma, de la
monarquía constitucional de Inglaterra y las
enseñanzas de Miranda, postulaba un poder legislativo que
estuviese dividido en dos cámaras, una de diputados
(electos popularmente) y otra de senadores hereditarios. Estos
últimos, junto con la figura del presidente fuerte,
serían los pilares de la estabilidad del orden
político. En sus palabras:
"Si el Senado en lugar de ser electivo
fuese hereditario, sería en mi concepto la base, el lazo,
el alma de nuestra
República."[39]
Por su parte, el poder judicial debía ser
independiente y estar compuesto por jueces inamovibles y por un
sistema de juicios por jurados. Finalmente, planteaba la
conformación de un cuarto poder, el poder moral, que
tendría el rol de regenerador de las costumbres y de la
educación de la sociedad para romper con el oscurantismo
impuesto por el sistema colonial. Justificaba su propuesta con
las siguientes palabras:
"Meditando sobre el modo efectivo de regenerar el
carácter y las costumbres que la tiranía y la
guerra nos han dado, he sentido la audacia de inventar un Poder
Moral, sacado del fondo de la oscura antigüedad, y de
aquellas olvidadas leyes que mantuvieron, algún tiempo, la
virtud entre los griegos y romanos. Bien puede ser tenido por un
cándido delirio, mas no es imposible, y yo me lisonjeo que
no desdeñaréis enteramente un pensamiento que
mejorado por la experiencia y las luces, puede llegar a ser muy
eficaz."[40]
Los diputados del Congreso de Angostura y los del
Congreso de Cúcuta no tomaron demasiado en cuenta las
propuestas de Bolívar y aunque establecieron un
régimen centralista, conformaron un orden
típicamente republicano y liberal. Tampoco oyeron sus
proyectos sociales y su prédica anti-esclavista, pero eso
lo analizaremos posteriormente.
En 1825, luego del triunfo definitivo de los patriotas,
Bolívar presentó un nuevo modelo constitucional
para Bolivia (que en su opinión debía aplicarse a
Colombia), el cual implicaba una continuación y una
reformulación de sus proyectos republicanos y centralistas
previos. Su preocupación seguía siendo la
anarquía y las luchas fratricidas que amenazaban con
destruir la reciente independencia. Por ello, tomando como
ejemplo la constitución Haití de 1819, propuso un
presidente que durase de por vida en el cargo y que tuviese la
potestad de nombrar su sucesor. En su opinión, este
presidente vitalicio debía ser la base del orden
republicano, garantizando la continuidad y la estabilidad del
sistema frente a los posibles conflictos internos de la etapa
postcolonial. A pesar de su carácter vitalicio, el mismo
no tendría grandes atribuciones, sino que dejaría
el gobierno cotidiano en manos del Vicepresidente (por él
elegido y quien luego sería su sucesor) y de los
ministros. Citemos en extenso para dejar en claro las ideas de
Bolívar sobre este espinoso punto:
"El presidente de la República viene a ser en
nuestra Constitución, como el sol que, firme en su centro,
da vida al Universo. Esta suprema Autoridad debe ser perpetua;
porque en los sistemas sin jerarquías se necesita
más que en otros, un punto fijo alrededor del cual giren
los Magistrados y los ciudadanos (…). Para Bolivia, este
punto es el Presidente vitalicio. En él estriba todo
nuestro orden, sin tener por esto acción. Se le ha cortado
la cabeza para que nadie tema sus intenciones, y se le han ligado
las manos para que a nadie dañe. El Presidente de Bolivia
participa de las facultades del Ejecutivo Americano, pero con
restricciones favorables al pueblo.- su duración es la de
los Presidentes de Haití. Yo he tomado para Bolivia el
Ejecutivo de la República más democrática
del mundo. La isla de Haití, (…) se hallaba en
insurrección permanente: después de haber
experimentado el imperio, el reino, la república,
(…) se vio forzada a ocurrir al Ilustre Petión para
que la salvase. Confiaron en él, y los destinos de
Haití no vacilaron más. Nombrado Petión
Presidente vitalicio con facultades para elegir el sucesor, ni la
muerte de este grande hombre, ni la sucesión del nuevo
Presidente, han causado el menor peligro en el Estado: todo ha
marchado bajo el digno Boyer, en la calma de un reino
legítimo. Prueba triunfante de que un Presidente
vitalicio, con derecho para elegir el sucesor, es la
inspiración más sublime en el orden republicano. El
Presidente de Bolivia será menos peligroso que el de
Haití, siendo el modo de sucesión más seguro
para el bien del Estado. Además, el Presidente de Bolivia
está privado de todas las influencias: no nombra los
Magistrados, los Jueces, ni las Dignidades eclesiásticas,
por pequeñas que sean. Esta disminución de poder no
la ha sufrido todavía ningún gobierno bien
constituido: ella añade trabas sobre trabas a la autoridad
de un Jefe (…) Los límites constitucionales del
Presidente de Bolivia, son los más estrechos que se
conocen: apenas nombrar los empleados de hacienda, paz y guerra:
manda el ejército. He aquí sus funciones.
(…) La administración pertenece toda al Ministerio
(…) El Presidente de la República nombra al
Vice-Presidente, para que administre el estado, y le suceda en el
mando."[41]
Por su parte, el Poder Legislativo estaría
dividido, no en dos, sino en tres cámaras. La primera
sería la cámara de tribunos la cual: "goza de la
atribución de iniciar las leyes relativas a Hacienda, Paz
y Guerra. Ella tiene la inspección inmediata de los ramos
que el Ejecutivo administra con menos intervención del
Legislativo."[42] La segunda
sería la cámara de senadores, la que: "forman
los Códigos y Reglamentos eclesiásticos, y vela
sobre los Tribunales y el Culto. Toca al Senado escoger los
Prefectos, los Jueces del distrito, Gobernadores, Corregidores, y
todos los Subalternos del Departamento de Justicia. Propone a la
Cámara de Censores los miembros del Tribunal Supremo, los
Arzobispos, Obispos, Dignidades y Canónigos. Es del
resorte del Senado, cuanto pertenece a la Religión y a las
leyes".[43] Y por último,
la cámara de censores, que tendría facultades
similares al poder moral propuesto en el Congreso de Angostura,
ya que estos, en su opinión: "ejercen una potestad
política y moral que tiene alguna semejanza con la del
Areópago de Atenas y de los Censores de Roma. Serán
ellos los fiscales contra el Gobierno para celar si la
Constitución y los Tratados públicos se observan
con religión. He puesto bajo su égida el Juicio
Nacional, que debe decidir de la buena o mala
administración del
Ejecutivo."[44]
Asimismo, el poder judicial estaría compuesto por
jueces independientes e inamovibles, constituyendo la
garantía última de la libertad y de las
garantías constitucionales.
Por último, Bolívar propuso un cuarto
poder, llamado poder electoral, el cual sería una suerte
de asambleas comiciales que tendría a su cargo la facultad
de seleccionar a los representantes populares. Vale la pena
destacar que para poder participar como ciudadano
políticamente activo, Bolívar rechazaba los
parámetros dinerarios y establecía como
únicos requisitos: saber leer y escribir y tener una
profesión. El Poder Electoral funcionaría de la
siguiente manera:
"Cada diez Ciudadanos nombran un Elector; y
así se encuentra la nación representada por el
décimo de sus Ciudadanos. No se exigen sino capacidades,
ni se necesita de poseer bienes, para representar la augusta
función del Soberano; mas debe saber escribir sus
votaciones, firmar su nombre, y leer las leyes. Ha de profesar
una ciencia, o un arte que le asegure un alimento honesto. No se
le ponen otras exclusiones que las del crimen, de la ociosidad y
de la ignorancia absoluta. Saber y honradez, no dinero, es lo que
requiere el ejercicio del Poder
Público."[45]
Ciertamente, estos requisitos fijaban límites que
excluían a amplios sectores de la población, pero
eran menos tajantes y estructuralmente menos excluyentes que los
principios dinerarios postulados por los representantes de las
oligarquías.
Bolívar soñó con aplicar este
proyecto Constitucional en Hispanoamérica, sin embargo,
únicamente lo logró de manera temporaria en
Bolivia. El carácter vitalicio del Presidente y sus
postulados sociales (que luego veremos), recibieron el rechazo de
la élite liberal, que acusaba a Bolívar de querer
perpetuarse en el poder y convertirse en una suerte de remedo de
Napoleón sudamericano.
Anti-colonialismo e Integración
de Hispanoamérica
Página siguiente |