La explotación infantil en el mundo –
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La explotación infantil en el
mundo
Se entiende por explotación infantil al trabajo
realizado por los niños y niñas que impide su
educación, amenaza su salud física o
psíquica, con jornadas laborales que superan las doce
horas; remuneraciones ínfimas y trabajos que afectan a su
dignidad o autoestima.
Excluidos de la educación y atrapados en el
círculo vicioso de la pobreza, estos niños
trabajadores ven socavados sus derechos básicos, su salud
e incluso su vida. La explotación infantil está
asumida dentro de la familia como una fuente de ingresos aceptada
por la totalidad de sus miembros.
Por otro lado un niño resulta más rentable
que un adulto debido a su inde- fensión, sumisión y
al hecho de que realiza el mismo trabajo que un adulto, sin
ningún tipo de queja y a cambio de una remuneración
muy inferior.
Las evidencias más claras de explotación
infantil se dan ya en Inglaterra durante la Primera
Revolución Industrial con el empleo masivo de mano de obra
infantil, tanto masculina como femenina, en el proceso de
producción.
El trabajo de los niños en las minas y
fábricas era muy provechoso para los empresarios porque el
salario de los niños era dos o tres veces inferior al de
los adultos. Así, chicos de 10 ó 12 años, e
incluso de menos edad, eran empleados en las minas, la industria
textil o la siderurgia. Su horario de tra- bajo era de 12 a 14
horas diarias, trabajando incluso los sábados. En la "ci-
vilizada" sociedad victoriana, del s.XIX, se aceptaba como algo
normal da- da la mentalidad de la época y las necesidades
de las familias obreras.
Poseemos cientos de documentos acerca de las
pésimas condiciones del tra- bajo infantil según
testimonio de los propios menores:
"Trabajo en el pozo de Gawber. No es muy cansado, pero
trabajo sin luz y paso miedo. Voy a las cuatro y a veces a las
tres y media de la mañana, y salgo a las cinco y media de
la tarde. No me duermo nunca. A veces canto cuando hay luz, pero
no en la oscuridad, entonces no me atrevo a cantar. No me gusta
estar en el pozo. Estoy medio dormida a veces cuando voy por la
mañana. Voy a la escuela los domingos y aprendo a leer.
(…) Me enseñan a rezar (…) He oído hablar de
Jesucristo muchas veces. No sé por qué vino a la
tierra y no sé por qué murió, pero sé
que descansaba su cabeza sobre piedras. Prefiero, de lejos, ir a
la escuela que estar en la mina". Declaraciones de la
niña Sarah Gooder, de ocho años de edad. Testimonio
recogido por la Comisión Ashley para el estu dio de la
situación en las minas, 1842. Fuente:
www.claseshistoria.com
Veamos otros dos documentos, contados por los propios
protagonistas, ni- ños de 7 y 9 años que son
explotados trabajando largas jornadas en las mi- nas (de 11 a 14
horas diarias) en condiciones infrahumanas. La gran mayo-
ría de estos niños ingleses del siglo XIX,
prefieren ir a la escuela antes que ir a trabajar pero se ven
obligados a asistir diariamente a las minas inglesas o a las
fábricas y, en el día de descanso si les es
posible, asistir algunas horas a la escuela para aprender a leer
y escribir.
"Hola, soy Juan y voy a contaros mi historia. Llevo
trabajando en minas y fábricas textiles desde los 7
años.
En las minas mi trabajo es de arrastrar vagonetas y
algunos días (jueves, vi- ernes y sábados) trabajo
en una fábrica textil, uno en el centro de la ciudad,
donde me encargo de anudar hilos bajo los telares. Solo dispongo
de los domingos para poder ir al colegio ya que los demás
días voy a trabajar. Trabajo 13 horas ni más ni
menos y, en ocasiones,no puedo con el esfuerzo físico que
hago a la hora de trabajar. No tengo padres y mi tío me
obliga a trabajar aunque yo prefiero ir al colegio todos los
días, pero debo hacer lo que me pida mi tutor.Poco a poco
me voy acostumbrando pero es muy duro y, a veces, muy peligroso.
Me veo desgraciado y necesitaría tomarme unas vacaciones
pero no puedo huir de mis problemas y dejar la responsabilidad
que se me ha asignado, trabajar".
El siguiente testimonio es de un niño ruso que se
trasladó con sus padres a
Inglaterra:
"Mi nombre es Dimitri Kolarov, tengo 9 años y
nací en Rusia pero mis padres vinieron a Gran
Bretaña para trabajar pero ahora el que más trabaja
soy yo. Lo hago en una mina con algunos niños de mi edad y
otros un poco mayores. Nuestras condiciones son nefastas, no
tenemos comida, ni bebida, respiramos aire contaminado, estamos
todos los días encorvados,…Trabaja mos 11 horas
diarias,me levanto a las 4 de la mañana y mientras mis
padres o cualquier otro niño "normal" duerme yo voy a
trabajar. A esos niños les envidio mucho aunque a ellos no
les entusiasma eso de estudiar, sin embar- go a mí me
encantaría poderlo hacer. Cuando salgo de trabajar veo a
algu- nos niños jugar, merendar, estar con sus familias
tan alegremente, no como yo que salgo del mismísimo
infierno".
Documentos del blog de Ciencias Sociales del profesor
Pedro J. Cañameras.
Por último, ya que la documentación sobre
la explota ción infantil en Gran Bretaña y otros
países europeos en el siglo XIX sería muy extensa,
voy a reproducir un documento que relata las experiencias
laborales de un niño de 7 años en una
fábrica de hilar lana:
"La jornada de trabajo duraba desde las cinco de la
mañana hasta las 8 de la noche, con un único
descan- so de treinta minutos a mediodía para comer.
Tenía- mos que tomar la comida como pudiéramos, de
pie o apoyados de cualquier manera. Así pues, a los 7
años yo realizaba 14 horas y media de trabajo
efectivo."
Documento del blog Clase de Historia del C.E.P.
Carolina Llona.
Prácticamente, hasta mediados del siglo XX,
estaba bastante generalizado la explotación infantil tanto
en los países desarrollados como en el Tercer Mundo, de
ahí que las Naciones Unidas proclamara la
Declaración de los Derechos del Niño para intentar
prohibir estas inhumanas prácticas. El 20 de noviembre de
1959, se aprobó la Declaración de los Derechos del
Niño de manera unánime por todos los 78 Estados
miembros de la ONU.Esta fue aprobada por la Asamblea General de
las Naciones Unidas mediante su re- solución
1386.
"El niño es reconocido universalmente como un ser
humano que debe ser capaz de desarrollarse física, mental,
social, moral y espiritualmente con li- bertad y
dignidad".
La Declaración de los Derechos del
Niño establece diez principios:
1. El derecho a la igualdad, sin
distinción de raza, religión o
nacionalidad.
2. El derecho a tener una protección
especial para el desarrollo físico,men- tal, y social del
niño.
3. El derecho a un nombre y a una nacionalidad desde su
nacimiento.
4. El derecho a una alimentación, vivienda y
atención médicos adecuados.
5. El derecho a una educación y a un tratamiento
especial para aquellos niños que sufren alguna
discapacidad mental o física.
6. El derecho a la comprensión y al amor de los
padres y de la sociedad.
7. El derecho a actividades recreativas y a una
educación gratuita.
8. El derecho a estar entre los primeros en recibir
ayuda en cualquier circunstancia.
9. El derecho a la protección contra cualquier
forma de abandono, crueldad y explotación.
10. El derecho a ser criado con un espíritu de
comprensión, tolerancia, amistad entre los pueblos y
hermandad universal.
Sin embargo, todavía no se ha erradicado la
explotación infantil, ni mucho menos. Se calcula que
actualmente, atendiendo a una reciente encuesta de la OIT, se
calcula que unos 250 millones de niños/as menores de 14
años estarían siendo utilizados como mano de obra.
Si se añaden los niños que tienen que trabajar en
duras tareas familiares en un ambiente de extrema pobreza, la
cifra se eleva a los 400 millones. Según la Agenzia Fides,
di- ciembre de 2011,mueren unos 22.000 niños en el mundo
en accidentes labo rales y muchos otros caen enfermos o sufren
accidentes graves. Todavía resulta más escandaloso
lo que refiere Diouf: "Cada seis segundos muere un niño
por problemas relacionados con la desnutrición en el
mundo".
Alrededor de un 70% de los niños trabajadores se
encuentran en el sector de la agricultura. Sólo uno de
cada cinco niños recibe un salario y la gran
mayoría está entre los que realizan trabajo
familiar sin ninguna remunera- ción. El último
Informe de la OIT plantea que durante los últimos cuatro
años el trabajo infantil ha aumentado entre los
niños y disminuido entre las niñas.De hecho, la
mayor parte de la disminución mundial se debe al menor
número de niñas involucradas en trabajo infantil.
Sin embargo, se ha dado un incremento alarmante del 20 por ciento
en el grupo de entre 15 y17años, que aumentó de 52
millones a 62 millones de niños.
Además, se calcula que 1 millón de
niños/as practican la prostitución solo en el
continente asiático y, en los países desarrollados,
entre el 10 y el 15% son víctimas de abusos sexuales por
parte de personas adultas. Los niños obligados a
prostituirse viven un calvario sin fin. El maltrato y el abuso a
los que son sometidos dejan secuelas de por vida, que van desde
la depresi- ón y el stress hasta intentos de suicidio.
También deben enfrentarse con el sida, las enfermedades de
transmisión sexual y abortos por embarazos no deseados que
ponen en peligro sus vidas.
Por otra parte, según nos informa Amnis-
tía Internacional: "Millones de niños y
niñas se ven envueltos en conflictos de los que no son
simplemente testigos sino, el objetivo. Algunos caen
víctimas de un ataque indiscriminado contra civiles,otros
mueren como parte de un genocidio calcu lado.Otros sufren los
efectos de la violen- cia sexual o las múltiples
privaciones pro pias de los conflictos armados que los exponen al
hambre o a las enfermedades. Igualmente chocante resulta el hecho
de que miles de jóvenes son explotados co- mo combatientes
siendo, previamente dro gados para hacer que sean más
valientes y temerarios en el combate". En este sentido la ONU
indicaba, en 2012, que, al menos, se reclutaban niños y
niñas soldados en 17 países del mundo como en
Afganistán, Sudán, R.D. del Congo, Malí o
Yemen.
Como podemos constatar el panorama es desolador y
afecta, en mayor o menor medida, a todos los países del
mundo. Según la información del año 2012,
obtenida de la consultora independiente Maplecroft, los diez
países en los que los niños son mayoritariamente
explotados serían: 1º. Myanmar, 2º. Corea del
Norte, 3º. Somalia, 4º.Sudán, 5º.
R.D.Congo, 6º. Zimbabwe, 7º. Afghanistán,
8º. Burundi, 9º. Pakistán, 10º.
Etiopía. Según la OIT, el trabajo infantil es un
problema potencialmente creciente en los países más
pobres. La magnitud del problema se ha incrementado en
África Subsa- hariana, donde uno de cada cuatro
niños entre 5 y 17 años trabaja, a dife- rencia de
Asia y el Pacífico, donde uno de cada ocho niños
realiza activi- dades laborales en el mismo grupo de
edad.
La mayoría de los niños
explotados trabajan en el sector agrícola comercial, pero
hay niños trabajando en multitud de sectores: servicio
doméstico, minería, pesca de gran profundidad
(buceadores),construcción, material deportivo, calzado
deportivo, equipamiento quirúrgico, cerillas y pirotecnia,
carbón vegetal, fábricas de cristal y
cerámica.
Según un amplio informe elaborado por
Sofía Castro titulado: "Explotación laboral
infantil en el África Subsahariana", la explotación
infantil lejos de reducirse sigue aumentando. En países
como Uganda, Zambia y Tanzania se están apreciando las
peores formas de trabajo infantil, principalmente en las
plantaciones de tabaco, donde los niños están
expuestos a pesticidas, productos químicos en los lugares
de cultivo y en la actividad minera (OIT, 2010). Un caso
particular es el de la minería de piedras preciosas de
Mererani, donde se exponen a los niños de 8 a 9
años a condiciones de trabajo que suponen un grave riesgo
para su salud y bienestar, ya que descienden 30 metros bajo
tierra y permanecen 8 horas diarias sin ventilación e
iluminación adecuada, "[…] durante las explosiones,
los niños se esconden en los túneles más
profundos, con la esperanza de ser los primeros en encontrar las
piedras preciosas que salen a la luz. Las "primas" que reciben
por estos hallazgos son la única remuneración a la
que pueden pretender. Debido a los riesgos a que se exponen,
muchos de esos niños sufren lesiones graves o pierden la
vida" (OIT, 2005b:1).
En la India, los niños son esclavizados, en
canteras, en el campo, servicio doméstico, picking rags en
las calles, alfombras, saris de seda, cigarrillos, joyería
de plata, artículos de piel (incluyendo calzado y material
deportivo), alfombras de lana tejidas a mano, piedras preciosas
sintéticas y naturales, diamantes, prostitución,
restaurantes, trabajo doméstico, teterías y
moteles.
Sirva como ejemplo el caso de Ajad y Marukh que tiene 10
años y ha traba- jado en la industria de la seda desde los
5 en Ramanagaram, el mayor mercado de capullo de seda de la
India, en la región de Karnataka. Puesto que son
devanadores, meten sus manos en agua hirviendo y palpan los
capullos de seda, apreciando a través del tacto si los
finos hilos de seda se han re- blandecido suficientemente como
para ser devanados. No pueden usar tenedores en vez de sus manos
debido a la teoría según la cual sus manos pue- den
discernir mejor si los hilos están a punto para ser
devanados. Las pal- mas de sus manos y sus dedos son blancos y
con grandes marcas de heridas, quemaduras y ampollas. Muchos
tejedores de seda están hacinados en habitaciones oscuras,
húmedas y sin ventilación. Estas condiciones
favore- cen el contagio de enfermedades entre los niños
trabajadores.
En otro país asiático, Pakistán, al
menos ocho millones de niños trabajan en condiciones
precarias, el 65% de ellos a tiempo completo, según ha
denunciado la principal organización defensora de los
derechos de los menores del país. Según informa
Tracy Wagner Rizvi, portavoz de la Sociedad para la
Protección de los Derechos del Niño (SPARC): "Las
cifras podrían ser aún más altas, ya que
sólo 25 de los 50 millones de niños en edad escolar
acuden al colegio, y es posible que el resto estén
trabajando".
Buena parte de estos niños pakistaníes
trabajan en la elaboración del mate- rial deportivo.
Pakistán, el mayor exportador de pelotas de fúlbol
(provee más del 60% del mercado estadounidense), por
ejemplo, hay más de 7.000 niños de menos de 14
años que cosen pelotas, cobrando 0,6 dólares por
pe- lota; incluso los niños de más edad no pueden
coser más de 3 ó 4 pelotas en un día y,
además, si están mal cosidas no perciben ni un
centavo.
En América Latina y el Caribe hay 14 millones de
niños, niñas y adolescentes entre 5 y 17
años en situación de explotación laboral, la
mayor parte de ellos realizando tareas peligrosas. Esta cifra
representa el 10% del total de niños en ese rango de edad
en la región, que son alrededor de 141 millones. De esos
14 millones de niños, niñas y adolescentes, 9,4
millones realizan trabajos que son peligrosos y amenazan su
integridad física y sicológica.
Además, de la cifra total, 4 millones son
adolescentes entre 15 y 17 años que realizan trabajos
peligrosos, y que por ese motivo están considerados dentro
de la clasificación de trabajo infantil. Los otros 10
millones son niños entre 5 y 14 años, los cuales
estarían trabajando por debajo de la edad mínima de
admisión al empleo.
Los niños, niñas y adolescentes de
Latinoamérica comienzan ayudando a sus madres en tareas
mineras "sencillas" de selección de desmonte o bate- ando
en el río durante largas horas a la intemperie. A partir
de los 12 años pasan a apoyar en la extracción del
mineral en los túneles, el transporte a la superficie y su
procesamiento, exponiéndose al peligro de explosiones,
derrumbes, asfixia, cargas pesadas, y sustancias tóxicas
como el mercurio, cianuro, ácidos y otros productos
químicos.
En países latinoamericanos, como Colombia o
Bolivia, los pasillos de las minas son bajos y estrechos,
así que los propietarios (habitualmente los padres de los
trabajadores) encuentran en los niños los trabajadores de
tamaño ideal. Encorvados y con dificultades para respirar,
los niños cargan pesados sacos de carbón a sus
espaldas o de cobre. Están expuestos a altos niveles de
polvo, con riesgo de lesiones y enfermedades pulmonares. Se
estima que son miles de niños los que trabajan en estas
condiciones.
Además, la presencia de un gran número de
niños desprotegidos y sin supervisión es un
fenómeno común en las calles de América
Latina. En pocos lugares son esos niños tan visibles y
deplorados como en el Brasil, donde entre 7 y 8 millones de
niños de 5 a 18 años de edad viven y trabajan en
las calles de las ciudades. Numerosos estudios científicos
y reportajes verifican el extenso consumo entre ellos de
inhalantes, marihuana, cocaína y rohypnol. La
exposición al virus de la inmunodeficiencia humana (VIH)
es un área de creciente preocupación debido al gran
número de jóvenes callejeros que participan sin
protección en actos sexuales remunerados y no remunerados.
Lo peor es que los niños callejeros del Brasil, por su uso
de drogas, crímenes predatorios y comportamiento
inaceptable en general, son objeto de persecución violenta
por parte de grupos locales de "vigilantes", bandas relacionadas
con el comercio de drogas y "brigadas policíacas de la
muerte". En Brasil mueren unos 5 niños diariamente de
forma violenta. Incluso muchos de estos niños de la calle
son muertos deliberadamente para la venta ilegal de
órganos que venden las mafias en el mercado internacional.
( Inciardi J.A; Surratt H.L. Childe in the strets of
Brazil).
La explotación infantil también se produce
en los países desarrollados. En los Estados Unidos,
según nos dice Douglas Kruse: " Unos 290.000 niños
fueron empleados ilegalmente, en 2010. De éstos 59.600
eran menores de 12 años, y 13.000 trabajaban en
fábricas químicas peligrosas. Cerca del 4% de todos
los niños de 12-17 años, son empleados ilegalmente.
Los empleado- res ahorraron 155 millones de dólares en
2010 debido a la contratación de menores de
edad".
No siempre es posible obtener información sobre
violaciones del trabajo infantil debido a que muchos de esos
niños son inmigrantes ilegales.
Éstos son algunos ejemplos de los trabajos que
los niños hacen en Estados Unidos muchas veces por doce
horas seguidas: confeccionando prendas y cosiendo, plegando y
embolsando vestidos en los talleres de Nueva York; recogiendo
chiles en Nuevo México, frijoles en Florida, pepinos en
Michigan, pimientos verdes en Tennessee, manzanas en Nueva York,
uvas en California, setas en Pennsylvania, melocotones en
Illinois y sorgo en Tejas.
La legislación laboral de Estados Unidos dice que
los niños tienen que esperar hasta los 16 años para
trabajar en fábricas o durante el horario escolar, y los
niños menores de 14 están excluidos de la
mayoría de los puestos de trabajo, excepto la agricultura,
y que los niños menores de doce años sólo
pueden trabajar en granjas al lado de sus padres. Todos los
niños meno- res de 18 no pueden realizar trabajos
peligrosos. Estas leyes, muchas veces, no se cumplen en los
Estados Unidos y en otros países desarrollados.
El empleo de de mano de obra infantil, en España,
era muy importante en la actividad económica
general española del siglo XIX, al igual que lo era en
Gran Bretaña y otros países europeos. En el caso de
la minería suponía un alto porcentaje de la mano de
obra empleada ya que, grosso modo, supondría cerca de la
quinta parte del total de trabajadores de las explotaciones
mineras en el siglo XIX. Hay que esperar al siglo XX para que se
muestre una tendencia clara a la disminución de la mano de
obra en este sector, situándose en torno al 5%, en 1932,
una tercera parte más o menos de lo que había
supuesto quince años antes. (Miguel A. Pérez y
Andrés Sánchez Picón: El trabajo infantil en
la minería española, 1850-1940. 2005)
A las duras condiciones de trabajo que tienen que
padecer las niñas y niños trabajadores
españoles, habría que añadir las largas
jornadas laborales. Además, no sólo están
sometidos a este largo horario, sino que también
trabajaban muy duramente, sin seguridad de ningún tipo, ni
siquiera sanitaria o higiénica. Muchas veces el material
con el que trabajaba era peligroso y pesa- do, por lo que los
accidentes en que los niños eran heridos o muertos no eran
raros en las fábricas del momento. Todavía el Real
Decreto de 26 de junio de 1902 establecía que el trabajo
infantil no debía superar las 11 h. (66 horas semanales),
incluyendo obligatoriamente un descanso dominical.
Durante el Franquismo, hasta principios de la
década de los setenta del siglo pasado, en el campo, y
dentro del ámbito del trabajo agrícola asalaria-
do, el trabajo de los niños era una estrategia de
supervivencia de la familia: el jornal del padre era siempre
insuficiente para mantener el grupo doméstico, por lo que
los niños pronto debían ayudar al sustento y dejar
de ser una carga para convertirse en un apoyo. El grupo
doméstico distribuía y organizaba el trabajo de sus
miembros en función de su composición,
número, sexo y edad. En muchas ocasiones, los jornales de
toda la familia seguían siendo insuficientes para paliar
el endeudamiento. (Cristina Amich Elías: El trabajo de los
menores de edad en la dictadura Franquista).
En España, según señalaba un
informe emitido por Unicef, en 2000, había unos 170.000
menores de 16 años trabajando. Como se puede observar, en
este histograma realizado por el profesor Óscar
García Torga basándose en datos proporcionados por
Unicef, (2000) unos 100.000 niños se dedicaban a tareas
domésticas; 15.000 trabajaban en negocios familiares;
10.000 en actividades primarias (agrícultura,
ganadería y pesca); otros 10.000 niños
españoles lo hacían en publicidad; 4.600 estaban
emplea- dos en fábricas y talleres y 2.000 más
trabajaban en la venta ambulante.
Estas no son todas las actividades a las que se dedican
los menores españoles. En enero de 2008, Eva Biaudet,
coordinadora para la lucha contra la trata de seres humanos de la
Osce, comentaba, para el periódico El Mundo, que en
España hay unos 20.000 menores identificados por la
policía que han sido obligados a prostituirse, mendigar o
cometer delitos, o que han si- do víctimas de redes de
delincuencia internacionales que los han utilizando para la
explotación laboral,adopciones ilegales o incluso
tráfico de órganos.
Estos 20.000 niños, son sólo "la punta del
iceberg" porque hay "muchos más" que son víctimas
de la trata de seres humanos, aunque "sólo podemos hacer
estimaciones de la magnitud del problema".
Además, la grave crisis económica que
padecemos es la causante de que más de 2,2 millones de
niños españoles vivan bajo el umbral de la pobreza,
debido a que sus padres no tienen trabajo o que sus salarios sean
tan bajos que no les alcance para cubrir todas las necesidades
familiares básicas (In- forme Unicef España,
2012-13).
Como suele ocurrir, en muchas ocasiones, las leyes de
protección al menor están ahí pero, en
muchas ocasiones, no se aplican suficientemente
produciéndose abusos de todo tipo contra los niños
y jóvenes de todo el mundo por parte de mafias organizadas
que mueven miles de millones de dólares al año con
la explotación infantil que, en muchos países,
principalmente sub desarrollados, no se persigue
suficientemente.
Además se debería de incentivar más
a los padres, con ayudas económicas suficientes por parte
del Estado, para evitar el que éstos busquen un trabajo a
sus hijos y así contribuir al sustento familiar para poder
subsistir. Soy consciente de lo difícil que es poder
llevar a la práctica esta teoría, aunque me parezca
justa, por las políticas neoliberales predominantes hoy en
día que en vez de mejorar la situación
económica mundial parece, según las últimas
informaciones económicas de que se dispone, que la crisis
mundial se mantendrá durante varios años más
en casi todos los países del mundo y además, las
diferencias entre el Norte y el Sur continuarán
aumentando.
EL TRABAJO INFANTIL EN EL MUNDO (
2008).
Fuente: OIT.
Estas cifras, reflejadas en los informes de la OIT,
plantean un gran reto, no será posible eliminar las peores
formas de trabajo infantil en 2016 si no se intensifican
acciones, sobre todo en África y Asia Meridional, regiones
más afectadas por el problema. Por otro lado, se requiere
focalizar iniciativas hacia el sector agrícola y hacia las
formas "ocultas" que lindan con el delito, como la
explotación sexual infantil o el trabajo infantil
doméstico.
Si bien es cierto que son muchos los actores
involucrados en esta lucha, el Informe de la OIT hace un llamado
a los gobiernos a respetar sus compro- misos e intensificar la
acción contra el trabajo infantil.
Para la OIT los beneficios económicos de eliminar
el trabajo infantil supe- ran su costo global en una
relación de 6,7 a 1. El gasto representaría una ci-
fra muy inferior a los 10 billones de dólares que fueron
asignados -sólo en EE.UU. y el Reino Unido- para salvar a
los bancos durante la actual crisis económica. Se trata de
una cuestión de ambición y de voluntad
política.
Autor:
Benedicto Cuervo
Álvarez.