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Mujeres y distrés: una visión desde el enfoque de género



Partes: 1, 2

  1. Resumen
  2. Introducción
  3. Realidad desde la
    perspectiva de género
  4. Estrés y
    concepciones teóricas necesarias para el
    tema
  5. Roles de
    género
  6. Empleo para
    mujeres
  7. Género y
    Bienestar
  8. Conclusiones
  9. Bibliografía

Resumen

Se presenta como necesidad actual la comprensión
desde la perspectiva de género la vulnerabilidad a padecer
enfermedades y específicamente las mujeres desde las
inequidades que se plantean en el contexto social donde se
mueven. Por lo que pretendemos crear un espacio de
reflexión acerca de nuestras realidades El trabajo
está realizado a partir de una revisión
bibliográfica acerca del tema estrés y
mujeres.

Palabras Claves: Estrés, distrés,
desigualdad de género, bienestar.

Introducción

Desde comienzos del siglo XIX se han aportados nuevos
enfoques procedentes de distintos ámbitos y perspectivas
historiográficas, que abordan la problemática del
género. Estos han permitido la evolución de un
nuevo pensamiento, de una nueva concepción del mundo,
sentido de la vida y la repercusión en el desarrollo
moral, los ideales, motivos e intereses.

Formaciones psicológicas que forman parte de la
transformación en todas las esferas de la vida social
incluyendo el bienestar y la salud, necesarias para la
aceptación de una transición en camino.

Conceptos como salud y bienestar se desarrollan desde
una visión salutogénica, donde se enfoca el proceso
salud-enfermedad desde estilos de vidas adecuados y convivencias
saludables. Elementos planteados por la OMS en su
definición de salud, aceptando que es un estado completo
de bienestar físico, mental, y social y no la ausencia de
afecciones o de enfermedades solamente. Por lo que sugiere que no
debe centrarse solo en un adecuado estado fisiológico,
sino que es necesario que el medio que rodee al individuo sea
placentero y desarrollador, además de una adecuada
percepción de salud física, social y
mental.

Es por ello que nos proponemos hacer referencia a la
relación que existe entre las construcciones de
género y la salud.

Nos basamos en estas concepciones de bienestar para
analizar uno de los temas recurrentes de nuestra vida cotidiana;
desde la cual se afecta la estabilidad no solo emocional de las
mujeres y hombres, sino que puede ser manifestada desde los
procesos fisiológicos y debut de enfermedades, somatizando
las tensiones y ansiedades de estas relaciones.

Actualmente se han dado pasos de avances desde la
sensibilización con el tema y una de las organizaciones
que ha apoyado los estudios y resultados del género es la
OMS. La misma a asumido que las desigualdades en función
de las diferencias en materia de salud son innecesarias,
evitables e injustas. Tema tratado en trabajos como "La
construcción social del género y su relación
con la salud". Donde se destaca que "las desigualdades en Salud
con enfoque de Género han despertado el interés de
la investigación social. La distinción entre los
términos sexo (biológico) y género (social)
ha resultado decisiva en el desarrollo de esta línea de
investigación". De igual forma en el trabajo "Perfiles de
género y salud en Cuba", Ileana E. Castañeda en
conjunto con Abascal A. Corral y Manuel Barzaga, obtuvieron
resultados donde se demuestra la clara necesidad del enfoque de
género en los estudios relacionados con problemas de
salud, quedando plasmado en su trabajo que "dentro del perfil
específico, los aspectos relacionados con la vida
cotidiana y la salud fueron los más referidos. La
realización de las tareas del hogar, los problemas de la
salud y los hábitos tóxicos se consideraron fuertes
marcadores de diferencias entre los sexos en todas las etapas
estudiadas. Se identificaron otros elementos que se manifiestan
de forma diferente entre mujeres y hombres y que responden a las
características de cada momento de la vida como el trabajo
remunerado en la etapa reproductiva, la actitud ante la
jubilación en la edad adulta avanzada" (Castañeda
et al., 2008).

Las desigualdades de salud por género son
producidas social y culturalmente; instauradas desde las
diferencias biológicas entre los sexos,
justificación que ha sido utilizada por los siglos de
existencia de la humanidad bajo las condiciones
sociales.

Existen diferencias desde lo biológico entre
hombres y mujeres que son innegables, pero se han determinado
para cada uno de los sexos roles sociales que influyen como parte
de la realidad del individuo en las determinaciones subjetivas,
ya sea por configuración de conceptos y significados
asociados a una realidad objetiva que debe ser asumida, por
sentimientos y emociones que muchas veces el medio impone, o le
induce a las personas como reaccionar. Estas presiones sociales y
culturales planteadas desde la desigualdad de género, son
generadoras de situaciones tensionantes, que dañan la
salud mental y física.

Antecedentes de los estudios de género y salud,
han demostrado la relevancia de los factores sociales en las
diferencias en salud, de mujeres y hombres. Esto demuestra el
carácter desigual de acceso a los servicio de salud, dados
por el imaginario social en el cual no debe ser aceptado un
hombre con dolor, pues se presenta frente a la sociedad como
muestra de debilidad. Existen diferencias entre las enfermedades
que padecen las mujeres a las que padecen la generalidad de los
hombres, dadas por la diferencia de labores y actitud que
desarrollan a lo largo de la vida, además de una cultura
del cuidado completamente diferente. Esto demuestra la necesidad
de crear medidas que permitan minimizar o desaparecer la brecha
de la desigualdad de género, se promuevan condiciones de
vida más favorables a la salud de toda la
población.

"El enfoque de género permite mediante el
conocimiento de las diferencias entre mujeres y hombres y de los
factores que conducen a su aparición, implementar acciones
de manera específica con el propósito de disminuir
las brechas entre los sexos" (Castañeda et al.,
2008).

Muchas de estas brechas, diferencias e incluso
violencias psicológicas, se concretan y somatizan en
enfermedades, afecciones físicas y psicológicas.
Una de las denominaciones más comunes dentro de la
población, que sirve de puente de entendimiento entre la
biología y psicología, género y salud, es el
tan esgrimido concepto de estrés, del cual se derivan
afecciones emocionales y fisiológicas que el individuo
puede padecer comúnmente sin conocer las
causas.

La intención de este trabajo, es dar una
visión para la comprensión del desenvolvimiento de
patrones de género dentro de la vida diaria, que
dañan la salud de las mujeres desde el proceso de
estrés.

"Uno de los factores explicativos de las diferencias de
género en salud podría ser el estrés, ya que
el género parece ser relevante en cada elemento del
proceso estrés-salud, desde la percepción o no de
un determinado suceso como estresante hasta las respuestas de
afrontamiento, así como, en las implicaciones que en la
salud tienen las respuestas ante el estrés" (Barnett,
Biener y Baruch, 1987 citado en Matud, 2008).

En estudios realizados en el área de
América Latina y el Caribe, se demostró que a pesar
de las mujeres tener mayor longevidad, tradicionalmente se ha
considerado que tenían peor salud que los hombres,
afirmando que presentaban mayores tasas de morbilidad,
incapacidad y mayor utilización de los servicios de salud.
Algunos autores han planteado que es posible que las mujeres
valoren los sucesos como más estresantes que los hombres
(Miller y Kirsch, 1987; Ptacek, Smith y Zanas, 1992 citado en
Matud 2008).

A pesar de obtener grandes logros en la comunidad cubana
desde lo social, en lo que respecta a este tema, debemos ganar en
la concientización del trabajo desde la subjetividad
humana para que los resultados sean logrados en mayor magnitud y
se obtenga un avance real en nuestra área.

Realidad desde la
perspectiva de género

Es comprensible como las actitudes y comportamientos que
afectan el equilibrio emocional, condicionan desde las normas y
patrones culturales el logro cognitivo y afectivo de las mujeres,
haciendo mella en su disposición física y
psíquica. En una mirada desde la influencia psicosocial se
van creando estímulos que modifican la concepción
del mundo y otras que afectan las respuestas fisiológicas
y psicológicas, desde la confrontación interna de
lo aprendido y los estímulos exteriores, con fuerte carga
emocional.

Las nuevas concepciones de género, permiten a las
mujeres el cuestionamiento de la vida cotidiana y la
desconstrucción de la familiaridad acrítica que
suponen estas relaciones, desde los roles asignados y asumidos,
así como las relaciones de poder y distribución de
las tareas, en función del cumplimiento de los proyectos
de vida individuales, de parejas o de familias.

Todo lo anterior repercute en los estilos de vidas,
así como en la forma de estructurar, configurar sentidos y
significados en valores y creencias, los cuales como parte de la
estructura de la personalidad movilizan el comportamiento a
determinadas formas de actuación y actitudes.

Dentro de las relaciones de género las mujeres
como la parte más afectada de la dualidad hombre –
mujer, es la que ocupa la posición menos ventajosa,
determinada por las solapadas brechas de género. Ellas han
ganado espacios que suponen una nueva carga, pues los "deberes
destinados a ellas", deben ser cumplidos, como parte de un
mandato social y cultural.

El ser parte de estos espacios era un llamado a la
participación social y al reconocimiento, que
suponía a su vez una distribución de tareas entre
hombres y mujeres, que permitieran una economía de tiempo
y recursos humanos, además de una disminución de la
actual doble jornada laboral. Era en función de la
disminución de la desigualdad, la discriminación y
los malestares en los que se traducen estos fenómenos para
la mujer.

En el día a día las mujeres son saturadas
de exigencias y necesidades de los otros, por lo cual la
mayoría de las veces relegan o aplazan sus propias
necesidades, creando malestares e inconformidades, que no son
concientizadas; por la fuerza de las presiones culturales y
sociales.

Estas influencias negativas y sobrecargas de tareas
crean en ella, estados tensionales, frustraciones y malestares
emocionales, que son la vía más factible a la
aparición de estrés y padecimiento de enfermedades.
El estrés puede ser causa y fuente de la aparición
de enfermedades cardiovasculares, endocrinas y
metabólicas.

Debido a estas realidades es necesarios que se le
dé una mirada desde las concepciones del género a
la salud, tratando muy especialmente a las mujeres, aunque debe
realizarse un trabajo en conjunto, en el que se incluya a los
hombres para el logro de la verdadera transformación
social.

Para comprender la idea que pretendemos defender, es
preciso que se planteen informes e ideas desde lo teórico
acerca del estrés, para la visualización del
fenómeno.

El estrés es una conceptualización que ha
sido trabajada por diferentes autores a pesar de su reciente
creación.

Estrés y
concepciones teóricas necesarias para el
tema

Desde Hans Selye hasta nuestros días la
conceptualización de estrés ha ido
reestructurándose:

"Hans Selye (1936): Es la respuesta general e
inespecífica del organismo a un estresor o
situación estresante" (Moleiro, 2008).

Aunque este es un concepto bien conocido, en él
entran clasificaciones que no han sido trabajadas de la misma
forma como el eutrés o "buen estrés" y el
distrés o "mal estrés". Este último
término es el que realmente produce al organismo efectos
negativos.

En nuestros días no es común la
diferenciación de las conceptualizaciones anteriormente
mencionadas, es por ello que el imaginario social comprende el
estrés como un factor negativo, sin conocer que en el
proceso se comprenden varias etapas en las cuales se experimenta
una reacción adaptativa del organismo, que supone una
movilización y excitación de neurotrasmisores que
le permite al organismo responder frente a la situación
estresante. En la medida que el organismo se mantiene en
tensión y ansioso por un largo periodo de tiempo, permite
la producción de vivencias y experiencias negativas desde
lo psicológico como fisiológico.

Lo anteriormente mencionado queda claramente descrito en
las fases propuestas por Selye en su modelo biológico de
estrés: "1) fase de alarma, 2) fase de resistencia y, 3)
fase de agotamiento. El organismo se alerta (reacción de
alarma), se desencadena la actividad autónoma (etapa de
resistencia) y si esta actividad dura demasiado, se produce el
daño y ocurre el colapso (fase de agotamiento)" (Selye
citado por Grau et al., 2005).

En la medida que los trabajos de estrés fueron
tomando fuerza, el mundo se fue abriendo a los nuevos conceptos y
quedaron explicadas las relaciones entre la biología y la
psicología. Por la necesidad y la novedad del tema "la
OMS, en 1982, se reunió para definir o clasificar el
estrés. Parte de sus resultados:

Los agentes productores de estrés constituyen
estímulos que afectan la homeostasis del organismo; siendo
clasificados de acuerdo con su origen en físicos,
biológicos y psicosociales. Este último está
determinado por los siguientes aspectos:

  • El grado en que sea percibido por una persona como
    amenaza o reto.

  • La vulnerabilidad de la persona y su capacidad para
    adaptarse enfrentarse al estímulo
    estresante.

A decir de Villavicencio (2001), el estrés es "un
proceso continuo de adaptación activa al ambiente
inicialmente originado por mecanismos psiconeuroendocrinos."
Según Moleiros (2008), este ha sido conceptualizado por
autores como Labrador y Zaldívar, quienes plantearon en
sus investigaciones:

Labrador (1992): Es una respuesta automática del
organismo a cualquier cambio ambiental, externo o interno,
mediante la cual se prepara para hacer frente a las posibles
demandas que se generen como consecuencia de la nueva
situación.

Zaldívar, Guevara y Roca (1996): Es un estado
vivencial displacentero, sostenido en el tiempo,
acompañado en mayor o menor medida de trastornos
psicofisiológicos que surgen en el individuo como
consecuencia de la alteración de sus relaciones con el
ambiente que impone al sujeto demandas o exigencias las cuales,
objetiva o subjetivamente, resultan amenazantes para él y
sobre las cuales tiene o cree tener poco o ningún
control".

El estrés es tratado por estos autores como una
respuesta adaptativa del organismo. Sin embargo, estos autores
difieren y aportan al concepto de estrés, descripciones
del estado que experimenta el individuo y las consecuencias que
suponen para el mismo.

Estas respuestas de estrés son esencialmente
adaptativas y funcionales; permite la adaptación al medio
que constantemente se mantiene en cambios, así como los
sucesos en la vida de los individuos. Por lo que el mismo puede
ser visto como formas de potenciar la asimilación de
situaciones nuevas. Pero si el mismo no se concibe en el contexto
deseado, si supera los límites de intensidad permitidos, o
se prolonga, favorece la aparición de estados
disfuncionales o enfermedades.

A pesar de que los términos aportados por Selye y
los seguidores del tema, han trascendido a los espacios
científicos, son instaurados en el vocabulario cotidiano y
utilizados en diversas esferas de la vida; solo ha sido
generalizado el término estrés, dejando de lado las
formas o clasificaciones que realmente expresan lo positivo y
negativo del proceso. A pesar de ello, se le ha dado mayor
interés al distrés por las consecuencias negativas
que tiene para la salud y el bienestar.

Desde una perspectiva biologisista que explique el
proceso cuando se está frente a situaciones estresantes,
expondremos las consideraciones que las ciencias médicas
han planteado.

Dentro de las estructuras que forman nuestro organismo
se encuentra el sistema nervioso, donde se localizan el sistema
nervioso central y neurovegetativo (médula y corteza) mas
el sistema endocrino, el que forma parte esencial en la respuesta
de estrés. Este último con particular acción
de las glándulas suprarrenales, quienes segregan las
llamadas "hormonas de adaptación" u "hormonas del
estrés", que preparan las reacciones fisiológicas
frente a la situación estresante.

Estas son las estructuras que permiten las reacciones de
estrés. Sin embargo, para explicar la forma con que se
relacionan estas reacciones con los factores sociales, debemos
tener en cuenta otros procesos y sustancias donde entra la
acción de los neurotransmisores y los ya mencionados,
sistema nervioso central y neurovegetativo.

Dentro de los neurotrasmisores se encuentran las
catecolaminas, las cuales "ejercen una acción
preferentemente general, a distancia, por el torrente
sanguíneo (adrenalina), o local (noradrenalina), a nivel
de las terminaciones nerviosas del Sistema Neurovegetativo, en la
médula suprarrenal y en el tronco encefálico
ascendente y descendente; ambas tienen una importancia crucial en
la conducta afectivo-emocional y el grado de alerta, asociadas a
conductas corporales" (Álvarez 1987, citado por Grau et
al., 2005).

Estas ideas nos permiten ver los indicadores de
género como factores sociales que afectan a los
individuos. Para precisar las reacciones de estrés,
veremos una de las propuestas de Jorge A. Grau sobre las
reacciones corporales, tomadas en cuenta por Herrera
(2012).

Las reacciones corporales pueden agruparse
como:

  • Movilizadoras de energía.

  • Alistamiento de sistemas de apoyo de la
    energía.

  • Movilización de recursos auxiliares para la
    concentración.

  • Reacciones defensivas.

Como fue planteado anteriormente, las reacciones
mientras se vivencien y experimenten por un tiempo determinado y
en función de dar respuesta al estímulo,
permitirá beneficios al individuo. Sin embargo, cuando
estas se mantienen por largo tiempo, producen efectos
desfavorables tales como: afectaciones del sistema cardiovascular
y renal; trastornos de la concentración de azúcar
en sangre, asociados a la diabetes y la hipoglicemia; agotamiento
físico; pérdida de peso; endurecimiento de las
arterias por aumento de colesterol circulante; trastornos
estomacales y digestivos; afectaciones de la temperatura
corporal; aumento de la sensibilidad a dolores ordinarios
(cabeza, espalda); incremento de ulceraciones y reacciones
alérgicas; inmunodepresión; disminución de
respuestas sensoriales e intelectuales; problemas sexuales;
aumento de trastornos en la circulación sanguínea,
entre otros.

Las reacciones al estrés influyen en diferentes
indicadores de la vida del individuo como lo plantea Herrera
(2012):

  • Necesidades del sujeto.

  • Conjunto de valoraciones acerca de sí
    mismo.

  • Naturaleza de la demanda estresora del ambiente
    (estabilidad).

  • Complejidad circunstancial de la
    situación.

  • Recursos de afrontamiento del individuo.

  • Valor señal de la
    situación.

  • Apoyo social.

Por lo que se afecta la estructura personológica
y elementos sociales imprescindibles para el bienestar y la salud
de hombres y mujeres. Debemos comprender que los factores
sociales pueden determinar las configuraciones
psicológicas, así como los sentidos
psicológicos que se les otorgan a las situaciones y
fenómenos de la vida cotidiana, afectando o reconfigurando
las nuevas formas de valorarse a sí mismo, a los otros,
los objetos y fenómenos. De esta forma los individuos
transforman el ambiente en el que se desenvuelven por la labor
que realizan bajo la acción de elementos
estresores.

"La ejecución con éxito del hombre [y las
mujeres] de cualquier tarea, cualquiera que fuese, presupone una
representación del hombre sobre sí mismo, sobre sus
posibilidades, la capacidad de trazarse metas conscientemente, de
definir la dirección de su actividad y de su vida" (Grau
et al., 2005).

Una estrecha relación se establece entre los
individuos y la realidad social, que en estos casos se ven
mediadas por el proceso de estrés y es vivenciado por cada
quien, según sus características, donde cada uno
reacciona en dependencia de los factores protectores y de riesgo
que medien la respuesta de estrés.

"Las situaciones psicosociales se convierten en
estresantes, a fuerza de la interpretación cognitiva o el
significado que se le otorgue por el individuo: hablar en
público, discusión con la pareja, etc. Ambos tipos
de estresores provienen tanto de estímulos
externos a la propia persona (ruido o luz intensa,
conversación desagradable que lo involucra a uno) como de
aspectos internos (malestar por una mala
digestión, dolor por una herida o sufrimiento por una
enfermedad, recuerdo de una situación desagradable,
pensamientos de inutilidad o de culpa). Los eventos
psicosociales, vinculados a aspectos cognitivos, parecen ser los
más frecuentes e importantes en la producción de
estrés" (Grau et al., 2005).

"Cuando se miden factores que son indicadores de
hostilidad conyugal como el sarcasmo, la descalificación,
la ironía, los silencios, los insultos, la burla, el
desprecio nuevamente las mujeres parecen ser las más
afectadas. La percepción de amenaza de abandono o de
violencia emocional, constituye un factor de estrés que
impacta con inusitada fuerza sobre el corazón de las
mujeres" (Faur, s.f.).

En este sentido, el estrés en madres y padres,
afectan a niños y niñas causando lesiones como
eczemas o inflamaciones con picor, derivadas de la dermatitis
atópica. La enfermedad tiene un claro componente
hereditario aunque los factores ambientales son los que suelen
desencadenarla.

La dimensión de género se puede utilizar
para analizar y evaluar los efectos de las propuestas de
intervención; el cambio de condición y
posición de las mujeres y aspectos en las relaciones de
género (http://www.aniortenic.net/apu
nt_sociolog_salud_5.htm).

Para el análisis de el proceso salud-enfermedad
desde la dimensión de estrés y enfoque de
género, es necesario trabajar los indicadores tales como
roles y empleo, aunque deben ser abordados otros.

Roles de
género

Los roles son el resultado de una construcción
cultural, que trasciende los espacios familiares para ser
reguladores de las relaciones sociales y han transcurrido por un
camino con visión desarrolladora gracias a los estudios de
género. La desconstrucción de concepciones
obsoletas permite despojarse de estructuras cerradas, que
obligaban a hombres y mujeres transitar por un camino
predeterminado, que beneficiaba a los hombres en el mundo creado
para ellos.

El desarrollo científico en general, en los
campos de la genética, la medicina, la biología y
la psicología en particular, unidos a la evolución
que han tenido los estudios sobre género, han posibilitado
arrojar luz sobre los roles de enfoque de género,
permitiendo establecer que "la feminidad/masculinidad no son
esencias transhistóricas, atemporales y naturales. Cada
cultura, en cada momento histórico, privilegia
determinados ideales genéricos, que mujeres y varones
hacen suyos a través de procesos identificatorios, y con
los cuales construyen parte de su subjetividad" (Carril, 2003
citado por Pérez s.f.).

Uno de los que ha apoyado estas nuevas corrientes
revolucionarias en función de un mejoramiento de los
indicadores de salud ha sido la Organización Mundial de la
Salud (OMS, 2003 citado por Matud, 2008), la cual "plantea que
los distintos roles y conductas que mujeres y hombres presentan
en una diferente cultura, generadas por las normas y valores de
esa cultura, dan lugar a las diferencias de género y,
aunque no todas esas diferencias implican desigualdad, sí
hay normas y valores que producen desigualdades de género,
es decir, diferencias entre mujeres y hombres que
sistemáticamente aumentan el poder de un grupo en
detrimento del otro. Y reconoce que, tanto las diferencias como
las desigualdades de género, pueden generar diferencias y
desigualdades entre hombres y mujeres en el estado de salud y en
el acceso a los servicios sanitarios".

Más que el planteamiento de la OMS,
deberíamos cuestionarnos realidades que se van acentuando
como resultado de una repetida conducta de aceptación de
lo cotidiano, sin fundamentos racionales que se correspondan con
el desarrollo de la humanidad y los conocimientos, logros
científicos y sociales. A pesar de ello, subsisten roles
tipologizados por los estudios de géneros en cooperativas
agropecuarias de Cuba, como:

  • Rol reproductivo: Comprende las actividades
    relacionadas con la reproducción biológica,
    además de las que corresponden al mantenimiento de la
    familia, de su capacidad de trabajo, la socialización
    y educación de niños y niñas, cuidado de
    la salud, alimentación y todas las tareas que esto
    implique.

  • Rol Productivo: Son las actividades que
    generan ingresos o beneficios para consumo propio o para la
    venta en el mercado, con ellas se asegura la
    reproducción familiar. No obstante ser una actividad
    socialmente asignada al hombre, en la realidad participan
    también del trabajo productivo las mujeres, los
    niños y las niñas.

  • Rol comunitario: Se refiere a todas
    aquellas actividades que se realizan en la comunidad,
    relacionadas con la organización social. Por lo
    general, tanto mujeres como hombres desarrollan actividades
    en la esfera comunitaria en grupos separados y los grupos de
    hombres reciben mayor reconocimiento social.

Sería entonces iluso entender estos conceptos
como iguales para ambos géneros. Los roles son entendidos
para hombres y mujeres desde diferentes construcciones, surgidas
en la asimilación y reconfiguración de conceptos,
significados y sentidos que se le otorgan a cada uno de ellos,
desde la reafirmación cultural, las vivencias y
experiencias que tengan unas y otros.

Dentro de los roles reproductivos determinados para
ambos, difieren en contenido y significado. El rol reproductivo
femenino, les exige a las mujeres ser pasivas, dotadas de ternura
y capacidad de autorregulación en las relaciones de
parejas y ser selectivas, todo ello mientras se está a la
espera del "príncipe azul" que sea capaz de satisfacer las
necesidades económicas y de seguridad desde lo
afectivo.

Ya establecidas en familia se les encomienda como
mandato social ser fieles a su hogar sin dejar pasar por alto las
necesidades familiares antes que las suyas, no se les permiten
opciones, debe siempre cumplir con todas las obligaciones, y
luego ser parte de su individualidad. Por otro lado, se encuentra
la alimentación, cuidado y atención de los
niños y niñas, estar siempre al tanto de sus
demandas emocionales, ser la mayor responsable del cuidado
durante alguna enfermedad, ya sea de los hijos e/o hijas, o de
algún otro familiar, es ella la que debe permanecer por
más tiempo con el convaleciente, pues está
preparada para atender eficientemente la limpieza,
alimentación y conservación del espacio, ya que
toda su vida fue preparada directa o indirectamente para este
rol, desde su educación institucional o
familiar.

Para los hombres incluye el ser siempre activo dentro de
las relaciones de parejas, darles libertad y optar por todas las
relaciones que desee. Debe ser el que domine y tenga las
respuestas a todas las situaciones. Para ellos está
determinada la dirección del hogar y en caso del padre
fallecer o abandonar a la familia, queda establecido que el hijo
varón será el que asuma la representación
social de la familia; todo esto representa una carga social para
los. Los hombres tienen el deber de abastecer económica y
materialmente a las personas con las cuales convive y en todo
ello va incluido el rol productivo.

Como parte el rol comunitario se han creado
accesibilidades para hombres que puedan obtener cargos
determinantes y responsabilidades que decidan, mientras que a las
mujeres se les otorgan las actividades de las cuales todos se
nutren, pero que se caracterizan por la carga social,
invisibilizadas en su propia actuación.

Las organizaciones jerárquicas que deciden en
nuestro contexto son en su mayoría lideradas por hombres.
Por el contrario, las organizaciones más ligadas a
trabajos comunitarios, CDR, FMC, son más comúnmente
dirigidas por féminas.

De esta forma los roles forman parte de criterios
culturales que se asignan a las personas para ser restringidas en
su desempeño social e individual y que representan una
carga para unos y otras.

Empleo para
mujeres

El empleo y trabajo es un espacio de
socialización, donde se aprenden y producen conocimientos
que legitiman o refuerzan los estereotipos y patrones de
género. Desde las relaciones organizacionales se
desarrolla una cultura en la cual se cambian costumbres y
valores, por lo que pueden ser asumidas nuevas conductas en
función de la construcción del género o que
no favorezcan la misma.

A través de la historia, el trabajo ha adquirido
una orientación desde el género, adecuándolo
desde lo cultural y social para hombres y mujeres, cumpliendo con
los roles que se han asociado a cada uno de ellos, como los de
proveedor para los hombres y cuidadora para mujeres.

Esta condición reafirma al proveedor
asociándolo con la ambición, el dinero, poder,
determinación e independencia, características que
solo representan la presión a la que son sometidos por el
cumplimiento de normas sociales; mientras que a las mujeres se le
otorgan características asociadas a la debilidad, al
miedo, emocionalmente frágiles, dispuestas a ceder terreno
a los hombres aún cuando poseen condiciones para disputar
espacios. Todas estas acciones se reflejan en la actitud de las
mujeres y hacia las mujeres que van a dañar la imagen y
autoimagen de ellas y las construidas socialmente,
haciéndoles creer incapaces, ineptas o que no serán
tan hábiles como los hombres, lacerando su integridad
psicológica.

En nuestro contexto la segregación femenina, que
es una de las acciones discriminantes y punzantes en el alcance
de la plenitud profesional, ha sido trabajado por Norma Vasallo
en su libro "Género: Aspectos conceptuales y su
aplicación" y se da a razón de:

  • Solo ocuparla en trabajos tradicionalmente femeninos
    y limitarles a ocupar otros nuevos.

  • Excusarse en ser mujer y las responsabilidades
    familiares para limitarlas en cargos de
    dirección.

  • Otorgarle funciones adicionales relacionadas con el
    ámbito doméstico.

  • Devaluar sus capacidades o no darles tanta
    relevancia en comparación con otras personas
    masculinas.

  • No considerarlas partícipes de proyectos,
    patentes, diseños o bien colocarlas pero sin tener en
    cuenta su jerarquía o participación en el
    mismo.

En cuanto al empleo, las mujeres lucharon por su
presencia en el espacio público y con el pasar de los
años la sociedad fue aceptando la salida de la mujer del
hogar para ser parte de nuevos puestos de trabajos, pero estos
espacios fueron otorgados con un costo mucho más alto. Al
salir a trabajar fuera del hogar, la mujer debió cumplir
primeramente con las labores del hogar y seguir siendo la mujer
espléndida frente a su familia, además de no
olvidar o dejar de lado el cumplimiento del trabajo dentro de la
casa, manteniendo plenamente la limpieza, el cuidado de los hijos
y la realización de los alimentos. Previendo que al llegar
al trabajo cumpla con las actividades de su ocupación,
pues en este tendrá personas que le exijan por él.
Ya que en él no habrá personas que le hagan
diferente la realidad, incluso cuando las dirigentes son
mujeres.

En la actualidad, es necesario para llegar a ser
respetada o ser tratada como una dirigente capaz, asumir estilos
de dirección que sean consecuentes con la masculinidad, es
decir que su dirección esté orientada a objetivos,
que la misma sea autónoma y exigente. La
utilización del tiempo fuera del espacio de trabajo, las
horas extras, serían expresión de eficiencia,
compromiso, responsabilidad, lo que como expectativa social, se
convierte en una presión para las mujeres que ocupan
cargos y una razón para que otras ni si quiera piensen en
acceder a él. En todo momento se plantea, solapadamente la
subordinación de la mujer con respecto al hombre, siendo
ella la máxima responsable del bienestar social, ya sea de
la familia o los que le rodean.

Todo ello plantea por si solo la discriminación
de género en el empleo femenino y determina las
diferencias en cuanto a salario, condiciones de trabajo, acceso a
determinados puestos, preferencia de contratación, cargos
de dirección, oportunidades, viajes, estímulos y
otros. Siempre la "condición" de ser mujer determina las
relaciones sociales y de trabajo.

Existen "empleos para mujeres" y "empleos para hombres",
determinados tradicionalmente, que siguen cumpliendo el mandato
social de cuidadora y proveedor, de lo suave y lo frágil
para ellas y lo fuerte y duro para ellos. Un ejemplo de ellos
pudiéramos citar al carpintero, albañil, conductor
de trenes, guaguas, capitán de barco, soldado, mineros,
herreros, siempre cumpliendo la expectativa de la rudeza como
característica masculina; sin embargo para mujeres siempre
la parte frágil, en la que ella pueda expresar
sentimientos libremente, ser la que cuide de todos y ser
delicada. Reforzando esos roles se presentan trabajos u
oportunidades asociados a estos estigmas: los empleos de moza de
limpieza, enfermera, peluquera, maestra, secretaria, cocinera y
otros tantos. Está entonces claramente ilustrado si
comparamos los accesos económicos de unos y otros empleos,
los salarios para las mujeres se ven afectados por la
razón de ser trabajos "suaves" y así se afecta la
adquisición monetaria.

Para las mujeres pensar en cargos, viajes,
estímulos y otras oportunidades incluye el pensar
primeramente en su familia, hijos, hogar y el espacio del cual
ella es responsable, porque la sociedad tiene dictaminado que
ella debe ser "primero madre que mujer", y por ningún
motivo debe afectar lo que social y culturalmente se le
está determinado por satisfacer alguna otra necesidad, ya
sea profesional o personal. Sin embargo, las mismas oportunidades
para el hombre no producen los conflictos al nivel que para
ellas, ya que están protegidos o por la mujer que los
trajo al mundo o las mujeres con las que han decidido unirse; una
vez más se apoya la frase popular "detrás de cada
hombre, hay una gran mujer", está claro que el popularismo
siempre las pondrá detrás, a la sombra y para
cubrir las espaldas.

Existirá una preferencia de contratación
para aquellas personas que tengan menos trabas, los hombres
serán los idóneos para los puestos laborales que
además sean los mejor remunerados. Ellas siempre
tendrán una casa, un hijo y un hogar que demande afecto,
seguridad, limpieza, dedicación y en los tiempos actuales
un aporte económico.

Género y
Bienestar

La salud como se ha expuesto anteriormente no solo se
vincula a la ausencia de enfermedad, de la misma forma se trata
el concepto de bienestar dentro del cual se incluye que no es
simplemente la ausencia del malestar o de trastornos
psicológicos. Según Veenhoven, 1995 citado por
Marsollier (2009) "el bienestar psicológico es una
disposición biopsicológica natural. Esto significa
que así como el estado natural biológico del
organismo es la salud, en el área psicológica esa
disposición la constituye el bienestar
psicológico".

En 1991, Veenhoven citado por Casullo (2002) en
Marsollier (2009), definió el bienestar psicológico
como "el grado en el que un individuo juzga globalmente su vida
en términos favorables". Por su parte, Casullo (2002)
comenta que en la literatura sobre el tema, se señala al
bienestar psicológico como un constructo
triárquico. Esto significa que refleja la
evaluación personal que hace el sujeto de tres
componentes: a) los estados emocionales (positivos –
negativos), b) el componente cognitivo (procesamiento de
información que las personas realizan acerca de
cómo les fue o les está yendo en su vida) y c) las
relaciones vinculares entre ambos componentes.

Los estados emocionales no sólo incluyen el
afecto positivo sino también el afecto negativo, siendo
ambas experiencias afectivas independientes una de la otra. Donde
tener una alta dosis de afectividad positiva no implica una baja
dosis de afectividad negativa.

Aplicando estas conceptualizaciones al tema que
tratamos, vemos como las relaciones de géneros, traducidas
desde las manifestaciones de inequidad, desigualdad e incluso
violencia, crea en ellas estados emocionales negativos que vienen
a ser parte de la afectación del bienestar y los primeros
pasos a la vulnerabilidad al distrés. Varios autores le
han otorgado gran valor a los aspectos emocionales en los que el
estrés hace énfasis.

"Desde este punto de vista el estrés puede ser
definido como un proceso que incluye transacciones entre el
individuo y su medio ambiente durante el cual los estresores
están íntimamente conectados con reacciones
emocionales a través de la percepción de amenaza,
en una secuencia temporal simplificada" (Grau et al.,
2005).

Es por ello que al acumular estados negativos durante la
vida favorecidas por las relaciones que desde el género se
crean roles, tareas del hogar y sociales, y se van desarrollando
tensiones, que benefician la aparición de estados
estresantes. Incluiríamos a esto las ideas y
conceptualizaciones que se van configurando a través del
aprendizaje fuertemente influenciado por una cultura
androcéntrica haciendo posible la aceptación de las
normas genéricas preestablecidas, pero que crean
contradicciones con los malestares que produce la asunción
de tales normas, porque a pesar de ello, no quedan exentas de un
pensamiento en función de las reacciones
fisiológicas. Así uno lleva a lo otro, en la
indispensable e inseparable relación que existe entre los
procesos afectivos y cognitivos.

Aun cuando se avanza y se obtienen resultados, las
sociedades del mundo entero siguen fallando a la mujer en
momentos clave de su vida. Información que ha sido
valorada en el último informe de la OMS, sobre la salud de
la mujer a lo largo de su vida.

Las mujeres viven más que los hombres, pero esos
años no siempre son la representación de buena
salud. La biología puede ayudar pero la sociedad no lo
hace. En muchos lugares, las mujeres y las niñas afrontan
problemas similares, en particular la discriminación y la
violencia, que aumentan su riesgo de mala salud, incluso en
nuestra área estas manifestaciones quedan solapadas a
beneficios del que solo son favorecidos los hombres, en el que se
muestran posibilidades de acceder a espacios y condiciones
sociales.

Aparece de esta forma el llamado "techo de cristal", que
es comúnmente utilizado en los espacios laborales pero que
puede ser extrapolado sin problema a cualquiera de los
ámbitos de la vida cotidiana; mediante el cual las mujeres
pueden vislumbrar las opciones que les ofertan, pero no se les
permite llegar a ellas, mediante trabas que se conforman desde
los roles de género, tareas asignadas en el hogar y la
familia, así como las creadas por la cultura
organizacional de la institución.

Las investigaciones de los últimos años
han ido ganando en fuerza, en función de establecer una
equidad entre hombres y mujeres, que perpetúen las
relaciones saludables.

Aunque desde la Conferencia sobre Población y
Desarrollo celebrada en El Cairo (Organización de Naciones
Unidas, 1994) el concepto de salud de las mujeres se
cambió y aceptó componentes tales como la
desigualdad socioeconómica, sobrecarga de las tareas
domésticas, limitaciones y constricciones de su sexualidad
y reproducción, participación política y
violencia por parte de los hombres o su
empoderamiento.

Las mujeres han sido históricamente las
responsables del papel reproductivo y cuidado de la familia,
actividad no remunerada y desarrollada en el seno del hogar.
Mientras que las actividades productivas son las retribuidas
económicamente, realizadas en el espacio público
fundamentalmente por hombres, lo que le ha permitido la
acumulación de riquezas y por tanto, el poder. Las tareas
comunitarias son las actividades que se realizan para solucionar
los problemas de la comunidad, generalmente los hombres las
dirigen y las mujeres desarrollan las actividades, así
como una variedad de empleos y funciones organizacionales, que se
caracterizan por la naturalización de las
desigualdades.

Estos fenómenos se han traducidos en sobrecargas
para ellas que devienen en afectaciones a la salud. Los cambios
externos e internos producen en el organismo respuestas
automáticas mediante la cual se prepara para hacer frente
a las demandas del medio. Estas respuestas en la medida que se
conviertan en displacenteras y sostenidas se transformarán
en situaciones de estrés.

Partes: 1, 2

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