Monografias.com > Filosofía
Descargar Imprimir Comentar Ver trabajos relacionados

Nietzsche y el problema del lenguaje



Partes: 1, 2

    1. Vida y obras
    2. Los temas de su
      filosofía
    3. El
      lenguaje
    4. El
      hombre y el lenguaje
    5. Conclusiones
    6. Bibliografía

    Tenemos que hallar un nuevo lenguaje
    mediante el cual el corazón
    pueda hablar al corazón
    sin necesidad de intermediarios."

    Henry Millar

    "A veces podemos decir más con un simple
    gruñido que con la lógica superficial de las
    palabras."

    Eustaquio Goicoechea

    INTRODUCCIÓN

    La idea de hacer un trabajo sobre Nietzsche ya
    viene de antes. Todo comenzó hace algunos años, en
    la preparatoria, cuando me topé en la biblioteca con un
    libro llamado
    Así hablaba Zaratustra del autor Friedrich Nietzsche.
    Leí la introducción y me llamó la atención la manera de comenzar la historia: un señor
    llamado Zaratustra cumple treinta años de edad y dispone
    sin más retirarse a las montañas, diez años
    más tarde –henchido de sabiduría- decide de
    repente bajar al mundo con los hombres… cerré el
    libro de un
    trancazo, corrí a anotar mis datos y me lo
    llevé a casa. Mi lectura se
    detuvo al no entender gran cosa del libro. Un profesor de
    filosofía me hizo muecas cuando le pregunté sobre
    el autor, me dijo que dejara eso por la paz, que Nietzsche era el
    antricristo, que se volvió loco y así murió,
    que por culpa de él los nazis fueron lo que fueron, que
    –además- después de tanto tiempo los
    estudiosos no han podido entender su obra y que no esperara que
    yo –un simple chamaco de preparatoria- la entendiera.
    Así que el maestro me recomendó unos libros de
    superación personal y no
    sé que otras cosas más. Ahí acabó la
    cosa. Adiós al satánico "Federico"
    Nietzsche.

    Un poco más tarde, en la universidad,
    contagiado del espíritu del lectura de
    algunos amigos, volví a tocar algunos libros. Mis
    lecturas eran variadas, cuentos,
    novelitas, poesía,
    ensayos, etc.,
    con autores diversos, José Agustín, Taibo II,
    Sartre,
    Kundera, Sabines, Baudelaire, etc., y como una cosa lleva a la
    otra, de pronto una amiga necesitaba dinero y me
    ofreció a mitad de precio unos
    libros que acababa de leer. Yo, también con problemas de
    dinero,
    sólo podía costearme un libro nada más
    –el más barato- así que tomé en mis
    manos al Humano, demasiado humano del "loco" Nietzsche. Lo
    leí y no me pareció un libro escrito por un loco,
    me pareció un libro escrito por un sabio o algo
    así. Decía tantas cosas de tantos temas diversos
    que me pareció bueno. Pero lo que más me
    gustó fue la manera de expresarse: a medias entre la
    poesía
    y el lenguaje
    científico, con una claridad de pensamiento,
    con sinceridad y cierta malicia, que acabó por caerme bien
    el muchacho. Nietzsche me pareció un buen tipo con el que
    podía conversar por las noches con sentido del humor. A
    partir de ahí conseguí Más allá del
    bien y del mal y la cosa siguió y
    siguió.

    Mientras comenzaba a cursar el séptimo semestre
    en la facultad, a la par comenzaba a cursar el primer semestre en
    la carrera de Pedagogía. El profesor de filosofía
    nos pidió un breve ensayo sobre
    un problema educativo, así que intenté hablar sobre
    el tema de la
    televisión como problema pedagógico. Obviamente
    las referencias Nietzscheanas no se hicieron esperar. Un poco
    después, al finalizar el semestre, en la materia de
    Ética
    de la carrera de Ciencias de
    la
    comunicación –como trabajo final- había
    que hacer un ensayo
    sobre un problema moral y todo
    se dio. Un amigo muy cercano –que estudiaba para
    presbítero- acababa de hacer una pequeña tesina
    para sus cursos de
    filosofía sobre Nietzsche. Eso también me
    alentó y con su ayuda hice un breve ensayo sobre
    el problema moral en
    Nietzsche y el superhombre.

    Pero bueno, terminé la carrera de Ciencias de la
    comunicación y ahora venía el turno
    de hacer mi trabajo recepcional. Las ideas sobre temas posibles
    iban y venían. Hablé con mi asesor y decidí
    hacer mi trabajo sobre Nietzsche. Hacer un trabajo sobre
    Nietzsche era lo más viable: tenía la mayor parte
    de sus libros, era un tema que dominaba con cierta soltura,
    encontré que en sus obras había una referencia
    constante hacia el problema del lenguaje, no
    era un tema muy explorado en la carrera… total, que las cosas
    se daban. Además que sentía la necesidad de pagar
    una deuda no reconocida con Nietzsche, es decir, los trabajos que
    había hecho antes sobre su pensamiento
    carecían de algo, de estilo, de método, de
    fuerza
    estructuradora, de investigación… en fin, ahí
    había una deuda.

    Ya estaba decidido: sería sobre Nietzsche y
    el lenguaje
    –dos nuevas pasiones-. Sólo necesitaba un poco de
    apoyo moral de alguien a quien también le gustara
    Nietzsche –de mis amigos y profesores cercanos a nadie le
    interesaba- así que fui al seminario a
    plantearle el asunto a mi amigo y lo hablamos, se
    entusiasmó con la idea y acto seguido fuimos a la biblioteca del
    seminario, nos
    robamos unos libros y ¡patas pa’ qué te
    quiero!.. Se puede decir que así empezó la aventura
    e investigación
    documental de este trabajo recepcional.

    Así, la idea del presente trabajo surgió a
    partir de las lecturas que he realizado de las obras de
    Nietzsche. En ellas he observado que tiene referencias y
    aportaciones importantes al estudio del lenguaje.

    En los cursos que recibí como estudiante de la
    carrera de Ciencias de la
    comunicación, sobre todo en las asignaturas de
    Teoría
    del lenguaje, Semiótica general y Filosofía, no
    encontré referencia alguna al pensamiento de Nietzsche.
    Claro, Nietzsche no escribió teorías
    sobre la comunicación de masas, ni estudios
    lingüísticos –por decir-, pero en sus obras
    tiene presente una "conciencia
    lingüística" que me parece imprescindible rescatar. Y
    no sólo eso, sino que si hablamos –por ejemplo- de
    hermenéutica, no podemos dejar de hablar de Ricoeur, o de
    Vattimo, cuando a su vez ellos no pueden dejar de hablar de las
    aportaciones que Nietzsche hizo en este campo. O si hablamos de
    las contribuciones de Foucault en
    Teoría
    del lenguaje, no debemos soslayar la tremenda influencia que
    ejercieron los postulados filosóficos de Nietzsche en su
    pensamiento. Esto sirve, además, para saber de
    dónde vienen y comprender mejor las nuevas posturas y
    nuevas directrices que el pensamiento
    científico-filosófico ha encontrado. Es decir, no
    se podría entender claramente la acusación contra
    la cultura de
    masas, sino no nos remitimos a una primer toma de posición
    al respecto en la crítica de Nietzsche a la actitud del
    rebaño y a la tendencia hacia la homogeneización de
    los individuos y de la cultura
    –en un primer momento-, y a la posición de un
    pensamiento aristocrático –en un segundo momento- de
    individuos mejor constituidos literal y metafóricamente
    hablando.

    Como sea, desde un punto de vista superficial, podemos
    decir que el estudio del lenguaje está vinculado al campo
    de la comunicación, ya sea que veamos al lenguaje verbal
    como un medio básico o puente de comunicación entre
    hombre y
    hombre, o que
    veamos al lenguaje como algo más extensivo a los canales
    de comunicación (la radio, el
    cine la
    televisión) que poseen códigos y
    estructuras
    "lingüísticas" propias como medio de
    expresión, o que veamos al lenguaje –incluso- como
    método o
    instrumento de análisis del mensaje (análisis de contenido). Aunque bien
    –como veremos- un análisis del problema del lenguaje
    desde la filosofía nietzscheana, como perspectiva, lleva
    ciertos elementos (como la ética y la
    estética y los propios conceptos
    desarrollados en su propuesta filosófica) que nos permiten
    llevar el problema a otros campos de expresión no verbal y
    reconocidos como culturales.

    Un acercamiento a la filosofía de Nietzsche es
    importante si tratamos de entender a una cultura globalizada como
    la nuestra, una cultura de masas, en donde el consumo
    exagerado e irracional de cosas, de palabras, nos han llevado a
    una pérdida de la identidad
    –o adopción
    de otra-, de la individualidad y de los valores
    "humanos, demasiado humanos". La filosofía de Nietzsche se
    abre como un gran signo de interrogación en el seno de la
    cultura. No se podría pensar en una sociedad
    constituida como la nuestra si prescindiéramos de una
    personalidad
    como la de Friedrich Nietzsche. El papel del
    pragmatismo en
    la historia de la
    filosofía y del conocimiento
    en general sin su postura filosófica tendría otros
    matices. En el ámbito de lo social, para Eugen Fink
    Nietzsche es un hombre que obliga a tomar decisiones
    últimas, un maestro de la sospecha de que el camino que ha
    tomado la humanidad ha sido el equivocado, de que el hombre se
    ha perdido, que no ha tomado su dirección, de que es necesario dar marcha
    atrás. Una crítica de la cultura desde la
    perspectiva nietzscheana, es una crítica de la misma
    ciencia, de
    los métodos
    con los que se procede a conocer (el positivismo),
    a construir, es una crítica de la filosofía, de sus
    personajes (Sócrates,
    Platón,
    Kant…), de sus
    ilusiones, de sus errores, es una crítica a las instituciones
    (la iglesia,
    el estado, la
    escuela, la familia…)
    de sus representantes, es una crítica de los productos
    culturales (la música, la
    canción, el teatro, el
    periódico…el mismo lenguaje), en fin, insisto, si
    vamos a hablar de la sociedad y la
    cultura es importante hacerlo desde la perspectiva desde un
    personaje como Friedrich Nietzsche, no como única
    referencia obligada, sino como otro punto de vista.

    El lenguaje, como piedra fundamental de todo tipo de
    comunicación, ha sido objeto de diversos análisis
    minuciosos en nuestra época. Fue en la primera mitad del
    siglo XX cuando nace la lingüística como ciencia,
    gracias a los diversos trabajos y estudios que en el curso del
    siglo pasado se hicieron sobre el lenguaje, trabajos con una
    perspectiva muy particular, esto era –como dice Maurice
    Leroy-, "el estudio del lenguaje con excesiva frecuencia se
    había integrado a otras disciplinas, y su examen se
    emprendía con métodos
    propios de éstas; el filólogo, el filósofo,
    el historiador, el entendido en estética, etc., consagran por cierto una
    parte importante de su actividad en el lenguaje; sin embargo, no
    por ello hacen lingüística". Y creo que uno de ellos
    fue, también, Friedrich Nietzsche.

    Esta observación nos ofrece una idea del tipo de
    aportaciones que Nietzsche pudo haber hecho al estudio del
    lenguaje. Es decir, la visión del lenguaje en Nietzsche,
    es una visión muy particular, derivada de los
    métodos que utilizó como filólogo, pero que
    con la formación autodidacta de la filosofía supo
    dar nuevos caminos a la hora de abordar este problema, y de
    ahí partir hacia y con la ayuda de otras disciplinas como
    la sicología, la sociología, etc.

    Las obras de Nietzsche son varias. Los temas abordados
    en sus libros son variados. La forma de tratarlos va desde el
    silogismo abstracto hasta el máximo despliegue de los
    recursos
    literarios. El estilo en Nietzsche es una comunión de
    forma y contenido, para él la estética en su obra
    es importante, pero también el contenido de lo expresado
    lo es. Vale tanto como filósofo y como poeta, es decir, no
    sé si el Zaratustra –por ejemplo- es una obra
    poética-filosófica o una obra
    filósofo-poética (aunque sería demasiado
    injusto e ignorante, vamos, pecaría de obtuso al tratar de
    definirla en esos dos términos). Pero este podría
    ser un ejemplo de lo vasto e inclasificable que nos resulta su
    pensamiento, su método, su estilo, los temas y las
    interpretaciones que de ellos se derivan.

    En la presente monografía
    titulada Nietzsche y el problema del lenguaje, lo que haremos en
    la obra total es sistematizar el pensamiento de Nietzsche. Iremos
    de lo general a lo particular, es decir, empezaremos hablando de
    Nietzsche de su vida y obra en general y terminaremos con nuestro
    tema concreto que
    es el lenguaje. Sobre los temas a tratar lo haremos primero, en
    torno a su
    filosofía y a sus principales conceptos; segundo, en
    relación a su concepción del lenguaje y; tercero,
    en torno a la clara
    resultante de su pensamiento
    lingüístico-filosófico y de su propuesta
    práctica. Analizaremos, también, el pensamiento de
    Nietzsche –en el marco del lenguaje- a través de las
    obras de autores que lo influenciaron, pero sobre todo los
    influenciados por él. Y –aprovechando el viaje-
    plantearemos la importancia en Nietzsche del sentido de lo vital,
    del sentido psicológico, histórico,
    antropológico, genealógico, hermenéutico y
    pragmático, desplegado en su filosofía y aplicado
    como pensamiento nietzscheano al tema del lenguaje.

    Como nuestro tema es limitado –no es sobre
    Nietzsche en general, sino sobre la visión del lenguaje en
    Nietzsche- vamos a poner sobre la mesa el rumbo y los temas que
    tomaremos, así como los terrenos en los que no nos vamos a
    meter.

    No nos meteremos con su vida. Para la mayoría de
    los comentaristas de Nietzsche la vida de él va
    íntimamente ligada con su obra, es decir, ellos no
    conciben explicar su obra si ésta no va acompañada
    de una explicación detallada de sus actos y pensamientos
    privados. Es verdad, en Nietzsche vida y obra se relacionan,
    pueden ir juntas, pero no necesariamente tiene que ser
    así. Se puede entender muy bien la filosofía de
    Nietzsche sin tener que hablar de sus enfermedades y de sus actos
    de alcoba. Así que en el primer capítulo vamos a
    hablar de su vida y de sus obras pero no con el morbo por saber
    sus intimidades, sino como un tipo de curriculum vitae
    que nos permita masomenos conocer los trabajos que realizó
    y algunos de sus intereses personales o hechos, que nos expliquen
    por qué se dedicó exclusivamente a escribir libros
    tan joven –por ejemplo-. Pero en los capítulos
    siguientes nos las arreglaremos para no meternos con su vida y
    distraernos del tema central.

    Tampoco entraremos en añejas discusiones sobre
    encasillar a Nietzsche como pragmático, como
    existencialista, como irracionalista, como anticristo o como
    loco, es decir, aquí lo importante –no es hablar de
    Nietzsche como cliché de enciclopedia, sino- es presentar
    su propuesta filosófica y los caminos que de ella
    surgieron para tratar el tema del lenguaje. No dudo que haya
    tenido algo de lo dicho anteriormente, mas no quiere decir que
    eso haya sido; en fin, dejemos eso a los taxidermistas.
    Procuraremos en lo posible exponer su filosofía y no a
    él.

    Así mismo, al presentar los principales conceptos
    de su filosofía, lo haremos con la mayor brevedad posible,
    evitando en lo más las discusiones o explicar las
    controversias derivadas de su
    interpretación, a menos que sea necesario. Por ejemplo, al
    tratar el tema del superhombre (traducción del Uebermensch
    de Nietzsche) no vamos a polemizar si sería mejor
    traducirlo como Ultrahombre o seguir utilizando la ya tradicional
    Superhombre (en nuestro caso utilizaremos "superhombre" para
    respetar –sobre todo a la hora de citar- la
    traducción de nuestra bibliografía). Aquí
    lo central no es la traducción, sino exponer lo más
    cercano posible lo que significa, las características del mentado Uebermensch y a
    lo que se refería Nietzsche con este
    término.

    Otra cosa de la cual no nos daremos el lujo es la de
    contraponer el pensamiento de Nietzsche sobre el lenguaje con la
    de otros lingüistas. En este humilde trabajo sólo
    tomaremos el pensamiento de Nietzsche sin hacer una teoría
    general del lenguaje, ni contraponerlo dialécticamente con
    otros autores o teorías
    que den por resultado conclusiones que nos alejen, o que se vayan
    por caminos diferentes a los que podríamos ir con el
    pensamiento y la filosofía de Nietzsche. Nuestro trabajo
    en lugar de ser metódicamente dialéctico,
    será -en términos nietzscheanos- afirmativo. Iremos
    construyendo el
    conocimiento de lo general a lo particular y con un enunciado
    sobre otro, de manera lineal, apoyándonos en las propias
    teorías de Nietzsche, en las de estudiosos de sus
    filosofía, en las derivadas de la
    misma y similares. Haremos aclaraciones y enunciaremos algunas
    afirmaciones sobre algunas interpretaciones que puedan parecer
    "contrarias", claro está, pero sólo en los casos en
    que se perciba el olor de la duda y con el fin de poder aclarar
    mejor un punto determinado.

    Al hablar de Nietzsche, de su pensamiento, de la
    filosofía y del lenguaje es necesario hacer un
    análisis retrospectivo. Debido a lo disperso de las ideas
    escritas por Nietzsche en sus obras, se recopiló la
    información obtenida, se ordenó por
    temas y conceptos, para así obtener un enfoque
    sistemático del lenguaje. De tal manera que la presente
    investigación es de tipo documental. La
    base que la sustenta son los libros publicados de la obra de
    Nietzsche, los de los comentaristas de su obra, de autores
    influenciados por él y algunos otros que nos proporcionen
    datos
    importantes que ayuden a nuestro trabajo, ya sea que se le
    mencione a Nietzsche de pasada o que ofrezcan datos que refuercen
    la investigación. Consideraremos a los libros de Nietzsche
    como fuentes
    primarias, de ellos no utilizaremos todos, sólo El
    nacimiento de la tragedia, Sobre verdad y mentira en sentido
    extramoral, Escritos sobre retórica, Humano, demasiado
    humano, Aurora, La gaya ciencia, Así habló
    Zaratustra, Más allá del bien y del mal, La
    genealogía de la moral,
    Crepúsculo de los ídolos, Ecce homo y El
    anticristo. Quedan de lado las Consideraciones intempestivas, El
    caminante y sus sombra, Nietzsche contra Wagner y Ditirambos
    dionisiacos, algunos porque no sirven a los fines de esta
    investigación y otros porque resultaron difíciles
    de conseguir, aún así, consideramos que con los que
    tenemos basta. Todos los libros son importantes -aunque no se
    llegue a citar información específica de cada uno-
    porque sirvieron de guía para aclararme unos puntos y para
    saber por donde dirigir la investigación, para decidir
    qué incluir y qué no. Dentro de las fuentes
    secundarias encontramos a los libros de autores que hablan sobre
    Nietzsche, dentro de los que ubicamos en la bibliografía no encontramos
    ninguno que hablara en específico sobre el tema del
    lenguaje en Nietzsche. La mayoría hablan sobre su
    filosofía y sus conceptos (como el Nietzsche y la
    filosofía de Deleuze, La genealogía, la historia de Foucault, La
    filosofía de Nietzsche de Eugen Fink, entre otros),
    algunos más tratan la vida y la obra del autor y los temas
    recurrentes y biografías (entre
    ellos están Nietzsche: Introducción a la comprensión de su
    filosofar de Karl Jaspers, Nietzsche: Biografía de su
    pensamiento de Rüdiger Safranski, el Nietzsche, de
    filólogo a Anticristo de José María
    Valverde, Friedrich Nietzsche de Curt Paul Janz, etc.) y otros
    nos ofrecen información general, no son libros dedicados
    exclusivamente a hablar de Nietzsche, pero sí lo mencionan
    y ofrecen información importante, incluso sobre el tema
    del lenguaje –tuve mucha dificultad al encontrar
    información sobre el tema del lenguaje en Nietzsche, la
    mayoría de la información existe pero sólo
    en escasas y muy dispersas referencias – (por ejemplo, tenemos la
    Historia de la
    filosofía contemporánea de Alfredo Cruz Prados,
    La estructura
    ausente de Umberto Eco, El placer del texto y
    Lección inaugural de Roland Barthes, Las palabras y las
    cosas de Michel Foucault, entre otros).

    Una última anotación sobre las citas y la
    bibliografía. Las obras citadas en este trabajo van, por
    lo general, entre paréntesis. Los libros de Nietzsche se
    citan de la siguiente manera: primero va el título del
    libro abreviado en siglas, seguido del capítulo y/o del
    aforismo –según sea el caso- y por último el
    número de página donde se ubica la cita; por
    ejemplo (G.C; af.341; p.225), es decir, que la cita o la
    referencia se encuentra en La gaya ciencia, aforismo 341 y la
    página 225. En el caso de las fuentes secundarias, o sea,
    en las obras sobre Nietzsche, se comenzará por el apellido
    del autor, después el capítulo o la sección
    y al final el número de la página, ejemplo:
    (Jiménez; c.2; p.59). Todas las referencias que se
    encuentran entre paréntesis se podrán ratificar con
    las obras y la edición correspondientes a los libros
    citados en la bibliografía que se encuentra al final de
    esta investigación. En dicha bibliografía se
    encuentran sólo las obras que se vinculan más con
    nuestro tema o a las que se hace referencia más de una
    vez. Las obras que sólo nos proporcionan algún dato
    importante para el trabajo, y
    que su autor sólo nombra de "pasada", no se encuentran en
    la bibliografía final, hemos decidido citarlas dentro del
    texto con un
    pie de página.

    Para los fines de la investigación, la presente
    monografía se encuentra compuesta por
    cuatro capítulos. Considero que para poder exponer
    la teoría de Nietzsche sobre el problema del lenguaje, es
    necesario comenzar por presentar al autor. Así, en el
    capítulo primero intentaremos hacer –de forma muy
    breve- una reseña sobre la vida y obra de Friedrich
    Nietzsche, a manera –como dijimos anteriormente- de
    curriculum
    vitae, es decir, encontraremos los datos relativos al lugar y
    fecha de nacimiento, a los estudios realizados, al estado civil,
    deseos, aspiraciones y fallecimiento. Siguiendo a Curt Paul Janz,
    hemos dividido la vida de Nietzsche, y así nuestro
    capítulo, en cuatro puntos o periodos: infancia y
    juventud, los
    diez años de Basilea, los diez años como
    filósofo errante y, los años del hundimiento. En el
    capítulo segundo veremos los puntos esenciales de la
    filosofía de Nietzsche. Aquí no hemos dividido su
    pensamiento cronológicamente, sino que lo hemos
    estructurado en cinco temas básicos: lo
    apolíneo-dionisiaco, la voluntad de poder, la
    transvaloración, el eterno retorno y, el superhombre.
    Analizaremos y nos familiarizaremos también con las
    concepciones de Nietzsche sobre lo trágico, lo afirmativo,
    la vida, la naturaleza, la
    estética, la moral, la
    voluntad, espíritu libre, crear, moral
    aristocrática y moral del resentimiento, muerte de
    Dios, etc., para poder entender más adelante su postura
    ante la vida, el lenguaje y las cosas en general. En el
    capítulo tercero entraremos ya en el campo del lenguaje.
    Dividido en cuatro puntos, intentaremos organizar una
    concepción –por decir así- estructuralista de
    Nietzsche sobre el lenguaje. En este capítulo veremos un
    primer acercamiento al estudio del lenguaje por parte de la
    filología, el método genealógico, el
    análisis retórico-lingüístico, el
    papel de la
    metáfora y, el
    conocimiento. A la par, veremos la importancia que posee para
    Nietzsche el estudio del lenguaje desde otras disciplinas como la
    historia, la antropología y la psicología. En el
    capítulo cuarto expondremos una concepción
    ontológica del lenguaje –por así decirlo- a
    partir ya de una aplicación de la filosofía, o de
    un punto de vista más nietzscheano sobre el hombre y su
    relación ante los signos lingüísticos. En este
    último capítulo analizaremos las afectaciones de un
    lenguaje metafísico en el hombre, sus posibilidades
    creativas en el campo de los signos, el ser y la conciencia, la
    libertad en el
    lenguaje y, la propuesta práctica del artista
    dionisiaco.

    Como dijimos anteriormente, este trabajo no intenta
    hacer un estudio histórico-comparativo entre Nietzsche y
    otros filósofos o lingüistas, sólo se
    observará la filosofía de Nietzsche y las
    aportaciones que otros autores han hecho al respecto y se
    describirá en relación al tema central del
    lenguaje. No se trata de tomar partido. El lector tendrá
    la última palabra. Si así fuera me sentiré
    satisfecho.

    CAPÍTULO I

    VIDA Y
    OBRAS

    I.1 Infancia y
    juventud.
    Época de estudiante (1844-1869)

    El 15 de octubre de 1844 nace Friedrich Wilhelm
    Nietzsche en la localidad de Röken, cerca de Lützen. Es
    el primero de los tres hijos del pastor protestante Karl Ludwing
    Nietzsche y de la señora Franziska Oehler.

    En 1846 nace su hermana Elisabeth y dos años
    más tarde nace su hermano Ludwig Joseph. El 30 de julio de
    1849 –cuando Nietzsche contaba con cinco años de
    edad- muere su padre por reblandecimiento cerebral, como
    consecuencia de una caída al bajar la escalera de la
    iglesia. El 9
    de enero del siguiente año muere su hermano. Y a principios de
    abril llega un nuevo pastor a hacerse cargo de la parroquia, por
    lo que la familia se
    traslada a Naumburg, donde Nietzsche asiste a clases en la
    escuela del
    pueblo hasta 1851.

    A los doce años de edad, en la escuela, Nietzsche
    escribe su primer tratado filosófico Sobre el origen del
    mal, época en que "caligrafiaba" la filosofía y se
    preguntaba si el origen del mal se le podría atribuir a
    Dios (Foucault (a); p.15). Comienzan sus padecimientos
    físicos, que lo acompañarán el resto de su
    vida. Dolores de cabeza y ojos.

    En 1858, a la edad de catorce años, es admitido
    en la escuela de Pforta, un internado elitista cerca de Naumburg,
    donde prevalecía la formación humanística
    impregnada con una dura disciplina. Ya
    en Pforta Nietzsche ocupa el primer lugar de la clase y funda,
    junto con otros compañeros, la Asociación de
    Germania. Despierta su espíritu crítico y comienza
    su distanciamiento del cristianismo.
    Antes de salir de Pforta escribe su primer tratado de
    filología clásica sobre Teognis.

    En octubre de 1864 ingresa a la universidad en
    Bonn. Estudia teología –por vocación
    familiar- y filología –por su gusto
    científico-. Asiste a las clases de Friedrich Ritschl,
    quien despertó en Nietzsche un gran interés y
    entusiasmo, a tal grado, que abandonó por completo los
    estudios teológicos –lo que le generó
    fricciones con su madre- para dedicarse exclusivamente a la
    filología. Acrecienta su interés
    por la música. Al año
    siguiente su profesor Ritschl se traslada a impartir clases a la
    Universidad de Leipzig, por lo que Nietzsche decide dejar Bonn y
    seguir a su maestro. En Leipzig descubre la obra de Schopenhauer
    El mundo como voluntad y representación. Funda la
    Asociación Filológica por consejo de
    Ritschl.

    En 1867 escribe un trabajo sobre Diógenes
    Laercio: De fontibus Diogenis Laertii. Se despierta en él
    el deber de escribir y comienza un estudio sobre
    Demócrito. El 9 de octubre comienza su servicio
    militar, el 31 del mismo mes la investigación sobre
    Diógenes Laercio es premiada por la Universidad de
    Leipzig. El 15 de octubre de 1868 termina su servicio
    militar y continúa sus estudios universitarios. Se
    aproxima a la obra de Kant leyendo a
    Kuno Fischer. En noviembre conoce personalmente a Richard Wagner
    –cuya música admira profundamente- y coinciden en el
    gusto por Schopenhauer. Inician amistad.

    En febrero de 1869 a pesar de que Nietzsche no se
    había doctorado, Ritschl escribe a la Universidad de
    Basilea (Suiza) recomendando a Nietzsche como catedrático.
    Que Ritschl lo recomendara sería más que
    suficiente. La Universidad de Leipzig le otorga el doctorado
    gracias a los trabajos publicados por Nietzsche en la revista
    Rheinisches Museum.

    Nietzsche llega como catedrático a Basilea el 19
    de abril de 1869, con tan sólo 24 años de
    edad.

    I.2 Los diez años como catedrático en
    Basilea (1869-1879)

    El 28 de mayo de 1869 Nietzsche comienza a impartir
    clases en la Universidad de Basilea y poco después da su
    lección inaugural Sobre la
    personalidad de Homero. Conoce a
    Jacob Burckhardt. El 18 de enero de 1870 da una conferencia
    llamada El drama musical griego, y el 1 de febrero da otra con el
    título Sócrates y
    la tragedia; conferencias que serían la base del libro que
    después sería conocido como El nacimiento de la
    tragedia. En los meses de julio y agosto escribe La visión
    dionisiaca del mundo, -publicado, después de su muerte, en
    1928-. Participa en la guerra
    franco-alemana como enfermero, pero él mismo enferma de
    difteria y disentería y regresa en octubre a
    Basilea.

    En enero de 1872 publica su libro El nacimiento de la
    tragedia en el espíritu de la música. Sus amigos
    alaban el libro, pero sus colegas filólogos lo critican
    severamente, generando grandes polémicas, en especial con
    Wilamowitz-Möllendorff. Este suceso desacreditó a
    Nietzsche como filólogo, por lo que en el semestre de
    invierno de 1872-1873 sólo tuvo dos alumnos en el curso
    sobre retórica griega y romana.* De enero a
    marzo da una serie de conferencias Sobre el porvenir de nuestras
    escuelas.

    Enferma de la vista y en junio de 1873 le dicta a su
    amigo Carl von Gersdorff su escrito Sobre verdad y mentira en
    sentido extramoral, -publicado como póstumo en 1903-. En
    ese mismo año aparece publicada la primera de las
    Consideraciones intempestivas: David Strauss, el confesor y el
    escritor. La segunda de sus Consideraciones intempestivas: Sobre
    la utilidad y la
    desventaja de la ciencia
    histórica para la vida es publicada en 1874. Lee a Max
    Stirner. Por esa época no se permitían mujeres
    estudiantes a la Universidad de Basilea, y Nietzsche vota a favor
    de que se les permita el ingreso al doctorado, pero fracasa la
    moción. En octubre se publica la tercera de las
    Consideraciones intempestivas: Schopenhauer como educador, y dos
    años más tarde, en 1876, sale a la luz la cuarta de
    las Consideraciones intempestivas: Richard Wagner en
    Bayreuth.

    La salud de Nietzsche empeora y
    piensa en abandonar su puesto docente. En abril de 1878 aparece
    su libro Humano, demasiado humano. La amistad y la
    relación con Wagner se rompe. La enfermedad se
    intensifica: dolores de cabeza y de ojos, vómitos y mareos
    lo debilitan considerablemente. Después de varios permisos
    en la universidad, deja su cátedra el 14 de junio de 1979.
    La universidad le ofrece una pensión anual. Ese mismo
    año publica Opiniones y sentencias diversas, y comienza
    una nueva vida como filósofo errante.

    I.3 Los diez años como solitario errante
    dedicados a su filosofía (1879-1889)

    En 1879, con tan sólo 34 años de edad,
    Nietzsche es prematuramente jubilado de la cátedra. Los
    siguientes diez años de su vida transcurrirán entre
    constantes cambios de residencia, en múltiples lugares de
    Suiza e Italia, buscando
    mejoría para la salud corporal y reposo para
    el espíritu, sin renunciar al esfuerzo y al trabajo
    intelectual, creando así, las obras más
    significativas de su filosofía. En diciembre de este mismo
    año aparece publicado el texto El caminante y su sombra,
    mismo que será añadido a Humano, demasiado humano.
    Pasa la mayor parte del tiempo estudiando
    ciencias
    naturales, en completa soledad, también estudia sobre
    cristianismo.

    En julio de 1881 aparece publicado su libro Aurora, y a
    principios de
    agosto le sobreviene la idea del eterno retorno. Lee a Spinoza.
    Al siguiente año conoce a la rusa Lou von Salomé en
    Roma, Nietzsche
    le propone matrimonio dos
    veces y las dos veces, Lou rechaza la propuesta. Es 1882 y
    publica su libro La gaya ciencia.

    El 13 de febrero de 1883 fallece Richard Wagner y
    Nietzsche se siente terriblemente afectado. A finales de agosto
    aparece publicada la primera parte de Así habló
    Zaratustra. Proyecta un plan de lecciones
    para la Universidad de Leipzig pero son rechazadas debido a que
    las consideraron imposibles por lo arriesgado de su contenido;
    decide regresar a su obra con mayor vocación (Jaspers;
    p.74). En enero de 1884 se publica la segunda parte de Así
    habló Zaratustra, y en abril de ese mismo año la
    tercera. En 1885 tiene lista la cuarta parte de Zaratustra, pero
    como se ha quedado sin editor, decide publicarla por su propia
    cuenta en una edición privada de cuarenta ejemplares para
    sus propios amigos y conocidos. Enferma otra vez.

    En mayo de 1886 aparece publicado Más allá
    del bien y del mal. En 1887 escribe y publica La
    genealogía de la moral. Lee a Dostoievski. Se encuentra
    enfermo. Se refugia en su soledad. Algo le levanta el
    ánimo: el 26 de noviembre recibe una carta del
    profesor universitario Georg Brandes, su "descubridor", donde le
    comenta que habla a sus alumnos sobre Friedrich
    Nietzsche.

    En abril de 1888 Georg Brandes ofrece una serie de
    conferencias sobre Nietzsche en la Universidad de Copenhague.
    Nietzsche lee el Código
    de Manú. 1888 es un año de mucho trabajo para
    Nietzsche: hacia finales de septiembre aparece publicado El caso
    Wagner; entre agosto y septiembre escribe el Crepúsculo de
    los ídolos –publicado un año después;
    en septiembre escribe El anticristo –publicado seis
    años después; en octubre y noviembre escribe Ecce
    homo –publicado como póstumo en 1908; en diciembre
    redacta Ditirambos dionisíacos y Nietzsche contra Wagner
    –publicado siete años después. Nietzsche se
    siente más solo que nunca, pero de salud, repentinamente,
    se siente muy bien.

    El 3 de enero de 1889 es el día del
    derrumbamiento: cae enajenado en las calles de Turín,
    debido a un colapso mental del que ya no se
    recuperaría.

    I.4 Los años de hundimiento, la
    enajenación mental (1889-1900)

    El 3 de enero de 1889 Nietzsche sufre un colapso mental,
    y el día 6 escribe a Jacob Burckhard: "…me
    gustaría mucho más ser profesor de universidad en
    Basilea que Dios; pero no me he atrevido a llevar tan lejos mi
    propio egoismo como para desistir a la creación del
    mundo…", ante semejante declaración, Burckhard le pide a
    un amigo de Nietzsche, Franz Overbeck, que vaya a verlo. Overbeck
    consulta con un psiquiatra las cartas que
    Nietzsche empezaba a mandar y viaja a Turín. De
    Turín lo traslada a Basilea a una clínica para
    trastornos nerviosos donde se le diagnostica clínicamente
    "parálisis progresiva". Su madre viaja a Basilea y lo
    lleva a Jena, lo interna en una clínica
    psiquiátrica, donde permanecerá un año. Se
    publica el Crepúsculo de los ídolos a finales de
    enero.

    El 3 de mayo de 1890, la madre de Nietzsche lo traslada
    a su casa de Naumburg para hacerse cargo de los cuidados. En
    febrero de 1894 se funda el Archivo Nietzsche
    en Naumburg. Su amigo Deussen visita a Nietzsche y comenta que lo
    único que le interesa son las flores.

    Nietzsche contra Wagner y El anticristo son publicados
    en 1895. A finales de diciembre Elisabeth se convierte en la
    tutora oficial de Nietzsche. Al año siguiente Elisabeth se
    traslada con el Archivo Nietzsche
    a Weimar. En 1897 muere la madre de Nietzsche y su hermana lo
    lleva consigo a la villa Silberblick en Weimar, donde
    manipulará y hará ciertas falsificaciones a algunos
    manuscritos del Archivo Nietzsche.

    El 25 de agosto de 1900 fallece Nietzsche en Weimar sin
    percatarse del interés y la importancia que sus obras
    estaban levantando.

    CAPÍTULO II

    LOS
    TEMAS DE SU FILOSOFÍA

    Introducción

    En el presente capítulo vamos a tratar de exponer
    a grandes rasgos, y de manera sistemática, la
    filosofía de Nietzsche a través de sus principales
    conceptos. Ante tal empresa nos
    topamos con un pequeño problema: la obra de Nietzsche es
    asistemática, no lleva un orden visiblemente
    lógico. Las aportaciones o descripciones que él nos
    da de sus conceptos como eterno retorno, superhombre,
    transvaloración, etc., se encuentran dispersas a lo largo
    y ancho de su obra. La labor de recopilar y de armar los datos
    como rompecabezas, resulta ardua pero muy satisfactoria.
    Emprender el viaje de la lectura por
    cada uno de sus libros requiere de mucha paciencia y
    dedicación. Nietzsche se expresa la mayoría de las
    veces con aforismos, su filosofía es literaria,
    poética, de un espíritu abierto, de un alma que
    vive, que siente, es la voz dionisíaca de la propia vida
    en su devenir. Y es en este río heracliteano en donde
    vamos a lanzar nuestro anzuelo y tratar de atrapar algunas
    nociones o ideas para estructurar –con mero afán
    epistemológico, y no otro- temáticamente la
    filosofía de Nietzsche.

    El hilo conductor, el alfa y el omega, el punto donde se
    concentra toda la filosofía de Nietzsche es el hombre, el
    hombre y su postura ante la vida, el superhombre. El paso del
    hombre al superhombre. El paso del uno al otro se encuentra
    expresado simbólicamente en el Zaratustra, después
    del prólogo. El primer discurso
    llamado "De las tres transformaciones", es por el discurso que
    nosotros también vamos a comenzar y tomaremos como hilo
    conductor, considerándolo como introducción a
    nuestro capítulo. Citémoslo
    íntegramente:

    De las tres transformaciones.

    Tres transformaciones del espíritu os menciono:
    cómo el espíritu se convierte en camello, y el
    camello en león, y el león, por fin, en
    niño.

    Hay muchas cosas pesadas para el espíritu, para
    el espíritu fuerte, de carga, en el que habita la
    veneración: su fortaleza demanda cosas
    pesadas, e incluso las más pesadas de todas.

    ¿Qué es pesado?, así pregunta el
    espíritu de carga, y se arrodilla, igual que el camello, y
    quiere que lo carguen bien.

    ¿Qué es lo más pesado,
    héroes?, así pregunta el espíritu de carga,
    para que yo cargue con ello y mi fortaleza se
    regocije.

    ¿Acaso no es: humillarse para hacer daño a
    la propia soberbia? ¿Hacer brillar la propia
    tontería para burlarse de la propia
    sabiduría?

    ¿O acaso es: apartarnos de nuestra causa cuando
    ella celebra su victoria? ¿Subir a altas montañas
    para tentar al tentador?

    ¿O acaso es: estar enfermo y enviar a paseo a los
    consoladores, y hacer amistad con sordos, que nunca oyen lo que
    tú quieres?

    ¿O acaso es: sumergirse en agua sucia
    cuando ella es el agua de la
    verdad, y no apartar de sí las frías ranas y los
    calientes sapos?

    ¿O acaso es: amar a quienes nos desprecian y
    tender la mano al fantasma cuando quiere causarnos
    miedo?

    Con todas estas cosas, la más pesada de todas,
    carga el espíritu de carga: semejante al camello que corre
    al desierto con su carga, así corre el a su
    desierto.

    Pero en lo más solitario del desierto tiene lugar
    la segunda transformación: en león se transforma
    aquí el espíritu, quiere conquistar su libertad como
    se conquista una presa y ser señor en su propio
    desierto.

    Aquí busca a su último señor:
    quiere convertirse en enemigo de él y de su último
    dios, con el gran dragón quiere pelear para conseguir la
    victoria.

    ¿Quién es el gran dragón, al que el
    espíritu no quiere seguir llamando señor ni dios?
    "Tú debes" se llama el gran dragón. Pero el
    espíritu del león dice "yo quiero".

    "Tú debes" le cierra el paso, brilla como el oro,
    es un animal escamoso, y en cada una de sus escamas brilla
    áureamente "¡Tú debes!".

    Valores milenarios brillan en esas escamas, y el
    más poderoso de todos los dragones habla así:
    "todos los valores de las
    cosas – brillan en mí".

    "Todos los valores
    han sido ya creados, y yo soy – todos los valores
    creados. ¡En verdad, no debe seguir habiendo ningún
    "Yo quiero"!" Así habla el dragón.

    Hermanos míos, ¿para qué se precisa
    que haya el león en el espíritu? ¿Por
    qué no basta la bestia de carga, que renuncia a todo y es
    respetuosa?

    Crear valores nuevos – tampoco el león es
    aún capaz de hacerlo: mas crearse libertad para un nuevo
    crear – eso sí es capaz de hacerlo el poder del
    león.

    Crearse libertad y un no santo incluso frente al deber:
    para ello, hermanos míos, es preciso el
    león.

    Tomarse el derecho de nuevos valores – ése
    es el tomar más horrible para un espíritu de carga
    y respetuoso. En verdad, eso es para él robar, y cosa
    propia de un animal de rapiña.

    En otro tiempo el espíritu amó el
    "Tú debes" como su cosa más santa: ahora tiene que
    encontrar ilusión y capricho incluso en lo más
    santo, de modo que robe el quedar libre de su amor: para ese
    robo se precisa el león.

    Pero decidme, hermanos míos, ¿qué
    es capaz de hacer el niño que ni siquiera el león
    ha podido hacer? ¿Por qué el león rapaz
    tiene que convertirse todavía en niño?

    Inocencia es el niño, y olvido, un nuevo
    comienzo, un juego, una
    rueda que se mueve por sí misma, un primer movimiento, un
    santo decir sí.

    Sí, hermanos míos, para el juego del
    crear se precisa un santo decir sí: el espíritu
    quiere ahora su voluntad, el retirado del mundo conquista ahora
    su mundo.

    Tres transformaciones del espíritu os he
    mencionado: cómo el espíritu se convirtió en
    camello, y el camello en león, y el león, por fin,
    en niño.—

    (ZA; I; p.53-55)

    En este discurso de las "transformaciones del
    espíritu", Nietzsche habla de las etapas del sujeto hacia
    su superación, hacia su renovación.

    El camello es el sujeto, el tipo de hombre tal y como lo
    conocemos hoy, el hombre de la cultura occidental. Es el
    espíritu sometido, dogmático, moral,
    metafísico, cristiano. Es el hombre pasivo, del
    rebaño. Es el hombre que se "arrodilla". Carece de
    iniciativa y sólo escucha la voz que le dice "tú
    debes". Necesita transformarse en león.

    El león es la fase en que el sujeto quiere
    liberarse, tomar su propio camino, ser "señor en su propio
    desierto". Lucha contra el "tú debes", ahora él
    dice "yo quiero". Quiere crearse sus propios valores, su propia
    meta. El "yo quiero" es su voluntad de poder.

    El niño es la tercera transformación. El
    hombre crea su propio mundo, nuevos valores. Se despide de "su
    último dios". El niño representa la "inocencia", es
    "olvido, un nuevo comienzo". Tiene libertad creadora y juega, es
    como "una rueda que se mueve por sí misma", "un santo
    decir sí". Mediante su voluntad este nuevo sujeto se ha
    superado a sí mismo. El camello es ahora niño. El
    hombre es ahora superhombre.

    Veamos más a detalle los conceptos
    filosóficos de Nietzsche.

    II.1 Lo apolíneo y lo
    dionisiaco

    Nietzsche se da a conocer con su primera obra El
    nacimiento de la tragedia. Su pensamiento gira en torno a la
    filología, filosofía y el arte. Toma en
    préstamo a los griegos las figuras de Apolo y Dioniso, y
    los presenta como los dos instintos fundamentales que permiten el
    desarrollo y
    la creación de la obra de arte y de la vida
    misma. Lo apolíneo es el mundo de la belleza, "de la
    apariencia y de la forma definida, la cultura apolínea que
    encuentra su máxima expresión en la escultura
    griega, es una ilusión, una máscara, que sirve para
    soportar la existencia" (Vatttimo; 1.2; p.24). Lo dionisiaco es
    la fuerza
    transformadora, creadora, es el impulso vital, lo pasional, la
    vida misma, el devenir. "Si en el arte apolíneo se encarna
    el principio de la belleza, lo dionisiaco no crea por sí
    mismo formas bellas: se trata más bien de un impulso
    ciego, irresistible que busca materializarse, expresarse; es el
    motor del
    proceso
    creador" (Frenzel; 2; p.75). Nietzsche ve en el arte griego a lo
    apolíneo y a lo dionisiaco no sólo como
    manifestaciones artísticas, sino también como
    fuerzas que brotan de la naturaleza. Estos
    dos instintos se encuentran tanto en el artista, -en el hombre-,
    como en la obra de arte –en el mundo-. Una
    argumentación de este tipo la empieza a explicar
    Nietzsche, desde el instinto de lo apolíneo y de lo
    dionisiaco, y la cosmovisión de la tragedia
    ática.

    Estos dos instintos tan diferentes marchan uno al lado
    de otro, casi siempre en abierta discordia entre sí y
    excitándose mutuamente a dar a luz frutos nuevos
    y cada vez más vigorosos, para perpetuar en ellos la lucha
    de aquella antítesis, sobre
    la cual sólo en apariencia tiende un puente la
    común palabra "arte": hasta que, finalmente, por un
    milagroso acto metafísico de la "voluntad"
    helénica, se muestran apareados entre sí, y en este
    apareamiento acaban engendrando la obra de arte a la vez
    dionisíaca y apolínea de la tragedia
    ática"

    (N.T; 1; p.41)

    Osea que, la relación
    apolínea-dionisíaca es de dos poderes aparentemente
    contrarios que combaten mutuamente, pero no pueden existir el uno
    sin el otro. Más que un proceso
    dialéctico, es un proceso afirmativo. Más que una
    lucha, es una concordia, una mutua ayuda, una afirmación
    de la vida y sus fuerzas. Para Nietzsche la vida, la "Naturaleza"
    no es en su totalidad racional o apolínea, sino que para
    él la Naturaleza es irracional, es instintiva, y Dioniso
    encarna muy bien este instinto vital. Por eso a lo largo de su
    obra, Nietzsche se inclina más por una sabiduría de
    tipo dionisíaca. Dioniso es el símbolo de la
    aceptación y afirmación de la vida tal cual, de su
    fuerza primitiva, orgiástica; "es el dios de la
    embriaguez, de la alegría, el dios que canta, ríe y
    danza".* En este sentido, la vida es
    trágica.

    Cuando Nietzsche se inspira de la tragedia y habla de
    vivir trágicamente, no se refiere a un pesimismo chafa o
    vacuo que termine por renunciar a la vida (como ve Nietzsche en
    Schopenhauer). Para Nietzsche la tragedia, el mito
    trágico estético y vital, encarnado en la figura de
    Dioniso como guía es:

    en primer término un acontecimiento épico,
    con la glorificación del héroe luchador: mas,
    ¿de dónde procede aquella tendencia, en sí
    enigmática, a que el sufrimiento que hay en el destino del
    héroe, las superaciones más dolorosas, las
    antítesis
    más torturantes de los motivos, [nos producen un placer
    superior?] El arte: el cual, en su campo, tiene que exigir ante
    todo pureza. Para aclarar el mito
    trágico la primera exigencia es cabalmente la de buscar al
    placer peculiar de él en la esfera estética, sin
    invadir el terreno de la compasión, del miedo, de lo
    moralmente sublime(…). Sólo como fenómeno
    estético aparecen justificados la existencia y el mundo:
    en este sentido, es justo el mito trágico el que ha de
    convencernos de que incluso lo feo y disarmónico son un
    juego artístico que la voluntad juega consigo misma, en la
    eterna plenitud de su placer.

    (N.T; 24; p.196-198)

    Un espíritu trágico es –para
    Nietzsche- un espíritu libre y creador, que está
    más allá de las restricciones morales –no es
    que Nietzsche rechace la moral, sólo "critica su
    presunción de justicia
    propia y el singular optimismo de mejorar el mundo, que
    normalmente va unido al moralismo" (Safranski; 5; p.109)-, es un
    espíritu que se regocija no en una metafísica
    ultramundana que consuela en una vida más allá,
    sino –se podría decir- en una "metafísica
    del más acá", más terrenal como lo es el
    arte. Para Nietzsche, el arte, permite una libertad de lo
    simbólico y de las facultades creadoras del ser humano. El
    hombre se regocija en lo estético, en lo amoral. Por eso
    el arte trágico "designa la forma estética de la
    alegría, no en una receta médica, ni una
    solución moral del dolor, del miedo o de la piedad. Lo
    trágico es alegría" (Deleuze; I.8; p.29). El hombre
    trágico acepta de la vida lo total, el dolor y el placer,
    lo "bueno" y lo "malo". El hombre trágico no intenta
    racionalizar la vida, teorizarla o encerrarla en conceptos, no
    intenta cristalizar el devenir. No se trata de "indisponer a los
    hombres con la vida. Lo que enseña, por el contrario, es
    lo siguiente: Esta existencia agitada, tornadiza, peligrosa,
    sombría, y a veces ardientemente soleada, es el encanto de
    los encantos, vivir es una aventura" (A; af.240; p.132). Lo
    trágico-dionisiaco afirma el devenir.

    A partir de Eurípides en el terreno
    artístico y Sócrates en el terreno
    filosófico –según Nietzsche- viene una
    decadencia de la tragedia antigua. A partir de Sócrates lo
    racional pretende sustituir al ímpetu de la vida y "puesto
    que la lucha estaba dirigida contra lo dionisiaco del arte
    anterior, en Sócrates reconocemos el adversario de
    Dioniso" (N.T; 12; p.119). Ahora comienza la época de la
    razón y del hombre teórico, lo que se traduce en
    una pérdida del mundo vital y una atrofia de la facultad
    instintiva. No es que Nietzsche se oponga al cien por ciento
    contra "la razón", sino que en la ratio socrática
    sólo se pretendió desarrollar esa cara del
    espíritu de manera excesiva, todo tenía que ser
    lógico-racional y, en este "esquematismo lógico de
    la tendencia apolínea se ha transformado en
    crisálida" (N.T; 14; P.127). Sócrates, hasta este
    punto, representa para Nietzsche el principio de la decadencia
    del hombre y de la cultura, de la sociedad y su falso y optimista
    concepto de
    felicidad que han generado un hombre tal y como lo conocemos hoy:
    dogmático, plástico,
    metafísico-cristiano, con dos mil y tantos años de
    moralina, tan lógico que resulta, incluso,
    inhumano.

    Todo nuestro mundo moderno está preso en la
    red de la cultura
    alejandrina y reconoce como ideal el hombre teórico, el
    cual está equipado con las más altas fuerzas
    cognoscitivas y trabaja al servicio de la ciencia,
    cuyo prototipo y primer antecesor es Sócrates. Todos
    nuestros medios
    educativos tienen puesta originariamente la vista en ese ideal,
    toda otra existencia ha de afanarse esforzadamente por ponerse a
    su nivel, como existencia permitida, no como existencia propuesta
    (…) para el hombre moderno el hombre no teórico es algo
    increíble y que produce estupor.

    (N.T; 18; p.155)

    También afirma:

    ¡Y ahora debemos no ocultarnos lo que se esconde
    en el seno de esa cultura socrática! ¡Un optimismo
    que se imagina no tener barreras! (…) Nótese esto: la
    cultura alejandrina necesita un estamento de esclavos para poder
    tener una existencia duradera: pero, en su consideración
    optimista de la existencia, niega la necesidad de tal estamento,
    y por ello, cuando se ha gastado el efecto de sus bellas palabras
    seductoras y tranquilizadoras acerca de la "dignidad del ser
    humano" y de la "dignidad del trabajo" se encamina poco a poco
    hacia una aniquilación horripilante.

    (N.T; 18; p.156).

    "Lo que importa ver, entonces, es que la crisis del
    socratismo es la crisis de su
    fuerza de integración: el optimismo teórico y
    moral de Sócrates se basaba en la idea, asumida
    dogmáticamente, de que el individuo fuese insertado dentro
    de un sistema racional,
    es decir, a la medida de la razón de la cual él
    mismo era portador… predicando que un ser y que el justo no
    tiene nada que temer, Sócrates hace coincidir racionalidad
    con la felicidad" (Vattimo; I.3; p.57). Entonces, lo que
    Nietzsche comienza a plantear no es ya una "consideración
    teórica", sino una "consideración trágica
    del mundo", un renacimiento de
    lo trágico con un hombre nuevo, renacido. Un sujeto con
    una nueva forma de pensar el mundo, de vivir con la crueldad
    natural de las cosas; un hombre heroico, inocente.

    Todas estas nociones serán desarrolladas por
    Nietzsche en sus obras posteriores.*

    II.2 La voluntad de poder

    Al igual que Schopenhauer para Nietzsche la vida es
    voluntad. Pero, según Nietzsche, Schopenhauer "al parecer
    jamás intentó el análisis de la voluntad,
    puesto que creía que el poder era simple e inmediato",
    como algo que está, pero que nadie se ha detenido a
    observar, y él ve en la voluntad lo siguiente:

    1. "Para que haya voluntad es necesaria una
      representación placentera o dolorosa".
    2. "El que una excitación violenta produzca la
      impresión de placer o de dolor depende de la inteligencia
      interpretadora; una misma excitación puede dar origen a
      la interpretación del placer o del dolor".
    3. "Sólo para los seres inteligentes hay placer,
      dolor y voluntad. La inmensa mayoría de los organismos
      nada siente" o no saben que sienten. (G.C; Libro III;
      p.162)

    Esto es: para Nietzsche la vida es devenir, es movimiento, es
    lucha, es voluntad. Y este devenir natural de las cosas y el
    mundo Nietzsche lo entiende como un sistema de
    relaciones entre cuerpos, entre organismos, que por su fuerza se
    imponen unos a otros. Por ejemplo, en la naturaleza no existen
    las categorías de bueno o malo. El rayo, la lluvia,
    el sol, el
    animal, el vegetal, etc., no son ni buenos ni malos, sino que
    sólo son, luchan, se relacionan. Es el hombre el que
    interpreta los fenómenos, el que trata de entenderlos, de
    conocerlos.

    A diferencia de Darwin, para
    Nietzsche, la lucha por la existencia en el hombre no es
    sólo una lucha para sobrevivir o adaptarse, sino que va
    más allá, es una lucha de dominio, de tomar
    el control, de
    crear, de interpretar, de conocer, de: voluntad de poder.
    "Sólo donde hay vida hay también voluntad: pero no
    voluntad de vida, sino (…) ¡voluntad de poder!" (ZA;
    II.De la superación de sí mismo; p.177).

    En este sentido, la voluntad de poder es una voluntad
    que "quiere". Es activa en el aspecto de ser propositiva. No
    espera pasivamente ni se adapta, adaptarse es para
    Nietzsche

    "una actividad de segundo rango, una mera reactividad,
    más aún, se ha definido la vida como una
    adaptación interna (…) pero con ello se desconoce la
    esencia de la vida, su voluntad de poder" (G.M; II; af.12;
    p.102).

    Como hemos visto, Nietzsche parte de la observación de la naturaleza y las fuerzas
    como motor de su
    evolución y desarrollo.
    Sin embargo no se limita a una contemplación parcial de la
    vida. Ahora la voluntad de poder adquiere un carácter
    ontológico e incluso ético. Para Nietzsche existen
    "fuerzas activas" y "fuerzas reactivas", activas y
    pasivas.* Y en esta línea existe un hombre
    activo y pasivo que genera formas de vida del mismo carácter.
    Según Nietzsche, hay dos tipos principales de hombres: los
    dominados y los dominadores, que a su vez se mueven cada uno en
    la moral de esclavos y en la moral de señores,
    respectivamente. Entonces, las morales son productos de
    poder, "existen morales de vida ascendente, de la vida poderosa,
    y morales de la vida descendente, de la vida impotente" (Fink; 4;
    p.152).

    En la moral aristocrática, la de los
    señores, se distingue el hombre como persona
    individual que ejercita plenamente sus potencias, él es su
    propio modelo, toma
    sus propias decisiones, él se llama a sí mismo
    "bueno" porque se siente bien consigo mismo: es de los
    "espíritu libres". Este tipo de hombres ejercen las
    fuerzas activas, la voluntad de poder, es de los que se mandan a
    sí mismos, de los que tienen fe en sí mismos y en
    lo que pueden prometerse, ya que "tener fe requiere coraje, la
    capacidad de correr un riesgo, la
    disposición a aceptar incluso el dolor y la
    desilusión".** Ellos dicen siempre sí a
    la vida, la afirman tal como es. Para Nietzsche este amor fati del
    hombre noble elimina cualquier tipo de esclavitud
    espiritual, puesto que la realidad del ser y el azar es su propia
    voluntad. De nuevo el noble es el héroe trágico, es
    su propio señor. Dios ha muerto.

    En la moral del resentimiento, la de los esclavos, en la
    moral del rebaño, existe –para Nietzsche- una
    atrofia de la voluntad de poder. "Allí donde, de alguna
    forma, la voluntad de poder decae, también hay siempre un
    retroceso fisiológico, una décadence" (A.C; af.17;
    p.47), es una moral con un tipo de vida descendente. Aquí
    se encuentra al hombre pasivo, reactivo, que no actúa por
    sí mismo, es decir, que necesita de "estímulos
    exteriores para poder en absoluto actuar, – su acción es,
    de raíz, reacción" (G.M; I; af.10; p.50). Ellos
    reaccionan contra los señores, si los señores se
    llaman a sí mismos los "buenos", los esclavos no se llaman
    a sí mismos buenos, sino que llaman a los señores
    los "malos", su moral es del resentimiento.*** Les
    falta capacidad de mando, de mandarse a sí mismos, y
    "cuanto menos capaz de mandar es uno, con más
    ahínco busca alguien que ordene, que mande con severidad,
    un dios, un príncipe, un Estado, un
    médico, un confesor, un dogma…" (G.C; Libro V; p.269).
    En la cultura occidental Nietzsche ve reflejada a esta forma de
    moral en la moral cristiana, en la cultura "nihilista" (Frey;
    pp.57-82).

    Voluntad de poder no significa dominación o
    sometimiento del prójimo. No es prioridad del hombre
    poderoso el detenerse a someter esclavos, sino la
    afirmación de la vida, de poder vivir su propia vida. El
    carácter de la voluntad de poder "es de exigencia personal, pone en
    primer término las posibilidades internas de cada uno"
    (Jiménez; 4.4; p.99); es un proceso superador que proviene
    del amor fati a la vida y de la superación del hombre
    mismo con miras hacia lo alto, hacia el futuro, hacia el
    superhombre a través de una transvaloración
    –individual- de los valores, más allá de la
    moral tradicional. En oposición a la moral cristiana
    decadente, Nietzsche propone una ética de
    poder.*

    ¿Qué es bueno? – Todo lo que eleva
    el sentimiento de poder, la voluntad de poder, el poder mismo en
    el hombre.

    ¿Qué es malo? – Todo lo que procede
    de la debilidad.

    ¿Qué es felicidad? – El sentimiento
    de que el poder crece, de que una resistencia queda
    superada.

    No apaciguamiento, sino más poder…

    (A.C; af.2; p.32)

    II.3 La transvaloración

    El problema de los valores
    morales y de su procedencia es, para Nietzsche, un problema
    de primer rango, porque condiciona la actitud y las
    formas de sentir del hombre y lo que se puede esperar en un
    futuro de la humanidad. El superhombre es el hombre del
    mañana, es el proyecto de
    hombre que cada persona se quiera
    trazar. Derribar viejos valores, construirse nuevos valores,
    cambiar unos por otros, jerarquizarlos de manera diferente,
    invertir el valor de los
    valores, etc., es parte de este nuevo método que Nietzsche
    llama Transvaloración de todos los valores.

    ¿A quién encomendar semejante tarea, y
    dónde depositar semejantes esperanzas? En los artistas, en
    los científicos, en "nuevos filósofos", en los de espíritu libre
    y voluntad de poder, en los señores, en "espíritus
    suficientemente fuertes y originarios como para empujar hacia
    valoraciones contrapuestas y para transvalorar, para invertir
    ‘valores eternos’; a precursores, a hombres del
    futuro (…) que coaccionen a la voluntad de milenios a seguir
    nuevas vías. Para enseñar al hombre que el futuro
    del hombre es voluntad suya, que depende de una voluntad humana"
    (M.B.M; af.203; p.147).

    Esta es la etapa en que el camello se transforma en
    león. Es el momento histórico de la muerte de
    Dios,** es el crepúsculo de los ídolos,
    de lo que hasta ahora había sido llamado "verdad
    absoluta", dogma, sumisión.

    El hombre, ahora, ya no se contenta con valores que
    vienen de otros, de los valores dados, sino que ahora se debe
    preguntar por su procedencia, por su lealtad a la vida, se crea
    libertad para descubrir nuevas valoraciones de acuerdo a la
    exigencia de su propia vida. Muere el "tú debes" y nace el
    "yo quiero".

    En el libro El crepúsculo de los ídolos,
    Nietzsche coloca el subtítulo Cómo se filosofa con
    el martillo, en donde el martillo es el símbolo del
    instrumento que en el método de la transvaloración
    se utiliza para "auscultar" a los ídolos
    –llámense Dios, verdad, etc.-, y para medir
    verdades, para detectar falsas verdades, para desenmascarar a los
    falsos dioses. Se trata de hacer "preguntas con el martillo y
    oír a caso, como respuesta, aquel famoso sonido a hueco
    que habla de entrañas llenas de aire" (C.I;
    prólogo; p.32), que delata a esos decadentes ídolos
    de barro.

    Este martillo en manos de un espíritu libre sirve
    como instrumento científico de percusión, en un
    primer momento, para hacer contacto con los ídolos y
    ofrecer un diagnóstico de su consistencia, para saber
    sin son valores potenciadores de vida o si sólo son de
    decadencia o falsas verdades. Si es así, en un segundo
    momento las manos del filósofo proceden a derribarlos, y
    no importa, "¡que caiga hecho pedazos todo lo que en
    nuestras verdades – pueda caer hecho pedazos! ¡Hay
    muchas casas que construir todavía!", dice Nietzsche (ZA;
    II; p.178). Y es el tercer momento, en manos del artista, en
    donde la voluntad de crear lo impulsa a esculpir, sobre piedra,
    valores nuevos, más fuertes, donde este hombre-artista
    escribe su propia tabla de valores. Un nuevo modo de interpretar
    la realidad y de convivir con el mundo.

    Los antiguos valores
    morales, la verdad y el concepto
    dogmático, son suplantados por nuevos valores
    estéticos, reflejados en la metáfora y el devenir,
    valores ya no instaurados por la autocomplaciente razón,
    sino derivados de la experiencia dionisíaca. Es el
    espíritu libre, que como un artista, impone su gusto a las
    opiniones vulgares. Como hemos visto, Nietzsche propone una forma
    de valorar e interpretar a través de la experiencia
    estética y vital –muy lejos de la experiencia del
    rebaño, del espectador- desde el punto de vista del
    artista, del creador. Transvalorar es cambiar la
    jeraraquía de los valores, un crear de nuevas
    experiencias. Transvalorar significa valores no ya dominados por
    religiones o
    estructuras
    rígidas morales, sino por la propia afirmación del
    hombre activo –y de la vida- en el gusto.

    II.4 El eterno retorno

    Como hemos visto anteriormente, con el conocimiento
    de la voluntad de poder, guiados con la sabiduría
    dionisíaca de la vida, y con la transvaloración de
    los valores, ahora, según Nietzsche, el mundo ha perdido
    su carácter divino, las cosas y el mundo son un constante
    devenir, relaciones de fuerzas y de cuerpos sin un fin. Antes el
    sentido se lo daba Dios, ahora lo debe dar el superhombre. Lo que
    antes era teodicea, ahora es cosmodicea, es decir, un cambio de Dios
    por la Naturaleza en su totalidad. ¿Es capaz el hombre de
    soportar semejante responsabilidad, esta idea? ¿Está
    dispuesto el camello y el león a convertirse en
    niño? Ahora el hombre debe hacerse una prueba más,
    una pregunta más: la idea del eterno retorno. Veamos en
    qué consiste con el siguiente ejemplo que pone
    Nietzsche:

    ¿Qué ocurriría si día y
    noche te persiguiese un demonio en la más solitaria de las
    soledades, diciéndote: "Esta vida, tal como al presente la
    vives, tal como la has vivido, tendrás que vivirla otra
    vez, y otras innumerables veces, y en ella nada habrá de
    nuevo; al contrario, cada dolor y cada alegría, cada
    pensamiento y cada suspiro, lo infinitamente grande y lo
    infinitamente pequeño de tu vida se reproducirán
    para ti, por el mismo orden y en la misma sucesión;
    también aquella araña y aquel rayo de luna,
    también este instante, también yo. El eterno reloj
    de arena de la existencia será vuelto de nuevo y con
    él tú, polvo del polvo?" ¿No te
    arrojarías al suelo rechinando
    los dientes y maldiciendo al demonio que así te hablaba?
    ¿O habrás vivido el prodigioso instante en que
    podrías contestarle: "¡Eres un Dios!
    ¡Jamás oí lenguaje más divino?" Si
    este pensamiento arraigare en ti, tal como eres, tal vez te
    transformaría, pero acaso te aniquilara: la pregunta,
    "¿Quieres que esto se repita una e innumerables veces?"
    ¡pesaría con formidable peso sobre tus actos, en
    todo y por todo! ¡Cuánto necesitarías amar
    entonces la vida y amarte a ti mismo para no desear otra cosa que
    esta suprema y eterna confirmación!

    (G.C; af.341; p.225)

    Con la transvaloración se pretende adquirir un
    nuevo modo de sentir, de vivir el cosmos. En la idea del eterno
    retorno se requiere, también, una manera nueva y diferente
    de vivir el tiempo. La idea del eterno retorno no implica que
    "alguna vez haya de repetirse todo tal y como lo hemos vivido ya,
    y que incluso esa repetición haya de repetirse hasta el
    infinito".* No. El centro de la idea del eterno
    retorno no es una literal repetición de las cosas en el
    tiempo, sino el amor que se
    tenga a la vida, de la manera de vivir las cosas y el
    tiempo.

    El eterno retorno como principio físico requiere
    ya no de una valoración del tiempo lineal como un
    principio y un final, como una línea recta segmentada,
    sino de la transvaloración hacia una visión del
    mismo tiempo como algo total, eterno, como un círculo. En
    el Zaratustra encontramos lo siguiente:

    Mira ese portón (…), tiene dos caras. Dos
    caminos convergen aquí: nadie los ha recorrido aún
    hasta su final.

    Esa larga calle hacia atrás: dura una eternidad.
    Y esa larga calle hacia delante – es otra
    eternidad.

    Se contraponen esos caminos; chocan derechamente de
    cabeza: – y aquí, en este portón, es donde
    convergen. El nombre del portón está escrito
    arriba: "instante".

    Pero si alguien recorriese algunos de ellos – cada
    vez y cada vez más lejos: ¿Crees tú (…)
    que esos caminos se contradicen eternamente? –
    (…)

    Desde este portón llamado Instante corre hacia
    atrás una calle larga, eterna: a nuestras espaldas yace
    una eternidad.

    Cada una de las cosas que pueden correr, ¿no
    tendrá que haber recorrido ya alguna vez esa calle? Cada
    una de las cosas que pueden ocurrir, ¿no tendrá que
    haber ocurrido, haber sido hecha, haber transcurrido ya alguna
    vez?

    (ZA; III.De la visión y el enigma;
    p.230)

    Esto es, para Nietzsche, que el eterno retorno rompe con
    la estructura
    tradicional del concepto "tiempo"; se elimina la
    contraposición rigurosa entre "pasado" y "futuro" y se
    ofrece un panorama más abierto y menos ordinario. Con esta
    libertad, el hombre tiene la posibilidad de todo un "futuro" por
    delante y la experiencia de todo un "pasado" por
    detrás.

    El tiempo para Nietzsche es infinito, lo que vivimos es
    sólo una pequeña parte llamada Instante, o mejor
    dicho, una serie infinita de instantes, de "ahoras". Todo pasado
    y todo futuro se concentra y se dispersa en un punto, y en cada
    punto, en cada instante de este devenir comienza el ser, "el
    centro está en todas partes" (ZA; III.El convaleciente;
    p.305). Para Nietzsche el tiempo es como devenir: no ha terminado
    de pasar y no ha comenzado a pasar, esta siendo, está
    pasando a cada momento, se repite, se hace eterno; y con este "a
    cada momento" lo que se repite es la diferencia, el devenir. "Es
    el propio retornar el que constituye el ser en tanto que se
    afirma en el devenir y en lo que pasa" (Deleuze; III.5; p.72),
    dando como resultado –ontológicamente- un tipo de
    hombre nuevo, que se supera en cada y con cada instante, que se
    afirma a sí mismo y al cosmos, vive en lo total, en lo
    trágico.

    El eterno retorno como pensamiento ético
    –derivado de la experiencia ontológica del tiempo-
    supone a un tipo de hombre superior, dionisiaco, en el sentido de
    que afirma a la vida misma (y al azar) en el placer y el dolor,
    en lo total. Para este hombre nuevo es un "eterno decir
    sí" de una vez por todas. Esto se demuestra ante la prueba
    de la pregunta capciosa que hace el demonio al principio de este
    apartado: supongamos que esta vida tal y como la has vivido,
    tuvieras que vivirla una y otra vez, con todos los momentos y sus
    vicisitudes, ¿lo soportarías?, y no sólo
    eso, sino, ¿quieres que esto se repita innumerables veces?
    Esto significa: si tuvieras que vivir tu vida otra vez,
    ¿lo harías?, ¿estarías dispuesto,
    aún con todo su dolor? ¿Jesús,
    estarías dispuesto a ser clavado una y otra vez en la
    cruz, aún sin la promesa de una vida eterna?
    ¿Volverías a vivir esta vida? Sólo quien
    tuviera un gran amor a la vida, un amor fati, incondicional,
    contestaría que sí, que estaría dispuesto.
    Sólo un espíritu superior "soportaría" lo
    que para un espíritu inferior sería un peso
    insoportable.

    Entonces, el principio del eterno retorno, más
    que un conocimiento teórico, es una nueva forma de ser y
    de sentir del hombre, del superhombre. Ya no se vive el tiempo de
    una manera angustiosa, el tiempo ahora ya no se valora en
    números –cuantitativamente-, sino por lo que se
    vive, por la manera en que se vive, es decir, cualitativamente.
    El eterno retorno nos habla de una humanidad que entabla una
    relación diferente con el tiempo, de un hombre que pueda
    vivir instantes capaces de hacerse desear siempre de nuevo, un
    cambio de
    actitud para con la Naturaleza. El eterno retorno ofrece la
    oportunidad de componer el camino, de pensar en hacer cosas de
    las que se pudiera estar "siempre" orgulloso, en eso radica su
    valor. Dice
    Nietzsche: "el valor de un pueblo –como, por lo
    demás, también el de un hombre- se mide
    precisamente por su mayor o menor capacidad de imprimir a sus
    vivencias el sello de lo eterno: pues, por decirlo así,
    con esto queda desmundanizado y muestra su
    convicción inconsciente e íntima de la relatividad
    del tiempo y del significado verdadero (…) de la vida" (N.T;
    af.23; p.192).

    II.5 El superhombre

    La muerte conceptual de Dios es, también,
    la muerte del
    hombre metafísico. Nietzsche anuncia y alienta la venida
    del superhombre, dice "Dios ha muerto: ahora nosotros queremos
    – que viva el superhombre" (ZA; IV.Del hombre superior;
    p.390). Tras la muerte de Dios y de todos aquellos dioses
    conceptuales llamados "verdad", viene un nihilismo que tiene que
    ser superado por el establecimiento y la realización del
    nuevo ideal: el superhombre.

    El superhombre es quien da sentido a las cosas y a
    la tierra. Es
    la encarnación de la voluntad de poder, es un hombre que
    concibe la realidad misma y tiene la capacidad para vivir con lo
    mejor y lo terrible o problemático de ésta. El
    superhombre es el proceso de exigirse constantemente la propia
    superación, a través de una transvaloración
    continua. Siempre está superándose a sí
    mismo, su vida es un constante devenir sin final, Nietzsche lo
    llama un puente y no una meta, es decir, "sentir el inconformismo
    de su situación presente y despertar toda capacidad de
    esfuerzo para conseguir algo mejor, algo todavía no
    alcanzado" (Jiménez; 5.5; p.111). El superhombre no es, ni
    será un producto
    terminado de hombre, ya que posee una fuerza constante de
    superación – lo que lo distingue del resto del
    rebaño, de la masa – .

    La destrucción y disolución de las
    estructuras de dominio de la
    ratio convencional, del dogmatismo lingüístico, de la
    funcionalización del hombre a los fines de producción, de la estructura lineal del
    tiempo, de los sistemas
    morales-metafísicos, en fin, de todo lo universalizante y
    homogeneizante, dará libertad al surgimiento de individuos
    superiores, a hombres nuevos, determinados por sí mismos,
    fuera del uso de lo establecido. Este es el superhombre, el que
    se crea a sí mismo y a sus propias leyes, es un
    artista, es inmoral, es un filósofo, es inocente, es un
    niño.

    El león por fin se ha convertido en niño.
    Un niño lleno de poder que juega. "Puede ser que por
    algún tiempo participe en aquel juego que llamamos moral,
    pero lo hará con lazos sueltos. Para él no hay
    ningún imperativo categórico que golpee como un
    rayo la débil conciencia del sujeto, sino solamente reglas
    de juego al servicio del arte de la vida" (Safranski; 12;
    p.284).

    Y es así, también que, en este mundo
    liberado, en esta libertad de lo simbólico, donde el mundo
    físico se presenta como un juego de las formas; no puede
    presentarse ya de otra forma. En el superhombre el límite
    que poseían las leyes
    teleológicas se desvanece y se crea una apertura a la
    creatividad de
    lo simbólico. El superhombre ya no se mortifica o idealiza
    a Dios o dioses, sabe que sólo son una invención
    suya. Ahora juega con esas historias, las toma ya no como
    verdades absolutas, sino como leyendas,
    poesía, metáforas, como mera literatura. Desarrolla su
    capacidad simbólica a través del instinto de lo
    dionisiaco, puede crear y crea. Así lo quiere
    él.

    Partes: 1, 2

    Página siguiente 

    Nota al lector: es posible que esta página no contenga todos los componentes del trabajo original (pies de página, avanzadas formulas matemáticas, esquemas o tablas complejas, etc.). Recuerde que para ver el trabajo en su versión original completa, puede descargarlo desde el menú superior.

    Todos los documentos disponibles en este sitio expresan los puntos de vista de sus respectivos autores y no de Monografias.com. El objetivo de Monografias.com es poner el conocimiento a disposición de toda su comunidad. Queda bajo la responsabilidad de cada lector el eventual uso que se le de a esta información. Asimismo, es obligatoria la cita del autor del contenido y de Monografias.com como fuentes de información.

    Categorias
    Newsletter