El rescate de Mussolini (Operación Eiche), 1943 –
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El rescate de Mussolini
(Operación Eiche), 1943
En septiembre de 1939, en una decisión que
sólo sorprendió a Hitler ligeramente, Italia se
negó a entrar en la II Guerra Mundial, debido a su falta
de preparación para acciones militares a gran escala en el
continente europeo. El dictador italiano Benito Mussolini hizo,
sin embargo, declaró la guerra a Francia y Gran
Bretaña en junio 1940, después de que Francia
hubiera caído ya prácticamente derrotada frente a
los alemanes. En octubre de 1940, Italia invadió Grecia
desde Albania, país que había ocupado
rápidamente en abril de 1939. Pero tanto el plan de
invasión, mal diseñado y encarado a la
estación invernal, como la inadecuada preparación
del ejército italiano, llevaron a una exitosa defensa por
parte de los griegos, que llegaron a penetrar en territorio
albanés. Aunque Alemania, inicialmente, no tenía
planes de intervención armada en la Península de
los Balcanes, Hitler pensó en matar varios pájaros
de un solo tiro en la primavera de 1941, invadiendo Yugoslavia y
Grecia: por una parte, podría sacar a su aliado italiano
del atolladero griego en que se había metido; por otra,
convertir Yugoslavia y los Balcanes en zona ocupada
serviría para proteger los campos de petróleo de
Rumanía, principal fuente de combustible del Eje;
además, quedaría asegurado el flanco meridional del
despliegue alemán frente a la próxima
campaña contra Rusia, en avanzado estado de
preparación. Finalmente, la Wehrmacht alemana ocupó
Yugoslavia y Grecia, solventando el problema de los italianos,
pero cortando su expansión por el Mediterráneo
oriental.
La guerra de Italia en el norte de África en
1940, que era una prolongación de los conflictos
coloniales iniciados con la Guerra Italo-Turca de 1912 por la
posesión de Libia, la enfrentó con Gran
Bretaña, militarmente asentada en Egipto y muy pendiente
de proteger el Canal de Suez. Los planes de invasión del
Egipto británico desde la Libia italiana no salieron, ni
mucho menos, tan bien como Mussolini había esperado. Una
vez más, Alemania tuvo que apoyar con sus propias fuerzas
armadas a las italianas en apuros. De ello se encargaron el
general Erwin Rommel y el Afrika Korps, un contingente acorazado
de gran movilidad. A diferencia de lo ocurrido en Grecia, las
fuerzas del Eje en el Norte de África fueron finalmente
derrotadas por los aliados, reforzados por la presencia
norteamericana a partir de noviembre de 1942 (Operación
Torch, desembarcos norteamericanos en Orán y Casablanca),
y desde allí lanzaron una invasión de Sicilia,
ejecutada a comienzos del verano de 1943. La caída de
Sicilia, relativamente rápida, fue un golpe tan devastador
para la moral italiana, que en julio de aquel año el rey
de Italia, Vittorio Emanuele III, persuadió al Gran
Consejo Fascista y a la cúpula de las fuerzas armadas
italianas de que Italia debía evitar convertirse en campo
de batalla entre Alemania y los angloamericanos asentados en
Sicilia. El principal obstáculo a los planes del rey era
Benito Mussolini, primer ministro con poderes dictatoriales desde
1922, al que obedecían las masas del Partido Fascista, y
que estaba personalmente empeñado en la alianza con
Hitler, y en la continuación de Italia en la II Guerra
Mundial, en el bando del Eje.
El 24 de julio de 1943, el primer ministro italiano
Benito Mussolini fue depuesto y detenido después de una
audiencia con el rey Vittorio Emanuele III. Tres horas
después de su detención, el rey anunció la
orden de cese de Mussolini en la radio. El líder
alemán Adolf Hitler, que se había entrevistado en
persona con Mussolini el 19 de julio anterior, reaccionó
con indignación. El 26 de julio, ordenó que
Mussolini fuese rescatado de su cautiverio y entregado a
Alemania. Para dirigir la misión de rescate fue elegido el
general de los "Fallschirmjäger" (paracaidistas) Kurt
Student, que fue aceptado de inmediato por Hitler: "[Student]
es el hombre adecuado para este tipo de cosas", dijo
Hitler. [1]
El nombre en código del plan de rescate fue
"Operación Eiche" (Roble): Student recibió el
cometido de encontrar y rescatar a Mussolini, y como objetivo
secundario también se le instó a tomar el control
militar de Roma, en caso de que se presentase la oportunidad.
Dispuesto a monopolizar la fama y el prestigio político
que un golpe tan espectacular podía generar, el "SS
Reichsführer" (Jefe del Reich de las SS) Heinrich Himmler
insistió en que tropas de las SS participasen en la
operación, a lo que Hitler accedió. El hombre de
Himmler en la operación fue el hábil e inteligente
coronel Otto Skorzeny, carente de experiencia en acciones
encubiertas, quien prudentemente delegó la iniciativa en
subalternos más preparados que él mismo durante la
fase de planificación de la operación,
manteniéndose en segundo plano respecto de los
planificadores del general Student.
Skorzeny fue llamado a la "Wolfsschanze" ("Guarida del
Lobo", nombre en clave del cuartel general de Hitler) en Prusia
Oriental, durante la planificación de esta
operación, y Hitler le habló apasionadamente sobre
la importancia de rescatar a Mussolini: "Mussolini, mi amigo
y leal camarada de armas, fue depuesto ayer por su rey y detenido
por sus propios compatriotas. No puedo permitirlo, y no voy a
dejar al hijo más grande de Italia en la estacada. Para
mí, el Duce es la encarnación de la antigua
grandeza de Roma. ¡Italia bajo el nuevo gobierno
monárquico nos va a abandonar! Voy a mantener la fe en mi
viejo aliado y querido amigo, que debe ser rescatado
rápidamente, o será entregado a los aliados."
[2] En una reunión posterior con Hitler, Skorzeny
observó lo mucho que Hitler valoraba su amistad con
Mussolini: "Había un tono tan cálido, una
inflexión tan humana en su voz, cuando hablaba de la
lealtad a su amigo italiano, que me conmovió
profundamente", recordó Skorzeny en sus memorias.
[3]
Los esfuerzos iniciales de búsqueda para
localizar a Mussolini no fueron alentadores. La inteligencia
alemana en Italia tenía muy poca información
útil sobre el paradero del ex primer ministro italiano.
Skorzeny, consciente de la apuesta política de Himmler,
envió a sus propios agentes para reunir
información, pero fracasaron igualmente. Según los
rumores que circulaban, y otras fuentes poco fiables, las fuerzas
leales al rey de Italia podrían haber recluido a Mussolini
en lugares tan dispares como Ventotene, la Isla de Elba, Santo
Stefano o La Spezia, así que hubo que desplegar agentes
alemanes a lo largo y ancho de toda Italia para investigar el
paradero del Duce. De hecho, Mussolini había estado entre
el 28 julio y el 7 de agosto confinado en la Isla de Ponza; a
continuación, había sido trasladado a la Isla de La
Maddalena, frente a las costas de Cerdeña. A mediados de
agosto, Skorzeny se enteró de que Mussolini estaba en La
Maddalena por medio de un alemán, el "Hauptmann"
(Capitán) Hunäus, oficial de enlace alemán en
el ejército italiano.
Hunäus informó de que "un preso
especial" era custodiado allí, y Skorzeny
viajó a la isla acompañado de un tal "Leutnant"
(Teniente) Warger, llegando discretamente en un dragaminas
alemán; disfrazado de oficial de bajo rango, Skorzeny
comenzó a recopilar información, directamente sobre
el terreno. Averiguó que un comerciante local suministraba
frutas y verduras diariamente a los militares italianos en un
lugar llamado "Villa Weber", donde los alemanes sospechaban que
estaba retenido Mussolini. Skorzeny lo abordó
disimuladamente, comentando que probablemente habrían
ejecutado a Mussolini, ya que nadie sabía nada de
él desde que fuera cesado por el rey. Según las
memorias de Skorzeny, el tendero se enzarzó en la
conversación llegando a apostar que Mussolini estaba vivo,
porque él lo había visto poco antes, ese mismo
día. [4]
Sin embargo, este golpe de suerte no pudo ser
aprovechado por los alemanes: los italianos trasladaron a
Mussolini al Lago Bracciano, al noroeste de Roma, el 28 de
agosto, antes de que los alemanes pudieran hacer sus primeros
movimientos para secuestrarlo. El 1 de septiembre, apenas tres
días más tarde, Mussolini volvió a ser
trasladado por sus guardianes, llegando al Hotel "Campo
Imperatore" (también conocido como "Il Albergo", El
Refugio) en la cumbre del Monte Gran Sasso, en el interior de los
Montes Apeninos. El 8 de septiembre, los alemanes ya
sabían que Mussolini había sido encarcelado en el
hotel situado en la cima de aquella montaña.
El 8 de septiembre 1943 se hizo pública la
capitulación de Italia frente a las potencias aliadas,
Gran Bretaña y los Estados Unidos. Los planes alemanes
para ocupar Roma, y otras zonas clave para la conservación
del norte y el centro de Italia bajo ocupación, tomaron
brevemente prioridad sobre el rescate de Mussolini, pero no
pasó mucho tiempo antes de que el general Student pudiera
concentrarse de nuevo en la misión de rescate. Éste
temía que, ahora que Italia había cambiado de
bando, Mussolini estuviera a punto de ser entregado a los aliados
occidentales. Urgía pues emprender el rescate,
prácticamente contra el reloj.
Cuando Student obtuvo el 11 de septiembre la
confirmación de que Mussolini estaba efectivamente en "Il
Albergo" del Gran Sasso, ordenó a su jefe de operaciones,
el "Major" (Mayor, grado equivalente al de Comandante) Harald
Mors, que el rescate diese comienzo a las 07.30 horas del
día siguiente, un plazo muy corto para planear la
acción. El Mayor Mors, echando mano de su profesionalidad
y experiencia, trazó un plan para el aterrizaje de doce
planeadores en un pequeño campo abierto cercano al hotel.
A bordo irían tres pelotones de paracaidistas de la
Luftwaffe y un pelotón de las SS. El pequeño
espacio que serviría para aterrizar había sido
localizado mediante fotografías aéreas tomadas el 8
de septiembre. Los paracaidistas iban bien armados con fusiles de
asalto, ametralladoras y granadas, y contaban con médicos
propios por si había que asistir a Mussolini, en caso de
que fuese herido por sus guardianes para evitar su fuga. Las
tropas de las SS, por su parte, iban sólo ligeramente
armadas y tenían mucha menos experiencia que los
paracaidistas en asaltos por sorpresa.
Skorzeny, que puso tanto énfasis en publicitar
sus logros personales como en asegurar el éxito de la
misión, interfirió en la planificación e
insistió en prescindir de varios paracaidistas para
incluir al fotógrafo y reportero Toni Schneiders en el
destacamento de las SS. En sus memorias, Skorzeny afirma que Toni
Schneiders fue incluido en la misión por su adjunto, Karl
Radl, para ocultar su deseo de autopromoción. El general
Student, molesto por la injerencia de Skorzeny, pero confiando en
que sus veteranos podrían cumplir la misión, estuvo
de acuerdo con la sugerencia de Skorzeny, evitando enfrentarse al
protegido de Himmler. [5]
Un segundo componente de la fuerza de rescate, integrado
por una veintena de vehículos de transporte de tropas, fue
preparado para apoderarse del teleférico del Monte Gran
Sasso, única vía de acceso terrestre a la cima de
la montaña y al Hotel Campo Imperatore. A Harald Mors y
Georg Berlepsch, planificadores de Student para la
Operación Eiche, no les cabía en la cabeza que
Skorzeny, sus SS y su personal de propaganda hubieran dejado
fuera de la misión a una veintena de paracaidistas
veteranos, mucho más capaces y necesarios para su
éxito. El general Student, igual de frustrado, pero mucho
más confiado en sus hombres, animó a sus
planificadores tácticos: "[Skorzeny] no tiene
capacidad para interferir, y no participará más que
en calidad de observador", dijo, prometiendo que Skorzeny no
supondría ningún obstáculo cuando comenzase
la misión. [6]
Por parte italiana, cerca de un centenar de Carabinieri
guardaban el edificio del Campo Imperatore en sí, mientras
que otro centenar aproximado custodiaba la estación
terminal al pie del teleférico del Gran Sasso. Para los
alemanes, la combatividad de estos carabinieri suponía una
incógnita, pero sus prejuicios sobre los italianos les
hacían pensar que no plantearían una resistencia
digna de tal nombre; también cabía pensar que no
combatirían de forma decidida, dado que se trataba de
fuerzas de policía, poco seguras de sus órdenes, de
la legitimidad de sus superiores y de la evolución de la
crisis política en curso. [7]
Cuando la operación se inició el 12 de
septiembre 1943, la columna terrestre alemana tomó un
rodeo hacia el Gran Sasso, para evitar posibles obstáculos
dispuestos por las fuerzas italianas leales al rey, que
resistían frente a las tropas alemanas empeñadas en
asegurar la zona de ocupación. La gran columna alemana
llamó la atención del prefecto de la policía
italiana en la localidad de L'Aquila, Rudolfo Biancorosso, que
alertó de su presencia por radio al Inspector General
Giuseppe Gueli, destacado en el Hotel Campo Imperatore. Gueli
bajó a la estación del pie del teleférico
para recibir nuevos informes, más detallados, de
Biancorosso. Después volvió a subir a la cumbre, y
reforzó el cuerpo de guardia en la estación
superior con unos cuarenta hombres adicionales. Sin embargo, no
ordenó a sus oficiales que dieran la alarma, ni
preparó una posible evacuación de Mussolini fuera
del alcance de los alemanes. Tuvo tiempo de ordenar a los
guardias que preparasen un convoy de montaña en
previsión de que los alemanes capturasen las estaciones
del teleférico pero, insistimos, no hizo nada. Alrededor
de las 14.00 horas del 12 de septiembre de 1943, la columna
terrestre alemana llegó a la estación del pie del
teleférico. Un breve tiroteo dispersó a los
carabinieri italianos que la defendían, y a las 14.17
horas los alemanes dieron por radio la señal de
finalización de su misión con
éxito.
Más o menos al mismo tiempo, de acuerdo con las
memorias de Skorzeny, Mussolini se asomó por una ventana
en la parte delantera del Hotel Campo Imperatore, en la cumbre
del Gran Sasso: "¡Aléjese de la ventana!",
le gritó Skorzeny. El segundo al mando de los carabinieri
en el hotel, el Tenente Faiola, se hizo cargo de la
situación e irrumpió en la habitación de
Mussolini -a quien tenía la misión de vigilar
personalmente- dudando de la necesidad de ejecutar al Duce si las
tropas alemanas conseguían entrar en el edificio.
Mussolini, presintiendo el peligro, amenazó a Faiola
asegurándole que si él moría a manos de los
guardias, las tropas alemanas seguramente asesinarían a
toda la fuerza de carabineros presente, como represalia.
[8]
Aunque los paracaidistas de la Luftwaffe ejecutaron el
plan de la misión con mucha mayor eficacia que los
soldados de las SS, fueron Skorzeny y sus hombres los que
llegaron primero a la entrada principal del hotel. Ésta
había sido bloqueada desde el interior por los carabinieri
con muebles, de modo que los hombres de las SS, que no portaban
granadas de mano, no podían entrar; Skorzeny alegó
más adelante que él les había ordenado
evitar cuidadosamente el uso de armas de fuego, con el fin de
asegurar el elemento sorpresa; sea como fuere, los hombres de las
SS no podían entrar en el edificio, detenidos por una
simple barricada improvisada. Al darse cuenta de que algunos de
los guardias italianos situados fuera del edificio, o bien
mostraban una actitud confundida, o bien habían abandonado
las armas por completo, Skorzeny subió por el costado del
edificio y llegó a la habitación de Mussolini desde
el exterior: "¡Duce, el Führer me ha enviado para
rescatarlo!", dijo. "¡Sabía que mi amigo
Adolf Hitler no me abandonaría!", respondió
Mussolini. Eran cerca de 14.15 horas, unos 10 minutos desde que
aterrizara Skorzeny. [9]
Casi al mismo tiempo, la estación inferior del
teleférico caía en manos de la columna alemana de
asalto terrestre. Skorzeny también afirmó haber
observado el aterrizaje de los planeadores nº 6, 7 y 8 a
través de una ventana. Toda la "Operación Eiche" en
el Hotel Campo Imperatore terminó sin dispararse un solo
tiro, lo cual sin duda aseguró la supervivencia de los
carabinieri, poco interesados en representar un papel heroico. El
único disparo realizado en toda la mañana fue
casual e inocuo, hecho cuando un paracaidista apretó el
gatillo de su subfusil por accidente cuando salía de uno
de los planeadores.
A las 15.00 horas, Skorzeny salió del edificio
del hotel dando escolta a Mussolini, en medio de un ambiente
distendido y de alivio general. Los italianos y los alemanes, tal
vez porque habían sido aliados hasta prácticamente
el día anterior, estaban en ese momento en buenos
términos mutuos, una vez más. Al menos una de las
fotografías tomadas por el reportero Toni Schneiders, y
titulada "Carabinieri de la guardia del hotel", los presenta
todavía armados con sus armas reglamentarias, pero posando
tranquilamente con Skorzeny y Mussolini, todos juntos alemanes e
italianos. Fuera de cámara, algunos de los alemanes y los
italianos estaban bebiendo vino juntos, según las memorias
de Skorzeny. El cálculo alemán de que los italianos
no ofrecerían resistencia se cumplió
enteramente.
Mientras Skorzeny se aseguraba de aparecer en un lugar
destacado en las fotografías que iba sacando Schneiders,
Mussolini afirmaba encontrarse un poco molesto por la presencia
de un fotógrafo en esta operación de rescate, que
hacía aparecer todo aquello como un mero
espectáculo. A las 15.15 horas, después de muchas
fotografías, Mussolini y Skorzeny subieron a bordo de una
avioneta Fieseler Storch de la Luftwaffe que había llegado
a las 14.50 horas a las inmediaciones del hotel. Tras un breve
vuelo, ambos hombres llegaron a Pratica di Mare a las 16.15
horas; Mussolini y su "rescatador" fueron transferidos a un
bombardero He 111, y despegaron hacia Alemania vía
Viena.
Mientras tanto, en la cima del Monte Gran Sasso, el
Major Harald Mors ordenó a sus hombres que quemasen los
planeadores para evitar su captura por el enemigo, fuera
éste las fuerzas monárquicas italianas o las
angloamericanas. Hacia las 19.00 horas, alemanes e italianos
habían abandonado de la cima de la montaña
utilizando el teleférico. En la mañana del 13 de
septiembre, la columna motorizada alemana abandonó la
estación inferior del teleférico con todo el
personal alemán involucrado en la
operación.
Después de la entrega de Mussolini a Hitler en
persona, en el cuartel general de éste en Rastenburg el 15
septiembre, Himmler trató de explotar al máximo el
éxito de la Operación Eiche, atribuyendo todo el
mérito a las SS. Hitler aportó su
beneplácito, otorgando a Skorzeny la Cruz de Caballero
("Ritterkreuz") de la Cruz de Hierro (los portadores de la
"Ritterkreuz" eran una élite dentro de los condecorados
con la Cruz de Hierro -en alemán "Eisernes Kreuz"-, una
especie de Orden Especial dentro de los condecorados) por el
éxito de la operación. El Major Harald Mors,
furioso porque Skorzeny acaparase toda la reputación por
el éxito de la operación, a pesar de su torpeza en
el inicio de la misión -que muy bien podría haber
destruido todas las posibilidades de éxito-, se
quejó agriamente ante el general Student. Éste
rápidamente trasladó sus quejas al
"Reichsmarschall" Hermann Göring (más conocido como
Goering), jefe supremo de la Luftwaffe, pero Göring,
siguiendo su fino instinto político, no hizo nada por
reivindicar el auténtico papel de sus paracaidistas.
Skorzeny, finalmente, fue el gran vencedor y beneficiario del
rescate de Mussolini.
NOTAS
[1] R. Forczyk, Rescuing Mussolini: Gran
Sasso 1943. London, Osprey, 2009, p. 15.
[2] O. Skorzeny, La guerra desconocida (mis
memorias secretas). Madrid, Acervo, 1966, p. 65.
[3] Ibidem, p. 72.
[4] Ibid., p. 81.
[5] Sobre las justificaciones de Skorzeny en
torno a la presencia de Toni Schneiders en la misión,
ibid. pp. 92-101; sobre la postura de Student y su
equipo de planificadores (Mors y Berlepsch), R. Forczyk,
op. cit., pp. 22 ss.
[6] V. Talón (dir.) et al., La
II Guerra Mundial, cincuenta años después.
Madrid, Prensa Española (ABC), 1989, vol. 2, p.
156.
[7] Sobre las diversas opiniones, prejuicios y
realidades de la capacidad combativa italiana en la II Guerra
Mundial, tanto desde el punto de vista británico como del
alemán, ver AA.VV. Imágenes de la
guerra. La II Guerra Mundial en imágenes. Madrid,
Rialp, 1988, vol. 3, pp. 381 ss.
[8] Las citas textuales de las frases
pronunciadas durante la misión de rescate son
responsabilidad de Skorzeny, lo mismo que las referencias a la
conversación del Teniente Faiola con Mussolini, que
Skorzeny asegura le relató el propio dictador italiano; v.
O. Skorzeny, op. cit., pp. 94 ss.
[9] Skorzeny pasa de puntillas por el asunto de
la barricada, que sí relata Forczyk (op.
cit., p. 27); nuevamente, las frases textuales dichas en la
ocasión (un poco teatrales, todo sea dicho) proceden de
Skorzeny (op. cit., pp. 97-98).
BIBLIOGRAFÍA
R. Forczyk, Rescuing Mussolini: Gran Sasso
1943. London, Osprey, 2009.
O. Skorzeny, La guerra desconocida (mis
memorias secretas). Madrid, Acervo, 1966 (libro considerado
como las Memorias del autor, así citadas en el
artículo).
O. Skorzeny, Luchamos y perdimos (Wir
kämpften, wir verloren). Madrid, Acervo, 1966
(2003).
O. Skorzeny, Vive peligrosamente.
Madrid, Acervo, 2004 (reedición comentada y ampliada de
las memorias del autor, aparecidas en España en
1966 como La guerra desconocida).
V. Talón (dir.) et al., La II
Guerra Mundial, cincuenta años después.
Madrid, Prensa Española (ABC), 1989, 2 vols.
AA.VV. Imágenes de la guerra. La II
Guerra Mundial en imágenes. Madrid, Rialp, 1988, 3
vols.
Autor:
Jorge Benavent Montoliu