Reflexiones sobre educación y juventud actual –
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Reflexiones sobre educación y
juventud actual
Cuando tenía 17 años tome la
decisión más importante de mi vida: estudiar
Psicología. Fue una decisión difícil pues
eso implicaba alejarme de mi familia y de la ciudad donde
vivía, ya que no había en ese entonces escuelas de
psicología en mi lugar de residencia y la Facultad de
Psicología que elegí para estudiar en base a la
información que obtuve en aquel momento de que era la
mejor escuela de Psicología en el país, estaba a
más de 3,000 kilómetros, es decir, es decir, para
mí estudiar implicó viajar del noroeste al sureste
de México, de Sonora a Veracruz, atravesar México
de punta a punta.
Cuarenta años después, echando una mirada
retrospectiva, me congratulo de haberlo hecho al verme a
mí mismo realizando un trabajo para el que estudié
y que me brinda la mayor de las satisfacciones. Tengo 28
años de antigüedad trabajando como maestro de tiempo
completo en el Departamento de Psicología y
Comunicación de la Universidad de Sonora, casi tres
décadas formando psicólogos.
Sin embargo, esta sensación de logro y regocijo
se ve afectada por el hecho de ver que el mío es un caso
aislado, ya que observo que actualmente una gran cantidad de
egresados de las universidades no ejercen su profesión por
diversos motivos. Sucede el triste caso de que ellos y nosotros
sus maestros invertimos cuatro o más años para
prepararlos de tal forma que se incorporen sin dificultad al
mercado laboral ejerciendo su profesión y así
obtener un futuro mejor para sus vidas, lamentablemente, esto no
es así. Veo entonces que soy una de las pocas personas que
tienen un trabajo que proporciona satisfacción el
realizarlo.
A lo largo de 28 ininterrumpidos años de
docencia, he contribuido a la formación de miles de
estudiantes de Psicología y veo con gran pesar que un gran
porcentaje de ellos no ejerce actualmente esta disciplina, ya que
laboran realizando diversos oficios para nada relacionados con lo
que estudiaron. Son realmente un número limitado los casos
de exalumnos míos que veo que trabajan realizando
funciones relacionadas con lo que estudiaron.
Aumenta mi malestar al ver que no es un problema de una
disciplina o una universidad, ya que se observa lo mismo en
diversas profesiones a nivel nacional, lo cual me lleva a la
triste conclusión de que estamos ante un grave problema
social, que afecta a estudiantes, egresados, a sus familias y a
la sociedad en su conjunto, sobre todo si consideramos que en
México hay una población de más de 113
millones de habitantes, de los cuales, tan solo un número
aproximado al millón y medio realiza estudios en
universidades.
La gran mayoría de jóvenes mexicanos no
puede realizar estudios universitarios, por diversos motivos,
económicos, familiares, de distancia, etc. Del reducido
porcentaje de jóvenes que ingresa a las universidades, un
buen número de ellos se queda en el camino por motivos de
deserción, decepción académica, problemas
económicos, familiares, etc., y de los pocos que llegan a
terminar la carrera, un buen porcentaje de ellos no logra
encontrar un trabajo afín a lo que
estudió.
Los estudiantes llegan a las universidades con la
ilusión de formarse como profesionistas, incorporarse al
mercado de trabajo ocupando un puesto relacionado con su
preparación profesional y tener así un proyecto de
vida laboral y personal que contemple la realización de
sus sueños, expectativas y deseos. La sociedad por su
lado, espera contar con profesionistas calificados que les ayuden
con sus servicios especializados a resolver los problemas de
diversa índole que enfrenta durante su existencia, esperan
de los profesionistas obtener un apoyo que les permita lograr un
bienestar integral y un desarrollo social óptimo. Sin
embargo, esto no sucede en todos los casos.
¿Cuáles son las causas de este desperdicio
de tiempo, energía, esfuerzos y dinero que afecta a
generaciones completas de jóvenes, a universidades, a
organizaciones formales del trabajo y a la sociedad
entera?
Por principio de cuentas podría mencionar la
existencia de fallas en el proceso de orientación
vocacional de la juventud actual, situación que tiene su
origen en el aprendizaje obtenido en las instituciones educativas
del nivel básico y medio superior. Varias universidades
incluyen en su proceso de selección de estudiantes la
aplicación de exámenes psicométricos y de
orientación vocacional a los alumnos de nuevo ingreso, lo
cual es muy loable. Lo lamentable es que los resultados de esa
evaluación no llega a los interesados ya que se queda
archivada en su expediente (al cual no tienen acceso) y si llegan
a conocer sus resultados, se les presenta años
después de estar estudiando la carrera que uno
eligió. Al menos ese fue mi caso en la Universidad
Veracruzana y veo la misma situación en la Universidad de
Sonora.
Se pierde con esta omisión la oportunidad de
retroalimentar las ilusiones y expectativas de jóvenes que
están intentando construir su vida y poder mejorar su
desempeño académico. Tomemos en cuenta que miles de
jóvenes deciden estudiar una carrera sin estar realmente
convencidos de qué es lo que desean, sin tener una idea
clara de que les gustaría hacer en el futuro, toman una
decisión relevante para sus vidas influenciados por los
demás (familia, amigos, conocidos, etc.), pero no por
estar realmente convencidos de lo que hacen.
Al paso de algún tiempo, varios de ellos se dan
cuenta de que lo que están estudiando no es lo que
realmente les gusta, y deciden cambiar de escuela después
de haber invertido tiempo en cursar algunos semestres en la
escuela "que ya no les gusta". En el peor de los casos,
continúan estudiando hasta terminar la carrera, pero al
salir de la universidad, no trabajan en labores relacionadas con
su profesión.
Por otro lado, enfrentamos el problema que las
generaciones actuales padecen de la ausencia de hábitos de
lectura desde la infancia, lo que les dificulta tener un
desempeño adecuado como estudiantes universitarios,
recordemos que para estudiar se requiere leer y muchos
estudiantes no lo hacen, solo cuando se presentan exámenes
recurren a una lectura rápida de los materiales vistos en
clase, limitándose con ello al aprendizaje de memoria.
Generaciones enteras de estudiantes se han habituado al
aprendizaje pasivo, sin contemplar que en el futuro
lamentarán no haber aprendido lo suficiente.
Por otra parte, es importante señalar que la
dinámica de cambios sociales que vivimos actualmente han
propiciado la incorporación de la mujer al aparato
productivo, lo cual trajo como consecuencia que los padres pasen
menos tiempo con sus hijos y estos dediquen mayor cantidad de
tiempo frente al televisor o con videojuegos. Los medios masivos
de difusión y las redes sociales, tienden a aumentar su
influencia en el proceso de socialización actual, llegando
a competir con la familia, que aún sigue como la primer
instancia socializante.
Las estadísticas señalan que México
es un país en el cual el promedio de lectura por habitante
no rebasa los dos libros al año. Si los padres no muestran
en sus comportamientos, el hábito de la lectura de libros
y no estimulan en sus hijos tal hábito, el resultado es
que la lectura es un hábito que tiende a disminuir
considerablemente en las jóvenes generaciones ya que los
niños y jóvenes prefieren ver películas a
leer libros. Muchos jóvenes perciben la lectura de libros
como una actividad aburrida y por tanto, no la disfrutan. Es
importante entonces que los adultos estimulemos la lectura de
libros desde la infancia, para que pueda desarrollarse como un
hábito permanente.
No puede dejar de mencionarse como otro factor que
influye en el problema que ocupa nuestra atención, que las
universidades como organizaciones formales muestran fallas en el
proceso de selección y contratación de profesores,
ya que se observa que algunos de ellos dejan mucho que desear en
su desempeño como docentes y juegan una parte importante
en el problema que estamos tocando. La excelencia
académica puede no alcanzarse porque los docentes
presentan algunas de las siguientes
características:
a) Falta de dominio de técnicas
didácticas, para eficientar el proceso de
enseñanza-aprendizaje en el aula.b) Falta de conocimiento de una teoría
de grupos que les permita conocer las dinámicas
grupales más efectivas para propiciar el aprendizaje
grupal e individual, así como el conocimiento de la
dinámica de grupos como un conjunto de procesos de
interacción social.c) Una concepción deformada del
aprendizaje al percibirlo como solo una transmisión de
información y conocimientos, que lleva a la
construcción de la creencia de que "el mejor maestro
es el que habla durante toda la hora de clase".d) La tendencia que se observa en las
universidades a no crear nuevas plazas de tiempo completo
para profesores y contratar maestros de horas sueltas, es
otro factor que influye en la medida de que un buen numero de
profesores de horas sueltas, tienen como única fuente
de trabajo las universidades para las que laboran. Como sus
ingresos son insuficientes para sus necesidades, tienden a
llenarse de carga docente aceptando dar un número alto
de horas clase para percibir lo suficiente para cubrir sus
necesidades. El resultado es que vemos profesores no
capacitados para las materias que imparten, por lo cual
improvisan y con ello afectan la calidad de la
educación.
Todo esto genera una decepción gradual en un
sector de estudiantes al grado de que algunos optan por cambiar
de carrera, abandonar los estudios o incurrir en la
simulación. En algunos casos, algunos profesores intentan
compensar sus deficiencias obsequiando altas calificaciones a sus
alumnos para que éstos no le exijan un mejor rendimiento y
sin que realmente se haya producido un aprendizaje efectivo, por
lo cual podemos ver que algunos alumnos terminan sus carreras con
altos promedios pero con muy bajos niveles de aprendizaje
real.
Todo lo anterior llega a producir el fenómeno de
la simulación en las universidades, el cual es compartido
tanto por estudiantes, profesores y las mismas autoridades
administrativas. Los alumnos hacen como que estudian, los
profesores hacen como que enseñan y las autoridades
administrativas se hacen de la vista gorda, afirmando tener una
excelencia académica, y logran tener certificaciones
académicas de instituciones evaluadoras, manejando como
bandera principal el alto promedio de calificaciones obtenidas
por sus alumnos.
Con todo ello, es evidente que el proceso de
socialización y formación por el que atraviesan los
estudiantes universitarios, presenta graves fallas, cuyos
perjudicados serán los propios estudiantes que no
tendrán las competencias, conocimientos y habilidades para
incorporarse al mercado de trabajo, los padres de estos
estudiantes que invirtieron recursos para su formación
profesional y ven con desencanto que sus hijos no encuentran
trabajo o laboran en algo no relacionado con lo que estudiaron y
mas allá la sociedad entera que se ve perjudicada por este
fraude social ya que los grandes problemas que padece no son
resueltos.
Es importante mencionar en este punto que a pesar de lo
anterior, hay excelentes maestros universitarios que laboran en
estas condiciones adversas, así como alumnos responsables
y comprometidos que realmente estudian para prepararse como
profesionistas. Lamentablemente, son una minoría en ambos
sectores.
Una vez que los estudiantes egresan de la universidad,
enfrentan un problema mayor que es el desempleo que se incrementa
considerablemente, contradiciendo en los hechos las cifras
oficiales de las autoridades gubernamentales que hacen cuentas
alegres.
A los recién egresados de las universidades se
les dificulta obtener un puesto de trabajo relacionado con su
profesión, porque se les exige una experiencia que no
tienen (precisamente por haber estado estudiando) por lo cual,
presionados por la situación económica, deciden
aceptar trabajos que no están relacionados con lo que
estudiaron, o sueldos bajos, condiciones de trabajo
difíciles y ausencia de derechos laborales.
Por si fuera poco, además de lo anterior la
juventud mexicana actual enfrenta los efectos de la reciente
Reforma laboral que se implementó en México gracias
al PRI y al PAN (y al parecer se intenta hacer lo mismo en otros
países), a través de la cual se elimina la
estabilidad en el empleo para las nuevas generaciones de
trabajadores y reduce considerablemente sus derechos,
prestaciones e ingresos.
La misma fue aprobada al vapor sin escuchar las voces de
miles de mexicanos que se manifestaron en contra de la misma. Los
partidos políticos traicionaron a quienes dicen
representar, ya que legislaron al vapor e hicieron oídos
sordos a la petición de revisar detenidamente las
implicaciones sociales de esta nueva reforma laboral.
Como resultado de todo ello, tenemos un aumento de la
llamada generación de jóvenes nini, que ni
estudian, ni trabajan, que no han alcanzado la independencia
económica, continúan viviendo con sus padres, que
se encuentran en pleno ocio y que por ello están en grave
riesgo de ser reclutados por la delincuencia organizada o de
incurrir en conductas delictivas.
¿Qué podría hacerse para cambiar
esta situación? Las autoridades de gobierno siempre se
quejan de falta de presupuesto para la implementación de
programas de desarrollo social, sin embargo, si analizamos como
se distribuye el presupuesto federal en lo general, y los
recursos que recibe cada institución federal, estatal o
universidad, veremos que gran parte del presupuesto se destina
para el pago de los sueldos de los altos funcionarios.
Tan solo para mencionar un ejemplo, en la Universidad de
Sonora, el Rector Heriberto Grijalba que se acaba de reelegir por
la junta de Gobierno para otro período de dos años,
percibe un sueldo de $120,000 pesos mensuales.
¿Cuál es la justificación de tan altos
ingresos?
Por otro lado, vemos el desperdicio enorme de recursos
que se hace al destinar grandes cantidades de dinero a
instituciones como el Instituto Federal Electoral y a los
partidos políticos, instituciones que enfrentan una grave
crisis de credibilidad en nuestro país por los actos de
corrupción e impunidad en los que han incurrido, y las
decisiones que han tomado han afectado directamente los intereses
de la mayoría de la población.
Aparte de su sueldo tienen varias prestaciones que
aumentan sus ingresos. Sin embargo, estas dos instituciones se
llevan la gran tajada del pastel presupuestal. En México
tenemos una enorme cantidad de diputados y senadores que perciben
grandes ingresos "por su labor legislativa".
Tenemos también una cúpula de magistrados
que perciben sueldos de escándalo. Cabría
preguntarse cuanto percibe quien ocupa la silla presidencial, que
llegó a la misma gracias al IFE, a los partidos
políticos y a los jueces encargados de impartir justicia
en nuestro país, aún cuando enfrentaba un enorme
rechazo popular.
Si se redujera el número de diputados y senadores
(sobre todo si se eliminan los legisladores plurinominales, es
decir, aquellos diputados y senadores que no fueron electos, pero
que cada partido político tiene derecho a nombrar un
determinado número de legisladores no electos), si se
redujera el sueldo de altos funcionarios del gobierno federal y
de los gobiernos estatales y de las universidades, si se redujera
el presupuesto asignado al IFE y a los partidos políticos,
con el monto ahorrado (que no sería cualquier cosa),
podría invertirse más en educación en todos
los niveles (básica, media y superior), se podrían
construir más y mejores escuelas. Se podrían
implementar más y mejores programas de orientación
vocacional, que ayuden a los jóvenes a tomar decisiones
más acertadas para construir su futuro.
Se podría consolidar la preparación,
formación y actualización de mejores maestros que
atendieran las necesidades de educación de nuestra
sociedad. También se podrían abrir nuevas fuentes
de empleo que ayudarían a resolver los problemas de
subsistencia diaria de millones de mexicanos.
Con tales acciones cambiaría radicalmente el
panorama de la juventud actual y del país entero.
Recordemos que México es un país donde predomina la
desigualdad social con más de 70 millones de mexicanos
vive en condiciones de pobreza. Entonces, tenemos la
descripción de un problema grave y la propuesta de
alternativas de solución. Sólo resta hacer
oír nuestra voz. Por mi parte, me manifiesto porque en la
universidad donde trabajo, mi centro natural de
intervención, la Universidad de Sonora, el Rector y su
equipo de colaboradores, demuestren que realmente son
universitarios y aman a su universidad bajando su sueldo en un
porcentaje considerable, porque es inadmisible que
continúen percibiendo las grandes cantidades que hoy
están disfrutando, mientras un gran porcentaje de
profesores universitarios siguen con el régimen de horas
sueltas, sin poder acceder a un plaza de tiempo
completo.
Autor:
Oscar Yescas
Domínguez