Aliente la paciencia y la tolerancia, son las
virtudes de la salud, recuerde que todo tiene su momento, la
paciencia y la tolerancia evitan el malestar de la rabia y la
frustración, que se culpe a los demás y se
guarden rencores, además de disminuir los enganches y
rebusques emocionales con otras personas. Los problemas de
salud crónicos están asociados con la
impaciencia y la intolerancia, ambas desencadenan ira,
hostilidad y hasta agresión.
Aliméntese con sabiduría y placer, su
cuerpo y sus emociones son el reflejo de lo que usted
ingiere. El equilibrio en la cantidad y la calidad de los
alimentos provee la energía necesaria a su organismo y
mente. En los alimentos se encuentran las moléculas
necesarias para prevenir o curar algunas enfermedades, de
hecho las infinitas combinaciones que se pueden alcanzar a la
hora de comer hacen de la alimentación la mejor aliada
de la salud.
LA INTELIGENCIA EMOCIONAL COMO BASE DE
ÉXITO PERSONAL
Hoy en día, sabemos que para conseguir
éxito en la vida, tanto en el plano personal como social,
no es suficiente obtener buenas notas y tener un coeficiente
intelectual alto, existen otros factores esenciales, habilidades
personales que harán posible nuestro ajuste social y
emocional. El manejo inteligente de las emociones propias y
ajenas es lo que hará que las personas se sienten
competentes y felices.
De esto trata la inteligencia emocional, definida como
la capacidad para expresar y manejar sentimientos. Ha sido
estudiada muchos psicólogos que notaban que no
necesariamente las personas eran exitosas por tener logros
académicos sino por poseer la facilidad de canalizar sus
emociones y lograr un equilibrio entre lo racional y lo
emocional.
"Somos un cuerpo inteligente porque nadie le dice al
corazón que palpite. Además, somos una mente que
piensa y razona; somos seres emocionales y somos seres
espirituales. Todo esto es un ser humano", dice el
investigador.
La inteligencia emocional ha tomado particular
relevancia en los últimos años en los que se ha
comenzado a abandonar la idea de que la razón es
preponderante a la hora de tomar decisiones, del quehacer laboral
y al momento de relacionarse con las demás personas.
Según Jorge Fiszer, un especialista en procesos de
aprendizaje, "durante muchos años se ha ignorado la
inteligencia emocional y se ha creído al ser humano como
una especie de máquina de pensar, como que nuestro cerebro
era una pieza mecánica y que el producto salía por
la boca o escribiendo, pero lo que se viene desarrollando es que
las emociones son tan importantes, por lo menos tanto como el
razonamiento lógico".
Esta teoría reconoce a los seres humanos como
seres inteligentes, emocionales y espirituales con valores que
hablan de su esencia más pura; y es en función del
aprendizaje de conocerse y reconocerse a sí mismo que se
puede ser un poco más inteligente cada día. Para
Fiszer, "la inteligencia emocional es aprender a manejar nuestros
deseos, principios, valores, preferencias, emociones y aprender
de la parte racional".
Como detalle anecdótico, relata que "en 1996,
llegaba a una empresa a hablar con el gerente de Recursos Humanos
para ofrecerle una charla de inteligencia emocional y ¡me
hacían una cara!, pero ahora casi el 70% de quienes llaman
son empresas internacionales". Y prosigue: "Ahora las empresas
toman conciencia de que para conseguir menor ausentismo laboral,
mejor clima de trabajo y mayor productividad; al funcionario hay
que darle un marco de contención para sus emociones. Eso
es la inteligencia emocional, no sólo para el estudio,
sino para el trabajo de todos los días",
explica.
Dentro de este conocimiento y de la utilización
inteligente de las emociones, Fiszer hace dos diferenciaciones:
la inteligencia interpersonal y la inteligencia
intrapersonal.
Inteligencia interpersonal
"Es el liderazgo, la capacidad de cultivar relaciones,
mantener amistades, resolver conflictos y tener destreza de
análisis social. Esta clasificación que hacen los
primeros autores de inteligencia emocional es la
distinción entre ser inteligente emocionalmente para uno
mismo o para sentirse mejor y elevar su autoestima, controlar sus
impulsos, conectar el cuerpo con las emociones, porque cada
emoción tiene una consecuencia fisiológica. Estas
emociones están en el cerebro", detalla el
especialista.
Inteligencia intrapersonal
"Es el acceso a la vida emocional, conocer los
sentimientos, saber discriminar emociones e interpretar conductas
por medio de emociones. Esto es lograr captar en la otra persona
para saber qué está sintiendo para poder ayudarlo.
Es pensado para mejorar la calidad del individuo en la sociedad
con su pareja, hijos, socios, empleados o amigos. Es reconocer
las emociones cuando se producen y aprovecharlas, pero
éstas nos pueden ayudar o perjudicar. Eso depende de la
gestión. Por ejemplo, a una persona le dicen: no aprobaste
un examen, y esa persona se puede deprimir y deja de estudiar,
pero eso mismo se le dice a otra persona y más bien lo
estimula y va por la revancha.
Alguien podría decir que es malo tener miedo,
pero eso nos protege, pero si se tiene pánico, que es el
miedo fuera de control, sí puede causar peligro. O tener
tristeza no es malo, pero la depresión sí es muy
destructiva; tener cólera a diferencia de la ira
desenfrenada, cada emoción puede ser constructiva o
destructiva.
Si usted no sabe controlar esa emoción es
destructiva, porque le hace daño a la persona o a
otros".
Inteligentes y emocionales
Para Fiszer, la alternativa para ser un poco más
inteligentes cada día es "preguntarse qué puede
hacer uno mismo para mejorar, a partir de la toma de conciencia
de que las personas pueden empezar a mejorar por medio del
trabajo de la observación, de la reflexión
personal", explica. "Cuando éramos chiquitos nos
enseñaban acerca de los cinco sentidos, como ventanas
hacia el exterior, pero los sentidos también se pueden
usar hacia el interior del ser humano, escuchando cómo
habla, si es de forma agresiva, si dice: muchas gracias, por
favor, saluda con cordialidad. Es sentir si nuestro
corazón late más rápido, si tenemos
sudoración. Hay que prestar atención a eso", y
cómo se puede mejorar cada día para sentirse mejor
y profundizar la comunicación hacia adentro, con uno
mismo.
"Cuando aparece la inteligencia emocional hablando del
cerebro emocional, lo que nos está diciendo es que, por un
lado, somos un cuerpo que es inteligente, porque nadie le dice al
corazón que palpite, ¡funciona, muchacho!, pero
además somos una mente que piensa y razona. En tercer
lugar, somos seres emocionales, tenemos alegrías,
tristeza, enojo, y, somos seres espirituales con valores. Esto es
un ser humano y somos importantes. Debemos aprender a cuidarnos,
llevar una vida sana, a querernos, a admirarnos, a aprender,
siempre se puede ser un poquito más inteligente", aconseja
Fiszer.
CÓMO PIENSAN HOMBRES Y MUJERES
Evolución del pensamiento en red
No es difícil conjeturar cómo y por
qué se desarrolló el pensamiento por pasos
masculino y el pensamiento en red femenino. Hace un millón
de años, el hombre primigenio encendía fogatas,
realizaba hachas de piedra y cazaba grandes animales en
África oriental. Cuando perseguían a estas
peligrosas bestias, los hombres tenían que concentrarse:
vigilando tras los matorrales, agachados junto a un abrevadero,
pasando sigilosos junto a un leopardo dormido en un árbol,
siguiendo las huellas de enfurecidos animales heridos y
atacándolos en el momento oportuno. Un siglo tras otro de
este arriesgado quehacer habría favorecido a los que
pudieran centrarse más en la tarea, pues los que no
prestaran una estricta atención serían
descuartizados, pisoteados o devorados.
Así, mientras nuestros antepasados masculinos
rastreaban jabalíes y bestias salvajes, su cerebro fue
gradualmente desarrollando una arquitectura propicia para excluir
pensamientos periféricos, centrar la atención y
tomar decisiones paso a paso. La facilidad de las mujeres para el
pensamiento en red muy probablemente se fraguó
también en su ocupación primigenia. El trabajo de
la mujer ancestral era más duro que el de todas las
restantes criaturas que han pisado la tierra: la crianza de
niños con largos años de dependencia en condiciones
de gran peligrosidad. Con objeto de sacar adelante a estos
bebés inermes, las madres primitivas tenían que
hacer muchas cosas simultáneamente: vigilar la
aparición de serpientes; escuchar el ruido del trueno;
probar por si había algo venenoso; mecer a los
somnolientos; distraer a los irritados; instruir a los curiosos;
tranquilizar a los medrosos; estimular a los lentos; alimentar a
los hambrientos. Las madres tenían que realizar
incontables labores cotidianas mientras avivaban el fuego,
cocían los alimentos y hablaban con las amigas.
Los psicólogos sostienen que la mujer
contemporánea aprende a hacer y pensar varias cosas
simultáneamente.
No hay más que observar a una madre trabajadora
por la mañana, vistiendo niños, preparando sus
comidas, alimentando a los peces, sirviendo los cereales del
desayuno y acordando horas por teléfono para el cuidado de
los más pequeños; y todo al mismo tiempo. Pero el
talento femenino para el pensamiento contextual -y la habilidad
asociada de realizar múltiples tareas a un tiempo- se
formó en la historia profunda. Miles de generaciones
ejecutando acrobacias mentales y físicas en la crianza de
niños desvalidos forjaron estas increíbles
habilidades en la arquitectura del cerebro femenino.
APTITUDES EMOCIONALES Y SOCIALES
Conocimiento de uno mismo
Saber qué se siente en cada momento y utilizar
esas preferencias para orientar nuestra toma de decisiones; tener
una idea realista de nuestras habilidades y una bien basada
confianza en uno mismo.
Autorregulación
Manejar las emociones de modo que faciliten la tarea
entre manos, en vez de estorbarla; ser escrupulosos y demorar la
gratificación en pos de los objetivos; recobrarse bien de
las tensiones emocionales.
Motivación
Utilizar nuestras preferencias más profundas para
orientarnos y avanzar hacia los objetivos, para tomar iniciativas
y ser muy efectivos y para preservar frente a los contratiempos y
las frustraciones.
Empatía
Percibir lo que sienten los demás, ser capaces de
ver las cosas desde su perspectiva y cultivar la afinidad con una
amplia diversidad de personas.
Habilidades sociales
Manejar bien las emociones en una relación e
interpretar adecuadamente las situaciones y las redes sociales;
interactuar sin dificultad; utilizar estas habilidades para
persuadir y dirigir, negociar y resolver disputas, para la
cooperación y el trabajo en equipo.
CLAVES DEL ÉXITO PERSONAL
Pueden definirse como conocimientos,
características o atributos que les pueden permitir
alcanzar el éxito a una persona. Probablemente, ya hayamos
escuchado diferentes claves para el éxito personal
propuestas por autores, emprendedores o empresarios; pero las que
les presentamos a continuación son las claves del
éxito personal que consideramos más
importantes:
Hacer lo que a uno le gusta: Si nos fijamos
en las personas que han llegado a alcanzar el éxito,
nos daremos cuenta de que todas ellas tienen algo en
común: aman lo que hacen. No basta con desear con
ansias el éxito, sino que para conseguirlo, es
necesario que nos dediquemos a hacer aquello que nos gusta.
Sólo desempeñándonos en el campo de
actividad de nuestra preferencia, podremos sortear todas las
dificultades que se presenten en el camino hacia el
éxito, mantendremos siempre la motivación, y
podremos trabajar sin cansancio hasta cumplir nuestros
objetivos.Ponerse objetivos: Otra de las claves del
éxito personal es establecer objetivos personales. Los
objetivos nos señalan el camino, nos sirven de
guía, nos motivan, nos permiten ser más
eficientes, nos ayudan a establecer prioridades. Lo
recomendable es establecer objetivos generales, y luego,
objetivos específicos que nos permitan alcanzar los
generales; por ejemplo, uno de nuestros objetivos generales
podría ser montar nuestra propia empresa, y uno de
nuestros objetivos específicos podría ser
reunir un determinado capital para una determinada fecha.
Pero de nada sirve establecer objetivos si no hacemos nada
por alcanzarlos; por lo que una vez establecidos nuestros
objetivos, debemos diseñar un plan de acción
con los pasos o las acciones que realizaremos para poder
alcanzarlos, y luego, poner en práctica dicho plan de
acción.Comprimir el tiempo: Si queremos alcanzar el
éxito, debemos aprovechar el tiempo al máximo.
Lo cual no significa que tengamos que trabajar durante todas
las horas del día, y durante todos los días del
año, sino que significa que debemos tratar de trabajar
el mayor tiempo posible, pero sin descuidar el descanso y la
recreación. También significa que en cuanto se
presente una buena oportunidad, recabemos información
sobre ésta, la analicemos, nos preparemos, y actuemos
lo más pronto posible, sin analizar en demasía
las cosas, confiando en nuestros instintos, y sabiendo que ya
tendremos tiempo para hacer las correcciones necesarias.
Comprimir el tiempo también significa buscar siempre
la manera de hacer más rápidamente las cosas,
procurar hacer en menos tiempo lo que suele tomarnos mucho
tiempo, y evitar hacer cosas que nos quiten el tiempo y que
nos desvíen del camino hacia el cumplimiento de
nuestros objetivos.
Saber rodearse de las personas adecuadas: Son
pocas las personas que alcanzan el éxito sin la ayuda
de los demás; en otras palabras, el éxito pocas
veces llega sólo. Por lo que otra de las claves del
éxito personal es saber rodearse de las personas
adecuadas; para lo cual es necesario saber cultivar o
desarrollar relaciones que nos puedan ayudar en nuestro
camino hacia el éxito.
Saber rodearse de personas adecuadas también
implica saber contratar al personal indicado, lo cual significa
contratar personal bien capacitado y que nos inspire confianza,
sobre todo, si va a desempeñarse en puestos claves en
nuestra empresa o proyecto. Si decidimos contar con socios para
nuestras empresas o proyectos, debemos elegir socios que se
complementen con nosotros, que tengan las mismas aspiraciones de
crecimiento que nosotros y que, sobre todo, nos inspiren mucha
confianza.
Capacitarse constantemente: Otra de las
claves del éxito personal consiste en capacitarse
constantemente. Ya sea que tomemos cursos, asistamos a
seminarios o leamos libros, siempre debemos procurar aprender
nuevas cosas que nos ayuden a alcanzar nuestros objetivos. No
debemos asumir que ya lo sabemos todo, sino saber que el
aprendizaje nunca termina, y que siempre habrá nuevas
cosas por saber. Debemos capacitarnos constantemente para
así poder alcanzar nuestros objetivos de la manera
más eficiente posible, pero también debemos
capacitarnos constantemente para llegar a ser especialistas o
expertos en nuestro campo de actividad, hasta el punto de
llegar a ser los mejores en éste.Ser perseverantes: Finalmente, otra de las
claves del éxito personal y, probablemente, una de las
más importantes, consiste en ser perseverantes.
Existen muchas personas que por más talento,
conocimiento o preparación que tengan, nunca llegan a
alcanzar el éxito; sólo las personas con
perseverancia siempre lo llegan a obtener. El camino hacia el
éxito es, por lo general, un camino largo, lleno de
obstáculos, imprevistos y dificultades, por lo que por
más talento, conocimiento o preparación que
posea una persona, si ésta no es perseverante, es muy
probable que renuncie antes de tiempo. Sólo con
perseverancia se puede hacer frente a todos los problemas que
se presenten en el camino hacia el éxito, y
sólo con ella se pueden alcanzar los objetivos
propuestos.
"Las personas con habilidades
emocionales bien desarrolladas tienen mas probabilidades de
sentirse satisfechas y ser eficaces en su vida, y de dominar los
habitos mentales que favorezcan su propia productividad" – Daniel
Goleman
HISTORIA HECHOS REALES – DEFICIT E LA
I.E.
La Inteligencia Emocional, el factor clave en Lideres
Exitosos
Fernando y Adriana, dos excelentes y muy
inteligentes profesionales, cuyas carreras parecen haber sido
truncadas por un factor común, el déficit de
Inteligencia Emocional merecen nuestra atención.
Veamos:
Fernando, aun sobrevive como Gerente
Sénior en una importante empresa del sector
farmacéutico. Quienes lo conocieron en distintas fases de
su desarrollo profesional, siempre dieron por hecho que su
carrera profesional estaría inevitablemente signada por el
éxito y que él estaría destinado a
conquistar grandes logros, dada su extraordinaria capacidad de
análisis y su inusual habilidad para articular un
pensamiento estratégico, cuya profundidad, visión y
rigor difícilmente podía ser emulado por los
más experimentados y talentosos directivos de su
organización.
El coeficiente intelectual de Fernando coqueteaba una y
otra vez con la genialidad. Su capacidad de síntesis no
admitía parangón alguno, y sin embargo, los
crecientes roces con su equipo de trabajo, su dificultad para
controlar las emociones en momentos de estrés, su relativa
renuencia a interactuar efectivamente con sus homólogos, y
su manifiesto temor para negociar, influir y emitir
opinión en el entorno de la Alta Dirección,
determinaron que quien una vez fuese considerado como la mejor
promesa de una exitosa carrera en roles de liderazgo y
dirección, se estaba convirtiendo en una pieza incomoda
para una organización en proceso de cambio, que afectando
la moral del equipo, la productividad de su departamento, y
deteriorando el clima laboral, ahora estaba a la espera de una
decisión dilemática del tipo "o Fernando
permanece como Especialista, ajeno al contacto con los clientes y
aislado del equipo, o forzosamente nuestra organización
prescindirá de sus servicios".
Adriana, Ingeniero de Sistemas, desde temprano
destacó por su capacidad de análisis, y por la
pasión que una y otra vez demostró cuando se
planteaba el reto de satisfacer consistentemente los
requerimientos de negocios de su organización, y las
necesidades de sus clientes. Esta talentosa profesional
ascendió paulatinamente a roles de mayor responsabilidad y
visibilidad en distintas organizaciones, hasta que fue designada
como Gerente de Tecnología, en una reconocida
empresa del sector de manufactura.
Desafortunadamente, Adriana enfrentó dificultades
crecientes en la interacción diaria con su equipo de
trabajo al percibir la presión de sus Clientes
Internos, descontentos con los resultados de su
gestión; no lograba influir en sus superiores como lo
había hecho en el pasado; su creatividad y sus ansias de
innovar se estrellaban una y otra vez contra el excesivo
énfasis por el control que ejercía su jefe, un
Gerente obsesivo e inseguro de sí. En su vida
personal, Adriana no encontraba la manera de conciliar un
deseable y necesario equilibrio emocional pese a contar con el
apoyo de su comprensivo esposo y disfrutar de la presencia de su
adorable bebe. Por vez primera, Adriana estaba más
enfocada en evitar cometer errores, que en la ejecución
del mapa de ruta de su desarrollo profesional.
Su autoestima declinó gradual e
irreversiblemente, hasta que llegó el momento crucial de
enfrentar su único fracaso profesional, al momento de ser
despedida de la empresa.
Fernando y Adriana, son elocuentes ejemplos de
excelentes profesionales que pese a su elevado coeficiente
intelectual fracasan en su gestión como gerentes y
Líderes al evidenciar un déficit de Inteligencia
Emocional. Las carreras profesionales de Fernando y Adriana no
tienen porque haber llegado a su fin ni haber alcanzado un techo
infranqueable, siempre que ellos reconozcan con humildad lo que
está sucediendo, estén dispuestos a aprender, a
aceptar la ayuda de otros, y a decidir todo cuanto sea necesario
hacer para cambiar patrones de comportamiento y desaprender
conductas y habitos inoperantes, que ahora no son suficientes ni
necesarios para justificar su evolución, garantizar su
éxito y potenciar su futuro Crecimiento
Profesional.
Estamos hablando del rol de la Inteligencia Emocional y
no el del clásico Coeficiente Intelectual, como el factor
clave para predecir, explicar y justificar el éxito
profesional en entornos laborales donde prima el manejo
empático y congruente de las emociones, antes que la
capacidad de verbalización y la abstracción
racional
El concepto de Inteligencia Emocional fue
acuñado por vez primera por Daniel Goleman, la
definió operacionalmente en función de 5
capacidades básicas: conocer las emociones y sentimientos
propios, manejarlos, reconocerlos, crear la propia
motivación, y gestionar las relaciones.
El modelo de Goleman, caracteriza a la Inteligencia
Emocional en función de una amplia gama de
competencias que admiten ser agrupadas en 4 grandes
conjuntos o categorías:
La Conciencia de sí mismo
La capacidad de interpretar las emociones propias y las
de otros, analizándolas, evaluándolas y
comprendiéndolas desde la perspectiva de sus potenciales
impactos para transformarlas en decisiones firmes y acciones
constructivas
Autogestión emocional
La habilidad de controlar las emociones y ajustarlas en
la medida de lo posible para articular una respuesta adaptativa
apropiada ante las circunstancias inciertas, amenazantes y
variables del entorno.
La conciencia social
La capacidad de sentir, entender, y reaccionar
empáticamente ante las emociones de las otras personas, y
comprender cuál es el impacto de estas emociones en el
contexto social donde estas se manifiestan.
La gestión de las
relaciones
La habilidad de inspirar, influir y desarrollar a otros,
para articular una acción constructiva, coordinada y
enfocada cuando se trata de gestionar crisis o
conflictos.
No es de extrañar que los profesionales a quienes
consideraramos como Líderes exitosos se diferencian de los
gerentes conservadores, adversos al riesgo y refractarios al
cambio, por exhibir consistentemente competencias
emocionales que los impulsan a la acción, a crear y a
preservar relaciones construidas sobre la base de la
empatía y la confianza mutua, a aprender de los errores
propios, a comunicar su visión en forma incluyente e
influyente, y a generar un espíritu de cohesión y
confianza en su equipo cuando se trata de enfrentar
constructivamente una crisis o situación
amenazante.
Análisis desarrollados por diferentes autores
parecen coincidir en que los niveles más altos de
Inteligencia Emocional suelen expresarse en Líderes y
profesionales, cuando evidencian desempeños superlativos
en las siguientes áreas:
Estilo gerencial participativo
Autoconocimiento
Balance y conciliación entre la vida personal
y el trabajo.Sinceridad y compostura en momentos
difíciles.Construcción y cultivo de las
relaciones.Hacer lo que sea necesario cuando sea
oportuno.Capacidad para decidir y articular acciones bajo
presión, en entornos de crisis.Confrontar positiva y constructivamente los
problemas de los colaboradores.Ser proactivo e influyente como agente de
cambio.
Goleman, en su libro Working with Emotional Intelligence
(1998) sugiere que un déficit en la inteligencia emocional
puede explicar el porqué profesionales muy inteligentes y
analíticos, son susceptibles de experimentar en un momento
dado de sus carreras un fracaso significativo, y de gran impacto
para sus vidas futuras, especialmente si no se reconoce el
problema subyacente, y no se articulan las acciones apropiadas
para minimizarlo y superarlo. Un déficit de Inteligencia
emocional suele estar relacionado con la dificultad de establecer
relaciones interpersonales empáticas y duraderas, y con la
renuencia a aceptar el cambio y a adaptarse a
él.
Afortunadamente, para aquellos gerentes que corren el
riesgo de dañar o afectar sus carreras profesionales por
acusar un déficit de inteligencia emocional, puede
articularse una estrategia o plan de mitigación que
comienza con la caracterización oportuna mediante la
aplicación de los modelos de competencias apropiados, de
las comportamientos clave que dificultan o impiden el buen
relacionamiento social en entornos de cambio y crisis.
Posterior a ello, y contando con la previa
aceptación de un compromiso orientado a la acción
de parte del profesional en situación de riesgo, puede
desarrollarse un plan de mejora con objetivos claros, precisos y
medibles, articulado con diversidad de actividades tales como
capacitación, asignación a otros roles
profesionales, coaching, simulaciones y por supuesto, la
imitación de comportamientos y actitudes de Líderes
a quienes la organización considera como
exitosos.
Aquellas organizaciones que desarrollan
sistemáticamente a su personal aplicando enfoques modernos
de gestión de talento basados en competencias, y crean las
circunstancias propicias para que jóvenes profesionales de
alto potencial aprendan de sus Líderes exitosos,
desarrollen el pensamiento estratégico, fortalezcan su
autoestima y definan el perfil de riesgo que favorece la
innovación, están creando las condiciones para ser
ágiles y flexibles en entornos difíciles,
inciertos, ambiguos y crecientemente competitivos.
Enviado por:
Lic. Delfina García
Loaiza
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