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Neoinstitucionalismo: Profundización del Modelo Neoliberal




Enviado por Milton Angulo Ricardo



    Neoinstitucionalismo:
    Profundización del Modelo Neoliberal

    El nuevo paquete de reformas institucionales y
    económicas que son constitutivos del denominado enfoque
    neoinstitucional que se han venido implementando en algunos
    países de América Latina en la última
    década y media por exigencias de los organismos
    multilaterales e inspirado por los tecnócratas de los
    países más desarrollados, representa la
    profundización del modelo neoliberal por ser el hilo
    continuador de los programas de estabilización y ajuste
    estructural que se impusieron en la región desde la
    década de los ochenta. Se proponen fundamentalmente, por
    una parte, reformas que reduzcan los obstáculos a la
    acumulación de capital de mediano y largo plazo y reforzar
    el dogma del libre mercado como el mecanismo más eficaz
    para el buen funcionamiento "armónico" de la
    economía, y así, eufemísticamente,
    intensificar la expoliación y el despojo de las riquezas
    naturales y materiales de la región, y por la otra,
    implementar sus instituciones para reproducir su molde de la
    lógica racional determinista y economicista en el marco de
    la norteamericanización u occidentalización de
    nuestra cultura y de nuestros valores; Justificadas en este nuevo
    discurso sobre la intensificación de modelos de libre
    mercado que sitúa esencialmente a las "anacrónicas"
    instituciones como responsables del atraso y del poco progreso de
    las naciones periféricas latinoamericanas.

    El Neoinstitucionalismo afirma que la sociedad es un
    sistema que está conformado por un conjunto de elementos
    institucionales, los cuales interactúan entre sí.
    Douglas North, (1990) uno de los más reconocidos de esta
    escuela define las instituciones como: "las reglas del juego en
    una sociedad, más formalmente son las limitaciones ideadas
    por el hombre que dan forma a la interacción humana. Por
    consiguiente, estructuran incentivos en el intercambio humano, en
    lo político, en lo social o económico". Se asume
    que estas instituciones son construcciones históricas que,
    a lo largo de su evolución; tanto de su origen, como de su
    desarrollo y cambio, los individuos y la sociedad erigen
    expresamente. Las instituciones en un país asumen
    características peculiares, de acuerdo con los rasgos
    estructurales dominantes de una determinada economía y
    sociedad, y por supuesto es importante la influencia de los
    valores, tradiciones culturales y religiosas y, en general, de
    las convenciones existentes.

    Para que un conjunto de reglas se conviertan en
    institución es necesario que sus conocimientos y su
    cumplimiento sean compartidos y aceptados por la sociedad de
    manera voluntaria o coercitivamente obligado por el Estado. De
    acuerdo con la formalización en la ley, las instituciones
    se caracterizan por ser formales e informales. Las instituciones
    formales son las reglas escritas en las leyes y reglamentos,
    comprenden la constitución política del Estado,
    códigos, las regulaciones, derechos de propiedad, normas y
    otras parecidas, y su aplicación y cumplimiento son de
    carácter obligatorio compelido por los organismos
    estatales, y por consiguiente, pertenecen al ámbito del
    dominio público. Las informales por su parte, son las
    reglas no escritas, que se van acumulando a lo largo del tiempo,
    y quedan registradas y expresadas en una cultura o un grupo
    humano determinado.

    Pero, ¿cuál es en esencia el
    propósito que conlleva esta propuesta y cuáles son
    sus implicaciones?

    En primer lugar, autores como Oliver Williamson, Douglas
    North y Ronald Coase, principales representantes del
    neoinstitucionalismo coinciden en su crítica a la
    teoría neoclásica al rechazar el principio de cero
    costos de transacción derivada de los supuestos de
    perfecta información y de competencia perfecta en los
    mercados. Este postulado neoclásico se convirtió en
    la fuente principal del viejo institucionalismo que pregona el
    papel de actores egoístas, racionales
    económicamente cuyo fin es maximizar sus objetivos, y en
    la base teórica del neoliberalismo que soportado en esos
    fundamentos aplicó en la década del ochenta
    programas de estabilización y de ajuste estructural en
    casi todos los países de América Latina y en el
    resto del mundo subdesarrollado. Argumentan, estos autores, que
    instituciones como los derechos de propiedad modelan la vida
    económica, debido a que ejercen un poder que les permite
    moldear los resultados del mercado contraviniendo con esto el
    ideal de los mercados libres.

    En otras palabras, la seguridad del derecho de propiedad
    es la piedra angular de una economía eficiente de mercado.
    El intercambio de la propiedad en el mercado requiere
    títulos formales que se puedan conseguir y transferir con
    relativa facilidad. La ausencia de una clara definición de
    derechos de propiedad tiene un impacto desproporcionadamente
    negativo sobre los negocios. En particular, por ejemplo, porque
    no se puede usar la propiedad como garantía para obtener
    créditos de instituciones financieras formales.
    También, porque los trámites para inscribir la
    propiedad son costosos y consumen mucho tiempo. Los cargos
    excesivos para el registro y la hipotecación de bienes
    raíces, atribuido en ciertos casos al oligopolio de
    notarios públicos, incrementa los costos. Además,
    afecta al mercado laboral porque al inhibir el desarrollo de un
    mercado hipotecario, afecta el mercado de vivienda generando
    menos empleo, y por consiguiente se afecta una de las fuentes de
    ingreso más importante del sector financiero.

    Según los neoinstitucionalistas no reconocer que
    los costos de transacción valen y están por encima
    de cero, se convierte en una de las causas principales que
    explican en la década de los ochenta el resultado negativo
    de la economía y la rigidez en la aplicación de las
    conocidas reformas de políticas aperturistas denominadas
    de primera generación por el consenso de Washington e
    impuestas indistintamente a países con diversas realidades
    por parte del FMI y del Banco Mundial, afectando de acuerdo a las
    expectativas previstas el buen desempeño económico
    reflejado principalmente en el bajo crecimiento del PIB y de la
    renta nacional. Infieren, entonces, según ellos, que esos
    supuestos no operan simplemente en la mayoría de los casos
    o de los países, y que esos errores son los que hay que
    subsanar para encausar esas economías por el sendero de la
    prosperidad. Se trata entonces de atemperar ese impacto negativo
    del modelo neoliberal y mejorar en algo su configuración.
    Para ello, se esfuerzan en demostrar que las fuerzas libres del
    mercado funcionan mejor interactuando con las formas
    institucionales de una sociedad determinada. Es decir, como
    apunta Haggard (1998), no se busca modificar las bases del
    neoliberalismo que se encuentran en la teoría
    neoclásica, sino más bien ampliarla, mejorarla y
    depurarla, al considerar las instituciones como entidades que se
    pueden y deben estudiar, para asistir al buen funcionamiento del
    libre mercado.

    Este tipo de elucidaciones técnicas y secundarias
    pretenden ocultar las verdaderas causas que explican el fracaso
    rotundo del modelo neoliberal en términos
    económicos y sociales. En segundo lugar, para refrendar y
    reforzar la ideología del libre mercado por considerarlo
    el único que hace posible el crecimiento económico
    estable y eficaz, los neoinstitucionalistas al suponer la
    existencia de costos de transacción y de
    información determinados como aquellos costos de
    transferencias y protección de los derechos de propiedad,
    consideran que estos costos afectan los incentivos de los agentes
    empresariales y por tanto su comportamiento económico. Se
    proponen entonces, reformar las instituciones y para eso el
    Estado sería el instrumento al servicio de los costos de
    transacción para reducirlos y asegurar el derecho de
    propiedad a través de la normativa.

    Contar con un marco institucional adecuado es de
    especial relevancia, pues entre mejores sean las normas, leyes,
    reglas formales e informarles, así como las organizaciones
    relacionadas con las actividades humanas, menor será el
    costo de transacción y se podrán obtener mejores
    resultados en las actividades económicas. El cumplimiento
    de estos contratos mostraría que el capitalismo es
    adecuado si se tienen las reglas adecuadas, es decir, las
    instituciones adecuadas. Por eso es que surge la necesidad de
    fortalecer las instituciones a través del cambio, reformas
    o eliminaciones, entre ellas, la del Estado. Para que funcionen
    correctamente los mercados necesitan marcos reguladores e
    institucionales que solo el Estado puede proveer (Olson,
    2000).

    Con ese mismo sesgo Pedro Pablo KuczynsKi y John
    Williamson promotor de la primera generación del consenso
    de Washington lanzaron en el 2003 el texto Después del
    Consenso de Washington. Relanzando las políticas del
    crecimiento y las reformas en América Latina, en el que
    realizan una evaluación del decálogo y, asimismo,
    se presentan las reformas de segunda generación. En este
    nuevo recetario económico incluyen reformas que hacen
    hincapié en la importancia de las instituciones,
    más flexibilización en el mercado laboral,
    más liberalización en el mercado de capitales y en
    el sector financiero, en el comercio internacional bajo la batuta
    de la Organización Mundial del comercio (OMC), entre
    otras. Estos autores afirman que la nueva agenda del Consenso de
    Washington nace del diagnóstico acerca de lo que no
    resultó bien en la década de 1990; aseguran que:
    "las reformas de segunda generación necesitan atacar dos
    importantes áreas económicas. La primera involucra
    la modernización de la infraestructura institucional de
    una economía de libre mercado […] La otra necesidad
    importante para la reforma institucional está en el sector
    financiero. Lo que se necesita en este campo […] es una serie
    de cambios aparentemente menores tales como mejorar la
    transparencia y modernizar la contabilidad".

    No es difícil deducir que el neoinstitucionalismo
    no es sino la profundización del mercado libre del modelo
    neoliberal con otro pretendido nombre que busca la reforma del
    Estado para propiciar los intereses fundamentalmente del capital
    transnacional, especulativo y depredador. Crear las condiciones
    favorables para desarrollar esta segunda fase neoliberal que
    intensifica el despojo territorial y la inversión
    extranjera directa en la explotación de recursos
    naturales, agro-industriales, biodiversidad y turismo. Al
    priorizar los intereses privados transnacionales sobre lo
    público nacional, se sigue deteriorando las bases de los
    principales sectores de la economía como la industria
    nacional, privatizando y reprimarizando la economía
    nacional y exportando al mercado internacional recursos escasos y
    agotados, naturales y energéticos. Además, de
    manera complementaria, su estrategia también contribuye
    significativamente a recomponer la caída de las tasas de
    ganancias del capital transnacional en el marco de la crisis
    sistémica que viene afrontando el capitalismo mundial
    desde hace décadas.

    Estas tesis, según los apologistas de este
    enfoque, entre tantos, Daron Acemoglu y James Robinson (2012),
    cobran especial relevancia en los países de América
    Latina porque según ellos adolece de instituciones
    adecuadas para el buen funcionamiento del mercado y de la
    economía capitalista. Por eso, recomiendan que la clave
    consista en copiar las de los países desarrollados. En
    algunos países de la región de corte neoliberal
    como Colombia ya se viene haciendo algunas reformas
    institucionales como la denominada "nueva apertura
    democrática"; en el mercado laboral los salarios se
    incrementan por debajo de la productividad laboral para disminuir
    costos de producción; así mismo se refiere al gasto
    público, enunciando que este podría ser suficiente
    siempre y cuando se administre bien. La ley del mercado de
    tierras en el marco de las políticas agrarias actuales
    propuesta por el Banco Mundial, en que el programa bandera de
    titulación busca aclarar los derechos de propiedad. Su
    principal meta es otorgar títulos de propiedad a familias
    campesinas que viene haciendo uso de la tierra y que no tienen
    documentación formal que los acredite como propietarios
    legales.

    El registro de dichos títulos tiene como
    propósito fundamental; por una parte, hacer que el Estado
    obtenga la mayor información para obligar tributar y
    cargar con impuestos a estos pequeños campesinos, dado que
    en el país la mayoría de los pequeños
    propietarios carecen de títulos de propiedad, caso que no
    ocurre con los grandes latifundistas, que por lo general a
    través de muchos mecanismos evaden pagar impuestos. Y por
    la otra, aplicar el libre juego de la oferta y la demanda a
    dichas tierras, es decir, los campesinos en el corto o mediano
    plazo terminan vendiendo sus tierras y empleándose como
    asalariados en las empresas agroindustriales de acuerdo con el
    proyecto del Banco Mundial. Otras reformas establecidas como la
    ley antitrámites y las que están en espera como la
    reforma a la justicia, a la educación, al sector
    financiero, y las que están en curso como la de la salud y
    la de los diálogos de paz con la insurrección
    armada convenidos no por los muertos y otros daños humanos
    que ocasiona el conflicto armado sino por las trabas al mercado y
    el incremento de los costos de transacción y de
    información que se generan. De esta manera, Colombia
    consagrada como país socio incondicional líder
    aplica rigurosamente el nuevo mandato del neoinstitucionalismo la
    nueva cara del neoliberalismo.

    El fracaso del modelo desarrollista en la década
    del setenta, y del modelo neoliberal en la actualidad, son la
    muestra de esa visión determinista y ortodoxa del
    desarrollo, al considerar como positivos procesos y transacciones
    de mercado, sin importar si estos son improductivos o
    destructivos. Según Sergio De Zubiría (2013), esos
    procesos desbastadores indujeron que se analizara
    críticamente en las ciencias sociales en
    Latinoamérica los conceptos de mito y crisis del
    desarrollo. El principal mito suponía que sociedades que
    alcanzaran niveles altos de industrialización
    reducirían sus desigualdades, sus inequidades, sus
    exclusiones y mayor democracia y desarrollo social, argumento de
    Walter Rostow (1970) en su texto: "las etapas del crecimiento
    económico". Así también, se han establecido
    en estas otras teorías economicistas que correlacionan
    positivamente crecimiento económico y desarrollo social.
    Entre mayor son las tasas de crecimiento económico (PIB)
    mayor es el desarrollo.

    Frente a esas secuenciales imposiciones desarrollistas,
    neoliberales y neoinstitucionales, que profesan el dogma del
    libre mercado ha implicado la pérdida de capacidad para
    muchos países de América Latina para forjar un
    autentico y nuevo proyecto nacional y regional de desarrollo.
    Estos países tienen necesariamente, que pensar
    históricamente y captar las cosas en su raíz.
    Pensar históricamente, no admite las vías
    únicas ni los caminos estrechos, sino múltiples
    senderos. Repensar vías y concepciones alternativas de
    desarrollo que potencialicen las características
    específicas de la región. Por eso la diversidad es
    elemento constitutivo en la construcción del desarrollo
    para la libertad, la emancipación y la unidad de nuestros
    pueblos. Porque como decía el ilustre latinoamericano
    Andrés Bello, "latinoamérica tiene un camino que es
    su propio camino".

    Es un absurdo histórico seguir implementando
    modelos eurocéntricos y norteamericanizados porque hace
    tiempo entraron en crisis y están decididamente
    dañados, como por ejemplos, el paradigma del progreso, que
    concebía el proceso histórico como una línea
    en permanente ascenso, la realidad niega esa aseveración.
    El "orgullo de la modernidad" por hacer del hombre amo y
    señor de la naturaleza, y su subsecuente
    explotación como materia prima para el crecimiento
    económico a cualquier costo ha producido efectos
    irreversibles como el deterioro del medio ambiente, la extensiva
    disminución de recursos fundamentales para el bienestar
    humano, como agua fresca, bosques, recursos genéticos,
    vida silvestre, suelos, agotamiento de recursos
    energéticos. Una economía que funciona en gran
    parte en burbujas especulativas, que promociona el consumismo
    como presunta ruta hacia la felicidad, que destruye culturas
    tradicionales y su consecuente pérdida de cosmovisiones,
    lenguaje y valores distintos a los de ellos. Por esas razones
    básicamente, no se puede aceptar imposiciones que
    provengan de espacios supuestamente "superiores" porque
    detrás de ello se reprime la diversidad, la diferencia, y
    arrastra la trampa para encubrir la explotación, la
    dominación y la desigualdad.

    Desde los inicios de este siglo en América Latina
    y en gran parte del mundo, se constata el renacimiento del
    pensamiento crítico con una marcada perspectiva cultural,
    ética y política. Desde diversos enfoques se busca
    superar el eurocentrismo y la occidentalización en el
    estudio de la sociedad y de su transformación. Desde su
    perspectiva cognoscitiva en la que se centra sus investigaciones
    y debates sobre la realidad histórica social permite
    establecer las bases para un enfoque del conocimiento social que
    no se sitúa en el ámbito de la modernidad
    eurocéntrica, sino que busca y desarrolla una racionalidad
    propia y autentica que interpreta la realidad
    latinoamericana.

    Este tipo de racionalidad histórica que se
    desarrolla en oposición a la cultura dominante y que
    desemboca en una racionalidad alternativa, cuyo núcleo
    básico gira en torno a la identificación de la
    especificidad de la sociedad latinoamericana como la
    articulación de elementos históricos
    estructuralmente heterogéneos y que, por lo tanto, no
    están tratados de manera sistemática ni
    orgánica, sino de forma sistémica y conflictiva.
    Una racionalidad, según Anibal Quijano (2001), preocupada,
    más por los fines que por los medios, y más cercana
    a la liberación que al poder. Una racionalidad que permite
    la recuperación de la memoria histórica y de la
    identidad para abrazar la esperanza, porque en ella se recobra
    tradiciones que expanden la libertad, la solidaridad y el respeto
    por los ecosistemas. Muchas de nuestras culturas originarias
    profesaron un culto a la tierra como su madre y establecieron
    relaciones integrales y de respeto con todos los componentes del
    mundo natural. Es una racionalidad que rechaza la
    intervención y el dominio de la cultura dominante, que
    expresa autonomía nacional, y tiene a la
    integración como alternativa para brillar con luz propia
    su presente y su futuro histórico. No es necesario valores
    e instituciones impuestas allende de nuestros mares para edificar
    el desarrollo y la soberanía de nuestra
    América.

    • 1. North, Douglass C. Instituciones, cambio
      institucional y desempeño económico. FCE.
      Méjico, 1990.

    • 2. Haggard, S. "La reforma del Estado en
      América Latina". Reforma y Democracia. Buenos Aires,
      1998.

    • 3. Pedro Pablo Kuczinsky, John Williamson,
      (Editores). Después del Consenso de Washington.
      Relanzando el crecimiento y las reformas en América
      Latina. Lima, 2003.

    • 4. Olson, M, Pobreza y Prosperidad, Nueva York:
      Libro básico, 2000.

    • 5. De Zubiria Sergio, Universidad, Cultura y
      Emancipación en América Latina, Edit, Izquierda
      Viva, Bogotá, 2013.

    • 6. Quijano Aníbal, Colonialidad del
      poder, Globalización y Democracia. Ediciones Lima,
      Perú, 2001.
            

    • 7. Rostow, W, W, Las Etapas del Crecimiento
      Económico. Edit, F,C,E. México,
      1970.

    • 8. Daron Acemoglu, James A. Robinson, Por
      Qué Fracasan Los Países. Pág., 96.
      Ediciones Deusto, grupo planeta. Edición 3ª.
      Reimpreso en Colombia, 2012.

    *Profesor de la Facultad de Economía de la
    Fundación Autónoma de Colombia. Magister en
    Economía y Especialista en el Pensamiento
    Filosófico de América Latina.

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    Autor:

    Milton Angulo Ricardo*

     

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