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Agresiones del imperialismo y acciones terroristas contra Banes




Enviado por Yurisay Pérez Nakao



Partes: 1, 2

  1. Crisis de
    octubre
  2. Ataque a Boca de
    Samá
  3. Sabotaje al Centro
    Comercial El Almacén

A partir del 1º de enero de 1959 se
intensificó la política hostil de Estados Unidos
contra Cuba, por tal motivo desde esos primeros momentos fue
necesaria la preparación de agentes para proteger al
pueblo cubano de sus ataques, que han ido desde el plano
diplomático, las guerras bacteriológicas, hasta las
agresiones militares directas. El municipio Banes, en la costa
nororiental del país ha sido víctima de las ansias
del imperio desde inicios del siglo XX.

Unido a la instauración de la neocolonia se
estableció en Banes la compañía
norteamericana United Fruit Company, que se
apoderó del 67 % del territorio y generó el 75 % de
los empleos. Lo que hizo que esta zona estuviera vinculada
más directamente al mercado de Estados Unidos que al resto
del Isla, razón por la cual en la formación y
evolución de la ciudad se evidencia una marcada influencia
norteamericana. Se copiaron patrones culturales que no eran
más que elementos de la "modernización a la
americana", la burguesía banense fue partícipe de
un proceso de aculturación y desarraigo de los valores
más autóctonos.

Al triunfar la Revolución la inmensa
mayoría de los miembros de la burguesía, cuando
vieron sus intereses de clase afectados, decidieron emigrar a los
Estados Unidos; de igual forma lo hicieron obreros de la
Compañía, unos porque se iban a trabajar a las
oficinas en Boston y otros porque no confiaban en el nuevo
proceso que estaba teniendo lugar y preferían continuar al
lado de los yanquis. Muchos de esos que emigraron se integraron a
los grupos de oposición a la Revolución y
prepararon, financiaron y/o apoyaron acciones subversivas contra
Cuba, desde sus asientos en Congreso Norteamericano, como
directivos de las organizaciones contrarrevolucionarias y hasta
como participantes en agresiones directas al país o
infiltraciones. Esas fuerzas con el apoyo del imperialismo
norteamericano comenzaron a tejer una red de complots y
levantamientos contra el gobierno, fomentaron las violaciones del
espacio aéreo, las agresiones militares y
bacteriológicas.

Después de la derrota recibida en Playa
Girón, el imperialismo continuó su apoyo a las
bandas contrarrevolucionarias y la infiltración de
espías, fundamentalmente desde la Base Naval de
Guantánamo. En enero de 1962, Estados Unidos logró
con el apoyo de los gobiernos títeres del continente, la
expulsión de Cuba de la Organización de Estados
Americanos (OEA) y en febrero de ese mismo año
decretó el bloqueo total a Cuba. Tratando de buscar un
pretexto que justificara la invasión a Cuba, el gobierno
norteamericano realizó varios intentos de auto
agresión y declaró la necesidad de luchar contra
Cuba empleando cualquier medio.

Crisis de
octubre

Ante tales amenazas provenientes de esta superpotencia
que muchas veces había intervenido en Cuba y en otros
países de América Latina los gobiernos
soviéticos y cubano suscribieron un acuerdo militar que
incluía la instalación en territorio cubano de
cohetes de alcance medio dotados de ojivas nucleares y la
presencia de un contingente de tropas soviéticas
militares. El convenio, perfectamente legal a la luz del derecho
internacional, por su carácter estrictamente defensivo, se
decidió que se haría público cuando las
armas estuvieran en el suelo cubano. Estados Unidos
detectó los inicios de los emplazamientos coheteriles y
valoró diversas alternativas militares contra Cuba que
iban desde el bloqueo naval hasta una invasión antecedida
de golpes aéreos. A partir del 22 de octubre de 1962,
desplegó alrededor de la Isla una fuerza militar conjunta
de gran envergadura y ordenó en franco acto ilegal de
piratería la intersección de los barcos que se
dirigieran a Cuba y no dejar pasar los que llevaran armas de
carácter "ofensivo", desembarcaron todavía
más tropas en la Base Naval de Guantánamo y
alertaron a todas sus fuerzas armadas, con lo que situaron al
mundo al borde de una guerra nuclear.

El verdadero origen de la Crisis de Octubre o del Caribe
no está en la instalación de los cohetes en Cuba,
sino que esta indisolublemente ligada a la política de
Guerra Fría y al hegemonismo yanqui contra el cual
alertara genialmente Martí.

Antes de que se diera a la publicidad el acuerdo militar
cubano-soviético, cuando ya las fuerzas norteamericanas
estaban preparadas para su zarpazo contra Cuba, el Presidente
Kennedy recibió las pruebas de la existencia de cohetes
soviéticos en Cuba. La situación cambió
sustancialmente, pues no se trataba ya solamente de una
operación contra Cuba, sino de un conflicto internacional
que involucraba a la Unión Soviética, la cual era
también una potencia nuclear. Estados Unidos
movilizó rápidamente a sus fuerzas de tierra, mar y
aire, no sólo en el hemisferio occidental sino
también en Europa y el Lejano Oriente. Incrementó
los vuelos de reconocimiento sobre la isla, activó los
bombarderos B-47 —dotados de bombas atómicas—,
reforzó considerablemente la base naval de
Guantánamo, y el 22 de octubre ordenó el bloqueo
naval de Cuba y comenzaron los vuelos rasantes de aviones yanquis
sobre territorio cubano.

La Isla entera se puso en pie de lucha con su firme
decisión de Patria o Muerte, el Comandante en Jefe de las
fuerzas cubanas, Fidel Castro, ordenó poner en
«alerta de combate» a las Fuerzas Armadas
Revolucionarias en todo el país. Solicitó una
reunión urgente del Consejo de Seguridad de la ONU,
denunció ante el mundo la nueva y peligrosa aventura
yanqui y defendió el derecho soberano de Cuba a repeler
cualquier agresión enemiga y pedir ayuda a cualquier
nación amiga. El gobierno soviético puso en
completa disposición combativa a sus fuerzas armadas y
emitió una declaración en la que condenaba el
bloqueo naval y demás medidas agresivas de EE.UU., y
advirtió a Kennedy sobre las posibles consecuencias de
esas agresiones.

Cuba declaró que no admitiría
inspección de sus barcos por las tropas yanquis y que
dispararía contra los aviones enemigos que incursionaran
sobre nuestro territorio y así sucedió.

El 27 de octubre fue el quinto día de la crisis,
era un día gris y lluvioso, que aparentaba ser un
día cualquiera, igual que los demás. Dervis
Desdín, al recordar ese día, decía que
estaba muy oscuro y no se veía a 200 metros, a intervalos
salía el sol.[1]

Alrededor de las 10.00 de la mañana se
escuchó en lo alto una fuerte detonación, como si
un avión a reacción hubiera roto la barrera del
sonido. Al instante se sucedieron dos explosiones. Todos pensaron
que era un ataque aéreo. De la dirección de los ORI
de Banes comunican que por encima de la ciudad había
cruzado un gran objeto incendiado.

Esa mañana había sido derribado y
estrellado en suelo cubano uno de los sofisticados aviones de
espionaje y muerto su piloto, el mayor Rudolph Anderson, uno de
los dos de la Fuerza aérea que habían realizado
varias veces misiones fotográficas de espionaje,
descubriendo, según Kennedy, la presencia de los cohetes
en Cuba. El avión enemigo había sido derribado por
un cohete, disparado desde la base de La Anita, en Los
Ángeles, al norte de Banes. Este podía ser el
preludio de la agresión. Fue un momento de
expectativas.

El avión cayó en Veguita 3, en sus restos
agujereados se podía leer las siglas USAF, Fuerzas
Aéreas de Estados Unidos, y una inscripción MIL
– F 25524 A. Había pedazos de metal por
doquier.

No cabían dudas que era un avión de
exploración, así lo demostraban las enormes
cámaras fotográficas debidamente ubicadas en el
fuselaje y otros lugares de la estructura e incluso extrajeron de
él un rollo de película de 70 milímetros que
había filmado el piloto sobre nuestro
territorio.

Se dice que cuando sacaron el cadáver del piloto,
la gente del lugar lo miraba como un animal extraño. Los
forenses establecieron que se trataba de un individuo de raza
blanca, de mediana estatura, con un peso aproximado de 145 a 160
libras, pelo castaño y con prótesis dental. El
cuerpo presentaba múltiples heridas diseminadas por todo
el cuerpo, con exteriorización de partes blandas,
fracturas múltiples de miembros superiores e inferiores,
hundimiento de la pared torácica, así como
también de la cabeza, con deformación de esta por
las fracturas y heridas del esqueleto oseo.

Junto a su documentación fueron ocupados
cámaras fotográficas, radios, paracaídas,
una mochila plástica con todo lo necesario para sobrevivir
en caso de caer en un lugar aislado, medicamentos, cubiertos,
anzuelos de distintos tamaños, agujas, tijeras, linternas,
alimentos concentrados, agua potable, un fusil plegable calibre
22 y numerosas capsulas, cuchillas, medias, gorras, un
tirapiedras, en fin cantidad y variedad de artículos para
asegurar la supervivencia en las condiciones más
difíciles.

Entre los documentos había datos de vuelo, el
plan de aviso del piloto, una billetera de piel negra, veinte
dólares en billetes de diversas denominaciones, dos
cheques en blanco con los números 232 y 233 y membretes
del Río National Bank, cuatro fotografías, un
anillo y el carné que identificaba al portador como el
comandante de la Fuerza Aérea de Estados Unidos, Rudolf
Anderson Jr., de 35 años de edad. Este piloto había
cumplido otras misiones de espionaje sobre el territorio nacional
y era veterano de la guerra de Corea.

Solamente habían sido derribados dos aparatos de
ese tipo, uno en la Unión Soviética y otro en la
República Popular China. Este que fue derribado en Banes
fue el tercero. Eran aviones espías, construidos para la
observación y el reconocimiento aéreos. Estos
vuelos eran dirigidos por la Agencia Central de Inteligencia con
aprobación del presidente de los Estados Unidos. Eran
aviones equipados hasta con siete cámaras
fotográficas capaces de abarcar una extensión de
terreno de 125 millas de ancho y 3 mil kilómetros de
largo, durante su vuelo, lo suficientemente poderosa para
fotografiar un automóvil desde una altura de 19
kilómetros.

El coronel Ricardo Veranes Carrión en su
carácter de jefe de la artillería antiaérea
de la 56 División recibió la orden de fuego el
día 27 de octubre, la cual expresaba no se le diera tregua
al avión que bajara a la altura de abatimiento.

En la entrevista con el editor italiano Gianni
Miná en 1987, el Comandante en Jefe Fidel Castro
planteó "ya nosotros estábamos disparando contra
los aviones norteamericanos porque habían empezado a volar
rasante". Contábamos solo con artillería
antiaérea, sin cohetes tierra- aire. Fidel también
explicó que le planteó a los responsables de las
unidades soviéticas que no se debía permitir el
vuelo rasante porque facilitaba un ataque por sorpresa y tomamos
la decisión y les informamos que ibamos a disparar; y
efectivamente, abrimos fuego. Agrega Fidel que fue en esas
circunstancias que una de las baterias antiaéreas de Banes
disparó y derribó un U-2. la situación
llegó a la máxima tensión porque de hecho se
estaba combatiendo.[2]

El teniente general Gueorgi Alekseevich dio la orden de
derribar el U-2 y el capitán Nikolaev Grechanik, comisario
político del grupo coheteril de La Anita, por la
importancia de la misión actuó como radista y le
fue dando al comandante Ivan Gershenov los datos de distancia y
altura.

El avión había sobrevolado de occidente a
oriente toda la línea del litoral de la costa norte de la
Isla y estado al alcance de tiro de otros grupos coheteriles.
Nikolaev e Ivan lo sabían por el seguimiento en la
pantalla del radar, en espera de que entrara a su área de
vigilancia. El objetivo entró volando a una altura de 22
mil metros. Lo colimaron durante un rato, pues dudaban de tirarle
por si caía en el mar ya que el avión entraba y
salía de la tierra a lo largo de la costa. Aprovechando un
momento en que sobrevolaba el territorio nacional hicieron el
primer disparo. Con uno era suficiente, pero Ivan quiso asegurar
la orden y disparó el otro. Entonces el aparato se
despedazó.[3]

Una ola de solidaridad con Cuba se levantó en el
mundo. Al mismo tiempo, fue convocado urgentemente el Consejo de
Seguridad de la ONU y su Secretario General, U Thant, intervino
para buscar una solución al conflicto. Se produjeron
intercambios entre los gobiernos de Cuba y la URSS, y Jruschov
mantuvo activa correspondencia con el Presidente Kennedy. Como
resultado de esa correspondencia soviético-estadounidense,
la URSS aceptó retirar los cohetes de alcance medio y los
bombarderos IL-28 de Cuba, a cambio del compromiso hecho por el
mandatario norteamericano de no atacar a Cuba e impedir que sus
aliados lo hicieran. Así la «crisis de los
misiles» tocaba a su fin, pero esta solución se
alcanzó sin la participación de Cuba.

Ataque a Boca de
Samá

La CIA, que en 1969 había desactivado su centro
operativo que funcionaba en Miami y desde entonces dirigía
sus actividades desde las oficinas centrales de Langley,
organizó el llamado Plan Torrientes, que recibió un
fuerte apoyo financiero del exilio y que efectuó el 12 de
octubre de 1971 el ataque al cacerío de Boca de
Samá, luego de una propagando pública en pro de la
creación de un ejército mercenario para invadir a
Cuba, dirigido por José Elías de la Torriente,
ciudadano norteamericano y hombre de confianza de Washington, la
CIA y el Pentagono.[4]

Boca de Samá, era un poblado pesquero que
tenía alrededor de 16 viviendas de construcción
rústica y una población total de 85 personas, de
los cuales 42 eran niños y 24 mujeres. En medio del
silencio y la oscuridad[5]de aquella
trágica noche de octubre, un grupo de 8 o 10 hombres
fuertemente armados desembarcaron por una pequeña ensenada
al norte del caserío. Ya en tierra, llegaron a tres
viviendas, donde con mentiras y amenazas intentaron obtener
información para llevar a cabo sus propósitos.
Luego se dirigieron a la tienda del pueblo, rompieron la puerta y
regaron en el piso los víveres.

Un vecino que vio las luces de las linternas en la
bodega y dio aviso. Grande sería la sorpresa de los
combatientes que se presentaron en el lugar cuando a la voz de
alto les respondieron con ráfagas de fusiles
automáticos que de inmediato cegaron la vida de Lidio
Rivaflecha Galán y Ramón Siam Portelles e hirieron
a Carlos Escalante Gómez, cuyo cuerpo fue rescatado por
Romilio Zaldívar, bajo el intenso tiroteo.

Al verse sorprendidos y ante la posibilidad de la
llegada de refuerzos, los agresores mostraron su cobardía
y gritando desesperados corrieron hacia la lancha rápida
que los esperaba en las proximidades de la costa. Posteriormente
desde el buque madre y utilizando armas de gran calibre
comenzaron a disparar al caserío, acción en la que
provocaron heridas a las niñas Nancy y Angela Pavón
y al vecino Jesús Igarza.

Los piratas, cobardes mercenarios, incapaces de dar su
vida por una causa, al verse descubiertos, emprendieron la una
veloz retirada, amparados por la cortina de fuego de grueso
calibre desde el buque madre. Enilda Villa, esposa de
Jesús Igarza, relató a Antorcha que "nada,
nada de eso se le podría olvidar nunca (…) uno de
los piratas, bajo el tiroteo, llorando y lleno de miedo, gritaba:
no me dejes Tony, Tony no me dejes".[6]

En la huida los terroristas abandonaron evidencias de
sus propósitos criminales pues dejaron en la costa una
caja de cócteles molotov, con los que hubieran podido
incendiar todo el caserío; también abandonaron las
proclamas firmadas por la agrupación contrarrevolucionaria
Alpha 66 y estas quedaron regadas por todo el poblado

El 13 de octubre en el propio poblado de Boca de
Samá tuvo lugar un acto de repudio al criminal ataque
pirata, al que asistieron los miembros del buró
político del Partido Comunista de, Comandante Juan Almeida
Bosque y Armando Hart Dávalos.

En su intervención Hart enfatizó:"
Qué importa quiénes fueron los autores directos del
crimen cuando nosotros conocemos a los autores indirectos y
máximos responsables del crimen. Qué diferencias
entre la calidad de los hombres que aquí combatieron:
obreros agrícolas, pescadores y la calidad de los hombres
que en los pasillos de la casa Blanca, de Washington, o en el
Pentágono, allá en el centro del imperialismo
yanqui incuban, organizan y dirigen estas
agresiones".[7] Más adelante resaltó
el valor de nuestros combatientes al enfrentarse a los agresores
y la actitud cobarde de los mercenarios al ametrallar con armas
pesadas y medianas a la población civil del caserío
de Boca de Samá. En otra parte de sus conclusiones dijo:
"el gobierno de Estados Unidos es el máximo responsable
del crimen cometido en Boca de Samá. No hay palabras para
calificarlos, porque la palabra criminales, es poco; la palabra
asesinos, es poco y por decencia y por decoro no podemos
pronunciar la palabra que merecen estos
degenerados".[8] Al finalizar expresó: "un
abismo irreconciliable nos separa: el abismo que hay entre los
explotadores y los pueblos explotados. Y solo daremos una
respuesta a sus agresores, ¡Patria o Muerte!
¡Venceremos!"[9]

El periódico local Antorcha, del jueves
14 de octubre de 1971, publicó una nota del Gobierno
Revolucionario, titulada "Ataque pirata a Boca de Samá, de
nuestra región", donde se exponen los pormenores del vil
ataque pirata al poblado pesquero. Se comenta que el sepelio de
Ramón Siam Portelles fue acompañado por miembros
del MININT, las FAR, dirigentes políticos, de masas y
estatales, así como obreros de todos los sectores y pueblo
en general, embargados del profundo obrero dolor causado por la
criminal agresión del imperialismo. Así mismo el
Subteniente del MININT, Lidio Rivaflechas, recibió
sepultura en el panteón de las FAR, en el cementerio de
Santa Ifigenia, de Santiago de Cuba.

¿Quiénes eran aquellos dos jóvenes
que dieron su vida en defensa del suelo patrio?

Lidio Rivaflechas Galán: nació el
25 de septiembre de 1939 en el Cobre, Santiago de Cuba. Toda su
niñez la dedicó a trabajar duramente en el campo. A
la edad de 12 años, en busca de mejores condiciones de
vida para su familia, junto a su madre y 7 hermanos menores,
cambió su domicilio para el cuartón El
Tártaro. En el nuevo sitio se inicia su vida proletaria y
es allí donde comienzan a formarse sus concepciones
revolucionarias. Contrajo matrimonio en 1958 y tuvo 4
hijos.

A partir del Triunfo de la Revolución se
incorporó a las tareas de la construcción de la
nueva sociedad, a los CDR y a las Milicias Nacionales
Revolucionarias. Cumplió incontables misiones de combate,
destacándose en algunas como la persecución y
captura del bandido Octavio Lugo, en la zona de Palma Soriano;
así como en varias movilizaciones.

Aprendió a leer y escribir en 1961, gracias a la
Campaña de Alfabetización, continuó su
superación en la escuela nocturna, después de la
jornada laboral.

Al producirse la agresión mercenaria a Playa
Girón participó en las operaciones que se
realizaron en la antigua provincia de Oriente. También
participó en la limpia del Escambray y a su regreso
participó directamente en la captura del bandido
contrarrevolucionario Gitano Baldomero, en la zona de
Cieneguilla.

Luego se incorporó en la consolidación de
la economía del país, participó en tres
zafras del pueblo como machetero permanente en los tres primeros
años del Triunfo de la Revolución. Por su destacada
actitud en todas las tareas obtuvo la militancia del Partido, en
el año 1963.

Dentro de la vida partidista y de acuerdo con sus
méritos ocupó distintos cargos de dirección
tanto en la base como a nivel de municipio.

Cursó en el año 1964 la Escuela
Básica de Instrucción Revolucionaria, en Chivirico,
Sierra Maestra. A partir de ese año fue ubicado por la
dirección del Partido en el centro de Acopio de ese lugar
como visitador, más tarde realizó la función
de activista de un bloque de la Empresa del café y el
cacao. Fue dirigente de la ANAP en el municipio Chivirico y
participó como delegado en el III Congreso Nacional,
celebrado en 1967.

En mayo del 67 fue nombrado gente de orden
público y el 31 de julio de 1968 ingresó
oficialmente como combatiente del Ministerio del Interior en la
guarnición del DOP de mayarí. Posteriormente, en
julio de 1970 ocupó el cargo de oficial de seguridad del
estado.

Dentro de las filas del MININT como combatiente de
primera línea realizó una labor destacada y fue
designado como guardafronteras en Boca de Samá, Banes,
antigua provincia de Oriente.

El 12 de octubre de 1971 cuando se produjo el ataque
pirata al poblado pesquero de Boca de Samá, él fue
de los primeros en tomar las armas y repeler la agresión.
En defensa del suelo patrio de esa vil agresión,
cayó mortalmente herido abatido por la metralla
enemiga.

Por sus méritos de combatiente fue ascendido
póstumamente al grado de Subteniente de las tropas
guardafronteras.

Ramón Antonio Siam Portelles:
nació el 22 de mayo de 1947, en Samá, Banes, de
procedencia obrero agrícola.

Comenzó su aprendizaje a los 5 años de
edad, con una maestra particular llamada Josefa Reyes, en Boca de
Samá.

En 1952 se mudaron para Tacajó y alcanzó
allí en tercer grado en la escuela pública. En el
año 1954 se trasladan a Calabaza # 3, donde continuo
estudiando y logró alcanzar el 6to grado. Más tarde
logró el 8vo grado. Fue miembro de la brigada Conrado
Benítez y pasó la campaña de
alfabetización en la región de
Mayarí.

En el año 1962 ingresó en las FAR, en la
División 50, desempeñándose como maestro de
sus compañeros. Al desmovilizarse del Ejército en
el año 1965, comenzó a trabajar como operador de
tractor de esteras en el batallón regional de equipos
pesados, donde ocupó el cargo de jefe de pelotón y
también trabajaba como maestro.

Participó en atrincheramiento de Playa
Girón, crisis de octubre y en otras movilizaciones como
las agrícolas en Vega del Macho, Tacajó, Bayamo y
Jobabo.

Trabajó como guardia forestal en la zona de
Calabaza #3. Luego se trasladó a El Ramón, en el
municipio Antilla, donde trabajó como obrero
agrícola en el Plan Pecuario y como maestro de
educación de adultos.

Fue seleccionado para pasar la escuela de auxiliar de
fuerza guardafrontera por el MININT y fue ubicado en El
Ramón, Antilla, Oriente.

Se casó en el año 69 con Rafaela
González, una joven de El Ramón, con la que tuvo
una hija, Judirca.

El 12 de octubre de 1971 cuando se produjo el ataque
pirata al poblado pesquero de Boca de Samá, él fue
de los primeros en tomar las armas y repeler la agresión.
En defensa del suelo patrio de esa vil agresión,
cayó mortalmente herido abatido por la metralla
enemiga.

En esta malvada acción la niña Nancy
Pavón fue mutilada para siempre. Su
testimonio[10]resulta escalofriante.

Era una noche muy oscura y aunque no hacía tanto
calor las ventanas de la casa estaban abiertas. Desperté
sobresaltada al escuchar los disparos, luego comenzaron los
morterazos. Salté sobre mi hermana Ángela que
aún dormía para protegerla. Cuando me
levanté de la cama para ponerme los zapatos algo me
golpeó, sentía mucho dolor pero estaba asustada. Mi
hermana dijo: me mataron, y yo: a mi también. Mi padre,
que se dio cuenta que estábamos heridas, nos
respondió: pónganse valiente, que ningún
muerto habla. Y nos sacó para casa de una vecina, junto a
los otros niños. Cuando me miré los pies, al
intentar caminar, me doy cuenta de que del pie derecho
sólo me quedaba un pedacito, y el izquierdo lo
tenía como si me lo hubieran cortado con un cuchillo. La
misma bala le había impactado ambos pies. Era una calibre
50 según le dijeron más tarde.

El padre de Nancy decidió salir a la carretera,
aunque en aquellas condiciones debían caminar más
de cinco kilómetros para llegar a la localidad más
cercana. Pasó un vehículo y al ver la gravedad de
la situación los llevaron para el hospital Nicaragua, de
Banes, donde a la adolescente le amputaron el pie, y le dijeron a
la familia que tenía cangrena en el otro.

La jovencita fue trasladada para el Hospital Militar de
Santiago de Cuba y a los 28 días para el Frank
País, junto a otros heridos en la agresión
terrorista. Permaneció en ese centro de salud 19 meses,
fue sometida a seis intervenciones quirúrgicas, y le
realizaron dos injertos de piel. Cuando pudo caminar le dieron el
alta, pero debía retornar allí cada dos meses
porque se le enfermaba el pie, una secuela que aún
mantiene.

Cercenaron los pies de Nancy Pavón, la
adolescente, hija de pescadores, quien soñaba con
estrenarse sus zapaticos blancos el día de sus cercanos
quince años, pero que ya nunca más pudo usar
zapatos, porque en el botín sangriento de los atacantes
también estaban los pies de Nancy, destrozados, hechos
muñones desgarrados. Actualmente lleva una
prótesis, y todavía tiene problemas con la pierna,
las operaciones la han afectado mucho. Latente en ella
está el recuerdo de aquella noche y cómo una bala
terrorista le cambió la vida. 

Carlos Andrés Escalante Gómez,
cariñosamente "El Chino", era el J´ del Punto de
Guardafronteras de Boca de Samá cuando se produjo el
ataque. Él recuerda que ese día 12 de octubre, en
horas de la mañana se vio un barco en aguas
jurisdiccionales, pero que el mismo se retiró, no obstante
estuvieron muy atentos durante todo el día.

Cuenta al describir la llegada de los mercenarios:
"Estábamos en una cueva tratando de descifrar aún
lo que la nave estaba haciendo cuando de repente un pescador vino
corriendo a lo largo de la costa gritando a todo lo que le daban
sus pulmones que había visto un grupo de
gente".

"Inmediatamente, fuimos en su búsqueda. Corrimos
hasta la escuela para organizarnos en grupos de tres y entonces
escuchamos un ruido. Los bandidos ya estaban en el pueblo.
Estaban derribando la puerta de la tienda".

"La escuela estaba justo frente a la tienda,
quizás a unos diez metros. Los tres de mi grupo salimos de
la escuela. Yo iba al frente y los otros dos a mi lado.
Sabíamos que había algunos bandidos en la tienda.
Podíamos escucharlos destrozando cosas."

"Cuando llegamos a la tienda, yo fui hacia la puerta
lateral y les grité a los que estaban dentro para que se
rindieran", continúa. Frente a él, en la oscuridad,
se encontraba uno de los atacantes con una
ametralladora.

"Metió la punta del arma entre las tablillas y
comenzó a disparar ciegamente. Sonaba como si estuviera
disparando cientos de tiros a la vez. Yo recibí ocho
impactos, todos ellos en mis piernas, e inmediatamente caí
al suelo. Sabía que me habían dado. El dolor era
intenso y podía sentir cómo mis pantalones se
empapaban con mi sangre. Pero continué disparándole
con mi pistola".

Otros dos terroristas disparaban dentro de la tienda
aunque pronto, asustados por la resistencia encontrada,
comenzaron a correr de regreso a sus embarcaciones.

"Mientras abandonaban el caserío y regresaban a
la nave principal, comenzaron a ametrallar a todo el pueblo.
Todas las casas fueron impactadas, la tienda, la escuela, todo.
Precisa El Chino: "Una de las balas me impactó muy cerca
de la arteria femoral. De haberme dado allí, habría
muerto". [11]

El fotoreporeportero que sacó las primeras fotos
de esta agresión no olvida que a él lo vinieron a
buscar a esa hora de la madrugada en un yipi los
compañeros de la Comisión de Orientación
Revolucionaria del Partido (COR) para que sacara las fotos de las
víctimas del ataque". Héctor se desempeñaba
como reportero gráfico del periódico Antorcha desde
al año 1965. Era colaborador además con los diarios
Hoy, Granma y Sierra Maestra de Santiago de Cuba, y había
realizado infinidad de fotos para la prensa, pero nunca
pensó enfrentarse a tanto dolor.

"Cuando llegué a Boca de Samá ya
habían trasladado a los muertos y a los heridos hacia la
ciudad de Banes. Las primeras fotos que hice allí
destacaban donde habían caído los combatientes
Ramón Siam Portelles y Lidia Rivaflecha y los heridos,
así como los daños que habían ocasionado a
la tienda y a las viviendas de los pescadores.

"También tomé gráficas sobre el
impacto de las balas en una cuna de un niño, que en
realidad se salvó de milagro, porque la cuna estaba
prácticamente destrozada y los huecos de las balas en las
paredes se apreciaba con facilidad, e hice varias fotos
además de la entrada de la bahía de Boca de
Samá.

"Llegamos luego a la casa de Héctor Villa, quien
era práctico del sub puerto de Boca de Samá, y a
quien los mercenarios habían tomado como rehén. Nos
contó cómo le registraron la casa y que se
habían llevado varias cosas y entre ellas un
periódico donde aparecía un reportaje sobre el
poblado. Dice Villa que uno de mercenarios dijo que tomaba el
periódico como constancia de que habían estado en
el lugar" –añade Héctor que ese reportaje lo
habían hecho el 8 de abril de 1967 él y el
periodista Jorge Velásquez.

"Nos trasladamos a la morgue del hospital civil de Banes
donde estaba el cadáver de Rivaflecha, y después
fuimos al hospital Nicaragua. Allí se encontraban los
heridos Jesús Igarza Osorio, trabajador; Carlos Escalante,
miembro del Ministerio del Interior y la niña Nancy
Pavón, a quien una bala le había cercenado un
pie".

Héctor Sarmiento, fue el primer foto-reportero
que llegó al lugar de los hechos dejando para la historia
las imágenes de dolor y muerte que ocasionó la
agresión mercenaria al humilde poblado de
pescadores.[12]

El ataque mercenario duró alrededor de una hora,
pero fue tiempo suficiente para que perdieran la vida 2 personas
y otras 4 fueran heridas, para que todas las casas fueran
impactadas, la tienda, la escuela, y todo quedara arrasado por
los proyectiles.

Inmediatamente después los organismos de la
región se volcaron al poblado de Boca de Samá para
trabajar en su recuperación. Sólo 16 días
más tarde, el 28 de octubre, el periódico local
Antorcha, en un reporte de Mircelia Rojas, Félix
Zaldívar y Reynerio Suárez, titulado "Diversas
actividades en Boca de Samá", informaba que la
dirección regional del MINED, Educación
Física y Salud Pública habían realizado un
trabajo de reparación y pintura de la escuela, actividades
deportivas y labores de limpieza y fumigación. Los vecinos
y organismos se unieron mediante el trabajo creador para hacer
del destruido poblado pesquero una bella comunidad y enfrentar el
desastre de la vil agresión piratesca y
criminal.

El 18 de diciembre de 1971, el periódico local
publicó un reportaje titulado "Boca de Samá, dos
meses después", en el que se revela que han transcurrido
dos meses y "allí donde aquellos asalariados del
imperialismo intentaron sembrar la muerte, renace la vida con la
germinación sorprendente, con la fuerza del abono de la
sangre de los mártires de aquella
acción".[13] El camino fue reparado; el
parque fue remozado, pintado y se mantiene limpio. Fue instalada
una planta eléctrica de mayor capacidad, la tienda fue
reparada y se construían nuevas viviendas.

Aunque la comunidad cambiaba aún en la mente de
sus pobladores estaba latente el recuerdo de aquella noche
trágica y el odio y desprecio hacía los atacantes y
organizadores de tan criminal acción.

Eugenia Salermo, declaró a Antorcha,
"ojalá algún día traigan aquí a esos
asesinos para juzgarlos por haber venido aquí a asesinar a
nuestros hijos, a hacer daño (…) Ellos no tienen
que venir a Cuba a buscar nada". De igual forma Ramona
Pavón, colérica e indignada expresó el
sentir de todo el vecindario de Boca de Samá: "nosotros
quisiéramos que algún día trajeran
aquí a esos asesinos para condenarlos aquí
mismo".[14]

La petición de estas dos madres no se ha podido
cumplir, los verdaderos criminales caminan libremente por las
calles de Estados Unidos, pues esta acción se la atribuyen
las organizaciones contrarrevolucionarias de "ALPHA – 66",
dirigida por Andrés Nazario Sargen y el "Frente Cubano de
Liberación", bajo la dirección de José
Elías de la Torriente; también han reconocido su
participación el connotado terrorista Santiago
Álvarez y los agentes de la CIA Antonio Iglesias y Gustavo
Villoldo[15]A los terroristas no se les ha hecho
justicia, pero las lanchas empleadas para la acción
sí fueron capturadas. El mando de la Marina de Guerra
Revolucionaria (MGR) recibió la misión de detectar,
interceptar y detener a los buques piratas que atentaban contra
Cuba.

Como resultado de los planes agresivos instrumentados
por el gobierno de Richard Milous Nixon desde sus inicios y a
raíz del criminal ataque de Boca de Samá, el
Gobierno cubano hizo público que tomaría las
medidas pertinentes para evitar acciones similares. En esas
circunstancias, en diciembre de 1971, a dos meses de dicha
agresión, mientras navegaban en aguas próximas a
las costas cubanas, las fuerzas navales revolucionarias apresaron
las lanchas Layla y Johnny Express, que acumulaban un amplio
expediente de acciones terroristas. Ambos tenían banderas
panameñas, lo que les facilitaba la piratería
contra Cuba; eran propiedad de los hermanos Babum, connotados
contrarrevolucionarios, participantes en la invasión de
Girón, vinculados a la CIA y habían sido empleadas
en el ataque al poblado pesquero cubano.

Después de esta vil agresión los buques
cubanos estuvieron casi dos meses sin ver ni rastro del objetivo
indicado, hasta que el 5 de diciembre de 1971, el cazasubmarinos
309 dio la señal a la base, de haber capturado el objetivo
sin novedad, entre la isla Gran Inagua y el Oriente
cubano.

La tripulación del CS-309, se encontraba
compuesta por jóvenes oficiales de la MGR y del servicio
militar obligatorio. Todos actuaron sincronizadamente, de forma
tal que el Layla Express, no se había percatado de lo que
ocurría a bordo del buque vecino. Fue tan rápida la
llegada del caza que estos no notaron la presencia de la Unidad
de la Marina de Guerra. Aunque el buque enemigo maniobró
para impedir la captura, se produjo una colisión y en ese
mismo instante fue dada la orden de abordaje, la cual fue
cumplida de inmediato. El factor sorpresa fue determinante para
la fulminante captura del Layla Express.

El buque fue conducido al puerto de Baracoa y
después a Banes. El regreso a puerto cubano se hizo con la
cobertura aérea de un MIG-21 de la DAAFAR y el resto de
los buques del grupo operativo que habían salido de Banes
al encuentro de los que navegaban hacia Baracoa.

Mientras que el CS-309 y el Layla Express
permanecían fondeados dentro del puerto de aracoa, el
resto de los buques del grupo de captura de la MGR
permanecían afuera esperando instrucciones. Por todas las
estaciones de radio en cada buque recibieron el mensaje que de
avistar al buque Johnny Express, procedieran a su
detención y captura.

El 15 de diciembre de 1971, en el puente visual de
navegación del cazasubmarino 307, se observaba en la
pantalla del radar donde aparecía un blanco en
marcación sur y a una distancia de 7.5 millas. A juzgar
por la distancia parecía que era de dimensiones no muy
grandes para un carguero, de casco negro, con castillo y
alcázar blanco, dos bodegas y dos mástiles de color
naranja.[16]Luego con ayuda de los binoculares
pudieron leer la nomenclatura, lo que les permitió
identificar la nave como perteneciente a los Babúm, que se
prestaban para hacer acciones subversivas contra Cuba. Finalmente
lograron ver que se trataba del Johnny Express y navegaron a toda
marcha en su persecución.

El capitán del Johnny Express no obedeció
la señal de PARE de CS – 307. La proa del CS- 307 se
precipitó contra la popa enemiga produciéndose una
fuerte colisión sobre la marcha. El artillero de proa y
algunos fusileros desde el puente y la cubierta principal
continuaron utilizando su armamento contra el puente de mando
donde se encontraba el terco capitán.

Difícil resultó la maniobra para abordar
el Johnny Express, teniendo en cuenta que su capitán se
negaba a detenerse, fue obligado a fuerza de balas. En lo
adelante todo salió bien. El capitán finalmente
detuvo su barco; embarcaron nuevos miembros del grupo de abordaje
y rápidamente sacaron a cubierta al resto de la
tripulación enemiga; localizaron el armamento que
poseían a bordo. Pusieron bajo custodia a la
mayoría de los tripulantes, reteniéndolos en su
camarote y con los imprescindibles en el cuarto de máquina
y el puente.

La navegación a puerto cubano se realizó
sin contratiempos siendo sobrevolados por un IL-14 de la DAAFAR
para interesarse sobre el estado de la situación a bordo.
Se dirigieron a Baracoa, donde las autoridades del MININT se
hicieron cargo de los prisioneros.

En la actualidad Boca de Samá tiene una
población de 149 habitantes que gracias a la obra de la
Revolución, sus pobladores cuentan con 48 viviendas
confortables, escuela, un consultorio médico de la
familia, un circulo social, una sala museo, un establecimiento
pesquero y una pequeña plaza de actos. También
cuentan con el servicio de agua corriente y
electrificación.

Sabotaje al
Centro Comercial El Almacén

El mes de julio de 1979 fue de gran ajetreo en la
provincia Holguín, pues por primera vez se alcanzaba la
sede del Acto Nacional por la histórica efemérides
del 26 de Julio. En esa ocasión dedicado a la
Revolución Sandinista y estarían presente algunos
Comandantes de la hermana Nicaragua.

El momento fue aprovechado por el imperialismo y la
contrarrevolución para intentar sabotear la
celebración, el escenario fue el municipio Banes. En la
madrugada del 24 de julio, los banenses se despertaron bajo el
ruido de las sirenas que indicaban la ocurrencia de un incendio,
muchos escuchaban y se preguntaban ¿Qué se
estará quemando?, otros mientras se levantaban aseguraban
"algo grande está sucediendo". Efectivamente un joven de
apenas 25 años, llamado Diego Lorenzo Roche
Periche[17]al servicio de la CIA, incendió
el mayor centro comercial del municipio "El Almacén",
construido a fines de la década del 30´ por la
United Fruit Comapny.

Por su capacidad especial, desde su inauguración,
en dicho inmueble existía una tienda por departamentos,
oficinas comerciales, se almacenaban las mercancías que
luego se distribuían a las sucursales, poseía en la
parte trasera un departamento de materiales de los ferrocarriles,
un frigorífico, Al triunfar la revolución "El
Almacén" mantuvo la misma estructura y uso, sólo
que las oficinas pertenecían al MINCIN y el departamento
de materiales a la Empresa ferroviaria Jesús Suárez
Gayol. Muy cerca, en la parte de atrás existía una
bomba de combustible para el abasto a las locomotoras del MINAZ y
a la derecha, una panadería y otra bomba de gasolina para
el expendio a la población.

El terrorista había planificado todo muy bien,
penetró en el interior del inmueble, cogió ropas,
telas y sogas las mojó con combustible del que se
expendía en la parte de la tienda de víveres y
prendió un fuego simultáneo que inmediatamente se
propagó por todo el lugar. A pesar de que el Comando de
bomberos quedaba a sólo unos pocos metros de "El Almacen"
y en cuanto recibieron el aviso se esforzaron por extinguir el
fuego, no lo lograron. El bombero Manuel López Corria,
recuerda que cuando penetraron "era ya un incendio de gran
magnitud y desde el primer momento se dieron cuenta que no era
algo fortuito, sino intencional porque había varios focos
de incendio".[18] En apoyo al Comando de Banes
vinieron refuerzos de los bomberos de Antilla y de otras unidades
de la provincia.

En el techo de "El Almacén" había un banco
de transformadores y un sistema extinción para casos de
incendio, los cuales al parecer fueron dañados
premeditadamente, pues inmediatamente se fue la corriente,
situación que impidió también la
utilización de los hidrantes para estos siniestros.
Lamentablemente todo se quemó, incluyendo la
panadería contigua, las pérdidas se calcularon en
más de 6 millones de pesos, a pesar de que con la
colaboración de la población que de inmediato se
presentó en el lugar, se lograron salvar una buena
cantidad de recursos.

Partes: 1, 2

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