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La segunda guerra mundial




Enviado por JAVIER SANTOS



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Monografía destacada

  1. Causas que
    originaron la Segunda Guerra Mundial
  2. Conflicto: Hitler,
    el hombre tras el Imperio
  3. Nace el Partido
    Nacionalsocialista Nazi
  4. Hitler en camino al
    poder
  5. El poder
    total
  6. El inicio de la
    guerra
  7. Costes y
    consecuencias de la guerra
  8. Operaciones
    militares
  9. Operación
    Barbarroja
  10. El desembarco de
    Normandía
  11. El
    final
  12. El ejército
    del crimen
  13. Política y
    polémica en torno al Holocausto
  14. Armamerto usado en
    la SGM dividido en distintas categorias
  15. Biografías
  16. Fotografías
  17. Nuremberg
  18. Wafen
    "SS"
  19. Principales
    operaciones bélicas
  20. Términos y
    tecnicismos Alemanes
  21. Prensa y
    literatura

Causas que
originaron la Segunda
Guerra Mundial

Malestar dejado por la Primera Guerra
Mundial

Alemania, derrotada albergaba un
profundo resentimiento por la pérdida de grandes
áreas geográficas y por las indemnizaciones que
debía pagar en función de las reparaciones de
guerra impuestas por el Tratado de Versalles en 1919. Algunas de
esas cláusulas establecidas dentro del tratado firmado por
Alemania fueron:

1.- Pago de indemnizaciones por
parte de Alemania a los Aliados por las perdidas
económicas sufridas por los mismos a causa de la
guerra.

2.- Reducción del ejercito
alemán a la cantidad de 100.000 hombres, no
posesión de ningún arma moderna de combate (
tanques, aviación y submarinos ).

3.- Reducción de la flota
Alemana a buques menores a las 10.000 toneladas.

4.- La gran recesión que se
presentó en el mundo entre los años 20 y 30, que en
Alemania, crearon desempleo, caída del nivel de vida de la
clase media, que a su vez abonaron el camino para el surgimiento
de las reivindicaciones alemanas y con ello el impulso al partido
Nacional-Socialista (Nazi).

Italia, una de las vencedoras, no
recibió suficientes concesiones territoriales para
compensar el coste de la guerra ni para ver cumplidas sus
ambiciones, no había quedado muy conforme con la
repartición de territorios hecha en virtud del Tratado de
Versalles. Los italianos obtuvieron sólo los territorios
de Trento y Trieste, cuando aspiraban a ganancias mucho mayores.
Por otra parte, la miseria reinaba en los campos y la
carestía azotaba las ciudades, haciendo crecer el
descontento popular.

Japón, que se encontraba
también en el bando aliado vencedor, vio frustrado su
deseo de obtener mayores posesiones en Asia oriental.

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Ideologías anticomunistas: el
Fascismo y el Nazismo

Ideologías totalitarias de distinto
signo se impusieron en tres naciones europeas: Rusia, Italia y
Alemania. Con profundas diferencias entre ellos, estos sistemas
tuvieron como denominador común la supresión de la
libertad política y el papel de preponderante del Estado
controlado por un solo partido.

Fascismo

Mussolini fundó en 1914 un
periódico, "Il popolo d'Italia", tribuna que
utilizó para incitar la entrada de Italia a la Primera
Guerra. Al término del conflicto bélico,
creó una unión de ex combatientes bautizada como
"Fascio di combatimento". De este grupo nació el
movimiento fascista, de cuño nacionalista y anticomunista.
Los fascistas declararon la lucha al comunismo y al débil
gobierno de la época, organizando expediciones a los
pueblos italianos, donde obligaban a dimitir a los alcaldes
socialistas.

Benito Mussolini estableció en
Italia en 1922 la primera dictadura fascista. Su régimen
fue nacionalista y totalitario. La economía se
organizó en base a corporaciones gremiales que agrupaban a
obreros y patrones. El corporativismo es una de las
características principales que identificaron al fascismo.
La preparación militar de la población fue otro de
los objetivos del régimen fascista.

Mussolini logró algunos
éxitos económicos en cuanto a aumentos de
producción y gobernó como amo y señor de
Italia, destruyendo a todos los partidos no fascistas y a sus
adversarios políticos.

En 1937, Italia adhirió al pacto
contra la propagación de los comunistas que ya
habían firmado Alemania y Japón. Los bloques ya se
perfilaban con nitidez.

Nazismo

Adolf Hitler postulaba que según las
leyes naturales, los más fuertes debían imponerse a
los más débiles. También consideraba que
existía una tendencia natural hacia la duración de
las razas, idea en la que se basó para luchar por la
pureza de la raza aria, tronco étnico de lo
germanos.

Según Hitler, los arios eran una
raza privilegiada "forjadora de cultura". Los judíos, en
cambio, representaban para él un pueblo destructor de esa
cultura. Hitler veía en el antisemitismo un fundamento de
su misión histórica. Esto le llevó a
desencadenar una implacable persecución, que
comenzó por despojar a los judíos de sus bienes,
continuó con su discriminación en todos los
aspectos y culminó con cinco millones de víctimas
en los campos de concentración.

El estado debía organizarse en base
a un principio aristocrático, donde la autoridad
estaría en manos del líder, de especial capacidad,
en el cual el pueblo depositaría su confianza. Esto
explica que Hitler utilizara el título de Führer, o
líder, en el régimen totalitario que logró
instaurar. Por último, es necesario mencionar que el
Führer consideraba fundamental para el porvenir de Alemania
la conquista de un "espacio vital" en Europa, lo que implicaba la
expansión territorial.

La oportunidad de triunfo para los nazis se
presentó tras la crisis económica desatada el
año 1929. La población estaba angustiada por la
falta de trabajo y muchos capitalistas veían con temor el
avance de los comunistas, que se habían hecho más
fuertes después de la Revolución Rusa.
Además, había en el ejército un deseo
revanchista, provocado por la dura humillación que
Alemania había sufrido en la Primera Guerra Mundial. Por
todo esto, la idea nazi comenzó a ser captada con
simpatía por parte de las masas alemanas, que
quería recuperar su orgullo nacional.

Japón no adoptó un
régimen fascista de forma oficial, pero la influyente
posición de las Fuerzas Armadas en el seno del gobierno
les permitió imponer un totalitarismo de
características similares. Los militares japoneses
aprovecharon un pequeño enfrentamiento con tropas chinas
en las proximidades de Mukden (actual Shenyang) en 1931 como
pretexto para apoderarse de Manchuria, en donde constituyeron el
Estado de Manchukuo en 1932. Asimismo, ocuparon entre 1937 y 1938
los principales puertos de China.

Nacionalismos que se transforman en
imperialismos

Las apetencias de expansión y
dominio del régimen nacional socialista que desembocaron
en la invasión de Polonia por Alemania, lo cual
significó el estallido de la guerra dos días
después.

El conflicto entre Alemania y Polonia se
hacía inevitable. Polonia, Estado eslavo,
constituía una traba para la expansión hacia el
este soñada por Hitler. Desde 1919, Alemania intentaba
formular reclamación de índole fronteriza a costa
de Polonia, país que comprendía una minoría
germana entre 700 y 800 mil individuos, que en opinión de
los alemanes, las fronteras de Alta Silesia también
constituían una "flagrante injusticia". Además, la
cuestión de Dantzig y el corredor polaco venían
produciendo grandes fricciones entre Varsovia y Berlín. En
1919 Dantzig se convirtió en un estado libre bajo control
de la Sociedad de Naciones, pero Alemania lo reivindicaba por
estimar que su población era casi exclusivamente de lengua
Alemana.

La agresión
alemana

Hitler inició su propia
campaña expansionista con anexión de Austria en
marzo de 1938, para lograr la cual no hubo de hacer frente a
ningún impedimento: Italia lo apoyó, y los
británicos y franceses, intimidados por el rearme de
Alemania, aceptaron que Hitler alegara que la situación de
Austria concernía a la política interior alemana.
Estados Unidos había limitado drásticamente su
capacidad para actuar contra este tipo de agresiones
después de haber aprobado una ley de neutralidad que
prohibía el envío de ayuda material a cualquiera de
las partes implicadas en un conflicto internacional.

En septiembre de 1938, Hitler
amenazó con declarar la guerra para anexionarse la zona de
la frontera occidental de Checoslovaquia con sus 3,5 millones de
ciudadanos de lengua alemana.

El primer ministro británico, Arthur
Neville Chamberlain, inició una serie de conversaciones
que concluyeron a finales de mes con el Pacto de Munich, en el
que los checoslovacos, instados por británicos y
franceses, renunciaban a la frontera occidental de Checoslovaquia
a cambio de que Hitler se comprometiera a no apoderarse de
más territorios checos.

Este acuerdo fue infructuoso: Hitler
invadió el resto de Checoslovaquia en marzo de 1939. El
gobierno británico, alarmado por esta nueva
agresión y las amenazas proferidas por Hitler contra
Polonia, se comprometió a ayudar a este país en el
caso de que Alemania pusiera en peligro su independencia. Francia
también estableció un tratado de defensa mutua con
Polonia.

La crisis económica de
1929

En el período que siguió a la
Primera Guerra mundial fue necesario reparar los daños que
había provocado el conflicto y en ello se ocuparon
prácticamente todas las fuerzas de trabajo. En los inicios
de la década de 1920 hubo gran prosperidad, por lo que la
gente pensó que bonanza y paz eran dos términos que
iban de la mano.

Muchos de los proyectos de
reconstrucción contaban con el sistema de créditos
para lograr financiamiento. El mismo pago de las indemnizaciones
de guerra exigidas a Alemania, en virtud del Tratado de
Versalles, era realizado gracias a una importante corriente de
préstamos provenientes, sobre todo, de Estados Unidos y
Gran Bretaña.

La corriente de créditos enviada
desde Estados Unidos hacia Europa fue la causa principal del
ambiente de prosperidad en el viejo continente. Estados Unidos
era entonces el gran soporte del bienestar.

El 19 de octubre de 1929 los indicadores de
cotizaciones de la Bolsa de Valores de Nueva York cayeron como
una avalancha, creando pánico en el mundo de las finanzas.
El año de 1929 está marcado en el calendario de la
historia como el inicio de la crisis económica que
sumió en la pobreza y la desesperación a millones
de personas.

Esta crisis repercutió en Europa y
el resto del mundo. Estados Unidos ya no estaba en condiciones de
seguir haciendo inversiones en el extranjero y el colapso se
extendió rápidamente. La consecuencia inmediata fue
la miseria de millones de personas, y el resultado último,
que esta gente desesperada fue presa fácil de doctrinas
totalitarias que les prometían recuperación
material y empleo a corto plazo.

El débil comportamiento de la
Sociedad de las Naciones

En 1935 Mussolini había atacado
Etiopía y con gran despliegue de fuerzas no tardó
en vencer a las desorganizadas tropas del Negus Fallé
Selassie ocupando Addis Adeba. La Sociedad de Naciones
aplicó unas sanciones económicas que ni siquiera
impidieron la llegada del petróleo necesario para la
guerra a los puertos italianos. Inglaterra permitió el
paso de buques cargados de tropas por el Canal de Suez y con
estos hechos la Sociedad de Naciones se desprestigió
totalmente fortaleciéndose Italia y reforzándose el
eje Roma-Berlín.

La Sociedad de las Naciones no pudo evitar
el estallido de nuevos conflictos internacionales ni cumplir la
misión pacificadora para la que había sido
concebida. No pudo imponer el cese al fuego cuando Japón,
Italia y Alemania empezaron las agresiones. A pesar de que
aplicó sanciones económicas y diplomáticas,
los países culpables optaron por salirse de la
organización en lugar de acatarlas.

La guerra civil española
(1936-1939)

Se dice que la Guerra Civil Española
fue una especie de campo de prueba, en el que se ensayaron las
armas que luego habrían de usarse en la Segunda Guerra
Mundial, que se inicia cuando terminó el conflicto
peninsular .

Hitler, tras denunciar las cláusulas
sobre desarme impuestas a Alemania por el Tratado de Versalles,
organizar unas nuevas Fuerzas Aéreas y reimplantar el
servicio militar, puso a prueba su nuevo armamento durante la
Guerra Civil española .

Alemania e Italia entregaron material de
guerra a Franco y enviaron tropas especializadas a combatir en
suelo español contra el gobierno republicano en 1936. Las
otras potencias no quisieron provocar un enfrentamiento directo y
se abstuvieron de intervenir en la lucha.

El Pacto de Acero

Hitler y Mussolini firmaron en mayo de 1939
el "Pacto de Acero", temible alianza ofensiva, con la
cual Alemania e Italia se comprometieron a prestarse ayuda
militar en caso de guerra, lo que se convierte entonces en el
objetivo primordial del nacionalismo. El Eje Berlín-Roma
quedó así sellado definitivamente.

Los directores del vasto complejo
siderúrgico Krupp estaban vinculados con los nazis y
fueron los principales responsables de suministrar el material
necesario al esfuerzo de guerra alemán.

La formación del
Eje

Los tratados firmados por Alemania, Italia
y Japón desde 1936, cuando los dos primeros países
acordaron el primero de ellos, hasta 1941 (fecha en la que
Bulgaria se incorporó a los mismos) dieron como resultado
la formación del Eje Roma-Berlín-Tokio.

Pacto
germano-soviético

La noche del 23 de agosto de 1939 en
Moscú , Hitler logró que Stalin, a pesar de sus
divergencias ideológicas, firmara un pacto de
no-agresión entre Alemania y la Unión
Soviética (URSS) donde acordaban no luchar entre
sí.

Esto permitiría al Führer
atacar Polonia, sin temor a una intervención
soviética en el frente oriental. De esta forma, Adolfo
Hitler tuvo el camino despejado.

Adicionalmente, se firmó un
protocolo secreto en el que se concedía a Stalin libertad
de acción en Finlandia, Estonia, Letonia y en el este de
Polonia y en Rumania.

Cuando las tropas aliadas entraron en
Alemania, a finales de la Segunda Guerra Mundial, no
podían creer lo que sus ojos veían. El panorama de
los campos de concentración y exterminio era tal, que
tomaron registros de lo que encontraron y así, nadie
pudiera negar su existencia o los horrores que en ellos se
cometían.

    Adof Hitler, el
hombre que estuvo tras estos horrores, el que también
prometió que formaría un Tercer Reich y que este
perduraría por 1.000 años.

Conflicto:
Hitler,
el hombre tras el Imperio

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    El Tercer Reich
colapsó en la primavera de 1945. Pocos supieron lo que
pasaba realmente tras su fachada. La dictadura operó en
secreto. Hitler es el último de los grandes conquistadores
en la tradición de Alejandro, César o
Napoleón. Y el Tercer Reich, el último de los
imperios. En el 28 de enero de 1933 se destituyó al
anciano presidente mariscal Von Hindenburg. Hitler, jefe del
nacionalsocialismo, el partido político más
numeroso de Alemania, pedía la cancillería de la
República Democrática que había prometido
destruir. Quería abolir el régimen
democrático. El Presidente tenía 86 años y
aunque se oponía, flaqueó y el 30 de enero
nombró canciller a Hitler. Éste ya se hacía
acompañar por Goebbels, Roehm y Goering. Hitler
había sido un vagabundo que caminaba en Viena, un soldado
anónimo de la Primera Guerra mundial, fascinante orador y
austríaco. Tenía 43 años cuando lo
nombraron, se emocionó. Con ese episodio cambió la
historia de la humanidad. Su nombramiento se celebró en
las calles con marchas. ¿Supo Hindenburg lo que
había echado a andar? Hitler saludaba y sonreía
emocionado. Goebbels escribió: la revolución
alemana ha comenzado.

Su reino duró 12 años y 4
meses. Causó una erupción violenta y destructora,
desolación, calculada carnicería de vidas y
espíritu humano. Sobrepasó todas las salvajes
opresiones de las eras anteriores. Hitler fundó el Tercer
Reich. Lo gobernó despiadadamente, con astucia poco
común. Lo condujo a las vertiginosas alturas y a un
espantoso fin. Tenía personalidad demoníaca,
voluntad de granito, misteriosas intuiciones, fría
crueldad, notable inteligencia y alta imaginación. Al
final se encontraba borracho de poder y de triunfos. A algunos
alemanes y extranjeros les pareció un charlatán.
Luego tomó aura de jefe carismático, lo siguieron
ciegamente como si poseyese el juicio divino.

    Nació a las
6:30 de la tarde del 20 de abril de 1889 en una modesta posada en
Braunau, Austria, en la frontera austro-germana. Hitler
tenía una media hermana, Angela, que tenía una
hija: Geli Raubal, el verdadero amor de Hitler. También
tenía un medio hermano, Alois, pero Hitler no
quería saber nada de él. Era el vivo recordatorio
de su origen humilde. Hitler nunca habló de su
familia.

     A los 6
años ingresó a la escuela, era 1895. A los 15
años ya se había cambiado 7 veces de
dirección y había estado en 5 escuelas diferentes.
Un compañero lo recuerda como un discutidor
autocrático, de opiniones propias, mal carácter e
incapaz de someterse a la disciplina escolar. No era trabajador.
Un profesor de historia, Leopold Poetsch, influyó en
Hitler. Era un fanático nacionalista alemán. Hitler
le rindió tributo en su libro. "Usaba nuestro
fanatismo nacional en brote como medio de educarnos, apelando
frecuentemente a nuestro sentimiento de honor nacional. Hizo de
la historia mi tema favorito. Fue entonces cuando me
convertí en un joven revolucionario
", escribió
en su libro. Con la muerte de su padre Hitler lloró. Su
madre, viuda y con dos hijos, se vio obligada a hacerlo estudiar
la carrera de funcionario civil. Pero su hijo no deseaba eso y,
aunque se querían, entre ellos hubo fricciones. A los 16
años padeció de una dolencia pulmonar y fue mandado
a la casa de su tía en Spitel.

    En geografía
e historia obtuvo notable, en dibujo sobresaliente, según
su último informe. Al salir de la escuela se
emborrachó. Luego se mantuvo abstemio, no fumador y
vegetariano. Descubre los años más felices de su
vida, entre los 16 y 19 años. Soñaba con un futuro
como artista. Se negaba a trabajar y así ayudar a su madre
económicamente. Le parecía repulsiva la idea de
recibir un sueldo. La felicidad era no tener que trabajar y eso
le dio libertad: soñaba, pensaba, hablaba con amigos del
mundo, escuchaba a Wagner. Un amigo lo recuerda como
pálido, enfermizo, un joven tímido y reticente con
repentinos estallidos de furia histérica contra los que no
estaban de acuerdo con él. Estaba decidido a ser artista,
pintor o arquitecto. Pero desde los 16 años estuvo
obsesionado con la política. Odiaba la monarquía de
los Habsburgo y todas las razas no alemanas del Imperio Austro
húngaro. Tenía un amor igualmente violento hacia
todo lo alemán. A los 16 años ya era un
fanático nacionalista alemán. Se hizo lector voraz.
Sus obras favoritas eran de historia y mitología
alemanas.

    En 1906 se fue a
Viena con el dinero que le dio su madre. La primera visita le
encantó. A los 18 años postuló a la Academia
de Bellas Artes, pero no aprobó el ingreso. Postuló
al año siguiente y tampoco fue aceptado. Para el joven
ambicioso fue el hundimiento. Sufrió el dolor del fracaso.
El 21 de diciembre de 1908 murió su madre de
cáncer. Fue un golpe. Había respetado al padre,
pero a su madre la quería. La muerte puso fin a sus planes
de alto vuelo. Se vio obligado a conseguir su propio dinero.
Partió a Viena nuevamente. Entre 1909 y 1913 vivió
años de completa miseria e indigencia. Hitler
trabajó en extrañas tareas: retirar nieve de las
calles, sacudir alfombras, llevar maletas, de peón.
Durante 4 años vivió en pensiones de baja
categoría, en barrios miserables, se salvó de morir
de hambre porque iba a las cocinas de caridad. Fue la
época más triste de su vida. Sufría de
hambre, pero nunca trató de conseguir un trabajo fijo. No
quería caer en las filas del proletariado, de los
trabajadores manuales.

    No tenía
vicios y usaba un largo abrigo. Para él leer era un arte:
saber retener lo esencial y olvidar lo no esencial. Fue tomando
forma su visión y filosofía del mundo que fueron
luego, los cimientos de sus actos.

    ¿Qué
aprendió tan importante? La monarquía del Danubio
agonizaba. Durante siglos una minoría
germano-austríaca había gobernado un imperio
formado por 12 nacionalidades diferentes. Desde 1848 la autoridad
se había ido debilitando. A comienzos del siglo XX los
pueblos eslavos pedían igualdad y autonomía
nacional. Las clases bajas reclamaban derecho a voto, los
trabajadores pedían sindicatos y derecho a huelga. Hitler,
joven y fanático nacionalista austro-germano, era opuesto
a estas evoluciones. Para él, el imperio se hundía
en un pantano. Podía salvarse sólo si la raza
germana dominante recobraba la antigua y absoluta autoridad.
Otras razas, para él, sobre todo los eslavos, eran
inferiores. Había que gobernar con mano de hierro y
dejarse de tonteras democráticas. En los comedores de
caridad comenzó a gestarse una astucia política que
le permitió ver con asombrosa claridad las fuerzas y
debilidades de los movimientos políticos
contemporáneos. Hitler se dio cuenta de la importancia de
la oratoria en la política. Los oradores públicos
eran efectivos. Escribió: "la fuerza que mueve
avalanchas políticas y religiosas es el mágico
poder de la palabra hablada y sólo eso. Las grandes masas
de gente pueden ser movidas solamente por el poder de los
discursos. Todos los grandes movimientos son movimientos
populares, erupciones volcánicas de las pasiones y de los
sentimientos emocionales humanos, fomentados bien por crueles
dioses del dolor o por la antorcha de la palabra arrojada entre
las masas, no por chorros de limonada de los estetas literarios y
de los héroes de salón
".

    Comenzó a
practicar oratoria entre los grupos de oyentes que formó
en las posadas de baja categoría, comedores de
beneficencia y en las esquinas. Se convertiría en un
talentoso orador, más que ningún otro alemán
de la época, lo que contribuyó en gran parte a su
asombroso éxito. Según sus amigos, desde la escuela
era antisemita.

    En Viena
vivían unos 200 mil judíos. Hitler se
preguntó si eran alemanes. Comenzó a leer
literatura antisemita. Dice que empezó a ver judíos
por todas partes "a menudo sufrí náuseas al
oler a estos portadores de caftan
". Poco después,
dice, descubrió la mancha moral de este pueblo elegido.
Aseguró que los judíos eran responsables de la
mayor parte de la prostitución y trata de blancas.
"Reconocí al judío como el director calculador,
desvergonzado y sin corazón de este repugnante
tráfico del vicio entre la gente baja de la gran ciudad,
un frío estremecimiento me recorrió la
espalda
". Mi Lucha, su libro, está sembrado
de alusiones espeluznantes a extraños judíos que
seducían a inocentes muchachas cristianas y así
adulteraban su sangre. En 1913 abandonó Viena y se fue a
Alemania, tenía 24 años. Parecía un
fracasado: ni pintor ni arquitecto. Era un vagabundo
excéntrico, lleno de libros, sin amigos, familia, trabajo
ni hogar, pero con una ilimitada confianza en sí mismo y
un sentido ardiente de su misión. Le repugnaba el imperio
de los Habsburgo, el conglomerado de razas de la capital, sobre
todo los judíos. Mezcla, según él, que
corroía a la cultura alemana. El verano de 1914
estalló la Primera Guerra Mundial. Comenzaba el
período más memorable de su vida. Lo hirió
la derrota. El ejército alemán no había sido
vencido en el campo de batalla sino por traidores de la
retaguardia. Así nació para Hitler, como para otros
alemanes, la leyenda de la puñalada por la espalda que
ayudó a socavar la república de Weimar y preparar
el terreno para su llegada al poder. Ahí supo su destino:
la política. Una decisión fatídica para el
mundo. ¿Qué posibilidades tenía un
austríaco de 30 años, sin amigos, sin dinero, sin
trabajo ni experiencia?

    Comenzó a
servir para el ejército. Lo destinaron oficial instructor
que debía combatir ideas peligrosas: pacifismo,
socialismo, democracia. Habló ante un gran auditorio y
ése fue el comienzo de una habilidad con la que se
convirtió en orador efectivo, de mágico
poder.

    Utilizó la
radio para ganarse a millones de oyentes. Le ordenaron investigar
al partido político obrero alemán. Hitler
oyó una conferencia de Gottfried Feder y quedó
impresionado. Vio el llamado de Feder a abolir las esclavitud
capitalista, una de sus premisas esenciales para fundar el nuevo
partido. Vio un poderoso slogan para la próxima lucha.
Pensó que era una organización como tantas otras.
Era época en que surgían muchos partidos
políticos, no juzgó a éste
diferente.

    En esa charla, un
profesor propuso que Baviera se separara de Prusia y se fundara
Alemania del Sur junto con Austria. Hitler se encolerizó y
habló violentamente, la gente miró a este
desconocido y joven orador atónitamente. Hitler, luego,
leyó un folleto del partido y vio reflejado en él
gran parte de sus ideas. Recibió una postal en que se le
anunciaba que había sido aceptado como miembro. Fue a una
reunión, el ansia de esos hombres de un nuevo movimiento
lo atrajo. Pensó que podía unirse a ellos, la
insignificancia del partido podía darle la oportunidad a
un joven enérgico como él. Tomó la
decisión más importante de su vida: se unió
al partido. Necesitaban un jefe, qué mejor que un buen
orador como Hitler. Se convirtió en íntimo
consejero y fue presentado, entre otros, a Rudolf Hess y Alfred
Rosenberg.

Nace el Partido
Nacionalsocialista Nazi

    Hitler
toma dirección de la propaganda del partido Obrero.
Enunció los 28 puntos del programa que, a la larga, fueron
el programa nazi. El 1 de abril de 1920 se convirtió en
Partido Nacional Socialista de Obreros Alemanes. La
mayoría de los enunciados programáticos fueron
olvidados al llegar al poder. Los más importantes fueron
llevados a cabo por el Tercer Reich con desastrosas consecuencias
para millones de personas. Algunos de esos puntos eran:
Unión de todos los alemanes en una Alemania grande. Varios
de estos puntos promovian el antisemismo, lo que constituyeron
una temible advertencia. Se les prohibía ejercer su
profesión, se les negaba la ciudadanía y eran
excluidos de la prensa. Fueron expulsados quienes hubiesen
entrado en el Reich después del 2 de agosto de 1914.
Había varios puntos demagógicos para atraer a los
obreros: la abolición de los ingresos no ganados por el
trabajo, la nacionalización de los trust, la
participación del Estado en los beneficios de las grandes
industrias, abolición de rentas agrícolas y de las
especulaciones en tierra, pena de muerte a traidores, usureros y
explotadores. Pedía la abrogación de los Tratados
de Versalles y Saint Germain, junto con la creación de un
fuerte poder central del Estado. Hitler quería el poder de
todo el Reich para hacer su régimen
dictatorial.

    Era el fin de los
estados semi-autónomos de la República de Weimar.
Tenía una oratoria incendiaria y un programa radicganaran
fe, junto con boato y colorido que las elevaran. Además,
actos de violencia y terror que, si tenían éxito,
atraerían adhesiones y darían sensación de
poder. Monografias.com

Svástica

    Hitler
organizó escuadras de choque con uniformes caquis.
Reclutaron voluntarios, guardaban el orden de los mítines
nazis y disolvían los de otros partidos. En 1921 Hitler
dirigió uno y estuvo un mes en prisión por ello.
Pensó que al pueblo le faltaba una bandera, un emblema.
Diseñó la svástica, que se convirtió
en el símbolo del poderoso partido nazi.
Diseñó también un brazalete y estandarte.
Era la mejor propaganda.

    1921 Hitler se
adjudicó la dirección del partido. Era poderoso
orador, mejor organizador y propagandista. Conseguía
fondos con sus discursos. Obtuvo poderes absolutos del partido y
quedó establecido el principio dictatorial que iba a ser
la primera ley de los nazis.

    El Führer
había salido a escena en Alemania. Se dispuso a
reorganizar el partido. Tenían un diario, más
parecido a una hoja antisemita, en la que pregonaban sus ideas.
Hess se convirtió en íntimo amigo, devoto seguidor
y secretario del jefe. Hasta el final sería uno de sus
más leales seguidores.

    Goering
también cayó ante la fascinación de Hitler.
Era piloto de guerra y cuando conoció al führer se
unió al partido y lo ayudó económicamente
con generosidad. Apoyó a Roehm para crear las tropas de
asalto y en 1922 era comandante de las SA. Hitler abandonó
el ejército y se dedicó al partido. Nunca
recibió un sueldo.

    ¿De
qué vivía? Nunca contestó. Dijo que ganaba
dinero cuando hablaba para otras instituciones y tenía
camaradas que lo ayudaban. Entre 1921 y 1923 tuvo que organizar
el partido y mantener el control.

    En 1921 los aliados
cobraron 33 mil millones de dólares a Alemania por
indemnizaciones de la Primera Guerra. La derecha comenzaba a
cometer asesinatos y el gobierno de Berlín
respondió con una ley especial de protección a la
República. Ésta imponía severas penas a los
actos de terrorismo. La joven República Democrática
de Weimar se hallaba en grandes apuros. Su existencia era
amenazada por extremistas de derecha e izquierda. El Tratado de
Versalles cayó como balde de agua fría en Alemania,
hubo protestas que llamaban a no firmarlo.

    ¿Qué
lo hacía tan intolerable? Devolvía Alsacia y Lorena
a Francia, un poco de territorio a Bélgica, una parte a
Dinamarca y a los polacos las tierras que los alemanes
habían tomado. Esta parte les dolió, porque
consideraban a estos últimos como una raza inferior. Se
les daba, además, la responsabilidad a los alemanes del
comienzo de la guerra. Se exigía la entrega del emperador
Guillermo II y ochocientas personas más, considerados
criminales de guerra. Las reparaciones serían fijadas
después, pero debían pagar 5 mil millones de
dólares en marcos de oro entre 1919 y 1921.

    El tratado
desarmaba prácticamente a Alemania y, por lo tanto, le
cerraba el camino de la hegemonía en Europa. Dejaba al
Reich geográfica y económicamente intacto en su
mayor parte. Además, reservaba su unidad política y
fortaleza potencial como gran nación. No tenían
alternativa frente a los aliados. O aceptaban el tratado o los
aliados tomarían represalias. La resistencia armada era
imposible, así lo decían los dirigentes del
ejército.

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    El 28 de junio de
1919 el tratado de paz era firmado. Pero Alemania se
convirtió en una casa dividida. Los conservadores no
querían aceptar ni el tratado ni la república que
lo había firmado. Ellos tenían riquezas que usaron
para subvencionar a partidos políticos y a la prensa
política, que se esforzaría en minar los cimientos
de la República.

    El ejército
comenzó a burlar las restricciones militares del tratado y
se convirtió en verdadero centro de poder político
en la nueva Alemania. Se convirtió en un estado dentro del
estado, ejerciendo influencia sobre la política extranjera
y de interior. Mantuvo la independencia del gobierno nacional.
Los socialistas moderados, ayudados por los demócratas y
centristas católicos, fueron quedándose solos para
llevar adelante la República. Se pensaba que la
constitución de Weimar estaba sentenciada a muerte.
Había una fuerza nacionalista, antirrepublicana y
antidemocrática que Hitler detectó. El marco
alemán comenzó a descender. Alemania no pudo pagar
sus compromisos y en represalia, Francia ocupó el Ruhr,
corazón industrial germano. Fue un golpe a la
economía alemana y logró unir al pueblo como no se
veía desde 1914. Hubo una huelga general en 1923, el
descenso del marco continuó hasta que la moneda alemana se
hizo inservible. El poder adquisitivo de los salarios y los
jornales habían quedado reducidos a cero. La fe del pueblo
alemán en la estructura económica de la sociedad
alemana fue destruida. Y era la República la que se
había rendido al enemigo, aceptando cargas de
reparaciones. Los culparon.

    El gobierno no supo
enfrentar la crisis. El pueblo se sabía en bancarrota,
tenían hambre. Culpaban de todo a la República.
Tiempos así parecían caídos del cielo para
Hitler. "Nuestra miseria aumentará, el Estado se ha
convertido en ladrón y en estafador. Necesitamos una
dictadura
", gritaba.

     La irreflexiva
inflación conducía a miles de alemanes a creer en
él. Las condiciones caóticas favorecían la
caída de la República, él quería
dirigir la revolución, Pero tenía dificultades:
Primero, el partido nazi no era un movimiento importante y era
desconocido fuera de Baviera. En segundo lugar, la
ocupación del Ruhr unió a los alemanes tras el
gobierno republicano de Berlín.

    Hitler,
quería la muerte de la República, la muerte de los
traidores de la patria y la de los criminales del movimiento.
Formó la Unión de Trabajadores de las Ligas
Combatientes de la Madre Patria y, luego, un grupo más
fuerte: la Unión Combatiente Alemana. Objetivo: derrocar
la República y desgarrar el Tratado de
Versalles.

    El 26 de septiembre
de 1923 el canciller anunció el fin de la resistencia del
Ruhr y la continuación de los pagos de indemnizaciones.
Hubo un estallido de rabia y de histeria entre los nacionalistas
alemanes y los comunistas. Hubo revueltas y se estuvo al borde de
la guerra civil. El gobierno central ordenó cerrar el
diario de Hitler y arrestar a Hess, Eckhardt y Rossbach. Las
órdenes fueron desobedecidas. Baviera desafiaba a
Berlín.

     La noche del 10 de
noviembre las SA serían concentradas al norte de Munich y
en la mañana marcharían sobre la ciudad,
proclamando la revolución. Hitler abandonó este
plan e improvisó otro para llevarlo a cabo el 8 de
noviembre, durante un mitin en una cervecería. Las tropas
de la SA rodearon la cervecería hasta donde había
llegado el jefe del gobierno bávaro: Kahr. Hitler
saltó sobre la mesa para atraer la atención de
más de tres mil burgueses que se encontraban allí.
Gritó: "la revolución nacional ha comenzado,
los gobiernos de Baviera y del Reich han sido destituidos y se ha
formado un gobierno nacional provisional
". Tomó a los
tres dirigentes y los arengó, mientras ellos se negaban a
hablarle. Amenazó con matarlos. Ninguno quería
unirse a Hitler.

    Las cosas no
estaban saliendo como él lo había planeado. Se
dirigió a la multitud haciéndoles creer que el
gobierno bávaro estaba destituido y que uno nuevo
salvaría al pueblo. La multitud creyó su mentira.
Hubo vivas estentóreos.

    Enajenado de
alegría por el afortunado comienzo hizo que todos juraran
lealtad al nuevo régimen. Dio otra arenga en la que dijo
que no descansaría hasta ver a los criminales de noviembre
derrocados, hasta que Alemania volviera a tener poder y grandeza,
libertad y esplendor.

    Un error
desmoronó su plan. Se alejó por unos minutos de la
cervecería y los tres jefes del gobierno huyeron. El
ejército comenzó a aplacar el alzamiento. Se
ordenó la disolución del partido Nacional
Socialista de Trabajadores Alemanes y de las ligas combatientes.
Hitler había planeado un golpe militar, quería una
revolución con las fuerzas armadas, no contra ellas.
Ludendorff, el legendario jefe militar, le propuso marchar hacia
el centro de la ciudad y apoderarse de él. La
policía y el ejército jamás se les
opondrían.

    A las 11 de la
mañana del 9 de noviembre Hitler y Ludendorff enfilaron
una columna con trescientos hombres hacia el centro de Munich.
Iban con la svástica y un camión cargado con
ametralladoras. Las fuerzas de asalto llevaban carabinas y Hitler
su revólver. Hubo disparos con la policía, se cree
que el führer hizo el primero. Dieciséis nazis y tres
policías murieron. Hubo heridos y el resto cayó a
tierra. Hitler fue arrestado y también Ludendorff. En
pocos días, los jefes rebeldes fueron cercados y
encarcelados. La intentona nazi había terminado en un
fracaso. El partido fue disuelto. Aparentemente el nacional
socialismo estaba muerto. La carrera de Hitler al poder fue
brevemente interrumpida, sin embargo, usó el juicio como
plataforma para desacreditar a las autoridades y hacer que su
nombre fuera conocido más allá de
Baviera.

Hitler en camino
al poder

    Hitler fue sometido
a juicio. Cuando terminó, había transformado la
derrota en triunfo. Impresionó al pueblo alemán con
su elocuencia y el fervor de su nacionalismo. Su nombre
apareció en los titulares. Proclamó "yo soy el
único responsable, pero no soy un criminal
". Su
confianza en sí mismo estaba intacta. En prisión,
esperando el juicio, prometió no volver a cometer los
mismos errores. Ya sabía como construir el Estado nazi.
Necesitaba al ejército alemán con él. Por lo
tanto, buscó la reconciliación con él.
Ludendorff fue absuelto. Hitler y otros acusados fueron
encontrados culpables y fue sentenciado a 5 años de
prisión en Landsberg. Nueve meses después, el 20 de
diciembre, Hitler era excarcelado y en libertad podía
continuar su lucha: derribar el estado
democrático.

    Hitler se
había convertido en famoso y para los ojos de muchos, era
un patriota y un héroe. La propaganda nazi
convirtió este episodio en una leyenda del movimiento. En
su prisión Hitler era tratado con honores. Tenía
una habitación para él solo. Convocó a Hess
y empezó a dictarle su libro: "Mi Lucha". El
libro tenía poco de autobiográfico. Durante su
primer año de canciller fue el autor más
próspero de Alemania. Y por primera vez era millonario. En
el régimen nazi el libro se leyó tanto como la
Biblia. Era casi obligatorio leerlo y las familias se
sentían protegidas si tenían el libro en sus
hogares. Si este libro se hubiese leído antes,
quizás el mundo se hubiera librado de una
catástrofe. Ahí se exponía la clase de
Alemania que pretendía hacer si llegaba al poder y la
clase de mundo que quería crear mediante la conquista
armada alemana.

    La impronta del
Tercer Reich y el bárbaro orden que Hitler impuso entre
1939 y 1945 se hallan expuestos con aterradora crudeza y con gran
extensión y detalle en ese libro. El concepto de la vida
que ahí se detalla fue abrazado fanáticamente por
millones de alemanes y produjo la ruina de muchísimos
seres humanos decentes y sin culpa. Como pretendía lograr
un nuevo Reich:

  •     Ajustando las
    cuentas con Francia.

  •     Expandiéndose hacia el
    este, sobre todo a costa de Rusia.

Partes: 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9, 10, 11, 12, 13

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