Introducción – Monografias.com
Características biológicas del
CMV
Introducción
El Citomegalovirus (CMV) humano pertenece a la Familia
Herpesviridae y su principal importancia radica en la gravedad de
la infección que es capaz de producir en fetos y neonatos.
La infección está presente en todos los
países y poblaciones sin embargo, ella es más
diseminada en aquellos países en vías de desarrollo
y en las regiones donde el estatus socio-económico de la
población es bajo. Se reconocen como factores de riesgo
una menor edad, el contacto estrecho con niños
pequeños, la promiscuidad en las relaciones sexuales y el
hacinamiento (1-3).
Antecedentes
Fue Ribbert en 1904 quien por primera vez mostró
evidencias de una posible infección por citomegalovirus en
un neonato severamente infectado. En 1920 Goodpasture,
utilizó el término "citomegalia" para referirse a
las células agrandadas y de aspecto turgente, presentes en
los tejidos infectados, postulando por primera vez su causa
viral. El citomegalovirus fue aislado por primera vez en 1956 y
dada su propensión a infectar las glándulas
salivares se le denominó "virus de las glándulas
salivares". No fue hasta el año 1960 que Séller lo
definió como citomegalovirus y hasta la fecha se han
incrementado considerablemente los conocimientos en cuanto a los
mecanismos fisiopatológicos y a las diferentes
manifestaciones clínicas (4-7).
Epidemiología
De todos los herpes virus conocidos hasta la fecha el
citomegalovirus es el principal causante de morbilidad y
mortalidad infantil (1)
La infección puede ser adquirida durante toda la
vida, a través del contacto con secreciones infectadas
tales como saliva, orina, heces fecales, sangre, semen y
secreciones vaginales. Las vías más frecuentes son
el contacto directo persona a persona, las relaciones sexuales,
la lactancia materna, las transfusiones de sangre y los
trasplantes de órganos. La transmisión vertical de
la madre al feto ocurre por la vía transplacentaria
(8).
En la ocurrencia de esta enfermedad siempre ha tenido
gran importancia el estado inmunológico de la madre. La
presencia de anticuerpos preconcepcionales proporciona una
protección al feto, aunque parcial, por lo que en los
últimos años se le ha dado mayor relevancia a la
infección congénita en mujeres con inmunidad
preconcepcional (9).
Las cifras de seroprevalencia en la población
general son variables a nivel mundial, encontrándose
cifras más bajas en países de alto desarrollo que
en países subdesarrollados. De igual forma las cifras de
seroprevalencia son mayores en poblaciones de bajo nivel
socioeconómico con un 85% frente a poblaciones de alto
nivel, llegando a ser de 55% (10,11).
Es de interés epidemiológico determinar
las tasas de seroprevalencia en mujeres pues nos permite conocer
qué parte de la población es susceptible de sufrir
una primo infección. Estudios de seroprevalencia en
gestantes aportan cifras de 47.9% en Francia (12), 52.7% en el
Reino Unido (13) y 62% en Estados Unidos (14). En algunos
países asiáticos existen reportes de
seroprevalencia en gestantes de hasta un 95% como es el caso de
Japón y Tailandia (15,16).
Existen diferencias marcadas en la tasa de
transmisión materno fetal entre las gestantes de sectores
sociales de diferentes nivel socioeconómico, siendo hasta
10 veces más elevadas en los grupos socialmente deprimidos
(2%) que en los grupos sociales de nivel económico alto
(0.2%). Esta diferencia se explica por la mayor
acumulación de factores de riesgo en el grupo
económicamente deprimido. Un mayor porcentaje de
seropositividad se ha asociado con una mayor edad, peores
condiciones socioeconómicas, alta paridad y mayor
presencia de niños de poca edad en la casa
(17-21).
Características biológicas del
CMV
El citomegalovirus humano es miembro de la familia de
los herpes virus, denominado como herpes virus humano 5 (HHP-5).
Pertenece a la subfamilia de los Beta herpesvirinae de la familia
Herpesviridae, Por su tamaño es el más grande.
Posee una cadena lineal de doble ADN, con más de 240 000
pares de bases, capaces de codificar para la síntesis de
más de 200 proteínas. La función de la
mayoría de estas proteínas se desconoce. Desde el
punto de vista estructural está conformado por una
cápsula icosahédrica, rodeada de una bicapa
lipídica externa (22),
Posee la capacidad de infectar una amplia gama de
células in vivo, pero solamente se replica en
fibroblastos humanos in vitro. Cuando infecta a las
células, el virus se replica formando cuerpos de
inclusión intranucleares e intracitoplasmáticos
denominados cuerpos de inclusión citomegálica. Los
tejidos que con mayor preferencia infecta son el cerebro, los
pulmones, el hígado, los riñones, el aparato
digestivo y las glándulas salivales (23).
El citomegalovirus se replica lentamente en cultivos
celulares. El ciclo de replicación del CMV se divide en
tres etapas
Inmediata precoz: ocurre en las cuatro primeras
horas posteriores a la infección, cuando se sintetizan
las proteínas virales que tomarán el control de
la maquinaria celular.Precoz: ocurre a continuación de la fase
anterior, se sintetizan proteínas para la
replicación del ADN y proteínas
estructurales.Tardía: Ocurre 24 horas posteriores a la
infección, se sinterizan proteínas relacionadas
con el ensamblaje de la envoltura viral (24).
La respuesta inmune ante el CMV es compleja e
intervienen tanto la respuesta humoral como celular. Las
glicoproteínas B (gB) y H (gH) juegan un papel fundamental
en la actividad protectora humoral. Los anticuerpos contra estas
proteínas son capaces de neutralizar el virus. La
inmunidad celular no es suficientemente eficiente como para
evitar la infección transplacentaria (25).
Transmisión
Luego de ocurrida una primo infección suelen
producirse períodos de latencia y de reactivación
de la infección por replicación del virus en el
organismo, por lo que la transmisión de la
infección de la madre al feto, puede suceder como
consecuencia de una primo infección o de una recurrencia.
La recurrencia pude ser por una reactivación del mismo
tipo de virus que provocó la primo infección o por
una cepa heterotípica (26, 27).
Es ampliamente reconocido que existe mayor probabilidad
de transmisión al feto producto de una primo
infección que de una reactivación. Se han reportado
una tasas de transmisión materno-fetal entre un 25-75%
cuando se produce una primo infección materna durante la
gestación, pero cuando ocurre reinfección o
recurrencia la tasas de infección fetal oscilan entre 0.2-
2%. La tasa de transmisión aumenta con el transcurso del
embarazo, publicándose porcentajes entre el 20-40% en el
primer trimestre y entre 40-70% en el tercer trimestre
(28-30).
Los fetos expuestos en el primer trimestre o principios
del segundo trimestre tienen más probabilidades de
presentar secuelas que aquellos de madre infectadas en el tercer
trimestre; aunque de forma más reciente algunos autores no
han encontrado relación con la edad gestacional en que
ocurre la transmisión al feto (27).
Boppama y cols. no encontraron diferencias
significativas en la incidencia de las manifestaciones
clínicas entre los hijos de madres que sufrieron primo
infección y las que tuvieron una reactivación (31).
Por otra parte la infección congénita
sintomática parece ser causada con mayor frecuencia debido
a reinfección de una madre con inmunidad previa.
(32).
Existen divergencias en cuanto al papel de los
anticuerpos maternos neutralizantes en relación con la
transmisión intrauterina. Britt en un estudio realizado
con madres que sufrieron primo infección durante el
embarazo, observó que las madres transmisoras del virus a
sus fetos, tenían títulos inferiores de anticuerpos
neutralizantes y de anticuerpos de alta avidez a los de las
madres no transmisoras (22). Eggers observó que la
infección fetal congénita se producía en
mayor proporción en mujeres que habían desarrollado
anticuerpos antigB en el momento del nacimiento, mientras que la
ausencia de estos anticuerpos estaba relacionada con menor riesgo
de transmisión intrauterina (25). Es posible que los
títulos altos de anticuerpos en las mujeres transmisoras
sean consecuencia de una replicación viral mayor o
más prolongada debido a heterogeneidad de la cepa, es
decir a infección por cepas de CMV que no son
neutralizadas por la respuesta humoral antigB. Por otra parte una
inmunidad celular específica marcada podría
prevenir la transmisión, mientras que si es débil
favorecería la transmisión (25)
Patogénesis
La patogénesis de la infección
congénita por CMV es compleja y sus mecanismos no
están aun totalmente esclarecidos. Las membranas
extraembrionarias tienen un papel esencial en la forma en que el
virus afecta al organismo. Se han demostrado en la
infección congénita una villitis crónica
así como infección de la placenta, lo que sugiere
que el virus atraviesa la placenta alcanzando la
circulación fetal, convirtiéndose la placenta en
reservorio viral (33).
La infección placentaria y la transmisión
al feto están estrechamente relacionadas. Se reportado
hasta un 15% de abortos espontáneos cuando la
infección ocurre en el primer trimestre y en estos casos
solo se ha comprobado infección en la placenta y no en el
feto, lo que demuestra que la infección ocurre
primeramente en la placenta y luego en el feto. Cuando la
infección ocurre en el segundo o tercer trimestre puede
provocar hasta en un 25% retardo en el crecimiento y
prematuridad, lo que está íntimamente relacionado
con la afectación placentaria (34, 35)
Una hipótesis no validada plantea que el virus
infectaría primeramente los tejidos placentarios y
después a las células del líquido
amniótico, las cuales podrían ser ingeridas por el
feto, y luego el virus se replica en la orofaringe para
posteriormente pasar a la circulación fetal e invadir a
los órganos diana. El virus sería excretado
mediante la orina fetal, estando disponible entonces en el
líquido amniótico para el diagnóstico
prenatal de la infección congénita (1).
Algunos autores han encontrado asociación entre
diferentes genotipos virales y la severidad de las
manifestaciones clínicas en pacientes receptores de
trasplantes de médula ósea, en pacientes con SIDA y
en casos con retinitis por CMV, sin embargo, esta
asociación no ha sido encontrada en pacientes que han
recibido trasplante renal o en niños con infección
congénita (36).
Al nivel tisular se plantean algunos mecanismos
patogénicos:
Pérdida celular individual por la
acción directa del virus.Pérdida de células
neuroectodérmicas primitivas en la zona ventricular,
si el cerebro es infectado antes de ocurra la
migración neuronal.Pérdida de la integridad del borde
neuronal.Isquemia e hipoxia sistémica debido a
hipotensión sistémica.Isquemia e hipoxia locales debido al daño de
los capilares.Formación de complejos
antígeno—anticuerpos que se depositan en algunos
órganos (22,23)
Cuadro clínico.
En general las manifestaciones clínicas
varían con la edad, la vía de transmisión y
la competencia inmunitaria individual, siendo clínicamente
asintomáticas la mayoría de las infecciones (13,
14, 20).
Se reportan muy pocos casos de gestantes con primo
infección sintomáticas y un porcentaje menor
manifiestan un cuadro de mononucleosis. La confección de
una historia clínica minuciosa a la madre, permite la
detección de síntomas y signos de la enfermedad y
la precisión de la etapa del embarazo en que se
adquirió la infección. Este último aspecto
es de importancia pronóstica, ya que si la
infección se adquirió previa a la concepción
se asume que existe menor riesgo que cuando ha ocurrido una primo
infección durante el embarazo, También para poder
prolongar suficientemente el diagnóstico prenatal, en aras
de evitar resultados falsos negativos. Por último,
mientras más precoz haya ocurrido la infección
existe mayor probabilidad de enfermedad congénita
(37).
Lo síntomas clínicos en la gestante pueden
ser los de una mononucleosis: fiebre, adenopatías
cervicales, hepatoesplenomegalia, dolor de garganta y
erupción en la piel. Otros síntomas más
sutiles son el malestar general, la fatiga, la cefalea. Se ha
observado un ligero incremento de las enzimas hepáticas
(38).
Una vez ocurrida la infección prenatal
aproximadamente el 90% de los neonatos serán
asintomáticos, y de estos el 15% desarrollarán
secuelas que se pueden manifestar más tarde en la vida,
fundamentalmente pérdida auditiva neurosensorial
unilateral o bilateral y ligero retardo en el crecimiento. Del
10% restante que son sintomáticos, el 90% tendrán
secuelas que serán mayormente de tipo neurológicas
e irreversibles (39).
Entre las manifestaciones clínicas más
frecuentes se encuentran:
Letargo, hipotonía y poca succión.
Estrabismo, sordera sensorial y retardo
psicomotor.Íctero, hepatoesplenomegalia, púrpura
y petequias.Trombocitopenia, anemia hemolítica, aumento
de transaminasas hepáticas y bilirrubina
directaLíquido cefalorraquídeo:
proteínas 120mg/dLCalcificaciones peri ventriculares, atrofia cortical
y ventrículomegalia, detectada a través de
Tomografía axial computarizada o de Resonancia
magnética de cráneo (39).
El 5% de los neonatos sintomáticos presentan el
cuadro clínico más grave de la infección
congénita, conocido como Enfermedad de Inclusión
Citomegálica. Ocurre debido a la diseminación del
citomegalovirus en una gran cantidad de órganos diana,
tales como glándulas salivales, riñones,
hígado, pulmones, intestino, páncreas, tiroides
cápsulas suprarrenales y cerebro; provocando al nivel
celular necrosis focal con inflamación mínima
(22).
Existen factores que pueden determinar la severidad del
cuadro clínico:
Carga viral materna.
La cepa de citomegalovirus.
Los anticuerpos maternos específicos para el
citomegalovirus.Factores asociados al funcionamiento
placentario.La carga viral en el feto.
La co-infección con otros virus ( 29
)
Algunos niños que adquieren la infección
en el período perinatal tienen signos y síntomas
como linfoadenopatías, hepatitis y neumonitis que en
ocasiones pueden llegar a ser graves, sin embargo, este tipo de
infección generalmente no trae como consecuencias secuelas
de tipo neurológicas (40, 41).
La infección congénita por CMV en
gestaciones múltiples ha sido poco estudiada. En embarazos
gemelares monocigóticos, con placenta monocoriónica
se ha observado que la infección ha ocurrido en ambos
fetos; mientras que en los dicigóticos con placenta
dicoriónica generalmente sólo uno de los fetos se
infesta. En cuanto a los resultados postnatales se ha observado
que en los embarazos gemelares monocigóticos cuando ambos
fetos tienen la infección, presentan similitud en las
manifestaciones clínicas, mientras que en los gemelos
dicigóticos existe disparidad en las manifestaciones. Esta
variabilidad en la tasa de transmisión y en las
manifestaciones clínicas de los fetos, indica que pueden
reaccionar de manera diferente ante la infección materna y
que la placenta juega un papel clave en la transmisión y/o
protección de la infección. Es posible que algunos
factores genéticos estén implicados en la
determinación de estas diferencias (42- 44).
Diagnóstico materno.
La aproximación al diagnóstico se basa en
los resultados de exámenes de laboratorio y en las
manifestaciones clínicas. Los exámenes
complementarios fundamentales son los anticuerpos
específicos en suero, la determinación de virus en
sangre (1, 38).
Seroconversión: es la aparición de
anticuerpos IgG específicos frente a una primera muestra
negativa, con un intervalo entre las dos determinaciones de dos a
tres semanas, y habiendo obtenido la primera lo más
cercano al inicio de la enfermedad. Sin embargo, no suele tomarse
la primera muestra precozmente, de manera que se pueda demostrar
la seroconversión, y por otra parte un incremento en los
niveles de IgG pueden ser provocados por una primo
infección, una reactivación o una respuesta inmune
inespecífica. Esta determinación sería de
mayor utilidad sólo si se dispusiera de un programa de
pesquisaje preconcepcional que identificara a las mujeres
seronegativas y monitoreadas prospectivamente (45).
IgM específica: esta determinación
tampoco es definitiva para el diagnóstico de una primo
infección, puesto que pude persistir durante meses
después de la primo infección o reaparecer en las
recurrencias, puede ser el resultado de una reactividad cruzada
antigénica entre herpes virus y por último la
presencia simultánea de factor reumatoide y de IgG
específica puede dar lugar a respuestas falsamente
positivas (38, 46)
Por todo lo anteriormente expuesto, se han empleado
nuevas pruebas que permiten afinar el diagnóstico, entre
ellas se encuentra los siguientes:
Ensayos de avidez IgG: consiste en la
separación de los anticuerpos de baja avidez o afinidad
producidos en una fase temprana de la infección de
aquellos de alta avidez producidos que reflejan un contacto
más antiguo con el virus. Solamente los individuos que
tienen una infección antigua o recurrente tienen niveles
detectables de anticuerpos de alta avidez. Los resultados se
presentan como índice de avidez (IA), teniendo los casos
con primoinfección un IA inferior a 50% y los que han
tenido un infección más antigua presenta IA
superior a 70% ( 47) .
Anticuerpos neutralizantes: Son los anticuerpos
capaces de bloquear la capacidad infectiva del virus contra el
que van dirigidos. Estos anticuerpos aparecen después de
una media de 13 semanas tras la seroconversión o de las 15
semanas tras la primo infección, por lo que tanto la
ausencia de de estos anticuerpos en presencia de IgG anti CMV
sería un marcador fiable de infección primaria
reciente, mientras que su presencia excluiría la
infección por un tiempo inferior a 13-15 semanas
(48).
Detección de virus o de ácidos nucleicos
virales: el CMV pude estar presente en los fluidos corporales
maternos (saliva, orina y secreciones vaginales) por un
período de tiempo variable, sin embargo, su presencia
puede ser consecuencia de una reactivación o
reinfección, por lo que la detección en estos
fluidos no es de utilidad para precisar que ha ocurrido una primo
infección (49).
Recientemente se han desarrollado otros métodos
para detectar y cuantificar el CMV humano en sangre, siendo los
más usados los siguientes. Determinación de
viremia, determinación de antigenemia,
determinación de ADN viral en sangre total, leucocitos o
plasma, determinación de ARNm y determinación de
células endoteliales citomegálicas circulantes (50,
51).
El pesquisaje serológico de la embarazada tiene
como objetivos prevenir infecciones agudas con riesgo de
transmisión vertical y diagnosticar infecciones
crónicas con el mismo riesgo. Para lograr el primer
objetivo se aplicarían medidas preventivas para evitar la
primo infección durante el embarazo en curso y en otros
subsecuentes. En el segundo caso se tomarían las medidas
encaminadas a minimizar el riesgo de transmisión al
neonato (1).
La conveniencia del pesquisaje para el CMV en gestantes
ha sido un tema ampliamente debatido en la comunidad
científica; estando algunos investigadores a favor y otros
en contra (52-54). Existen múltiples propuestas de
algoritmos para monitorear a las gestantes, pero ninguno ha sido
oficialmente establecido por un Programa de Salud, exceptuando
Italia que en el período de 1995-1998 incluyó la
determinación de anticuerpos para CMV como parte de un
pesquisaje de TORCH en mujeres gestantes y no gestantes (10).
Según una pesquisa realizada por Revello, la
mayoría de los obstetras indican la determinación
de anticuerpos en Italia, Bélgica, Israel y en Francia,
mientras que sólo se realiza por una solicitud
específica en Austria, Suiza, Alemania y Japón.
Cuando en las gestantes están presentes síntomas
sugestivos de infección se realiza en Inglaterra y en
Holanda y si existe riesgo ocupacional se realiza en Austria y en
Japón (2).
Diagnóstico prenatal
Para el caso de la infección congénita no
siempre es posible conocer el estado fetal, además de no
existir un tratamiento anteparto efectivo que ayude a disminuir
las secuelas postnatales. No obstante las mujeres candidatas para
realizar el diagnóstico prenatal son aquellas que han
tenido una seroconversión durante el embarazo.
Como muestras se utilizan la sangre fetal para estudio
de IgM específica y el líquido amniótico
para cultivo viral y amplificación del ADN viral por PCR.
La muestra de sangre fetal se obtiene mediante la
realización de cordocentesis y la de líquido
amniótico a través de la amniocentesis.
Es de crucial importancia precisar el momento en que ha
ocurrido la infección en la embarazada por varias razones.
En primer lugar para poder establecer pronóstico, pues
cuando la infección es adquirida previa a la
concepción se asume que el riesgo es menor que cuando ha
ocurrido durante el embarazo. En segundo lugar para poder
determinar la fecha de la toma de muestra, pues debe transcurrir
suficiente tiempo con relación al inicio de la
infección para evitar resultados falsos negativos y en
tercer lugar mientras más precoz haya ocurrido la
infección durante el embarazo mayor es la probabilidad de
enfermedad congénita (1, 38).
IgM específicos en sangre fetal: Como los
anticuerpos IgM no pasan la placenta su presencia
indicaría infección fetal. Este método
muestra poca sensibilidad, con altas tasas de falsos negativos,
posiblemente relacionados con la precocidad en la toma de la
muestra, antes de las 21-22 semanas hay una respuesta
inmunológica fetal muy limitada dada la inmadurez del
sistema inmunitario y por la competencia con los altos niveles de
IgM maternos. Los resultados falsos positivos también
guardan relación con la interferencia con el factor
reumatoide que se produce durante la infección. Se
recomienda su determinación después de las 21
semanas de gestación y luego de que hayan transcurrido
seis semanas de haber realizado el diagnóstico de la
infección materna (55-57).
Cultivo viral y análisis del ADN viral en
líquido amniótico: se ha reportado una sensibilidad
entre un 50-70% para el cultivo viral y de un 70-100% para el
análisis de ADN por PCR respectivamente. La mayoría
de los autores recomiendan utilizar ambos métodos
combinados para aumentar la sensibilidad y la especificidad,
tomando las muestras después de las 21 semanas de
gestación y luego de transcurridas 6 semanas desde la
primo infección (45). La fiabilidad de ambas
técnicas está por determinar puesto que el fallo en
el aislamiento viral por cualquiera de las dos técnicas no
excluye la infección uterina y un resultado positivo no
siempre se relaciona con infección neonatal
(58-60).
Ultrasonografía fetal
El examen ecográfico fetal permite diagnosticar
algunas anomalías que pueden presentarse desde la etapa
prenatal, variando la tasa de detección en dependencia de
la edad gestacional con que se realiza (61-63).
Entre las anomalías ecográficas
detectables se encuentran:
Oligoamnios.
Polihidramnios.
Ascitis fetal.
Intestinos ecogénicos.
CIUR.
Microcefalia.
Ventriculomegalia.
Hidrocefalia.
Calcificaciones intracraneales e
intrahepáticas ( 64)
El propósito de realizar el diagnóstico
prenatal de infección congénita fetal por
citomegalovirus es conocer sobre el estado de salud embrio-fetal
con relación a esta enfermedad para la cual la gestante
tiene un riesgo incrementado, y en ningún caso es la
interrupción del embarazo.
Una vez que se ha realizado el diagnóstico de una
infección fetal por CMV, la pareja debe recibir
asesoramiento genético con el propósito de tomar
decisiones en cuanto a la continuidad del embarazo. Son muy
importantes el establecimiento de una adecuada relación
médico paciente, la comprensión de las evidencias
médicas y las convicciones personales.
El asesoramiento genético es una actividad
implícita del diagnóstico prenatal, que tiene como
fundamentos básicos el cumplimiento de normas
éticas preestablecidas en la relación medico
paciente, tales como la autonomía de la pareja, la
beneficencia y la no maleficencia, la justicia y la
proporcionalidad, que deben ser cuidadosamente respetados en cada
una de las consultas. Tiene por naturaleza un carácter no
directivo (65, 66).
Según la definición de la Academia
Americana de Genética Humana "el asesoramiento
genético es un proceso de comunicación que pretende
dar a los individuos y las familias que tienen una enfermedad
genética y/o congénita, o el riesgo de padecerla.
Debe proporcionar además información detallada
sobre el pronóstico y posibles tratamientos, así
como apoyo de tipo psicológico y social (67).
Tratamiento.
Las drogas antivirales como el Foscarnet y el
Ganciclovir han sido utilizadas en algunos intentos de
tratamiento de individuos seriamente afectados, sin embargo, debe
ser cuidadosamente valorado su uso dado el alto grado de
toxicidad de estos medicamentos (68).
Existen dos niveles de tratamiento, el primero en la
etapa prenatal (fetal) y el segundo en la etapa post natal,
siempre considerando la severidad de las manifestaciones. Ninguno
de los estudios realizados hasta la fecha ha demostrado la
eficacia del tratamiento con drogas antivirales tanto en la etapa
prenatal como postnatal. El tratamiento a la gestante que ha
tenido una primo infección tiene como propósito
fundamental impedir la transmisión al feto. La
combinación de una globulina hiperinmune con drogas
antivirales de baja toxicidad pudiera ser el enfoque adecuado
(66-69).
Prevención
La vacuna ideal sería aquella que se pudiera
aplicar a la mujer en edad reproductiva que es seronegativa, con
el propósito de evitar una primo infección durante
el embarazo (69).
En los últimos años se han realizado
múltiples investigaciones para crear una vacuna efectiva,
focalizándose los esfuerzos en cinco grandes estrategias:
vacuna de virus vivos atenuados, vacunas de virus recombinantes,
subunidades de vacunas, vacunas de péptidos y vacunas de
ADN (38).
Hasta el presente, ninguna vacuna ha demostrado eficacia
suficiente para ser administrada como parte de un programa masivo
de prevención, por lo que los programas de
intervención encaminados a promover las medidas
higiénicas y de hábitos de vida saludables,
constituyen en la actualidad un pilar fundamental en la
prevención de la infección congénita por
citomegalovirus (68-70).
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