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La explotación infantil en el mundo




    La explotación infantil en el mundo –
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    La explotación infantil en el
    mundo

    Se entiende por explotación infantil al trabajo
    realizado por los niños y niñas que impide su
    educación, amenaza su salud física o
    psíquica, con jornadas laborales que superan las doce
    horas; remuneraciones ínfimas y trabajos que afectan a su
    dignidad o autoestima.

    Excluidos de la educación y atrapados en el
    círculo vicioso de la pobreza, estos niños
    trabajadores ven socavados sus derechos básicos, su salud
    e incluso su vida. La explotación infantil está
    asumida dentro de la familia como una fuente de ingresos aceptada
    por la totalidad de sus miembros.

    Por otro lado un niño resulta más rentable
    que un adulto debido a su inde- fensión, sumisión y
    al hecho de que realiza el mismo trabajo que un adulto, sin
    ningún tipo de queja y a cambio de una remuneración
    muy inferior.

    Las evidencias más claras de explotación
    infantil se dan ya en Inglaterra durante la Primera
    Revolución Industrial con el empleo masivo de mano de obra
    infantil, tanto masculina como femenina, en el proceso de
    producción.

    El trabajo de los niños en las minas y
    fábricas era muy provechoso para los empresarios porque el
    salario de los niños era dos o tres veces inferior al de
    los adultos. Así, chicos de 10 ó 12 años, e
    incluso de menos edad, eran empleados en las minas, la industria
    textil o la siderurgia. Su horario de tra- bajo era de 12 a 14
    horas diarias, trabajando incluso los sábados. En la "ci-
    vilizada" sociedad victoriana, del s.XIX, se aceptaba como algo
    normal da- da la mentalidad de la época y las necesidades
    de las familias obreras.

    Poseemos cientos de documentos acerca de las
    pésimas condiciones del tra- bajo infantil según
    testimonio de los propios menores:

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    "Trabajo en el pozo de Gawber. No es muy cansado, pero
    trabajo sin luz y paso miedo. Voy a las cuatro y a veces a las
    tres y media de la mañana, y salgo a las cinco y media de
    la tarde. No me duermo nunca. A veces canto cuando hay luz, pero
    no en la oscuridad, entonces no me atrevo a cantar. No me gusta
    estar en el pozo. Estoy medio dormida a veces cuando voy por la
    mañana. Voy a la escuela los domingos y aprendo a leer.
    (…) Me enseñan a rezar (…) He oído hablar de
    Jesucristo muchas veces. No sé por qué vino a la
    tierra y no sé por qué murió, pero sé
    que descansaba su cabeza sobre piedras. Prefiero, de lejos, ir a
    la escuela que estar en la mina". Declaraciones de la
    niña Sarah Gooder, de ocho años de edad. Testimonio
    recogido por la Comisión Ashley para el estu dio de la
    situación en las minas, 1842. Fuente:
    www.claseshistoria.com

    Veamos otros dos documentos, contados por los propios
    protagonistas, ni- ños de 7 y 9 años que son
    explotados trabajando largas jornadas en las mi- nas (de 11 a 14
    horas diarias) en condiciones infrahumanas. La gran mayo-
    ría de estos niños ingleses del siglo XIX,
    prefieren ir a la escuela antes que ir a trabajar pero se ven
    obligados a asistir diariamente a las minas inglesas o a las
    fábricas y, en el día de descanso si les es
    posible, asistir algunas horas a la escuela para aprender a leer
    y escribir.

    "Hola, soy Juan y voy a contaros mi historia. Llevo
    trabajando en minas y fábricas textiles desde los 7
    años.

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    En las minas mi trabajo es de arrastrar vagonetas y
    algunos días (jueves, vi- ernes y sábados) trabajo
    en una fábrica textil, uno en el centro de la ciudad,
    donde me encargo de anudar hilos bajo los telares. Solo dispongo
    de los domingos para poder ir al colegio ya que los demás
    días voy a trabajar. Trabajo 13 horas ni más ni
    menos y, en ocasiones,no puedo con el esfuerzo físico que
    hago a la hora de trabajar. No tengo padres y mi tío me
    obliga a trabajar aunque yo prefiero ir al colegio todos los
    días, pero debo hacer lo que me pida mi tutor.Poco a poco
    me voy acostumbrando pero es muy duro y, a veces, muy peligroso.
    Me veo desgraciado y necesitaría tomarme unas vacaciones
    pero no puedo huir de mis problemas y dejar la responsabilidad
    que se me ha asignado, trabajar".

    El siguiente testimonio es de un niño ruso que se
    trasladó con sus padres a
    Inglaterra:  

    "Mi nombre es Dimitri Kolarov, tengo 9 años y
    nací en Rusia pero mis padres vinieron a Gran
    Bretaña para trabajar pero ahora el que más trabaja
    soy yo. Lo hago en una mina con algunos niños de mi edad y
    otros un poco mayores. Nuestras condiciones son nefastas, no
    tenemos comida, ni bebida, respiramos aire contaminado, estamos
    todos los días encorvados,…Trabaja mos 11 horas
    diarias,me levanto a las 4 de la mañana y mientras mis
    padres o cualquier otro niño "normal" duerme yo voy a
    trabajar. A esos niños les envidio mucho aunque a ellos no
    les entusiasma eso de estudiar, sin embar- go a mí me
    encantaría poderlo hacer. Cuando salgo de trabajar veo a
    algu- nos niños jugar, merendar, estar con sus familias
    tan alegremente, no como yo que salgo del mismísimo
    infierno".

    Documentos del blog de Ciencias Sociales del profesor
    Pedro J. Cañameras.

    Por último, ya que la documentación sobre
    la explota ción infantil en Gran Bretaña y otros
    países europeos en el siglo XIX sería muy extensa,
    voy a reproducir un documento que relata las experiencias
    laborales de un niño de 7 años en una
    fábrica de hilar lana:

    "La jornada de trabajo duraba desde las cinco de la
    mañana hasta las 8 de la noche, con un único
    descan- so de treinta minutos a mediodía para comer.
    Tenía- mos que tomar la comida como pudiéramos, de
    pie o apoyados de cualquier manera. Así pues, a los 7
    años yo realizaba 14 horas y media  de trabajo
    efectivo."

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    Documento del blog Clase de Historia del C.E.P.
    Carolina Llona.

    Prácticamente, hasta mediados del siglo XX,
    estaba bastante generalizado la explotación infantil tanto
    en los países desarrollados como en el Tercer Mundo, de
    ahí que las Naciones Unidas proclamara la
    Declaración de los Derechos del Niño para intentar
    prohibir estas inhumanas prácticas. El 20 de noviembre de
    1959, se aprobó la Declaración de los Derechos del
    Niño de manera unánime por todos los 78 Estados
    miembros de la ONU.Esta fue aprobada por la Asamblea General de
    las Naciones Unidas mediante su re- solución
    1386.

    "El niño es reconocido universalmente como un ser
    humano que debe ser capaz de desarrollarse física, mental,
    social, moral y espiritualmente con li- bertad y
    dignidad".

    La Declaración de los Derechos del
    Niño establece diez principios:

    1. El derecho a la igualdad, sin
    distinción de raza, religión o
    nacionalidad.

    2. El derecho a tener una protección
    especial para el desarrollo físico,men- tal, y social del
    niño.

    3. El derecho a un nombre y a una nacionalidad desde su
    nacimiento.

    4. El derecho a una alimentación, vivienda y
    atención médicos adecuados.

    5. El derecho a una educación y a un tratamiento
    especial para aquellos niños que sufren alguna
    discapacidad mental o física.

    6. El derecho a la comprensión y al amor de los
    padres y de la sociedad.

    7. El derecho a actividades recreativas y a una
    educación gratuita.

    8. El derecho a estar entre los primeros en recibir
    ayuda en cualquier circunstancia.

    9. El derecho a la protección contra cualquier
    forma de abandono, crueldad y explotación.

    10. El derecho a ser criado con un espíritu de
    comprensión, tolerancia, amistad entre los pueblos y
    hermandad universal.

    Sin embargo, todavía no se ha erradicado la
    explotación infantil, ni mucho menos. Se calcula que
    actualmente, atendiendo a una reciente encuesta de la OIT, se
    calcula que unos 250 millones de niños/as menores de 14
    años estarían siendo utilizados como mano de obra.
    Si se añaden los niños que tienen que trabajar en
    duras tareas familiares en un ambiente de extrema pobreza, la
    cifra se eleva a los 400 millones. Según la Agenzia Fides,
    di- ciembre de 2011,mueren unos 22.000 niños en el mundo
    en accidentes labo rales y muchos otros caen enfermos o sufren
    accidentes graves. Todavía resulta más escandaloso
    lo que refiere Diouf: "Cada seis segundos muere un niño
    por problemas relacionados con la desnutrición en el
    mundo".

    Alrededor de un 70% de los niños trabajadores se
    encuentran en el sector de la agricultura. Sólo uno de
    cada cinco niños recibe un salario y la gran
    mayoría está entre los que realizan trabajo
    familiar sin ninguna remunera- ción. El último
    Informe de la OIT plantea que durante los últimos cuatro
    años el trabajo infantil ha aumentado entre los
    niños y disminuido entre las niñas.De hecho, la
    mayor parte de la disminución mundial se debe al menor
    número de niñas involucradas en trabajo infantil.
    Sin embargo, se ha dado un incremento alarmante del 20 por ciento
    en el grupo de entre 15 y17años, que aumentó de 52
    millones a 62 millones de niños.

    Además, se calcula que 1 millón de
    niños/as practican la prostitución solo en el
    continente asiático y, en los países desarrollados,
    entre el 10 y el 15% son víctimas de abusos sexuales por
    parte de personas adultas. Los niños obligados a
    prostituirse viven un calvario sin fin. El maltrato y el abuso a
    los que son sometidos dejan secuelas de por vida, que van desde
    la depresi- ón y el stress hasta intentos de suicidio.
    También deben enfrentarse con el sida, las enfermedades de
    transmisión sexual y abortos por embarazos no deseados que
    ponen en peligro sus vidas.

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    Por otra parte, según nos informa Amnis-
    tía Internacional: "Millones de niños y
    niñas se ven envueltos en conflictos de los que no son
    simplemente testigos sino, el objetivo. Algunos caen
    víctimas de un ataque indiscriminado contra civiles,otros
    mueren como parte de un genocidio calcu lado.Otros sufren los
    efectos de la violen- cia sexual o las múltiples
    privaciones pro pias de los conflictos armados que los exponen al
    hambre o a las enfermedades. Igualmente chocante resulta el hecho
    de que miles de jóvenes son explotados co- mo combatientes
    siendo, previamente dro gados para hacer que sean más
    valientes y temerarios en el combate". En este sentido la ONU
    indicaba, en 2012, que, al menos, se reclutaban niños y
    niñas soldados en 17 países del mundo como en
    Afganistán, Sudán, R.D. del Congo, Malí o
    Yemen.

    Como podemos constatar el panorama es desolador y
    afecta, en mayor o menor medida, a todos los países del
    mundo. Según la información del año 2012,
    obtenida de la consultora independiente Maplecroft, los diez
    países en los que los niños son mayoritariamente
    explotados serían: 1º. Myanmar, 2º. Corea del
    Norte, 3º. Somalia, 4º.Sudán, 5º.
    R.D.Congo, 6º. Zimbabwe, 7º. Afghanistán,
    8º. Burundi, 9º. Pakistán, 10º.
    Etiopía. Según la OIT, el trabajo infantil es un
    problema potencialmente creciente en los países más
    pobres. La magnitud del problema se ha incrementado en
    África Subsa- hariana, donde uno de cada cuatro
    niños entre 5 y 17 años trabaja, a dife- rencia de
    Asia y el Pacífico, donde uno de cada ocho niños
    realiza activi- dades laborales en el mismo grupo de
    edad.

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    La mayoría de los niños
    explotados trabajan en el sector agrícola comercial, pero
    hay niños trabajando en multitud de sectores: servicio
    doméstico, minería, pesca de gran profundidad
    (buceadores),construcción, material deportivo, calzado
    deportivo, equipamiento quirúrgico, cerillas y pirotecnia,
    carbón vegetal, fábricas de cristal y
    cerámica.

    Según un amplio informe elaborado por
    Sofía Castro titulado: "Explotación laboral
    infantil en el África Subsahariana", la explotación
    infantil lejos de reducirse sigue aumentando. En países
    como Uganda, Zambia y Tanzania se están apreciando las
    peores formas de trabajo infantil, principalmente en las
    plantaciones de tabaco, donde los niños están
    expuestos a pesticidas, productos químicos en los lugares
    de cultivo y en la actividad minera (OIT, 2010). Un caso
    particular es el de la minería de piedras preciosas de
    Mererani, donde se exponen a los niños de 8 a 9
    años a condiciones de trabajo que suponen un grave riesgo
    para su salud y bienestar, ya que descienden 30 metros bajo
    tierra y permanecen 8 horas diarias sin ventilación e
    iluminación adecuada, "[…] durante las explosiones,
    los niños se esconden en los túneles más
    profundos, con la esperanza de ser los primeros en encontrar las
    piedras preciosas que salen a la luz. Las "primas" que reciben
    por estos hallazgos son la única remuneración a la
    que pueden pretender. Debido a los riesgos a que se exponen,
    muchos de esos niños sufren lesiones graves o pierden la
    vida" (OIT, 2005b:1).

    En la India, los niños son esclavizados, en
    canteras, en el campo, servicio doméstico, picking rags en
    las calles, alfombras, saris de seda, cigarrillos, joyería
    de plata, artículos de piel (incluyendo calzado y material
    deportivo), alfombras de lana tejidas a mano, piedras preciosas
    sintéticas y naturales, diamantes, prostitución,
    restaurantes, trabajo doméstico, teterías y
    moteles.

    Sirva como ejemplo el caso de Ajad y Marukh que tiene 10
    años y ha traba- jado en la industria de la seda desde los
    5 en Ramanagaram, el mayor mercado de capullo de seda de la
    India, en la región de Karnataka. Puesto que son
    devanadores, meten sus manos en agua hirviendo y palpan los
    capullos de seda, apreciando a través del tacto si los
    finos hilos de seda se han re- blandecido suficientemente como
    para ser devanados. No pueden usar tenedores en vez de sus manos
    debido a la teoría según la cual sus manos pue- den
    discernir mejor si los hilos están a punto para ser
    devanados. Las pal- mas de sus manos y sus dedos son blancos y
    con grandes marcas de heridas, quemaduras y ampollas. Muchos
    tejedores de seda están hacinados en habitaciones oscuras,
    húmedas y sin ventilación. Estas condiciones
    favore- cen el contagio de enfermedades entre los niños
    trabajadores.

    En otro país asiático, Pakistán, al
    menos ocho millones de niños trabajan en condiciones
    precarias, el 65% de ellos a tiempo completo, según ha
    denunciado la principal organización defensora de los
    derechos de los menores del país. Según informa
    Tracy Wagner Rizvi, portavoz de la Sociedad para la
    Protección de los Derechos del Niño (SPARC): "Las
    cifras podrían ser aún más altas, ya que
    sólo 25 de los 50 millones de niños en edad escolar
    acuden al colegio, y es posible que el resto estén
    trabajando".

    Buena parte de estos niños pakistaníes
    trabajan en la elaboración del mate- rial deportivo.
    Pakistán, el mayor exportador de pelotas de fúlbol
    (provee más del 60% del mercado estadounidense), por
    ejemplo, hay más de 7.000 niños de menos de 14
    años que cosen pelotas, cobrando 0,6 dólares por
    pe- lota; incluso los niños de más edad no pueden
    coser más de 3 ó 4 pelotas en un día y,
    además, si están mal cosidas no perciben ni un
    centavo.

    En América Latina y el Caribe hay 14 millones de
    niños, niñas y adolescentes entre 5 y 17
    años en situación de explotación laboral, la
    mayor parte de ellos realizando tareas peligrosas. Esta cifra
    representa el 10% del total de niños en ese rango de edad
    en la región, que son alrededor de 141 millones. De esos
    14 millones de niños, niñas y adolescentes, 9,4
    millones realizan trabajos que son peligrosos y amenazan su
    integridad física y sicológica.

    Además, de la cifra total, 4 millones son
    adolescentes entre 15 y 17 años que realizan trabajos
    peligrosos, y que por ese motivo están considerados dentro
    de la clasificación de trabajo infantil. Los otros 10
    millones son niños entre 5 y 14 años, los cuales
    estarían trabajando por debajo de la edad mínima de
    admisión al empleo.

    Los niños, niñas y adolescentes de
    Latinoamérica comienzan ayudando a sus madres en tareas
    mineras "sencillas" de selección de desmonte o bate- ando
    en el río durante largas horas a la intemperie. A partir
    de los 12 años pasan a apoyar en la extracción del
    mineral en los túneles, el transporte a la superficie y su
    procesamiento, exponiéndose al peligro de explosiones,
    derrumbes, asfixia, cargas pesadas, y sustancias tóxicas
    como el mercurio, cianuro, ácidos y otros productos
    químicos.

    En países latinoamericanos, como Colombia o
    Bolivia, los pasillos de las minas son bajos y estrechos,
    así que los propietarios (habitualmente los padres de los
    trabajadores) encuentran en los niños los trabajadores de
    tamaño ideal. Encorvados y con dificultades para respirar,
    los niños cargan pesados sacos de carbón a sus
    espaldas o de cobre. Están expuestos a altos niveles de
    polvo, con riesgo de lesiones y enfermedades pulmonares. Se
    estima que son miles de niños los que trabajan en estas
    condiciones.

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    Además, la presencia de un gran número de
    niños desprotegidos y sin supervisión es un
    fenómeno común en las calles de América
    Latina. En pocos lugares son esos niños tan visibles y
    deplorados como en el Brasil, donde entre 7 y 8 millones de
    niños de 5 a 18 años de edad viven y trabajan en
    las calles de las ciudades. Numerosos estudios científicos
    y reportajes verifican el extenso consumo entre ellos de
    inhalantes, marihuana, cocaína y rohypnol. La
    exposición al virus de la inmunodeficiencia humana (VIH)
    es un área de creciente preocupación debido al gran
    número de jóvenes callejeros que participan sin
    protección en actos sexuales remunerados y no remunerados.
    Lo peor es que los niños callejeros del Brasil, por su uso
    de drogas, crímenes predatorios y comportamiento
    inaceptable en general, son objeto de persecución violenta
    por parte de grupos locales de "vigilantes", bandas relacionadas
    con el comercio de drogas y "brigadas policíacas de la
    muerte". En Brasil mueren unos 5 niños diariamente de
    forma violenta. Incluso muchos de estos niños de la calle
    son muertos deliberadamente para la venta ilegal de
    órganos que venden las mafias en el mercado internacional.
    ( Inciardi J.A; Surratt H.L. Childe in the strets of
    Brazil).

    La explotación infantil también se produce
    en los países desarrollados. En los Estados Unidos,
    según nos dice Douglas Kruse: " Unos 290.000 niños
    fueron empleados ilegalmente, en 2010. De éstos 59.600
    eran menores de 12 años, y 13.000 trabajaban en
    fábricas químicas peligrosas. Cerca del 4% de todos
    los niños de 12-17 años, son empleados ilegalmente.
    Los empleado- res ahorraron 155 millones de dólares en
    2010 debido a la contratación de menores de
    edad".

    No siempre es posible obtener información sobre
    violaciones del trabajo infantil debido a que muchos de esos
    niños son inmigrantes ilegales.

    Éstos son algunos ejemplos de los trabajos que
    los niños hacen en Estados Unidos muchas veces por doce
    horas seguidas: confeccionando prendas y cosiendo, plegando y
    embolsando vestidos en los talleres de Nueva York; recogiendo
    chiles en Nuevo México, frijoles en Florida, pepinos en
    Michigan, pimientos verdes en Tennessee, manzanas en Nueva York,
    uvas en California, setas en Pennsylvania, melocotones en
    Illinois y sorgo en Tejas.

    La legislación laboral de Estados Unidos dice que
    los niños tienen que esperar hasta los 16 años para
    trabajar en fábricas o durante el horario escolar, y los
    niños menores de 14 están excluidos de la
    mayoría de los puestos de trabajo, excepto la agricultura,
    y que los niños menores de doce años sólo
    pueden trabajar en granjas al lado de sus padres. Todos los
    niños meno- res de 18 no pueden realizar trabajos
    peligrosos. Estas leyes, muchas veces, no se cumplen en los
    Estados Unidos y en otros países desarrollados.

    El empleo de de mano de obra infantil, en España,
    era muy importante en la actividad económica
    general española del siglo XIX, al igual que lo era en
    Gran Bretaña y otros países europeos. En el caso de
    la minería suponía un alto porcentaje de la mano de
    obra empleada ya que, grosso modo, supondría cerca de la
    quinta parte del total de trabajadores de las explotaciones
    mineras en el siglo XIX. Hay que esperar al siglo XX para que se
    muestre una tendencia clara a la disminución de la mano de
    obra en este sector, situándose en torno al 5%, en 1932,
    una tercera parte más o menos de lo que había
    supuesto quince años antes. (Miguel A. Pérez y
    Andrés Sánchez Picón: El trabajo infantil en
    la minería española, 1850-1940. 2005)

    A las duras condiciones de trabajo que tienen que
    padecer las niñas y niños trabajadores
    españoles, habría que añadir las largas
    jornadas laborales. Además, no sólo están
    sometidos a este largo horario, sino que también
    trabajaban muy duramente, sin seguridad de ningún tipo, ni
    siquiera sanitaria o higiénica. Muchas veces el material
    con el que trabajaba era peligroso y pesa- do, por lo que los
    accidentes en que los niños eran heridos o muertos no eran
    raros en las fábricas del momento. Todavía el Real
    Decreto de 26 de junio de 1902 establecía que el trabajo
    infantil no debía superar las 11 h. (66 horas semanales),
    incluyendo obligatoriamente un descanso dominical.

    Durante el Franquismo, hasta principios de la
    década de los setenta del siglo pasado, en el campo, y
    dentro del ámbito del trabajo agrícola asalaria-
    do, el trabajo de los niños era una estrategia de
    supervivencia de la familia: el jornal del padre era siempre
    insuficiente para mantener el grupo doméstico, por lo que
    los niños pronto debían ayudar al sustento y dejar
    de ser una carga para convertirse en un apoyo. El grupo
    doméstico distribuía y organizaba el trabajo de sus
    miembros en función de su composición,
    número, sexo y edad. En muchas ocasiones, los jornales de
    toda la familia seguían siendo insuficientes para paliar
    el endeudamiento. (Cristina Amich Elías: El trabajo de los
    menores de edad en la dictadura Franquista).

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    En España, según señalaba un
    informe emitido por Unicef, en 2000, había unos 170.000
    menores de 16 años trabajando. Como se puede observar, en
    este histograma realizado por el profesor Óscar
    García Torga basándose en datos proporcionados por
    Unicef, (2000) unos 100.000 niños se dedicaban a tareas
    domésticas; 15.000 trabajaban en negocios familiares;
    10.000 en actividades primarias (agrícultura,
    ganadería y pesca); otros 10.000 niños
    españoles lo hacían en publicidad; 4.600 estaban
    emplea- dos en fábricas y talleres y 2.000 más
    trabajaban en la venta ambulante.

    Estas no son todas las actividades a las que se dedican
    los menores españoles. En enero de 2008, Eva Biaudet,
    coordinadora para la lucha contra la trata de seres humanos de la
    Osce, comentaba, para el periódico El Mundo, que en
    España hay unos 20.000 menores identificados por la
    policía que han sido obligados a prostituirse, mendigar o
    cometer delitos, o que han si- do víctimas de redes de
    delincuencia internacionales que los han utilizando para la
    explotación laboral,adopciones ilegales o incluso
    tráfico de órganos.

    Estos 20.000 niños, son sólo "la punta del
    iceberg" porque hay "muchos más" que son víctimas
    de la trata de seres humanos, aunque "sólo podemos hacer
    estimaciones de la magnitud del problema".

    Además, la grave crisis económica que
    padecemos es la causante de que más de 2,2 millones de
    niños españoles vivan bajo el umbral de la pobreza,
    debido a que sus padres no tienen trabajo o que sus salarios sean
    tan bajos que no les alcance para cubrir todas las necesidades
    familiares básicas (In- forme Unicef España,
    2012-13).

    Como suele ocurrir, en muchas ocasiones, las leyes de
    protección al menor están ahí pero, en
    muchas ocasiones, no se aplican suficientemente
    produciéndose abusos de todo tipo contra los niños
    y jóvenes de todo el mundo por parte de mafias organizadas
    que mueven miles de millones de dólares al año con
    la explotación infantil que, en muchos países,
    principalmente sub desarrollados, no se persigue
    suficientemente.

    Además se debería de incentivar más
    a los padres, con ayudas económicas suficientes por parte
    del Estado, para evitar el que éstos busquen un trabajo a
    sus hijos y así contribuir al sustento familiar para poder
    subsistir. Soy consciente de lo difícil que es poder
    llevar a la práctica esta teoría, aunque me parezca
    justa, por las políticas neoliberales predominantes hoy en
    día que en vez de mejorar la situación
    económica mundial parece, según las últimas
    informaciones económicas de que se dispone, que la crisis
    mundial se mantendrá durante varios años más
    en casi todos los países del mundo y además, las
    diferencias entre el Norte y el Sur continuarán
    aumentando.

    EL TRABAJO INFANTIL EN EL MUNDO (
    2008).

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    Fuente: OIT.

    Estas cifras, reflejadas en los informes de la OIT,
    plantean un gran reto, no será posible eliminar las peores
    formas de trabajo infantil en 2016 si no se intensifican
    acciones, sobre todo en África y Asia Meridional, regiones
    más afectadas por el problema. Por otro lado, se requiere
    focalizar iniciativas hacia el sector agrícola y hacia las
    formas "ocultas" que lindan con el delito, como la
    explotación sexual infantil o el trabajo infantil
    doméstico.

    Si bien es cierto que son muchos los actores
    involucrados en esta lucha, el Informe de la OIT hace un llamado
    a los gobiernos a respetar sus compro- misos e intensificar la
    acción contra el trabajo infantil.

    Para la OIT los beneficios económicos de eliminar
    el trabajo infantil supe- ran su costo global en una
    relación de 6,7 a 1. El gasto representaría una ci-
    fra muy inferior a los 10 billones de dólares que fueron
    asignados -sólo en EE.UU. y el Reino Unido- para salvar a
    los bancos durante la actual crisis económica. Se trata de
    una cuestión de ambición y de voluntad
    política.

     

     

    Autor:

    Benedicto Cuervo
    Álvarez.

     

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