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La convivencia social. Un acercamiento desde los fundamentos teóricos



  1. Resumen
  2. Introducción
  3. Desarrollo
  4. Necesidad de
    convivencia
  5. La sociedad: Normas
    de convivencia social
  6. Bibliografía

Resumen

En este trabajo se realiza un estudio teórico
sobre la convivencia social, desde un enfoque pedagógico,
como uno de los grandes aportes a la comunidad científica
y pedagógica. Una convivencia que no se da por sí
misma, sino que se construye día a día en la propia
sociedad en que vivimos, en la relación con quienes
vivimos, en la relación con quienes dialogamos. Nuestra
convivencia deja mucho que desear y que en los últimos
tiempos se ha deteriorado aún más. Por esa
razón la investigación pretende ofrecer un modelo
pedagógico a docentes, padres y familia en cómo
educar a las nuevas generaciones en una convivencia mejor y
más eficaz.

Palabras claves:

Convivencia, social, comunidad

Abstract

In this work we make a theoretical study on social
interaction from a pedagogical approach, as one of the great
contributions to the scientific and educational community. A
coexistence does not occur by itself, but is built every day in
the very society we live in relationship with those who live in
dialoguing with the relationship. Our living leaves much to be
desired and in recent times has deteriorated further. For this
reason, the research aims to provide a pedagogical model for
teachers, parents and family on how to educate new generations in
a better and more effective living.

Key word:

Coexistence, social, community

Introducción

La preocupación de la humanidad por la
formación de los hombres es elemento consustancial a su
surgimiento y evolución. Desde las civilizaciones
más antiguas se aprecia el interés por el
perfeccionamiento del hombre, porque las nuevas generaciones
reciban una formación basada en la educación en
valores y creencias que los convierta en ciudadanos modelos, con
el interés de alcanzar el "mejoramiento humano" anhelado
por José Martí.

La sociedad socialista se propone educar al hombre en
todas las facetas de su personalidad. En el sistema de la
educación comunista la educación moral ocupa uno de
los lugares centrales y las normas y reglas de comportamiento
social constituyen su núcleo.

La preocupación de pedagogos, políticos y
de la comunidad científica por esta problemática
posibilitó su debate en eventos internacionales como la
Conferencia Mundial Educación para Todos (Jomtiem,
Tailandia, 1990), las reuniones del Programa de Educación
para América Latina y el Caribe (Santiago de Chile, 1993)
y los Congresos Internacionales de Pedagogía (La Habana,
2001, 2003, 2006 y 2009).

Desde el modelo de la Escuela primaria se plantea la
formación multilateral y armónica de las nuevas
generaciones, lo que presupone que el escolar debe apropiarse de
un sistema de sólidos conocimientos, habilidades y
hábitos.

Para lograr este fin el Ministerio de Educación
de Cuba está desarrollando una intensa labor con el
objetivo de elevar la calidad en el aprendizaje y en particular,
las clases, que deben ser desarrolladoras y científicas.
En ellas se funden la enseñanza y la educación en
un proceso único para dotar a los escolares de
conocimientos, hábitos, habilidades y capacidades,
condición previa para la formación de convicciones
y hábitos de conducta.

El modelo del ser humano al que se aspira en Cuba es el
de una personalidad integral portadora de los más elevados
valores, principios, normas morales y de convivencia ciudadana,
capaz de manifestarlos en sus modos de ser, pensar y
actuar.

Este propósito aparece plasmado en las Tesis y
Resoluciones sobre Política Educacional (1975), en el
Código de la Niñez y la Juventud (1978) y en el
modelo actual de la Escuela Primaria. Todos coinciden en la
necesidad de educar en" la observancia de las normas de
convivencia social y de la educación formal, y limpieza
moral o decencia en el trato con los demás y en la vida
pública y privada."1

Esta es una tarea que la sociedad asigna a la escuela y
a sus maestros. De ahí, la necesidad de hacer, a
través de la formación y superación de
estos, énfasis en las normas de convivencia social, para
lograr que sean ejemplo del ciudadano que necesita la sociedad y
sujetos capaces de integrar las acciones de otros agentes
sociales en la formación ciudadana.

En la última década, en Cuba, han surgido
manifestaciones del deterioro de las normas de convivencia
social, sobre todo, en los más jóvenes,
relacionadas con la indisciplina social y la tolerancia ante el
irrespeto de las normas de convivencia, modos incorrectos de
actuación manifestados también en algunos
profesores, resultado no solo de carencias económicas,
como algunos aseguran, sino también de escasez moral,
generada por insuficiencias en la educación moral y
ciudadana.

La Escuela posee variados espacios que deben ser
utilizados en función del fortalecimiento de las normas de
convivencia social como parte de la formación ciudadana de
los escolares, pero a nuestro juicio consideramos que existen
algunas manifestaciones que contraponen la calidad del proceso
docente educativo en relación con la enseñanza de
la Educación Cívica, entre las que podemos
mencionar>

1. En el programa de Educación Cívica no
aparece ninguna temática referida al tratamiento de las
normas de convivencia social.

2. Los escolares demuestran faltas de respeto hacia sus
compañeros.

3. El comportamiento de los padres en reuniones no son
las más idóneas.

Estos elementos demuestran la existencia de una
contradicción revelada en que lo que la sociedad aspira y
lo que se revela en la práctica social.

El estudio de las fuentes de información,
permitió constatar que la problemática fue abordada
por diferentes pedagogos e investigadores entre los que se
destacan: G. Labarrere (2001), A. Sáez (2001, 2003); N.
Chacón (2006); F. Addine (2006); E. Báxter (2006) y
R. Silva (2006). Esta última estudió la
formación ciudadana desde el proceso de formación
del maestro primario con la proposición de un modelo
pedagógico para lograrla. En el municipio Amancio, A.
Fernández (2008) la investigó en el proceso de
formación inicial en la Educación Técnica y
Profesional.

Ellos reconocen la importancia de la formación
ciudadana como parte de la competencia profesional
pedagógica y de la responsabilidad del profesor en el
proceso formativo, describen la problemática, y ofrecen
propuestas de índole metodológica, pero entre sus
propósitos no estuvo lo referido a la formación de
una cultura de convivencia social en los escolares de
Educación Primaria en correspondencia con las exigencias
actuales del modelo de esa educación.

Antes estas realidades y teniendo en cuenta los
elementos analizados, esta investigación se
centrará en buscar la posible solución que demanda
el siguiente problema científico: Insuficiente
formación de una cultura de convivencia social en los
escolares de Educación Primaria.

Se definió como objeto de investigación:
el proceso de formación ciudadana de los escolares de
Educación Primaria. Se precisa como campo de
acción: la cultura de convivencia social.

Desarrollo

Aunque el ser humano posee una tendencia natural a
convivir con los otros, la convivencia social es construida, no
se da naturalmente. Si queremos tener nuevas formas de
convivencia social que garanticen la protección de la
vida, los Derechos Humanos y la felicidad, debemos
materializarlas. La convivencia se aprende, se realiza y se
enseña. Es tarea de toda la vida de una persona y de una
sociedad.

La convivencia social tiene una serie de aprendizajes
básicos indispensables para el mejoramiento de nuestras
vidas, entre los que podemos citar:

1. Aprender a no agredir al congénere. Fundamento
de todo modelo de convivencia social: en el ser humano la
agresividad puede convertirse en amor o en hostilidad hacia el
otro. Es necesario aprender a dejar el combate sin perder la
competitividad, a ser fuerte sin perder la ternura y la
compasión por el otro, quien por ser diferente, puede ser
mi complemento o quizá  mi opositor, pero nunca mi
enemigo.

2. Aprender a comunicarse. Base de la
autoafirmación personal y grupal: toda comunicación
busca transmitir un sentido que espera ser reconocido por otros.
Yo me afirmo cuando el otro me reconoce, y el otro se afirma con
mi reconocimiento. Una sociedad que aprende a comunicarse de
muchas maneras, siempre encuentra formas para solucionar sus
conflictos pacíficamente.

3. Aprender a interactuar. Base de los modelos de
relación social: aprender a percibirme y a percibir a los
otros como personas que evolucionamos y cambiamos en las
relaciones intersubjetivas, pero guiados por unas reglas
básicas universales: los Derechos Humanos.

4. Aprender a decidir en grupo. Base de la
política y de la economía: el grado de convivencia
de una sociedad depende de su capacidad de concertar intereses
comunes, a todos los niveles. Aprendiendo a negociar en grupo se
puede alcanzar el máximo nivel de concertación,
expresión del Interés General o el Bien
Común.

5. Aprender a cuidarse. Base de los modelos de salud y
seguridad social: la convivencia supone aprender a cuidar el
"bien común" físico y psicológico de
sí mismo y de los otros; esta es una forma de expresar el
amor por la vida. Aprender a cuidarse significa también la
creación de condiciones de vida adecuada para todos y
todas.

6. Aprender a cuidar el entorno. Base de la
supervivencia: aprender a vivir socialmente es ante todo,
aprender a estar en el mundo; es aceptar que somos parte de la
naturaleza y del universo y que no es posible herir al planeta
tierra sin herirnos a nosotros mismos. Una  ética de
la convivencia social supone el cuidado del lugar donde todos
estamos: la biosfera.

7. Aprender a valorar el saber social. Base de la
evolución social y cultural: el conocimiento y contacto
con los legados culturales y académicos de una sociedad
genera hombres y mujeres más racionales, más
vinculadas a la historia y a la vida cotidiana de la sociedad y
más capaces de comprender los beneficios y posibilidades
de la convivencia social.

Existen diferentes criterios de cómo mejorar las
normas de convivencias sociales, entre los que podemos mencionar
los siguientes:

Por lo general, las personas que viven en pareja,
familia o en grupos de amistades reflejan un nivel de
satisfacción muy superior a las que permanecen solas o
más aisladas. Es por ello que la convivencia puede ser la
más grande satisfacción para un ser humano o, si no
se atiende adecuadamente, la más grande
desdicha.

Luís Rojas Marcos apunta en su libro "Convivir,
el laberinto de las relaciones de pareja, familiares, laborales"
(Ed. Aguilar), que la calidad de nuestras vidas es,
básicamente, la calidad de nuestras relaciones. Aprender a
convivir exige curiosidad, introspección, conocimiento de
uno mismo, pero también requiere una dosis general de
optimismo, flexibilidad y autodisciplina.

En realidad, en la convivencia, el comportamiento, no
nuestras palabras, reflejan lo que somos, deciden nuestro
bienestar, y también explican cómo ha sido nuestro
pasado y predicen nuestro futuro.

Las claves para buena convivencia se crean en la
infancia y en la adolescencia, en la relación de los
niños con sus padres. También contribuye el
carácter de las personas, algunas son más
extrovertidas y otras más introvertidas, unas más
alegres y otras menos. Incluso los genes también inciden,
permitiendo ser más introvertidos o más o menos
optimistas.

No obstante, la clave de la convivencia es saber lo que
quiero yo y lo que quiere el otro. Esa mezcla permite andar sobre
caminos comunes en paz. El desconocimiento mutuo y no especificar
las pretensiones de cada parte, son obstáculos que
impedirán un buen trayecto común. Conocernos bien
es el primer paso para poder relacionarnos bien con los
congéneres. Nos construimos a partir de las
relaciones.

Un elemento a tener en cuenta para lograr estandartes
superiores en la convivencia es el proceso de comunicación
y de manera particular el diálogo.

El ser humano es un ser social, nace destinado a
compartir la vida con otros seres humanos. Pero es también
un ser individual y libre. Por eso, debe aprender a ser
autónomo.

La autonomía y la socialización son los
dos ejes en torno a los cuales se construye la persona. Lo
importante es el equilibrio. Ni la autonomía debe impedir
o anular la dimensión social del ser humano ni la
convivencia debe ser excusa o impedimento para no ser libre o
autónomo con todas las consecuencias. Al contrario, la
autonomía y la socialización deben exigirse y
complementarse mutuamente.

En este proceso, la escuela puede y debe convertirse en
el lugar idóneo para que los alumnos aprendan las
actitudes y conductas básicas de la convivencia. Tiene la
responsabilidad de preparar a los niños y jóvenes
para entender el conflicto y la problemática social del
mundo al que deberán incorporarse en el futuro como
ciudadanos adultos.

Educar, pues supone mostrar el camino a los
jóvenes para que sean capaces de desarrollar un
código de valores propio basado en principios
éticos y morales, de educarlos para que adquieran
hábitos de comportamiento democráticos y conozcan y
asuman las reglas y condiciones mínimas de convivencia
pacífica, sin las cuales no hay vida humana
digna.

Un objetivo prioritario para una convivencia es mostrar
a los alumnos los mecanismos suficientes para la
resolución de conflictos.

Las personas tendemos a responder a estas situaciones
con un estilo predominante de aproximación al conflicto.
Los cuatro grandes estilos de comportamiento son: la
evitación, la acomodación, la competición o
confrontación y la solución del problema o
colaboración. Cada estilo se manifiesta en un conjunto de
comportamientos, y suele mostrarse dominante a lo largo del
tiempo; aunque también es cierto, que somos capaces de
variar el estilo a medida que un conflicto se
desarrolla.

Estos cuatro modelos son:

Evitación: es por definición la no
negociación o la negación de la existencia del
problema. En esta estrategia la preocupación por la
relación, así como por los resultados es muy
baja.

Acomodación: en esta estrategia la importancia de
la relación es muy alta y la del resultado muy baja.
Nuestra prioridad es mantener feliz al otro, o bien, no hacer
peligrar nuestra relación por el hecho de intentar
alcanzar algún beneficio. Se puede afirmar que es otra
forma de negación del conflicto.

Competición: en esta estrategia el resultado de
la negociación se impone sobre la relación. Una
persona que confronta el conflicto tiende a verlo como un asunto
de "pérdida-ganancia".

Solución del problema: en esta estrategia las
partes implicadas consideran el conflicto como algo natural en
las relaciones humanas, y resulta igualmente importante tanto el
resultado como la relación.

Un mecanismo, esencial para el uso de un estilo
idóneo, y llegar a un buen entendimiento, es la
utilización del diálogo, como intercambio de
opiniones o puntos de vista.

Pero la experiencia nos dice que no dialogamos
correctamente. A veces, convertimos el diálogo en
conversación de sordos, en monólogo a dos bandas,
en pelea verbal. Parece que siempre ha sido así. Nos
cuesta salir de nuestro mundo y meternos en el mundo de los
demás.

Es aquí donde la escuela debe jugar un papel
necesario, fomentando en los alumnos las actitudes y habilidades
básicas para dialogar correctamente. Entre estas, son
básicas las que enumeramos a
continuación:

Escuchar: El diálogo, además de la
libertad de hablar, es la buena disposición para escuchar,
para atender a lo que se nos dice más que a lo que se va a
contestar. Mostrando preocupación y deseo por entendernos.
Esto será interpretado normalmente como
respetuoso.

Respetar los límites: Significa resistirse a la
necesidad de decirlo todo inmediatamente, incluso a través
de las expresiones no verbales.

Entender y comprender: Interpretar bien al interlocutor,
no tomando las cosas al pie de la letra, procurando comprenderlo
todo, incluso lo opuesto a lo que se defiende.

Mostrar empatía: Significa comunicar que eres
consciente de los pensamientos, sentimientos y experiencias del
otro. Examinar cual es su posición, para aumentar el
entendimiento.

Respetar las opiniones: No creyendo tener toda la
razón, respetando y tolerando la opinión ajena.
Respetar, comienza por no adoptar posturas intransigentes
aceptando la parte de verdad que puede haber en las posturas de
los demás.

Buscar la verdad: Aceptar que nadie posee toda la
verdad, que todos saben algo de ella y que hay que estar abiertos
a la verdad de los otros.

Lenguaje común, preciso y claro: El resultado de
un diálogo, depende en gran medida de que se establezca un
lenguaje común, claro y preciso, evitando, así, dar
lugar a interpretaciones erróneas.

Argumentar nuestra postura con hechos: Tratar de
convencer aportando siempre hechos, que no pueden discutirse, no
a través del grito.

Objetividad y razón: Dialogar de manera
razonable, evitando la disputa, sin apasionarse ni descender al
terreno personal.

Serenidad y sosiego: Para el éxito del
diálogo es fundamental una atmósfera de serenidad y
sosiego, manteniendo en todo momento la calma.

En definitiva, la habilidad para comunicarse bien con
los otros no es algo innato, puede ser aprendida, y todos
poseemos el potencial de poder comunicarnos más
eficazmente.

Un buen comienzo para la educación comunicativa
en los alumnos podría ser el examen de sus hábitos
y pautas actuales. ¿Cómo se comunican en
situaciones de conflicto? ¿Interrumpen, pelean, permanecen
en silencio? El hecho de responder a tales preguntas y discutir
estas cuestiones, les ayudará a entender mejor quienes
son, y qué quieren como comunicadores. Deben ser
conscientes de sus hábitos, estereotipos y prejuicios; de
dónde se originan y cómo estos les afectan en la
interacción con otros grupos.

Necesidad de
convivencia

Es efectivo que nuestra convivencia deja mucho que
desear y que en los últimos tiempos se ha deteriorado
aún más. Ello nos obliga a la meditación,
porque la normal convivencia es indispensable para alcanzar el
bienestar económico y social. Parece una paradoja que
aquellas sociedades que más urgentemente requieren de la
armonía social son, precisamente, las que tienen
más dificultad para alcanzarla.

Debemos buscar la convivencia, aun aceptando al Hombre
individualista. Pretender cambiarlo es hacernos ilusiones que no
se cumplirán. Es indispensable lograr un sistema en que,
existiendo intereses individuales, éstos no interfieran
con los intereses de la comunidad. Del progreso y la eficiencia
de la comunidad dependen el bienestar y la seguridad del
individuo. A su vez, del esfuerzo e interés del individuo
depende el destino de la sociedad. Creo que si se llegara a
internalizar este concepto se lograría la unidad social, y
con un sentido de pertenencia a ella, lo que es tan necesario
para consolidar su unidad.

El hombre, como hemos afirmado, es genéticamente
diferente. No hay dos hombres iguales (salvo los gemelos). Son,
entonces, diferentes sus capacidades, sus reacciones; han sido
diferentes sus vivencias y es también diferente su nivel
de información y conocimiento. Aceptando esta diversidad,
todos los individuos merecen respeto, al igual que sus
ideologías y formas de pensar. Nadie debiera pretender
poseer la verdad exclusiva. Lo que no es aceptable es el dogma y
el fanatismo. Ellos llevan en sí el germen de la
destrucción de la convivencia humana.

No basta la aceptación; debe buscarse
también la participación de todos los miembros de
la comunidad para lograr, así, convivencia y el sentido de
unidad.

Finalmente, la sociedad debe regular el ejercicio del
poder para evitar los vicios de su mal uso. Deben evitarse el
poder absoluto y el abuso de poder, como también el
engaño y la instrumentación de individuos y
estructuras como método para alcanzar el poder. Debe
regularse, también, de modo que el poder se utilice para
el bien de la comunidad por sobre el bien del
individuo.

Necesitamos de la convivencia armónica, como un
anhelo espiritual y moral de la humanidad y como un mecanismo
para alcanzar la vida digna para todos los miembros que componen
la sociedad humana. Debiéramos hacer cuanto podamos para
alcanzarlo, aunque sabemos que no es fácil para nuestras
limitaciones humanas.

La sociedad:
Normas de convivencia social

  Una de las características de la persona
humana es su sociabilidad. De allí, entonces que no
podamos vivir solos sino que acompañados, rodeados de
otras personas formando sociedades.

Fuera del grupo es difícil conservar y
desarrollar la vida. Las personas tenemos necesidades de distinta
índole que solos no podemos satisfacer. El sabio
Aristóteles decía: "El hombre aislado o es un bruto
o es un dios"

Es en el medio social donde hombres y mujeres nos
desarrollamos como personas humanas. Cada individuo forma parte
de numerosas agrupaciones sociales: la escuela, el club
deportivo, la junta de vecino, el sindicato, la empresa, el grupo
religioso, el partido político, el centro de alumnos
etc.

Distintos propósitos pueden tener las personas
cuando forman grupos, sin embargo cuando se quiere realizar una
tarea en común es preciso converger hacia un fin que sea
acordado y aceptado por todos para que éste se logre
realizar. Esta idea está presente cuando se forma una
sociedad, una organización de personas. Cuando las
costumbres, la cultura, el entorno geográfico y lazos
afectivos unen a un grupo humano se habla de comunidad de
individuos.

Tanto en las sociedades como en las comunidades existen
normas y reglas que facilitan la convivencia, de no ser
así, la vida entre varias personas con distintas
características, intereses, ideas, etc., es difícil
de llevar, especialmente cuando se debe respetar los derechos y
deberes que cada uno tiene por igual.

Normas de comportamiento

Al vivir en sociedad, se hace indispensable un orden, un
mecanismo que regule la conducta de las personas, de tal manera
que se respeten los derechos y las libertades de todos por igual;
con ello surgen las normas.

La norma es una ordenación del comportamiento
humano según un criterio que conlleva una sanción
al no ser cumplida. La norma también puede ser coactiva,
la posibilidad de utilizar la fuerza para que se
cumpla.

Las normas tienen como finalidad establecer cómo
debe comportarse la persona, es un "deber ser" u
obligación.

Existen variadas normas de comportamiento o "sistemas
normativos". Estos son:

* La norma religiosa católica: Regula el
comportamiento según un punto de vista sobrenatural. Su
fin es que la persona alcance la santidad a través del
convencimiento libre y espontáneo, no existe
obligación de acatar los preceptos religiosos y la
sanción es la no salvación del alma.

* La norma moral: Apunta al perfeccionamiento del
hombre, desde la perspectiva de su bien personal, su fin es la
bondad. La sanción está dada por el hecho de no
lograr el perfeccionamiento. Por otro lado es
incoercible.

* La norma de trato social: Tiene por meta regular el
actuar social de tal modo de lograr una convivencia lo más
agradable posible. Varían según la cultura, la
época, etc. No son coactivas pero existe una
obligación forzada por el medio o grupo social al cual la
persona pertenece.

* La norma jurídica: Es un conjunto de reglas que
tiene por objeto ordenar y garantizar la vida en sociedad de la
persona humana. Los valores que la sustentan son la
seguridad y la justicia. Es de carácter imperativo y
coercible pues impone deberes y obligaciones que han de ser
cumplidos, pudiendo hacer uso de la fuerza en caso de no ser
acatada.

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Autor:

Yasmany Silva
Concepción.

 

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