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¿Estamos solos en el universo?




Enviado por Dennis Quezada



  1. Definiciones básicas
  2. ¿Contactar una civilización
    más avanzada?
  3. ¿Y si ya estuvieran entre
    nosotros?
  4. Una
    respuesta desconcertante…
  5. Un
    Asunto de vida o Muerte
  6. Bibliografía
  7. Anexo

Definiciones
básicas

Planeta: Cuerpo celeste que no emite luz propia.
En general, están en órbitas alrededor de
estrellas. Son formados por gases y materiales rocosos. Nuestro
planeta es la Tierra.

Estrella: Enorme esfera de gas que, debido a su
gran masa, colapsa sobre sí misma, produciendo reacciones
nucleares que irradian luz y calor. Tienen, en general, planetas
orbitando en torno a ellas. La Tierra gira en torno a la estrella
conocida como "Sol".

Galaxia: Conjunto masivo de estrellas. Existen
alrededor 500 mil millones de Galaxias y la nuestra, conocida
como vía Láctea, está formada por 400 mil
millones de estrellas.

Universo: Todo cuanto existe. Conjunto total de
galaxias, sus estrellas y planetas.

Año Luz: Distancia que recorre la luz
durante un año.

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Izquierda: Imagen del espacio profundo tomada por
el telescopio espacial Hubble. En esta fotografía, cada
punto luminoso es una galaxia, compuesta a su vez de miles de
millones de estrellas. Derecha: La Galaxia
Andrómeda, la más cercana a la nuestra; dos
millones de años luz. Su forma en espiral es muy similar a
nuestra Vía Láctea.

La inmensa mayoría de seres humanos creemos que
no estamos solos en el Universo. Sin embargo, basamos esta
creencia más en lo que publican los medios y la prensa
sensacionalista que en algún fundamento científico
sólido. El argumento más esgrimido es que, siendo
el Universo tan vasto, sería ingenuo o ridículo
pensar que no existan otras civilizaciones; en algún
planeta, alrededor de alguna de las cientos de miles de
estrellas, debió haberse desarrollado una
civilización extraterrestre capaz de expandirse y
visitarnos.

Sin embargo, un número ingente de estrellas
está lejos de asegurar, por sí sola, la existencia
de civilizaciones. De hecho, quienes así argumentamos,
hemos pasado por alto una serie de consideraciones, como por
ejemplo: ¿De esas cientos de miles de estrellas,
cuántas tienen, al menos, un planeta girando en torno de
ellas? Y de esos planetas, ¿cuántos pueden contener
los elementos mínimos para el desarrollo de la vida? Y de
esos organismos vivos, ¿cuántos logran evolucionar
a civilizaciones inteligentes? Finalmente, ¿Cuántas
de estas civilizaciones inteligentes logran realmente avanzar
tecnológicamente y superar la
autodestrucción?

En astronomía, esta fórmula de
"descuentos", fue propuesta por el astrónomo Frank Drake y
permite realizar estimaciones cuantitativas sobre el
número de civilizaciones tecnológicas presentes en
el Universo en un momento dado cualquiera, por ejemplo, hoy. En
estos párrafos, intentaremos buscar esta respuesta
numérica, basándonos en supuestos estrictamente
científicos y acotando el objetivo de nuestra
búsqueda, a nuestra propia galaxia. Pero… ¡un
momento! Si sabemos que existen en el universo miles de millones
de galaxias, entonces, ¿por qué limitarnos a buscar
sólo en la nuestra? Es como si deseamos buscar personas
únicamente en las casas dentro de nuestra propia ciudad,
sabiendo que hay cientos de miles de otras ciudades, en todo el
mundo, donde buscar. Pues bien, la respuesta es,
básicamente, debido a las enormes distancias que separan
unas galaxias de otras. Puede decirse que una comunicación
con una civilización extragaláctica es imposible,
incluso si dicha civilización existe. Recordemos que la
galaxia de Andrómeda, una de las galaxias más
cercanas, se encuentra a unos dos millones de años luz de
distancia. Esto significa que un mensaje con una
civilización de Andrómeda emplearía al menos
cuatro millones de años en ser respondido. ¿Alguien
está dispuesto a esperar este tiempo? Aún
así, más adelante, ampliaremos el estudio a todas
las galaxias.

Comencemos entonces con la búsqueda de los
valores a descontar para obtener el número de
civilizaciones tecnológicamente avanzadas que, en este
preciso minuto, están allá afuera, en nuestra
galaxia, esperando ser contactadas:

Número de Estrellas en nuestra Galaxia:
Este es nuestro punto de partida. Se trata de un dato muy
documentado y que conocemos con bastante precisión gracias
a las observaciones astronómicas modernas. En nuestra
Vía Láctea hay 400.000 millones de
estrellas.

Fracción de estrellas que tienen
planetas
: Recientes descubrimientos sobre planetas
extrasolares permiten, por primera vez, realizar este
cálculo; Una de cada tres estrellas aloja, al menos, un
planeta. En consecuencia, diremos que el 33,3% de las estrellas
tiene, al menos, un planeta.

Fracción de planetas habitables: Un
requisito imprescindible es que el rango de temperaturas sea tal,
que permita el surgimiento de vida. Estimamos que uno de cada
diez planetas albergaría estas condiciones mínimas.
Por favor no piense que estamos considerando que las condiciones
para la vida deban ser las mismas que en la tierra, sino que nos
atenemos, estrictamente, a lo que permite la química.
Análisis de espectros de la luz emitida por las estrellas
demuestra, irrefutablemente, que existen los mismos elementos en
todo el Universo. La mayoría de los planetas contienen
gases sulfurosos y temperaturas tan extremas que imposibilitan su
surgimiento. En nuestro Sistema Solar, con nueve planetas, al
menos uno, el nuestro, es habitable. La probabilidad
podría ser algo mayor, teniendo en cuenta algunos
satélites. En consecuencia, diremos que el 12% de los
planetas son habitables.

Fracción de planetas habitables en los que se
desarrolla vida
: Este término es realmente
difícil de estimar. Sólo disponemos de un caso
conocido, el nuestro. Siendo muy optimistas podríamos
pensar que en cada planeta que cuenta con las condiciones
necesarias para la vida, ésta surge. Sabemos que para que
la vida tenga tiempo de desarrollarse hasta el estado evolutivo
presente aquí en la Tierra, es necesaria una
condición extra; Que la estrella viva el tiempo
suficiente. En efecto, las estrellas más masivas que el
Sol disponen de más combustible nuclear, pero
también lo consumen a un ritmo mucho más elevado,
por lo que llegan al final de sus días en unos 500
millones de años. En la Tierra, por otra parte, parece que
la vida comenzó hace unos 3.700 millones de años;
claramente, un tiempo mayor que la vida de algunas estrellas.
Recuerde además que nuestro Sol es de un tipo de estrella
poco frecuente. Convengamos este valor en 33,3%, es decir, en uno
de cada tres planetas que cuenta con las condiciones necesarias
para la vida, ésta surge.

Fracción de planetas con vida, en los que
ésta evoluciona hacia una forma inteligente
:
Es posible que en muchos mundos, donde haya surgido vida,
ésta no logre desarrollar tecnología. Los
dinosaurios, por ejemplo, dominaron la tierra por millones de
años, muchos más de los que la ha dominado el
hombre, y sin embargo nunca lograron evolucionar hacia una forma
inteligente. Siendo optimistas, consideraremos este valor como de
25%. Es decir, en uno de cada cuatro planetas donde surge la
vida, esta logra desarrollar inteligencia.

Fracción de planetas con vida inteligente en
los que aparece una civilización capaz de desarrollar
tecnología suficiente para comunicarse con
otras
: En principio, nada obliga a que una
civilización inteligente necesite una tecnología
tan avanzada, capaz de enviar y recibir ondas
electromagnéticas como la que el hombre ha desarrollado.
Puede haber planetas en que sus habitantes sean grandes
filósofos, poetas o pintores, pero astrónomos
indiferentes que no desarrollen interés por indagar el
cosmos. Pero todo parece indicar que, tarde o temprano, cualquier
tipo de civilización da pasos hacia una tecnología
capaz de ponerla en contacto con otras. Si nuestro planeta no
hubiera tenido un cielo tan oscuro (por ejemplo porque estuviese
situado más cerca del centro de la Galaxia), probablemente
nuestra astronomía no se hubiese desarrollado tal y como
lo ha hecho. Pero no se dispone de más de un caso para
realizar estimaciones numéricas confiables. Por tanto, y
fieles a nuestro optimismo, tomaremos el valor 100%, es decir, en
cada planeta donde surge vida inteligente ésta logra
desarrollar tecnología avanzada que le permita ponerse en
contacto con otras civilizaciones del espacio.

Fracción de la vida del planeta, durante la
cual existe una civilización
tecnológica
: De nuevo retomamos el
único caso que conocemos: el nuestro. Nuestra
civilización es capaz de enviar ondas al espacio desde
hace apenas unos 50 años. Sin embargo, las guerras
mundiales, la proliferación de armas tanto nucleares como
químicas, el terrorismo organizado, nos tienen tambaleando
peligrosamente en la cuerda floja de la autodestrucción.
Un intercambio nuclear masivo, junto con su remanente radiactivo
de miles de años, podría destruir por completo
nuestro planeta, eliminado cualquier posibilidad de que surjan
nuevos seres tecnológicamente avanzados. Si la edad de la
tierra se estima en 4.600 millones de años, diremos
entonces que esta fracción es de 50 años sobre
4.600 millones. Es decir, la fracción de tiempo que el
hombre ha estado enviando señales al espacio como
proporción de la vida total de la tierra es de 50/(4.600
millones). Esto no excluye en lo absoluto que nos autodestruyamos
mañana.

¿Qué valor obtenemos al descontar las
fracciones anteriormente detalladas? No olvide que hemos
utilizado, deliberadamente, los valores más optimistas
posibles. Respuesta: ¡Aproximadamente diez, apenas diez
civilizaciones! Resulta evidente que, al utilizar valores
promedio o pesimistas, el valor obtenido es cero.
¿Dónde quedaron entonces las cientos de miles de
civilizaciones que se supone podrían existir en nuestra
galaxia? ¡Reducidas tan sólo a un miserable
puñado de mundos!

¿Contactar una
civilización más avanzada?

Hemos encontrado el número de civilizaciones
tecnológicamente capaces de comunicarse en un momento
dado; Sólo diez. Esto no necesariamente significa que
sólo hayan existido diez civilizaciones en toda la
historia del Universo. Sólo dice que, en un momento dado
cualquiera, se esperaría que hubiese diez civilizaciones
en nuestra galaxia tratando de comunicarse. Ahora que conocemos
este número ¿cuáles son las posibilidades
reales de que podamos contactarlos?

A partir del tamaño de nuestra Galaxia, y del
número de civilizaciones tecnológicas susceptibles
de comunicarse, deducimos la distancia promedio existente entre
dichas civilizaciones. Así, si consideramos que en la
Vía Láctea existen diez civilizaciones
tecnológicas, y están repartidas uniformemente,
entonces puede demostrase que la distancia media a la
civilización tecnológica más próxima
es de unos 27.000 años luz (ver Anexo para detalle de este
cálculo). El período de vida de las civilizaciones
determinará si se puede establecer o no
comunicación entre ellas antes de que desaparezcan.
Incluso en el caso optimista, el pequeño número de
civilizaciones indica, sin lugar a dudas, que las civilizaciones
se extinguirán mucho antes de que puedan entrar en
contacto. Alguien podría argumentar que, eventualmente,
enviaríamos una misión a las estrellas con la
esperanza que, tras muchas generaciones de viajeros,
pudiéramos llegar a hacer contacto. La realidad es, sin
embargo, mucho más desalentadora, pues aún con
nuestras naves espaciales más veloces (que logran alcanzar
la increíble velocidad de 180.000 kilómetros por
hora) tardaríamos unos tres millones de años.
¿Alguien se atreve a planificar un viaje con esta
duración?

¿Y si ya
estuvieran entre nosotros?

A pesar de lo descorazonador que resultan las
estimaciones anteriores, mucha gente se rehúsa a aceptar
que podamos estar solos. Menosprecia la capacidad de los pueblos
primitivos y asegura que fueron seres extraterrestres quienes
construyeron, por ejemplo, las grandes pirámides de Egipto
o los templos mayas. La innumerable evidencia arqueológica
no deja lugar a dudas; no sólo fueron construidos por el
hombre, sino que el proceso estuvo plagado de fracasos previos
(ver imágenes). Yo les pregunto: ¿Acaso una
civilización tecnológicamente avanzada
viajaría miles de años luz, sólo para erigir
monumentos de piedra? Dada la tecnología espacial
avanzadísima que supuestamente deberían poseer,
¿cómo es que algunas pirámides presentaron
fallas? ¿No se habría esperado de ellos la
revelación de un conocimiento y avances más
acabados y significativos que unos cuantos megalitos o
círculos en los campos de maíz?

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Izquierda. Canteras de piedra caliza junto al
Nilo, Egipto. En ellas se han encontrado miles de cínceles
y otros utensilios utilizados por los egipcios. Derecha;
Pirámide de Sinki. Esta pirámide fue abandonada por
los egipcios por falla estructural. Todavía se puede ver,
en la parte derecha de la fotografía, la rampa utilizada
para subir los bloques de piedra, prueba de las pirámides
eran construidas de forma convencional.

Más allá de lo fútil de esta
discusión, lo concreto es que no existe ninguna prueba
irrefutable de la presencia, actual o pasada, de seres
extraterrestres de ninguna especie. De los miles de casos y
reportes de Ovnis y supuestas abducciones, ninguna ha podido
aportar evidencia que nos lleve a concluir, irrefutablemente, que
existan seres extraterrestres. Si tan sólo uno,
sólo uno, de los supuestos abducidos pudiese presentar un
mísero pelo de estos supuestos seres, cuyo ADN demostrara
no corresponder con el desarrollo de la vida en la tierra; o bien
un pedazo de tela, polvo, metal o mineral inexistentes la tierra
(como Niobio o Protactinio en configuraciones isotópicas
no presentes en la tierra) estaríamos en condiciones de
aseverar, de forma concluyente, que efectivamente pertenecen a
una civilización extraterrestre. Pero, nada; ni una sola
prueba, ni siquiera en el caso Roswell, donde el impacto de una
nave sobre la tierra supondría miles de pistas y trozos
repartidos en muchos kilómetros a la redonda, dejando
huellas imposibles de encubrir en un lugar tan apartado. Incluso
hoy, deberíamos ser capaces de detectar la
radiación o distorsión del campo magnético
que supondría la colisión de una nave espacial;
¿cómo es que una civilización tan avanzada,
capaz de atravesar potentes corrientes gravitacionales desde los
confines del espacio, comete un error tan estúpido como
estrellarse a campo abierto sobre la superficie de nuestro
insignificante planeta? Francamente no tiene sentido.

Otro aspecto curioso es el hecho de que el primer
reporte concreto de Ovnis se registrara en 1947, coincidente el
inicio de la guerra fría. A partir de entonces, los
reportes de avistamientos han aumentado, sospechosamente, a
razón exponencial. La mitología alienígena
constituye un manto de desinformación perfecto para los
propósitos de espionaje a escala global, lucha por la
carrera espacial y supremacía armamentista militar que
enfrentó a los Estados Unidos con la Unión
Soviética durante los años de la guerra
fría. No sorprendería entonces encontrarnos con que
esos gobiernos apoyaran discreta e indirectamente la
investigación y proliferación de estas creencias
entre la población mundial como estratégica de
encubrimiento para actividades militares secretas.

Los testimonios de supuestos abducidos y la industria
cinematográfica dan cuenta de criaturas bélicas
interesadas en crueles experimentos con seres humanos e
intenciones malévolas. Si una civilización ha
logrado superar la autodestrucción y llegar hasta
nosotros, significa que ha aprendido a vivir consigo misma y con
el universo, por lo que necesariamente ha de ser benigna. En
consecuencia, resulta ilógico pensar que puedan estar
interesados en raptar y asustar a unos pobres y atrasados
terrícolas. También llama poderosamente la
atención, que todos los reportes hablen de seres
humanoides. La vida tiene miles de formas de presentarse
y la probabilidad de que dos biologías, surgidas en
lugares distantes del espacio, tengan la misma evolución y
aspecto es, en extremo remota, por no decir lisa y llanamente
imposible. Según los psicólogos, la respuesta
podría encontrarse en la capacidad del cerebro humano para
buscar, conciente o inconscientemente, objetos antropomorfos. Es
decir, existe una tendencia humana natural a ver caras o personas
en las cosas. Famoso es el caso de la esfinge que los
ufólogos creen ver sobre la superficie de Marte.
Sólo se necesitan combinaciones de luz y sombra para que
el sentido de correlación del cerebro llene los detalles
faltantes para dar esta ilusión. En todas estas figuras no
hay más que simples interpretaciones mentales, tal como
han demostrado las cientos de imágenes recientes de alta
resolución de la supuesta esfinge marciana.

Nuestro ferviente e irrenunciable deseo como humanidad
de no estar tan miserablemente solos en el universo es el que
sustenta, contra toda probabilidad, la existencia de seres
extraterrestres que nos visitan en Ovnis. Este anhelo, sumado a
un contexto social, político y religioso, favorece y
promueve estas creencias. Siempre ha resultado más
cómodo depositar la suerte de nuestro mundo a seres
superiores, llámese ángeles, extraterrestres o
dioses que intervienen en nuestra vida cotidiana; preferimos
abrazar el misticismo, en vez de asumir la responsabilidad sobre
nuestro propio destino.

Una respuesta
desconcertante…

Que no podamos comunicarnos actualmente, no impide que
podamos recibir mensajes de otras civilizaciones pasadas, que
hayan existido en edades previas del Universo, incluso fuera de
nuestra Galaxia. Si consideramos que el Universo tiene unos
13.000 millones de años, significa entonces que debieron
haber existido civilizaciones tecnológicas antiguas que,
aun cuando se hubieren extinguido hace mucho, han de haber
enviado mensajes al espacio, capaces de llegarnos hoy. Dicho de
otro modo, se esperaría que el Universo estuviese
atiborrado de mensajes, cuyos emisores hubieran desaparecido hace
millones de años. Necesariamente deberían haber
dejado huella; indicios de sus actividades, tal como nosotros
enviamos señales de radio todos los días al
espacio, las que viajarán a las estrellas, aun si nos
autodestruyéramos mañana. ¿Cómo es
entonces que el universo, incluso mucho más allá de
nuestra propia galaxia, parece absolutamente mudo de
inteligencia? Ningún indicio, nada.

Quizás otras civilizaciones tengan formas muy
distintas de comunicarse, que no podemos entender. Aquí
hay un punto muy interesante: curiosamente, sí existe un
lenguaje que tendrán necesariamente en común todas
las civilizaciones tecnológicas, por diferentes que
éstas sean: este lenguaje es la ciencia y la
matemática. Nuestras observaciones astronómicas
confirman la validez de las leyes de la física en todo el
Universo y que las fuerzas gravitacionales esperables
según la teoría, son corroborarles en cualquier
lugar del espacio-tiempo. En consecuencia, un mensaje destinado a
una civilización emergente debería ser fácil
de descifrar.

La forma más sencilla, barata y rápida de
enviar un mensaje es a través de ondas de radio. Existen
muchas otras como láser, neutrinos pulsados u ondas
moduladas, pero toda civilización tecnológica debe
desarrollar la capacidad de detectar radiaciones, por lo que
necesariamente deberá descubrir muy pronto las ondas de
radio y sus estupendas propiedades de propagación y baja
absorción. Hemos escuchado el Universo en todas las
frecuencias durante los últimos 40 años. El
proyecto más célebre en este sentido es el proyecto
Seti. ¿Qué resultados ha obtenido? Nada,
absolutamente nada. El Universo, que debiese estar vibrando con
cientos de miles de mensajes de civilizaciones lejanas, se
muestra carente de vida inteligente de forma categórica.
¿Cómo es esto posible?

Hay una desconcertante respuesta; Podríamos no
solamente ser los únicos en el Universo, sino que
también… ¡los primeros! El surgimiento de la
vida en el universo no pudo ser un evento temprano en la historia
del Universo. ¿Por qué? Pues, porque primero
debían tenerse los elementos químicos apropiados,
los cuales son formados, por nucleosíntesis, al interior
de las estrellas. Debía esperarse primero a que se
formaran las primeras estrellas, quizás 1.000 millones de
años después del Bing Bang que originó el
Universo. Luego, a que las estrellas ardieran en reacciones
nucleares de fusión. Las estrellas masivas tardan en
consumirse, en promedio, unos 3.000 millones de años.
Varias generaciones de estas estrellas tuvieron que quemarse para
comenzar a dispersar nuevos elementos al vacío
interestelar. Después, debía surgir un sistema
estelar planetario enriquecido en los nuevos elementos. La vida
surge en la Tierra a los 730 millones de años de haber
surgido nuestro Sistema Solar, y sólo 4.600 millones de
años después, la vida adopta, entre otras
múltiples formas de vida, la forma humana. Tomando en
cuenta la edad del universo como 13.000 millones de años y
considerando una historia semejante en duración a la de la
Tierra, una vida unicelular pudo haber surgido en algún
lugar del universo aproximadamente a los 4.730 millones de
años a partir de la Gran Explosión (1.000+3.000+730
millones de años). Esto es, después de un tiempo
igual al 36% de la edad actual del universo. A partir de
aquí, una vida inteligente habría surgido
recién a los 9.330 millones de años (4.730+4.600).
Es decir, después de un tiempo igual al 72% de la edad del
universo, no antes, no más temprano. No olvide que esto
siendo muy optimistas.

Concluimos que el Universo se encuentra en una etapa
temprana. Es decir, el tiempo necesario para permitir la
formación de vida inteligente es muy cercano a la edad
misma del Universo. Este es un argumento bastante sólido
para avalar nuestra hipótesis de que, no sólo es
perfectamente factible, sino que muy probable que, además
de estar solos en el Universo seamos, al mismo tiempo, los
primeros seres inteligentes en toda su historia.

Un Asunto de vida o
Muerte

Todas estas conclusiones, nos hacen reflexionar: En un
mundo marcado por la desigualdad, la tortura, el femicidio, la
violación de los derechos humanos, el abuso y el maltrato
infantil, la caza indiscriminada, el racismo, el terrorismo y el
calentamiento global; la sola comprensión de estas ideas
haría hincapié en el valor intrínseco
incalculable de cada ser viviente de nuestro planeta. Millones de
años de lenta y tortuosa evolución están al
borde de la extinción, gracias a nuestro negligente y
egoísta proceder como administradores del único
planeta donde sabemos existe vida. La facilidad con que el hombre
desata la crueldad y la violencia, el salvajismo con que quita la
vida a sus propios congéneres, contrastan con su pobre
conciencia sobre su verdadero lugar en el Cosmos. Es altamente
probable que los únicos seres con quienes podamos
comunicarnos seamos nosotros mismos, y ni siquiera esto hacemos
muy bien. La carrera armamentista por la hegemonía militar
del planeta y el fundamentalismo político-religioso nos ha
acercado peligrosamente a la autodestrucción. Año
tras año cientos de miles de millones de dólares va
a parar al desarrollo de la maquinaria bélica causante de
miseria y muerte, en lugar de ser destinados a mejorar el
entendimiento y cooperación entre los pueblos, la
erradicación de la pobreza o la exploración
conjunta del cosmos.

Por eso, la próxima vez que alguien esté
en desacuerdo contigo, piensa ¿qué importa?
¡No encontrarás a nadie parecido, ni en cientos de
miles de millones de galaxias!

Bibliografía

Cosmos, Carl Sagan

Enciclopedia Wikipedia, www.wikipedia.com

Pirámides del antiguo Egipto,
www.piramides.org/

Planetas Extrasolares
www.planetasextrasolares.com

Anexo

Distancia media entre dos civilizaciones
tecnológicas

A partir del volumen estimado para la Galaxia y del
número N de posible de civilizaciones tecnológicas
susceptibles de comunicarse, se puede deducir la distancia media
existente entre dichas civilizaciones en la Galaxia.

Monografias.com

Así, si consideramos que existen en la Vía
Láctea 10 civilizaciones tecnológicas y
están repartidas uniformemente, entonces la distancia
media a la civilización tecnológica más
próxima es de unos 27.000 años luz.

 

 

Autor:

Dennis Quezada

 

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