Quita la viga – Monografias.com
Quita la viga
"… para que
todos sean uno; como tú, oh Padre, en mí, y yo en
ti, que también ellos sean uno en nosotros; para que el
mundo crea que tú me enviaste.
La gloria que me
diste, yo les he dado, para que sean uno, así como
nosotros somos uno.
Yo en ellos, y
tú en mí, para que sean perfectos en unidad, para
que el mundo conozca que tú me enviaste, y que los has
amado a ellos como también a mí me has
amado.
Padre, aquellos que
me has dado, quiero que donde yo estoy, también ellos
estén conmigo, para que vean mi gloria que me has dado;
porque me has amado desde antes de la fundación del
mundo.
Padre justo, el
mundo no te ha conocido, pero yo te he conocido, y éstos
han conocido que tú me enviaste.
Y les he dado a
conocer tu nombre, y lo daré a conocer aún, para
que el amor con que me has amado, esté en ellos, y yo en
ellos." (Juan 17:21-26)
Desde hace algún tiempo vengo escuchando, cada
vez con mayor frecuencia, los ataques directos o solapados, pero
ataques en fin, que se hacen entre sí aquellos que nos
llamamos cristianos. Y no es que niegue se cometan muchas
herejías en las congregaciones de nuestros días,
que saltan a la vista de quien haya escudriñado las
Escrituras. Sino que a veces nos olvidamos de cuán
herética puede ser nuestra doctrina, para tildar de tal
cosa a la ajena. La Biblia es precisa respecto a que todos
debemos dar cuentas de nuestros actos, en última
instancia, a Dios y solo a El. Mateo 7:1 nos lo pone bien en
claro cuando dice: "No juzguéis, para que no
seáis juzgados. Porque con el juicio con que
juzgáis, seréis juzgados, y con la medida con que
medís, os será medido." Debiéramos
ser pues, un poco mas cuidadosos, cuando pretendemos convertirnos
en jueces de otros (que a su vez se constituyen en inquisidores
nuestros, ¡no lo dude!), sabiendo que solemos ser muy malos
magistrados, porque al no estar capacitados para ello, nos
parcializamos, inclinando la balanza hacia lo que nosotros
pensamos y no hacia lo que Dios piensa.
Creo que la conducta del cristiano debiera estar basada
en una serie de mandatos bastante explícitos en la
Escritura, y los cuales muchas veces, a criterio propio, obviamos
(y cuando digo "creo" no lo estoy haciendo por lo que yo pueda o
no pensar que es correcto, sino por lo que Dios me ha mostrado en
su Palabra). Veamos algunos, aparte del ya aludido en Mateo
7:1:
Por ejemplo, Mateo 7:13 nos dice: "Entrad por la
puerta estrecha; porque ancha es la puerta, y espacioso el camino
que lleva a la perdición, y muchos son los que entran por
ella; porque estrecha es la puerta, y angosto el camino que lleva
a la vida, y pocos son los que la hallan." A menudo, sin
embargo, creemos y hacemos creer a otros que el camino hacia Dios
es una amplia autopista recta y llana. Al parecer olvidamos que
tal tipo de vía tiene sendas en ambos sentidos y, en la
misma manera que pudiésemos ir en el sentido correcto, nos
podemos alejar, indefectiblemente, si viajamos por las
vías de retorno. Es hora ya que seamos conscientes de que
la "supercarretera" solo conduce a las cosas del mundo, el cual
está bajo el gobierno del maligno.
Por otra parte, frecuentemente pasamos por alto que cada
día que transcurre significa un acercamiento al día
postrero. Marcos 1:15 dice: "El tiempo se ha cumplido, y
el reino de Dios se ha acercado; arrepentíos, y creed en
el evangelio." Algunos se han tomado como cosa de juego
tal anuncio, pensando para sí que eso hace cerca de dos
mil años fue anunciado y aún no llega. Permita que
le diga por qué es en esa manera: sucede que Dios, en su
infinita misericordia, posterga el juicio para darnos una
oportunidad a todos a que nos arrepintamos. No se usted, pero yo
doy gracias de que así sea, porque hay muchas personas a
las que amo que aún no han asimilado el Evangelio. Pero
ese día postrero ha de llegar inexorablemente. Creo pues
que, está claro, todo se reduce a dos cosas medulares:
arrepentirse y creer.
Más aún: no hay nada que podamos hacer
aparte de arrepentirnos, creer y mostrar a Dios que le
necesitamos y dependemos de El. Esto solo es posible por fe, las
obras nuestras son tan imperfectas que nada vamos a lograr con
ellas. Confiar en la gracia de Dios para ser salvos y obrar como
resultado de eso y no a la inversa (Efesios 2:8-9)
Entendamos además, de una vez por todas, que no
hemos sido constituidos jueces. Y no ha sido en tal manera por la
imperfección de nuestra justicia. Pensemos también
puede haber otros que se hayan "constituido", a su vez, en jueces
nuestros y en igual manera estén usando para juzgarnos una
falsa medida. Al respecto Dios es muy claro en Romanos 14:4. Solo
la justicia de Dios es perfecta y permanece por siempre. Salmos
119:141-142 dice: "Pequeño soy yo, y desechado, Mas
no me he olvidado de tus mandamientos. Tu justicia es justicia
eterna, Y tu ley la verdad."
Todo está resumido en tres cosas
medulares:
– Solo la fe salva.
– No hay otra cosa que podamos hacer que arrepentirnos,
creer y confesar a Dios que dependemos de El, que le
necesitamos.
– Dios, y tan solo Dios, es justo. Y ha satisfecho su
perfecta justicia para con nosotros por medio del sacrificio de
su Hijo en la cruz, en lugar nuestro. Si podemos entender esto y
confesar con nuestra boca que Jesús es el Señor,
tenemos un boleto expedito, hacia la salvación. De lo
contrario, somos los seres más dignos de
conmiseración que pueda haber, porque acá solo hay
dos opciones: salvación o condenación. No existe
otro sitio "intermedio" en que vayan a vivir eternamente los
"más o menos".
Por ello esperamos entonces que algunos en nuestros
días, se abstengan de juzgar al prójimo, a ese que
Dios nos ha mandado amar, y "barran para adentro", pensando, como
antes decíamos, que ese prójimo también
tiene en sus manos "una vara con falsa medida para juzgarnos".
Veamos algunas cosas por las que murmuramos contra otros. No es
que estén bien. Ciertamente no lo están:
Idolatría. Decimos que algunos, sobre todo la mal
llamada Iglesia Católica Apostólica y Romana es un
antro de idolatría. Y en Éxodo 20:3-4, en el
decálogo, se nos dice: "No tendrás dioses
ajenos delante de mí. No te harás imagen, ni
ninguna semejanza de lo que esté arriba en el cielo, ni
abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la
tierra."
Tratar de lograr la salvación por nuestras obras.
Eso es muy común, además de los ya referidos
católicos, en los falsos Testigos de Jehová. Al
respecto se nos dice en Efesios 2:8-9 "Porque por gracia
sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es
don de Dios; no por obras, para que nadie se
gloríe."
Pretender conciliar conductas reprobables y pecaminosas
de algunos hombres, como el adulterio, el homosexualismo, la
fornicación, idolatría, avaricia, etc. con la
santidad de Dios. En 1Corintios 6:9-10 queda claro que
"… los injustos no heredarán el reino de
Dios. No erréis; ni los fornicarios, ni los
idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni
los que se echan con varones, ni los ladrones, ni los avaros, ni
los borrachos, ni los maldicientes, ni los estafadores,
heredarán el reino de Dios."
Dar más valor a unos dones que a otros (por
ejemplo, al don de lenguas). La mayoría de los
pentecostales y algunas otras denominaciones, defienden que el
don de lenguas es el más preciado de todos y es una
muestra de la perfección alcanzada en la santidad del
creyente. Pero 1Corintios 14:1-19 deja muy en claro lo que Dios
nos dice al respecto: "Seguid el amor; y procurad los
dones espirituales, pero sobre todo que profeticéis.
Porque el que habla en lenguas no habla a los hombres, sino a
Dios; pues nadie le entiende, aunque por el Espíritu habla
misterios. Pero el que profetiza habla a los hombres para
edificación, exhortación y consolación. El
que habla en lengua extraña, a sí mismo se edifica;
pero el que profetiza, edifica a la iglesia. Así que,
quisiera que todos vosotros hablaseis en lenguas, pero más
que profetizaseis; porque mayor es el que profetiza que el que
habla en lenguas, a no ser que las interprete para que la iglesia
reciba edificación. Ahora pues, hermanos, si yo voy a
vosotros hablando en lenguas, ¿qué os
aprovechará, si no os hablare con revelación, o con
ciencia, o con profecía, o con doctrina? Ciertamente las
cosas inanimadas que producen sonidos, como la flauta o la
cítara, si no dieren distinción de voces,
¿cómo se sabrá lo que se toca con la flauta
o con la cítara? Y si la trompeta diere sonido incierto,
¿quién se preparará para la batalla?
Así también vosotros, si por la lengua no diereis
palabra bien comprensible, ¿cómo se
entenderá lo que decís? Porque hablaréis al
aire. Tantas clases de idiomas hay, seguramente, en el mundo, y
ninguno de ellos carece de significado. Pero si yo ignoro el
valor de las palabras, seré como extranjero para el que
habla, y el que habla será como extranjero para mí.
Así también vosotros; pues que anheláis
dones espirituales, procurad abundar en ellos para
edificación de la iglesia. Por lo cual, el que habla en
lengua extraña, pida en oración poder
interpretarla. Porque si yo oro en lengua desconocida, mi
espíritu ora, pero mi entendimiento queda sin fruto.
¿Qué, pues? Oraré con el espíritu,
pero oraré también con el entendimiento;
cantaré con el espíritu, pero cantaré
también con el entendimiento. Porque si bendices
sólo con el espíritu, el que ocupa lugar de simple
oyente, ¿cómo dirá el Amén a tu
acción de gracias? Pues no sabe lo que has dicho. Porque
tú, a la verdad, bien das gracias; pero el otro no es
edificado. Doy gracias a Dios que hablo en lenguas más que
todos vosotros; pero en la iglesia prefiero hablar cinco palabras
con mi entendimiento, para enseñar también a otros,
que diez mil palabras en lengua desconocida." Es
evidente que si algún don es importante (y no decimos que
sea el único con importancia o el mayor de todos), es el
de profecía.
Considerar "inmundos" o "prohibidos" ciertos alimentos.
Sin embargo, Hechos 10:13-15 dice al respecto que a Pedro
"…le vino una voz: Levántate, Pedro, mata y
come. Entonces Pedro dijo: Señor, no; porque ninguna cosa
común o inmunda he comido jamás. Volvió la
voz a él la segunda vez: Lo que Dios limpió, no lo
llames tú común." No es que neguemos que
algunos alimentos no deban ser comidos, sobre todo por el efecto
dañino que pueden causar a nuestro organismo, pero es
evidente que lo importante no es el alimento que ingiramos u otro
acto cualquiera de los hombres. Lo que cuenta es el
propósito. Si con ello glorificamos a Dios, nadie debe
sentirse con derecho a juzgarnos. Recuerde que "…El
que come, para el Señor come, porque da gracias a Dios; y
el que no come, para el Señor no come, y da gracias a
Dios." (Romanos 14:6) Algunos, sin embargo, que murmuran
sobre los que se abstienen de cierto tipo de alimentos no vacilan
ellos mismos en abstenerse de otros, por ejemplo, de comer
sangre. Para ello se basan, según creo, en Hechos 15:19-20
"Por lo cual yo juzgo que no se inquiete a los gentiles
que se convierten a Dios, sino que se les escriba que se aparten
de las contaminaciones de los ídolos, de
fornicación, de ahogado y de sangre." y Hechos
15:28-29 "Porque ha parecido bien al Espíritu
Santo, y a nosotros, no imponeros ninguna carga más que
estas cosas necesarias: que os abstengáis de lo
sacrificado a ídolos, de sangre, de ahogado y de
fornicación; de las cuales cosas si os guardareis, bien
haréis. Pasadlo bien." Pero es evidente que
acá, además de no implicar explícitamente
una prohibición, sino tan solo porque absteniéndose
"bien haréis", se está refiriendo
mas bien a inhibirse de derramar sangre. Está claro que,
interpretado como una prohibición a comer tales cosas,
entonces leeríamos que se está prohibiendo
también comer "ahogados" y "fornicación".
Ciertamente, tal cosa carece de sentido. Si hay otro sitio en el
que se prohíba el comer sangre, espero tengan la bondad de
hacérmelo saber.
Manipular la Biblia para que diga lo que "queremos que
diga" Aquí hay, en Apocalipsis 22:18-19 una advertencia
terrible para los que tal cosa hacen: "Yo testifico a todo
aquel que oye las palabras de la profecía de este libro:
Si alguno añadiere a estas cosas, Dios traerá sobre
él las plagas que están escritas en este libro. Y
si alguno quitare de las palabras del libro de esta
profecía, Dios quitará su parte del libro de la
vida, y de la santa ciudad y de las cosas que están
escritas en este libro." Es que no resulta otra cosa que
una actitud malintencionada, el poner palabras en boca de otros.
Y es, sin dudas, la mayor de las blasfemias, cuando se trata de
ponerlas en boca de Dios.
Hacer acepción de días, por ejemplo, el
sábado (o el domingo). En Romanos 14:5-6 podemos leer
"Uno hace diferencia entre día y día; otro
juzga iguales todos los días. Cada uno esté
plenamente convencido en su propia mente. El que hace caso del
día, lo hace para el Señor; y el que no hace caso
del día, para el Señor no lo hace. El que come,
para el Señor come, porque da gracias a Dios; y el que no
come, para el Señor no come, y da gracias a
Dios." Tampoco acá hay mandato o
prohibición por una cosa o la otra. Solo que, si de hacer
"diferencia entre un día y otro" se trata, resulta
evidente que lo correcto sería guardar el sábado y
no otro día. Algunos, para sustentar una cosa diferente,
hacen uso de Marcos 16:9 "Habiendo, pues, resucitado
Jesús por la mañana, el primer día de la
semana, apareció primeramente a María Magdalena, de
quien había echado siete demonios." Jesucristo
resucitó el primer día de la semana,
¡correcto! Pero eso no autoriza a nadie a cambiar la ley de
Moisés (que por cierto, el propio Jesús dijo que no
venía a abrogar sino a cumplir en Mateo 5:17-19). O en
Hechos 20:7 "El primer día de la semana, reunidos
los discípulos para partir el pan, Pablo les
enseñaba, habiendo de salir al día siguiente; y
alargó el discurso hasta la medianoche." El que
aquí se hable de que los discípulos se reunieran el
primer día de la semana no quiere decir que no lo hiciesen
el resto de los días, y mucho menos, que estábamos
nosotros obligados a hacerlo ese día en
especial.
Permitan que deje algo en claro antes de continuar,
porque ahora voy a volverme hacia los míos. Esto no es un
juicio a ultranza contra los que se han erigido a su vez en
jueces de otros. Yo, el mas insignificante y pecador de los
hombres, soy el menos capacitado para juzgar. Pero Dios, el
único que puede jactarse de ser santo, sabio y fuerte,
escogió "… lo necio del mundo para avergonzar
a los sabios; y lo débil del mundo, para avergonzar a lo
fuerte; y lo vil del mundo y lo menospreciado, y lo que no es,
para deshacer lo que es, a fin de que nadie se jacte en su
presencia." (1Corintios 1:25-29) ¿Quién
puede negarle a El tal derecho?
Resulta que los que censuran las cosas antes enumeradas,
no pierden el tiempo cuando de blasfemar el nombre de Dios y
ponerse en franca rebeldía contra El se trata. Así,
echan a un lado la prudencia (templanza o moderación en
las palabras o las acciones, precaución para evitar
riesgos, buen juicio para percibir la diferencia entre las cosas,
virtud que consiste en actuar dentro de los límites de lo
que es sensato y moral), la sobriedad (hacer las cosas con
moderación, no ser exagerado y mantener la calma ante
situaciones complicadas o difíciles), el decoro (honor,
estimación y respeto que se debe a una persona por su
nacimiento o dignidad, seriedad y gravedad en acciones o
palabras, pudor o recato en la apariencia, el lenguaje o
comportamiento de una persona, compostura), el no ser
pendencieros (ser aficionados a las discusiones, peleas o
riñas), o codiciosos (ansia de riquezas, deseo vehemente
de algún bien material o espiritual), ser amables
(complaciente y afectuoso, que merece o inspira amor), apacibles
(se aplica a las personas dulces, serenas y agradables), no ser
avaros (tener una inclinación desmesurada a adquirir
riquezas por el mero placer de poseerlas), ser respetados por sus
hijos (respeto: actitud considerada hacia las personas,
manifestación de cortesía), de buen testimonio
(instrumento legalizado en que se da fe de un hecho, prueba de la
certeza de una cosa). Como verán, no hemos hecho otra cosa
que transcribir, dando el significado de las palabras clave,
1Timoteo 3:1-7, donde se enumeran las virtudes que debe tener un
obispo (pastor): "Palabra fiel: Si alguno anhela obispado,
buena obra desea. Pero es necesario que el obispo sea
irreprensible, marido de una sola mujer, sobrio, prudente,
decoroso, hospedador, apto para enseñar; no dado al vino,
no pendenciero, no codicioso de ganancias deshonestas, sino
amable, apacible, no avaro; que gobierne bien su casa, que tenga
a sus hijos en sujeción con toda honestidad (pues el que
no sabe gobernar su propia casa, ¿cómo
cuidará de la iglesia de Dios?); no un neófito, no
sea que envaneciéndose caiga en la condenación del
diablo. También es necesario que tenga buen testimonio de
los de afuera, para que no caiga en descrédito y en lazo
del diablo."
Es triste que, en discordancia con el pasaje aludido
veamos, cada vez más abundantemente, pastores y
líderes que viven una vida muy alejada de las virtudes que
allí se enumeran. ¿Es que acaso no aquilatamos el
impacto que tiene como vivimos, más que lo qué
decimos para las personas? He oído tantos comentarios
negativos acerca de pastores que me causa consternación.
Si no fuera porque tengo a mano la respuesta para tal cosa, que
no es otra que: "Cristo es diferente", creo que Dios
quedaría muy mal parado. Y la culpa es doblemente grave
cuando viene de alguien que (por lo menos según él
mismo manifiesta) ha sido comisionado por Dios para llevar el
mensaje del Evangelio al mundo.
Pastores que viven en mansiones mientras el mundo que
les rodea, y hasta su propio rebaño, apenas si tienen un
techo para vivir. O conducen autos lujosos (acá, el solo
hecho de tener un auto es ya un lujo) mientras la casi totalidad
de las personas usan para trasladarse el vehículo que el
Señor le ha dado, es decir, sus propios pies. Suerte que,
en contraste a ello, veo otros siervos fieles que, aún con
mas de siete décadas, desandan las calles en una modesta
bicicleta. O aquellos que tienen dos o tres ordenadores, en una
nación donde tener una modesta PC es casi un lujo. Mejor
paramos, pues no es nuestra intención juzgar. Sepan ellos
y el que esto lea que a Dios y solo a Dios vamos a rendir cuentas
un día. Y El Señor va a pedirlas tanto a los que
ellos atacan como a ellos mismos. Yo no estoy capacitado para ser
juez, por la magnitud de mi pecado. Ellos tampoco.
¡Ay del que juzga al adventista porque hace
acepción de días y guarda el sábado, cuando
él también la hace y guarda cualquier otro
día! ¡Hay del que juzga a los católicos por
idólatras y convierte el dinero, sus posesiones o su
familia en ídolos! ¡Hay del que juzga a los que
quieren salvarse por el valor de sus obras y cuenta las "almas
que por medio de su mensaje se han entregado a Cristo" como si
fueran puntos anotados en un partido de dominó! ¡Ay
de los que atacan a homosexuales, prostitutas y adúlteros
mientras hacen la vista gorda con la actitud indecorosa de los de
su propia casa! ¡Ay de los que censuran a los que oran por
"don de lenguas" mientras ellos apenas si oran! ¡Ay de los
que critican a los que no comen animales inmundos mientras ellos
se abstienen de cualquier tipo de alimento torciendo el sentido
de la Palabra de Dios! ¡Ay del que pretende erigirse en
juez de los manipuladores de la Biblia y usan Apocalipsis 3:20
como un llamado evangelístico sacando de contexto el
versículo! ¡Ay de los que clasifican como "secta" a
los Testigos de Jehová y profesan tener ellos "la
verdad"!
Quiero, para concluir, decir algo que creo que he
repetido varias veces ya: solo Dios tiene la santidad y
sabiduría necesarias para juzgar. Deje que los
demás rindan un día cuentas ante El. Y
apréstese para rendirlas usted en igual manera.
Mire, una vez más, lo que dice la Palabra de
Dios:
"No juzguéis, para que no seáis
juzgados. Porque con el juicio con que juzgáis,
seréis juzgados, y con la medida con que medís, os
será medido. ¿Y por qué miras la paja que
está en el ojo de tu hermano, y no echas de ver la viga
que está en tu propio ojo? ¿O cómo
dirás a tu hermano: Déjame sacar la paja de tu ojo,
y he aquí la viga en el ojo tuyo? ¡Hipócrita!
Saca primero la viga de tu propio ojo, y entonces verás
bien para sacar la paja del ojo de tu hermano." (Mateo
7:1-5)
"Entrad por la puerta estrecha; porque ancha es
la puerta, y espacioso el camino que lleva a la perdición,
y muchos son los que entran por ella; porque estrecha es la
puerta, y angosto el camino que lleva a la vida, y pocos son los
que la hallan. Guardaos de los falsos profetas, que vienen a
vosotros con vestidos de ovejas, pero por dentro son lobos
rapaces. Por sus frutos los conoceréis. ¿Acaso se
recogen uvas de los espinos, o higos de los abrojos?"
(Mateo 7:13-15)
"¿Tú quién eres, que juzgas
al criado ajeno? Para su propio señor está en pie,
o cae; pero estará firme, porque poderoso es el
Señor para hacerle estar firme." (Romanos 14:4)
"Tu justicia es justicia eterna, Y tu ley la
verdad." (Salmos 119:142)
"Porque nuestras rebeliones se han multiplicado
delante de ti, y nuestros pecados han atestiguado contra
nosotros; porque con nosotros están nuestras iniquidades,
y conocemos nuestros pecados: el prevaricar y mentir contra
Jehová, y el apartarse de en pos de nuestro Dios; el
hablar calumnia y rebelión, concebir y proferir de
corazón palabras de mentira. Y el derecho se
retiró, y la justicia se puso lejos; porque la verdad
tropezó en la plaza, y la equidad no pudo venir. Y la
verdad fue detenida, y el que se apartó del mal fue puesto
en prisión; y lo vio Jehová, y desagradó a
sus ojos, porque pereció el derecho."
(Isaías 59:12-15)
"¡Ay de vosotros, escribas
y fariseos, hipócritas! Porque diezmáis la menta y
el eneldo y el comino, y dejáis lo más importante
de la ley: la justicia, la misericordia y la fe. Esto era
necesario hacer, sin dejar de hacer aquello. ¡Guías
ciegos, que coláis el mosquito, y tragáis el
camello! ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos,
hipócritas! Porque limpiáis lo de fuera del vaso y
del plato, pero por dentro estáis llenos de robo y de
injusticia. ¡Fariseo ciego! Limpia primero lo de dentro del
vaso y del plato, para que también lo de fuera sea limpio.
¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas!
Porque sois semejantes a sepulcros blanqueados, que por fuera, a
la verdad, se muestran hermosos, más por dentro
están llenos de huesos de muertos y de toda inmundicia.
Así también vosotros por fuera, a la verdad, os
mostráis justos a los hombres, pero por dentro
estáis llenos de hipocresía e iniquidad."
(Mateo 23:23-28)
Autor:
Rogelio E. Pérez
Díaz
Enero, 29 de 2012.
Ministerio CRISTIANOS UNIDOS