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¿Tratamiento de Insuficiencia Renal Crónica ≠ Psicología?



  1. Resumen
  2. Introducción
  3. Desarrollo
  4. Discusiones
  5. Bibliografía

Resumen

La Insuficiencia Renal Crónica (IRC) es
considerada una de las Enfermedades Crónicas No
Transmisibles (ECNT) reflejadas en el cuadro de morbi-mortalidad
internacional. Se produce, con ella, una pérdida lenta,
progresiva, por meses o años, e irreversible de las
funciones renales, como consecuencia, los riñones pierden
su capacidad para eliminar desechos y el exceso de agua del
cuerpo. El tratamiento a los pacientes que padecen esta
enfermedad, es lento y angustiante, demandante de muchos cambios
para las personas y sus familiares, a no ser que se realice un
transplante de riñón. ¿Juega la
Psicología como ciencia un papel en este tratamiento, o
solo con el tratamiento médico se mejora la calidad de
vida de los pacientes que padecen esta enfermedad? El presente
artículo refiere los componentes psicológicos que
intervienen la atención a dichos pacientes; destacando la
importancia de la integración de elementos cognitivos y
afectivos tanto en pacientes como familiares.

Palabras claves: Insuficiencia Renal Crónica,
riñones, tratamiento, componentes
psicológicos.

ABSTRACT

Chronic renal failure (CRF) is considered one of the
Chronic Noncommunicable Diseases (NCDs) reflected in Table
international morbidity and mortality. It occurs, with it, a slow
loss, progressive, for months or years, and irreversible renal
functions, as a result, the kidneys lose their ability to remove
wastes and excess water from the body. The treatment of patients
suffering from this disease is slow and agonizing, demanding many
changes for people and their families, unless you perform a
kidney transplant. Do you play psychology as a science a role in
this treatment, or medical treatment only improves the quality of
life of patients with this disease? The present article describes
the psychological components involved caring for these patients,
highlighting the importance of integrating cognitive and
affective elements in both patients and relatives.

Keywords: Chronic Kidney Disease, kidney, treatment,
psychological components.

Introducción

A pesar del desarrollo alcanzado por nuestra sociedad y
los avances científico-tecnológicos, en la
actualidad son muchas las Enfermedades Crónicas No
Transmisibles (ECNT) reflejadas en el cuadro de morbi-mortalidad
internacional. En este grupo se encuentra la Insuficiencia Renal
Crónica (IRC), la cual está manteniendo un
comportamiento epidémico en crecimiento a nivel mundial,
un ejemplo de ello lo constituye Estados Unidos donde afecta a
más de 2 de cada 1000 personas. Cuba es uno de los tantos
países en el que esta enfermedad incide directamente en la
población a partir del nivel y los estilos de vida
adoptados, comportándose dentro de los rangos
internacionales.

Aunque desde 1996 existe un Programa de
Prevención de la IRC, que incluye a toda la
población a través de los niveles de
Atención Primaria de Salud y que ha logrado disminuir el
diagnóstico tardío de esta enfermedad, las cifras
de afectados han ascendido y continúan aumentando con el
devenir de los años; constituyendo un serio problema de
salud debido su impacto personal, social y económico. Por
cada millón de habitantes existen de 3 500 a 4 000
personas afectadas por esta entidad y de ellas unas 1 200 x MH
cada año tienen necesidad de ingreso en diálisis y
de trasplante renal, requiriendo de una inversión
considerable de los recursos de la asistencia
médica.

La Insuficiencia renal crónica (IRC) es conocida
por el síndrome en el cual terminan numerosas afecciones
renales; en este se produce una pérdida lenta, progresiva,
por meses o años, e irreversible de las funciones renales,
como consecuencia, los riñones pierden su capacidad para
eliminar desechos y el exceso de agua del cuerpo, concentrar la
orina y conservar los electrolitos en la sangre.

En nuestro país los antecedentes más
frecuentes de la IRC son la diabetes mellitus y la
hipertensión arterial, constituyendo la primera más
del 40% de los casos recientes. En menor cantidad también
inciden las enfermedades autoinmunes, lesiones o traumatismos en
el riñón así como factores químicos.
De forma general cualquier persona puede sufrir de IRC, pues
existen factores genéticos que favorecen su desarrollo;
dependiendo de la interrelación entre la
predisposición genética y los factores medio
ambientales o estilos de vida como: la obesidad, el hábito
de fumar, la ingestión excesiva de sal, grasas y
proteínas así como el sedentarismo.

La mayoría de las personas no presentan
síntomas al comienzo, pues aparecen de forma lenta e
inespecífica, estos pueden abarcar desde urea, creatinina,
ácido úrico, sensación de malestar general y
fatiga, picazón generalizada, dolor de cabeza,
pérdida de peso, inapetencia, anorexia, náuseas,
mitos, hiperexcitabilidad, calambre, insuficiencia
cardíaca, edema pulmonar, anemia, osteomalacia, piel
anormalmente oscura o clara, somnolencia, bajo interés
sexual e impotencia entre otros.

Teniendo en cuenta las repercusiones biológicas,
psicológicas y sociales que desencadena en los pacientes,
se han desarrollado una serie de investigaciones tanto a nivel
internacional como nacional por especialistas de diversas ramas.
Entre las realizadas en Cuba recientemente se encuentran, en el
campo de la medicina por el Dr. Raúl Herrera Valdés
y en la psicología por la Msc. Aymara Reyes Saborit, en
busca ambos de nuevas alternativas que propicien el bienestar
físico y emocional-cognitivo del paciente
renal.

Es válido aclarar que en el momento inicial todas
las investigaciones fueron abordadas desde un enfoque
biologicista, reduciendo el papel de los componentes
psicológicos en el proceso de enfermedad y por
consiguiente en el tratamiento. Aunque este hecho ha variado en
la actualidad, continúan siendo insuficientes las
investigaciones psicológicas en cuanto a este tema,
revelándose la necesidad de explorar en profundidad
algunos factores como las emociones negativas: dígase
ansiedad, miedo, hostilidad, depresión, estrés,
así como de las emociones positivas, estilos de vida y
apoyo social que inciden directamente en la efectividad del
tratamiento de esta entidad. En todo momento continúa una
concepción centrada en la enfermedad y en los factores
negativos de la salud, y no en los factores de orden
salutogénicos y de resiliencia en estos
sujetos.

Ante tales circunstancias nos planteamos como
objetivo: Analizar los componentes psicológicos que
intervienen en el proceso de tratamiento en pacientes con
IRC.

Partiendo de tal número de afectados por esta
entidad se hace necesario el análisis y
determinación de los factores psicológicos que
inciden en su tratamiento, pues al poseer esta información
se puede facilitar el trabajo del personal médico y
psicológico con el paciente, identificando los aspectos
característicos durante esta etapa que son necesarios
potenciar o disminuir, marcando de forma general el cómo
hacer y el qué hacer en este proceso.

Tanto los pacientes como sus familiares deben poseer
dicho conocimiento sobre las repercusiones psicológicas
que acarrea el lento y agresivo proceso de tratamiento de IRC, y
cómo pueden beneficiar o frenar este. Teniendo en cuenta
estos componentes la familia puede comprender algunas conductas
propias de estos pacientes, lo que les posibilitaría
brindar un apoyo más efectivo y satisfactorio, a la vez de
alentar y reforzar los estilos adecuados que estos asuman;
además de corregir o compensar los inadecuados.

Es de suma importancia que el propio paciente presente
un bagaje de información sobre las características
desde el ámbito psicológico que intervienen durante
su enfermedad y tratamiento, propiciando un autoconocimiento e
identificación de las particularidades de su
comportamiento y sus emociones ante la nueva realidad; lo que
puede generar un equilibrio y coherencia entre la esfera
cognitiva y afectiva, entre lo que se sabe y lo que se siente,
propiciando una autoaceptación. De esta forma se favorece
el trabajo personal en función de su bienestar
físico y emocional y, por consiguiente de la calidad de
vida, lo cual beneficia e impulsa la
recuperación.

Desarrollo

En la IRC el tratamiento en el momento inicial se basa
en la educación acerca de la enfermedad, medidas
nutricionales en algunos casos acompañadas de la
dietoterapia, control de la presión arterial o de los
niveles de azúcar, rehabilitación física y
psicológica y medicamentos. En un segundo momento,
acompañado de lo antes mencionado, se emplean las terapias
de reemplazo renal de la función del riñón
dígase hemodiálisis, diálisis peritoneal y
el trasplante renal, siendo este último la alternativa
ideal.

Los pacientes se enfrentan constantemente a la necesidad
de una serie de cambios en su estilo de vida,
imponiéndoseles una serie de restricciones y
discapacidades, unido a tratamientos altamente invasivos y con
una evolución incierta. Ante esta situación se
pueden manifestar posiciones pesimistas, se deprimen, reflejan
agresividad, ansiedad, reacciones patológicas de temor,
dificultades en las relaciones interpersonales y conflictos
familiares (Amigo, Fernández y Pérez, 1998;
WinSock, 1998). En función de garantizar una
rehabilitación psicosocial exitosa y niveles superiores de
calidad de vida es básico lograr la adaptación a
estas nuevas exigencias y por tanto a la enfermedad, a
través de la aceptación de las limitaciones y
pérdidas, lo cual también se reflejará en su
bienestar.

El apoyo social efectivo que se les brinda conlleva en
algunos casos, en función de las características
personológicas de los sujetos y vinculado a las
peculiaridades de su tratamiento, a la dependencia, la
minusvalía y una autovaloración inadecuada por
defecto. De todas formas la Msc. Aymara Reyes Saborit (2004),
plantea que en estos sujetos existe la tendencia a la dependencia
y a la minusvalía por las características del
tratamiento y las relaciones peculiares que se dan a nivel
familiar e interpersonal, lo que hace imprescindible que se les
brinde Apoyo Social (AS) efectivo y acorde a sus necesidades,
para no profundizar más los daños en su autoimagen
y autoestima.

La existencia de emociones negativas tales como la ira,
la tristeza y la desesperanza, puede limitar las habilidades
comunicativas y sociales de estos pacientes, la capacidad para
demandar de forma asertiva el apoyo social y dificultan la
calidad de las relaciones interpersonales que se establecen,
generando conflictos y contradicciones, lo que a su vez puede
conllevar a un proceso de recuperación lenta y
conflictiva.

La influencia de esta enfermedad en el desarrollo de la
personalidad del paciente es variable y depende de factores que
van desde el nivel de madurez que haya alcanzado ésta
antes del diagnóstico, hasta las características
del medio social en el que se inserta. De manera general, es
frecuente la disminución del nivel de aspiraciones,
intereses y metas, pobre proyección futura, la existencia
de desórdenes de la personalidad, relacionando altos
niveles de neuroticismo con mayor mortalidad, así como la
modificación de su autoimagen, lo que genera dificultades
en su autovaloración y autorregulación.

En esta etapa se produce una transformación tanto
en el contenido como en la jerarquización de las
necesidades fisiológicas, de seguridad, afectivas, de
filiación, de reconocimiento y autorrealización, y
por consiguiente en la tendencia orientadora de la personalidad.
Los intereses, aspiraciones y metas giran entorno a la cura y a
los factores propios de la IRC, identificándose como
pobres así como los proyectos de vida, influyendo de
diversas formas en el desarrollo de su personalidad.

En las alteraciones que el Síndrome
Urémico y la Diálisis producen en estos pacientes,
se destacan las de índoles ansiosas, fóbicas,
suicidio o ideas suicidas, falta de seguimiento de las
prescripciones médicas, depresión,
disfunción sexual y problemas psicosociales.(Procci, 1999;
Border y Cols, 1983; Tobo, Martínez, Mosquera, Peña
y Paz, 1995; Amigo, 1998).

La interrelación entre el medio social en el que
se inserta el sujeto, las limitaciones de sus capacidades
físicas y cognitivas, el cambio de estatus y de rol tanto
en la esfera familiar como laboral y social y la
percepción o esquema que se tenga del estímulo
estresor (enfermedad-tratamiento), generan estrés,
labilidad afectiva o trastornos del humor, ansiedad,
depresión, vergüenza y agresividad. Este hecho puede
estar condicionado por la adecuación o no de los estilos
de afrontamiento asumidos y por las estrategias, habilidades y
recursos desarrollados por estas personas en su historia de vida,
permitiéndoles responder adecuadamente ante el
tratamiento.

El papel del psicólogo desde la
intervención psicológica debe ponerse en
práctica a partir del diagnóstico hasta la
rehabilitación, a través de la atención
individual o grupal de estos pacientes y sus familiares,
realizando orientación psicológica, psicoterapia
por ejemplo la terapia racional-emotiva y la cognitivo conductual
presentan buenos resultados, así como la psicoterapia de
apoyo, la terapia florar, la hipnosis, relajación y
acupuntura, en todo momento en función de las necesidades
del paciente y los familiares (Aymara Reyes Saborit,
2004).

Durante el trabajo con el paciente se tienen que crear o
potenciar los recursos, habilidades, estrategias y estilos de
afrontamiento y adaptación de manera que este reaccione de
forma positiva ante el tratamiento y enfrente y asuma
adecuadamente las ganancias y las pérdidas. Al lograr la
adaptación al tratamiento y sus limitaciones se pueden
eliminar o disminuir posibles barreras psicológicas como
conflictos, creencias, estereotipos, emociones negativas, y
generar la manifestación y explotación de emociones
positivas, de la autoaceptación, nuevos proyectos de vida,
intereses y aspiraciones, así como de una apertura ante
los cambios en el estilo de vida y la nueva realidad. Teniendo en
cuenta estas particularidades se tiene que capacitar al personal
que se encarga de su manejo (médicos, enfermeras,
técnicos) para que desde su labor, lejos de restringir,
etiquetar y menospreciar, contribuyan a brindar apoyo social
informacional y produzcan o refuercen comportamientos y
sentimientos saludables.

Discusiones

De forma general la IRC revoluciona el estilo de vida de
los pacientes generando niveles superiores de calidad de vida, si
no se logra la adaptación a los requerimientos del
tratamiento, a las limitaciones físicas y
psicológicas y por ende a la enfermedad, se producen
manifestaciones con posiciones pesimistas, depresión,
agresividad, ansiedad, estrés, reacciones
patológicas de temor, ideas suicidas, dificultades en las
relaciones interpersonales y conflictos familiares. A partir de
esta situación las necesidades, intereses, proyectos de
vida se transforman, influyendo de diversas formas en el
desarrollo de su personalidad. La limitación de las
habilidades sociales puede interferir en un apoyo social de la
familia satisfactorio, que es una de las principales fuentes para
lograr el bienestar físico y emocional, aunque en
función de la personalidad y tratamiento del paciente
puede desencadenar una autovaloración inadecuada por
defecto. El estilo de afrontamiento y de adaptación
asumido unido a sus recursos personológicos le
permitirán al paciente adaptarse y responder
satisfactoriamente al tratamiento, logrando su bienestar y un
aumento de la salud física y emocional.

Bibliografía

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    141-145.

Sitios Web:

 

 

Autor:

Lic. Marlen Milena Dominguez
Carrazco.

Lic. Daymarelis Maceo
Vargas

 

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