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¿Era Jesús un maestro esenio de Qumran?




    ¿Era Jesús un maestro esenio de Qumran? –
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    ¿Era Jesús un maestro
    esenio de Qumran?

    Hoy día son numerosas las escuelas
    esotéricas y muchísimos seguidores de la Nueva Era
    que sostienen que Jesús fue esenio, pero tras el
    descubrimiento de los manuscritos del Mar Muerto, ¿puede
    seguirse afirmando eso? ¿Acaso existen pruebas de que
    Jesucristo era esenio o tales pruebas son sólo
    hipótesis sin base?

    Entre 1947 y 1956 se produjo en Tierra Santa, a orillas
    del Mar Muerto, uno de los más revolucionarios
    descubrimientos de la arqueología del siglo XX. Unos
    beduinos, y luego numerosos investigadores entrenados, hallaron
    más de 800 (casi 900) manuscritos hebraicos y arameos, e
    incluso en griego, de la antigua Biblioteca de Qumran,
    perteneciente a la secta esenia, de la cual nos hablaron antiguos
    sabios como Filon, Plinio el Viejo, y Flavio Josefo.

    Estos documentos estaban escondidos y dispersos en once
    cuevas de los acantilados a orillas de ese mar salado del sureste
    de Jerusalén, y que recibe las aguas del río
    Jordán, donde el profeta Juan bautizó a su primo,
    Jesús de Nazaret y a miles de judíos de los
    primeros años del siglo I de la Era Cristiana.

    Al leerse esos manuscritos en hebreo y arameo, el mundo
    culto dio un salto de estupor y alegría. Tal
    emoción era muy comprensible, pues a la fecha de 1950 no
    existía copia alguna de los libros de la biblia hebraica
    anteriores en 100 y 200 años a la época de
    Jesucristo. La biblia hebraica completa màs antigua era
    del año 900 Despuès de Cristo. Era el llamado Texto
    Masoretico de la Biblia.

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    Y allí, en las tinajas de grada de esas once
    cavernas, estaban todos los libros del Antiguo Testamento, menos
    el libro de Ester y los Macabeos y muchísimos otros libros
    para-bíblicos o anexos a la tradición judía,
    como el libro de Henoch, la Asunción de Moisés, y
    otros textos apocalípticos de Israel. De ellos
    había copias modernas y medievales, pero ninguna era tan
    antigua como las de la Biblioteca de la Secta de
    Qumran.

    Esos textos, que incluían las Reglas de vida de
    la Comunidad de Qumran, o de "los Hijos de la Luz" o de los
    "Osim", como se hacen llamar esos monjes del Desierto de Judea,
    nos permiten cubrir extensos vacíos de información
    que se tenían respecto de la época previa al
    nacimiento de Cristo y de la atmósfera espiritual que se
    respiraba en Palestina en el primer siglo de nuestra
    Era.

    Tal atmósfera intelectual es importante para
    comprender las razones del éxito del Cristianismo
    emergente en el Medio Oriente y en el resto del Imperio Romano.
    Y, desde luego, esos documentos nos permiten iluminar a la
    persona y a las enseñanzas de Jesús de Nazaret con
    una nueva luz, la de los Esenios, y así saber a ciencia
    cierta si era o no un miembro iniciado de esa secta de monjes de
    blanco a orillas del Mar Muerto.

    Lo que se ha podido establecer con claridad meridiana es
    que los Esenios de Qumran (Gomorra en español), fueron
    fundados por un sacerdote levita, que oculta su nombre real tras
    el titulo honorifico de Maestro de Justicia, y que vivió
    hacia el año 150 antes de Cristo. Formó su
    secta-escuela monástica tras un quiebre con el sumo
    sacerdote del templo de Jerusalén, por razones de
    cómputo de los tiempos del calendario judío y
    cuestiones relativas a la pureza espiritual y ritual del los
    sacerdotes y la santidad del templo mismo.

    La secta sobrevivió más de 200 años
    a la muerte del Maestro de Justicia, llegando a tener unos 4.000
    miembros en su mejor momento, hasta el año 68
    después de Cristo, en que se disolvió por la guerra
    entre Roma y los judíos, además de la
    absorción de muchos de sus integrantes en el seno del
    movimiento cristiano emergente.

    La hermandad era dirigida por un consejo de ancianos de
    doce miembros laicos más antiguos y tres sacerdotes.
    Tenían juramentos de obediencia, ceremonias de ingreso,
    sanciones especiales para los rebeldes, ejercían la
    misericordia y el amor fraternal, pero odiaban a los enemigos de
    Israel y al mundo de pecado que los rodeaba. Su
    organización y disciplina se ha comparado con la de la
    hermandad pitagórica y a la de los Terapeutas egipcios que
    les fueron contemporáneos.

    Para ellos el fin del mundo era algo inminente, y no
    sólo eso, sino que ese acontecimiento traería
    acompañado una enorme guerra apocalíptica, un
    armagedon cósmico, en el que ellos serían las
    tropas de elite en la lucha final contra los poderes de la
    oscuridad. Por eso habían escrito un importante libro
    llamado "La guerra entre los hijos de la luz y los de las
    tinieblas". Claro que para ellos los hijos de las tinieblas era
    los pecadores del mundo entero y en particular el imperio romano,
    máxima iniquidad existente en el mundo.

    Aunque el trasfondo religioso o teológico, y
    apocalíptico, de los esenios es el mismo del pueblo
    judío y el de Jesùs de Nazaret, hay notables
    diferencias entre el pensamiento de Jesucristo, sus ordenanzas
    rituales y las doctrinas y las prácticas esenias. Las
    diferencias encontradas son tantas y tan esenciales que se ha
    concluido entre los eruditos del tema que Jesús de Nazaret
    no fue miembro de la Comunidad de Qumran ni de ninguna otra rama
    del esenismo del siglo I.

    El problema ahora lo tendrán las escuelas
    rosacruces, teosóficas y otras, que por más de 140
    años han afirmado que Jesús sí fue esenio.
    Autores famosos como Eduardo Shuré con Los Grandes
    Iniciados, han quedado descalificados por los descubrimientos de
    los manuscritos de Qumran. Pero como los errores tardan en morir,
    se observa que muchos seguirán repitiendo como papagayos
    la monserga de que Jesús sí era un maestro esenio
    aunque los documentos digan lo contrario.

    Veamos esas diferencias para que el lector saque sus
    propias conclusiones.

    Las normas levíticas que seguían
    rigurosamente los esenios les impedían tocar a los
    muertos, fueran cadáveres de animales o de personas, pues
    se contaminarían con esa acción, tanto en sentido
    material como espiritual(ver Nùmeros 19, versic, 11 al
    22). Sin embargo, Jesús de Nazaret toca los
    cadáveres de aquellos que va a resucitar de modo habitual,
    sin temor a contaminarse ritual ni espiritualmente. Ver a ese
    respecto la resurrección de la Hija de Jairo y la
    resurrección del hijo de la Viuda de Naín.
    (Respectivamente Marcos 5, vers. 40 al 43. Y Lucas 7, 11 al
    15).

    Los esenios se bañaban religiosamente tres veces
    al día, para sacarse del cuerpo toda impureza ritual y
    espiritual que les impidiera participar de sus ritos sagrados en
    el comedor de la comunidad y en sus ceremonias de
    invocación de ángeles, a Dios y en sus ritos de
    iniciación, todos los días. Y si faltaban a sus
    obligaciones para con la hermandad y para con sus superiores eran
    privados de su derecho a participar de esos baños sacros
    de purificación, y tampoco podían usar sus
    túnicas blancas.

    Pero Jesús de Nazaret impuso a sus seguidores un
    solo baño ritual iniciático, para nacer del agua y
    del espíritu, una sola y definitiva ceremonia de bautismo
    para ser discípulo del Señor. Lo demás era
    cuestión de higiene de cada uno y de sus posibilidades de
    conseguir agua.

    Los esenios esperaban para el futuro, no a un
    mesías, sino a tres mesías, a saber, un
    mesías rey y guerrero, un segundo mesías profeta y
    un tercero, el mesías sacerdote. En cambio Jesús en
    el Nuevo Testamento aparece como rey, profeta y sacerdote. Las
    tres funciones encarnadas en su sola persona.

    Además, esos mesías no eran ungidos
    sufrientes, sino seres triunfantes, que no expiaban personalmente
    el pecado con su sufrimiento. En cambio, Jesús de Nazaret
    se identificó con el Siervo sufriente descrito por el
    profeta Isaías cap. 52-53. y pagó con su muerte por
    los pecados de los hombres.

    Para los esenios el o los mesías eran hombres de
    carne, tocados y escogidos por el Espíritu Santo para
    cumplir sus funciones en el seno de la comunidad israelita, pero
    nunca eran seres divinos o de origen divino u hombres
    sobrenaturales, unificados con Dios, o encarnaciones de Dios. En
    cambio la persona de Jesucristo es de origen divino, un avatar al
    estilo hindú, una encarnación divina en forma de
    hombre. (Avatar: "el que desciende").

    Por eso es que Jesús nos dice en el
    capítulo 6,51 del evangelio de Juan que él es el
    pan vivo que descendió del cielo para la salvación
    del mundo. Y en otros textos del mismo evangelio de Juan,
    Jesús nos dice que él salió o emanó
    de Dios, y que a él debe volver. (Ver evangelio de Juan,
    cap. 16, vers. 27 y 28. Y Juan cap. 17, vers. 8).

    A diferencia de los cristianos, los esenios
    excluían de la comunidad a los locos, a los endemoniados,
    a los cojos, a los ciegos, a los inválidos, a los
    niños, y a los lisiados, y el pan y el vino que
    compartían era sólo para los iniciados en la secta.
    Y, además, la predicación es sólo para los
    miembros de la comunidad y jamás se predicaba en
    público a todas las gentes.

    En cambio, en el evangelio de San Lucas cap. 14, ver 16
    al 24, por ejemplo, Jesús narra la parábola de la
    gran cena, en la que los invitados no quisieron asistir, entonces
    el dueño de casa dijo a su criado: ve pronto por las
    plazas y las calles de la ciudad y trae a los pobres, los mancos,
    los cojos y los ciegos. Y aún había lugar en la
    gran casa. Entonces el Señor de la casa dijo: ve por los
    caminos y los vallados, y fuérzalos a entrar, para que se
    llene mi casa.

    Los esenios eran particularmente rigurosos respecto de
    las normas de respeto por el sabat, como dia de reposo absoluto,
    no andaban màs de 200 metros, ni trabajaban, ni cocinaban
    en ese sagrado dìa. Sòlo oraban, alababan a
    Yahvè desde la puesta del sol, y leían las santas
    Escrituras en dicho dìa. Pero en cambio Jesùs era
    liberal respecto del sábado, respetando su espíritu
    pero violaba todas las formalidades acostumbradas que
    seguían en aquel tiempo los judíos. Se
    atrevía a hacer milagros en dìa sábado,
    permitìa que sus discípulos caminaran y trabajaran
    por comer en dia sábado, y, lo peor es que agregaba una
    horrible blasfemia. Afirmaba que EL ERA SEÑOR DEL SABADO,
    Y QUE EL SABADO HABIA SIDO HECHO PARA EL HOMBRE Y NO EL HOMBRE
    PARA EL SABADO. Asì puede leerse en Mateo 12, 8-14. Y 12,
    1-8. Y Marcos 2,27. Y en Lucas 6,6-11.-

    Otra cuestión, no menor, es que Jesùs
    desarrollò casi toda su misión apostólica
    alrededor del Templo de Jerusalen, visitàndolo con
    frecuencia desde niño, y al ver conductas inapropiadas en
    el atrio del santuario, las reprendió enérgicamente
    y purificò el lugar con un làtigo en sus manos.
    Tambièn predicò muchas veces a sus puertas, y nunca
    pidió a sus seguidores que se apartaran de visitar el
    templo. En cambio, los Esenios, guiados por el Maestro de
    Justicia, se apartaron para siempre del santuario nacional,
    negándose a enviar ofrendas o a visitarlo en fechas
    sagradas obligatorias para todo judío piadoso. Pensaban
    que sòlo al final de los tiempos, tras la batalla final
    entre los hijos de la luz contra los hijos de las tinieblas, el
    templo sería purificado y restituido a sus sagradas
    funciones.

    La actitud positiva de Jesùs respecto del Templo
    fue seguida rigurosamente por sus discípulos, Juan y
    Pedro, por ejemplo, en la narración de los Hechos de los
    Apòstoles. Tal conducta fue seguida con rigor incluso por
    san Pablo. Eso muestra cuàn diferente es la actitud y la
    conducta de Jesùs y los apóstoles respecto de la
    que seguían los esenios. Cuando el Templo fue destruido
    por los Romanos en el año 70 D. de C. los seguidores de
    Jesùs se hicieron independientes de esa costumbre y se
    esparcieron por la cuenca del Mediterraneo igual que hicieron los
    Judìos que huìan de la catástrofe nacional y
    de la matanza.

    Como corolario puede agregarse que la fraternidad esenia
    es una organización liderada por sacerdotes levitas, desde
    el principio hasta el fin. Todos sus màs altos dirigentes
    deben ser hijos o descendientes de Levi y de Aaron. En cambio el
    sacerdocio dentro de la iglesia primitiva es algo que depende del
    llamado de Dios y de los videntes o profetas de la comunidad,
    quienes llaman y nombran para esas funciones a cualquier hombre,
    sea o no hijo de Levi o de Aaron, el mismo Cristo no es hijo o
    descendiente de sacerdotes, como si lo es su primo Juan. Y a
    Jesùs le corresponde el sacerdocio supremo, según
    la epístola a los Hebreos. A pesar de ser hijo de
    Judà, a ellos, por ser descendientes de David, les
    corresponde el poder político, no el
    sacerdocio.

    Siete poderosas razones que nos indican claramente que
    Jesùs no fue un esenio. Y si alguien, a pesar de lo dicho
    sigue creyendo en esa hipótesis, que escriba siete
    poderosas razones que demuestren con los documentos del Mar
    Muerto y con la Biblia en la mano que Jesùs si fue un
    maestro esenio.

    Ademàs, los textos de Qumran nunca nombran a
    Jesùs de Nazaret, ni se copian in extenso en las
    páginas del Nuevo Testamento. Y si se encuentran algunas
    frases semejantes a los contenidos de esos documentos
    arqueològicos es simplemente por tener un tronco
    cultural-religioso común con el judaísmo de la
    época, no por paternidad literaria o espiritual
    directa.

    Un grupo ultrafariseo y ultramosaico como los esenios
    tiene poca relación o ninguna, con la actitud amplia e
    independiente de Jesùs de Nazaret, respecto de
    Moisès y sus reglamentos levíticos
    rigurosos.

    En diversos lugares de los Evangelios Jesùs se
    desmarca de Moisès, para poner énfasis en
    cuestiones de fondo e interiores respecto a la exterioridad de
    los mandamientos del profeta legislador. Sobre el divorcio, el
    lavado de manos, el trabajar o caminar o hacer el bien en el dia
    sábado, los alimentos impuros, etc, Jesùs es
    claramente contrario a Moisès y se enfoca en el
    Gènesis, o en el sentido común, o en el sentido
    interior de la observancia de la ley.

    Les reprocha a los judíos su dureza de
    corazón y les destaca la importancia de no ser un reino
    dividido, que comete adulterio en el sus corazones, aunque si se
    abstienen de practicarlo en los hechos. Que se lavan las manos
    rigurosamente pero no se han lavado por dentro del
    alma.

    Los esenios odian a sus enemigos, pero Jesùs
    insta a perdonarlos pues El Padre hace llover sobre buenos y
    malos y hace salir su sol sobre justos y pecadores. E insiste en
    que cada criatura racional es deudor frente a Dios, por sus
    muchos pecados de cada dia, que Dios perdona y ejerce su
    misericordia y su providencia salvífica sobre todos los
    seres y no solo sobre el pueblo judío
    solamente.

    La biblioteca de Qumran contiene un libro de
    astrología con predicciones de diversos tipos referidas a
    personas, pero Jesùs jamàs avala tal doctrina en
    sus predicas y parábolas. En los evangelios sòlo se
    menciona la astrología tangencialmente en el episodio de
    los reyes magos que buscan a Jesùs para adorarlo porque
    han visto su estrella en oriente. Es tan solo un marco
    circunstancial y un signo material de origen divino importante
    para otros seres, no para èl ni para su
    familia.

    En la Biblioteca de Los Esenios no se halla
    ningún documento sobre medicina, excepto lo que ya traen
    los propios textos de la biblia sobre códigos sanitarios y
    alimenticios, ni sobre procedimientos de sanación oculta.
    Por lo tanto el Jesùs taumaturgo y prolífico
    curador de diversas dolencias humanas no obtuvo su conocimiento
    entre esos monjes judíos. O los supo por revelación
    directa, como Mikao Usui, el creador del Reiki, o estudiò
    en otra parte, tal vez entre los llamados Terapeutas egipcios,
    que tenían su sede cerca de Alejandrìa,
    según el testimonio de Filòn.

    Profundizando un poco màs en este rubro, debo
    hacer notar que en un libro rosacruz de Amorc, llamado La Vida
    Mistica de Jesùs, se afirmaba que el Señor no
    había muerto en la cruz del patíbulo, sino que
    sòlo se había desvanecido, y que tras bajarlo de la
    cruz en la tarde del viernes santo los esenios se lo
    habían llevado a su monasterio y lo habían
    reanimado con medicinas tradicionales y poderes ocultos. Sin
    embargo esa afirmación carece de toda base, tanto desde el
    punto de vista fisiológico de lo que sucede en una
    crucifixiòn, como del rigor de la historia de los
    suplicios romanos, que comprobaban objetivamente de la muerte de
    sus ajusticiados, como por la ausencia total de conocimientos
    especiales de medicina, que caracterizaba a los
    esenios.

    Otros aspectos secundarios del culto esenio que marcan
    diferencia con los cristianos y con Jesucristo tiene que ver con
    los angeles y con el culto al sol. Los qumranianos al amanecer
    miran hacia el oriente y ruegan al astro rey para que aparezca, y
    no se orientan hacia el santuario de Jerusalen al elevar sus
    oraciones rituales, como es lo propio de las devociones
    judías tradicionales, y de la kibla musulmana, que al
    comienzo de las predicas de Mahoma eran hacia Jerusalen y que
    después se mutò hacia la mekka.

    Justamente los cristianos primitivos se orientaban para
    orar mirando hacia Jerusalen, lo mismo que queda registrado en el
    libro del Apocalipsis de Juan, en que las siete ciudades de Asia
    de los capítulos 2 y 3 de ese magno libro, si uno las
    sitùa en el mapa de Turquia de Hoy o de la Anatolia de esa
    época, observamos que las ciudades dibujan una
    línea que apunta hacia Jerusalen, no hacia la salida del
    sol. El mismo fenòmeno se observa en las catedrales
    medievales europeas construidas por los masones, todas tienen el
    altar mayor apuntando hacia Jerusalen.

    Sòlo los Brahmanes y los Parsis tienen un ritual
    semejante de orientación al sol para hacer algunas de sus
    devociones. Eso marca una notable diferencia entre Cristianos y
    esenios.

    Respecto de los los àngeles, Jesùs les
    menciona, pero no autoriza un culto especial de invocaciòn
    a ellos y a sus nombres, como lo hacen los esenios. Diferencias
    que, añadidas a las que ya hemos anotado nos fuerzan a
    concluir que ni Jesùs ni los discìpulos de Cristo
    se dejaron influir por el pensamiento y las doctrinas
    esenias.

    De lo dicho sòlo nos queda reafirmar que quienes
    sigan aseverando la pertenencia de Jesùs a la secta esenia
    lo hacen de un modo irracional y romantico, en contra de toda la
    evidencia recogida por los especialistas en la
    materia.

     

     

    Autor:

    Fernando Laredo Càrter

    Profesor de Religiòn y de
    Filosofìa..

     

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