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Lenguaje del cuerpo: Intuiciones que nos protegen…




Enviado por Felix Larocca



  1. ¿Qué nos dicen algunos
    gestos?
  2. ¿Qué dicen nuestros
    brazos?
  3. ¿Qué dicen nuestros
    cabellos?
  4. ¿Cómo nos delatan nuestras
    piernas?
  5. ¿Manos?
  6. ¿Cómo nos comportamos con los
    gestos con nuestra pareja?
  7. ¿Al caminar qué
    decimos?
  8. Más Lenguaje no
    verbal
  9. ¿Cómo darle el valor que se
    merece al lenguaje no verbal?
  10. En
    resumen
  11. Las
    apariencias engañan
  12. Ser y
    aparentar lo que somos…
  13. Bibliografía

El lenguaje no verbal ayuda a aprender
más sobre uno mismo, a mejorar las relaciones con los
demás y a saber qué tipo de persona se tiene por
delante, pero debemos tener cuidado, las personas que dominan el
lenguaje silencioso del cuerpo y controlan los movimientos
inconscientes que puedan hacer mientras hablan, generalmente
olvidan que hay partes de su cuerpo que siempre les revelan sus
intenciones y contradicen sus verdaderas propósitos.
Siempre tengan presente que una persona con movimientos limitados
y estudiados, es posible que esté ocultando la verdad
detrás de su exposición y que quiera
deliberadamente tergiversar una situación para favorecerse
a sí misma.

El cuerpo tiene su propio lenguaje, es un
idioma callado, instintivo y de naturaleza adaptadora, pero tan
expresivo que comunica mucho más que las palabras porque
existía antes de que el lenguaje hablado existiera. Los
expertos estiman que en una conversación el 65 por ciento
de la comunicación se produce de forma no verbal, las
palabras son el 35 por ciento restante, aún así,
influyen más el tono y los matices que las palabras
mismas, éstas pueden llegar a engañar pero los
gestos corporales son inequívocos. Lo son, porque poder
interpretar las intenciones del desconocido, aunque no diga nada
en nuestro pasado prehistórico, significaba la diferencia
entre la vida y la muerte.

Las mujeres puede que, como madres
potenciales, nazcan con una habilidad innata para percibir y
descifrar señales no verbales, si creen que se les
están mintiendo, mientras las palabras dicen otra cosa, el
lenguaje del cuerpo les cuenta otra historia y eso ellas lo
captan.

La percepción femenina no es
accidente sino el resultado de una mayor actividad de
áreas del cerebro donde se establecen las intuiciones y
las respuestas instintivas, el cual es el encargado de las
funciones instintivas.

La opinión sobre una persona se
forma en el primer minuto de conocerla, sin que intervenga ni la
lógica, ni la razón.

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No puedes quitarme los ojos de
encima…

¿Qué nos dicen algunos
gestos?

  • Cruzar los brazos: Denota una actitud
    defensiva

  • Llevarse la mano a la boca: Es
    disimular una mentira

  • Acariciar la barbilla: Es evaluar,
    ponderar y decidir

  • Comerse las uñas: Inseguridad o
    nerviosismo

  • Ponerse los dedos en la boca: Denota
    necesidad de seguridad, nerviosismo

  • Una sonrisa falsa: Engaño,
    traición, falsedad

  • Si te miran a tus ojos fijamente:
    Denotan que no hay nada que esconder, es limpia la
    conversación, también indica control de la
    situación

  • Si los ojos no sonríen y se
    muestran esquivos y la mirada es falsa: Significa
    engaño

  • Cuando los pulgares asoman por el
    bolsillo: Expresan dominio y seguridad

  • Acariciarse la quijada: Toma de
    decisiones

  • Entrelazar los dedos:
    Autoridad

  • Dar un tirón al oído:
    Inseguridad

  • Mirar hacia abajo: No apreciar lo que
    se escucha

  • Frotarse las manos:
    Impaciencia

  • Apretarse la nariz: Evaluación
    negativa

  • Golpear ligeramente los dedos:
    Impaciencia

  • Sentarse con las manos agarrando la
    cabeza por detrás: Seguridad en sí mismo e
    ínfulas de superioridad

  • Inclinar la cabeza hacia delante:
    Interés

  • Palma de la mano abierta: Sinceridad,
    franqueza y candor

  • Caminar erguido: Confianza y seguridad
    en uno mismo

  • Jugar con el cabello: Falta de
    confianza en sí mismo e incertidumbre

  • La cabeza descansando sobre las manos o
    mirar hacia el piso: Tedio

  • Unir los tobillos: Temor

  • Manos agarradas hacia la espalda:
    Furia, ira, frustración y temor

  • Cruzar las piernas, balanceando
    ligeramente el pie: Aburrimiento

  • Brazos cruzados a la altura del pecho:
    Actitud a la defensiva

  • Caminar con las manos en los bolsillos
    o con los hombros encorvados: Abatimiento, agotamiento,
    cansancio

  • Manos en las mejillas:
    Evaluación, interés

  • Frotarse un ojo: Dudas

  • Tocarse ligeramente la nariz: Mentir,
    desconfiar o rechazar algo

  • Mirar el reloj mientras se habla: Es un
    gesto rudo que revela impaciencia, es algo así como:
    "Acaba de decir lo que tengas pendiente, porque tengo otras
    cosas por hacer".

  • Un tono de voz demasiado alto: Sugiere
    una personalidad agresiva o impetuosa, capaz de actuar con
    violencia en cualquier momento determinado.

  • Pisadas repetidas en el suelo, mientras
    se está estático: Sugiere nerviosismo,
    impaciencia, intranquilidad. Se está acumulando
    tensión, y es posible que estos sentimientos
    reprimidos estallen en algún momento.

  • Si una mujer estrecha un objeto contra
    su pecho (los libros, un regalo, o cosas parecidas.):
    Manifiesta un instinto maternal desarrollado que espera
    satisfacción. También es un gesto que puede
    sugerir determinado complejo físico, se
    avergüenza del tamaño de sus senos (por grandes o
    pequeños); teme una provocación física
    (porque se considera vulnerable), ésta siendo su
    manera de protegerse.

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No me mires…

¿Qué dicen nuestros
brazos?

  • Si los cruzamos sobre el pecho: Es una
    postura defensiva y protectiva, ya hemos dicho

  • Subir los brazos por encima de la
    cabeza es una señal sin temor a equivocarnos, de
    bienestar y de relajación

  • Brazos por encima de la cabeza y manos
    entrecruzadas en la nuca: Es una posición de
    superioridad, de dominio y de seguridad

  • Si se estiran las piernas y se apoyan
    en el escritorio, se demuestra una actitud muy prepotente e
    insegura

  • Brazos apoyados en las caderas:
    transmite una actitud de arrogancia y de superioridad, a
    veces, fingida.

¿Qué dicen nuestros
cabellos?

  • La configuración de las entradas
    o la calvicie, producto de un exceso de testosterona, genera
    un carácter especial, conductas más agresivas,
    con más impulsividad, y falta de reflexión en
    las respuestas

  • ¿Cabello largo y
    corto?

  • Pelo largo: serenidad, tranquilidad,
    equilibrio

  • Saque usted sus propias conclusiones
    sobre el cabello corto. ¿Se ha puesto a analizar los
    perros de ataque? Ellos llevan el pelo corto, para que no se
    les enreden, ni se queden amarrados en ninguna parte, esto
    muchas veces se evidencia de igual forma en las
    personas.

¿Cómo nos delatan nuestras
piernas?

  • Si la persona se sienta con las dos
    piernas unidas paralela una a la otra: denota una
    personalidad cuidadosa, ordenada, equilibrada,
    compulsiva

Si el individuo cruza la pierna en
ángulo de 90 grados, al nivel de la rodilla: es ambicioso,
competitivo y, en ocasión, grosero (ésta
posición es poco común o deseable, entre las
mujeres).

  • La mujer que se sienta en la
    posición anterior, o con las piernas abiertas: revela
    independencia, un concepto muy definido de su imagen; aunque
    masculina y agresiva para lograr sus
    propósitos

Cuando se cruza una pierna sobre la otra al
nivel de la rodilla, pero se tuercen una de las dos: se trata de
una persona perfeccionista, aunque insegura y ansiosa

  • El hombre que se sienta con una pierna
    sobre la otra (apuntando hacia al suelo): manifiesta una
    personalidad balanceada, una actitud pasiva ante situaciones
    que se le puedan presentar en la vida, las cuales resuelve
    sólo después de un análisis
    meticuloso

  • Si la persona se sienta sobre una
    pierna (esconde la otra): sugiere una personalidad
    conformista, a quien no le es siempre fácil tomar
    decisiones.

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Te va gustar… ¿A
mí?

Si nos encontramos de pie:

  • Piernas muy juntas y postura erguida:
    Es una posición que denota rigidez y tensión.
    La persona que se encuentra así está
    incomodísima en esa situación

  • Piernas ligeramente separadas: persona
    relajada y tranquila, segura y confiada. Es una postura que
    revela comodidad y naturalidad

  • Piernas muy abiertas: a medida que las
    piernas se van separando, empieza a haber una cierta carga de
    agresividad, además de ser una mala postura para las
    mujeres.

¿Manos?

  • En párrafos anteriores
    comentamos que el tapar la boca con la mano, es un indicio
    que descubre al mentiroso; ya que es un gesto inconsciente
    que hace acallar la falsedad que sale por la boca

  • Frotarse o juguetear con la oreja:
    denota una falta de atención o de interés en lo
    que se está diciendo

  • Apoyar la cabeza sobre la mano:
    Aburrimiento y falta de interés.

  • Apoyar la barbilla sobre el
    puño: Inseguridad

  • Mordisquear el dedo anular o
    índice mientras se apoya la cabeza en la palma de la
    mano: Inseguridad

  • Frotarse las manos: Es una manera de
    reflejar que intuimos el éxito, algo que, a veces, no
    es bueno revelarlo al adversario

  • Cruzar las manos por delante con los
    dedos entrecruzados: es una actitud que refleja
    frustración o desengaño

  • Manos agarradas hacia la espalda:
    Furia, ira, frustración y aprensión.

  • Comer en público con las manos,
    burdamente, reduce la atracción femenina.

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Así comen y así lucen las
disoréxicas

Consejo: en todo momento, mantenga sus
manos visibles. Ocultarlas debajo de las piernas, o detrás
de un bolso o chaqueta, sugiere timidez, falsedad, temor e
inseguridad.

Al sentarse, mantenga los brazos sobre sus
piernas o sobre los lados de la butaca o sillón. Esta es
una posición neutra que expresa muy poco de lo que usted
está realmente pensando. De nuevo, ofrezca el
mínimo de información a quienes compiten con usted
de cualquier manera.

Tenga, siempre, cuidado con las manos,
ellas lo revelan todo.

¿Cómo nos comportamos con los
gestos con nuestra pareja?

Si los miembros de una pareja apenas se
miran o se tocan: la relación es fría: es posible
que existan serias diferencias emocionales entre
ambos.

Una pareja, cuyos miembros constantemente
están estableciendo contacto físico entre sí
revela el poco interés que uno siente por el otro. Lo
hacen para impartir que se aman, cuando no… En parejas con
relaciones sólidas, sus miembros se sientan de modo
natural, se comportan con espontaneidad, ya que nada les importa,
porque están seguros de sus sentimientos
mutuos.

Los cónyuges que se tocan
constantemente en público, expresando "amor": es una
manera de comunicar precisamente la inseguridad que
amenaza esa relación débil en muchos
puntos.

La mujer que no usa sostenes y revela su
busto debajo de la ropa: es posible que adopte esta costumbre sin
preocuparse mayormente del lenguaje silente que su cuerpo
está proyectando a otros. Pero sí debe estar
consciente de que su mensaje silente es interpretado por los
hombres a su alrededor como una provocación sexual ("estoy
disponible", "este es el premio que puedo darte si me
conquistas", "ven y toca"), sobre todo en nuestra cultura latina.
La misma interpretación se aplica a los hombres que usan
sus pantalones demasiado ceñidos sugiriendo el área
de los genitales.

Si el hombre toca el área de los
genitales: es un gesto común en muchas culturas. Equivale
a una reafirmación de una masculinidad de la que no
siempre se está seguro: "(creo que) soy hombre y lo puedo
demostrar en cualquier momento". Generalmente, cuando es tiempo
de demostrarlo, escapan.

¿Al
caminar qué decimos?

La persona que camina muy aprisa: sugiere
una personalidad dinámica, inquieta, ansiosa por cumplir
las metas que se traza en un tiempo determinado. No le gusta
hacer esfuerzos en vano.

Si el individuo camina con pasos
vacilantes, y no mantiene una dirección recta al caminar:
denota una personalidad igualmente vacilante, errática,
insegura, tímida, cansada por los embates recibidos en la
vida. Es característica de las personas
enfermas.

Más
Lenguaje no verbal

Cuando se provoca la atención por la
ropa y la forma en que uno se viste, no sólo se proyecta
una personalidad exhibicionista, sino que se demuestra un
carácter rebelde, independiente, muchas veces
desconsiderado ("no me importa lo que puedas pensar de mí,
porque en el fondo no me interesas").

"Jugar" con un lápiz o un objeto
cualquiera (los espejuelos, una moneda, el encendedor, un
pañuelo, las llaves, cortarse o limar las uñas),
mientras se escucha a una persona: Es evidente que lo que la
persona está diciendo provoca nerviosismo, inquietud,
ansiedad o indiferencia. Como no sabemos qué
reacción pueden provocar nuestros sentimientos reprimidos,
preferimos "controlarlos" al jugar con un objeto determinado.
Esta misma interpretación se aplica a los garabatos que
hacemos mientras hablamos por teléfono, o mientras
esperamos que nos llegue el turno de expresar nuestra
opinión en una confrontación personal y
directa.

Si un empleado, del mismo sexo, se aproxima
bastante a su jefe (aunque sin violar su espacio vital):
Está mostrando su solidaridad con los conceptos de su
superior y respeto por la autoridad que ejerce — hay que tener
cuidado cuando se estima la amplitud del espacio
vital.

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Conquístame…

Por el contrario, si cruza las piernas o
los brazos mientras habla con él, o si se mantiene en
tensión, está revelando el nerviosismo que lo
embarga ante la posibilidad de que el jefe pueda detectar sus
verdaderos pensamientos ("estás equivocado, no comparto tu
opinión ", "tengo que complacerte porque eres el jefe,
pero… ya verás los resultados"); el terror que provoca
en él (una expresión de temor).

Si un jefe convoca una reunión y
comienza a hablar inmediatamente sobre el tema que motiva la
reunión: sugiere que existe un grado de tensión
alto. La "comunicación" en estas situaciones es casi
imposible de lograr, porque este tipo de actitud
didáctica, paternalista o de reproche casi siempre provoca
rechazo en los demás. Mientras más demore la
exposición que haga el individuo con autoridad a sus
subalternos, menor es la posibilidad de que estos expresen su
opinión y se establezca un verdadero diálogo. En el
fondo, aunque no lo reconozcan, todos están intimidados en
mayor o menor grado por la autoridad que deben
aceptar.

Mientras una persona con autoridad habla,
lo más probable es que evitemos establecer un contacto
visual directo con ese individuo. Esta manifestación del
lenguaje del cuerpo no significa respeto, sino "dame tiempo para
considerar si voy a estar de acuerdo contigo, o no".

Los estudiantes que se sientan en los
primeros asientos de un aula: Revelan receptividad a lo que les
explica el maestro. Sus intenciones genuinas son las de aprender,
participar activamente en los trabajos sugeridos por el profesor.
No tienen nada que ocultar, y por eso se "muestran" de cuerpo
entero.

Aquellos estudiantes que se esconden al
final del aula, no tienen el mismo grado de interés por
aprender lo que el profesor pueda enseñarles.

Los que hacen preguntas necias, para
exhibir los conocimientos propios, aunque modestos, lo hacen para
engrandecerse demostrando problemas con figuras en
autoridad.

La persona que se mantiene siempre en una
posición vertical: Muestra seguridad en sí misma,
no tiene nada que esconder y por ello esta lista para responder
ante algún "ataque" que le puedan hacer.

La persona que se encoge: Ha sufrido
demasiado (emocionalmente, sobre todo), y en general está
vencida por la vida. Es un gesto similar al "hombros
caídos".

En un lugar público, mantenernos
lejos de otras personas: Sugiere falta de independencia, un
carácter básicamente introvertido, una personalidad
posiblemente tímida y reprimida.

Silbar mientras se camina por un lugar
solitario: No, no estamos llamando la atención, estamos
simplemente haciendo un ajuste psicológico por el temor
que sentimos de recibir cualquier tipo de agresión
inesperada.

Hacer una ligera reverencia al estrechar la
mano de una persona, o al despedirnos: No es señal de
sumisión, como algunos interpretan, sino de
consideración y cortesía. Generalmente esta
reverencia se hace ante damas, personas mayores o de autoridad
reconocida.

El entrecejo fruncido nos revela mucho
sobre aquél con quien dialogamos. Es típico de los
pensadores preocupados o de los malhumorados
apretados.

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Ni lo intentes…

Hay gente que puede hacer gestos no
sólo con el seño sino con la frente, la nariz y
hasta con las orejas. Lo más común es que los
gestos queden marcados en esas líneas de expresión
que delatan su repetición constante: líneas en la
frente, en los pómulos, alrededor de los labios y en la
zona de los párpados, donde encontramos las tan
denominadas "patas de gallo". La comisura de los labios
también nos delata. Los labios caídos son
típicos de la gente deprimida o depresiva que no
ríe casi nunca.

En cambio las patas de gallo se asocian a
las personas que siempre sonríen. La sonrisa es el
componente de mayor poder en la gramática del rostro. Se
ha comprobado que facilita las negociaciones, predispone al otro
a escuchar con más facilidad, nos aproxima afectivamente a
los demás, rompe el hielo entre los desconocidos, en fin,
abre puertas y ventanas para quienes la usan con naturalidad y
frecuencia.

Para quienes son vendedores, halagar la
esposa del comprador en su ropa, pelo, apariencias, color de su
vestido en armonía con sus ojos, etc. Es de buen gusto. No
lo es comentar que lo que usa esa persona proviene de Lord
& Taylor
. Pero más efectivo es sonreír,
mirarla con apreciación y expresar, después de un
silencio breve: "no puedo ocultarlo, usted luce muy atractiva con
ese peinado".

¿Cómo darle el valor que se
merece al lenguaje no verbal?

Una buena parte tiene que ver con el tono
de voz, el modo en que hablamos, la forma en que empleamos el
timbre, volumen, ritmo y cadencia. No hay que ser un buen locutor
para hacer adecuado uso de nuestra voz.

Lo primero que debemos lograr es
concentrarnos en el tono, que debe ser agradable y grato a los
oídos de los demás. La amabilidad, la
cortesía, las buenas maneras se expresan en el tono que
empleamos al dirigirnos a los otros. Los tonos irónico y
sarcástico, frío y distante, despectivo y
denigrante, no hacen más que decirles a nuestro receptor
que no lo aceptamos como interlocutor válido. Por eso, de
nada sirve pretender utilizar palabras como "gracias" o "por
favor" si el tono que las acompaña es altivo o
desagradable.

Es importante emplear el tono más
adecuado en el entorno social, aquel que va a tono con el estilo
de la organización en la que trabajamos. Hay empresas en
las cuales el estilo de relaciones humanas predominante impone un
tono informal, alegre y amistoso. Otras en la que el tono debe
ser más serio, formal y protocolar. Pero nuestra
adaptación no puede sentirse forzada o fingida. Lo
fundamental es ser nosotros mismos y demostrar la mayor
sinceridad a través de nuestro tono de voz.

En
resumen

Para finalizar con nuestro tema de lenguaje
de los gestos, vale la pena tener presente que todos estos
expresiones son manipulables por terceros, que hay personas que
se dedican a estudiarlos y las usan a su favor. Si somos
conscientes de que todas estas prácticas de la
manipulación de la voluntad por medio del lenguaje del
cuerpo se utilizan con tanta frecuencia, podemos evitar que las
mismas nos sean aplicadas con el propósito de controlar
nuestras decisiones y dictar nuestras actividades. Así que
empléenlas con discreción y traten de no
ruborizarse.

Continuamos en esta lección con otra
que a ésta se relaciona

Las apariencias
engañan
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Dr.
Félix E. F. LaroccaLos humanos somos seres complejos,
polimorfos, con
actitudes, emociones y comportamientos poco
coherentes entre sí, si no abiertamente
contradictorios.

Llegamos a estar enamorados de dos personas
a la vez, a odiar y apreciar al mismo tiempo a un mismo
individuo, a prodigar auténticas ceremonias de
hipocresía con nuestra pareja, amigos, compañeros
de trabajo o familiares. Cada día pensamos una cosa y
hacemos otro bien distinta; unas veces actuamos así por no
hacer daño a los demás, otras por pura
conveniencia, por comodidad… Vamos modelando nuestra manera de
ser en función de lo que los demás esperan de
nosotros. Pero las cosas no suceden así por casualidad. Al
cabo de los años, vivimos circunstancias en que es
más sensato y conveniente "maquillar" nuestro
comportamiento, adecuarlo al contexto, ocultar nuestros
verdaderos sentimientos, moderarnos en nuestras respuestas o
amordazar nuestra espontaneidad en aras de una supuesta
convivencia armoniosa — en otras, palabras nos volvemos
manipuladores e hipócritas.

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Lo peligroso de este juego, el de las
apariencias, el de los secretos y mentiras, es que muchos
naufragan en él. Entonces, sobreviene el vacío:
"¿quién soy en realidad?". Este fracaso, este
desencuentro con uno mismo, puede deberse tanto a la
pérdida (u olvido) de la propia identidad personal (de
puro jugar, se olvida uno de lo real, lo que queda tras la
representación), como al desconcierto y el temor que nos
asolan ante las situaciones difíciles. Lo que no debe de
parecernos extraño, porque las reglas, muy sutiles, no
están escritas, y las experiencias ajenas
difícilmente sirven. Estas representaciones actuadas,
asumidas con naturalidad por casi todos, no serán
perjudiciales si mantenemos la cabeza fría y sabemos
distinguir lo que pensamos, lo que hacemos y lo que, en
definitiva, somos de verdad. Conocer a fondo el juego de
las apariencias puede resultar entretenido y muy instructivo,
además de que aprenderemos mucho sobre el género
humano, y sobre nosotros mismos.

Pero, no olvidemos que es juego sin reglas
y que es también, juego peligroso.

Cumplir con lo previsto

Crear nuestra imagen y consolidarla ante el
exterior y ante nosotros forma parte del aprendizaje para la
vida. A medida que crece la competitividad, lo hacen las
comparaciones; de ahí la trascendencia de que cumplamos
con el prototipo que entendemos se nos ha asignado. La duda surge
cuando nos preguntamos si mi imagen exterior y mi comportamiento,
son, exactamente, los que los se esperan en mí. O,
aún peor, cuando nos interrogamos si cumplimos nuestras
propias expectativas, si nos gustamos realmente. A fuerza de
creer que si no soy ese alguien que los demás "exigen" no
seré nada, no me querrán o no me aceptarán,
puedo interiorizar esa imagen–modelo, y acabar
comportándome sin discernir si quien así
actúa soy yo o mi proyección ficticia.

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Es como si mi yo y mi réplica se
entremezclasen de continuo consiguiendo una fusión. La
trampa radica en que, al final, esa mezcolanza me resulte ajena,
no sepa quién soy y, aún peor, qué quiero
ser yo. O que la imagen que los demás se han hecho de
mí (con mi colaboración y consentimiento) sea tan
distinta de lo que soy en realidad que surjan esos contrastes que
pueden sumirnos en las dudas, o propiciar alguna crisis de
identidad. La imagen que he fabricado me protege de mi yo
auténtico y me impide el encuentro con él,
obligándome a vivir constantemente desde el sentir
ajeno.

Mi comportamiento, en suma, llega a no
depender de lo que quiero, siento o pienso, sino de lo que creo
que en cada situación se espera de mí. Una manera
de actuar que en lugar de regirse por el "yo así lo
entiendo y así obro", se guía por el "quedar a la
altura de las circunstancias", de las expectativas que hemos
alimentado en los demás. El qué hacer queda
supeditado a lo que intuyo que es "lo que ellos creen que debo
hacer".

De ese modo, caemos en el engaño
psicológico de adoptar a fondo el sentido de la
Personalidad Mimética con todas sus
complicaciones.

Limitamos la percepción de
nosotros

Conceder demasiada importancia a la imagen,
a cómo nos verán los demás, socava la
autoestima y propicia miedos e inseguridad, además de
incidir (muy negativamente) en la pérdida de referencias
sobre uno mismo. A todos nos aísla del mundo, puesto que
tan sólo permitimos que se nos conozca desde una
perspectiva, la única que proyectamos hacia los
demás cuando nos relacionamos. Muchas parejas, tras
convivir durante décadas, descubren que no se conocen en
lo mínimo, o en lo íntimo, aunque sepan al dedillo
las manías y costumbres malas del otro. Para proyectar
nuestro verdadero yo, tenemos que conocernos (no es fácil,
porque requiere la introspección y formular preguntas, a
veces complicadas, a las que hay que responder sinceramente),
atendernos, evaluarnos y apreciarnos. Entonces, desde ese punto
de partida, relacionarnos con los demás.

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Ahora bien, ser yo no significa ignorar las
reglas sociales que cada espacio y grupo de personas requiere.
Sin dejar de ser yo, no me mostraré de la misma forma
cuando solicito un trabajo, hago el amor con mi pareja, la
compra, o ceno con amigos. Sin arrinconar la conciencia de
quién soy, adoptaré las maneras que entiendo
convenientes; pero siendo y sintiéndome artífice de
mi vida. La mejor fórmula para que me quieran es
queriéndome yo como lo que soy: una persona
auténtica, íntegra y real.

Ser y aparentar
lo que somos…

Cómo encontrarnos mejor, desde
nosotros mismos:

  • Atendiendo preferentemente a
    nuestros sentimientos, gustos y raciocinios (es
    necesario conocernos bien). Prestando sólo
    atención limitada a las expectativas de los
    demás.

  • Recordando que el derecho de
    vivir según pensamos y sentimos, también
    ampara a quienes nos rodean.

  • No juzgándonos a cada
    momento, sino reflexionando con cariño y
    espíritu crítico sobre nuestras
    decisiones.

  • Practicando la
    autoafirmación. Somos únicos, e
    irrepetibles. No hemos de copiar planteamientos ni
    criterios ajenos. Los nuestros son válidos,
    mientras no se nos demuestre lo contrario.

  • Teniendo claro que cada
    decisión corresponde a un "aquí y ahora"
    y que podemos cambiar de opinión, y de manera de
    actuar.

  • Aceptándonos,
    queriéndonos y gustándonos tal cual
    somos. Asumiendo nuestras contradicciones e intentando
    mejorar cada día.

  • Siendo cada uno nuestro mejor
    amigo, para poder llegar a ser un auténtico
    amigo de los demás. De quienes nos aprecien por
    cómo somos en realidad.

En resumen

Muchos se jactan de ser como las
circunstancias requieren de una manera mimética y sin
sentido moral. Mienten, manipulan y seducen sin reparar en que
engañan — a todos y a aún ellos
mismos.

Haciéndolo así se niegan a
conocerse a sí mismos, relegándose a permanecer
mediocres, merecedores de poca confianza, e infelices.

Para crecer y ser felices, tenemos que
evitar enterrar nuestras cabezas en el suelo de la
indiferencia.

Bibliografía

Se suministra por solicitud.

 

 

Autor:

Dr. Félix E. F.
Larocca

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