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Genealogía Femenina de Jesucristo



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Monografía destacada

  1. ¿Por qué estudiar la
    genealogía femenina de
    Jesús?
  2. Sobre
    la supuesta contradicción en los Evangelios con
    relación a la genealogía de
    Cristo
  3. Las
    mujeres en la Biblia
  4. Genealogía femenina de
    Jesucristo
  5. Conclusiones

CAPÍTULO PRIMERO

¿Por
qué estudiar la genealogía femenina de
Jesús?

Antes de entrar en las razones por las cuales se hace
pertinente el estudio de la genealogía, vamos a proceder a
su definición, para así tener una idea más
acabada de este concepto. La Enciclopedia Electrónica de
Wikipedia, nos la define de la siguiente manera:
"Genealogía (del latín genealogia,
<<genos en griego: ?e?e?,
genea: raza, nacimiento, generación, descendencia
+
logos ?????, logia: ciencia,
estudio>>
es el estudio y seguimiento de la
ascendencia y descendencia de una persona o familia.
También se llama así al documento que registra
dicho estudio, generalmente expresado como árbol
genealógico. Asimismo la genealogía es una de las
Ciencias Auxiliares de la Historia y es trabajada por un
genealogista."

Como el interés de éste trabajo es
rastrear la ascendencia femenina de Jesús, el ungido de
Dios y Salvador del Mundo, y en razón al tiempo que nos
separa no podemos recurrir a las fuentes orales, ya que estas son
las que se obtiene de familiares, esto es padre, madre, abuelos,
hermanos, primos, hijos y otros conocidos, nos vemos precisado a
recurrir a las fuentes escritas. La fuente escrita, o documental,
es la que es propia de los archivos y publicaciones
genealógicas. La Biblia es un registro histórico
confiable, y en la misma podemos rastrear, la genealogía
de Jesús, comenzando desde Adán hasta Él;
pero la misma no se encuentra concatenada de una manera sencilla,
sino que se hace necesario investigar los nombres masculinos que
se nos dan, para conseguir los nombres de sus consortes, que
muchas veces son olvidados.

Por esta virtud, nos vemos precisados a recurrir a los
registros que se encuentran en los libros de: Génesis, los
dos libros de Samuel, los dos de los Reyes y los dos de las
Crónicas. Los Evangelios de Mateo y de Lucas, ambos
contienen una genealogía de Jesús, y a los cuales
hemos recurrido. Así como desde el Concilio de Trento,
finalizado en 1563, la iglesia Católica Romana,
estableció la obligatoriedad de que en cada parroquia se
llevara un registro de cada bautismo, boda o defunción,
practica que fue en cierto sentido imitada por el estado, cuando
después de la Revolución Francesa, y la
adopción de los Códigos Napoleónicos,
pasó a constituirse en el registro civil. Pero ya muchos
siglos antes, el pueblo de Israel llevaba un registro de sus
ciudadanos.

La nación de Israel era meticulosa y concienzuda
al momento de levar sus registros, porque en función del
linaje se establecía la distribución de la
propiedad de la tierra en cada tribu, y el derecho que se
tenía sobre dicha propiedad. El linaje, con sus
privilegios venía dado en función de la claridad
que se tuviera, tanto en la ascendencia como en la descendencia.
El primer libro de las Crónicas: 5: 1, nos dice: "Los
hijos de Rubén primogénito de Israel (porque
él era el primogénito, mas como violó el
lecho de su padre, sus derechos de primogenitura fueron dados a
los hijos de José, hijo de Israel, y no fue contado por
primogénito." Y era que entre los beneficios que
conllevaba la primogenitura, estaba el de recibir doble
porción de la herencia paterna, y si era
primogénito del sumo sacerdote, recibía el puesto
de su padre. Esto es lo que establece la Ley de
Moisés, en el Deuteronomio 21: 15-17: "Si un hombre
tuviere dos mujeres, la una amada y la otra aborrecida, y la
amada y la aborrecida le hubieren dado hijos, y el hijo
primogénito fuere de la aborrecida; en el día
que hiciere heredar a sus hijos lo que tuviere, no podrá
dar el derecho de primogenitura al hijo de la amada con
preferencia al hijo de la aborrecida, que es el
primogénito; mas al hijo de la aborrecida
reconocerá como primogénito, para darle el doble de
lo que correspondiere a cada uno de los demás; porque
él es el principio de su vigor, y suyo es el derecho de la
primogenitura." 

Entre lo que se puede leer en el primer libro de las
Crónicas 1: 1 y el capítulo 3: 17: "Adán,
Set, Enós…"  "Y los hijos de Jeconías:
Asir, Salatiel." Han transcurrido unos tres mil quinientos
años.

Eran tan estrictos los hebreos en cuanto a tener limpios
y claros sus registros, que después de haber regresado del
exilio de Babilonia, a donde había estado desterrado por
unos 70 años, que el libro de Nehemías nos dice en
el capítulo 7: 61-65: "Y estos son los que subieron de
Tel-mela, Tel-harsa, Querub, Adón e Imer, los cuales no
pudieron mostrar la casa de sus padres, ni su genealogía,
si eran de Israel: los hijos de Delaía, los hijos de
Tobías y los hijos de Necoda, seiscientos cuarenta y
dos. Y de los sacerdotes: los hijos de Habaía, los
hijos de Cos y los hijos de Barzilai, el cual tomó mujer
de las hijas de Barzilai galaadita, y se llamó del nombre
de ellas. Estos buscaron su registro de genealogías,
y no se halló; y fueron excluidos del sacerdocio, y
les dijo el gobernador que no comiesen de las cosas más
santas, hasta que hubiese sacerdote con Urim y Tumim."

Como un caso anecdótico, quiero traer a
colación, un capitulo de la novela Ana Karenina, de
León Tolstoi. En el capítulo XXVII, de la quinta
parte de esa novela, Tolstoi nos cuenta un incidente ocurrido
entre un padre, ministro riguroso del gobierno zarista, y su hijo
de nueve años de edad. He aquí el
relato:

"- ¿Te has divertido en el paseo?
-preguntó Karenin, sentándose en su butaca,
acercando la Biblia y abriéndola.

Aunque Alexey Alejandrovich decía a menudo a
Sergio que todo cristiano debe conocer bien la Historia Sagrada,
él mismo solía consultar la Biblia a menudo, y su
hijo no dejaba de observarlo.

-Sí, me divertí mucho, papá -repuso
el niño, sentándose de lado en la silla y
balanceándola, lo cual le estaba prohibido. He visto a
Nadeñka -se refería a una sobrina de Lidia Ivanovna
que vivía en casa de ésta- y me ha dicho que le han
dado a usted una nueva condecoración. ¿Está
usted satisfecho, papá?

-Ante todo, no te balancees así -repuso su
padre-. Y luego, lo que debe agradar es el trabajo y no su
recompensa. Desearía que te fijaras mucho en esto. Si
trabajas y estudias tus lecciones sólo por el premio, el
trabajo te parecerá muy pesado. Pero cuando trabajes por
amor al trabajo, hallarás en él la mejor
recompensa.

Alexey Alejandrovich hablaba así recordando
cómo se había sostenido a sí mismo con la
idea del deber durante el aburrido trabajo de aquella
mañana, consistente en firmar ciento dieciocho
documentos.

El dulce y alegre brillo de los ojos de Sergio se
apagó, y bajó la vista al encontrar la de su padre.
Aquel tono, bien conocido, era el que empleaba siempre con
él, y Sergio sabía cómo debía
acogerlo. Su padre le hablaba como dirigiéndose a un
niño imaginario -o así le parecía a Sergio-,
a un niño como los que se hallan en los libros y a los que
Sergio no se parecía en nada. Pero el niño
procuraba entonces fingir que era uno de aquellos niños de
los libros.

-Espero que lo comprendas -concluyó su
padre.

-Sí, papá -respondió Sergio,
fingiendo ser aquel niño imaginario.

La lección consistía en escribir de
memoria algunos versículos del Evangelio y en dar un
repaso al Antiguo Testamento.

Sergio conocía bastante bien los
versículos del Evangelio, pero ahora, mientras los
recitaba, se fijó en el hueso de la frente de su padre, y
al observar el ángulo que formaba con la sien, el
chiquillo se confundió en los versículos y el final
de uno lo colocó en el principio de otro que empezaba con
la misma palabra.

Karenin notó que el niño no
comprendía lo que estaba diciendo y se
irritó.

Arrugó el entrecejo y empezó a decir lo
que Sergio oyera ya cien veces y no podía recordar por
comprenderlo demasiado bien, al estilo de la frase «de
repente», que era un modo adverbial.

Miraba, pues, a su padre con asustados ojos pensando
sólo en una cosa: en sí le obligaría a
repetir lo que decía ahora, como sucedía a
veces.

Pero su padre no le hizo repetir nada y pasó a la
lección del Antiguo Testamento, Sergio recitó bien
los hechos, pero cuando pasó a explicar la
significación profética que tenían algunos,
manifestó una total ignorancia, a pesar de que ya
había sido otra vez castigado por no saber la misma
lección. Y cuando no pudo ya contestar absolutamente nada
y quedó parado, rayando la mesa con el cortaplumas, fue al
tratar de los patriarcas antediluvianos. No recordaba a ninguno
de ellos, excepto a Enoch, arrebatado vivo a los cielos. Antes
recordaba los nombres, pero ahora los había olvidado
completamente, sobre todo porque de todas las figuras del Antiguo
Testamento la que prefería era la de Enoch, y porque junto
a la idea del rapto del profeta se mezclaba en su cerebro una
larga cadena de pensamientos a los que se entregaba
también ahora, mientras miraba con ojos extáticos
la cadena del reloj y un botón a medio abrochar del
chaleco de su padre.

Sergio se negaba en redondo a creer en la muerte, de la
que le hablaban tan a menudo. No creía que pudieran morir
las personas a quienes quería, y, sobre todo, él
mismo. Le parecía imposible e incomprensible. Pero como le
decían que todos terminaban muriendo, lo preguntó a
personas en quienes confiaba y todos se lo confirmaron. El aya
decía también que sí, aunque de mal grado.
Pero Enoch no había muerto, lo que probaba que no todos
mueren.

«¿Por qué no puede todo el mundo
hacerse agradable a Dios para ser llevado vivo a los
cielos?», pensaba Sergio. Los malos, es decir, los que
Sergio no quería, sí podían morir, pero los
buenos debían ser todos como Enoch.

-A ver: ¿cuáles fueron los
patriarcas?

-Enoch, Enoch…

-Ya lo has dicho. Mal, muy mal, Sergio… Si no tratas
de saber lo que más importancia tiene para un cristiano,
¿cómo puede interesarte lo demás? -dijo el
padre, levantándose-. Estoy descontento de ti y
también lo está Pedro Ignatievich -se
refería al sabio pedagogo.- Tendré que
castigarte.

Padre y profesor estaban, en efecto, descontentos de
Sergio. Y, a decir verdad, el niño era bastante
desaplicado. Pero no podía decirse que fuera un
niño de pocas aptitudes. Al contrario: era más
despejado que otros a los que el profesor le ponía como
ejemplo. A juicio de su padre, Sergio no quería estudiar
lo que le mandaban."

No sabemos si la madre de David Dwight Eisenhower, el
trigésimo cuarto presidente de los Estados Unidos, pero la
madre de Eisenhower, Elizabeth Stover, que era testigo de
Jehová, había leído la novela del conde
ruso, cuando éste era un niño, y le puso a leer la
Biblia, le dijo que no leyera los nueve primero capítulos
del primer libro de las Crónicas, justamente porque
contienen las largas genealogías.

Alexey Alejandrovich le había dicho al
pequeño Sergio, que su madre Ana había muerto, y el
se negaba a aceptar la realidad de la muerte, por eso, el nombre
de Enoch, el séptimo patriarca, desde Adán, le
caía tan bien, ya que fue raptado, sin gustar la muerte.
«¿Por qué no puede todo el mundo hacerse
agradable a Dios para ser llevado vivo a los cielos?» Los
buenos no debería morir, pero por el pecado, la muerte,
que es un intruso nos ha de raptar a todos.

Esa es una razón más, para
que estudiemos las genealogías de la Biblia. Veamos el
capítulo 5 del Génesis: "Este es el libro de las
generaciones de Adán. El día en que creó
Dios al hombre, a semejanza de Dios lo hizo. Varón y
hembra los creó; y los bendijo, y llamó el nombre
de ellos Adán, el día en que fueron creados. Y
vivió Adán ciento treinta años, y
engendró un hijo a su semejanza, conforme a su imagen, y
llamó su nombre Set. Y fueron los días de
Adán después que engendró a Set, ochocientos
años, y engendró hijos e hijas. Y fueron todos
los días que vivió Adán novecientos treinta
años; y murió. Vivió Set ciento cinco
años, y engendró a Enós. Y vivió
Set, después que engendró a Enós,
ochocientos siete años, y engendró hijos e
hijas. Y fueron todos los días de Set novecientos
doce años; y murió. Vivió Enós
noventa años, y engendró a Cainán. Y
vivió Enós, después que engendró a
Cainán, ochocientos quince años, y engendró
hijos e hijas. Y fueron todos los días de Enós
novecientos cinco años; y murió. Vivió
Cainán setenta años, y engendró a
Mahalaleel. Y vivió Cainán, después que
engendró a Mahalaleel, ochocientos cuarenta años, y
engendró hijos e hijas. Y fueron todos los
días de Cainán novecientos diez años; y
murió. Vivió Mahalaleel sesenta y cinco
años, y engendró a Jared. Y vivió
Mahalaleel, después que engendró a Jared,
ochocientos treinta años, y engendró hijos e
hijas. Y fueron todos los días de Mahalaleel
ochocientos noventa y cinco años; y
murió. Vivió Jared ciento sesenta y dos
años, y engendró a Enoc.  Y vivió
Jared, después que engendró a Enoc, ochocientos
años, y engendró hijos e hijas. Y fueron todos
los días de Jared novecientos sesenta y dos años; y
murió. Vivió Enoc sesenta y cinco años,
y engendró a Matusalén. Y caminó Enoc
con Dios, después que engendró a Matusalén,
trescientos años, y engendró hijos e hijas. Y
fueron todos los días de Enoc trescientos sesenta y cinco
años. Caminó, pues, Enoc con Dios, y
desapareció, porque le llevó
Dios. Vivió Matusalén ciento ochenta y siete
años, y engendró a Lamec. Y vivió
Matusalén, después que engendró a Lamec,
setecientos ochenta y dos años, y engendró hijos e
hijas. Fueron, pues, todos los días de Matusalén
novecientos sesenta y nueve años; y
murió. Vivió Lamec ciento ochenta y dos
años, y engendró un hijo; y llamó su
nombre Noé, diciendo: Este nos aliviará de nuestras
obras y del trabajo de nuestras manos, a causa de la tierra que
Jehová maldijo. Y vivió Lamec, después
que engendró a Noé, quinientos noventa y cinco
años, y engendró hijos e hijas. Y fueron todos
los días de Lamec setecientos setenta y siete años;
y murió." 

De estos nueve patriarca, lista que no lograba recordar
Sergio, el que menos vivió fue Enoch, y vivió unos
trescientos sesenta y cinco años, y fue raptado, pero su
hijo Matusalén, el más longevo de todos, que
llegó a vivir novecientos sesenta y nueve años,
todos murieron. No importa cuantos años se haya vivido, la
muerte es una realidad; y es tan cierta la realidad de la muerte,
que ella nos permite que vivamos una vida entera, para ella
materializarse en nosotros.

Tengo una deuda de gratitud con el Doctor Juan Vila,
quien me dijo que el Doctor Robert Dick Wilson, aquel erudito
norteamericano, (1856-1930), quien: "Cuando era seminarista,
leía el Nuevo Testamento en nueve idiomas diferentes,
incluso una traducción hebrea que él había
memorizado silaba por sílaba. Wilson también
aprendió de memoria extensas porciones del Antiguo
Testamento en su original hebreo". Wilson aprendió 45
idiomas y dialectos, pero lo que más me sorprendió,
era que se sabía de memoria los primeros nueve
capítulos del primer libro de las Crónicas, que son
los capítulos que contienen una genealogía que
abarcan unos tres mil quinientos años.

.Después de antes dicho, se impone la necesidad
de que veamos las dos genealogías que los Evangelios
presentan de Jesús, la de Mateo, capítulo 1: 1-16,
la de Lucas, capítulo 3: 23-38.

En el Comentario Bíblico Mundo Hispano, en el
tomo 14, correspondiente al Evangelio de Mateo, leemos estas
palabras en el primer capítulo, en torno a las diferencias
entre las dos genealogías:

"Al comparar las genealogías de Jesús,
presentadas por Mateo y Lucas, uno descubre algunas diferencias
sobresalientes entre ambas. Algunos comentaristas explican estas
diferencias con la teoría que sostiene que Mateo presenta
la genealogía legal, por medio de José, mientras
que Lucas presenta la genealogía real, por el lado de
María. La mayoría de los Padres antiguos y buena
parte de los comentaristas actuales, sin embargo, sostienen la
teoría de que tanto Mateo como Lucas trazan la
descendencia de Jesús por José, el padre legal, y
no por María. Mateo traza su genealogía desde
Abraham hacia adelante hasta Jesús, por medio de David y
Salomón, mientras que Lucas traza la suya desde
Jesús hacia atrás hasta Adán, por medio de
David y Natán. Mateo desea destacar la descendencia real
por medio de la cual se cumplen las esperanzas de Israel. Lucas,
por su lado con interés en presentar el evangelio a toda
la humanidad, comienza con el padre de todas las naciones,
Adán."

Como desde la aparición de los Evangelios, ha
habido críticos que creen ver una contradicción
entre ambas genealogías, queremos traer la voz autorizada
de Eusebio de Cesarea, quien en el libro primero de su Historia
de la Iglesia Cristiana ofrece ésta
explicación:

Sobre la supuesta
contradicción en los Evangelios con relación a la
genealogía de Cristo

VII 1. Debido a que Mateo y Lucas transmiten en
los Evangelios la genealogía de Cristo de diversos modos y
muchos los consideran contradictorios, y por su parte cada
creyente se ha afanado en inventar alguna explicación para
justificarlos, nosotros aportamos a continuación la
información que nos ha llegado, la cual Africano (el que
ya hemos mencionado) recuerda a Arístides cuando le
escribe una carta acerca de la unanimidad de la genealogía
en los Evangelios. Rechaza las opiniones de los demás como
forzadas y falsas, y redacta la información que él
ha recibido como sigue:

2. «Así pues, los nombres de las
familias de Israel eran calculados o bien por naturaleza o bien
por la Ley. Por naturaleza, según la sucesión del
nacimiento legítimo; pero se realzaba según la Ley
cuando alguien engendraba un hijo en favor de un hermano muerto
sin descendencia, (pues como todavía no habían
recibido la esperanza clara de la resurrección, imitaban
la prometida resurrección que había de venir con lo
mortal, para perpetuar el nombre del difunto).

3. »En consecuencia, los que se hallan en
esta genealogía son tanto los que se sucedieron
legítimamente de padres a hijos, como los que fueron
engendrados con el nombre de otros, y se hace memona por igual de
ambos; de los engendrados y de los que representa que lo han
sido.

4. »De suerte que ninguno de los dos
Evangelios miente, sino que enumeran siguiendo el linaje natural
y siguiendo el linaje por la ley, lógicamente, pues las
familias de Salomón y de Natán estaban entrelazadas
debido a las resurrecciones de los que murieron sin descendencia,
de las segundas nupcias y de las resurrecciones de los hijos; de
manera que es lícito creer que unos son hijos de distintos
padres en diversas ocasiones: de los ficticios y de los reales;
concluimos, pues, que ambas genealogías son
legítimamente verdaderas y llegan hasta José con
exactitud, aunque de modo complicado.

5. »No obstante, para que quede
más claro lo que hemos expuesto, paso a explicar el enlace
de las familias. Al contar las generaciones partiendo de David y
pasando por Salomón se encuentra a Matán (tercero
por el final), que engendró a Jacob, padre de José.
En cambio desde Natán hijo de David, según Lucas,
el tercero por el final es Melquí, y José era hijo
de Elí, hijo de Melquí.

6. »Ya que nuestro objetivo está
fijado en José, nos es preciso demostrar por qué
razón dos personas distintas aparecen como su padre: Jacob
partiendo de Salomón y Elí desde Natán;
tenemos que ver cómo Jacob y Elí son hermanos y
cómo sus padres MatAn y Melquí parecen ser abuelos
de José, siendo ellos de distinto linaje.

7. »Matán y Melquí se
casaron sucesivamente con la misma mujer y engendraron hijos de
la misma madre, pues la Ley no prohibió que una mujer en
soledad, ya fuera por haber sido repudiada por su marido o por la
muerte de éste, se casara con otro
varón.

8. »Por consiguiente, de Esta (que es el
nombre de la mujer según la tradición) en primer
lugar Matán (de la familia de Salomón)
engendró a Jacob, pero cuando él murió,
Melquí (de la familia de Natán) se casó con
la viuda, que, como ya dijimos, era de otra familia pero de la
misma tribu. Este tuvo un hijo, Elí.

9. »Así Jacob y Elí son
hermanos de la misma madre a pesar de pertenecer a distintas
familias. Uno de ellos, Jacob, muere sin hijos, y su hermano
Elí, tomando la mujer de Jacob, engendró de ella un
tercer hijo: José. Este es por naturaleza de Elí, y
según el texto que está escrito: "Y Jacob
engendró a José"; pero según la Ley era hijo
de Elí, pues Jacob, siendo su hermano, le levantó
simiente. Por lo cual su genealogía no será
invalidada.

10. »El evangelista Mateo hace el
recuento como sigue: "Jacob engendró a José"; pero
Lucas, en orden inverso: "el cual era (también
añade esto) "de José, hijo de Elí… hijo de
Melquí". No podía expresar con mayor
precisión el nacimiento según la Ley; va siguiendo
hasta "Adán, hijo de Dios" y suprime el "engendró"
hasta el final, al tratar de este tipo de paternidad.

11. »Esto no son conjeturas sin
fundamento, pues los padres según la carne de nuestro
Salvador, ya sea por aparentar, ya sea simplemente por
enseñar siempre siendo sinceros, nos entregaron
también lo siguiente: Unos bandidos idumeos asaltaron
Escolan, ciudad de Palestina, y se llevaron preso, junto con
otros despojos del Templo de Apolo, erigido entre los muros, a
Antipatro, hijo de un tal Herodes, hiriéndolo. Pero
siéndole imposible al sacerdote satisfacer el precio del
rescate por su hijo, Antipatro fue criado en las costumbres de
los idumeos, y posteriormente entabló amistad con Hircano,
el sacerdote de Judea.

12. »Fue embajador a Pompeyo en nombre de
Hircano, para el que liberó el reino asolado por su
hermano Aristóbulo; pero él mismo fue afortunado,
pues consiguió ser Epimeletes de
Palestina.

»Mas a Antipatro, asesinado por envidia de sus
abundantes y buenos éxitos, le sucedió el hijo de
Herodes, quien posteriormente fue escogido para reinar sobre los
judíos por decreto de Antonio y del senador Augusto.
Herodes y los demás tetrarcas fueron hijos suyos. En
verdad, todos los detalles concuerdan con la historia de los
griegos.

13. »Ahora bien, como que todas las
familias hebreas se hallaban registradas en los archivos,
incluyendo los prosélitos como Aquior el amonita, Rut la
moabita y los egipcios que partieron juntamente con los hebreos,
Herodes, al no estar en nada relacionado con la raza de los
israelitas y acuciado por su origen oscuro, mandó quemar
todos los registros de las familias, pensando que él
parecería un noble si tampoco otros podían trazar
sus linajes con documentos oficiales, hasta los patriarcas, o los
prosélitos, o los llamados geyoras, extranjeros
mezclados.

14. »Pero unos pocos meticulosos se
jactaban de su linaje, preservado por tener registros privados,
donde figuraban los nombres, o simplemente por poseer alguna
copia. Entre éstos se encontraban los que antes
mencionamos, los llamados despósinoi por su
relación con el linaje de nuestro Salvador; éstos
expusieron la genealogía que hemos propuesto nosotros
desde el Libro de los días, hasta donde llegaron,
visitando las aldeas judías de Nazaret y Locoba y el resto
de la tierra.

15. »Sea como fuere, no se puede
encontrar explicación más clara que ésta y
por esta razón yo lo creo; asimismo toda persona
bondadosa. Y a pesar de no estar atestiguada, cuidémonos
de ella, porque una más consistente no puede explicarse.
De todos modos, el Evangelio es totalmente
verdadero»

16. Y al final de la misma carta expone lo
siguiente: «Matán, del linaje de Salomón,
engendró a Jacob. Pero una vez muerto Matán y
Melquí, del linaje de Natán, engendró a
Elí de la mujer de su hermano. De este modo Elí y
Jacob son hermanos de la misma madre. Al morir Elí sin
hijos, Jacob le levantó simiente, y nació
José, su hijo por naturaleza, pero Elí según
la Ley. En consecuencia, José era hijo de
ambos.»

17. Hasta aquí, Africano. Una vez
trazada la genealogía de José,, también se
puede mostrar que María era de su misma línea, pues
según la Ley de Moisés era ilícito
entremezclar las distintas tribus y se ordenaba unir en
matrimonio con uno del mismo pueblo y de la misma tribu, para que
la heredad de la familia no pasara de una tribu a otra. Todo esto
sea suficiente para este asunto.

El Comentario Bíblico Adventista, cuando entra en
la explicación de cómo José podía
llegar a ser hijo de Jacob, como nos dice Mateo y de Elí,
como nos dice Lucas, nos dice:

"José, cónyuge de María,
evidentemente no podía ser el hijo literal de Elí y
de Jacob, según Mat. 1: 16. Se han propuesto dos
explicaciones razonables y ambas armonizan plenamente con lo que
se conoce de las costumbres judías. Según una
explicación, ambas listas dan los antepasados de
José, una por ascendencia sanguínea, y la otra por
adopción o matrimonio según el levirato.
Según la otra explicación, Mateo da los antepasados
de José, y Lucas los de María, por el linaje del
padre de ésta.

"Quienes consideran que ambas listas se refieren al
linaje de José, explican que una lista presenta sus
verdaderos antepasados consanguíneos, mientras que la otra
da sus antepasados por adopción en un linaje familiar
emparentado. Si José fue literalmente hijo de Jacob, como
lo dice Mateo, tuvo que llegar a ser hijo de Elí de
algún otro modo, no en un sentido literal. Si Elí
no tuvo herederos, pudo haber adoptado a José, por medio
de quien, según la costumbre, judía, ambos linajes
podían haberse preservado. Según la segunda
explicación, María era hija única de
Elí, y cuando José se casó con ella se
convirtió en hijo y heredero legal de Elí en
armonía con las estipulaciones de las leyes del matrimonio
en caso de levirato, dadas en tiempos de Moisés (ver com.
Deut. 25: 5-9; Mat. 22: 24)."

Los traductores católicos de la Biblia, no se han
puesto de acuerdo en cuanto a la genealogía de Lucas, como
tampoco los comentaristas protestantes. Es por esto que
encontramos que unos dicen que la genealogía de Lucas es
de María y otros dicen que es de José.

Felipe Fuenterrabía, el capuchino traductor de la
Biblia, nos dice al escribir su nota al pie del versículo
23 del capítulo 3 de Lucas: "Los nombres propios que da
Lucas en este árbol genealógico de Jesús
difieren de los dados por Mateo al comienzo de su evangelio. Es
difícil hacer concordar las dos genealogías. San
Lucas nos da quizás la verdadera ascendencia natural de
san José hasta David, mientras Mateo nos da un elenco
dinástico de de nombres, que tenían derecho al
trono de David, procediesen o no de él por
generación."

Los monjes de la Abadía de Montserrat, en la nota
que pusieron a traducción catalana de su Biblia,
escribieron al pie del versículo 16 del primer
capítulo de Mateo: "L"evangelista no parla de l"origen
davidic de Maria, perquè el compliment de les promeses no
estava lligat a la descendencia de sang, sinó a la legal.
L"Església, peró, pensa que també Maria
descendia de David."

En la Biblia anotada de Scofield, dice como comentario
al Lucas 3: 23: "En el Evangelio de Mateo, donde
incuestionablemente se presenta la genealogía de
José, se dice (1:16) que él era hijo de Jacob.
¿En qué sentido entonces, podría Lucas
llamarle "el hijo de Elí"? Según el orden de
generación natural, él no podía ser a la vez
el hijo de Jacob y Elí. Pero en el Evangelio de Lucas no
se dice que Elí engendró a José; de
manera que la explicación natural es que José era
el yerno de Elí, quien al igual que José era
descendiente de David. El hecho de que José pudiera en tal
caso llamarse "hijo de Elí" (la palabra "hijo" no
se encuentra e el griego, pero los traductores han hecho lo
correcto al suplirla) estaría de acuerdo con el uso
judaico (com. 1 S. 24:16). Por lo tanto, la conclusión es
inevitable que en el Evangelio de Lucas tenemos la
genealogía de María, y que José era
"hijo de Elí" porque se había desposado con
la hija de Elí. Lucas presenta la genealogía de
María, cuyo padre Elí era descendiente de
David".

En el Diccionario de la Santa Biblia, de W. W. Rand, en
el artículo dedicado a María, la madre del Salvador
se nos dice: "En Lucas 3 se conserva la genealogía materna
del Salvador, del linaje de David y de Abraham, para probar que
él nación "en cuanto a la carne," según las
antiguas profecías, Luc. 1: 27; Rom. 1: 3."

Pero cuando el mismo Rand, en el artículo que
trata sobre la genealogía de Jesús nos dice: "Otra
explicación puede hacerse de la diferencia entre las dos
series: que ambos Evangelistas nos dan la genealogía de
José: pero que Mateo, que escribió primeramente
para los Hebreos, da la serie de sucesión real, que
establece el derecho de Cristo al trono de David; Lucas, que
escribió para los gentiles, traza la ascendencia natural
de José y de su hijo adoptivo, remontándola hasta
Adam"

Estas son las razones por las cuales se hace pertinente
el estudio de la genealogía, ya que su propósito es
señalar, de una manara diáfana y meridiana, que lo
que se dice de Jesús es cierto; aunque muchas veces caemos
en la impertinencia, cuando tratamos de demostrar un axioma. Aun
así, hemos recurrido a la genealogía pura, esto es,
relacional el parentesco femenino de Jesús. Una vez hecho
el estudio genealógico puro de las ascendientes de
Jesús, podemos decir que hemos trabajo para una
genealogía aplicada, ya que estos datos son transferido a
la Teología, para confirmar la veracidad histórica
de sus fuentes. Este ha sido el corolario que nos hemos
propuesto.

A continuación presentamos cuatro tablas
genealógicas de Jesús.

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CAPÍTULO SEGUNDO

Las mujeres en la
Biblia

Así como las Sagradas Escrituras sirvieron una
vez para argumentar, sostener y fomentar la trata de negros, el
comercio de esclavo, la misma Biblia ha sido esgrimida para
mantener la sujeción de la mujer, la diferencia entre los
sexos. Cuando abrimos las tapas de la Biblia, encontramos que
ella presenta a la mujer como una compañera, un ser creado
para ser amada por el hombre, como un ser igual a él, como
una ayuda, no como una esclava. Por eso, cuando en Génesis
2: 23 leemos: "Dijo entonces Adán: Esto es ahora hueso de
mis huesos y carne de mi carne; ésta será llamada
Varona, porque del varón fue tomada."

Y es que la palabra hebrea con que se designa a la
mujer, es ishah, una mujer, palabra que proviene de isha, un
hombre. Por eso Adán, al ver que ha salido de él,
le llama Varona: porque del varón fue formada. En base a
esto, nos dice Elena White, en el segundo capítulo de su
libro Patriarcas y Profetas: "Dios mismo dio a Adán una
compañera. Le proveyó de una "ayuda idónea
para él," alguien que realmente le correspondía,
una persona digna y apropiada para ser su compañera y que
podría ser una sola cosa con él en amor y
simpatía. Eva fue creada de una costilla tomada del
costado de Adán; este hecho significa que ella no
debía dominarle como cabeza, ni tampoco debía ser
humillada y hollada bajo sus plantas como un ser inferior, sino
que más bien debía estar a su lado como su igual,
para ser amada y protegida por él. Siendo parte del
hombre, hueso de sus huesos y carne de su carne, era ella su
segundo yo; y quedaba en evidencia la unión íntima
y afectuosa que debía existir en esta relación.
"Porque ninguno aborreció jamás a su propia carne,
antes la sustenta y regala." "Por tanto, dejará el hombrea
su padre y a su madre, y allegarse ha a su mujer, y serán
una sola carne." (Efe 5: 29; Gén. 2: 24)"

Alfred Edersheim, cuando nos resume las razones alegadas
por los rabinos para decir porque Adán fue creado del
blando barro de la tierra, y Eva de un duro hueso, nos dice en el
capítulo 1X de su libro: Usos y Costumbre de los
Judíos en los tiempos de Cristo: "De manera similar, se
observaba, Dios no había formado a la mujer de la cabeza,
para que no fuera a enorgullecerse; ni del ojo, para que no fuera
concupiscente; ni del oído, para que no fuera curiosa; ni
de la boca, para que no fuera charlatana; ni del corazón,
para que no fuera celosa; ni de la mano, para que no fuera
codiciosa; ni del pie, para que no fuera entrometida, sino de la
costilla, que estaba siempre cubierta."

A pesar de que la mujer fue creada como un complemento
para el hombre, como una extensión de su ser,
después del pecado, del que ella fue la introductora, por
mandato divino, debía estar sujeta a su marido. En
Génesis 3: 16 escuchamos que Dios: "A la mujer dijo:
Multiplicaré en gran manera los dolores en tus
preñeces; con dolor darás a luz los hijos; y tu
deseo será para tu marido, y él se
enseñoreará de ti."  El pecado fue el causante
de que se rompiera la armonía que debía existir
entre los dos sexos. Pero a pesar de esto, las mujeres hebreas
gozaban de un estatus superior al que gozaban las mujeres de los
países vecinos. Ella no estaba relegada a un segundo
plano, ni sometida a la separación a que aun hoy sufre la
mujer en el Oriente. Ella gozaba de libertad de movimiento, tanto
dentro como fuera del hogar.

La mujer hebrea era tenida en tal estima, que para la
fiesta del novilunio, la cual se celebraba el primer día
del mes, el mes hebreo era lunar, en el cual se debía
cesar del trabajo, pero que durante el exilio babilónico
no se guardaba éste descanso, a las mujeres le estaba
permitido el reposo, mientras los hombres trabajaban. Salim
Japas, en su libro: Cristo en el Santuario dice a este respecto,
en el capítulo 8, que durante el novilunio: "…y
solo las mujeres dejaban de trabajar. Se supone que se les
concedió este privilegio porque fueron las mujeres las
menos dispuestas a a dorar el becerro de oro cuando
ocurrió la apostasía de Israel al pie del
Sinaí".

Edersheim, en una cita al pie de su obra ya citada,
dice: "Hay una tradición judía de que las mujeres
habían contribuido con sus riquezas para el
Tabernáculo, pero que rehusaron hacerlo para hacer el
becerro de oro, cosa que se deduce del relato en Éx. 32: 2
comparado con el versículo 2."

Mientras que las mujeres de las otras culturas y
sociedades en torno a las cuales vivían las hebreas,
tenía que vivir en un permanente encierro, hasta el
extremo de que no podían ser vista por ningún
varón que visitara el hogar, aunque ese hombre fuese su
hermano. Aun hoy, en el siglo XX1, las mujeres orientales no se
pueden presentar en público con el rostro descubierto,
así como tienen el deber y la obligación de tomar
sus alimentos en lugares separados. Las hebreas podían,
aun en la edad de bronce, compartir la mesa con las personas del
otro sexo.

Las mujeres griegas, a pesar de haber nacido en la
sociedad creadora de la democracia, no gozaban del privilegio que
tenían las mujeres hebreas. La Enciclopedia
Electrónica Wikipedia nos dice al respecto de las mujeres
griega lo siguiente: "Las mujeres de buena familia tenían
como principal papel mantener el oikos. Eran confinadas
en el gineceo, literalmente la «habitación de las
mujeres», rodeadas de sus sirvientes. No se arriesgaban
fuera del dominio familiar más que para cumplir funciones
religiosas. En cambio, las mujeres del pueblo aportaban a la
economía familiar un complemento de recursos vendiendo su
superproducción agrícola o artesanal: aceitunas,
frutos y hortalizas, hierbas (así Aristófanes, hace
de la madre de Eurípides una vendedora de perifollo),
tejidos, etc."

En el libro de Ruth 2: 14. Encontramos que Booz le dice
a la protagonista del libro: "Y Booz le dijo a la hora de comer:
Ven aquí, y come del pan, y moja tu bocado en el vinagre.
Y ella se sentó junto a los segadores, y él le dio
del potaje, y comió hasta que se sació, y le
sobró." Tan ilustrativo que ese cuadro, es el que se
nos pinta en el primer libro de Samuel 1: 7-9: "Así
hacía cada año; cuando subía a la casa de
Jehová, la irritaba así; por lo cual Ana lloraba, y
no comía. Y Elcana su marido le dijo: Ana,
¿por qué lloras? ¿Por qué no comes?
¿y por qué está afligido tu corazón?
¿No te soy yo mejor que diez hijos? Y se
levantó Ana después que hubo comido y bebido en
Silo; y mientras el sacerdote Elí estaba sentado en una
silla junto a un pilar del templo de
Jehová…" 

Si el que la mujer comparta la mesa con su marido era un
hecho revolucionario, más lo era aun, el que ella tuviera
voz deliberativa en los asuntos de su país. María,
la hermana de Moisés y de Aarón, fue una
líder que se puso al frente de las mujeres, para entonar
un cántico de alabanza a Dios. En Éxodo 15: 20 y
21, podemos escuchar su voz, cuando el registro sagrado dice: ".Y
María la profetisa, hermana de Aarón, tomó
un pandero en su mano, y todas las mujeres salieron en pos de
ella con panderos y danzas. Y María les
respondía: 

Cantad a Jehová, porque en extremo
se ha engrandecido; Ha echado en el mar al caballo y al
jinete.

Un hecho similar se narra en el primer libro de Samuel
18: 6 y 7, cuando un grupo de mujeres, salen al frente del
ejercito vencedor: "Aconteció que cuando volvían
ellos, cuando David volvió de matar al filisteo, salieron
las mujeres de todas las ciudades de Israel cantando y danzando,
para recibir al rey Saúl, con panderos, con
cánticos de alegría y con instrumentos de
música. Y cantaban las mujeres que danzaban, y
decían: 

Saúl hirió a sus
miles, Y David a sus diez miles."

Puesto de responsabilidad ocuparon mujeres como
María, la ya citada hermana de Moisés, Hulda, 2
Reyes 22: 14, y Noadías, Nehemías 6: 14, las cuales
eran profetisa, esto es, con la responsabilidad de presentar el
mensaje de Dios delante de su pueblo. Profetisa también lo
fue Débora, la cual agregó a su dignidad, el titulo
de jueza en Israel. En el libro de los Jueces 4: 4 y 5:
"Gobernaba en aquel tiempo a Israel una mujer, Débora,
profetisa, mujer de Lapidot; y acostumbraba sentarse bajo la
palmera de Débora, entre Ramá y Bet-el, en el monte
de Efraín; y los hijos de Israel subían a ella a
juicio." 

Como los rabinos entendían, esto es,
después del exilio, que las mujeres eran de mentes
ligeras, y que no les aprovechaba la educación de las
leyes, creían que las mujeres no debían tener la
misma educación que los hombres. Para ellos, las mentes
femeninas no estaban preparadas para la investigación;
claro está, los intereses de las mujeres eran otros, por
lo cual, debían dirigirse sus estudios en otra
dirección. Nunca se iba a esperar ver a una mujer hebrea
enseñando en una sinagoga, a pesar del gran valor y la
mucha estima que gozaban los estudios rabinícos, estos
estudios se entendían que no eran para ocupar la mente de
una mujer.

Pablo, que tenía una educación
rabínica, cuando le escribe a Timoteo le dice: "La mujer
aprenda en silencio, con toda sujeción. Porque no
permito a la mujer enseñar, ni ejercer dominio sobre el
hombre, sino estar en silencio." 1 Tim. 2: 11 y 12. Ya en la
primera carta a los Corintios 14: 34, había escrito:
"vuestras mujeres callen en las congregaciones; porque no les es
permitido hablar, sino que estén sujetas, como
también la ley lo dice." Los rabinos tenía un dicho
que dice: "Todo aquel que permita que su mujer le gobierne,
cuando llame, le responderá."

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