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La tentación de la paternidad




Enviado por RAFAEL BURGA BURGA



Partes: 1, 2

  1. Resumen
  2. Elementos Introductorios
  3. ¿Por qué el ser humano busca
    tener hijos?
  4. Un
    poco de historia
  5. Falacias más comunes respecto al hecho
    del por qué traer un hijo al mundo
  6. Los
    hijos como póliza de seguro
    familiar
  7. El
    típico macho (Prototipo de
    semental)
  8. Cadena
    de Violencia: Ya no me pegues, por favor, por
    favor…
  9. Echándole la culpa a la sociedad de la
    violencia
  10. Así queremos que nos
    recuerden
  11. Si no
    están preparados ¿para
    qué?
  12. Reflexiones Finales
  13. Bibliografía

La familia se había dislocado. La casa
está vacía, salvo a las horas de las comidas. Otra
organización social acababa de nacer."

(Celestine Freinet)

Resumen

El objetivo de este breve trabajo es despertar un
sentido reflexivo, nada más que eso, no es ni pretende ser
una guía de paternidad responsable, tampoco busca decirle
a las parejas, sobre todo jóvenes, si deben o no deben
tener hijos, pues, ello supone decisiones personales que
respetamos. Lo que queremos es mostrar al lector, una serie de
argumentos científicos y empíricos sobre la
procreación que nos lleven a disminuir el abandono
paternal, espiritual y emocional en que se encuentran sumidos
muchos niños, adolescentes y jóvenes en la
actualidad, comprendiendo que traer un hijo al mundo, criarlo,
educarlo, darle amor, entenderlo, no es una tarea fácil,
pero si gratificante, por ello, es necesario reflexionar mucho
antes de dar este paso trascendental.

Elementos
Introductorios

Llegar a tener una hija o un hijo para los que
profesamos la fe católica cristiana, es sin lugar a dudas
una bendición de Dios. Lo ideal sería que aquel
pequeño e indefenso ser humano sea producto de un proceso
de relaciones entre un varón y una mujer que asumen dar
este gran paso, en base al diálogo, comprensión,
madurez, responsabilidad social y económica,
coronándolo con una gran dosis de amor, tal como lo
explica Wilches – Chaux:

"Para fabricar un bebé, se requiere una buena
dosis de Amor, una estrella como el Sol y un planeta (una
placenta planetaria) como la Tierra. El planeta aporta los
ingredientes materiales y las condiciones de existencia
necesarias para la Vida. La estrella aporta la energía
precisa para desencadenar y sostener el proceso. Y el Amor aporta
las situaciones propicias para intercambiar la información
requerida para que el proceso culmine en un nuevo ser humano, con
características particulares que simultáneamente lo
unirán a, y lo diferenciarán de, los otros cinco
mil millones de seres humanos – y de los cientos de miles
de especies vivas…" (s/f: 172)

Sin embargo, este bello ideal en ciertas ocasiones
sucumbe ante la irracionalidad humana, procreando criaturas en
momentos de frenesí hormonal sin pensarlo y otras veces
sin consentimiento, por lo tanto la concepción de un ser
humano en los extremos mencionados puede ser el reflejo de un
acto de amor y también de un acto irracional o de abuso.
Entre lo blanco y lo negro actualmente existen un
sinnúmero de justificaciones tanto de jóvenes
debutantes sexualmente como de adultos trajinados; las más
comunes son aquellas frases que sostienen: "no sabíamos lo
que hacíamos", "estábamos embriagados", "se me
escaparon unos tiros", "sólo fue un choque y fuga pero la
fregamos", y un largo etcétera de justificaciones
injustificables.

La mayoría de parejas se casan o conviven con la
ilusión de formar una familia, tener uno a más
hijos, la gran pregunta es: ¿están preparados para
tenerlos? Procrear un hijo no es relativamente complicado, pues,
basta de unos cuantos minutos de relación sexual para que
el hombre deposite su semen en la vagina de la mujer hasta que
uno de los millones de espermatozoides sueltos en plaza penetre
en el óvulo, luego esperar los nueve meses que dura el
proceso de gestación y ¡listo! Lo difícil y
complicado es la vida emocional, moral, espiritual y
económica que le espera a ese ser humano indefenso una vez
que salga del vientre materno y vea la luz de este mundo cada vez
más deteriorado y deshumanizado y, en el peor de los
casos, que le toque vivir en el seno de una familia disfuncional
ó violenta.

Este trabajo ha sido concebido con la intención
de que los adolescentes, jóvenes y también los
adultos, después de leerlo puedan reflexionar y hacer un
acto de introspección, que les permita responder desde su
interior algunas preguntas, que de hecho son parte de su presente
y serán parte de su futuro dentro del infinito universo de
interrogantes que implica la decisión de traer un hijo al
mundo, como: ¿Estás preparado psicológica,
espiritual y moralmente para traer un hijo a este mundo?
¿Estás preparado económicamente para
mantenerlo sin confiar mucho en aquella frase que dice "todo
niño viene con un pan bajo el brazo"? ¿Estás
dispuesto a sacrificar muchas cosas de tu vida personal para
darle tiempo y escucharlo(s)? ¿Estás dispuesto como
padre a desvelarte y a tener la paciencia suficiente para
soportar sus fiebres, sus cólicos de gases en los primeros
meses de nacido que no te van a dejar dormir y sin duda te
pondrán de mal humor, sobre todo si al día
siguiente tienes que trabajar y no sólo decir: que lo
atienda su mamá? ¿Estás dispuesto aceptar
sus travesuras y corregirlo sin golpearlo ni humillarlo?
¿Entenderás cuando pinte las paredes de tu casa o
departamento de estreno por el cual te has endeudado por veinte
años, ó cuando pintarrajee la casa de tus padres o
el alquiler donde vives corrigiéndolo sin golpearlo ni
humillarlo? ¿Estás dispuesto a soportarlo y no
alterarte cuando no quiera comer, te arroje la comida o se
ensucie en su proceso de aprendizaje? ¿Entenderás
cuando aún no pueda controlar su esfínter, se orine
en la cama ó seguirás el viejo consejo de las
abuelas: hay que darle unas buenas nalgadas para que se
acostumbre a pedir pichi o caca? ¿Entenderás cuando
a tu pequeño de tres o cuatro años que lo
enviarás obligatoriamente al Kinder, Nido, Cuna,
Jardín PRONOEI, Wawawasi[1]o como se llame,
– pues, mamá y papá tienen que trabajar – no
entienda como hacer una tarea de lógico matemáticas
o personal social, lo cual pienso que de por sí es
contraproducente a tan corta edad? ¿Cuándo llegues
cansado de tú trabajo tendrás unos minutos para
escucharlo o lo callarás con un grito o un golpe, pues, te
sientes cansado, no quieres que te molesten y su bulla te aburre?
¿Cómo pareja civilizada podrán evitar
discutir delante del niño?¿Entenderás que
muchas veces se comportará de forma "malcriada"
sólo para llamar tu atención ya que no te ve todo
el día y preferirá un regaño, un golpe, un
grito de tu parte sólo para sentir un poquito de
atención? ¿Frenarás tu ira y tu violencia
cuando te "suplique cariñosamente" papito o mamita por
favor ya no me pegues?

Estas son algunas preguntas elementales que una pareja
de adolescentes, jóvenes o adultos enamorados,
convivientes, esposos, etc, "debería" tener en
cuenta antes de pretender tener un hijo. De hecho, que las
interrogantes planteadas líneas arriba no van a ser
desarrolladas en este trabajo, pues, suponen respuestas muy
personales. De lo que si estamos seguros es que muchos de los que
son padres y que han leído las interrogantes formuladas
líneas arriba han recordado que pasaron por estas
experiencias y habrán reflexionado sobre la forma
satisfactoria o insatisfactoria como respondieron o asumieron
determinadas situaciones en la práctica misma, las cuales
finalmente han influenciado y se han convertido en el reflejo de
lo que son sus hijos ahora.

Reitero que este breve trabajo pretende despertar un
sentido reflexivo, nada más que eso, no es ni pretende ser
una guía de paternidad responsable, tampoco busca decirles
si deben o no deben tener hijos, ya que ello supone decisiones
personales que respetamos. Lo que buscamos es mostrar una serie
de argumentos científicos y empíricos sobre la
procreación que nos lleven a disminuir el abandono
espiritual y emocional en que se encuentran sumidos muchos
niños, adolescentes y jóvenes, pues, muchos padres
están en casa, viven juntos pero no muestran un poquito de
interés por la vida cotidiana de sus hijos, dejan hacer y
dejan pasar. Asimismo esperamos que las reflexiones planteadas
sirvan como una señal de alerta del espiral de violencia
que podríamos estar engendrando en nuestros hijos, el cual
se instala precisamente en la niñez y explota en la
adolescencia, juventud y adultez, reflejo de ello es la sociedad
en la que vivimos actualmente.

¿Por
qué el ser humano busca tener hijos?

"Si se trajeran niños al mundo sólo por un
acto de razón pura, ¿seguiría existiendo la
raza humana? ¿Preferiría un hombre tener tanta
simpatía con la generación venidera como para
ahorrarle la carga de existir? ¿O al menos para no ser
él quien le imponga esa carga a sangre
fría?

Arthur Schopenhauer

"Sufrimientos del Mundo"
(1851)[2]

Una respuesta dogmática y de fé
sostendría que traer un hijo al mundo es un designio y un
mandato divino desde la creación del ser humano,
además de ser la ley de la vida; argumento que es el
soporte de la mayoría de religiones que existen en el
planeta. Algunos agnósticos dirían que es tratar de
estar al nivel de los dioses, pues, estos son los únicos
que pueden crear una vida.

Por el lado de la psicología encontramos
explicaciones muy interesantes

"…cuando un ser humano decide tener un hijo,
decide cambiar de identidad. En efecto, esa persona va a
abandonar su identidad de mujer casada por la de mujer madre, de
muchacha por la de madre casada, o madre soltera. El hombre
dejará de ser marido para ser marido y padre, o bien
hombre padre…Tener un hijo, pues, es ante todo elegir un
cambio de identidad. ¿Por qué cambiamos de
identidad? En ocasiones, por error, por descuido, o por
presión social. Muchas veces, porque estamos insatisfechos
con la identidad propia. Hay una ausencia, un vacío, algo
que no funciona. El niño va a arreglar todo eso, va a ser
tú y yo a la vez, va a ser nosotros, por fin unidos,
juntos, solidarios, solucionará nuestros problemas,
evitará que nos peleemos, que nos observemos el uno al
otro. Todo lo que los padres esperaban de su compañero
(marido o mujer) sin haberlo conseguido, han de esperarlo ahora
en el hijo… ¿Un individuo se convierte en padre o
madre porque está insatisfecho? ¿Se transforma en
padre o madre porque en algún sentido está
insatisfecho de la relación con su pareja?" (Cruz y Kloppe
1986: 112, 113).

Las dos últimas interrogantes que plantean las
autoras al final de la cita, pueden convertirse fácilmente
en afirmaciones para refrendar o negar lo planteado, lo
importante es que estas dos preguntas aparentemente sencillas nos
pueden llevar a reflexionar profundamente sobre lo que nos lleva
a ser padres.

Socialmente existe una especie de mandato o imperativo a
través del cual tanto el hombre como la mujer afirman su
virilidad y su femineidad ante la sociedad procreando un hijo en
unión formal o en unión libre. Sortear este mandato
no es ilícito tanto para el hombre como para la mujer,
empero, la sanción social es drástica y se orienta
ya sea por un sentimiento compasivo ó en el peor de los
casos por un cuestionamiento a la sexualidad. A pesar que la
presión social casi nunca es explícita su sentido
implícito se sustenta en el principio de que la familia es
la célula básica de la sociedad.

Es importante tener en cuenta la siguiente
reflexión:

"Los humanos, como todas las criaturas, tienen impulsos
que conducen a la reproducción. Nuestro impulso
biológico es tener sexo, no engendrar bebés.
Nuestro "instinto de procrear" es equivalente al instinto de una
ardilla de plantar árboles: su necesidad es almacenar
comida; los árboles son una consecuencia natural. Si el
sexo es un impulso de procrear, entonces el hambre es un impulso
de defecar…Los deseos inducidos culturalmente pueden ser
tan fuertes que parecen ser biológicos, pero no hay
mecanismo evolutivo para que exista un instinto de procrear.
¿Por qué dejamos de reproducirnos cuando hemos
engendrado todos los hijos que queremos? Si el instinto es
reproducirse, ¿cómo pueden vencerlo tantas
personas? Hay demasiados que jamás han sentido esa
necesidad: las mutaciones no ocurren en un porcentaje tan elevado
de la población… Considerando la frecuencia con que
nuestra especie siente el impulso sexual, es probable que la
sexualidad humana cumpla principalmente una función
más social que reproductiva. Los bebés humanos son
vulnerables por tanto tiempo que en tiempos prehistóricos
su supervivencia pudo haber dependido de un fuerte vínculo
entre los padres." [3]

El ser humano es una especie tan compleja que lo citado
anteriormente tiene que ver directamente con su intersubjetividad
la cual puede manifestarse de manera sana o perversa, en ese
sentido: "Como el filósofo griego Diógenes, que
buscaba el día entero a una persona honesta con una
linterna encendida, la búsqueda de un motivo racional y
ético para crear hoy un nuevo ser humano sigue sin
éxito." [4]

Un poco de
historia

La revisión histórica que realizaré
a continuación no busca resaltar la función de la
familia como célula básica de la sociedad, tampoco
sus orígenes, como son magistralmente expuestos por
Federico Engels en "El origen de la familia y la
propiedad",
sino lo que pretendo es mostrar cómo han
sido considerados los hijos en diversos procesos
históricos, para ir entendiendo la decisión humana
de procrear.

Así tenemos que en la más famosa obra de
revelación divina, La Santa Biblia, existen
parábolas o pasajes relacionados con los hijos, entre los
más famosos tenemos el sacrificio de Isaac: "Tiempo
después, Dios quiso probar a Abraham y lo llamó:
""Abraham." Respondió él: "Aquí estoy." Y
Dios dijo: "Toma a tu hijo, al único que tienes y al que
amas, Isaac, y vete a la región de Moriah. Allí me
lo ofrecerás en holocausto, en un cerro que yo te
indicaré"[5]; y la parábola del hijo
pródigo: "El hijo mayor se enojó y no quiso entrar.
Su padre salió a suplicarle. Pero él le
contestó: "Hace tantos años que te sirvo sin haber
desobedecido jamás ni una sola de tus órdenes, y a
mí nunca me has dado un cabrito para hacer una fiesta con
mis amigos. Pero ahora vuelve ese hijo tuyo que se ha gastado tu
dinero con prostitutas, haces matar para él el ternero
más gordo." El padre le dijo "Hijo, tú estás
siempre conmigo y todo lo mío es tuyo. Pero había
que hacer fiesta y alegrarse, puesto que tu hermano estaba muerto
y ha vuelto a la vida, estaba perdido y ha sido
encontrado"[6].

Es innegable la profunda relación que se
establece entre procreación y religión, como factor
de creencia y fé (dentro de la población) y
también como elemento de control y poder (principalmente
político), tal como lo sostiene Huntington "A lo largo de
ochenta años, los datos muestran incrementos en los
porcentajes de la población mundial que se adhieren a las
dos principales religiones proselitistas, el islam y el
cristianismo…A la larga, sin embargo, Mahoma tiene las de
ganar. El cristianismo se difunde principalmente por
conversión, el islam por conversión y
reproducción" (Huntington 1997: 76).

La rigidez con que se practica el islam en los diversos
países que lo profesan, no permite que sus
prosélitos se "desvíen" de las enseñanzas
del Corán asumiendo la reproducción como una
bendición de Alá y por ende la perpetuidad de su
religión, mientras que en los países donde se
profesa el catolicismo existe una marcada tendencia a creer en
Dios con mucho más libertad y sin tanta rigidez ó
fundamentalismo, de tal manera que las relaciones sexuales a
pesar que según la Sagrada Biblia se deben postergar hasta
el matrimonio, actualmente se han desbordado entre los
adolescentes, jóvenes y adultos, amparados en sistemas de
protección anticonceptiva, que muchas veces fallan
más por desconocimiento que por el método mismo,
con la lamentable consecuencia de hijos no deseados, que no
tienen la culpa de la irresponsabilidad de sus padres, por ello,
leyendo los tiempos actuales Giddens con mucho acierto dice: "La
separación entre sexualidad y reproducción es, en
principio total… La sexualidad, que solía definirse
tan estrictamente en relación al matrimonio y a la
legitimidad, tiene ahora poca conexión con ello" (Giddens
2000: 68 (b))

Celestine Freinet al referirse a los inicios del siglo
XX decía: "A principios de siglo se les consideraba [a los
niños] de hecho, un poco como animalillos familiares no
aptos para la autonomía, a los que, por lo mismo, se les
vigila y se les manda pero guardando las distancias para no
comprometer la Autoridad. Hace cincuenta años no
tuteábamos a nuestros padres, no hablábamos en la
mesa, y en algunos pueblecitos atrasados se conserva
todavía la tradición de la mujer y los hijos que
escuchan y sirven al padre de familia como los siervos escuchaban
antaño al señor" (1972: 10)

Respecto al rol de los hijos dentro de la familia,
Giddens sostiene:

"En la familia tradicional no eran sólo las
mujeres las que no tenían derechos: tampoco los
niños. La idea de consagrar los derechos infantiles en la
ley es, en términos históricos, relativamente
reciente. En periodos pre modernos, al igual que en culturas
tradicionales hoy día, no se criaba a los niños por
su bien o para satisfacción de los padres. Uno
podría casi decir que no se les reconocía como
individuos. No era que los padres no quisieran a sus hijos, pero
se preocupaban más por la contribución que
hacían a la actividad económica como que por ellos
mismos… [en la década del "50] La familia
había dejado de ser una entidad económica, y la
idea de amor romántico como base del matrimonio
había reemplazado al matrimonio como contrato
económico… ambos padres viviendo juntos con sus
hijos matrimoniales, la madre ama de casa a tiempo completo y el
padre ganando el pan… En la familia tradicional los
niños eran un beneficio económico. Hoy por el
contrario, en los países occidentales un niño
supone una gran carga económica para los padres. Tener un
hijo es una decisión más concreta y
específica que antes, y está impulsada por
necesidades psicológicas y emocionales" (Ob. Cit. : 68,
69, 71, 73, 74 (b))

El párrafo final de la cita anterior data del
año 1999 y mostraba una tendencia que se ha ido
acrecentando con el pasar de los años en el imaginario
colectivo principalmente de los jóvenes, empero,
contradictoriamente siguen desafiando su sexualidad jugando al
límite de ser padres o no serlo, utilizando métodos
anticonceptivos en la mayoría de casos y, si ya no hay
remedio recurriendo al aborto, conocido en el argot juvenil como
"bajada" o "limpieza", que en términos de anuncios
publicitarios les llaman "Regulación de la
Menstruación".

Falacias más
comunes respecto al hecho del por qué traer un hijo al
mundo

El hecho de ser padre es el
mayor

lujo del aficionado (A.
Toffler)

Existen un sinnúmero de creencias y dichos
populares que buscan justificar la procreación de un ser
humano, entre los más comunes tenemos:

  • Una familia sin hijos no es familia:
    Podría decirse que esta frase actualmente va perdiendo
    peso y vigencia, ya que más depende de una
    decisión de pareja que de otorgar cierta
    satisfacción social tal como se concebía
    décadas atrás. Otro factor que influye en
    restarle peso a esta afirmación, es lo voluble de las
    relaciones en la sociedad actual, caracterizada por la falta
    de compromisos, por el notable incremento de familias
    disfuncionales y por el crecimiento exponencial de los
    índices de divorcios,

También debemos tener en cuenta el factor
biológico, que muchas veces niega la paternidad, pero que
de ninguna manera debería convertirse en infelicidad,
siempre y cuando exista un alto grado de comprensión y
amor entre las parejas:

"Ningún criterio científico apunta que una
pareja no sea plena si no tiene descendencia. Y es que los seres
humanos, por nuestra capacidad de reflexión, podemos
considerar  tener hijos de forma responsable, es decir,
sólo si se dan condiciones mínimas de
cuidado, seguridad y apoyo durante todo el desarrollo
del niño", advierten los
especialistas…Además, señalan que muchos
padres no son conscientes aún de que, según la
educación y el cuidado que les den, influirán en el
desarrollo de sus vidas. En cualquier caso, aunque la
decisión sobre este tema siempre debe ser de la pareja,
aconseja también tener en cuenta que:

  • El ser humano es la especie más
    dependiente, es decir, la que requiere más años
    de cuidado y apoyo. 

  • Los padres, aunque intenten evitarlo,
    ejercen un una gran influencia en los hijos y llegan a
    condicionar tremendamente su futuro.

Para tener hijos felices hay que saber ser padres, y el
primer paso para lograrlo es estar bien con nosotros mismos. De
no ser así, les pasamos nuestros problemas sin ser
conscientes de ello."[7]

Existen también personas, parejas o grupos que
optan por no tener hijos:

"Los grupos o movimientos sociales sin hijos
por elección
, (childless by choice),
normalmente parejas sin hijos, surgieron en la década de
1970; los más destacados fueron The National
Organization for Non-Parents (1972-1982) en Estados
Unidosy No Kidding international fundada
en 1984 -en Canadá, Estados
Unidos y otros países- y Kidding Aside, fundada
en 2000 en Gran Bretaña. Estas
organizaciones no solamente promueven la no procreación,
también algunos de sus miembros defienden espacios libres
de niños y acogen, tanto a quienes
quieren esterilizarse para no procrear como a aquellos
que no pueden tener hijos por problemas de fertilidad con el
objeto de ayudarles a vivir plenamente sin
hijos."[8]

Ante las diversas opciones de pareja surgió el
tema de la paternidad o procreación responsable que
según los entendidos es un tema reciente:

"El problema de la procreación responsable es
relativamente reciente. En el pasado no se planteaban
interrogantes ni sobre la procreación, ni sobre la
responsabilidad, ni mucho menos sobre el sentido de procrear.
Procrear era considerado como el resultado natural de la
decisión de casarse, porque casarse no era tanto formar
pareja cuanto más bien crear familia… Hoy procrear
se ha convertido en problema social y conyugal. Se inició
con el principio malthusiano del crecimiento exponencial, para el
cual la procreación no podía considerarse ya un
valor que se ha de buscar y perseguir incondicionalmente, sino un
hecho ambivalente, con una carga negativa potencial respecto a la
humanidad."[9]

Al respecto, Artidoro Cáceres argumenta en una
entrevista televisiva con Marco Aurelio Denegri: "Hay individuos
con una buena vocación para tener hijos y otros que no la
tienen, entonces hay que respetarlos… Hay personas que
tienen vocación para ser padres, algunos para tener
familias extensas, otras para tener un solo hijo, creo que es un
producto de la democracia ese respeto. Usted no quiere tener
vocación parental porque no la tiene, porque no le han
enseñado o no le da la gana de tenerla, pues, no tenga
hijos, no fastidie a la humanidad teniendo hijos que no puede
educarlos"[10]

Resumiendo, podemos decir que el acto de procrear una
vida requiere mucha responsabilidad y conciencia de pareja,
más allá de la libertad de decisión de las
personas.

  • No sean egoístas, no pienses sólo
    ustedes:
    Esta es otra de las frases más comunes y
    frecuentes en el imaginario popular que se expresa como un
    consejo y utiliza elementos psicológicos populares:
    "Pobrecita(o) no tiene con quien jugar" "Está muy
    chocho(a)[11] ya quiere hermanito(a)" y no
    contentos con estas intromisiones en las decisiones de
    pareja, desconciertan al niño(a) preguntándole
    ¿Quieres hermanito(a) no? y no satisfechos con la
    respuesta infantil incitan al niño(a) a decir "Dile a
    tus papás que quieres un hermanito" muchas veces
    avergonzando al pequeño(a) frente al grupo de
    adultos.

Lo cuestionable de este hecho es que
paradójicamente muchas veces estos "consejos" son dados
por madres o padres que maltratan a sus hijos física y
emocionalmente, que no les tienen respeto ni paciencia y que
psicológica y emocionalmente no están preparados
para ser padres. Personas que haciendo uso de la violencia creen
que educan bien a sus hijos, los golpean y los maltratan en casa
y complementan su lógica añorando los tiempos en
los cuales el rigor del castigo paternal los ha convertido en
"personas de bien". Del mismo modo añoran la antigua
educación donde los docentes de los colegios daban
tremendas palizas a los estudiantes para que "sean hombres de
bien", sacando brillo al famoso dicho "La letra con sangre
entra", incluso rememoran con cierto placer y nostalgia como los
padres otorgaban licencia a estos profesores para pegarles
más fuerte a sus hijos.

Esta concepción también encuentra
justificación en la afirmación que ser hijo
único es muy triste, en ese sentido Monseñor
Tihamer Toht, sostiene lo siguiente:

"Que al hijo único los padres no le educan, sino
que le deseducan: lo miman, lo ablandan, hacen de él un
juguete. ¡Pobrecito! Quisiera ser niño, pero no
puede: no tiene compañeros camaradas de juegos a quienes
confiar en secreto, metiditos en un rincón, sus
alegrías y sus pesares; no tiene compañeros con
quienes pueda pegarse y reconciliarse de nuevo; no tiene un
hermano que sería su mejor educador…No tiene otros
hermanitos; por tanto, se ve confinado en la
compañía de los adultos. En ese ambiente madura
temprano, antes de tiempo; se hace entrometido y es "un
pequeño viejo". Es cerrado, frío;
difícilmente se anima en los estudios, y al volver a casa
no tiene con quien hablar. Esta soledad repercute hasta en sus
nervios" (Tihamer 1944: 308, 309)

No sostengo que sea malo tener más de un hijo, al
contrario, la hermandad, la solidaridad, el enojo, la
discusión y por consiguiente el perdón solidifican
las relaciones entre hermanos, como bien lo dice Monseñor
Tihamer, siempre y cuando los padres estén preparados
psicológica, emocional y económicamente para traer
un hijo más al mundo, pero, si con un solo hijo(a) no
tienen la paciencia y el amor necesario, lo agreden física
o psicológicamente y la estabilidad emocional de uno o de
ambos padres está en tela de juicio, entonces ¿Para
qué sacrificar un ser humano más y traerlo al mundo
para que viva en un hogar violento e infeliz, con alegrías
esporádicas y continuas peleas? ó
¿será preferible sufrir entre hermanos para hacer
más llevadera la pena?. Desde mi punto de vista, esta
situación finalmente se convierte en perversa.

  • Somos de familia numerosa: A pesar que en la
    actualidad las familias extensas son parte de la historia,
    aún muchas parejas ó arbitrariamente uno de los
    dos, por lo general el varón machista, decide tener
    una familia numerosa ya sea porque proviene de una de este
    tipo y desea continuar con la tradición ó por
    una gran irresponsabilidad si es que no cuentan con las
    condiciones emocionales, físicas y económicas
    para sacar adelante a su familia. En algunos casos las
    decisiones son tan arbitrarias que no se tiene en cuenta la
    opinión de la pareja, tampoco su salud, su edad y
    todos los riesgos que implica traer un hijo al mundo, sobre
    todo para la mujer. Los argumentos más comunes que
    avalan esta situación son que en Navidad, Día
    de la Madre y otras festividades la casa está muy
    alegre; pregunto ¿y el resto de días
    qué?

Muchos "padres" irresponsablemente tienen el
hábito de descentralizar la familia numerosa, por ello
"pensando en la salud" de su compañera, conviviente,
pareja ó esposa ¨legal¨ conocida también
como ¨la firme¨, "la catedral" en un acto de
"generosidad" para descargarle el peso de la crianza de tantos
hijos y no se envejezca y reniegue con tanto niño,
descentraliza su familia y procrea otros hijos en diferentes
mujeres conocidas como "la querida", "la trampa" o "la capilla",
que bajo la misma lógica de consideración a la
esposa o compañera legal le alivia la crianza de varios
niños.

Cuidado que de estos personajes irresponsables hay en
grandes cantidades circulando por todo lugar.

  • En la parejita me
    planto
    [12]Estoy totalmente convencido que
    todos hemos escuchado este argumento, que de por sí es
    sano y además denota cierto grado de
    planificación, pero ¿qué pasa si la
    parejita no llega? ¿sigue intentando? ó son
    capaces de quedarse con dos hijos independientemente de su
    sexo. Conozco muchos amigos y amigas que en esa
    búsqueda superaron los cuatro hijos. Hasta ahora no
    comprendo por qué ese afán de buscar ¨la
    parejita¨. La sabiduría popular nos diría
    sabiamente que el niño tiene un vínculo
    más directo con la madre y la niña con el
    padre, por lógica oposición, y por el complejo
    de Edipo en los niños y el complejo de Electra en las
    niñas en términos científicos, sin
    embargo, particularmente me parece que la búsqueda de
    la pareja subliminalmente se convierte en una competencia
    absurda e inmadura, que termina convirtiendo al hijo en una
    especie de objeto de posesión por la necesidad de los
    padres de sentirse queridos. Finalmente ¿no
    sería más racional planificar los hijos que
    deseas tener independientemente de su sexo?

  • Hay que conservar el apellido, quiero un hijo
    hombre:
    Este deseo de perpetuidad tiene relación
    con el punto anterior, el ser humano por lógica siente
    la necesidad y quiere trascender, por ello, casi siempre
    – no siempre – desea un hijo varón a quien
    bautizará con su mismo nombre y para dar muestras de
    tolerancia colocará como segundo o tercer nombre el de
    uno de los abuelos, claro si no es tan pasado de
    moda.

De esta manera como la ley de la vida dice que primero
morirán los padres y después los hijos –
aunque muchas veces no se cumple – su nombre y apellido
quedará en el recuerdo de sus familiares, amigos y
conocidos, materializado en la figura del hijo varón. A la
vez el hijo hombre se convertirá en el semental portador
de su apellido y en el responsable que no perezca.
Particularmente creo que es una muestra de alter ego
impresionante.

Si observamos bien este anhelo paterno, en países
machistas como el nuestro donde primero figura el apellido del
padre y donde se canta con tanto entusiasmo la letra de la
canción "Es mi niña bonita", la mujer como siempre
queda relegada a un segundo plano, ni siquiera su hija a pesar
que lleve su mismo nombre, la hará trascender en el
sentido del recuerdo o perennidad de su apellido. En pleno siglo
XXI lamentablemente persisten estas ideas.

  • Ella va a ser mi compañerita: Es el
    anhelo de muchas madres con un hogar formal, de madres
    solteras ó viudas, y por qué no decirlo,
    también de varones padres, quienes ven en la figura de
    la hija una amiga, una compañera que tal vez los
    acompañe en su vejez y los ¨atienda¨, pues, se
    dice que la mujercita es más ¨aparente¨, que
    es de ¨su casa¨ y el hombre ¨de la calle¨.
    Esta creencia manifiesta una carga machista muchas veces
    alimentada por las propias madres. Es lógico que
    exista el temor a envejecer y quedar solo ó sola,
    conocido por los psicólogos como el síndrome
    del nido vacío, lo cual de por sí no implica
    que tu hija necesariamente tenga que dedicarse a ti en cuerpo
    y alma, ella necesita valerse por sí misma, hacer su
    propia vida. Esta es una posición egoísta que
    llevamos internalizada pues, nos han enseñando que la
    vida del ser humano debe ser compartida con otra u otras
    personas y no nos han enseñado lo importante y
    gratificante de la soledad.

Los hijos como
póliza de
seguro familiar

Existen muchas mujeres que ven en el embarazo la
posibilidad de asegurarse un ingreso que les permita una
pensión económica para vivir ella con su hijo o sus
hijos, sin importar que sean de diferentes padres. Esta
práctica es una sofisticación de la idea
clásica de ver al niño como un agente
económico, no para trabajar en la agricultura o en otras
actividades productivas, sino como una póliza de seguro,
por la cual no hay que pagar prima a ninguna empresa, pues la
empresa aseguradora es la madre. Este infante tiene derechos que
son irrenunciables para su progenitor.

Sucede también que algunos hombres y mujeres ven
en la procreación, el lazo que los vinculará
emocionalmente a su pareja de por vida, por ello algunas mujeres
se embarazan por mantener "amarrado" al hombre sin necesidad de
recurrir a un brujo ó chamán y muchos hombres
embarazan a las mujeres para "asegurarlas" de por vida,
obviamente que si son hijos no deseados las consecuencias
directas e indirectas emocionales y económicas
serán cargadas a estos niños, les pasan la factura
de la irresponsabilidad o falta de planificación familiar,
de esta situación se desprenden frases tan desafortunadas
y terriblemente perversas como: ¨Yo dejo de comer por darte a
tí¨, ¨No puedo salir a divertirme por
cuidarte¨ ó ¨Dejo de vestirme por comprarte ropa a
tí¨, como si sus hijos hubieran pedido ser
traídos al mundo y como si fuera un acto noble y generoso,
cuando en realidad el alimento, el vestido y sobre todo la salud
mental es un derecho que le asiste a todo niño y que los
padres deben proporcionar, ojo, no es ningún
favor.

El típico
macho (Prototipo de semental)

Este tipo de ¨varones¨ se cree predestinado a
cumplir la sagrada misión de procrear hijos, no importa
con quien ni en donde, tienen el complejo del semental, del homo
eroticus super macho, para asegurar la perpetuidad de su especie,
por ello, vemos tantos niños y niñas abandonados,
viviendo solo con mamá, a quien tienen que ayudar
vendiendo golosinas, cigarrillos, reciclando, exponiendo su
integridad física, sexual y jugando con su vida entre la
luz roja, verde y ámbar de un semáforo.

En el colmo de la desfachatez aconsejan a sus allegados
continuar con su ¨ejemplo¨, pues, para eso ha venido el
hombre a este mundo según su peculiar filosofía de
vida. Orgullosamente llama a sus hijos ¨mis cachorros¨.
Su sentido irresponsable, guiado por los instintos, lo convierte
en un ser irracional que dista mucho de llamarse humano. De este
tipo existen por millares y están dispersos por todo el
planeta.

Cadena de Violencia:
Ya no me pegues, por favor, por favor…

Un ser humano desequilibrado emocionalmente
reproducirá inevitablemente los patrones o modus vivendis
de los cuales viene premunido, lo mismo sucede con las familias
violentas, inmersas en discusiones y pleitos familiares
constantes que casi siempre terminan en agresión
física, generando una cadena de violencia que marca a los
seres humanos de por vida, como bien dice Felipe
Olórtegui: ¨El castigo origina heridas que no
sanan…No existe un gen de la violencia. La mayor parte de
los violentos no nacen, se hacen. Y esto se debe a que el 80% de
los casos de violencia –según diversos estudios-
tienen sus orígenes en cuestiones relacionadas con el
ambiente en el cual se desarrolla la persona y solo un 20% se
produce por factores de tipo biológico… un niño
maltratado tiene altas posibilidades de convertirse en alguien
que maltrate y en una persona violenta, pero ya no sólo
por cuestiones propias del trauma psicológico, sino
físicas¨ (2008: 204, 206)

Si eres una persona violenta y tu pareja también
lo es, además si crees que a los hijos se les cría
y se les educa a punta de patadas y golpes, piensen bien antes de
querer tener un hijo. Piensen que no es justo traer un
niño al mundo para hacer de su vida un infierno, para
seguir reproduciendo mayor violencia. Si a ti te criaron en base
a golpes y quieres ser padre o madre, lo primero que tienes que
hacer es curar tus heridas con ayuda profesional, acude a un
psiquiatra, psicólogo, consejero espiritual u otra persona
especializada que te pueda ayudar a ver la vida desde otra
óptica, lo cual por supuesto no quiere decir que le
permitas amplias libertades a tus hijos y que tu excesiva
permisividad más bien los convierta en niños
malcriados, caprichosos y que termines convirtiéndote en
un títere de su actuar, lo importante es educar dialogando
y con mano firme, no violenta, corrigiendo sus actos cuando sea
pertinente, haciéndolos reflexionar sobre su
accionar.

Casi siempre se cuestiona, y con razón, la
cantidad de hijos que tienen las familias más pobres en
sectores populares donde evidentemente el discurso de la
paternidad responsable no funciona y donde la falta de
oportunidades laborales y de ocio productivo, hace que la
única diversión de los pobres sea el acto sexual,
que casi siempre engendra hijos no deseados, los que muchas veces
son criados de manera violenta y que reproducirán esa
misma violencia de adultos cuando sean padres de familia. Tal vez
la generación de oportunidades reales y no de gabinete
impulsadas por las diversas instituciones públicas permita
mejorar la calidad de vida de las familias que viven en zonas
periféricas y se convierta en una estrategia para impulsar
el tema de paternidad responsable y por ende la
disminución de la violencia. Sin embargo es importante
recalcar que la cadena de violencia no distingue, raza, color
credo ni clase social.

Echándole la
culpa a la sociedad de la violencia

Cuantos caminos
tendrá

que recorrer el hombre

para poder llamársele
hombre.

la respuesta amigo la
encontrarás

soplando en el viento

(Bob Dylan: Blowin" in the
wind)

Con frecuencia escuchamos decir a especialistas y no
especialistas que la violencia es producto de la sociedad
acelerada, crematística y competitiva en la que vivimos
actualmente, cuya consecuencia principal se configura en las ya
famosas familias disfuncionales, marcadas por la ausencia del
padre o de la madre, donde los niños crecen al cuidado de
los abuelos, de algún familiar o de alguna nana. Ante la
ausencia de estos personajes ahora existen los famosos
kínder ó cunas, donde se les envía a los
niños desde los 02 años para la actualmente famosa
"estimulación temprana". La idea única y
predominante en nuestros tiempos y en nuestro país donde
la educación se ha convertido en un rentable negocio desde
el nivel inicial hasta el universitario es que mientras
más pequeños vayan los niños a la escuela
lograremos un mejor desarrollo cognitivo para el estudiante que
se reflejará en el desarrollo del país. Las
preguntas que surgen ante esta propuesta educativa son:
¿Los docentes están bien preparados para entender
el cambio radical y la evolución permanente de nuestra
sociedad? ¿Existe infraestructuras adecuadas o son
escuelas de garaje? ¿Los docentes y los padres se
comprometen en la formación educativa de sus hijos?
¿Cuáles son los logros obtenidos hasta el momento
en cuanto a resultados internacionales? ¿Existen estudios
longitudinales en nuestro país qué avalen
resultados satisfactorios? ¿Cuándo los
jóvenes terminan sus estudios secundarios, se tiene en
cuenta sus opciones de vida ó el nivel de
saturación que tiene habiendo permanecido desde los 2 0 3
años en el colegio? ¿Predomina el criterio de los
padres para escogerles la carrera profesional a sus hijos?
¿Serán buenos profesionales si continúan la
carrera que le gusta papi o mami?

A nuestros iluminados conductores de la educación
nacional, les gusta siempre poner como referente a Finlandia,
argumentando que es el mejor sistema educativo del mundo, que tal
vez lo sea, sin embargo, este argumento no es contextualizado en
su real dimensión, no sólo basta con leer uno o
más artículos y divulgar lo descrito en ellos sin
tener la mínima capacidad de análisis para entender
que son dos realidades distantes años luz, por la misma
formación y rigurosidad académica, intelectual,
artística y humana que se les exige a los docentes en ese
país y también por el nivel económico que
ostenta.

Por otra parte, el proceso de desarrollo
económico de nuestra sociedad y los avances experimentados
en el respeto por la igualdad de derechos entre hombres y
mujeres, principalmente en las zonas urbanas ha abierto un
abanico laboral muy interesante, que sumado a la
exacerbación del consumo hace que los padres por lo
general no estén en casa pues están trabajando.
Esta situación no es novedosa, Freinet la describe
así:

Partes: 1, 2

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