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Modelo de evaluación de calidad del proceso formativo en la educación superior



Partes: 1, 2

  1. Resumen
  2. Introducción
  3. Desarrollo
  4. Concepto de
    Evaluación
  5. Concepto de
    Evaluación Institucional. (Martínez,
    2000)
  6. Conclusiones
  7. Referencias

Resumen

Se hace una revisión de los conceptos de Calidad,
Evaluación, Evaluación Institucional y
Autoevaluación en base a los criterios de diferentes
autores de todo el mundo. Profundizamos en el enfoque de la
Evaluación como proceso emprendido con el fin de servir de
guía para la toma de decisiones, solucionar los problemas
detectados y promover el mejoramiento de la calidad del proceso
formativo. Insistimos en que el proceso de evaluación debe
ser primero de carácter interno, realizando un proceso de
Autoevaluación Institucional adaptado a los
propósitos de la institución y al mismo tiempo de
carácter externo, a realizarse por un grupo colegiado de
expertos.

Palabras clave: calidad, evaluación,
evaluación institucional,
autoevaluación.

SEARCH OF A STUDENT'S FORMATIVE PROCESS QUALITY
EVALUATION MODEL FOR HIGHER EDUCATION
UNIVERSALIZATION.

ABSTRACT

A revision of Quality, Evaluation, Institutional
Evaluation and Auto evaluation concepts was made based on the
approaches of different authors from all over the world. We
deepened in the focus of the Evaluation like process undertaken
with the purpose of serving as guide for the taking of decisions,
to solve the detected problems and to promote the improvement of
the formative process quality. We insisted in that the evaluation
process should be first of internal character, carrying out a of
Institutional Auto evaluation process adapted to the purposes of
the institution and at the same time of external character, to be
carried out for a collegiate group of experts.

Key words: quality, evaluation, institutional
evaluation, auto evaluation.

Introducción

La educación es uno de los mayores logros
alcanzados en los últimos 45 años en la
República de Cuba. El constante perfeccionamiento de la
educación es una preocupación y ocupación
sistemática de directivos, especialistas, investigadores y
maestros. Los éxitos alcanzados hasta hoy imponen nuevos
desafíos entre los que se encuentra la meta de lograr una
cultura general integral para todo el pueblo. En ese contexto se
encuentra la extensión de los estudios universitarios a
todo el país.

En la Reforma Universitaria propuesta en Cuba a partir
de 1962 se planteaba que en el Sistema Nacional de
Educación, corresponde a la Universidad suministrar la
enseñanza superior a sus alumnos y extenderla en lo
posible, a todo el pueblo. Le incumben además, las tareas
de realizar la investigación científica general y
difundir los conocimientos y la cultura. En consecuencia
será obligación de la universidad formar
profesionales de nivel superior en el número y calidad que
demanden las necesidades de la nación, organizar y
difundir los estudios de la ciencia y las humanidades, realizar
investigaciones científicas, desarrollar el
espíritu de investigación en los universitarios y
colaborar con los instituciones científicas y organismos
técnicos extra universitarios; completar la
formación cultural, moral, política y corporal de
los estudiantes, de modo que constituyan ciudadanos de las
más altas cualidades, dispuestos a servir siempre a la
Patria y a la Humanidad con eficiencia, desinterés y
abnegación; contribuir a elevar, mediante actividades de
extensión universitaria, el nivel cultural del pueblo
cubano y fomentar el intercambio científico y cultural
entre Cuba y los demás países del mundo"

El modelo de gestión de las Sedes Universitarias
Municipales como un componente más de nuestro Ministerio
de Educación Superior se encuentra en pleno auge y
requiere de consolidación y perfeccionamiento. En este
ambiente trabajar por el perfeccionamiento de la
evaluación de la calidad del proceso formativo del
estudiante en la Educación Superior puede ser la respuesta
más oportuna al reclamo de extender esta iniciativa con
todas sus potencialidades y con el máximo de
efectividad.

Desarrollo

La definición de calidad de Juran (1979, 35) la
expone como "…características de un producto que se
corresponden con las necesidades de los clientes, la ausencia de
fallas en ellos…" e incluye además "…la
declaración de satisfacción sobre el producto que
dan los mismos".

El concepto de calidad, aunque algunos autores
argumentan que carece de tradición en el lenguaje
pedagógico, se ha convertido hoy, según Yzaguire
(2001), en el eje para abordar la problemática educativa y
consiste en un denominador acerca de aquello que en su
desarrollo, resulta ser bueno, mejor que otros, y
volviéndose un concepto dinámico. La calidad de los
servicios educativos se practica y comprueba
evaluándola.

En el ámbito empresarial la calidad es un concepto que
ha variado con el tiempo y se entiende como la obtención
de la máxima producción a bajo costo,
concepción a la que se agrega posteriormente la idea de
que representa una parte de la estrategia competitiva y supone
formas de organización íntimamente ligadas al
control. Se demanda que sea cuantificable y medible y se aplican
técnicas cuantitativas a la producción de distinto
tipo. La producción académica se incluye en el
rango de los procesos contemplados. (Glazman, 2002)

En la literatura económica y en el campo de las
políticas públicas ha adquirido creciente
importancia el tema de la calidad de la educación. Ello ha
estado asociado, también, a un creciente interés
por cuantificar los resultados del proceso educativo, por
utilizar en forma eficiente los significativos recursos que los
países destinan a la educación y por introducir
sistemas de incentivos que permitan motivar a los distintos
agentes a mejorar la calidad del sistema educativo. (Mizala y
Romaguera, 2002)

Definimos la calidad de la Educación en la
siguiente forma: "La enseñanza es de calidad en la medida
en que se logran los objetivos previstos y estos son adecuados a
las necesidades de la Sociedad y de los individuos que se
benefician de ella". (González –Tirados,
1998)

Esta definición plantea dos problemas al evaluar
o controlar la calidad de la enseñanza. El primero es
averiguar en qué medida los objetivos formativos previstos
interpretan adecuadamente las necesidades de la Sociedad e
individuos a los que la Universidad trata de servir, de acuerdo
con su propia misión, objetivos y medios. El segundo es
valorar en qué forma la estrategia educativa establecida
para lograr esos objetivos (medios, métodos, sistema de
control de resultados) asegura su logro y con qué eficacia
y eficiencia lo hace.

La calidad educativa se puede resumir en una serie de
elementos con los cuales es preciso cuente la institución
educativa como ente particular y como parte importante de un
sistema educativo estatal y nacional. Es el conjunto de los
procesos que, de manera natural, efectúan y que repercuten
en los resultados de los alumnos, tangibles a través de
sus evaluaciones académicas, así como el hecho de
una accesible incorporación al siguiente ciclo escolar o
al siguiente nivel académico. Estos elementos son de
carácter meramente administrativo, considerando que los
procesos académicos son apoyados por la calidad, desde una
perspectiva de organización escolar.

El concepto de Garantía de Calidad, definida como
"Conjunto de estrategias y actividades que tienen por fin
salvaguardar, mantener y promover la calidad de los servicios que
se prestan" (Donabedian, 1980) se ha ido implementando, con las
debidas adecuaciones y modificaciones, en diversos países,
en las instituciones de educación superior, desde hace
aproximadamente más de 20 años.

En estudios que se han desarrollado en los diferentes
países en América Latina, (OPS/OMS, 1998; OPS/OMS
1999; OPS/OMS 1999a) sobre las diferentes maneras de poner en
práctica la garantía de la calidad en las
instituciones de Educación Superior, se observa que se ha
escogido, avanzado e implementado como estrategias principales
las de: evaluación, el licenciamiento, la
acreditación en el ámbito institucional y la
certificación y re-certificación en el
ámbito de individual.

Ruelas y Frenk (1989) dicen que Gestión de
calidad "es un proceso sistemático de cubrir la brecha
entre el desempeño real y los resultados ideales
esperados, de acuerdo con el conjunto de límites
tecnológicos en cualquier sistema en particular".
Según Diprete et al. (1992) "es el conjunto de actividades
que se llevan a cabo para fijar normas, vigilar y mejorar el
desempeño, de tal manera que los resultados obtenidos sean
los más eficaces y seguros posibles."

La Gestión de calidad se fundamenta en los
siguientes principios (Berwick, 1991):

  • El trabajo productivo se alcanza a través de
    la sumatoria de los procesos.

  • La comprensión de la variabilidad de los
    procesos de trabajo es clave para mejorar la
    calidad.

  • La principal fuente de los defectos de la calidad
    son los problemas en el proceso de trabajo.

  • Las relaciones estrechas entre los proveedores y los
    clientes, y entre los clientes internos que trabajan en los
    procesos y los clientes externos son absolutamente necesarias
    para una gestión de calidad basada en la
    satisfacción del usuario.

La calidad de la oferta docente de las instituciones de
Educación Superior, más que un simple
discurso, en la actualidad se convierte en un imperativo. No
es suficiente hablar de calidad institucional y calidad en la
docencia, se requiere dar muestra objetiva de dicha calidad.
La responsabilidad social que tienen las universidades exige a
estas evidenciar  su calidad, dar cuenta de la calidad de su
aporte a la sociedad. Es en este marco en donde la
autoevaluación con fines de mejoramiento y
acreditación resulta ser un  instrumento útil
de medición y manifestación de dicha
calidad.

 En esta búsqueda de la calidad se
entrelazan los conceptos de evaluación y
autoevaluación como instrumentos que, a la vez que miden
la calidad de acuerdo a como se le haya definido en cada
institución, trazan el camino para el mejoramiento
institucional. En este caso se ubica la autoevaluación
como fase de un proceso mayor de evaluación externa que
culmina con la acreditación de las asignaturas, carreras e
instituciones.

Es de amplia aceptación que contar con mejores
niveles de calidad es una prioridad y normalmente entendemos que
calidad es brindar un servicio que satisface las necesidades
de  los actores que requieren dicho servicio. En la
docencia, esto se traduce en  estudiantes satisfechos de
cursar una carrera en la Universidad, que no se retiran de la
misma antes de concluirla, egresados ubicados en el mercado
laboral trabajando en campos relacionados con su
formación  y empleadores satisfechos con el
desempeño de estos egresados.

En general en los servicios de apoyo, consideramos que
se trabaja con niveles de calidad superiores cuando brindamos
respuestas efectivas, oportunas y el usuario se considera
satisfecho con el servicio y atención recibida. Para la
investigación y extensión la calidad esta
relacionada normalmente con los resultados de  proyectos,
medidos a través del éxito de sus publicaciones
científicas (cantidad de publicaciones y prestigio de la
revista). No obstante por la proyección social de la
Universidad como institución, se tiene en cuenta que la
calidad en la investigación y la extensión
universitaria se da también en términos del aporte
que se brinda en la solución de problemas prácticos
de los diferentes sectores sociales.

Según Serrano (1977) en general los autores hacen
referencia a dos grandes aspectos de las dimensiones de calidad:
aquellas características al interior de las instituciones
de educación superior y aquellas condiciones que tienen
que ver con las relaciones de las instituciones de
educación superior con su contexto.

Las dimensiones referidas a la relación de las
instituciones con el contexto y a su compromiso social
son:

  • Pertinencia y relevancia social de los procesos
    universitarios

  • Satisfacción de los usuarios o
    clientes

  • Satisfacción de los estudiantes

  • Relevancia profesional

  • Eficacia del proceso formativo expresada como
    competencias de los egresados.

  • Eficiencia del proceso de formación, en
    relación con los recursos recibidos.

  • Satisfacción de los clientes internos,
    alumnos, personal docente y directivos.

  • Satisfacción de las instituciones, empresas y
    de la sociedad.

Algunas dimensiones al interior de las instituciones
tienen que ver con:

  • Excelencia en el saber especializado.

  • Organización e infraestructura de la
    institución.

  • Disponibilidad de recursos.

  • Condiciones de excelencia de los subprocesos:
    decisión política, planeación,
    programación, ejecución y monitoreo,
    evaluación y retroalimentación.

  • Seguridad y comodidades en el proceso de
    formación.

Competencia del personal docente, técnico,
gerencial y administrativo.

  • Logro de resultados como el alcance de los
    objetivos, economía en la producción,
    eficiencia en el gasto.

La calidad es, en sí misma, un concepto integral
y multidimensional. Tiene muchas facetas que son consideradas con
mayor o menor importancia dependiendo de la óptica de cada
uno de los actores que intervienen en los procesos de
aprendizaje, investigación y cooperación
técnica. Tienen, en fin, mucha influencia también
en la consideración de estas dimensiones, las
características y condiciones de los contextos en los
cuales se insertan los procesos evaluados.

Concepto de
Evaluación

Se entiende por Evaluación un proceso
participativo, sistemático y ordenado que se inicia en el
momento del diagnóstico y que se da de manera paralela a
la planeación y ejecución de un proyecto. Va
acompañado de un sistema de recolección y
análisis de información que retroalimente los
procesos de toma de decisiones, incremente los conocimientos
sobre los temas del proyecto y facilite la recuperación
permanente de la memoria del mismo y su sistematización.
En consecuencia, se concibe a la evaluación como un medio
para el aprendizaje, la retroalimentación permanente y la
cualificación de los procesos de toma de
decisiones.

Evaluar, según Pérez y García
(1989.23) "…es un acto de valorar una realidad, que forma
parte de un proceso cuyos momentos previos son los de
fijación de características de la realidad a
valorar, y de recogida de información sobre las mismas, y
cuyas etapas posteriores son la información y la toma de
decisiones en función del juicio emitido". Como se
observa, la evaluación, según este autor, es un
proceso continuo de la evaluación educativa en el que se
identifican tres etapas o momentos y que son: obtención o
recogida de información, valoración de esta
información mediante la formulación de juicios, y
toma o adopción de decisiones.

Hay numerosas formas de mirar a la evaluación,
derivadas de las conceptualizaciones que se tienen de ella.
Varios son los autores que tratan el tema y muchos de ellos
establecen la postura de que la evaluación debe estar
asociada a la idea de valoración. Así Pérez
Juste y Martínez Aragón (1992), Stuffebeam (1993),
Barbier (1993) o, House (1994), entre otros, miran a la
evaluación como la valoración de algo o el
establecimiento del valor o mérito de algo en una realidad
determinada. Ardoino (1996) la ve como una "actitud
filosófica basada en la cuestión del
valor".

Para Barbier (1993) la evaluación es "un acto
deliberado y socialmente organizado dirigido a la
producción de un juicio de valor" agregando más
adelante, "la evaluación se manifiesta social e
históricamente, como un conjunto de actos, de
prácticas, de formas variadas pero dirigidas todas a la
producción de juicios de valor". Y para Sancho (1990) la
evaluación es "la emisión de un juicio sobre el
valor de algo proyectado o realizado por algún individuo o
grupo y presupone un proceso de recogida de información
sistemática y relevante que garantice la "calidad" del
juicio formulado".

Como ya lo han dicho muchos especialistas, la
evaluación es una tarea de emisión de juicios de
valor en torno a un programa, un sujeto o un proyecto, en este
caso, educativo. Si alguien está tratando de
enseñar, de aprender, de difundir o de producir
conocimiento, lo anterior debe someterse a juicios de valor en
cuanto al acierto, la eficacia, la calidad, etcétera, de
lo que se está haciendo. Existen múltiples
teorías, manifestaciones y formas de evaluación
educativa. Muchas maneras de evaluar están ligadas a los
objetivos, dicho en otros términos, para algunos la
evaluación implica una revisión de lo que se ha
logrado y de cómo se ha logrado esto, en relación
con lo que se había pretendido hacer. (Glazman,
2001)

Todos estos autores y muchos otros conceptualizan a la
evaluación como un proceso de conocimiento, de
análisis, de interpretación, de explicación
de tipo valorativa. Es decir no sólo se describe la
situación, o se diagnostica, sino que se producen juicios
críticos sobre los distintos aspectos y situaciones
evaluadas. Si bien la evaluación no habilita para dar un
juicio categórico y global sobre la calidad del objeto de
evaluación, da elementos para expresar juicios
críticos sobre distintos aspectos evaluados. Juicios de
valor orientados por los criterios fijados por la propia
institución que guíen el proceso de
evaluación y las recomendaciones de acción
futuras.

La evaluación es esencial a la educación,
es inherente a la misma en cuanto es concebida como
problematización, cuestionamiento y reflexión sobre
las acciones que se llevan a cabo en el proceso de
enseñanza- aprendizaje. Evaluar es interpretar la
adecuación de un conjunto de información que se
obtiene en el desarrollo de las prácticas y un conjunto de
criterios adecuados a un objetivo fijado, con el fin de tomar una
decisión pedagógica.

La tarea de evaluar se puede concebir desde distintos
paradigmas y actuar de acuerdo ellos, lo cual también
tiene una coherencia y una continuidad con la concepción
de educación que tengamos. (Sardiña,
2002)

Paradigma cuantitativo: la evaluación es
neutral, objetiva, se interesa por la eficiencia y se
evalúan los productos obtenidos.

• Paradigma cualitativo: se interesa por comprender
que está sucediendo y que significado tiene esto para los
distintos actores involucrados, con el fin de evaluar procesos y
productos.

• Paradigma crítico: la evaluación
recoge información acerca del proceso que se esta dando
pero además genera diálogo y
autorreflexión.

Para Valle (2002) la evaluación consiste en un
proceso sistemático y metódico mediante el cual se
recopila información cuantitativa y cualitativa sobre un
objeto determinado con el fin de juzgar su mérito, valor o
significado. En el campo de la educación el objeto que se
evalúa puede ser una institución, un programa
académico, los individuos que intervienen en el proceso
educativo, procesos como la enseñanza, la
investigación o la gestión
académico-administrativa o resultados.

Si consideramos los tres ejes fundamentales donde se
sustenta el proceso educativo (ingreso-permanencia-egreso) la
evaluación se concibe como un medio esencial para conocer
la relevancia social de las metas institucionales que se
plantean, el grado de avance académico con respecto a las
mismas, así como la eficacia, el impacto y eficiencia de
las líneas de acción que se realizan para
alcanzarlas. La evaluación se identifica como un proceso
que conduce a la emisión de juicios de valor sobre el
estado que guardan las instituciones de enseñanza
superior, así como el impacto social que
producen.

Según Anónimo (2003) la evaluación
de las Instituciones de Educación Superior debe atender a
un sinnúmero de elementos que son todos importantes en la
pretendida obtención de la calidad educativa. De esta
manera, el proceso evaluativo de la calidad en una
Institución de Educación Superior tendrá que
ser un proceso muy amplio que deberá abarcar evaluaciones
tanto de carácter interno como externo. La mejor forma de
evaluación de las Instituciones de Educación
Superior será de carácter interno, realizando la
Autoevaluación Institucional que mejor se adapte a sus
propósitos y al mismo tiempo de carácter externo, a
realizarse por un grupo colegiado de expertos en
educación, administración y evaluación de la
calidad.

En este contexto, dentro de la Universidad hay que dar
seguimiento al proceso utilizado para alcanzar los productos
educativos de manera periódica y sistemática,
teniendo como base la misión y visión, con marcos
de referencia de pares. Un verdadero trabajo de evaluación
de una institución no debe circunscribirse al
análisis de su trabajo interno, sino a investigar en
qué medida ésta favorece y responde a las
necesidades presentes y futuras de la economía y de la
sociedad; y cómo ayuda a la búsqueda de avance
económico y progreso social.

Stufflebeam y Shinkfield (1993) y House
(1994).visualizan a la evaluación como un proceso mediante
el cual se proporcionan informaciones útiles para la toma
de decisiones", avanzando más adelante hacía una
definición que enmarca su modelo de evaluación: "La
evaluación es el proceso de identificar, obtener y
proporcionar información útil y descriptiva acerca
del valor y el mérito de las metas, la
planificación, la realización y el impacto de un
objetivo determinado, con el fin de servir de guía para la
toma de decisiones, solucionar los problemas de responsabilidad y
promover la comprensión de los fenómenos
implicados".

House (1994) también afirma que la
evaluación es orientadora para tomar decisiones y rescata
el "enfoque de la decisión" sosteniendo "que la
evaluación ha de estructurarse a partir de las decisiones
reales que haya que tomar".

De lo dicho anteriormente se podría desprender
una concepción de evaluación como el proceso que
sirve por un lado para conocer y valorar algo a partir de las
estimaciones, apreciaciones, interpretaciones y explicaciones
necesarias y por otro, para favorecer y orientar la toma de
decisiones y producir innovaciones que representen mejoras en la
realidad encontrada. Expresado de otro modo, la evaluación
institucional es el proceso por medio del cual se realiza una
valoración de la realidad estudiada, basada en un
análisis e interpretación de la información
significativa, proveniente de campos cuantitativos o
cualitativos, a fin de producir un cambio favorable en la
institución.

Es decir evaluar una institución es, según
Navarro (1998), desarrollar una estrategia teórica y
metodológica que permita analizar científicamente,
desde un marco de referencia sobre la institución y sobre
la evaluación, lo que hace esa institución y como
lo hace a fin de obtener evidencias fundadas que permitan la
construcción individual y colectiva de juicios valorativos
que lleven al cambio, la transformación y la
mejora.

Tejedor y Blanco (1997) expresan en tal sentido que "La
evaluación institucional plantea y analiza la
relación existente entre los objetivos deseados, los
medios de los que se dispone para alcanzarlos y los resultados
que definitivamente se han obtenido. El objetivo esencial de la
evaluación institucional es la mejora de la
institución evaluada".

Díaz (1997) afirma que "no es posible llevar a
cabo una evaluación orientada hacia la mejora que no parta
de un análisis minucioso de todos los factores implicados
en la organización, funcionamiento y resultados de las
instituciones ya que de lo contrario las propuestas de mejora
podrían considerarse como descontextualizadas". De igual
modo, también "es impensable que un proceso evaluativo se
establezca únicamente para rendir cuentas y no genere
procesos de toma de decisiones que impliquen propuestas de mejora
de las instituciones".

Díaz (1997) manifiesta "como condición
inexcusable que sean los miembros de un centro quienes decidan
establecer un proceso evaluativo como estrategia para incidir
sobre la calidad de los procesos y resultados" y afirma que "la
responsabilidad, la iniciativa y la ejecución de la tarea
evaluativa debe recaer sobre la propia institución. Son
los propios miembros de una institución quienes deben
tomar conciencia de que necesitan mejorar su organización
y proponer las medidas adecuadas para ello"

Cualquiera que sea la intencionalidad, toda
evaluación debería estar enmarcada en las cuatro
condiciones principales que Stufflebeam y Shinkfield (1993)
destacan de las Normas del Joint Committee:

  • Ser útil (detectar lo importante, lo bueno y
    malo, virtudes, defectos y soluciones para
    mejorar).

  • Ser factible (emplear procedimientos fáciles
    de usar y dirigidos de un modo eficiente).

  • Ser ética (asegurar la cooperación, la
    honradez y la protección de los derechos).

  • Ser exacta (describir con claridad, in influencias y
    dar conclusiones válidas y fidedignas).

Según Santos (1993) "… para que la
evaluación produzca mejora no debe ser vivida como una
amenaza, como un juicio, como una intromisión, más
bien debería ser entendida como una ayuda, como un medio
de perfeccionamiento…" "…las malas experiencias
ponen en guardia a los profesionales. De ahí la necesidad
de extremar los cuidados, de cuidar los principios éticos
y de mantener una actitud de respeto hacia las personas en el
proceso de evaluación…"

En el mismo sentido Barbier (1993) afirma que pareciera
que en torno a la idea de evaluación se hubiese construido
un espacio ideológico, estructurado por dos polos: un polo
negativo organizado alrededor de las ideas de represión,
de selección , de sanción, de control, y un polo
positivo organizado alrededor de las ideas de progreso, de
cambio, de adaptación, de racionalización. Para
gran número de autores y prácticos, el problema
consiste en minimizar el primer tipo de función y
maximizar el segundo, con el pro-pósito de hacer de la
evaluación una nueva práctica al servicio del
sujeto en formación.

Se advierte pues la importancia de generar ciertas
condiciones que atenúen o ataquen las debilidades o eviten
ciertas situaciones que pueden llevar al fracaso. Entre ellas se
puede mencionar la importancia de lograr un claro apoyo
político al proceso de autoevaluación; de
desmitificar el carácter sancionador y punitivo del
proceso en función de una nueva consideración en
términos de herramienta para conocer, comprender,
interpretar y mejorar procesos y procedimientos institucionales;
de rescatar la necesidad de evaluar sobre todo en contextos
complejos y de recursos escasos como una forma de racionalizar y
apoyar sobre bases científicas la toma de decisiones; y de
demostrar la conveniencia de que la experiencia sea efectuada
primero por los propios actores, que fijan sus objetivos, sus
criterios, sus metodologías y explicitan su contexto y en
segundo término sea valorada por expertos ajenos a la
institución. En definitiva de lo que se trata es de tomar
las decisiones desde adentro de la institución y no
impuestas desde afuera de ella. Todo lo cual, como dice
Díaz (1996) "genera confianza sobre el proceso y aporta
credibilidad a los resultados".

En el plano institucional la evaluación, con sus
componentes de auto-evaluación y de evaluación
externa por pares o por otras instituciones estatales, se basa en
la presunción de que se podrían mejorar los
indicadores de calidad y de productividad en las universidades,
mediante la utilización de la inspección de calidad
en momentos definidos y al final de los procesos. Si bien avanza
sobre la identificación de áreas deficitarias que
necesitan mejoramiento, no resulta, en una fuerza necesaria y
suficiente para la remoción de barreras y
destrucción de obstáculos para garantizar el
mejoramiento de la calidad. (Serrano, 1977)

En el proceso de construcción de una
definición de evaluación que resulte más
comprensiva es posible enumerar una serie de
características que siempre están presenten en un
proceso de evaluación y que sin duda amplían el
horizonte de su aplicación.

En primer lugar se puede afirmar según Elola y
Toranzos (2000) que toda evaluación es un proceso que
genera información y en este sentido siempre implica un
esfuerzo sistemático de aproximación sucesiva al
objeto de evaluación. Pero esta información no es
casual o accesoria sino que la información que se produce
a través de la evaluación genera conocimiento de
carácter retroalimentador, es decir significa o representa
un incremento progresivo de conocimiento sobre el objeto
evaluado. Desde esta perspectiva la evaluación permite
poner de manifiesto aspectos o procesos que de otra manera
permanecen ocultos, posibilita una aproximación en forma
más precisa a la naturaleza de ciertos procesos, las
formas de organización de los mismos, los efectos, las
consecuencias, los elementos que intervienen, etc.

En síntesis es posible afirmar que en todo
proceso de evaluación reconocemos la presencia de ciertos
componentes:

1. Búsqueda de indicios: ya sea a través
de la observación o de ciertas formas de medición
se obtiene información, esa información constituyen
los indicios visibles de aquellos procesos o elementos más
complejos que son objeto de nuestra evaluación. En este
sentido siempre hay que tener presente que toda acción de
evaluación finalmente se lleva a cabo sobre un conjunto de
indicios que se seleccionan de modo no caprichoso sino
sistemático y planificado, pero no por ello dejan de ser
indicios. Por ejemplo la indagación sobre la
adquisición de determinadas competencias por parte de un
grupo de alumno requiere de la búsqueda de indicios, de
pistas que nos permitan estimar la presencia o ausencia de dichas
competencias.

2. Forma de registro y análisis: a través
de un conjunto variado de instrumentos se registran estos
indicios, este conjunto de información que
permitirá llevar a cabo la tarea de evaluación. En
este sentido resulta positivo recurrir a la mayor variedad
posible de instrumentos y técnicas de análisis con
carácter complementario ya que en todos los casos se
cuentan con ventajas y desventajas en el proceso de registro y
análisis de la información.

3. Criterios: un componente central en toda
acción de evaluación es la presencia de criterios,
es decir de elementos a partir de los cuales se puede establecer
la comparación respecto del objeto de evaluación o
algunas de sus características. Este es uno de los
elementos de más dificultosa construcción
metodológica y a la vez más objetable en los
procesos de evaluación. Por una parte se corre el riesgo
que se planteaba inicialmente de reducir toda la
evaluación a una acción de carácter
normativo en el cual solo se intenta establecer el grado de
satisfacción o insatisfacción de determinadas
normas. Por otra parte se puede caer en la tentación de
eludir la búsqueda o construcción de criterios con
lo cual toda acción de evaluación resulta
estéril ya que solo es posible hacer una
descripción más o menos completa del objeto de
estudio pero no resulta factible realizar un análisis
comparativo. La mayor discusión en materia de
evaluación se platea alrededor de la legitimidad de los
criterios adoptados en una determinada acción evaluativa,
es decir quién y cómo se definen estos criterios.
Esto se incrementa teniendo en cuenta lo que se planteaba
inicialmente de la débil cultura evaluativa de nuestra
práctica pedagógica.

4. Juicio de valor: íntimamente vinculado con el
anterior pero constituyendo el componente distintivo de todo
proceso de evaluación se encuentra la acción de
juzgar, de emitir o formular juicios de valor, este es el
elemento que diferencia la evaluación de una
descripción detallada, o de una propuesta de
investigación que no necesariamente debe contar con un
juicio de valor. Este es un elemento central de toda
acción evaluativa y el que articula y otorga sentido a los
componentes definidos anteriormente por lo que tanto la
búsqueda de indicios, las diferentes formas de registro y
análisis y la construcción de criterios
estarán orientadas hacia la formulación de juicios
de valor.

5. Toma de decisiones: por último la toma de
decisiones es un componente inherente al proceso de
evaluación y que lo diferencia de otro tipo de
indagación sistemática. Las acciones evaluativas
cobran sentido en tanto son soporte para la toma de decisiones.
Este es un elemento que adquiere importancia central y no siempre
es tenido en cuenta por quienes llevan a cabo los procesos de
evaluación y/o quienes lo demandan. Volver la mirada sobre
el componente de toma decisión significa reconocer que
toda acción de evaluación es una forma de
intervención que trae aparejada la toma de decisiones en
algún sentido, aún cuando la decisión sea la
inacción y por lo tanto los procesos o fenómenos
objetos de evaluación sufren algún tipo de
modificación como consecuencia de las acciones de
evaluación. Por ello se vuelve imprescindible tener
presente con anterioridad cuáles son él/los
propósitos o finalidades que se persiguen con la
evaluación propuesta.

Concepto de
Evaluación Institucional. (Martínez,
2000)

Son muchas las connotaciones para este término,
aceptemos de primera mano que la evaluación institucional
es instrumento de gran potencia que permite el desarrollo de la
institución y el fortalecimiento de los procesos de
calidad al interior de la Institución y permite detectar
aspectos consolidados en la Institución y aspectos en
desarrollo y proporcionar información para reorientar la
acción.

La calidad y contundencia de la evaluación
institucional se deriva de la forma como la institución
concibe y desarrolla la evaluación institucional y estas
concepciones dan cuenta de la forma en que se obtiene la
información, los procesos de participación, los
niveles de reflexión y la forma de tomar las decisiones,
entre otras cosas.

¿Qué se evalúa? Considerando que la
evaluación institucional constituye una dimensión
inherente a la naturaleza de la institución, en forma
general se evalúa: las funciones docentes, investigativas,
de gestión y planeación propias de la
institución.

En forma más particular se evalúan: los
aprendizajes, los ambientes de aprendizaje, el currículo,
el plan de estudios, la forma de evaluación, los
métodos de enseñanza, la organización, el
desarrollo institucional. Las condiciones infraestructurales y de
dotación, las relaciones entre los diferentes sujetos de
la educación, el impacto sobre la comunidad educativa, la
producción de materiales educativos, los egresados, las
relaciones con otros sectores, entre otros aspectos.

¿Por qué es necesario hacer la
evaluación institucional?

Una posible aproximación a esta pregunta se
relaciona con las potencialidades de la evaluación. En
efecto, se hace necesario adelantar de manera conciente,
sistemática, permanente articulada y coherente con el
Proceso de Evaluación Institucional, por cuanto los
procesos de evaluación permean las dinámicas
institucionales en su totalidad y permiten el desarrollo y avance
de la institución.

En esa dirección, si se logra configurar la
evaluación institucional como un sistema y componente del
Proceso de Evaluación Institucional, puede configurarse
como un proceso colectivo y participativo de construcción
de sentido hacia la transformación del ser y el quehacer
institucional. Por ello la evaluación institucional
implica la transformación de las perspectivas y visiones
del imaginario institucional.

¿Para que sirve la evaluación
institucional?

Nuevamente esta pregunta orienta la reflexión en
concordancia con los imaginarios construidos en el Proceso de
Evaluación Institucional. Algunas justificaciones pueden
acentuar el énfasis en la exigencia legal y otras pueden
tenerlo como un medio para el desarrollo institucional. No
obstante lo anterior, es posible plantear algunos elementos que
ameritan ser tenidos en cuenta frente a la pregunta del para
qué de la evaluación institucional.

La evaluación institucional es un medio
para:

  • Indagar sobre el avance en las metas y objetivos
    propuestos por la institución.

  • Lograr aproximaciones a los factores que han
    movilizado el avance en las metas y objetivos.

  • Configurar de manera cercana la capacidad real y
    potencial de de la institución.

  • Obtener y utilizar información confiable a
    partir de la cual reorientar las acciones.

  • Prever y anticiparse para actuar frente a posibles
    factores de riesgo.

  • Ofrecer información confiable a la comunidad
    educativa y a las autoridades como una forma de dar cuenta
    sobre la responsabilidad social frente al servicio publico
    ofrecido por la institución.

  • Elaborar proyectos de inversión a corto,
    mediano y largo plazo.

  • Proyectar el servicio educativo ofrecido acorde con
    la demanda y las exigencias de la sociedad actual.

¿Cómo hacer la evaluación
institucional?

Bajo el entendido que la evaluación institucional
es a la vez un proceso mediante el cual se logra la
cualificación de la institución y un instrumento
para acceder a información de buena calidad que permite
orientar la acción, resulta importante aceptar por lo
menos dos formas para realizarla:

  • En forma no estructurada, es decir, como una
    acción derivada de la cotidianidad de la
    institución. Son fuentes para esta alternativa de
    indagación sobre el diario vivir de la
    institución elementos tales como: las apreciaciones de
    la comunidad educativa, el ambiente institucional, las formas
    de relación entre los sujetos, las observaciones
    libres que se realizan en el diario vivir de la
    institución y que son registradas la mayoría de
    las veces con el propósito de seguimiento y control,
    las formas de comunicación entre los diferentes grupos
    que conforman la comunidad educativa. Tal forma de acceder a
    información puede ser considerada como no intencionada
    y de poco impacto global, es decir se hace como parte de una
    rutina institucional y generalmente los propósitos no
    se hacen explícitos.

  • En forma estructurada, es decir intencionada y
    dirigida a la reorientación de acciones. Se pretende
    fundamentalmente con esta forma de acceso a la
    información de la institución, comprender la
    situación en la que se encuentra e indagar sobre los
    aspectos positivos y negativos que inciden en el desarrollo
    del Proyecto Educativo institucional.

El propósito en este caso es de tipo reflexivo e
investigativo y desde esta perspectiva las fuentes con la cuales
cuenta la institución para reflexión e
indagación, son variadas y no necesariamente construidas
por la institución.

Características y principios a tenerse en cuenta
para la evaluación, particularmente para la
evaluación institucional, algunas de los cuales son
considerados como claves en los procesos de acreditación
institucional:

  • Transparencia: Capacidad de la institución
    para explicitar las condiciones internas de operación
    y sus resultados, en concordancia con la realidad.

  • Coherencia: Relación entre lo que se plantea
    que es la organización (proyecto educativo) y lo que
    efectivamente realiza.

  • Universalidad: Hace referencia a la universalidad
    del conocimiento que fundamenta la acción
    académica, en la docencia, la investigación y
    la proyección social.

  • Integridad: Manera como la Institución asume
    los valores universales relativos al conocimiento, al
    servicio educativo de la educación y al cumplimiento
    de sus objetivos.

  • Responsabilidad: Capacidad para asumir de manera
    responsable el proceso educativo y dar respuesta a las
    exigencias de una institución que ofrece
    educación para la población de jóvenes y
    adultos.

  • Partes: 1, 2

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